Corazón Agujerado (My Little Pony Fiendship is Magic) [escrito junto a Cairon_g700]

Tema en 'Fanfics abandonados TV, Cine y Comics' iniciado por OverLordGabriel, 10 Noviembre 2015.

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    10 Noviembre 2015
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    Título:
    Corazón Agujerado (My Little Pony Fiendship is Magic) [escrito junto a Cairon_g700]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    8428
    Capítulo 1, Roze y Holz


    El sol comenzaba a asomarse en el horizonte, y con su luz bañaba cada rincón de la tierra de Equestria, dando comienzo a un nuevo día. Pero mientras que para muchos su mañana comenzaba con un sol radiante y cálido acompañado de una agradable brisa, para otros su mañana era fría.

    Al noreste de Equestria, cerca de las Cataratas del Neighgara, se formaba una pequeña cadena de colinas de hermosos bosques de pinos, siempre cubiertos de nieve. Ese lugar era conocido como Los Bosques de Plata, ya que en su tiempo fue la ubicación de grandes depósitos de plata, pero ahora era solo un hermoso paisaje para admirar, y un lugar tranquilo para vivir.

    Esa mañana los rayos del sol no habían llegado y el cielo se encontraba cubierto de nubes grises acompañadas por un viento frio que anunciaba que pronto empezaría a nevar. Solo pasaron unos cuantos minutos hasta que el primer copo de nieve cayó del cielo y pronto muchos más se le unieron. Esos días con un comienzo frio eran bastante comunes en esos bosques, y también eran momentos en los que no era bueno estar afuera. Aun los animales que vivían ahí buscaban refugiarse de la nieve y el viento, dejando los bosques relativamente solitarios y tranquilos.
    A los pocos minutos el viento empezó a soplar con más fuerza y la nevada también se hizo un poco más fuerte. Definitivamente no era el mejor momento para estar fuera, pero… había alguien para quien el clima no era ningún impedimento.

    Una figura se paseaba lentamente en medio del bosque, sin importarle mucho el frio que hacía en ese momento o el fuerte viento que soplaba. Se trataba de un poni que tenía puesta una pequeña túnica con capucha que lo cubría de pies a cabeza. Tenía atado a su cuerpo varias sogas con las que cargaba una carretilla de madera vacía, salvo por una manta y un baúl de madera.
    A pesar del frio que hacía el equino siguió avanzando por algunos minutos más hasta que se detuvo cerca de un acantilado desde el que podía verse los bosques y los valles, y algunos de los poblados que estaban cerca, bastante pequeños y alejados unos de otros. Para ese momento el viento ya había dejado de soplar y la nevada había terminado.

    Ahora que no hacía tanto frio el poni ya no necesitaba estar totalmente cubierto por su túnica, así que se la acomodo de modo que pareciera que llevara un chaleco y se quitó la capucha para poder ver mejor el hermoso paisaje que se formaba bajo. Con su túnica acomodada y sin su capucha era más fácil ver cómo era. Era un unicornio adulto, algo delgado pero físicamente fuerte, con un pelaje de color azul grisáceo y una crin y cola de color plateado, bastante abundantes para un poni macho. Tenía ojos amarillos y una agradable sonrisa, y en su parte posterior una Cutie Mark con la forma de un pájaro hecho de madera.
    El poni estuvo al lado del acantilado por varios minutos, aun admirando el paisaje, y no paso mucho para que las nubes empezaran a abrirse y le dieran paso a la luz del sol, trayendo algo de calor a ese día tan frio. Era un día hermoso, pero aunque quisiera no podía seguir admirando el paisaje. Después de todo tenía mucho que hacer.

    —Es hora de trabajar— dijo, alejándose del acantilado y regresando al bosque.

    Para ese momento los animales que habían estado ocultos salían otra vez, llenando de ruido el bosque. El poni no dejaba de observar con mucho agrado a los animales, así como al bosque cada vez más vivo y brillante por la luz del sol, pero aunque observaba todo con atención no dejaba de caminar.

    El poni siguió avanzando por algunos minutos más hasta llegar a un conjunto de enormes árboles. A diferencia del resto, estos árboles eran muchísimo más grandes de lo normal, parecían no tener animales viviendo dentro de ellos y se veían muy resistentes. Una sonrisa se formó en el rostro del semental por encontrar arboles tan perfectos como esos y no perdió el tiempo para ponerse a trabajar.
    Dejo su carreta a un lado y abrió el baúl, sacando un serrucho y varios cuchillos, tomo el serrucho y se dirigió a uno de los árboles.
    A pesar de ser un árbol extremadamente grueso, el unicornio ya llevaba casi la mitad del tronco cortado a solo un par de minutos de haber empezado, y no parecía estar cansado de ninguna forma. Era bastante fuerte, y por eso su nombre le quedaba más que perfecto. Holz Stark era cómo se llamaba, y esas palabras significaban literalmente “madera fuerte” representando muy bien su fuerza para cortar árboles.

    Terminado de cortar el primer árbol, Holz siguió con otros dos, cortándolos sin mayor problema, siempre usando sus patas y su boca para manejar el serrucho, y nunca su magia, tal y como le había enseñado su padre.
    Desde hacía años la familia Stark había vivido en los Bosques de Plata, dedicados a la tala de árboles. A pesar de ser una familia en la que había habido tanto ponis terrestres como unicornios y pegasos, siempre se habían cortado arboles de la manera tradicional, sin recurrir a herramientas grandes, la magia, o la capacidad de volar. Tradiciones que se habían transmitido de generación en generación, y que Holz respetaba, más que por ser tradición, porque le gustaba sentir el trabajo duro que hacía y ver el resultado de este, sin algún tipo de ayuda como lo sería la magia.

    Después de veinte minutos, cuatro arboles ya habían caído y Holz ya empezaba a sentir el cansancio sobre sus hombros, pero debía continuar. Usando el resto de sus herramientas, empezó a cortar los enormes troncos en pedazos y a quitarles las ramas, una vez más, sin utilizar su magia. Casi una hora después el poni había terminado de arreglar todos los árboles y subirlos a su carreta junto con sus herramientas. Se ató la carreta una vez más y empezó su camino a casa.
    Aunque el peso adicional le impedía moverse más rápido, no le molestaba para nada ya que estaba acostumbrado, no por nada hacía lo mismo todos los días desde hacía muchos años. Además, era una buena razón para caminar lento y admirar el bosque en el que estaba, que mientras más brillaba la luz del sol más vivo se veía, de ver a los animales corriendo o jugando entre los árboles, y escuchar el canto de los pájaros.

