Colección de Pokémon - Comparsa de pokemonos [30 días de pokémania]

1. Acto heroico
[Pokémon favorito – Golduck/ORAS]​

Pensaba que el calificativo de héroe iba más con otros pokémon como Lucario o Gallade que con él; al fin y al cabo, bostezar fue lo único que hizo al llegar a aquel lugar donde hacía un calor infernal. Ni siquiera tuvo la oportunidad de buscar un refugio porque el clima, así como había empeorado de golpe, se compuso.

Tampoco sabía por qué la gente de la aldea salió corriendo de sus casas a alzarlo por los cielos mientras le gritaban con pompa y júbilo: “¡Hurra! ¡Gracias a Golduck no tendremos que sufrir más por culpa del despertar de Groudon!” Todo el pueblo lo veneraba como si en verdad se hubiese enfrentado al mismísimo pokémon legendario; en serio, ¿qué había hecho? Ciertamente los humanos eran raros y lo que ellos entendían como un acto heroico, también.

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Aclimatación es la habilidad que permite anular los efectos del clima. Sólo Psyduck y Golduck la tienen como habilidad primaria

 

2. Maquiavélico
[Líder de Gimnasio – Giovanni/Pokémon Origins]​

Por más que su memoria diera un paseo en los jardines del tiempo, no lograba recordar el momento exacto en el que su vida se torció, posiblemente ese punto como tal no existía y el declive de su inocencia empezó desde el mismo día que, siendo un niño de Ciudad Verde, decidió emprender su aventura junto a su valiente Charmander. Nadie hubiese podido adivinar que aquel chico algo cobarde que le tenía miedo a los pokémon insecto se terminaría convirtiendo en el líder de la banda criminal más importante y temida de Kanto, ni siquiera él mismo.

Tal vez la razón por la que a veces le daba por pensar en ‘tonterías’ era que, de vez en cuando, no le llegaba un mocoso con el ego del tamaño de su plantilla laboral ufanándose de que iba a ganar con su inicial de agua (y perder al minuto contra su Rhyhorn con rayo) sino un verdadero entrenador pokémon, alguien en cuya mirada se reflejaba la pasión y el amor por su profesión… alguien que no mostrara el temor de darlo todo en el campo de batalla.

A veces pasaba que esos niños -porque pese a todo no dejaban de serlo- en su inocencia, después del duelo, le decían cosas como: “Me seguiré esforzando para yo también convertirme en un Líder de Gimnasio, señor”, y él sólo se reía para sus adentros, como si aquella profesión tuviese algo de divino. Sacó de su gaveta uno de sus habanos caros, se sentó en su silla ejecutiva y contempló la gran ciudad desde la ventana recordando que todo ese mundo le pertenecía.

¿No deseaba él ser un líder? ¿Cuándo fue que se lo planteó? ¿Cuándo fue que eso le dejó de importar?

Fachada para sus actos, sueño de la infancia, ¿¡qué más daba si al final tenía lo que quería!? El fin justificaba los medios.

 

3. El sonido de la soledad
[Pueblo/Ciudad – Pueblo Lavanda/Anime]​

Para el trio fantasmal el problema era más que evidente: la gente no sabía reírse. Los humanos que venían de Azafrán llegaban con rostros tristes o iracundos por su derrota ante Sabrina y los que llegaban de otros lados, lo hacían con lágrimas en los ojos y un pokémon fallecido en brazos.

A lo mejor su incapacidad para morirse era lo que les hacía ver a la muerte como una broma más, una de mal gusto, eso sí.

Por eso cada noche acudían a la parte más alta de la torre para alistar su macabro concierto; dicho calificativo lo había otorgado la gente y no ellos, se debía decir. Gastly producía una especie de siseo mientras se balanceaba como un péndulo; Haunter usaba su gran boca y transformaba su risa en un tarareo constante y Gengar, el mayor de los hermanos fantasma, producía extraños sonidos usando su ataque de tinieblas. Aquel tónico de singulares sonidos formaba una canción que pretendía llevarle algo de ánimo a todos los pobladores de Pueblo Lavanda…

Nadie volvió a acercarse a aquel lugar.

