Compañía Anhelada (Comedia Romántica)

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Sonia de Arnau, 31 Julio 2013.

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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Compañía Anhelada (Comedia Romántica)
    Clasificación:
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    Género:
    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    1763
    Una historia de su servidora, Dirtyagony y Borealis Spiral

    Capitulo 1


    El instituto preparatoriano Sexto Osses se hallaba en relativa quietud. Los jóvenes atendían sus clases; los maestros se esforzaban por inculcarles la mejor educación, intentando no mantener como objetivo el cheque a fines de mes; los que tenían hora de Deportes estaban en el patio escolar, calentado, o en el gimnasio teniendo algún juego amistoso. En efecto, todo era normalidad y cada persona realizaba sus actividades comunes; todos, salvo tres chicos que en ese preciso momento corrían por su bien, evitando a toda costa que el prefecto los atrapara, o tendrían serios problemas.

    Víctor, Sean y Derek habían dejado escapar las ranas que servirían en la clase de Biología para la práctica de disecarlas y abrirlas. Más que sentir piedad por los anfibios, lo habían hecho por diversión, para ver correr a las ranas por todo el instituto y evitaban ser atrapadas por sus cazadores, tal como ellos lo hacían ahora. Llegaron a un punto donde varios pasillos se cruzaban.

    —¡Nos separarnos y nos vemos en el lugar de siempre! —les dijo Víctor en tanto cogía por la izquierda.

    Sean continuó derecho y Derek se detuvo, confundido. ¿Separarse? Estaba tan concentrado en correr que la sugerencia lo sacó de onda por un corto periodo de tiempo, el suficiente para que fuera atrapado por el prefecto.

    CA

    Derek miró con nerviosismo desde su asiento, ubicado en medio de la oficina del director, al susodicho, al vicedirector, al prefecto y a los profesores de Biología, quienes lo miraban en toda su altura y con molestia, rodeándolo.

    —¿Dónde están tus cómplices? —inquirió el director con voz digna del cargo.

    —No lo sé —respondió, inquieto.

    —No te hagas el santito y dínoslo —Se metió el prefecto—. Sabemos que ustedes son buenos amigos y escuché que quedaron en el lugar de siempre. ¿Dónde es?

    —Es que de verdad no lo sé —Y lo decía porque era cierto. Siempre estaban en diferentes lugares, no se acoplaban a uno solo; no les gustaba la monotonía.

    —Si no lo dices, te verás obligado a hacer servicio comunitario, además de la detención —dijo el vicedirector—. No puedes encubrirlos toda la vida.

    En eso, tocaron la puerta, lo que fue un pequeño respiro para Derek, pues el director dio la orden de entrada e ingresaron a la oficina el entrenador de Boxeo junto con Sean.

    —Les traigo a este chico. Me enteré que volvió a meterse en otro lío —dijo el entrenador.

    CA

    Sean y Derek se mantenían en la sala de detención, y por extraño que pareciera, sólo ellos dos eran los integrantes. El maestro a su cuidado leía el periódico, en tanto se tomaba su café de media tarde, sin realmente prestarle atención a ambos; en realidad, estaba molesto porque lo pusieron a trabajar.

    —¿Por qué te atraparon? —le preguntó Derek a Sean, curioso—. ¿Dónde? ¿Cómo?

    —Ah, pues mientras estaba corriendo me acordé que tenía práctica, así que fui al gimnasio y pues… me atraparon.

    —O sea que fuiste a la trampa.

    —Estoy aquí, ¿no?

    La puerta se abrió de golpe y Víctor hizo acto de presencia, ocasionando que los tres se sobresaltaran ante lo inesperado de la visita.

    —¡Hey, chicos! Ya están aquí, qué bien —Se dirigió con el profesor, quien lo miraba extrañado—. Vengo a pagar mi deuda. Con permiso.

    Se acercó a sus amigos y moviendo una silla, quedó en medio de los dos.

    —Ah, en el lugar de siempre —susurró Derek, finalmente entendiendo, pero Víctor logró escucharlo y palmeando su espalda, lo vio seriamente.

    —¿Y dónde más? —Aplaudió una vez con fuerza—. Se me ha ocurrido una idea interesante; el plan perfecto para este verano. Conseguir novia y disfrutar las vacaciones como Dios manda.

    —¿Eh? —exclamaron los otros dos con la boca abierta.

    Derek iba a decir algo, pero viendo sus intenciones, Víctor lo silenció mostrándole el dedo índice.

    —Ah, ah, dejen explico. Desde que tengo memoria, nuestras vacaciones han sido nosotros tres y sólo nosotros tres. He pensado muy seriamente en ese problema. La sociedad ya no es como antes…

    —¿Qué tiene que ver la sociedad con esto? —lo interrumpió Derek, extrañado.

    —Déjame terminar, Derek. A lo que estoy tratando de llegar es que ya somos hombres y necesitamos de una mujer en nuestra vida. Estamos en el momento preciso, vamos a salir del instituto; hemos roto nuestro cascarón, hemos madurado.

    —¿Y lo que acabamos de hacer hace unas horas fue…? —Sean alzó una ceja, inquisidor.

    Víctor quedó callado unos momentos e inhalando con fuerza, respondiendo a la inoportuna pregunta de Sean:

    —Aún estamos en el instituto. Pero el caso, ¿alguien se opone?

    Sean no se mostraba seguro por el plan e iba a levantar la mano, pero no lo hizo porque vio el dedo de Víctor señalándolo.

    —Sean, no levantes la mano. ¿Alguien aparte de él? —repitió la pregunta en tanto miraba seriamente a Derek, acercándose a él segundo a segundo.

    —De acuerdo —Derek no tuvo más opción que aceptar.

    Víctor golpeó la butaca y se levantó, triunfante.

    —Bien, a partir de ahora, nuestro trabajo es conseguir novia. Chicos, véanlo como algo positivo. A Sean le ayudará con su problema que tiene y a ti Derek… Am… Te ayudará a… A ser más normal de lo que eres.

    La detención terminó y en la puerta principal cada uno se despidió del otro, dispuesto a retornar a su respectivo hogar. Sean Britt, alto, con un metro y ochenta centímetros, tez bronceada debido a su constante exposición al sol por todos los deportes que llegó a practicar, cabello castaño y ojos verdes; además de que ante su constante ejercicio rutinario, como el correr media hora antes de ir a la escuela, había adquirido un cuerpo atlético. Actualmente se centraba en el Boxeo. Su manera de ser podía describirse como la del chico perfecto: amable, sociable, alegre y prestaba ayuda siempre que podía.

    No obstante, a pesar de su supuesta perfección, tenía un gran y enorme defecto, o amablemente dicho, problema de personalidad, y era que no podía hablar con las chicas; a tal grado su cuestión, que ni un hola podía decirles. El supuesto se debía a que creció sin una madre, su padre lo cuidaba y aparte contaba con dos hermanos mayores. Además, estudió primaria y secundaria en un instituto exclusivo de varones, por lo que su contacto con las féminas era prácticamente nulo.

    Víctor Montenegro provenía de una familia adinerada, accionistas de una empresa de farmacéuticos muy famosos y bastante vendidos a nivel nacional. Sus padres eran el típico matrimonio rico, en donde ambos mantenían más la mente en la empresa que en el linaje, cosa que en realidad no lo mortificaba tanto, porque vivía feliz. Tenía un hermano pequeño de diez años que cursaba su cuarto año de escuela.

    Su estatura era promedio, con metro setenta y dos centímetros, de piel nívea, sus hebras eran doradas cual sol y tenía ojos grises; su complexión era delgada porque no hacía mucha actividad física, ya que sus hobbies eran más bien idear planes en los que pudieran meterse en problemas. Tendía a vestir de una manera elegante; a pesar de que la ropa fuera en sí informal, había algo en su aspecto que siempre lo hacía verse refinado. De personalidad extrovertida, inteligente, siempre buscaba divertirse y solía actuar con impulsividad, lo que lo llevaba a no medir sus actos y meterse en situaciones comprometedoras, arrastrando a quien estuviera allí presente. A pesar de todo, su semblante se mostraba mayormente y para los ajenos, serio.

    Derek Duarte era el popularmente conocido chico normal. Tenía una vida normal, una familia normal con trabajos normales, todo normal; lo único anormal en su vida eran los dos chicos descritos arriba. De cabello negro como el ébano, ojos cafés, piel trigueña y de una estatura que quedaba en medio de las de sus amigos. Tenía una hermana mayor que trabajaba como cajera en el supermercado. Su función en el trío era de servir como conciencia de Sean y Víctor, que siempre actuaban sin pensarlo demasiado, preocupándolo por sus precipitadas acciones.

    Derek llegó a su casa cuando la oscuridad completa reinaba en el cielo. Ante lo tarde, todos habían comido ya, así que tuvo que recalentar los alimentos. Sus padres veían una película de acción en la sala y como no vio a su hermana rondando por el lugar, dedujo estaría ocupada chateando en su habitación. Terminó de comer y también se dispuso dirigirse a sus aposentos. El resto del tiempo que le quedaba antes de ir a la cama debía aprovecharlo para hacer los deberes escolares; sin embargo, su mente no dejaba de darle vueltas al asunto de aquella tarde.

    El plan de Víctor era complicado. Pudo notar claramente las ganas que tenía Víctor de llevarlo a cabo y hacerse realidad, pero al igual que Sean, no estaba del todo confiado. Ya una vez se había declarado a alguien, cuando estaba en el último año de secundaria, aunque había sido desconsideradamente rechazado; le daba algo de miedo volver a serlo. Sin embargo, también tenía el deseo de conseguir una novia; era un chico normal, después de todo, y cualquiera querría una.

    Negó con la cabeza y se concentró en los deberes; no era momento de desperdiciar valioso pensamientos en algo así. Debía mantener su mente centrada en los estudios. Estaban en periodos de exámenes para ingresar a la universidad y los tres habían decido entrar a una misma, pero el porcentaje mínimo requerido era de 80% y él no era muy bueno en las notas. Víctor era listo y seguro lo pasaría. Sean, a pesar de que también era inteligente, lo ayudaba mucho la beca de deportista. ¿Y a él? ¿Qué o quién lo ayudaba? Nada, así que debía ingeniárselas solo.

    Fue así, como el día finalizó.
     
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    Marina

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    Jajaja, para empezar, me divirtió bastante.


    Me imaginé un lugar especial, acondicionado por ellos mismos, como una casita de árbol o algo así xD


    O séase que siempre los atrapan, por cierto, me parece que una coma al final de (espalda) queda bien.


    Hahaha, cierto, también pregunto, ¿qué tiene que ver la sociedad con conseguirse novia?

    Aquí, en la parte (el entrenador de Box y Sean), hubo una pequeña confusión de mi parte. De pronto me pregunté, ¿quién es Box? hahaha, pero luego, al leer que Sean practica el boxeo, me quedó claro que no es ningún personaje, sino que es el entrenador de Boxeo, hahaha.

    Lindos chicos, ya quiero saber en qué mas se van a meter en la búsqueda de las féminas que serán sus novias. También quiero conocerlas ya, tendrán que ser especiales *w*

    Espero el siguiente capítulo. Buena mancuerna han hecho tú, Dirtyagony y Borealis Spiral.
     