    Después de media hora, Holz finalmente había vuelto a su hogar, en medio de ese bosque en un pequeño claro.
    En medio de ese claro había una casa hecha de troncos de madera oscura de apenas una planta, con una sencilla chimenea hecha de latón, y sin nada que pudiera llamar la atención, salvo por un pequeño espacio arreglado para ser un jardín donde había hermosas rosas cultivadas, y que a pesar del difícil clima de ese lugar crecían fuertes y bellas. También había una pequeña bodega hecha de la misma madera que la casa, con apenas una ventana y bastante pequeña. Realmente era una casa muy sencilla y muy humilde, incluso algunos podrían decir que era pobre, pero también era un hogar lleno de recuerdos valiosos para el poni, ya que hay había vivido la mayor parte de su vida y esperaba seguir hay por varios años más. Y sobre todo… era un hogar lleno de amor, y eso era más que suficiente.

    Holz se dirigió a la bodega y en la entrada acomodo la mitad de los troncos que había recolectado junto con las ramas a un pequeño montón de troncos que ya se encontraban ahí cubiertos por una manta. El resto de los troncos así como el baúl con sus herramientas los hizo levitar y entro con ellos a la bodega. Esa era de las pocas cosas para las que usaba su magia.
    Una vez dentro, acomodo su recolecta del día a un lado y miro todo lo que tenía esa bodega y… la razón por la cual trabajaba tanto reuniendo madera. En el suelo y en un sencillo estante en una de las paredes, había muchísimas figuras talladas en madera, totalmente magnificas y bien trabajadas. Algunas estaban pintadas y otras aun necesitaban color. Había de todo, ponis, conejos, pájaros, perros, osos, incluso había dragones y fénix. Eran esculturas maravillosas y era a lo que Holz se dedicaba, su talento especial representado muy bien en su Cutie mark, y además… su más grande pasión. La había descubierto cuando era muy joven y su padre le enseñaba como cortar las ramas de los árboles. Con el apoyo de sus padres y su propio esfuerzo se había convertido en un escultor de figuras de madera, y con el paso de los años su habilidad crecía y hacia figuras cada vez más hermosas, incluso vivas.

    Holz se sentó en un banquillo que había en el centro de la bodega y tomo las herramientas que siempre mantenía cerca para trabajar. Ahora trabajaba en una figura que representaba al que una vez fue una amenaza pero ahora era un aliado, Discord. La había empezado hacia tres días usando un tronco casi tan alto como él y aun le faltaba mucho, aun así le gustaba como estaba quedando y no podía esperar a que estuviera listo para pasar a pintarlo. Con cuidado, paciencia y siempre atento a los detalles, uso sus cuchillos para tallar la figura.
    Llevaba una hora en ello y se veía el avance en su trabajo, aunque también se sentía bastante cansado. Estaba tan concentrado en su trabajo que no se había dado cuenta de que alguien había llegado hasta que golpearon la puerta, la que por cierto había dejado abierta. Siempre se le olvidaba cerrarla aunque hiciera bastante frio.

    —Como siempre, trabajando con la puerta abierta— dijo la voz de un macho ya algo mayor, que sorprendió a Holz, pero también le saco una sonrisa. Sabía quién era –Si sigues así solo vas a enfermarte—
    —jmjmjm, ya estoy acostumbrado a esta clase de clima— dijo Holz, dejando su trabajo para voltear a ver al recién llegado.

    En la puerta estaba parado su buen amigo Icewing, un pegaso de pelaje blanco y crin y cola de color azul celeste, y ojos rojos. Llevaba un abrigo bastante grueso y dos barriles no muy grandes atados a cada lado de su cuerpo, donde llevaba sus productos para vender que eran bolas de arroz, las cuales se representaban en su Cutie mark, y también era la razón por la que no podía volar. Era alguien bastante amable y algo sermoneador, pero un buen amigo que como ya era costumbre, siempre lo visitaba.

    —Y podría decir lo mismo de ti amigo— comento el unicornio acercándose al pegaso –las mañanas siempre son frías aquí, y aun así…— ya frente a él y regalándole una sonrisa –siempre bienes temprano a mi casa—
    —jmjmjm, citando a un buen amigo… ya estoy acostumbrado a esta clase de clima—

    Ambos comenzaron a reírse y chocaron sus cascos a modo de saludo para luego entrar y cerrar la puerta.

    —¿Y cómo has estado Ice?— pregunto Holz.
    —He estado bien— respondió el otro –mi negocio va bien y al paso que voy tal vez pueda poner un puesto en el pueblo para vender mis bolas de arroz, en vez de venderlas de puerta en puerta—
    —Pues te deseo suerte amigo, aunque a muchos nos gusta tu forma de vender actual. Ya sabes, directo en casa—
    —Jmjm, no mentiré, también me agrada, pero siento que un negocio fijo me favorecerá aún más. Y bueno, supongo que no debo preguntar cómo has estado— mirando todas las figuras de madera que había –se nota que has estado trabajando bastante—
    —bueno, cuando algo te gusta es fácil trabajar en ello y dedicarle todo tu tiempo. Solo espero a que a los demás les guste—
    —¿estas bromeando? A todos les gustara. Tu forma de hacer figuras de madera y darles tanto detalle es única—

    Holz no pudo evitar sonrojarse un poco por esas palabras, mientras que Icewing observaba a detalle cada figura hecha por su amigo, y asombrado por el enorme trabajo y esfuerzo que colocaba en cada una de ellas. Y cuando vio la figura de Discord en la que su amigo trabajaba, se quedó con la boca abierta.

    —Sorprendente— comento el pegaso que aún no salía de su asombro –realmente se parece al verdadero Discord. ¿Cuándo estará lista?—
    —Tal vez en unos dos días. Bueno, si sigo trabajando un rato más—
    —Deberías descansar un poco amigo, se nota que te hace falta. Apuesto que aún no has desayunado—
    —jmjmjm, no, aun no. Quería adelantar un poco de trabajo antes—
    —Y ahora que hablo del desayuno ¿Dónde está tu linda esposa? Seguro está esperándote en casa, hasta que te decidas a ir a comer—
    —No precisamente— dijo una dulce voz femenina.