Algunos entrenadores que tenían el valor o el descaro suficiente como para querer atrapar un pokémon fantasma llegaban hasta la torre pretendiendo que no les daba miedo o, en su defecto, que el deseo de poder ganarle a la líder psíquica era lo suficiente como para enfrentar sus temores. La mayoría salían corriendo al escuchar el primer sonido tenebroso. Y es que cuenta la leyenda que un día, la tétrica música proveniente de la torre cesó para darle lugar a llantos y lamentos de ultratumba.

Tuvo que pasar mucho tiempo para que un chico proveniente de Pueblo Paleta descubriera que si existía algo más lúgubre que una melodía espectral, ese era el sonido de la soledad.

 

4. Diametralmente opuestos
[Rival – Paul-Ash/AU]​

Paul y Ash no tenían casi nada en común, hasta podría decirse que eran diametralmente opuestos: a Ash le gustaban los fines de semana en el parque jugando con otros niños y meciéndose alegremente en los columpios, las visitas al zoológico y se le daban bien los deportes; Paul rara vez sonreía o hablaba con otros niños, prefería la compañía de los adultos y las melancólicas noches de lluvia leyendo un libro en su habitación.

Pero ambos amaban “Pokémon”, el juego de capturar monstruos de bolsillo.

Ash pasaba las tardes después del colegio llenando su pokédex, pero no sólo con el objetivo de desbloquear un logro; para él, cada una de esas criaturas era fantástica y se imaginaba cómo sería su vida si aquellos seres existieran, ¡qué hermosa sería una vida donde no tuviese que preocupar más por la escuela para dedicarse a ser todo un maestro pokémon! Todas sus capturas tenían un nombre e intentaba subirlos de nivel, así eso significara pasarse la liga una y otra vez para poder ganar experiencia. Su pokémon favorito era un Pikachu llamado ‘Pika’ a quien había atrapado en su primera partida y que siempre llevaba consigo sin importar el tipo de enemigo al que se enfrentara… incluso si ese rival era Paul, a quien jamás le había podido ganar.

—Pierdo mi tiempo contigo, nunca vas a ganar si no juegas en competitivo.

Ash odiaba que para su conocido de cabellos morados todo el juego se redujera a números y un par de cálculos complejos; le aburría que su equipo casi siempre fuese el mismo y que lo confundiera con términos extraños como ‘genes perfectos’, ‘evs’ o ‘ivs’.

—Ni siquiera creo que te guste el juego, sólo te gusta ganar.

Paul odiaba que ese niño de mejillas manchadas no se tomase nada nunca en serio; que a sabiendas del coste del juego –porque en su casa el dinero no estaba sobrado– no le sacase el máximo potencial que sólo se obtenía combatiendo contra jugadores reales y que simplemente fuese un pretexto para malgastar su tiempo en algo improductivo.

—Bah, está bien, pero sólo una batalla.

Pero cuando conectaban su consola, a ambos los llenaba esa sensación de que su batalla era real, que ahí mismo ante sus ojos ese montón de datos se materializaban y que, al compás de su voz, lanzaban poderosos ataques que desafiaban todas las leyes de la física. Ambos creían en la magia del mundo pokémon, a su manera.

Al terminar el combate, lo que ninguno de los dos se podía creer era que Ash hubiese podido ganar usando sus pokémon favoritos.

—¡Patético!

 

5. Le monde merveilleux des insectes
[Tipo elemental – Bicho/OC]​

Johan le tenía pavor a los pokémon tipo bicho, cosa relativamente normal para cualquier persona que viniera de la urbanizada Ciudad Luminalia; donde las calles pavimentadas, el relinche de los Ponyta tirando de los carruajes y la recién instalada luz eléctrica mantenían a raya a esos horrendos insectos que, según su madre, causaban temibles enfermedades. Al ver que el único camino desde su nueva casa hasta el colegio era un sendero que atravesaba un gran prado lleno de flores, árboles, trigales y –no podían faltar– un montón de bichos, comenzó a rechistar y lloriquear que no quería ir a la escuela nunca más. Por su puesto, un buen tirón de orejas de mamá era el punto final a toda discusión.