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    Milmel Con un sueño en el pecho que pronto florecerá

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    se ve sumamente intrigante y atrayente, espero con ansias el proximo cap que asumo estara a la orden del dia con @Borealis Spiral
    XD
    muy buen dueto, me gusta la trama que comienza, un introvertido, un extrovertido y un normalito
    divertido trio, en que terminará?? eso me intriga y quiero leer mas!
    avisenme, que aunque tarde, vendré a leer
     
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    Esta genial, espero el proximo capitulo
     
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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    La mañana siguiente llegó y Derek se alistó para ir al instituto. Llegó al centro educativo y se dirigió con paso calmado a su respectivo salón, que era el 3-B. Al ingresar, caminó a su lugar de siempre, que era el tercer asiento contando las butacas de adelante hacia atrás, en la tercera fila. Desde allí podía prestar la atención adecuada a las clases, además de disfrutar de la vista que sus compañeros mostraban. Como en aquel momento, pues muchos de ellos estaban reunidos con sus amigos, conversando; otros hacían tarea en el último momento, fuera por sus propios medios o con la ayuda de la tarea hecha de otros; unos se hallaban fuera del aula y otros hacían cosas que no deberían. Como los que estaban en el fondo, que rayaban las butacas, quizás para dejar constancia de su presencia, para adornar o como mera travesura.

    —¡Oigan, ustedes!

    Una voz femenina se alzó por entre el bullicio. Todas las miradas se concentraron en la dueña, descubriendo a una joven alta, de 1.68, delgada, de cabello suelto, castaño y ondulado que caía grácilmente sobre sus hombros, terminando cuatro dedos bajo ellos. Sus ojos cafés y grandes no podían mostrarse en su esplendor a causa de las gafas de cristal y marco rojo que se sostenían sobre el puente de su nariz. Aquella joven respondía al nombre de Sol Flete y aparte de poseer el título de la chica perfecta, también contaba con el de la jefa de grupo, por lo que entre su personalidad figuraban las cualidades de responsabilidad, inteligencia, el ser lo suficientemente humilde como aceptar consejos, pero lo suficientemente autoritaria cuando era debido y, por supuesto, regañona por naturaleza.

    —¿Qué se supone que hacen? —Continuó Sol mirándolos con desaprobación—: El dinero para volver a pintarlas saldrá del dinero para la graduación. Son ustedes lo que pagan cierta cantidad cada semana para tener una fiesta digna del grupo; no los despilfarren así. Vamos, salgan. No quiero verlos aquí si van a seguir destruyendo la propiedad del colegio.

    A pesar de las protestas y las disculpas que los chicos le hicieron, Sol no cedió, por lo que no tuvieron más remedio que hacerle caso y salir, por lo menos para tranquilizarla. Después de esto, Sol se encaminó a donde Derek.

    —Derek, escuché lo que pasó ayer con las ranas y que de nuevo fuiste a detención. ¿Por qué lo hiciste? ¿En qué estabas pensando? No des más fama al salón, que ya es conocido como el más problemático. Eres un buen chico. Deberías dejar de mantener contacto con gente como Víctor y Sean, que son incorregibles.

    —Gracias por el consejo, lo tendré en mente.

    Sol lo miró escudriñadora antes de suspirar; sabía que continuaría con sus amistades. El sonido de bancas siendo arrastradas le impidió seguir con su conversación. Unos chicos estaban a punto de pelearse, amenazadores, por lo que se concentró en ello para intentar aligerar la situación. En eso, el celular de Derek vibró; había recibido un mensaje de Víctor citándolo detrás del árbol virolo a la hora del almuerzo. Las primeras horas pasaron con normalidad y entonces llegó el receso.

    Sean, Víctor y Derek estaban en el árbol que habían nombrado virolo, cuyo adjetivo se le había dado porque el árbol poseía un par de ramas gruesas que sobresalían de entre las demás y ambas parecían tener la figura de un ojo, sólo que uno mostraba el iris fuera de lugar.

    —¿Para qué nos llamaste? —inquirió Sean.

    —Quiero saber, ¿hay alguna chica que les guste? ¿Que llame su atención? —cuestionó el rubio, incauto.

    —No.

    La respuesta cortante y sin duda de ambos, asombró tanto a Víctor que se echó para atrás, asustado.

    —¿Qué? ¿Qué clase de hombres son? Eso no está bien. ¿No existe ni la más remota posibilidad de que una les llene la pupila?

    Parecieron meditarlo un buen rato, sumamente pensativos y concentrados; buscando en el interior de sus recuerdos, en lo más recóndito de su ser…

    —No.

    —Verdaderamente interesante —dijo Víctor, examinador, en tanto se frotaba la barbilla—. En ese caso, pasaremos al plan C.

    —¿Y el B? —preguntó Derek, extrañado.

    —Y ese es el de ir a la plaza ¡por chicas! —gritó entusiasmado ignorando a su amigo.

    —¿Qué? —Se sorprendieron los dos y el más inquieto, Sean, continuó—. Eso requiere hablar con ellas, ¿no? ¿No sabes mi condición respecto a ese delicado tema?

    —Es como cualquier juego. Se tiene que practicar para poder ser el mejor y no hay mejor campo que la plaza —avaló el adinerado.

    Intentaron rebatir la idea de Víctor, e incluso se inventaron algunas excusas, pero él no los dejó rendirse, por lo que terminaron aceptando porque Derek jamás había tenido novia y uno de sus sueños era el de conseguir una; en cambio, Sean añoraba por lo menos poder mantener una conversación normal con una chica, se conformaba con lograr preguntarle su nombre. Así que después de clases, Víctor los buscó y se los llevó a la plaza central; una vez allí, él habló:

    —Bien, ahora que estamos aquí —Extendió sus brazos al frente—. Enséñenme de qué están hechos.

    —¿No va a ser en grupo? —Sean le ganó la pregunta a Derek. Por eso había ido, porque creyó que todos hablarían juntos, así se tranquilizaría un poco.

    —No, esto es individual —Víctor sacudió la cabeza—. No vamos a compartir las novias. Somos muy amigos, pero no es para tanto.

    Y colocándose detrás de ellos, los empujó, consiguiendo que ellos voltearon a verlo, confundidos.

    —¿Y tú? ¿No vienes? —quiso saber Derek.

    —Ustedes son quienes necesitan más ayuda ahora, quiero ver cómo lo hacen.

    Hicieron un puchero desaprobatorio y se alejaron del rubio. Sean se sentó en una de las bancas de cemento, largas, capaz de admitir seis personas cada una. Se sentó en un una orilla, mientras que en la otra estaban un par de chicas platicando. Estaba nervioso y mientras se acercaba poco a poco a ellas, deslizándose por la superficie plana, intentó tranquilizarse y desatorarse el nudo que tenía en la garganta, inhalando profundamente y exhalando con lentitud; además de aclararse la garganta constantemente, llamando la atención de las jóvenes, quienes sonrieron divertidas al verlo, esperando a que ese chico tan guapo terminara de acercarse.

    Sin embargo, en el momento en el que faltaba el espacio una persona para llegar, se alzó repentinamente y caminó a otro lado. Víctor, desde su lugar como espectador, chocó la palma de la mano contra su rostro, en tanto negaba con la cabeza; el asunto era peor de lo que parecía. Dirigió su visión a Derek y se sintió doblemente decepcionado de ver el lamentable cuadro que mostraba. El chico normal estaba de pie, en medio de la gente, luciendo perdido completamente; cuando una chica pasaba por su lado, él intentaba hablar con ella, pero ésta lo ignoraba olímpicamente, sin molestarse siquiera en verlo. Cuando ellos dirigieron su mirada a él, pidiendo en silencio algún consejo, Víctor les hizo señas para que se acercaran.

    —En verdad necesitan ayuda —dijo en manera de suspiro y se dirigió a Sean—. Sean, si te resulta tan complicado, imagínatelas como chicos, no importa.

    —¿Eh? No puedo hacerlo. Sólo un idiota confundiría a una mujer con un hombre —replicó el deportista, sobresaltado.

    —Era una suposición —Víctor se dirigió a Derek—. Tú, no esperes a que ellas se detengan a hablarte. Es obvio que no lo harán y mucho menos si intentas algo con ellas, a menos que les resultes interesante. Síguelas y háblales de ti, sé amigable, cuenta chistes, algo.

    —No es tan fácil como las películas lo hacen ver —dijo Derek.

    —Les demostraré que sí es sencillo —aseguró Víctor, confianzudo.

    El rubio se dirigió a la multitud que caminaba por la plaza; vio a un par de chicas que parecieron un buen objetivo.

    —No, es que no es tan fácil —volvió repetirse Derek al ver que se acercaba a ellas; después notó que comenzaba a hablarles sin aparente problema— ¡Oh!, lo consiguió.

    Luego vio que tanto Víctor como ellas sacaban sus teléfonos móviles e intercambiaban números. Después de aquello, se despidió de ellas con una sonrisa amigable y cautivadora, antes de volver con sus amigos.

    —Allí lo tienen. E incluso logré que me dijeran cómo contactarlas y cuándo en tan sólo ¿qué? Cinco minutos, tal vez tres. Pueden lograrlo chicos.

    El par restante no cabía en sí del asombro. Víctor era increíble.

    —En fin, tomen sus números —Les extendió el celular.

    —¿Eh? Pero a ti te los dieron… —intentó rebatir Derek.

    —No se preocupen, les dije que le presentaría a unos amigos y aceptaron.

    Estaban por tomar el celular y apuntar los números, cuando éste comenzó a sonar, anunciando una llamada entrante. Víctor vio el número registrado y se sorprendió de ver de quién se trataba.

    —Oh, mi padre. Él nunca me llama.


    Gracias a @Marina @Milmel @Yumiko Tenou por leer y comentar.
     
    Última edición: 16 Febrero 2015
  6.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Jajaja, en verdad, Víctor no acepta un no por respuesta. Hay que ver la manera que tiene de arrastrar a sus amigos con él. Me gustó el plan C, pero... ¿y el B? XD Lo sucedido en la plaza me sacó algunas sonrisas, sobre todo en la parte donde Sean se sienta en la banca y poco a poco va acercándose a esas chicas, pero ¿luego? hahaha, un espacio más y hubiese forjado un diálogo con ellas, sin embargo, se levantó sin más y se fue, awww, y Derek, póbrecito, me dio cosa imaginármelo tan perdido ahí en medio de la multitud. Me encantó la actitud de Víctor, esa cosa de hacerlos volver para aconsejarlos, ahora hay que ver si sus consejos los ayuda.

    Ammm, no sé qué pensar de sol. Me ha parecido muy perfeccionista y controladora, no sé, aunque se describen bonitas cualidades de ella, como la humildad, tal vez mi primera impresión resulte falsa, será cuestión de conocerla más.

    Un capítulo muy interesante y bien redactado. En cuanto a la ortografía, no tengo qué decir, si tiene algún error, lo he pasado por alto XD

    Abrazos, espero el que sigue.
     
  7.  
    Yumiko Tenou

    Yumiko Tenou Entusiasta

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    Sol parece una chica con la que tal vez me juntaria, esta muy bueno el fanfic :)
     
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    Nozomi Shiori

    Nozomi Shiori Iniciado

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    Jajaja muy buena la historia me gusta la forma en que van formando la historia Sol parece buena chica sera de conocerla más, pobrecitos ojala que se animen a hablar más con las chicas espero el siguiente muy buena historia :D ¡Saludos!
     