    Ambos voltearon a ver a quien les hablaba, aunque ya sabían quién era y no pudieron evitar sonreír. Había llegado a la bodega una hermosa poni terrestre, que aunque era adulta se veía como una jovencita. Tenía una crin y cola de color rojo intenso al igual que sus hermosos ojos, pelaje rosa y una Cutie mark de una rosa. La poni era Roze, la esposa de Holz y que llevaba en su espalda y cabeza tres platos con arroz mezclado con huevo, tomate y cebolla y una pieza de pan, además de tres tazas llenas de café caliente. Era sorprendente verla mantener los platos y las tazas sin que estas se le cayeran, aunque esta no era su única cualidad, ya que también era muy inteligente, buena cocinera y muy atlética. Pero su mejor cualidad era la capacidad de cultivar las rosas que se encontraban en el sencillo jardín de la casa en un clima tan inhóspito como el de esas montañas, y que su Cutie Mark representaba muy bien.

    La poni entro y coloco todo en una pequeña mesa de su marido que también usaba para trabajar, y le hizo señas a ambos machos para que se acercaran a comer.

    —Buenos días Roze— Dijo Icewing con una sonrisa, y oliendo el plato de comida que ya empezaba a abrirle el apetito –muchas gracias, y que pena contigo que también me tengas que hacer desayuno—
    —Descuida Ice— dijo Roze con una dulce sonrisa –siempre es un gusto servir a un buen amigo como tú— sentándose cerca a su marido —además debes estar cansado de tener que cargar esos barriles toda la mañana—
    —En verdad muchas gracias Roze— oliendo una vez más la comida —esto en verdad luce delicioso—
    —Tienes razón amigo— comento Holz mirando a la linda yegua que tenía a su lado —realmente no sé qué haría sin ti querida—
    —Quizás trabajar hasta el cansancio— comento ella con una sonrisa sarcástica, para luego darle un beso en la mejilla —espero que lo disfrutes—

    Dicho esto, todos empezaron a comer.
    La comida era simplemente exquisita y los dos sementales no dejaban de mencionarlo una y otra vez, haciendo sonrojar a la chica pero también alegrándola al ver que su comida les agradaba tanto. Mientras comían también hablaban un poco de lo que cada uno de ellos había hecho en esos días, siempre agregando alguna broma o algún comentario fuera de lugar que hacía que todos se rieran, haciendo un ambiente de lo más ameno y agradable.
    Entre tanto hablar y comer se les había pasado casi una hora volando, pero los tres seguían igual de animados que cuando empezaron.

    Terminada la comida, Holz y Icewing se ofrecieron a llevar los platos y a lavarlos, y aunque Roze les había dicho varias veces que ella se encargaría, ellos insistieron en hacerlo.
    Con todo arreglado, era el momento de que el pegaso los dejara.

    —Muchas gracias por el desayuno Roze— dijo Icewing, dándole un amistoso beso a la yegua en la mejilla —y gracias una vez más por recibirme en tu casa Holz. Jmjmjm, ya debe cansarte que siempre venga—
    —jmjmjm, para nada amigo, es un gusto verte— comento el unicornio —y supongo que nos veremos más tarde en el pueblo—
    —Si Celestia quiere así será— cargándose otra vez sus barriles —tengo que visitar Crossing Mountain, pero estoy seguro de que llegare casi anocheciendo, y por supuesto, les tendré su pedido de siempre—

    Ambos comenzaron a reírse por eso, ya que sabían de qué hablaba. Icewing siempre guardaba un pequeño paquete de bolas de arroz solo para la pareja.
    Chocando los cascos con el unicornio, Icewing comenzó a alejarse mientras Roze y Holz lo despedían hasta ya no verlo. Siempre les había agradado tener la visita de ese ya mayor pero muy alegre, trabajador y bromista pegaso, y esperaban verlo en la tarde una vez más.

    —Debemos alistarnos cariño— comento Roze, y ambos se dirigieron a la casa para prepararse.

    Ahora que el día estaba muchísimo más abierto y el sol brillaba con más intensidad, Holz dejo la túnica que había usado esa mañana y se colocó un chaleco blanco, algo viejo pero que cuidaba con mucho esmero. Por su parte, Roze no tenía muchas prendas que ponerse, por no decir ninguna, por lo que se limitó a atarse una pañoleta verde en el cuello y recogerse un poco la melena con una moña, regalo de una amiga hacía tiempo.
    Listos para salir, Holz uso su magia para cargar en su carreta un buen número de sus figuras de madera, tanto pintadas como sin pintar. Mientras, Roze preparaba su propia carreta, aún más pequeña y que tenía cerca de la bodega, cargando en ella muchas rosas en masetas que siempre preparaban uno o dos días antes. Además de simpáticos arreglos florales que iban desde simples ramos hasta rosas organizadas y cortadas en forma de estrella o corazón, que ella misma hacia solo con sus cascos y que le gustaban tanto a ella como a otros ponis, igual que muchos ponis amaban las espectaculares figuras de madera que hacia su esposo.
    Así como su amigo Icewing vendía bolas de arroz, para ganarse la vida la pareja también vendían lo que más les gustaba hacer, no solo para ganar el dinero necesario, sino para compartir lo que tanto les apasionaba y los representaba con los demás.

    Luego de dejar todo cerrado, ambos se ataron sus respectivas carretas. Ya estaban listos para irse.

    —Un nuevo día ha llegado— Comento la poni rosa —y sé que nos ira muy bien—
    —Que Celestia nos acompañe— dijo Holz con una sonrisa, lo que hizo también sonreír a su esposa.
    —Bien dicho amor—

    Sin más que decir, la pareja comenzó su camino hacia el pueblo, siguiendo la ruta habitual cruzando el bosque.
    Era un camino algo complicado, con bajadas y partes bastante irregulares, sin mencionar los árboles y las piedras en el camino. Aun así, ambos ya estaban acostumbrados y podían recorrerlo con sus carretas llenas sin el menor problema, siempre disfrutando el hermoso paisaje que ofrecía ese bosque, y hablando e incluso bromeando entre ellos, haciendo el camino aún más ameno para ambos.

