Cristal

Cristal

Bueno, pues esa idea surgió ayer y fue así cómo, ¡Pluff!, he de escrivirlo. Lo que si que no tengo para nada seguro es el título, así que si sufre numerosas y extravagantes mutaciones..., ya sabeís el motivo.
Sin más:

Cristal

Epílogo

Aquella noche, hacía más viento que de costumbre. Hubiera sido una perfecta excusa para acurrucarse contra las sabanas y protestar por las constantes incursiones de sus padres, exigiéndole una mínima atención hacia ellas. Pero, pese a que una parte de ella anhelase olvidar la situación y no salir indagadora de un destino inseguro y voluble, el orgullo y el miedo le impedían permanecer quieta ostentando de su fabulosa seguridad. Pues sabía que se quebraría si él lo deseara. Pues su raza era omnipotente y arrogante.
Con un simple chasquido podría hacer trizas su vida, más no lo hacía. Versado de que era más desesperante y agónico el poder de la inseguridad y el miedo que causaba a sus víctimas, que la amenaza explícita.
Pero ella debía cazarle. Era su misión acabar con su miserable vida y enterrarlo en las profundidades del olvido. Los ancianos la habían dotado con entrenamiento y rebosaban de confianza en ella. Creían que poseía la inquebrantable fe y el máximo poder. Por eso, cuando se manifestó el problema, la decisión fue unánime. Brianna. Más ella estaba asustada, y sus piernas se empeñaban en hacer caso a su instinto. Pues si algo deseaba era huir lo más lejos posible y refugiarse entre coníferas y rocas robustas e inexpugnables.
Pero su orgullo y su deber la mantenían estática en el sitio. También cabía la remota posibilidad de que se debilitaría esa sensación de angustia y fracaso por querer traicionar a los suyos. Cobarde, se recriminó mientras sus manos deambularon por los recovecos del armario. Palpó un metal frío, y lo extrajo con sumo cuidado, procurando no clavar una de las afiladas puntas en la carne meliflua de su mano.
La daga era pequeña, y poseía una forma cóncava que la hacía idónea para lanzarla y no errar el objetivo. Brianna recordó que fue el primer regalo que recibió de los neyihrs, la comunidad de ancianos que gobernaba la extraña institución que albergaba tantos puntos oscuros y olvidados de su historia. Lo recordaba con afecto ya que fue el primero de los misterios que se le desvelaron y que hasta entonces habían yacido ensortijados entre mantos de confusión.
Y entonces comprendió que no podía fallarles. Pues era lo más certero que tenía en su pusilánime vida, los únicos que comprendían las ensoñaciones que continuamente hacían brillar sus cetrinos ojos. Singulares y representativos, nunca la despreciaban ni le lanzaban comentarios maliciosos y mezquinos. No cómo sus supuestos compañeros de clase.
Y la determinación floreció en su interior de manera extravagante y poderosa. La fatiga y los temores la abandonaron. Se vistió de negro, ya que intuía que la noche sería oscura y aquél color era discreto, y los ropajes que poseía de esa tonalidad eran cálidos y la protegerían del álgido hálito.
Abrió la ventana con rapidez y se desprendió por ella, usando una desgastada cuerda algo manoseada por antiguas misiones y aterrizó en la calle con gracia, contenta de haber burlado,- una vez más,- la seguridad de sus progenitores. Dudaba que los mismos alguna vez percibieran su ausencia y se alarmaran, pues esos días carecían de contacto afectuoso entre ellos y cada uno vivía su propia vida con solitaria resignación.
Empezó a caminar a paso resuelto, temerosa de que su osadía se extinguiera por empezar a pensar con racionalidad y lógica. Creía que conocía el sitio dónde se dirigía su objetivo esa noche, y deseaba que él confiara que estuviera lo suficiente asustada para no atreverse a desafiarle. Entonces las posibilidades se decantarían a su favor. Aprovecharía la ventaja, atacándola con la más sutil y perfecta emboscada.
El viento le azotó las mejillas y se cubrió más con su bufanda, disgustada ya que durante la pelea tendría que abandonarla para lograr moverse con más agilidad, y entonces su cuello estaría expuesto al frío hibernal. Más eso eran detalles sin mera importancia.
Era pronto cuando llegó al edificio. Alabó poseer piernas largas y no distraerse con facilidad. Sus tacones repiquetearon silenciosamente al acariciar al suelo, y eso le infundió algo de miedo ya que no disponía de marcha atrás. Ahogó un suspiro, y los pensamientos funestos la gobernaron unos instantes. Eso le causó una pequeña síndrome de nostalgia y recelo.
Oyó una extraña presencia, más no podía afirmarlo con rotundidad ya que era demasiado débil. En ese mismo instante, la luz de la farola parpadeó y se apagó repentinamente. Alzó la vista, íntegramente preocupada al verse sumida en la opaca y pesada oscuridad. ¿Era una trampa? ¿O mera casualidad?
Agarró sus armas mientras empuñaba un pequeño frasco de un extraño líquido morado. Lo blandió mientras la luz soltaba una ocurrente chispa e iluminaba nuevamente el lugar. Y entonces lo divisó en la profundidad de la calle.
Su semblante era relajado y su frondoso pelo cobrizo acicalaba sus facciones finas y suaves. Poseía una belleza delicada y letal. Pero lo que la atrajo y impidió que Brianna apartara la vista de él fueron sus ojos. De un profundo y magnético azul que la hacían bailar como un títere en honor a su perfección. Y se quedó petrificada en el lugar. Ella esperaba cazar. Acorralarlo gracias a su laborioso entrenamiento. Más cuando divisó a su enemigo, cuando sus orbes clavaron su vista en ella, curiosas, tuvo la certeza que había sido ella la cazada. Y tampoco le importaba. Cómo tampoco importaba el irrelevante hecho que acabara enamorándose de su enemigo. Perdidamente.



Bueno, aquí lo teneís. Sé que aun me quedan algunos errores y cosas que para gente más experimentada parecen aberraciones (LOL); así que acepto con ilusión críticas y quejas y broncas por faltas de orotografía que el Word no detecta. And that's all. Ya me chuté colgandolo a los ocho de la mañana antes de ir al insti así que, nothing xD
Kisses.

P.D: ¿Ideas para un título mejor?