  9.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
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    Víctor miraba aún con admiración el aparato en su mano; realmente estaba sorprendido. A pesar de que él y su padre intercambiaron sus números y cada uno se tenía en sus contactos, no se usaban. Era más bien mero compromiso; al fin y al cabo, eran familia. Ni siquiera cuando él estaba fuera y era tarde recibía llamadas de su padre, pues si era muy noche, su madre era quien llamaba para saber si estaba bien. Su ser albergaba algo de temor; en el interior esperaba que no se tratara de algo sumamente urgente y que envolviera malas noticias. Presionó la tecla indicada y se llevó el celular a la oreja, aunque no dijo nada, esperó a que su padre hablara.

    —En la plaza con unos amigos —-Fue su primera respuesta—. ¿Importante?... Sí, sí los recuerdo… De acuerdo… Voy caminando… Está bien, enfrente de Las Fuentes —Colgó y se dirigió a sus amigos—. Lo siento, chicos. Los voy a dejar, pero ustedes sigan practicando. Hubo un… Ah, va a venir un compañero, un amigo; una familia conocida de mi padre y vendrán a cenar, así que me voy para allá. Ustedes entienden, las formalidades.

    Se despidió y se dirigió al lugar de encuentro que él mismo había escogido, esperó a que un auto lujoso y último modelo fuera por él para que lo llevara de regreso a su humilde mansión. Llegó y vio a su madre yendo de arriba a abajo, haciendo los preparativos correspondientes para la reunión. Ella lo mandó arreglarse, asimismo hizo con su hermano menor, quien jugaba videojuegos, por lo que ambos acataron la orden. Le había preguntado a su madre la razón exacta por la que sus visitantes estarían aquí, pero ella le dijo que se le preguntara a su padre, por lo que decidió esperar hasta la cena.

    Tiempo después, la familia Sanz arribó, siendo sus integrantes el señor, la señora y la hija. Pasaron a la sala antes de ir a disfrutar de los alimentos, para que pudieran iniciar una amena conversación entre ellos; los padres hablaban de negocios y las mujeres hablaban sobre sus hijos. Víctor se acercó a la joven Sanz. Ella poseía largo cabello negro, hasta la cintura, sedoso y brillante, el que solía peinar de diferentes maneras, en esa ocasión lo llevaba suelto; era dueña de un par de piedras azules cual océano como ojos, y a pesar de su estatura de 1.60, su belleza era la compensación adecuada.

    —¿Qué tal, Sara? —La saludó Víctor al estar a su lado, amigable—. Tengo curiosidad, ¿arreglaste lo del gato que querías comprar?

    —No se pudo. Mi padre odia a los gatos. Es alérgico.

    —Es lamentable escuchar eso, pero qué bueno que me dices. Si algún día quiero darte un regalo, no te compraré un gato; a menos claro, que quiera matar a tu padre.

    Ella se rio ante el comentario y continuaron hablando entre risas hasta que llegó la hora de la comida. Todos se dirigieron al comedor, donde en una mesa amplia aguardaban los diversos alimentos, listos para ser devorados.

    —Ah, esta es una deliciosa comida —halagó la señora Sanz.

    —Es verdad —concordó el hombre con su mujer—. Espero que Sara pueda ser una buena ama de casa y pueda preparar una cena tan buena como esta, ¿no te parece, Víctor?

    —Sería bueno —concedió el rubio—. Después de todo, el corazón de un hombre se conquista por medio del estómago.

    —Eso es perfecto —exclamó el hombre y miró a su hija con una sonrisa—. Allí lo tienes, Sara. Después de su matrimonio, tendrás muchos años para llenarle bien el estómago.

    Víctor, de estar comiendo placenteramente, detuvo su tenedor a medio trayecto del plato a su boca; alzó la vista y clavó sus grises ojos en el señor Sanz, sin dar crédito a lo que escuchó.

    —¿Disculpe? ¿Qué dijo?

    —Me alegra que nuestros hijos estuvieran de acuerdo en llevar este compromiso —siguió diciendo Sanz, mirando al cabeza de la familia anfitriona.

    Víctor hizo ademán de decir que no sabía absolutamente nada de lo que hablaban, cuando su padre lo interrumpió:

    —Así, es. Él acepta gustoso.

    Víctor miró a su padre, incrédulo; se sentía engañado, usado. No lo habían puesto al tanto de nada; ni siquiera le habían dado una idea de por qué la reunión y ahora le decían que estaba comprometido. ¿Qué significaba todo aquello? Dado que la madre se dio cuenta del pesado ambiente, intentó iniciar una conversación diferente y siguiendo ésta, la cena transcurrió hasta que llegó la hora de que los Sanz se fueran.

    —Bueno, hemos disfrutado mucho —habló el hombre en representación de su familia antes de salir de la casa; luego miró a Víctor—. Espero que Sara cuide bien de ti.

    Y lanzando una risotada divertida, se retiró. Una vez solos, Víctor dejó escapar todos los sentimientos que en su interior remolinaban pujando por salir, entre los que figuraban la confusión, la sorpresa, la frustración y demás.

    —¿A qué ha venido todo esto? ¿En qué estás pensando? ¿Por qué me vendiste a los Sanz? —Fueron las preguntas que le lanzó a su padre, deseando obtener respuesta—. Apenas estoy en el instituto ¿y ya hay planes para casarme?

    —Ya eres un hombre y necesitas a una mujer en tu vida. Estás en el momento preciso, vas a salir del instituto; has roto tu cascarón, has madurado.

    Fueron amargas palabras que le recordaron a alguien; esas mismas oraciones les había soltado él a sus amigos el día anterior y ahora se las decían a él. Comprendió cómo se sentían ellos y lo que surgió en aquel momento en sus mentes y que surgía en la suya propia en esos momentos. “No estoy listo”.

    —Es exactamente con la hija de esa familia con la que te casarás porque nosotros somos los principales accionistas en la empresa. Es como una garantía de reafirmación de que continuaremos trabajando juntos y apoyándonos.

    —No combinen los negocios con la vida de sus hijos. ¿Qué derecho tienen? Nosotros también somos seres individuales que tomamos nuestras propias decisiones. Y a mí personalmente no me interesa si la empresa se va a la quiebra o no.

    —¡Claro! —A este punto, ambos ya elevaban bastante la voz—. Eso pasa cuando tienes como amistades a personas como esas con las que te relacionas y que no tienen nada. Te hacen creer que es posible vivir sin dinero; que puedes encontrar la felicidad sin trabajo duro y esfuerzo.

    —¡Trágate tu dinero, pero déjame en paz!

    —En ese aspecto eres un inmaduro todavía. No sabes lo que estás diciendo. Es por tu bien, es por mi bien, ¡es por el bien de la familia! ¿No entiendes eso?

    —Ya basta, es suficiente —interrumpió su madre, disgustada de verlos pelear—. Entiendo tu reacción, hijo. No te dijimos nada y eso estuvo mal, pero no es tan malo el asunto. Sara es una buena chica; es linda, amable… Es más, te sacaste la lotería.

    —Ese no es el problema —se opuso Víctor.

    —Suficiente de esta conversación. Lo hecho, hecho está y no hay vuelta atrás. Ella ya aceptó y tú debes hacerlo.

    Y sin más, el hombre se retiró a sus aposentos a descansar. Su madre miró a su hijo y trató de decirle algo, pero él lanzó una exclamación de frustración, alzando su mano, indicando que no quería saber más; tan sólo deseaba ir a su habitación.

    A la mañana siguiente, detrás del árbol virolo y por urgencia de Víctor, los tres se hallaban reunidos nuevamente.

    —…Y por esa razón estoy comprometido —terminó de explicarles la situación.

    —Ah, eso es genial, Víctor. Ya nos ganaste —dijo Sean, feliz por su amigo.

    —Está comprometido. Eso va mucho más —opinó Derek, sorprendido, sintiendo la obligación del asunto.

    —Oh, ¿y ahora que voy a hacer? —se preguntó el rubio en tono muy desanimado.

    —¿Y en serio es tan malo? —indagó Sean—. Según lo que dijiste, se ve que ella es dulce.

    —Ese no es el problema —dijo Derek.

    —¿Verdad que no? —Víctor asintió—. Es un enorme problema porque a mí me gusta alguien más.

    Los dos lo miraron anonadados. Era la primera vez que escuchaban eso de la boca de Víctor, por lo que la curiosidad los embargó e instantáneamente fue respondida su pregunta mental, asombrándolos aún más.

    —Sol Flete es la única mujer que está en mi corazón.

    —¿Eh? —exclamaron nuevamente y Derek continuó—. ¿Y qué piensas hacer? Tu situación es mala. ¿Tienes un plan o algo?

    Víctor pensó un poco y luego los miró fijamente a ambos; primero a uno y luego al otro. Un plan, ¿eh? Suspiró.

    —No, no tengo ninguno.

    —¿Entonces? —quiso saber Sean.

    —No lo sé. Ahora tengo las ideas revueltas. Necesito pensar un poco más, aclararme más; pero se me ocurrirá algo, se me ocurrirá algo. En fin, dejado eso de lado, ¿cómo les fue ayer? —Se acercó a ellos con la curiosidad a flor de piel, mirándolos inquisidor, sonriente.

    —Nos fuimos.

    La escueta respuesta de ambos lo golpeó con fuerza. ¡Vaya par de amigos tenía!

    —Derek.

    Un chico del salón del nombrado se acercó a ellos; lo miraron incautos.

    —Derek, el consejero te busca —informó el chico.

    —¿A mí?

    Eso lo extrañó un poco. Miró a sus amigos, quienes se encogieron de hombros, completamente ignorantes. Se levantó diciéndoles que los vería después y se dirigió a donde la oficina del consejero escolar; tomó asiento frente al escritorio del hombre, en tanto él se mantenía del otro lado, sentado también, para luego decir:

    —Derek, ¿recuerdas que me contaste que querías ir a cierta universidad? Bueno, estuve viendo tu récord estudiantil y temo decir que con tus calificaciones será un reto. Si quieres lograrlo, necesitarás asesoramiento; es decir, un tutor.

    —¿Y cómo lo consigo?

    —Es alguien que tiene buenas calificaciones y que quiere entrar en esa universidad también.

    En eso, la puerta se abrió y dejó ver a Sol.

    —Oh, ya está aquí —anunció el hombre con una sonrisa.

    Derek miró sorprendido a Sol. Su tutora iba a ser la chica que le gustaba a uno de sus mejores amigos, ¿qué tan bueno podía ser eso?


    Eso es todo por hoy. Gracias a @Marina @Yumiko Tenou @Alex Megurine G por leer y comentar.
     
    Última edición: 16 Febrero 2015
  10.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    ¿Eh? Sorpresa, sorpresa.

    Hahaha, si en este momento hubiera sabido qué le espera, corre hasta tomar un trasatlántico y perderse en el fin del mundo, seguro que sí, haha. Bueno, comprendo esa ligera ansiedad de no saber qué pasa, y más cuando entre su padre y él no hay este tipo de comunicación, lo cual es una real pena, porque, ¿cuánto pueden conocerce si no hablan de casi nada?

    Jajaja, la conversación entre Sara (por cierto, este es un hermosísimo nombre), y Víctor sobre el gato fue muy divertida. Ahora Víctor ya sabe cómo deshacerse de su futuro suegro. Que le compre un gato, muajajaja. Y que se lo cuelgue como collar y más muajajajaja. Hay que investigar qué alergia tiene su padre, jojojo. Okey, no. Que los hombres vivan felices en sus chanzas y tranzas XD.