Johan intentó recorrer el sendero a toda marcha evitando ver el paisaje, pero le era imposible no poner atención en los detalles y, mirara a donde mirara, ahí había una visión escalofriante: Beedrills y Combees sobrevolando y recogiendo el polen de las flores, Scatterbugs reptando por los árboles, Spinaraks tejiendo sus telarañas entre los cultivos… Lejos de resultarle un lindo cuadro campirano, aquello parecía sacado de una historia de terror. Aquellos pensamientos se sacudieron en su cabeza en el instante que tropezó y cayó al suelo; al intentar patear la piedra que lo había hecho caer, se percató que eso no era una piedra.

—¡Ah, un asqueroso bicho! —Aquel Karrablast no sólo se había llevado un buen golpe, sino que además de ser pisoteado, ahora le llovían insultos. El chico buscó desesperadamente su mochila para estrellarle ese grueso libro de matemáticas, ¡por fin le serviría para algo útil!

El enfado de Karrablast se hizo evidente y para evitar convertirse en una sucia mancha en el piso, el pokémon comenzó a preparar un ‘cortefuria’. Johan se echó a llorar más por el pavor que le provocaba el escarabajo azul que el pensar que su corta vida podía terminar ahí mismo. Siguió llorando sin percatarse que ya había pasado un rato desde que el pokémon se propuso atacarlo y fue una voz serena la que le hizo contener las lágrimas.

—Ya no tienes nada que temer, Karrablast ya no te hará daño, pero creo que le debes una disculpa, no es de caballeros pisar a alguien y después insultarle.

A su lado se encontraba un joven de abrigo largo, corbatín, botines y un sombrero de copa. Por su aspecto, no debía pasar de los veintitrés años. A su lado, había una bicicleta en la que había llegado y un Leavanny, el primero que veía en su vida. Johan se disculpó con el pokémon que, aun malhumorado, aceptó y siguió su camino.

—Perdón, señor, es que… ¡los bichos me dan mucho miedo!

—A mucha gente le pasa pero… ¿sabes a qué se debe ese miedo? —El niño negó con la cabeza— Es que la gente no se da la oportunidad de conocer sobre los pokémon insecto; algunos tienen una apariencia aterradora y otros, ciertamente, pueden llegar a ser peligrosos si se les provoca, pero la mayoría son criaturas muy agradables y sociables —al decir esto, Leavanny hizo una pequeña reverencia—, además de ser muy útiles ya que nos ayudan a producir nuestros alimentos o ropa.

—No sabía eso, señor, pensaba que todos eran malos porque nos enfermaban.

—Dime pequeño, ¿vas camino a la escuela? —Esta vez afirmó con mucho brío—. Entonces no es necesario que me digas señor, maestro estaría bien; aunque si te apetece sólo llamarme Henri, no hay ningún problema.

Durante el trayecto y dentro del aula, Henri contaba con emoción las historias del maravilloso mundo de los insectos y relacionaba a estos pokémon con otras asignaturas como las matemáticas o la literatura (los niños amaron la historia del Kricketot y los Durant). Henri era un maestro novato dentro de la aldea y soñaba con abrirse paso entre los hombres de ciencia y alto status que residían en la capital gracias a sus investigaciones sobre los pokémon insecto, pero su máximo anhelo era lograr que niños como Johan y los adultos dejaran de ver con temor a esos seres de la naturaleza y que sintieran por ellos la misma fascinación que por los misteriosos tipos hada de los que poco se sabía o respeto como hacia los legendarios dragones. Sabía que su meta sería difícil de lograr ya que todos los hombres de renombre dentro de los círculos académicos venían de familias respetadas que podían pagar sus estudios en las mejores universidades de la región o del mundo, cosa que le era imposible por venir de un origen humilde. Al menos, uno de sus objetivos sí podía lograrlo.

