Microrrelato Condena

Era el cuarto o quinto día en este lugar. Lo hecho, hecho estaba, observando el acero frío a mi alrededor lo entendí no había marcha atrás. Observé aquellos artículos a mi lado, cosas personales que eran lo único que me quedaba.

Un suspiro, un nudo en la garganta, mis ojos se cristalizaron por un segundo y golpeé con fuerza mi puño a la pared con enojo. “¿Cómo pude ser tan tonto?”, “¿Cómo no pude pensar mejor las cosas?”, seguro todos los que estaban o habían estado en mi situación, al menos, los que aún tenían algo de vergüenza habían evocado a su mente estos pensamientos.

El peor momento vino a mí, al observar al exterior, todas aquellas personas felices y joviales, disfrutando de ese privilegio que a causa de lo que había hecho se me había privado: la libertad. Fue entonces cuando amargamente recordé el momento en el que terminé aquí y la causa de esto. Aunque he de confesar una parte oscura de mí, lo volvería a hacer.

Flash back.

— ¿Sabes por qué estás aquí?, lo sabes, ¿no es cierto?— Me cuestionó de manera autoritaria aquella mujer que portaba traje de oficina, mientras me fulminaba con la mirada.

— Yo, yo…lo sé — Contesté cabizbajo mostrando arrepentimiento, esperando que así fuesen más indulgentes conmigo.

— Esta caricatura mía con la inscripción “cabeza de rana” en ella no es graciosa jovencito, te quedaras una semana sin recreo — Sentenció la maestra furiosa.