    Casi media hora después, ambos habían salido del bosque, y un par de kilómetros más adelante finalmente habían llegado al lugar en el cual venderían su mercancía, y donde esperaban encontrarse con su amigo Icewing mas tarde. El pacifico pueblo de Silver Hilll, en su momento el principal distribuidor de la plata extraída de las montañas siendo un pueblo rico pero también conflictivo, ahora era uno de los pueblos más grandes y más tranquilos de esa zona. Roze y Holz cruzaron los enormes muros grises plata que rodeaban el pueblo y comenzaron a avanzar lenta y animadamente por las calles adoquinadas con piedras, mientras veían a todos los ponis iniciar su día con muchos ánimos, algunos abriendo sus negocios, otros simplemente aprovechando la bonita mañana para salir y pasear, pero lo más importante para la pareja era ver a todos tratarse como amigos y ayudarse los unos a los otros de ser necesario. Algunos saludaban a Roze y a Holz y estos regresaban los saludos con la misma amabilidad, ya que de todos modos no eran extraños para varios de los habitantes.
    La amabilidad de los ponis y el propio pueblo que se caracterizaba por tener decorados y estructuras no modernas pero más trabajadas que otros lugares, todos adornados por un lindo color plata más algún otro color, hacía de Silver Hill un lugar agradable y donde la pareja se sentía a gusto, pero por cuestión de dinero y comodidad preferían no vivir ahí.

    Después de unos cuantos minutos de caminar, ambos llegaron por fin al centro del pueblo. Una zona bastante amplia, con algunas zonas sin piedras donde crecían árboles y pasto, contrastando un poco con la apariencia general del pueblo, donde además habían juegos para niños como un columpio y un sube y baja, un pequeño escenario aparentemente hecho de mármol para eventos especiales, y en el centro una fuente con la forma de las dos gobernantes de Equestria, la princesa Celestia y la princesa Luna esculpidas con una postura como si formaran una hélice, con sus cuernos sosteniendo una orbe de la cual salía el agua. Una escultura que Holz tenía pensado hacer en madera en cuanto pudiera.
    Era una zona sencilla y agradable, y en la cual muchos otros ponis, tanto locales como de pueblos vecinos colocaban sus puestos para vender sus productos. La pareja se paseaba y saludaba a los vendedores de forma amigable, y los vendedores los saludaban del mismo modo ya que tampoco eran desconocidos para ellos, y al mismo tiempo que veían su mercancía, como era comida, prendas, accesorios, utensilios de cocina y de más.

    Después de un rato de saludar y observar, ambos colocaron su puesto en el lugar acostumbrado, al lado de un poste de luz desde el que podían ver claramente los otros puestos y la fuente. Colocaron las flores y las figuras en el suelo a cierta distancia y esperaron a que los clientes empezaran a llegar.

    El día avanzaba lentamente y la cantidad de clientes no era mucha. Pasada una hora nadie se había acercado a comprarle a la pareja, pero no parecían estar preocupados por eso.
    Una hora más paso y algunos clientes más aparecían, pero estos solo se concentraban en comprar comida.

    —Parece no ser un buen día— comento Holz con una sonrisa algo desanimada, típica de él cuando habían pocos clientes.
    —No digas eso— dijo Roze, abrazando a su esposo con una sonrisa –Solo es un mal comienzo, pero ya hemos tenido días así y nunca nos hemos dejado afectar. Tranquilízate, ya llegaran los clientes—

    Holz comenzó a sonreír por las palabras de su esposa y se quedó mirándola de una forma muy dulce, casi… como si con esa mirada le transmitiera todo su amor, haciéndola sonreír a ella también. Definitivamente desde poco después que se conocieran Roze siempre sabía cómo animarlo.

    —Tienes razón querida— comento el —y yo lo sé. Jmjmjm, pero siempre necesito que alguien me lo recuerde—
    —Para eso estoy aquí—

    Ambos sonreían y estaban perdidos en los ojos del otro. Inevitablemente ambos empezaron a acercarse para besarse, totalmente ajenos a lo que sucedía a su alrededor.
    Pero…

    —Disculpen ¿Cuánto cuesta un ramo de rosas?— dijo una pegaso de pelaje verde y melena roja que había aterrizado cerca a su puesto, tal vez interesada y atraída por la flores de Roze—

    La voz de la clienta había sacado a la pareja de su momento de inspiración, pero lejos de enojarse la atendieron muy bien. La pegaso se llevó un ramo de flores y además se llevó dos figuras de madera, bastante cautivada por lo detalladas y lindas que eran, cosa que pasaba mucho con aquellos que veían las figuras de Holz.
    Una vez la clienta se marchó, la pareja observo bastante contenta el dinero de su primera venta.

    —Te lo dije— comento Roze con una sonrisa —no tenías de que preocuparte, los clientes están llegando—
    —Lo se Roze— comento Holz, también con una sonrisa —y… estoy seguro que seguirán llegando… y nos ira muy bien—

    Y efectivamente había sido así. El resto de la mañana fue bastante productivo para ambos. Después de un mal inicio, con la llegada de un cliente de a poco llegaban cada vez más, maravillados por las rosas o por las figuras de madera y las compraban y poco a poco la cantidad de productos disminuía y sus ganancias empezaban a notarse, así como la alegría de aquellos que compraban esos objetos a los que se les había dedicado tanto esfuerzo y pasión. En un par de ocasiones, Holz había vendido una figura y Roze añadía como regalo una pequeña maseta con rosas, principalmente porque sentía que a los que les vendía les hacía falta… algo, porque se veían tristes.

    La mañana avanzo con normalidad, con buenas ventas, sonrisas de aquellos que solo observaban y de los clientes, y satisfacción de la pareja por poder traer algo de alegría con algo que amaban hacer.
    Cerca del mediodía, ambos guardaron los productos que aún tenían y se dirigieron a un restaurante cercano y conocido por ellos para relajarse y almorzar.

    Fue un almuerzo muy tranquilo, y una vez terminaron se sintieron listos para volver y continuar.
    Pero… varios gritos llamaron su atención.

    —¿Qué fue eso?— Pregunto Roze, un poco preocupada.