—Niños, ¿quién quiere ver cómo los combees hacen miel? —Ver la emoción en sus caras era motivo más que suficiente para no rendirse.

Para cuando terminó el día, todos los niños emprendieron el viaje a sus casas; Henri fue en búsqueda de su bicicleta cuando notó que todavía había alguien en el patio del jardín. Se trataba de Johan.

—Dime, ¿quieres que te acompañe a casa?

El niño miraba perdidamente al horizonte ya que, mientras atardecía, los Volbeat iban saliendo de sus escondites y comenzaban a alumbrar el sendero.

—Gracias profesor, pero… creo que ya no me dan más miedo los insectos… ¡Son hermosos!

—Lo son, todo lo que habita en este mundo lo es, por eso nunca debemos desprestigiar a ninguna criatura, por más pequeña o singular que sea.

Los dos separaron sus caminos pero habían encaminado sus pasiones y, sin saberlo, estas los llevarían por un camino mucho más grande de lo que ellos podían imaginar.

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Relato basado libremente en la vida de Jean Henri Fabre: naturalista, humanista, micólogo, entomólogo, escritor apasionado por la naturaleza, y poeta francés del siglo XIX. Al trabajar en esto se me ocurrió que su historia para para mucho y posteriormente quiero concretar un proyecto dentro del mundo pokémon, pero eso será hasta bastante más adelante.

 

6. Déjalo en empate
[Derrota – Manon Vs Alan/The strongest MegaEvolution]​

Alan creyó tenerla fácil; básicamente supuso que le sería imposible perder un reto tan sencillo. Apretó los dientes junto con el puño, intentó regular su respiración e hizo lo posible por despejar su mente, justo como en los combates, ¿por qué tendría que ser diferente ahora?

“Uno… dos… tres… calma…”

Pero no podía, esta vez Manon sí que se había empeñado en tomarse el reto en serio, más que su último contrincante. Intentó no mover ni un músculo, pero su cuerpo ya no estaba a su completa disposición. Comenzó arqueando una ceja y el risorio comenzaba a marcarse. Cuando creyó tenerlo todo controlado, ella contraatacó de tal manera que toda resistencia era fútil.

Alan sonrió.

—Te dije que te reirías de mi chiste.

Manon brincaba de alegría mientras Chespin, montando en su hombro, aplaudía por la victoria de su entrenadora.

Era un chiste malísimo, tonto, sin sentido; pero eso no había evitado que la novata comenzara a reírse antes de terminar de contarlo. No quedaba más que admitir que había perdido esa apuesta.

—¡Perdiste!

Lo que se negaba a aceptar, era que no había sonreído por el chiste en sí.

—Dejémoslo en que ha sido un empate —respondió con su característica frialdad.

Aunque Manon preguntó en repetidas ocasiones a qué se refería, Alan no respondía o simplemente se limitaba a decir que si no mantenía el paso, no llegarían nunca hasta la siguiente ciudad a comprarle el helado que ahora le debía.

Porque ella se había ganado una fría golosina sabor limón; y él, su sonrisa.

 

7. Paradoja
[Shipping – Unknownshipping/Ash x N]​

Eres… una criatura curiosa… sí, una bastante singular. Eres… como yo… un desagradable ser humano. Dices amar a los pokémon; sin embargo, los haces pelear con el objetivo de hacerlos más fuertes (¿Y qué si no desean serlo?). Dices luchar por su felicidad pero buscas llenar tu ego con un título vacío, ese que llaman “Maestro Pokémon”. No puede oír la voz de tus pokémon como yo lo hago, mas Pikachu y tú se comprenden a la perfección.

Comprender… busco hacerlo y no puedo. Eres una paradoja sacada de un mundo que no conozco. Eres su amo pero, a la vez, amigo de mis ‘amigos’. Eres quien lo daría todo por ellos y, aun así, no disputas su libertad. Eres mi problema aunque te anuncies como mi solución. ¿Eres mi enemigo? ¿Quieres ser mi amigo?

Eres… interesante.

