Spin-off Complicidad [Mao y Rengo|AU Escolar]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Kaisa Morinachi, 11 Febrero 2022.

  1.  
    Kaisa Morinachi

    Kaisa Morinachi Crazy goat

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    Escritora
    Título:
    Complicidad [Mao y Rengo|AU Escolar]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1322
    Siempre quise hacerlo, solo que no sabía cómo y llegó el momento de ser más temeraría, que a menos que escriba y tu me enseñes, no sabré nunca ni me atreveré a escribir sobre Rengo, jeje

    Espero te guste, Amelie uwu
    Complicidad


    Las cigarras de verano o la brisa de primavera, las hojas de otoño o la nieve de invierno: Todo eso era pura obra de la naturaleza, pero... a medida que uno crecía, las cosas se tornaban de manera distintas para cada individuo y cada uno de esos pequeños detalles tenían valores incalculables y distinto. Aun con eso el destino era caprichoso y terminaba por unir personas de las maneras más rebuscadas incluso, como a un tímido y temerozo chico con una brusca y temeraria niña.

    —Quieto, Harima-senpai —habló tosca, monocorde y aún así agresiva. En verdad no habló fuerte, pero se sentía bastante similar a un ladrido de un perro. De esos perros grandes que ladraban super grave... era algo gracioso viniendo de una chica tan bajita y aniñada, pero es que el menor de los Harima poco sabía de cómo sentirse al respecto. Seguro podía levantarla del cuello de la camisa sí se lo proponía, no parecía pesar mucho, pero las miradas que tiraba a veces en verdad le alertaban cuidar de su lengua y manos.

    —Ah... tatata —soltó un quejido aferrándose un poco a las sabanas de la camilla, cerraba los ojos mientras la chica aplicaba un algodón, sujeto por una pinza bastante limpia, a una herida nacida de un raspón... ¿cómo se hizo eso en la cara? ¿Cómo se tuvo que haber caído? La más bajita reflexionaba sobre el aparente descuidado del castaño, pero prefería evitar pasarse rollos de más. Soltó el aire que inflaba su pecho por la nariz, de manera sonora, pero no llegaba a ser un bufido. Esos ojos ámbar pecaban de penetrantes y Rengo no sabía sí quedarse mirándolos o mejor distraer su vista propia con otra cosa, lo claro es que le ponía nervioso y sentaba vergonzoso que un kohai de primero fuera la que se encargara de sus heridas.

    Y aún así, temeroso y todo, lograba notar ciertos detalles que despertaban su curiosidad. Porque tras él mismo soltar un comentario medio irrelevante como lo fue el: "Qué hermoso el clima", cuando el clima había estado igual por los últimos tres días, pues bueno, la niña seguía con el gesto fruncido, pero desviaba la atención a los implementos de curación, también inflaba las mejillas y sus mejillas ganaban rubor.

    Era... adorable, a su manera.
    —Jejeje —rio nasal, observándola un poco más tranquilo al saber que la mayor tortura ya había pasado. La heridita en la cabeza era la última que necesitaba parche, aunque se preguntaba cuál era la necesidad de taaanta cosa, cuando bien pudo haberse solo echado agua, robarse un sake y saltarse las clases para seguir feliz con su vida—. ¿Siempre haces esto? —trató de meter conversa, en parte para divertirse, en parte para no quedarse en otro silencio incomodo con la chica.

    Masuyo se mantenía por lo general seria o hacía uno que otro puchero exagerado, era bastante quejica al parecer o inconformista, qué sabría él, tan solo parecía tener muy malas pulgas, pero a la vez... ¿procuraba contenerse?

    —Tengo hermanos, uno muy desordenado... —habló monocorde y seria, pero al tener el último parche que tocaba usar entre sus manos esterilizadas, terminó por sonreír viendo el implemento blanco. El joven observó con genuina sorpresa eso, era el primer momento en que la ternura y tranquilidad genuinas, aparte de compasión, invadían su rostro. ¿Sería este algún tipo de hallazgo oportuno? La sonrisa de a poco empezó a formarse en los labios de Rengo, como sí su cuerpo reaccionara con lentitud a la espera de que no fuera a ver otra sorpresa más—, así que me ha tocado aprender.

