Cuando era su hombre. Aquellos ojos marrones reflejaban su dulce sonrisa; esa alegría tan presente en su rostro, cuya felicidad se ausentaba estando en su presencia. Bailaba con gracia y delicadeza como si no tuviera la oportunidad de hacerlo con la frecuencia que deseaba. El chico de cabellos oscuros en su corazón lamentos expresaba porque sabía que él nunca se preocupó por llevarla a las fiestas; mucho menos, bailaba junto a ella. El tiempo que el destino regalaba su anhelo recuperar cada segundo deseaba; pues con pesar su alma admitiría que esas horas perdidas en el ayer, pasarlas con ella en el hoy prefería. Las flores en su mano derecha quemaban con el despecho de su frescura, pues los ramos que nunca ofreció cuando era su hombre; en el hubiera de un pasado distante se marchitan.