Eres mi sueño y mi más grande pesadilla. Eres anarquía y caos en mi mente. Eres un sueño inalcanzable. Eres el ideal de la cruel realidad de mi mundo. Eres a quien no sé definir como mi igual o mi contrario.

¿Qué eres?

¡Muéstrame la verdad de tus palabras mientras yo intento desmontar la moralidad de tus actos! ¡Intenta ser la luz en la oscuridad de mis pensamientos, si no es el fuego de mis palabras el que te consume primero! ¡Juega al rey de espadas cuando yo me barajo con mi rey de bastos! ¡Enséñame aquel mundo listo para podar la maleza del odio, ese que los tuyos sembraron en el mundo y del que eres culpable!

Líbrame de toda duda.

Déjame en ti encontrar la verdad.

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Este no era el escrito que tenía en mente, ni siquiera el shipping... pero se me vino el tiempo encima con otras responsabilidades y bueno... Le falta mucho sustento, pero pos... ya para la otra.

 

8. Te elijo a ti
[Starter/Inner]​

Ser entrenador pokémon no es fácil, en estos meses me he dedicado a estudiar lo más que he podido para empezar mi viaje y aun así tengo un montón de dudas y temores que espero ir despejando con el tiempo. Es sabido que existen reglas no escritas que de algún modo todo mundo sabe en cuanto a elegir el primer pokémon. Por ejemplo, dicen que Bulbasaur es para los que les gusta el camino fácil, pero otros que es la elección sabia y lógica; que Charmander es para aquellos que busquen un verdadero reto que forje el carácter y la paciencia, los detractores que es la opción que te deja parado como un presuntuoso que no podrá pasar del primer gimnasio; al final queda Squirtle, el de los indecisos… o alternativos.

A final de cuentas, cualquiera de las opciones parecía correcta, ¿cuál escoger? Quizá debí quedarme más tiempo en casa tomando la decisión, la mirada de ese hombre me intimida un poco.

—Hola, tú debes ser… eh… ¿cuál dices que era tu nombre? —No le reclamo nada, seguro que esos son gajes de la edad, así que opto por presentarme como es debido— Ya veo, y dime… ¿Eres un chico o una chica?

Hace tan sólo tres minutos tenía serias dudas existenciales sobre una de las opciones más importantes que haré en mi vida; ahora las tengo en torno a mi sexualidad.

—Lo siento, es que las modas de los jóvenes de ahora… —Samuel Oak podrá ser una eminencia sobre los pokémon, pero parece que de las ‘crías’ humanas no sabe nada— En fin. Dime… ¿Cuál es el pokémon que quieres?

De vuelta al inicio. Frente a mi hay una máquina con un domo de cristal y una pista giratoria con tres pokébolas, cada una de ellas marcadas con el elemento del pokémon que contienen.

Charmander, Bulbasaur o Squirtle. ¿Con cuál me quedo? ¿Debo considerar los gimnasios que me aguardan? ¿Debo escoger aquel que me permita capturar más pokémon? ¿Debo escoger al que tenga las mejores características en general? Mi mano se encuentra al centro del triángulo que conforman las esferas, un movimiento en cualquier dirección será la que determine mi destino; tiemblo y espero que sea mi inconsciente el que tome la decisión…

O así hubiese pasado de no irse la luz.

El profesor y yo miramos a nuestro alrededor porque era mediodía y la luz que radiaba de las ventanas nos permitía ver los alrededores, pero fueron nuestros oídos los que nos guiaron a un pequeño rincón del laboratorio.

—¿Otra vez tú? —preguntó el profesor. Aquel Rattata lo miró con cara de pillo, como respondiéndole “y quién iba a ser si no yo” —Bien, no me dejas otra opción.

De su bolsillo sacó una pokébola; el roedor no pudo moverse mucho, posiblemente masticar tantos cables le habían causado una buena indigestión. El objeto lo golpeó en la cabeza y, en un instante, el pokémon se convirtió en un haz de luz. Uno, dos, tres… y Rattata quedó capturado.

—Siento los inconvenientes, ese pequeño llevaba causando problemas todo el mes. ¿Te has decidido ya?