    Esto me encantó. Un hurra para Víctor. tiene toda la razón. ¿Qué creen los padres que son los hijos? ¿Títeres en sus manos?

    Ah, Víctor comprometido. Esa sí que fue la sorpresa de este capítulo. Me tomó desprevenida y ahora, se descubre que Vic está enamorado de Sol, esa preciosidad que será la tutora de Derek. ¿Qué sucederá? Espero lo mejor para nuestros protagonistas XD

    Buen cap. Espero el que sigue.
    Abrazos XD
     
  11.  
    Yumiko Tenou

    Yumiko Tenou Entusiasta

    Virgo
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    El padre de Victor me recuerda al mio. No me habla dentro de meses para luego salir derrepente para obligarme a hacer algo.

    Tu capitulo es genial, espero que sigas escribiendo :D
     
  12.  
    Nozomi Shiori

    Nozomi Shiori Iniciado

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    Muy buen cap la verdad me quede super sorprendida porque nunca pense que lo comprometieran y de forma tan fea pero bueno espero que tengan todos un buen final la verdad es que si mi papa despues de meses de no hablarnos llega con eso o algo asi lo mando a freir esparragos okno xD *perdon por la falta de acentos mi teclado no los quiere poner u.u*
     
  13.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Comedia Romántica
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    En cuanto Derek se fue, Víctor continuó su insistencia para con Sean de que conversara con alguna chica.

    —Mira, mira. Allí hay un par, ve y háblales, anda.

    Sean suspiró repetidas veces y se acercó a ellas. Comenzó a mover las manos de arriba abajo, haciendo ademanes como loco, intentando encontrar algo de valor en sus movimientos; abrió la boca y nada pudo salir de ella. Bajó la cabeza, avergonzado de sí mismo y se retiró de ellas para que continuaran su camino. Frunció el ceño con frustración y se pellizcó el puente de la nariz en tanto cerraba los ojos.

    “Vamos. Hablar con chicas es como un deporte; hablar con chicas es como un deporte. Soy bueno en los deportes, así que puedo conseguirlo”.

    Se animó mentalmente mientras lanzaba golpes al aire, como si estuviera en medio de un entrenamiento. Hizo una señal de victoria alzando los brazos y bajándolos rápidamente, para luego girar ciento ochenta grados, encontrándose frente a frente con otras dos jóvenes, quienes se vieron sorprendidas por la acción tan repentina de él. Sean volvió a abrir los ojos y alzó su dedo índice, con rostro decidido. Pasaron algunos segundos que a su parecer resultaron eternos.

    —¡Oye, Sean! —Escuchó a uno de sus compañeros y por sobre los hombros de ellas pudo verlo—. Ven a ayudarnos a pintar las bancas del gimnasio.

    Sean respiró hondo y sonrió.

    —¡Ya voy! Nos vemos, Víctor.

    Y cual bala, salió disparado hacia ello.

    —Cobarde —masculló el rubio por lo bajo al verse solo.

    El receso terminó y cada uno volvió a su respectivo salón. En el suyo, Derek se mantuvo más distraído de lo que quizás solía ser, pensando en lo que poco antes había pasado en la oficina de su instructor. Definitivamente debía decirle a Víctor que Sol sería su tutora, pero no quería imaginarse cómo se pondría. ¿Cuál era el problema? Sencillo; convivencia, relaciones estrechas, mucho trato el uno con el otro. Ah, de sólo pensarlo se le revolvía el estómago. ¿No estaba traicionándolo de alguna manera? Aunque igual no era su culpa… o tal vez sí, ¿quién le mandaba ser tan malo en clases? En serio, eso estaba acabando con su conciencia.

    Las clases finalizaron y los estudiantes se apresuraron a dejar sus aulas, deseosos de salir de aquella prisión educativa. Derek caminaba por el patio delantero; sus días de ahora en adelante estarían ocupados, muy ocupados. Escuchó pasos veloces detrás de él y cuando menos esperó, una pesada mano lo golpeó en la espalda, sacándole un gemido de dolor.

    —¡Hey, Derek! ¿A dónde con tanta prisa? —le preguntó Víctor, sonriente.

    —Eso dolió, ¿sabes? A casa, pero no llevo prisa.

    —Ah, qué bien.

    —¡Muchachos! —Sean se le unió—. ¿Qué les parece? ¿Vamos a Los Antojitos? Santiago está vendiendo tortas a mitad de precio.

    —¿En serio? Es una oportunidad que no puede desaprovecharse —dijo Derek, contento de que ese día lo tuviera libre.

    —Entonces vamos.

    En ese momento un celular se dejó oír; Víctor lo sacó de la bolsa de su pantalón. Miró el número y descubrió que se trataba de Sara Sanz. Cerró los ojos y soltó una exclamación de frustración; no quería contestar, no tenía ganas de contestar. No tenía problema con ella; la conocía un poco y se deducía que en verdad era buena chica, pero desde esa noticia no podía verla como antes.

    —¿No piensas contestar? —le preguntó Sean al ver sus pocos deseos de hacerlo.

    —Ah… —Se frotó la frente, entonces, el móvil dejó de sonar—. Se detuvo, demasiado tarde. ¡Qué lástima! —En eso, volvió a escucharse—. Qué insistencia —susurró.

    Esta vez, el llamado no duró demasiado; como si hubiese sido una marcada por error, lo que extrañó a Víctor hasta que un mensaje le llegó.

    Siento molestarte. Supuse que ya habías salido de la escuela y tan sólo quería hablar contigo por lo de ayer. Si estás disponible, te estaré esperando frente al parque municipal.

    —Bueno, ¿qué tal si mejor vamos al parque? —sugririó Vícitor—. Venden unos deliciosos elotes allí y puedes pedirlos como quieras. Con chile, con crema, con limón, queso…

    —Víctor, se trata de Sara, ¿cierto? —cuestionó Derek.

    —Sí —aseveró con abatimiento.

    Después de esto, podía observarse a los tres escondidos detrás de un auto estacionado, cerca del punto de encuentro, en el que ya se encontraba Sara, esperando.

    —Ah, es muy bonita —dijo Sean al verla—. Es aún más bonita que Sol —susurró a Derek y sintió un leve golpe por parte de Víctor.

    —Te escuché, no digas eso.

    —¿Y qué piensas hacer? —le preguntó Derek.

    —Recurriré al plan B…

    —¿Dónde está el A? —preguntó ahora Sean.

    —…Romperé con ella.


    E iba a salir de su escondite para llevar a cabo su plan, cuando sintió que alguien lo estiraba del brazo para que volviera a su lugar; miró a Derek, confundido.

    —No puedes hacer eso —le dijo el pelinegro de inmediato.

    —¿Por qué no? No me gusta.

    —Porque… Porque… ¿Has pensado un poco sobre ella? ¿En lo que siente? Piensa un poco. ¿Por qué aceptaría el compromiso? ¿Por qué querría verte? Tal vez le gustas.

    —¿Le gusto? ¿Qué tal si me llamó para decirme que no quiere nada qué ver con eso?

    —No, Víctor, estoy de acuerdo con Derek —se metió Sean—. Ve los sentimientos de ella; sería algo malo, ¿no? Eso.

    —¿Y tú me hablas de esto? —Víctor miró a Sean con ironía; era el menos indicado para hablar de esa clase de cosas—. Ah, voy a aclarar con ella los asuntos —afirmó, un tanto molesto de todo aquello.

    —Sí, habla con ella —acordó Derek—. Dile lo que piensas, pero modera tus palabras y procura usar tacto.

    Finalmente, Víctor salió del escondite, pensado en realidad qué iba a decirle. Después de todo, ¿cómo romper con ella si ni siquiera estaban saliendo? Y si consideraba un poco las preguntas de Derek, llevaba algo de razón. ¿Cómo se sentía ella con respecto a todo esto? ¿Y si era verdad que le gustaba? Si ella le contaba a su padre que la rechazó, su padre le contaría al suyo y un problema enorme se armaría en la casa. Era un gran dilema. ¿Su felicidad o la de las familias?

    “No, definitivamente están primero mis sentimientos. Así que a aclarar las cosas con ella”.

    —Hola —lo saludó ella al verlo, con una sonrisa—. ¿Cómo has estado?

    —Escucha —Comenzó él, saltándose las formalidades, en tanto se rascaba la cabeza y cambiaba su peso de un pie al otro—, sobre lo de ayer, no estoy de acuerdo. Eso lo hizo mi padre solo, pero no estoy de acuerdo.

    —Lo sé —aceptó ella y su respuesta lo sorprendió bastante—. Pude darme cuenta por tu reacción en la mesa; también supe que no estabas enterado hasta ese momento. Sin embargo, me gustaría una oportunidad; quiero probarte que puedo ganarme tu corazón.

    Víctor soltó una pequeña risa mezclada con incredulidad y diversión. No es que no creyera en las segundas oportunidades, más bien no creía que alguien pudiera introducirse en el corazón de una persona que ya estaba ocupado por alguien más. La miró una vez más antes de finalmente darse la vuelta e irse, sin soltar otra palabra. Ya había dicho lo que deseaba expresar. Podía continuar con el “juego” del compromiso hasta que fuera ella quien lo rompiera; ya se encargaría él de que lo hiciera, y en el remoto caso de que ella llegara a ganar... pues ganó.

    —¿Qué pasó? ¿Cómo quedaron las cosas? —inquirieron ellos cuando Víctor se les acercó.

    —Plan C. El que se dé primero; pero vamos, no nos deprimamos por esto. Continuemos con nuestros planes y vayamos a Los Antojitos.

    De esta manera, los tres fueron a donde acordaron en un principio y el día pasó sin mayores contratiempos, esperando con ansias el día siguiente, pues como sábado, podían disfrutar de un pequeño descanso de las materias escolares. Víctor y Sean se encontraban por la mañana en la nevería Las Fuentes, el lugar más popular entre jóvenes; ambos disfrutaban de un helado banana Split y conversaban amenamente.

    —Por ejemplo, está el gimnasio —siguió Sean con lo que estaba diciendo—. Ahora mismo lo están alistando para la ceremonia de graduación y todos los de tercero estamos haciéndolo, pero la responsabilidad mayor es de los que lo usamos; los que están en equipos deportivos, y como sabes, yo estoy en tres, por lo que tengo mucho trabajo que hacer. Estoy tan ocupado que...

    De repente, guardó silencio cuando vio que Víctor se recostó sobre el respaldo de su asiento y echaba la cabeza para atrás, en tanto soltaba un suspiro de frustración, aparentemente por todo lo que estaba diciendo.

    —¿Te pasa algo? —le preguntó, extrañado.

    —Me extraña que Derek no nos haya acompañado.

    —Ah, eso. Creí que mi conversación era aburrida.

    —Por ejemplo, le dijimos en la mañana que viniera y nos dijo que no podía porque tenía que esperar a alguien en media hora. ¿No es algo extraño?

    —Bue...

    El golpe seco en la mesa sorprendió e interrumpió a Sean, por lo que miró confundido a Víctor, quien había posado sus manos sobre la superficie en tanto se levantaba.

    —¡Eso es! Debe tratarse de una chica. ¡Pero!, ¿por qué no nos dijo nada? Somos amigos, ¿no? Estamos en confianza.

    —Bueno, yo no creo que sea eso —confesó Sean pensándolo bien—. Pero hablando de confianza y de esos malos amigos que no cuentan a sus amigos que tienen a una chica especial, ¿por qué no te le has declarado a Sol?