    Se escuchaba un verdadero escándalo, por lo que algo importante debería estar sucediendo y no pudieron ignorarlo. Ambos corrieron hacia donde se originaba todo el ruido, que solo era a un par de calles de donde estaban.

    Al llegar se encontraron con una enorme multitud de ponis que formaban un círculo. Ninguno de los dos entendía lo que sucedía y comenzaron a meterse entre la multitud con tal de saberlo.
    En medio de todos los ponis, había un poni de pelaje naranja, ya mayor debido a su barba y bigote, de color blanco igual que su crin, así como las arrugas típicas de la vejez. Detrás de él una poni de pelaje naranja más claro y crin marrón. Pero lo que más sorprendió a Roze y a Holz fue ver frente a esos ponis dos criaturas muy similares a ponis, de color negro con colmillos que sobresalían de sus bocas, agujeros en sus patas, un cuerno torcido y pequeñas alas de insecto, así como dos grandes ojos de color verde azulado y membranas en sus cabezas. Las criaturas en cuestión eran Changelings, seres con la capacidad de cambiar de forma y alimentarse de los sentimientos de los ponis.
    Entre los gritos e insultos que los ponis lanzaban a los Changelings, la pareja no podía entender que era lo que sucedía, hasta que todos se quedaron callados y permitieron que el anciano hablara.

    —¡No dejare que lastimen a mi hija!— grito el anciano, con una mirada llena de odio —¡bichos asquerosos, haciéndose pasar por ponis para absorber los sentimientos de mi hija para luego lastimarla!—
    —¡Por favor papá cálmate, no es lo que piensas!— dijo la poni, pero el mayor le hizo un gesto para que volviera a colocarse detrás de él.
    —Por favor señor— dijo uno de los Changelings, aparentemente un macho, dando un paso al frente —si queríamos alimentarnos de sentimientos, pero no íbamos a lastimarla. Nosotros nunca lastimamos a nadie cuando buscamos sentimientos y tampoco tenemos malas intenciones, solo necesitamos alimentarnos para sobrevivir, no íbamos a hacer daño. Por favor, entiéndanos—

    La voz de la criatura realmente sonaba sincera, y parecía una mezcla entre tristeza por la acusación, y asustado, tal vez por el problema que había causado. Lamentablemente no escucho otra cosa que no fueran insultos, y varios ponis les lanzaron tomates o frutas. Los Changelings no respondían y se limitaban a tratar de protegerse, pero eso no detenía a los ponis de seguir insultándolos. “Monstruos”, “escoria”, “bichos repugnantes”, eso y más era lo que les decían, y sin importarles mucho que los Changelings se veían genuinamente tristes por todas esas palabras.

    —¡Los Changelings son únicamente monstruos que nos lastiman con tal de saciar su hambre de poder!— siguió gritando el anciano —¡Ya una vez invadieron Canterloth para esclavizarnos y matarnos para saciar su enfermiza hambre! ¡Son solo basura sin alma que no deberían vivir! ¡Lárguense a la cloaca de donde salieron, y si vuelven a venir los encerraremos donde su inmunda presencia no nos haga daño!—

    Después de gritar tanto el poni anciano comenzó a toser. La poni hembra se encargaba de cuidar a su padre, mientras que el resto de la multitud solo insultaba y les decía a los Changelings que se fueran y que no los querían volver a ver, sin darse cuenta de que incluso, uno de ellos estaba llorando. Todos los miraban con odio y los Changelings no tuvieron más opción que irse de ese lugar, no sin antes encontrarse con una mirada compasiva, dulce y también triste que Roze y Holz también percibieron. La de la poni hembra, hija del anciano que tanto les había gritado, que tenía una expresión que adivinando tal vez significaba “Lo siento mucho, no quería que les pasara esto”.

    Sin decir nada, sin amenazar como muchos pensaban que actuaran, las criaturas negras se fueron del pueblo, dejando a una multitud aun insultándolos, gritándoles y lanzándoles cosas. Afortunadamente solo eso les habían hecho. Existían rumores que muchísimos años antes de que las princesas Celestia y Luna ascendieran al trono, cuando un Changeling era visto ni siquiera era juzgado o se analizaban sus acciones para saber si realmente merecía un castigo. En vez de eso era inmediatamente asesinado, aunque eran solo rumores.

    Solo unos diez minutos después de que se fueran, el ambiente del pueblo volvió a la normalidad como si nada hubiese pasado, aunque Roze y Holz no dejaban de pensar en lo que acababa de suceder y… en parte se sentían mal de como todos habían actuado contra dos criaturas que no habían hecho nada, pero así eran las cosas. Los Changelings jamás habían sido bien vistos por los ponis por sus características, y desde que hubiera sucedido una invasión en Canterloth durante la boda de una princesa y un capitán, el rechazo a esta raza aumento, y siempre que se viera uno debía ser echado o encerrado. Era algo normal, pero en cierta manera… muy triste, y según comentaba el propio Holz…
    “Era la prueba de que a los ponis aun nos faltaba mucho por crecer y aceptar aquello que es diferente, o al menos darle la oportunidad.”

    El tema hacía sentir a la pareja bastante decaída, pero trataron de no pensar en ello y poner todo su ánimo y energía en seguir vendiendo. Pronto se sintieron mejor y reabrieron el negocio para seguir con su jornada.

    El resto del día avanzo con calma, y al mismo tiempo con mucho entusiasmo, tanto Roze como Holz ofrecían sus productos con amabilidad y sin hostigar al comprador. Varios arreglos florales y figuras se vendieron, y con cada uno aparte de la paga obtenían una dulce sonrisa de su cliente, y eso hacía del trabajo de ambos simplemente gratificante y que… realmente daba frutos.

    Finalmente empezó a anochecer en Silver Hill. Varios de los comerciantes comenzaron a cerrar sus negocios, y Roze y Holz hacían lo mismo. Después de comprar algo de comida con la ganancia del día, pusieron las compras con el resto del dinero y lo poco que no se había vendido en una sola carreta.

    —¿Lista para regresar?— pregunto Holz con una sonrisa.
    —Por supuesto que si— dijo ella.

    Antes de irse, se despidieron de algunos de sus amigos, entre ellos IceWing, que no hacía mucho había regresado al pueblo y como había dicho, les había dado una bolsa llena de sus bolas de arroz especialmente preparadas para ellos.