—Sí, quiero ese —le contesto señalando la pokébola que justo acababa de recoger del piso.

—¿¡Qué!? ¿Este Rattata?

—Sí, ese es el pokémon que quiero.

—Te aconsejaría que lo pensaras bien —me dijo en un tono escéptico—, cerca del pueblo hay muchos Rattatas que podrías capturar con tu pokémon inicial. Claramente estarías en una tremenda desventaja.

—Bueno, si lo dice así, puede que tenga razón. Pero ¿no ha dicho que le estuvo dando problemas todo un mes? Seguro que se trata de un pokémon muy listo y vivaz, y con toda la experiencia de un verdadero pokémon salvaje; en realidad creo que serán mis rivales los que tengan desventaja.

Debí cerrar la bocota antes de decir eso último, ahora seguro que me dan una patada en el trasero…

—Si crees que esa es tu mejor opción entonces… adelante, el Ratatta es tuyo.

Y sobre mis manos pone al que va a ser mi compañero en un largo y potencialmente peligroso viaje. Los ojos no me dejan de brillar, tengo ganas de saltar, correr y aventarme por la primera ventana que me tope. Nunca me había sentido tan feliz en toda mi vida.

—¿Deseas ponerle un mote?

Me lo pienso un instante.

—Fang estaría bien.

Como lo marcaba el protocolo, me dio una pokédex, cinco pokébolas más y me explicó los pasos básicos para poder emplearlos. El resto dependía de mí.

Tal vez Fang no era la mejor opción para empezar el viaje y ciertamente había sido una decisión inusual; seguramente otros niños morirían por tener la opción de empezar con un pokémon genial como Pikachu o Eevee, pero es que precisamente los Rattatas son pokémon tan comunes que la mayoría no tiene el menor interés en capturarlos… a lo mejor es que sólo sirven para obtener más experiencia y si eso era… ¿no se habría enfrentado ya a cualquiera de los tres iniciales y habría salido vivito y coleando del combate?

Ahora ya no tendría que preocuparme por los líos de los tipos porque tenía un pokémon verdaderamente neutro. Ganar o perder ya no dependía de un ataque súper efectivo o poco eficaz, sino de la verdadera fuerza de Fang y la astucia de mi parte al momento de entablar una batalla.

¡Ruta 1, aquí vamos!

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Me la jugué un poco a como se hacen usualmente los fics de Undertale: Usando un personaje de género indefinido para que quien lo lea se pueda auto-insertar en la historia.

 

9. Ganar o ganar
[Estrategia/Anime]​

—¡Hoy en las expediciones de Mayley! ¿¡Pero qué tenemos aquí!? Si se trata de un Tentacruel, uno horrendo y malhumorado devorando su comida como si no hubiese mañana. ¡Sólo miren como no le da tregua a esas brochetitas de Octillery! La tesis de esta reportera estrella es que ese ‘Tent’ debe tener como mínimo cuatro estómagos y que su maleducada ingesta de alimento se debe a la frustración provocada por haber perdido en combate ante algún sexy y genial coordinador pokémon. Volvemos al estudio con ustedes, querido público —guiñó un ojo, mandó un beso a saber dónde y terminó posando en un solo pie mientras mantenía ese encuadre con sus dedos.

May no sabía que le molestaba más: el hecho de que otra vez se pusiera ese ridículo disfraz suyo para fastidiarla, que se mofara de sus sueños guajiros de ser una renombrada reportera, que le dijera que comía como hambrienta, que le recordara su reciente derrota o simplemente que le fastidiara la hora de la merienda con su molesta presencia. La respuesta era… todas las anteriores.

Gritó el nombre del coordinador del mismo modo que un Charizard escupiría un poderoso lanzallamas en su contra. Esta vez le dijo hasta de lo que se iba a morir, que era un arrogante y un patán, algo peor que escoria y que si por ella fuera lo mandaría a volar directo a la luna en un viaje de ida sin retorno.

—No sé de qué te quejas si lo estoy haciendo bastante mejor que tú; no tienes encanto y ni sabes posar bien.