    —No, no, no. Es que no se trata solamente de eso. No soy un ignorante y estoy seguro de que si en estos momentos me le declaro así como así, obtendré una respuesta negativa. ¿Qué posibilidades hay de que acepte salir con alguien con quien no tiene ninguna clase de trato? Por ello me voy a acercar poco a poco, para que me conozca mejor.

    —Oh —exclamó Sean asombrado. Víctor era un genio; siempre pensando en todas las posibilidades—. Pero una cosa no me queda clara. ¿Por qué nos involucraste en esto de conseguir una novia para el verano? Quiero decir, tú ya tienes a alguien en mente, ¿por qué meternos a nosotros?

    —Te contaré una historia real. Cuando entré a la preparatoria, escuchaba rumores de un chico solitario que había sido rechazado en gran medida y de manera despiadada en sus días de secundaria. A tal grado el asunto, que sus ex-compañeros de secundaria se burlaban de él, incluso después de tanto tiempo, logrando así, que este pobre chico se encerrara en una burbuja y se alejara de los demás, perdiendo la confianza en todos.

    —Ese es Derek, ¿cierto?

    —Después, escuché otros rumores de otro joven que era genial, atractivo, amable, generoso, bondadoso y con un gran corazón. Siempre presto a ayudar a los demás, pero que no podía ni dirigirle una palabra a una chica.

    —¿Ese soy yo?

    —Vean esto como una oportunidad para ustedes, para crecer como personas. Tú para que puedas tener una conversación sólida con una chica, te des cuenta que no es nada fuera de lo normal y no es algo a lo que debas temer. Y Derek, para que pueda conocer a alguien mucho mejor que la que lo rechazó. Por eso el plan.

    —Entiendo. ¿Te doy las gracias por adelantado o después?

    —Después, cuando el trabajo esté hecho.

    —Una última cosa. ¿Cómo es que te sentiste atraído a Sol? Porque la verdad siempre hemos sido amigos y no recuerdo que dieras indicio de nada. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?

    —Fue recientemente; el otoño pasado, de hecho, fue cuando empecé a notarla. Estaba saliendo de una ventana del salón y ella me vio; ambos nos sorprendimos al vernos. Se acercó sin decir nada ni preguntar nada, y cuando se asomó al aula, vio allí el ir y venir de las culebras que había dejado en libertad momentos antes. Hubieras visto la reprendida que me dio; obligándome a ir con el prefecto y contarle todo. La manera en la que me regañó y me obligó fue tan... con esa confianza; eso... me llegó, tocó las puertas de mi corazón. Y ese pequeño sentimiento dentro de mí ese día, creció y se convirtió en amor.

    —Ah... Yo me creía una historia más romántica, pero bueno, estamos hablando de Víctor.

    —Oye, te escuché.

    Puede que esto se torne problemático ¿no? ¿Qué opinan? ¿Dónde se encontrara el amigo normal? ¿Sean podrá hablar con chicas? ¿Que sucederá con Víctor y Sara? Estas y más preguntas surgirán en el próximo capítulo xD. Agradecemos enormemente los comentarios de Marina, Yumiko Tenou y Alex Megurine G.
     
    Última edición: 16 Febrero 2015
  14.  
    Yumiko Tenou

    Yumiko Tenou Entusiasta

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    Hay me dejaste clavada, me gusta mucho la manera en la que detallas todo y haces que la historia cobre vida. ¿que sucedera con Victor? espero que todo termine bien

    Espero que sigas :)
     
  15.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Jajaja, me encanta la conversación de estos chicos. El capítulo estuvo genial, interesante y entretenido. Primero, me sentí compenetrada con Derek a sus sentimientos con esa cosa de que Sol será su tutora, pasará mucho tiempo con ella, habrá algo de intimidad, conversaciones... profundas, o quizás no... lo que sea, no sé qué suceda cuando Víctor, el enamorado de Sol, lo sepa. Derek debería decírselo antes de que se entere por otra persona XD.

    Luego, la liberación de Sean de enfrentar a ese par de chicas, ese compañero que lo llamó lo salvó de tal predicamento, aunque Víctor lo ha llamado cobarde. Yo no creo que lo sea, es más bien tímido y la timidez algunas ocaciones es muy linda... emmm, okey, no siempre.

    Más jajaja, me encantó ese nombre de "los antojitos", por alguna razón me abrió el apetito, será que extraño todos esos antojitos, sabrosos y antojosos que hay en mi país México y las nieves, oh, qué delicia :D

    ¿En qué me quedé? Ah, sí, ¡wow! ¿Así que por esa razón Víctor está empeñado en que sus dos amigos se consigan una chica. Ay, qué ternura de su parte, preocuparse por ayudar a Sean y Derek a vencer sus traumas. Nunca pensé que detrás de su plan hubiera algo serio, pero ya veo que sí. Oh, Víctor, creo que cada día me gusta más XD y me encanta esa manera suya de pasar al siguiente plan si haber considerado en alterior, jijiji. Aunque fue algo seco con Sara, pero al parecer sí le ha dado... ¿la segunda oportunidad? ¿Y cuál es la primera? Porque para mí que el que los padres los hayan comprometido, no se puede llamar oportunidad, sino imposición, jajaja, pero bueno, será muy interante seguir los esfuerzos que hará Sara para conquistarlo. ¿Logrará hacerlo?

    Esto se pone cada vez mejor, así que espero la conti :cool:

    Abrazos para ambas XD
     
  16.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    24
     
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    1609
    Capítulo 5

    Derek se encontraba sentando en una de las tantas mesas que había en Los Antojitos para los comensales; esperaba a Sol. Le había dicho que se vieran allí para arreglar los horarios de la tutoría y demás detalles. De alguna manera se sentía nervioso, ya que nunca había tomado clases con un tutor y mucho menos si era alguien de su edad, chica y con un temperamento de algo de cuidado, pero era por su bien, así que debía acoplarse a la situación. No tuvo que esperar demasiado, pues Sol y su brillante puntualidad hicieron aparición.

    —Bien, dime qué días puedes estudiar y de qué horas a qué horas. Espero que podamos llegar a un acuerdo con los horarios.

    Así inició todo, directa, concisa y al grano. No cabía duda de que Sol era alguien que se tomaba muy en serio sus papeles, responsabilidades y trabajo.

    CA

    Víctor caminaba por las calles del centro de la ciudad. Se había despedido de Sean hacía unos momentos; parecía ser que el chico tenía planes a esta hora todos los sábados con unos niños, a los que les había prometido enseñarles jugar fútbol en el parque. ¡Ese Sean! Tan caritativo como siempre. Ensimismado estaba en sus cavilaciones profundas, cuando su celular vibró en el bolsillo del pantalón antes de que el ring-ton se dejara oír; lo sacó y vio un mensaje de Sara.

    “Me preguntaba si podrías acompañarme a la inauguración de un nuevo restaurante que acaban de abrir en las afueras de la ciudad. ¡Harán buffet!”

    —Ah, esta mujer, ¡qué molesta! Me envía muchos mensajes desde aquella vez —se dijo en voz alta guardando el celular, ignorando olímpicamente el mensaje—. Estoy ocupado ahora.

    Continuó con su trayecto hasta ver el negocio de comida más popular entre los estudiantes del otro lado de la cera. Su atención se centró en una pareja que podía verse a través de la ventana, dada la ubicación en la que estaban sentados; frunció el ceño, aclarando la vista. Él los conocía sin duda, eran familiares. Cruzó la calle y ni siquiera tuvo que pisar la otra banqueta para descubrir que se trataban de Sol y su amigo. Sentimientos encontrados lo golpearon; sorpresa, ira, confusión y demás.

    —¡Así que por esto no vino con nosotros! ¡Sí se trataba de una mujer! ¡Y qué mujer!

    Vio que Sol se levantaba de su asiento, se despedía y se iba de allí, dejando solo a Derek, lo que aprovechó para entrar y hacerle cara. Esa se las pagaba.

    CA

    El chico normal miraba el papel donde había apuntado los horarios en los que había quedado con Sol; tendría que ponerlos en un lugar visible de su casa o se olvidaría de sus compromisos, quizás hasta tendría que hacer varias copias y colocarlas en cada una de las habitaciones. En eso, escuchó la voz del dueño que se hallaba detrás de la barra.

    —¡Hey, Víctor! ¡Qué bueno verte!

    Derek saltó sobre su lugar, nervioso, asustado y en pánico. Ahora sí se lo llevaba el que lo trajo. En un intento vano por esconderse, se agachó para que la mesa lo ocultara.

    —Ni lo intentes que ya te vi —le advirtió la voz molesta de Víctor, lo que obligadamente lo hizo volver a sentarse adecuadamente—. ¿Qué pasa? ¿Por qué estabas con Sol? ¿Qué hay entre ustedes? ¿Por qué no mencionaste nada? ¿Por qué no me contestas?

    —Cálmate, cálmate, no pasa nada. Es un malentendido; te explicaré. Verás, nuestro consejero de grupo me quiere ayudar con mis notas, por lo de la universidad a la que entraremos, así que me asignó a un tutor y como Sol es de las que tienen mejor calificación, pues ella me tocó. Esa es la pura verdad.

    —Ah, era eso —dijo el rubio visiblemente aliviado, en tanto suspiraba y se sentaba en el lugar que había ocupado la chica en cuestión minutos atrás—. Está bien, entiendo la situación, pero ten mucho cuidado. He leído muchas historias en internet en las que el tutor y el alumno se quedan juntos.

    —Oye, ¿qué clase de pasatiempos tienes?

    Víctor simplemente sonrió y aprovechando que ya estaba allí, pidió algo de comer junto con Derek. Acababan de ponerles su plato de comida frente a ellos, cuando el celular de Víctor volvió a oírse.

    —¡Válgame Dios, qué insistencia! —Bufó él en tanto buscaba el aparato—. Lo apagaré… —Sus palabras se vieron tragadas al ver que se trataba de su padre, otra vez; ahora sabía que eso no podía significar nada bueno. Contestó—:… Con un amigo… —Víctor rechinó los dientes e hizo muecas de fastidio al escuchar a su padre, pues le informaba del nuevo restaurante y de que tanto padre como hija Sanz los esperaban allí. Ya había quedado formalmente por lo que él no podía faltar—… Enfrente de la plaza —Colgó y se dirigió a Derek—. Afortunado Derek, buen provecho.

    Acercó su plato al de su amigo y levantándose se fue del negocio de comida, asegurándole que le contaría después lo que pasaba.

    CA

    Sean estaba despidiéndose de los niños, a pesar de que ellos lo rodeaban y le suplicaban que no los dejara; que continuara jugando con ellos. Él les sonrió tranquilizador, prometiéndoles que volvería la siguiente semana, pero que en ese momento debía irse porque tenía más compromisos que cumplir; debía ayudar a su vecino a limpiar su garaje. Con esto, finalmente salió del parque y retomó su camino. Andaba con paso tranquilo cuando vio un gran tráiler de mudanza estacionado cerca de una casa que hasta hacía poco estaba vacía; parecía ser que los del lugar tendrían vecinos nuevos.

    Del camión bajaba todos los muebles y cajas de la mudanza un hombre grande y fornido. Al no ver al conductor del camión, Sean supuso que se trataba de él. Después vio que de la casa salía otro chico, de estatura promedio, pero delgado, que portaba una especie de pañoleta en su cabeza sostenida con una gorra; dado el calor intenso y el ardiente sol que había a esas horas, no era para menos que se refugiara. Vio que el chico se disponía bajar un tocador de mediano tamaño; sin embargo, era obvio que estaba demasiado pesado para él, pues lo alzó un poco durante unos segundos, pero sus fuerzas flaquearon y el mueble habría dado un golpe en el suelo, de no ser porque lo sintió de pronto más ligero.