    Sin más que hacer, ambos ponis comenzaron a caminar por el pueblo, con un cielo ahora oscuro, siendo acompañados por las luces de las casas y los postes de luz del pueblo. No tardaron demasiado en llegar a la entrada y estaban listos para marcharse, pero se encontraron con dos amigos, un pony y una yegua que al parecer los estaban esperando, y a los que ellos reconocieron de inmediato.

    —¡Goldenmane, hola!— dijo Roze dirigiéndose a abrazar a su amiga, que correspondió al abrazo —¿Cómo has estado?— creí que habías dicho que se irían a visitar a tu suegra—
    —Ella nos envió un mensaje— dijo ella —dijo que ella traerá a nuestra hija mañana para celebrar su cumpleaños en casa—
    —¿enserio?—
    —Así es— dijo el pony—aunque a nuestra hija le gusta acompañar a su abuela, es de las que prefiere su propio hogar, así que pensamos celebrar su cumpleaños aquí—
    —Es bastante normal Bluewill— comento Holz —cualquier chico prefiere estar en su casa, y más cuando se trata de su cumpleaños— acercándose al pony y chocando sus cascos para saludarlo.

    Los dos amigos con los que se habían encontrado eran Goldenmane y Bluewill. Goldenmane era una yegua terrestre de pelaje amarillo, una melena risada y abundante de un brillante color dorado y ojos de color verde como una esmeralda, con una Cutie Mark con la forma de un libro abierto con una pluma al lado. La poni además llevaba puesto un chaleco de cuero café claro con varios bordados y una pañoleta roja en su cuello completaban el conjunto.
    El otro era su esposo Bluewill, un pony macho también terrestre, de pelaje azul y una melena corta y lisa de un color azul bastante oscuro, de ojos amarillos, y un chaleco negro con un pelaje artificial agregado en la zona del cuello, bastante grueso para protegerlo del frio, y tenía una cutie mark de una máquina de escribir.
    Goldenmane era una profesora principalmente enfocada en enseñar historia y literatura, mientras que Bluewill era un gran apasionado de la poesía y la escritura y se ganaba la vida escribiendo libros que se vendían muy bien. Ambos vivían en Silver Hill desde hacía dos y medio y en sus primeros días habían Holz y a Roze, convirtiéndose en grandes amigos, ayudándose siempre que podían. De hecho, muchas veces en que la pareja había ayudado a la pareja en varias cosas, siendo una de ella a cuidar de vez en cuando a su pequeña hija, la cual se había hecho muy cercana a la pareja, en especial a Roze, siendo muy buenas amigas.

    —Espero que tenga un feliz cumpleaños entonces— comento Holz, acercándose al poni y chocando sus cascos con él.
    —y de hecho es por eso que los estábamos esperando amigos— la pareja no entendió mucho esto, pero pronto la esposa se encargaría de explicar.
    —Queríamos hablar con ustedes, aprovechando que ya no nos vamos a ir, y era por eso que los esperábamos. Además…—

    Antes de decir otra cosa, Goldenmane saco de su bolso dos largas cuerdas. Una se la quedo ella y la otra se la paso a su marido para atársela al cuerpo y a cada una de las carretas. Así, Goldenmane ayudaba a Roze a llevar su carreta, y Bluewill ayudaba a Holz a llevar la suya.

    —Después de lo mucho que nos han ayudado consideramos que era justo ayudarlos a ustedes. Sabemos que deben hacer un viaje largo a casa y queríamos acompañarlos esta vez—
    —Además…— comento Bluewill —después de todo lo que han trabajado deben necesita un casco—

    Tanto Holz como Roze les querían decir a sus amigos que no era necesario, pero no podían tampoco rechazar la buena voluntad de ellos. La pareja al final acepto la ayuda de ambos y los cuatro salieron de la ciudad.

    Ya la noche había caído, pero el cielo era iluminado por la hermosa luna llena que traía la princesa de la noche.
    Era un camino largo, pero también fue muy ameno, con los cuatro amigos conversando y riendo por cualquier cosa. Durante buena parte del camino, Bluewill y Goldenmane les dijeron acerca de lo que querían hablar con ellos y porque los esperaban.

    —No es un secreto— comento Goldenmane con una sonrisa —pero nuestra hija ama tus rosas Roze. De hecho el otro día intento sembrar una semilla en una maceta, y decía que ella cuidaría tanto de esa flor para que creciera fuerte y hermosa, igual a las tuyas—
    —¿enserio dijo eso?— pregunto Roze, algo sonrojada.
    —Así es— acercándose más a su amiga —así que… bueno, pensaba que tal vez podrías hacer una decoración con tus lindas flores— sonriendo todavía más —eso sería un maravilloso regalo. ¿Puedes hacerlo?—
    —¿Los gatos caen de pie?— ambas comenzaron a reírse por ese comentario —por supuesto que lo hare, nada me agradaría más que ayudarte, y más si es para la pequeña Berrygold—
    —A ella le encantaría, pero no solo que tus flores decoren su fiesta. Realmente sé que a ella le gustaría verte ahí, igual que a mí—

    Roze no pudo decir nada, pero su sonrisa lo decía todo. Hacía tiempo que tenía una linda amistad con Goldenmane, así como con su esposo Bluewill y su hija Berrygold, y le hacía feliz poder compartir con ellos, en especial con la pequeña. Le agradaba bastante y la pequeña también le agradaba mucho Roze, así como sus rosas.
    Mientras las yeguas hablaban, más adelante sus esposos las observaban, bastante contentos.

    —Se les ve muy animadas— dijo Bluewill, mirando a su compañero —¿de qué crees que hablen?—
    —supongo que de lo mismo que nosotros— comento Holz.
    —entonces te puedo preguntar ¿podrás ir?—
    —Por supuesto que sí, y me encargare de preparar algo especial—
    —¿y qué es exactamente?—
    —Eso será una sorpresa, bueno, a menos que Icewing haya dicho algo—
    —jajaja, no, él no me ha dicho nada. De hecho no he podido hablar con él—
    —En ese caso… será una sorpresa—

    Pronto las dos amigas alcanzaron a sus esposos y los cuatro siguieron su camino, aun hablando de lo que la pareja esperaba hacer para la fiesta de su hija, esperando también que Roze y Holz pudieran, no simplemente ayudar en la fiesta… sino también… tener presentes a sus dos amigos.
    Hablando sobre todo, el tiempo se les había pasado volando, así como el camino. Ya habían llegado al claro del bosque y estaban a punto de llegar a casa.