—¡Harley, eres un…!

—Cuida bien tus palabras, pequeña. No puedes ponerte al brinco con un adulto que sabe de lo que habla hasta que estés así de alta —dijo poniendo su mano derecha a la altura de su mentón cuando sabía de sobra que May no le llegaba bien ni a los hombros… ¿le estaba insinuando que era una enana? — y, de paso, así de delgada —puso su otra mano en la cintura y meneando ligeramente la cadera para presumir su vientre perfectamente aplanado… ¡Le estaba diciendo gorda!

Antes de que la coordinadora de Petalburgo pudiese sacar a todo su equipo para hacerlo papilla, la voz de Drew evitó un potencial desastre. Genial, ahora que el “pelos de ensalada” entraba en escena, la diversión se terminaba… o quizás no.

—¡Ay, ya llegó tu noviesito a defender a la dama en apuros!

—¡Es la millonésima vez que te digo que Drew no es mi novio, sólo somos amigos! —Claro, claro, y las otras 999,999 veces que ese rubor se pintaba en su rostro no lo hacía ver menos sospechoso.

—No nací ayer, cariño, pero de todos modos tendremos que dejar esos divertidos momentos de lado que si no llegaré tarde con mi ‘cita’.

—¿Cita? ¿Tú?

—Sorry si te carcomen los celos May, pero a mí no me gusta andar con tantos rodeos. De todos modos, ya que parece que tienes cierta disponibilidad, en cuanto aceptes que soy la persona más genial, carismática, apuesta e inteligente de esta planeta puedes llamarme, galletita de jengibre, que eso de la fidelidad es de aburridos —y terminando de jalarle una mejilla, Harley se despidió como sólo él sabe hacerlo y salió dejando una estela de polvo a su paso.

A una distancia considerable de ahí, se encontraba Solidad a las puertas de un lujoso spa esperando al sujeto que la había invitado a un día de “completa relajación anti-bobos”, término que le había robado a una de sus “comadres” para referirse a niños molestos que se interponen en tu camino con bastante regularidad. Esa ‘cita’ no era más que un pretexto de aprovechar el cupón adicional que se había ganado en una ronda de exhibición especial en Portual; bien pudo haber gastado sólo el suyo, pero nunca estaba de más tener con quién pasar el rato hablando de frivolidades y a quién presumirle la ropa nueva que acababa de comprar.

Harley no dejaba de hablar de lo perfecta que era su vida y lo bien que se la pasaba mientras le arreglaban las uñas. Solidad de vez en cuando lanzaba una risita de lo simpático que le resultaba todo el asunto… en especial de todo lo referente a May.

Porque él podía ser muy perspicaz para darse cuenta de las cosas, pero no más que Solidad.

—Deberías ser más directo con ella —sugirió con una voz calmada, como de quien sabe dar un buen consejo—, puede que un día se harte de tu juego y las cosas se salgan de control.

—Puede ser —respondió porque a él siempre le gustaba tener la última palabra—, pero qué más da, todo sigue siendo parte de mi brillante plan —esta vez se giró a verla guiñándole el ojo.

—Oh —ella se mostraba intrigada—, ¿me lo dirás? Siempre sueles decir que entre ‘amigas’ no hay secretos —esta vez le regresó el gesto.

—Esa ha sido una buena jugada. Está bien, pero si le dices una sola palabra a Tent… Que me odie o que me ame a estas alturas me da igual; lo importante, linda, es que no deje de pensar en mí. Si logro que un día deje a ese amargado de una vez y se fije en mí, viviré en su corazón. Si llega a detestarme por lo que hago, no saldré nunca de su mente. Ambas opciones están a mi favor. Por eso, haga lo que haga, no debo dejar de serle indiferente… ¡Y ten por seguro que mi nuevo look no lo hará!

—No cabe duda que cuando se trata de hacer estrategias, dentro y fuera de los concursos, nadie puede superarte en originalidad.

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“Love me or hate me, both are in my favor...If you love me, I'll always be in your heart...If you hate me, I'll always be in your mind.”