    —Hey, hey, ten cuidado, chico —Sean se había apresurado a ayudarlo con el utensilio—. No te sobre esfuerces si no puedes.

    —Ah, gracias por la mano —dijo el chico en tono algo chillón, mas no desagradable, centrándose en su labor con ayuda de Sean.

    —¿Por qué estás aquí? No te ofendas, pero considero esto un trabajo para hombres con mayor físico.

    —Ah, bueno, no es como si trabajara toda la jornada, es sólo medio tiempo. Además, es inevitable que me involucre en actividades de este tipo dado que es papá quien maneja la compañía de mudanza.

    —Ya veo —Llegaron al interior de la casa y atravesando un pasillo, llegaron a la habitación en la que les habían indicado que dejaran el mobiliario—. Aquí está.

    —Gracias otra vez.

    —No hay problema. Veo que les faltan unos cuantos trastos para que terminen. Déjenme ayudarlos.

    —Sería molesto, ¿no? No tienes la obligación.

    —Pero quiero.

    —Se lo preguntaré a Rigo, aunque no creo que quiera pagarte.

    —No soy interesado —Se hizo el ofendido.

    El otro rio y se dirigió a pedir la opinión del otro hombre, que era su tío. Ante la afirmación de éste, ambos jóvenes continuaron en el trabajo, en tanto entablaban una conversación amistosa. Gracias a la ayuda de Sean, terminaron más pronto de lo que hubiesen imaginado.

    —Otra vez gracias —dijeron los dos y Rigo siguió—: Has sido de gran ayuda.

    —Fue un placer y ya me tengo que ir porque tengo otro compromiso.

    —Pues que te vaya bien —volvió a hablar el mayor y extendió su mano, que presuroso Sean tomó—. Me gustaría saber al menos el nombre de esta persona tan amale que nos ayudó.

    —Sean Britt, cuando quieran, Rigo y…

    —Karen Galindo.

    Y Sean quedó congelado. Un tic se apoderó de su ojo y comenzó a temblar. Por una extraña razón, a pesar de que había tenido la plática con él/ella, sintió que una enorme grieta los separaba. Ya no pudo decir nada; no estando del todo seguro si quedó mudo por su problema o por el impacto de saber que había hablado con una chica. ¿Cómo debía sentirse? ¿Alegre, feliz y contento por conseguirlo? ¿O tonto, idiota y estúpido por confundirla con un chico?

    —Bueno, me voy.

    Y sin más, se dio media vuelta y corrió todo lo que sus años de ejercicio le permitieron, dejando a los otro dos, quienes montaron el tráiler.

    —¡Qué buen tipo! —soltó Karen estando en su lugar del copiloto, deshaciéndose de la gorra y el paño, dejando ver su corto cabello negro, a la altura del mentón, que combinaba perfectamente con sus ojos miel y su piel morena clara—. Es difícil encontrar chicos tan atentos hoy en día, ¿no crees?

    —Tienes razón. Espero que por eso no se lo hagan tonto algún día. Pero hey, hey —Rigo la golpeó ligera y repetidas veces con el dorso de la mano—. Se te quedó viendo, te fijaste. Puede significar algo; le llamaste la atención.

    Karen negó con una sonrisa divertida e incrédula.

    —No, no lo creo. Me confundió con un chico, eso quiere decir que no podrá haber nada. Vámonos ya.

    El tráiler encendió motores y se alejó del lugar.


    Gracias a @Yumiko Tenou y @Marina por sus comentarios.
     
    Última edición: 16 Febrero 2015
  17.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Ajaja, qué gran susto se llevó Derek cuando vio a Víctor y ese intento de oscultarse, haha. Víctor es un mal pensado, mira que pensar mal de uno de sus dos mejores amigos. Yo creí que antes de preguntarle algo, se le iría a golpes, pero veo que pudo controlarse, al fin, ya sabe por qué razón Derek estaba con Sol y ella... no sé, me sigue pareciendo muy meticulosa, es decir, casi perfeccionista, y yo les huyo a las personas que son perfeccionistas. Me pregunto si Sol sabe divertirse, si tiene otro pasatiempo favorito que no sean las responsabilidades de los trabajos.

    Bueno, es un alivio que Víctor ya sepa lo de Derek y Sol. En cuanto a Sean, guao, ni siquiera se había dado cuenta que conversó muy bien con una chica. Karen ¿eh? Pero mira, en cuanto supo que era chica, se quedó mudo. ¿Será que para acostumbrarse a hablar con una chica, esta deba verse como un chico, mmm, es una buena medida. Y la pregunta que me surje es, ¿volverán a encontrarse? Espero que sí. Me gustó Karen y sobre Víctor y Sara, bueno, los puntos que le doy a la joven siguen en aumento. Está haciendo todo lo que puede por atraer a Víctor, ¿será que aunque Víctor no quiera, Sara es para él? Hahaha, yo y mis conclusiones. Será cuestión de seguir leyendo para ver qué sucede, pero en mi mente, ya tengo a las parejas hechas, jijiji.

    Hasta la próxima. Buen capítulo.
    Abrazos.
     
    Última edición: 28 Agosto 2013
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    Sonia de Arnau

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    Compañía Anhelada (Comedia Romántica)
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    Comedia Romántica
    Total de capítulos:
    24
     
    Palabras:
    2268
    6

    La mañana del día domingo llegó normal para la familia Duarte. La señora preparaba el desayuno en tanto Derek continuaba en su habitación. Se había despertado momentos antes, pero no salió de ella, sino que esperaría a que le dijeran que la comida estaba lista. Mientras eso pasaba, se puso a repasar los apuntes que tenía del viernes; dado que Sol se encargaría de orientarlo, no quería importunarla demasiado. El timbre de la puerta principal resonó por toda la casa, dejando claro que alguien llamaba. El ama de casa desatendió un momento sus actividades para dirigirse a abrirla.

    —¡Buenos días, señora! —saludó Víctor, animoso.

    —Hola, Víctor. Hacía mucho que no te veía por acá. Buscas a Derek, ¿verdad? Voy a llamarlo —Se volvió para ver el interior de la casa y notando a su hija, la llamó—. Ester, háblale a Derek y dile que lo buscan.

    La aludida hizo lo indicado y tocó la puerta del cuarto de su hermano, consiguiendo su atención casi al instante e informándole que requerían de su presencia. En su cuarto, Derek se puso los tenis, en tanto refunfuñaba una que otra vez, confundido y cansado.

    —Es domingo por la mañana, ¿qué querrá?

    Cruzó la puerta que lo llevaría al pasillo, donde Ester continuaba plantada, haciéndose a un lado para hacerle campo, aunque antes, lo sujetó del brazo y lo haló hacia ella para que se acercara lo suficiente.

    —¿Aún se sigue juntando contigo? —preguntó en un susurro. Él asintió extrañado—. ¡Ah, qué envidia! Tener un amigo rico; ir a lugares caros y esas cosas debe ser genial. ¡Ah! Lo que daría por tener un amigo así, ¡no!, un novio…

    Al ver las intenciones de su hermana mayor, Derek se soltó del agarre e ignorando sus fantasías, se dirigió a la entrada.

    “Ni siquiera he ido a su casa”, pensó con sarcasmo. “¿Y a qué se refirió con lo de ‘aún se junta contigo’?”.

    —¿Qué sucede, Víctor? —preguntó al verlo.

    —Estuve dándole muchas vueltas al asunto de ayer y llegué a la conclusión de que es una buena idea que Sol sea tu tutora.

    —¿A qué te refieres? —Escuchar eso lo ofuscó un poco.

    —Bueno, tú eres amigo mío, ¿cierto? —Derek asintió—. Entonces tú debes entablar una conversación con ella sobre mí…

    —¿Una conversación? ¿Y sobre ti? —interrumpió, incrédulo y anonadado.

    —Pregúntale cosas sobre lo que piensa de mí; háblale de mis virtudes y uno que otro defecto para que no sospeche. En conclusión, quiero que ella piense en mí, pero no te preocupes, yo también haré mi trabajo.

    —¿Crees que funcione?

    —Claro que sí. Escucha, a ella le gusto, sólo que todavía no lo sabe; así que si piensa en mí y habla de mí, se dará cuenta del verdadero sentimiento de cariño que tiene hacia mí. Ese sería el primer paso y necesito de tu ayuda, así que por favor, ayúdame simplemente con esto.

    —Está bien, lo intentaré —aceptó al final.

    Ver la emoción en su amigo le impidió negarse; además, sabía que Víctor era una persona inteligente y que todo lo que planeaba —aunque fuera un tanto impulsivo y a veces se veía saldría mal— finalmente resultaba bien. En eso, los celulares de ambos sonaron al recibir un mensaje. Sacaron lo móviles de sus pantalones y leyeron el mensaje, el que había sido enviado por Sean, quien escribía que quería hablar con ellos de algo sumamente importante.

    —Debió ganar de nuevo la lotería de la tienda de electrodomésticos —comentó el rubio guardando su teléfono de nuevo.

    Ambos amigos se dirigieron a la plaza, el lugar donde quedaron en encontrarse con Sean. Al llegar, lo vieron esperándolos, aunque parecía un poco inquieto, estaba atípicamente feliz por algo desconocido. Al estar juntos, Víctor lo saludó enérgicamente recibiendo un saludo igual de animado.

    —Parece que te sucedió algo muy bueno —dijo Derek al verlo con tanta vitalidad.

    —Así es. Ayer por fin puede hablar con una chica.

    —¡¿Eh?!

    El par se quedó en shock ante la inesperada noticia; en realidad, por un instante ni siquiera la creyeron. Sean solo; hablar con una chica; sin ellos… Siempre habían creído que si eso llegaba a suceder sería en grupo, los tres, con ellos como apoyo, ¿pero solo?

    —¿Es eso verdad? —quisieron saber, aún atónitos.

    —Sí y de la misma forma me quedé esta mañana al despertar, recordarlo y cerciorarme que no fue un sueño.

    —Eso es algo estupendo —lo felicitó Víctor—. Por demás espléndido; hasta ganas de llorar me dieron.

    —Aunque al principio la confundí con un chico, pude platicar con ella.

    —¿La confundiste? No creo que eso sea algo bueno —opinó Derek.

    —Eso no importa; era una chica al fin y al cabo —aseguró Víctor—. ¿Y luego? Cuando supiste que era chica, ¿qué sucedió?

    —Nada. Me quedé mudo y no supe que decir —informó sonriente. Víctor y Derek se golearon la frente con la palma de la mano.

    —Por lo menos le hubieses preguntado dónde vive o su nombre —sugirió el rubio.

    —Su nombre es Karen y su padre es dueño de una empresa de mudanza.

    —Karen —Derek se dirigió a Víctor—. Aun así está bien, ¿no? Después de todo, aunque la haya confundido sigue siendo mujer y si la vuelve a ver, podrán tener una conversación en común.

    —¿Qué sentiste al hablar con ella antes de saber que era chica? —Víctor colocó sus ojos grises en el castaño.

    —Nada —Se encogió de hombros—. Nada, fue normal.