    —¡Ah! —exclamó despacio con la sorpresa de haber caído en cuenta de algo, la hija de los Kobayashi no demoró en voltear a mirarle con extrañeza en su mirada, no era agresiva para seguir variando, solo se veía desconcertada. Rengo le sonrió con cierto nerviosismo, tal vez por el temor de ser juzgado por un posible error, pero al menos seguía siendo genuino—. ¿Serás la mayor, entonces?

    Por un momento la cara de extrañeza pareció ser teñida por una profunda tristeza, era raro, porque la expresión a penas y varió, pero la vibra que trasmitió era distinta a todas las anteriores. La tanuki parecía ser mucho más expresiva de lo que pensó en un principio. Cabizbaja, exhaló suave por la nariz y él mantuvo la sonrisa en un intento de no decaer en su propio sentido de huida. Solo quedaba un parche, o bien podía esperar a que la azabache terminara su trabajo o incluso podía asumir que sus cuidados fueron los suficientes y optar por marcharse tal cuál estaba y, lo más probable, terminar por buscar a Gotho-kun para almorzar.

    —Claro, tus suposiciones son correctas —empezó hablando casi como si le faltara la voz, el sonido lejano de los alumnos amortiguados por las paredes claras de la enfermería le permitieron escucharla sin mayores complicaciones, de cualquier forma en la recta final su voz había agarrado la rudeza seria que parecía caracterizarla más de momento. Bueno, al menos había logrado ver más matices y conocerlos puede que le quitara un poco de nervios de encima, porque al saber sobre sus reacciones, podía Rengo dudar mucho menos. Masuyo alzó la cabeza y esa mirada filuda y cejas ceñidas enfrentaron sin temor, o eso parecía, los ojos rojizos del Harima—. Ahora déjame terminar.

    El chico casi podía sentir el sudor bajándole por el cuello, pero solo sonrió resignado sacando fuerzas quién sabe de dónde.
    —Claro —dijo sin más, al menos no le tembló la voz.
    —Perdón —comentó entonces la niña mientras se centraba en colocar bien el parche, siendo un poco más cuidadosa que antes.
    —¿Uhm?— Rengo no podía entender a qué venía eso.
    —Listo. Terminado —sonaba incluso aún más robótica y plana, incluso ahora parecía que sus ojos eran incapaces de enfrentarse a los propios y solo dejaban al chico más confundido, porque Masuyo solo se mantuvo observando el parche al hablar y luego de inmediato volcó la vista en los materiales que había usado—. Puede marcharte.

    Y empezó a guardar todo con una precisión y velocidad digna de... ¿una secretaria experta, o una paramédico, podría ser?

    —Eh... uhmm... hu... —como que intentó hablarle, incluso casi alza la mano en su dirección, pero el más joven de los Harima terminó por sobar su nuca y suspirar resignado. Era claro que la chica ahora lo evitaba a posta, ¿sería que...?— Bueno, Kobayashi-chan, espero podamos vernos otras vez —buscó hablar con cordialidad alegre, confiado un poco más al notar que en realidad la menor era más bien tímida que otra cosa, extraño, ¿no?— Jejeje, gracias por la atención~— Tras eso espero una reacción, pero la tipa se había quedado en silencio, estática y espaldas a él cuando se puso frente al escaparate.

    Rengo le brindó una última sonrisa, como con cierta complicidad apenada, para decidir agarrar sus propias pertenencias y salir rápido del lugar. En pare para dejar atrás la incomodidad de la situación, pero sobre todo porque de demorarse más... ¡No alcanzaría a almorzar con Natsu!


    La pequeña tras verse sola en la enfermería se aferró al borde de la repisa que exponía distintos remedios y utensilios, sé acuclilló todo lo que pudo quejándose despacio, pero con bastante intensidad. Puros gruñidos más bien frustrados y sin pizca de real ira.

    Su rostro tampoco dejaba de arder y, por primer vez, quería llorar sin real motivo. Era increíble, y eso que había soportado puñetazos antes sin siquiera soltar una lágrima...
    el amor podía ser cruel.

     
    Última edición: 12 Febrero 2022
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