    —Bueno, ya estamos aquí— comento Holz —Realmente, muchísimas gracias por ayudarnos y acompañarnos.
    —No tienes que agradecer socio— dijo Bluewill.
    —Tienes razón querido— comento Goldenmane, ayudando a quitarse las sogas y a colocar la carreta en su lugar —ustedes son nuestros amigos y ayudarlos es algo que nos gusta. Además también fue un gusto hablar con ustedes y ver que puedan asistir a la fiesta de Berrygold. Si asistirán ¿verdad?—
    —Dalo por hecho amiga. Me asegurare de que ambos asistamos— mirando a su esposo —¿no es así?—
    —jmjmjm, no nos lo perderíamos por nada—
    —Trabajare mañana temprano en los arreglos y…— Roze no pudo terminar su frase porque de pronto empezó a sentir mareo y la visión se le hacía borrosa.
    —¿Estás bien?— pregunto Goldenmane.
    —Si… estoy bien— respondió la poni rosa, pero con dificultad para articular sus palabras –solo necesito…—

    Fue cuando su visión se hizo todavía más borrosa hasta ver todo negro, y sus patas se sentían muy débiles, incapaz de mantenerse pie. De no ser los reflejos de su esposo que pudo sujetarla a tiempo, muy seguramente ella se hubiera golpeado y lastimado contra el suelo.

    —¿Estás bien querida?— le pregunto Holz bastante preocupado, sujetándola con fuerza para que no se callera.
    —Estoy bien mi amor— respondió ella con una sonrisa cansada y los ojos entre abiertos —solo estoy algo cansada—
    —deberíamos llevarla con un médico para asegurarnos de que este bien— propuso Bluewill y Goldenmane de inmediato estuvo de acuerdo.
    —No se preocupen amigos— dijo Holz ya un poco más calmado, usando su magia para colocar a su esposa sobre su espalda —ella solo debe descansar—

    Ambos ponis no estaban seguro e insistieron que debían llevar a Roze con algún médico para que la revisara, pero Holz los tranquilizaba diciéndoles que ella estaba bien, y la propia Roze aunque algo cansada, también les decía que no se preocuparan.

    —Creo que hoy hice demasiado— dijo —pero con que me recueste y duerma un poco estar bien—
    —eso espero— respondió Goldenmane ya más tranquila, pero sin dejar de ver a su amiga con cierta preocupación.
    —Descansa bien— dijo Bluewill, regalándole una sonrisa.
    —Lo hare— dijo Roze, sin dejar de sonreír un solo instante —y mañana trabajare en los arreglos para la fiesta de Berrygold. Y no se preocupen… iré— mirando a su esposo, quien también le sonreía —ambos iremos—
    —Los veremos entonces—

    Dicho esto, Holz empezó a caminar su casa con Roze aun en su espalda, mientras que sus amigos se despedían de ellos para luego ir de regreso al pueblo y a su hogar.

    Holz y Roze solo tardaron un par de minutos en llegar a su hogar y entrar. Roze aún estaba cansada y débil, y Holz tuvo que usar su magia para llevarla y acomodarle en la cama para que así pudiera descansar. Así como el exterior, el interior de la casa de ambos también era muy humilde. No había habitaciones y todo estaba en un mismo sitio. Cerca de la puerta estaba la cocina y algunos anaqueles, y al otro extremo estaba la cama donde ambos dormían, dos mesas de noche y un armario que ambos compartían, todo cerca a la chimenea, para estar calientes ya que aun con solo ese bosque era muy frio en las noches.

    Ya con su esposa en cama, el unicornio uso su magia para encender unas cuantas velas iluminando levemente su hogar y para cerrar las ventanas. Ahora ambos estaban totalmente solos y nadie podía verlos.

    —Ya puedes quitarte el disfraz— dijo Holz, y Roze no tuvo que preguntar a qué se refería con eso.

    Con algo de dificultad Roze se bajó de la cama, sujetándose de esta para no caerse ya que aún se sentía algo débil. Al principio no pasó nada, pero después, una llama de color verde se encendió y comenzó a extenderse hasta formar un anillo de fuego que la tenía totalmente rodeada. A pesar de ver a su esposa dentro de un círculo de fuego, Holz no parecía estar nervioso o preocupado, y Roze tampoco se veía asustada.
    Las llamas comenzaron a hacerse cada vez más grandes e intensas, aunque estas no hacían ningún daño a los objetos a su alrededor como la cama o el suelo. Poco a poco las llamas descendieron y a apaciguarse, hasta apagarse por completo, sin haber dejado alguna marca de que hubieran aparecido. Una vez el fuego desapareció, Roze parecía estar bien pero… ahora se veía como era ella realmente, y la razón por la que Holz le había dicho eso. La poni rosa de melena roja había desaparecido y en su lugar… había una Changeling. Tal y como los dos que habían visto ese día.

    Ambos, Holz y la Changeling se miraron fijamente mientras empezaban a caminar el uno hacia el otro, pero la Changeling apenas pudo dar un paso cuando se sintió muy débil. Sus patas se sentían cansadas y aunque intento mantenerse de pie, al final no pudo resistir más y se cayó. Pero tal y como había sucedido antes, no se alcanzó a golpear contra el suelo por que Holz se movió rápido hacia ella y la sujeto justo a tiempo.
    La Changeling miro fijamente al unicornio, que ahora le regalaba una dulce sonrisa.

    —Una vez más estuvo cerca— dijo él —que bueno que me pude mover rápido antes de que algo sucediera—

    La Changeling le regalo una sonrisa también, y usando su magia, Holz la puso con cuidado una vez más en la cama.

    —Descansa querida— acariciando el rostro de la Changeling —te traeré un poco de té—

    Holz se dirigió a la cocina, no sin antes mirar a su esposa de la misma forma dulce y tierna como lo hacía en su forma de poni, dándole un beso en los labios.