    —¿Cierto? Eso pasa con cualquier chica; es todo normal, nada inusual. Claro, está el hecho de saber qué decir. Por ejemplo, no puedes llegar y decirle “hey, ese vestido no te va” o algo así, pero es normal; también debes tener en cuenta que no puedes llegar y bromear con ellas y esas cosas… Bueno, eso no viene al caso ahora, pero si se vuelven a ver, lo que tienes que hacer es saludarla ya que has hablado con ella anteriormente; con eso bastará.

    —De acuerdo, creo que será mejor irme —dijo Derek dándose media vuelta para retirarse a su humilde morada, pero Víctor lo detuvo.

    —Espera, ¿a dónde vas?

    —A casa; quiero estudiar un poco.

    —¿Estudiar? Si es domingo. Es un día perfecto para ir a buscar a tu chica; a tu compañera.

    Derek no entendió a lo que se refirió y notándolo, Víctor continuó:

    —Sean tiene a Karen, la primera chica con la que habló y con quien tiene posibilidad de otra plática; y yo ya tengo a Sol, ¿pero tú? ¡Así que vamos a la piscina!

    Y con esto dicho, los tres regresaron a sus hogares para alistarse e ir al lugar acordado. Al entrar, estaba la recepción, donde se pagaban las entradas, donde se compraban trajes o toallas y demás artículos de esta índole; así como chalecos salvavidas o en forma de animales para los niños; después de pasar aquella zona techada, se encontraban las piscinas de diferente tamaño y profundidad, para cumplir el gusto de cualquier cliente. A lo largo del borde de las albercas se hallaban situadas las sillas plegables para broncearse. Al fondo del terreno, a la derecha, estaba una pequeña tienda donde vendían comida y bebidas frías; las mesas estaban fuera de la tienda, cubiertas por sombrillas grandes para evitar el abrasador sol.

    El plan de Montenegro era que él y Sean molestarían a una chica, Derek tendría que defenderla y quedar como el héroe del día. Después de todo, ¿quién no se enamoraría de un héroe?

    —Así que, ¿quién te llena la pupila? —le preguntó el rubio al pelinegro al verse instalados.

    Derek miró su alrededor; muchas de ellas eran muy bonitas, pero una en particular llamó su atención. La joven era morena y de largo y lacio cabello café; estaba cerca de la tienda de refrigerios, recargándose en la barra en tanto bebía una malteada, observando la piscina frente a ella.

    —Ella —notificó apuntándola sigilosamente.

    —De acuerdo, vamos.

    Víctor le hizo una señal a Sean para que lo siguiera, quien no hablaría, sino que se limitaría a quedarse serio y con los brazos cruzados, luciendo amenazante, mientras Víctor entraba en acción. A como diera lugar, Derek debía conseguir una chica para ese verano.

    —Hola, guapa, ¿por qué tan sola? —Se acercó y se recargó en la barra a un lado de ella, quien sólo lo ignoró al ver sus intenciones—. ¿Cómo te llamas? Eres muy seria. Qué te parece si —Se acercó un poco más a ella y susurró—, nos divertimos tú y yo solos.

    —Déjame en paz —Fue su seca petición y sin mirarlo; a pesar de que se trataba de un joven apuesto, no iba a caer en sus trucos de malas intenciones.

    —Una chica tan bella como tú debería estar con alguien como yo.

    Víctor dirigió su mano a su brazo, indicando que la sujetaría, pero ella lo apartó apenas se rozaron y volvió a exigir que la dejaran en paz, aunque elevando la voz; ese era el momento perfecto. Derek, que había estado al tanto de la situación un poco alejado de ellos, caminó hacia ellos como todo un hombre, serio y genial.

    —Oigan ustedes… —Fue todo lo que alcanzó a decir porque fue interrumpido por otra voz masculina, iracunda.

    —Dejen en paz a mi novia, imbéciles.

    —¿Novia?

    Los tres se quedaron estáticos en su lugar, incapaces de decir algo. Ella ya tenía a esa persona especial; ¿por qué no había pensado en esa posibilidad? ¡Ah, sí! ¡Por idiotas!

    —¿Qué es lo que intentan hacer con ella? —El tipo empujó agresivamente a Derek al ser el más próximo a él—. ¿Quieren pelea, estúpidos?

    —Lo siento —se disculpó Derek en defensa, que aunque no había intimidado a la chica, no hizo nada para detener el plan de su amigo.

    —Dejémoslo así, vamos —se interpuso Sean al ver que Derek estaba asustado del sujeto airado.

    —Ese tipo me dijo que nos fuéramos él y yo solos —acusó ella señalando a Víctor.

    El novio miró al perpetuador del crimen y se encaminó a él con cara de pocos amigos; el rubio sonrió con nerviosismo.

    —Lo siento mucho, no volverá a pasar —se disculpó con sinceridad.

    Lo mejor era hacer caso a las palabras de Sean e irse de allí, pero el molesto novio no los dejaría escabullirse de la escena así sin más; sin que obtuvieran un merecido castigo. De ello que levantara su brazo haciendo puño su mano y lo dirigiera contra Víctor, dispuesto a golpearlo; pero en el trayecto, alguien se interpuso tomándolo de la muñeca velozmente, siendo el aire de la fuerza del puñetazo lo único que tocara al joven de mirada gris. El novio se volvió, lanzándole una mirada asesina a Sean, quien lo soltó y dijo en tono calmado:

    —Lamento nuestra inmadurez, pero no queremos pelear; sólo queremos irnos…

    No lo dejó terminar. Con dignos reflejos de un deportista, Sean esquivó el golpe que iba a recibir del hombre, que no se daría por vencido tan fácilmente; prueba de ello el hecho de que volviera a intentar golpearlo a pesar del errar anterior. Sean volvió a esquivarlo; no quería pelear, pero al estar rehuyendo tantos puñetazos, inconscientemente tomó la pose de defensa del boxeo, comenzando a dar pequeños saltitos repetidos. La gente los rodeó al ver la pelea en proceso, justo en el momento en que, como acto reflejo, Sean le asestaba un derechazo al novio, quien al recibir el impacto de lleno en el rostro, se desequilibró y cayó al suelo. Se tocó la nariz y el labio superior, notando el rojo de la sangre, saboreándola; el porrazo había sido fuerte. Se levantó mayormente enojado, deseando esta vez con todas sus fuerzas darle un buen escarmiento a Sean; mas no resultó. Después de otros intentos errantes, Sean se agachó rápidamente al verse posicionado estratégicamente frente a él y golpeó su estómago en un punto certero. El novio retrocedió con la respiración faltándole, tosiendo a más no poder y tocándose la parte afectada, sintiendo un agudo dolor provenir de ella; el tipo era bueno.

    —Oye —Víctor se dirigió a la novia en tono preocupado—, mi amigo es boxeador.

    —¿Boxeador? —La chica miró el espectáculo, incrédula. Alzó la voz para llamar la atención de su novio—. ¡Martín, déjalo ya! ¡Puede ser profesional! ¡Es boxeador!

    —¿Boxeador?

    Martín abrió los ojos sorprendido al ver frente a sus ojos el puño de Sean, muy cerca; el sujeto quedó conmocionado y miró una vez más a Sean, impactado y con ojos bien abiertos.

    —Lamento los problemas —se disculpó Sean una vez más—. No volverá a pasar.

    De esa manera, Sean se hizo paso por entre la gente que seguía rodeándolos, testigos de todo; sus amigos fueron tras él.

    —Estuviste increíble —Las palabras llenas de emoción de Derek no fueron muy bien recibidas por el castaño—. Nunca te había visto pelear; una que otra vez te vi entrenando, pero nunca usando los puños.

    Derek lanzó unos golpes al aire, procurando imitar a Sean.

    —¡Ahh! —Sean revolvió su cabello con sus manos, sintiéndose frustrado—. Si el entrenador se entera que luché fuera del ring, me censurará.

    Víctor y Derek sintieron el pesar de su camarada. Sabían muy bien que un luchador con miras a la profesionalidad nunca debía usar su fuerza fuera del ring, y que a pesar de que Sean no era en sí un profesional, cualquiera que entrenara, fuera o no el mejor, debía cuidar sus puños, pues se había convertido en armas letales. Después de ese incidente, los tres salieron de la piscina y fueron a otro sitio a pasar el resto de la tarde de ese domingo de una manera más agradable.

    Gracias @Marina por tu comentario.
     
    Última edición: 16 Febrero 2015
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    Marina

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    Ah, otro encantador capítulo. Me gustó desde el inicio, esa visita de Víctor a Derek para proponerle que le hable a Sol de él. ¿Y la hermana de Derek hablaba en serio? Mira que resultó ser bastante interesada, jojojo, pero de verdad, ¿quién no querría por novio a Víctor?

    Ah, sí, la novia de ese sujeto en la piscina, hahaha, menudo combate se formó ahí. Era un buen plan, uno cliché, pero plan al fin y al cabo. La chica salvada por un buen sujeto, de las garras de un acosador en potencia, hahaha, y sopas, que el plan les sale mal. Lanzaron la bala y les salió por la culata, haha, la chica ya tiene novio y uno que deseó salvar su honor, pero Sean fue mejor. Wow, me fascinó ver en acción a Sean, de verdad, por lo poco que mostró aquí, se ve que es muy bueno, y también es cierto que aunque no sea un profesional, debe cuidar sus puños contra otros. No debe andar por ahí haciendo gala de sus dotes boxísticos, no obstante, en esta ocasión fue forzado. O él los defendía o el tipo iba a ponerles una buena tunda, que por cierto, el único que se lo merecía era Víctor, por resbaloso.... okey, no, era el plan, pero la chica no lo sabía, así que se sintió insultada, hahaha.

    Jajaja, esto me mató xd

    Espero que el entrenador no se entere que Sean usó sus puños fuera del ring, pero no sé por qué me late que lo sabrá. Por que lo sabrá, ¿verdad?

    Espero el próximo y también espero que Sean vuelva a ver a Karen.

    Abrazos.
     
  20.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Total de capítulos:
    24
     
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    7

    En las instalaciones escolares, era la hora del almuerzo. Derek y Víctor observaban a través de las grandes ventanas del salón del último; veían a los jóvenes estudiantes conversando, y a un jardinero retocando los arbustos que adornaban el edificio. Sean había ido a ayudarle a sus compañeros con el gimnasio. Los de tercer año, más que los otros grados, estaban muy atareados debido a que iban a salir de la preparatoria, y pronto comenzarían sus días como universitarios; lo que ya de por sí ocasionaba bastante presión.

    —¿Alguien llama tu atención? —le preguntó Víctor a Derek después de un silencio.

    —¿Aún sigues con eso, Víctor? No tengo prisa; además, si me llega, me llega. Sólo hay que ser pacientes.

    Víctor se viró para recargar la espalda en el vidrio de la ventana y mirar el salón vacío; suspiró profundamente.

    —Estoy aburrido, hay que salir… —Se interrumpió él mismo al divisar a Sol por el pasillo—. ¡Oh! Ahora vengo.

    Y sin esperar ninguna respuesta por parte de Derek, se acercó a la puerta para ver que Sol cargaba un par de cajas, una encima de la otra, y al ver que casi se le cae la de arriba, presuroso se acercó y la tomó.

    —¿Te ayudo? —se ofreció

    —Muchas gracias —Cuando la caja no obstaculizó su visión, Sol se dio cuenta de que se trataba de Víctor—. Eres tú.

    —“Eres tú”, ¡qué respuesta tan fría!

    —Es que nunca imaginé que serías tan amable —confesó ella, sonriendo divertida.

    —Eso lo dices porque no me conoces. ¿Me quieres conocer? —Sol no pudo evitar reír ante la pregunta—. ¿A dónde llevas esto?

    —A mi salón.

    Los dos se dirigieron al aula de Sol y dejaron las cajas sobre el escritorio del profesor.

    —¿Qué hay allí dentro? —cuestionó él, curioso.

    —Son latas de pintura en su mayoría. Mi grupo tiene el aula más sucia de todas. Piso manchado de las suelas de zapatos, butacas rayadas, paredes descuidadas y tachonadas; así que tenemos mucho trabajo que hacer —Sol colocó sus manos sobre su cadera y miró el salón—. Casi todos los fondos de cooperación se fueron en esto —Golpeó una de las cajas.

    —¿Vas a dejar eso allí? El profesor se enojará.

    —Claro que no; lo dejaré en aquella esquina.

    —¿Y por qué no me lo dijiste antes? Para eso estoy aquí.

    Víctor tomó una caja y la dejó en el lugar que le tenían designado, haciendo lo mismo con la otra.

    —¿Sabes? Recuerdo mucho aquella vez que te atrapé dejando esas víboras en el salón —comentó de pronto ella.

    —¿En serio? ¡Qué casualidad! Yo también pienso mucho en ese día.

    —Siempre me pregunté qué es lo que Víctor piensa. Siempre metiéndose en líos y detrás de él sus amigos.

    —Escuché que vas a ser tutora de Derek.

    —Sí y realmente quiero ayudarlo. Ustedes tres se prometieron entrar a esa universidad, ¿no? Creo que su amistad es muy bonita y también creo que aunque pareces una persona seria, no lo eres con tus amigos; con ellos eres amable.

    —Pero no sólo con mis amigos; puedo serlo con otras personas.

    Sol vio la hora en su reloj.

    —Se me hace tarde —Miró al rubio—. Gracias de nuevo por la ayuda.

    Salió del salón dejándolo solo. Sol volvió a pasar frente al salón de Víctor y vio a Derek mirando la ventana hacia afuera.

    —¡Derek! —lo llamó y él se volvió para verla—. No se te olvide que hoy a las cinco voy a ir, así que no hagas ningún plan.

    —No te preocupes, no tenía planeado hacerlo.

    Sol siguió su camino y Derek continuó con su actividad. El receso terminó y las clases trascurrieron normalmente. Esa vez, en lugar de quedar con sus amigos, Víctor se dirigió a las mayormente tranquilas afueras de la ciudad, donde un amigo suyo poseía una tienda de artesanías variadas; le gustaba ver las cosas nuevas que le llegaban y ayer le había llamado informándole que productos refinados y bastante llamativos habían arribado. Llegó y se encontró una nada grata sorpresa; Sara estaba allí.

    —Rayos —masculló por lo bajo e iba a darse la vuelta para salir del local cuando su amigo lo interceptó, acercándose a él.

    —¡Hey, Víctor! Te esperaba.

    —Hola, Aarón —lo saludó sin ganas al ver que Sara también se había percatado de su presencia.

    —Mira, te presento a Sara Sanz. Fue una intercesora para que los proveedores decidieran dejarnos sus artesanías valiosas.

    —Sí, ya tengo el placer —dijo ella, sonriente—. Es mi prometido.

    Víctor le dedicó una mirada que le indicó que no hablara de cosas innecesarias.

    —¿Sabes, Aarón? Recordé que tengo cosas más importantes de que preocuparme. Otro día vengo a ver tus nuevas adquisiciones —se excusó el joven tornándose verdaderamente incómodo.

    Y como alma que se lleva el diablo, Víctor salió del establecimiento y virando a la izquierda, siguió con su camino, sabiendo que Sara lo seguía porque ella lo llamaba. La muchacha se había dado cuenta demasiado tarde de que el comentario que había hecho no había sido nada agradable, por lo que quería disculparse con el rubio; no obstante, éste se limitó a continuar su camino, ignorándola de plano, simplemente fastidiado de su presencia. Y entonces ocurrió lo que podría estrecharlos más de lo que hubiesen imaginado o se hubiesen propuesto.

    Víctor pasó una calle, con Sara a un par de metros alejada —y es que él caminaba a grandes zancadas—; no obstante, por estar tan preocupada en obtener la atención de él, ella no detalló nada que le diera aviso de la motocicleta que, como caballo salvaje, desbocado y sin jinete, dio vuelta en la esquina a velocidad sorprendente, sorprendiéndola, asustándola y paralizándola como para enviar algún mensaje de auxilio a su cerebro. Sería cruelmente arrollada por aquel animal mecánico de dos ruedas; o eso pensó, porque en realidad no ocurrió. Y es que Víctor, a pesar de también hallarse sumido en sus pensamientos, logró escuchar desde antes el rugir acelerado del motor, y el derrape de las llantas de la moto al dar la vuelta bruscamente; por lo que, visualizando de antemano lo que pasaría, presuroso se dirigió a la joven y lanzándose sobre ella, la sacó de la zona de peligro.

    Impersonal ante la situación que provocó su imprudencia, el conductor del pequeño vehículo no se detuvo y continuó, dejando a los dos jóvenes tirados a la orilla de la calle; él sobre ella. Víctor se alzó un poco por sobre el cuerpo de la chica para no aplastarla tanto y quiso, antes que nada, regañarla por su distracción; sin embargo, la palidez en el rostro de ella y el que sus cobaltos estuvieran bañados de terror lo retuvo de hacerlo. Pudo sentirla temblar bajo él ante el impacto de la escena pasada; podría asegurar que incluso escuchaba el fuerte y temeroso latido de su corazón. Con todo, la imagen de ella, le pareció al rubio tiernamente conmovedora, y tomado por sorpresa ante sus propios pensamientos y el repentino latido de su propio corazón, desvió la mirada de ella y masculló por lo bajo una maldición, sonrojándose. La cortísima distancia entre ambos no ayudaba a calmar sus nervios.

    —Vamos —intentó hablar él, levantándose—. No ha sido nada.

    La ayudó a ponerse de pie, pues estaba tan conmocionada que simplemente no atinaba a actuar de manera correcta. Sara todavía podía oír la motocicleta acercarse y verla casi arriba de ella. Los espasmos sacudían su pequeño cuerpo y, antojándosele más frágil de lo que una vez lo creyó, Víctor la rodeó de los hombros con su brazo, protector.

    —Todo está bien —dijo, tranquilizador—. Te acompañaré a tu casa. Apóyate en mí y no te alejes, ¿bien?

    —¡Señorita Sara! ¡Señorita Sara! —Un hombre de mediana edad, ataviado de un traje elegante, chaparro, regordete y medio calvo, se acercó a ellos—. ¿Está bien, señorita?

    —Jaime —lo nombró Sara, recuperando el color en su piel—. Estoy bien.

    —¿Es usted el chofer? —inquirió Víctor, observando al hombre.

    —Así es, joven.

    —En ese caso no habrá necesidad de acompañarla hasta casa. ¿Se la encargo?

    —Ni qué decirlo, joven.

    De esa manera, Víctor condujo a Sara hasta el auto en el que había llegado y la subió a éste con cuidado, no deseando efectuar un movimiento en brusco que la altera más de lo que estaba o la mareara de alguna manera.

    —Con cuidado —le advirtió al chofer.

    —Muchas gracias, Víctor.

    Sara lo miró con sus ojos brillantes, llenos de gratitud, antes de cerrar la portezuela y así el auto pudiera perderse en la lejanía, dejando a Víctor plantado en su sitio un espacio de tiempo que resultó más largo de lo que pensó. Rememoró cada segundo que vivió después del incidente tan desagradable y con abatimiento cargado de un atisbo de recriminación, chochó la palma de su mano en su frente. ¡Qué torpe era! No estaba cumpliendo para nada con su plan de mantenerse alejado de Sara y mantenerla alejada a ella de él; para que funcionara, la idea no era precisamente tratarla con tanta amabilidad y cariño. Sacudió la cabeza negativamente, decepcionado de sí mismo. Debía ser mucho más cuidadoso a partir de ahora o podría terminar en un camino en el que no debía.

    CA

    Sean caminaba por las calles de la ciudad con la intención de regresar a su casa, pues acaba de dejar la escuela. Con eso de que sus compañeros y él estaban arreglando el gimnasio, la labor consumía mayor tiempo del que muchos disponían o deseaban regalar; de cualquier manera, él se mostraba presto a ayudar. En medio de su trayecto, el que difería del usual porque le gustaba pasear y conocer otras partes de la urbanización en la que vivía, se encontró con un parque de béisbol. En éste, pudo distinguir a un montón de niños, quienes rodeaban a alguien, que a su vez parecía instruirlos en cuanto al deporte dados los ademanes y aparentes consejos que les daba.

    Se detuvo por completo, observando el cuadro un momento; de pronto la situación le recordó a él. Una sensación de bienestar lo invadió. Era gratificante hacer algo por los demás y descubrir que no era el único que se tomaba las molestias de hacerlo, lo llenó de felicidad. Entonces, vio que los niños fueron dispersándose, dispuestos a dejar el parque, pues parecía ser que se lo turnaban y la hora de que los mayores lo usaran había llegado. La persona entrenadora de los pequeños, al irse acercando más a Sean, que estaba muy cerca de la entrada del parque, consiguió reconocerlo y que él la reconociera. Era Karen.

    —¡Hey! —exclamó ella al distinguirlo, caminando en su dirección.

    Turbado a más no poder, el castaño se dio media vuelta, dudando si retirarse del lugar o no; luego, volvió a girar ciento ochenta grados, pero ahora manteniendo su visión lejos de la chica que casi se colocaba frente a sí, de alguna manera, ignorándola. La rigidez en su postura combinanda con el nerviosismo impreso en sus facciones, eran reacciones dignas de ver.

    —¡Vaya! —Karen llegó y le proporcionó un ligero y amistoso manotazo en el brazo—. ¿A quién tenemos aquí? ¡Ah! Descubres que soy chica y ya no eres tan atento, ¿eh?

    Sean se limitó a bajar la cabeza y rascarse la nuca con inquietud, evitando los ojos miel de la chica. Karen lo miró detenidamente. Había pensado que la razón su actuar tan contrario en cuanto supo que era una chica se debía a que él debía despreciarla por algo; quizás era de esos desagradables misóginos sin razón. No obstante, siendo perceptores y observadores, su actitud era muy diferente a alguien déspota y prejuicioso; era más bien como un cachorrito indefenso y asustadizo. Suspiró ligeramente, sonriendo, para luego hablar:

    —Todos los lunes y miércoles vengo a enseñar a estos niños un poco de béisbol. Me encanta el deporte y creo que es una manera divertida de recreación. Ya sabes, preferible gastar energías corriendo y golpeando bolas que estar frente a un televisor, ¿no?

    —Opino lo mismo —confesó con voz tenue.

    —¿Verdad? —le sonrió, agradable—. Bueno, está haciéndose tarde y debo irme. Si quieres, puedes venir cuando quieras. A veces necesito una mano para aquietar a tantos pequeños. Nos vemos.

    Y despidiéndose moviendo su mano, se perdió en el horizonte y quedó fuera del alcance de la vista de Sean, quien se mantuvo en su lugar un momento más, pensando en lo que acababa de vivir. Había dicho una simple línea, ¿no era eso un progreso?
     
    Última edición: 17 Febrero 2015
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