    El unicornio dejo preparando el té y salió para guardar las figuras que no se habían vendido en su bodega y traer a la casa los arreglos de rosas que aún quedaban, así como el dinero ganado y las compras. Para cuando regreso, termino de preparar el té y lo sirvió en dos sencillos vasos acompañados por un plato, con dos rebanadas de pan con mantequilla y unas galletas. Era una comida sencilla, pero para ambos era suficiente, y el esfuerzo y cariño puesto en ella por Holz era también suficiente.

    Mientras su esposo hacia todo esto, Roze no dejaba de mirarlo con una sonrisa.

    —Oh Holz— pensó ella, soltando un suspiro —has trabajado tanto en la mañana, has hecho tu mejor esfuerzo el día de hoy para vender, aun tienes fuerzas para traerme a casa y seguir trabajando. Eres… eres maravilloso—

    La Changelings seguía observando al semental y sentía una gran cantidad de sentimientos que brotaban de él. Alegría, amabilidad, ternura y más importante… amor. Ella sentía todos esos sentimientos y los absorbía a través de su cuerpo, tal y como una planta absorbía los rayos del sol, y se llenaba cada vez mas de energía que la hacían sentir mucho mejor. Ahora podía levantarse de la cama y mantenerse de pie sin temor a caerse otra vez. Eso era lo que los Changelings hacían, sentir el amor y los buenos sentimientos y absorberlos, para así alimentarse y mantearse sanos y fuertes.

    Holz revisaba el té, aún estaba demasiado caliente y lo dejo reposar un poco mientras organizaba un poco otras cosas, sin advertir que su esposa se acercaba a él con una sonrisa.

    Tal vez el que Roze fuera una poni no era cierto pero… todo lo demás en ella sí lo era. Su nombre era Roze, realmente tenía una gran habilidad para cultivar rosas y era lo que más le gustaba. Sentía un gran cariño hacia el pueblo, su humilde hogar, hacia los amigos que había hecho y sobre todo… era verdad que sentía un gran y sincero amor hacia su esposo Holz.
    El amor era el alimento de los Changelings, pero era más que eso. Era también el sentimiento que más apreciaban y más valoraban y era… algo que ellos sentían. Muchas cosas se decían de aquellas criaturas con forma de insecto, pero había una que todos parecían ignorar y era que los Changelings también tenían sentimientos y podían sentir amor como cualquier poni, y era por eso los Changelings vivían en comunidad y se sentían felices. Pero muchas veces se podían sentir… algo de vacío, de hambre y falta de energía que sus propios sentimientos no podían llenar y era por eso que debían absorber sentimientos de otros pero… cuando se sentían llenos… no solo se sentían alimentados, sino que podían sentirse tan felices que podían expresar mucho más abiertamente sus propios sentimientos, y si… aquellos sentimientos que absorbían eran para ellos… se sentían más llenos, más felices y expresaban aún más su propio amor, y eso… era lo que sentía Roze.

    Todo ya estaba organizado y el té ya estaba a la temperatura perfecta. Holz entonces se preparó para llevarle la comida a su esposa, pero se detuvo al sentir algo detrás de él. No era necesario que volteara a ver lo que era y simplemente sonreía.

    —¿Ya te sientes mejor querida?— pregunto, aun sin voltear a ver.
    —Me siento mucho mejor— dijo ella, acercándose un poco más para abrazarlo —todo gracias a ti querido—
    —me alegra escuchar eso, me había preocupado—
    —Supongo que he trabajado duro y mantener mi disfraz también me agota. Lamento… causarte tantos problemas—
    —Roze…— volteándose para poder verla, sin que ella dejara de abrazarlo —tú jamás me has causado problemas. Me siento feliz de ver que estas mejor, y eso es lo único que me importa—
    —Como dije todo es gracias a ti. Sentir tu amor… me devolvió las fuerzas—
    —es solo para ti Roze— dijo él, acordando la distancia entre ambos y abrazándola también —mi amor… es para ti, así como tu amor es para mí—
    —Tienes razón Holz, tienes…—

    No pudo seguir hablando, el semental le dio un beso en los labios, suave y a la vez apasionado y más dulce que cualquiera que hubiera recibido de él en ese día. Sentía los sentimientos de su marido aflorar, así como los suyos propios y solo pudo dejarse llevar y poner de su parte en aquel beso tan maravilloso. Solo pasaron algunos minutos pero habían sentido que había sido muchísimo más tiempo cuando separaron sus labios. Hubieran querido que durara más, pero lo que había durado era suficiente
    Ambos no dejaban de mirarse y sonreír de una forma muy tierna que mostraban lo enamorados que estaban. De un momento a otro, alrededor de los labios de la Changeling empezó a dibujarse un tono azul fluorescente, esa era la señal de los sentimientos que ella absorbía a través de ese beso y que quedaban ahí. Era similar a los murciélagos de la fruta que succionaban el jugo de las manzanas a través de sus colmillos, pero claro, ella nunca lastimaba a su esposo en el proceso. Pronto el tono azul desapareció de los labios de Roze.

    El unicornio uso su magia para llevar a su esposa una vez más hasta la cama, así como la comida. Lugo agrego algunos leños a la chimenea para avivar un poco el fuego y calentar un poco su hogar, que comenzaba a sentirse helado por el frio que hacía a fuera, y luego finalmente pudo acomodarse en su descansar. Ambos empezaron a comer y una vez terminaron, aunque no fuera demasiado se sentían más que satisfechos y listos para dormir.

    —Te amo Holz—
    —Y yo a ti Roze… en verdad te amo—


    Continuara…
    __________________________________________________________________________

    Buenas tardes a todos.

    Este es el primer cap de este proyecto de fic, el cual que empezado a hacer con la ayuda de mi amigo cairon—g700 y espero que les guste.
    Debo aclarar que este es un proyecto que apenas he empezado y debido a mis otros proyectos no es un fic que tendrá actualizaciones constantes, por lo que debo pedir mucha paciencia y que no se extrañen si pasa un largo tiempo sin que suba un nuevo cap. Aclarado esto, debo decir que el motivo para subir este primer cap es simplemente para conocer su opinión.

    Un proximo cap podria tardar mucho en estar, asi que ante todo... mucha paciencia y gracias por su tiempo


    Espero que este cap les guste y nos veremos en la próxima.
     

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