Harry Potter Como un Muggle.

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Paulijem, 11 Julio 2017.

  1.  
    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Escritora
    Título:
    Como un Muggle.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    3004
    ¡Hola! Aquí les traigo este Dramione, ya lleva bastante tiempo publicado en mi cuenta de Wattpad (Paulitah07) pero quería compartirlo aquí también.

    Declaimer: Este fic participa en el Amigo Invisible de «Dramioneras bitch!!» Y es para: mi querida Sophie.

    Espero que les guste este primer Cap.


    Capítulo 1

    Había intentado asimilar todo lo sucedido: la guerra, los heridos, las muertes. Quizás en un inicio aquello no le había importado, después de todo había sido un chiquillo que había estado convencido de que el mundo era suyo. Pero vivirlo... vivirlo fue algo muy distinto. Draco Malfoy había sentido miedo y repugnancia de sí mismo. Y sentía que, de alguna manera, merecía pagar por aquello que lo hacía sentir sucio.

    Tal vez era el primer Malfoy que se sentía arrepentido de todo. Pero esperaba que al menos eso lo liberara del peso que llevaba encima y olvidara todo a lo que había sido sometido. Porque no importaba cuanto lo hubiera deseado, nada parecía querer irse de su memoria.

    Todos estaban reunidos; podía conocer a muchos de los presentes, sus nombres, incluso donde vivían. Había estudiado con sus hijos, nietos y sobrinos. Pero en ese momento, en ese pequeño instante, mientras era juzgado, nadie parecía querer reconocerlo; su nombre ya no valía nada.

    Podía escucharlos, murmurando entre ellos lo que sucedería con él. Algunos enviaban miradas furtivas, molestas y en desacuerdo. Al menos, Potter aseguraba que no serían severos. Era estúpido pensar cuánto confiaba en la palabra de su viejo enemigo. Pero una parte de él lo agradecía. Todo era mejor que terminar como sus padres, que hacía ya un mes estaban cumpliendo su condena en Azkaban, lo que les llevaría unos cuantos años antes de que pudieran salir. Y aunque él no había salido librado de ser condenado, sabía que ese no sería su destino.

    —Bien, según nuestro decreto ministerial, y dado que aún eres menor de edad, hemos llegado a un acuerdo mutuo. —Kingsley, ahora Ministro de Magia, lo observó—. Se te quitarán tus dotes mágicos por seis meses y dicha condena la llevarás a cabo en casa de tu única tía viva. Se te dará ciertos ítems a seguir, y si cumples cada uno de ellos, tu libertad y tu magia volverán a ti. Si cometes un solo error estarás condenado a pudrirte en prisión y no habrá voces que te saquen de aquel agujero. —Los ojos del ministro en ningún instante habían dejado de estar fijos en él. ¿Qué esperaba, una queja de su parte? Incluso él sabía que no tenía ni voz ni voto y reclamar estaba fuera de su alcance. Lo único que le quedaba de su lado era asimilar lo escuchado.

    Sintió sus manos temblar sobre sus rodillas. No, nunca podría asimilar estar sin magia por seis pútridos meses. Aquello no sonaba nada bien, obviamente no para un mago sangrepura. El estrado se levantó. No supo si algo más había sido dicho, de todas formas aquello ya no le importaba. ¿De qué servía después de todo? Estaba jodido por donde se mirase.

    Vio como todos comenzaban a salir sin importarle el amargo sabor que habían dejado en su boca ese día. Se había hecho justicia, ¿qué importaba el estado de ánimo de un chiquillo? Sintió una mano sobre el hombro, como un apoyo que en verdad necesitaba. Pero se sintió asqueado de sí mismo por el hecho de haberse sentido reconfortado por el mismísimo Harry Potter. La soledad y la humillación provocaban eso, estaba seguro de ello.

    —Potter, acompaña al señor Malfoy al Departamento de Extracción Mágica. En cuanto termines, preséntate en mi oficina. —Un hombre se había acercado a los dos, llevaba un sobretodo marrón y una placa en su pecho. Draco no lo había visto en su vida, todo había cambiado últimamente y no entendía por qué se sentía sorprendido.

    —Sí, señor. —Le hizo un gesto con su cabeza para que lo siguiera.

    No tenía que ser un genio para saber el futuro comprometedor que cara-rajada tendría. Auror, tal vez. Era de esperarse que el salvador tuviera agallas para estar a la par de la ley. Sintió aún más amarga la boca.

    Suspiró. Se vio guiado por un largo pasillo hasta dejar al fin aquel frío lugar. Vio muchas cabezas pelirrojas aglomeradas en una pequeña sala al final y a Granger entre medio de todos ellos. Aunque poco le interesaba saber porque estaban ahí, logró escuchar como el ex Gryffindor intercambiaba unas palabras con ésta última sobre lo sucedido.

    En ningún momento ella lo había mirado. Eran en esos instantes en que extrañaba ser un muchacho estúpido, normal hasta cierto punto, con la valentía de abrir la boca cuando se le diera en ganas, con objetivos banales, en competencias ñoñas. Que distinto se había vuelto todo. Jamás creyó que todo terminaría tan pronto y de esas desastrosas maneras. Pero el ‹‹hubiera›› ya no existía para él ni para ninguno a esas instancias. Todo estaba hecho, cada uno había trazado su destino y había ganado lo que se merecían: algunos paz, otros, seis meses sin magia.

    —Bueno, pudo ser peor —susurró la castaña. Harry asintió y miró hacia él. No supo si había sido lástima o alivio, el rubio no quiso saberlo.

    —Bien, tengo que irme, salúdame a Ginny. —Hermione asintió y dio la espalda a ambos. Draco vio claramente cómo la comadreja la abrazaba y se encaminaban juntos hacia los demás pelirrojos. Por alguna razón, aquello sin duda, lo molestó —... la sala de Extracción no está muy lejos. —Frunció el ceño y miró despectivo al muchacho que había salvado al mundo. Él no era culpable de nada, pero lo odiaba por ser tan estúpidamente gentil.

    Tragó en seco. Sala de Extracción de Magia, nunca un nombre de un lugar le había dado tantos escalofríos. Se quedaría sin magia. ¿Qué castigo podía ser peor que ese?, Eso no estaba bien, no lo estaba para él y si hubiera tenido la oportunidad, habría gritado lo absurdo de todo eso. Pero allí estaba, encaminándose al departamento del demonio para que una parte de él fuese extraída, tal vez, para siempre.

    Porque no estaba seguro de poder sobrevivir como, estaba convencido, un muggle.

    La Sala de Extracción era quizás todo lo horrible que se había imaginado. Era oscura, fría; las paredes ni siquiera tenían un decorado más que grandes y largos estantes. En el medio de la misma había una mesa; allí había pasado dos horas más críticas de su vida rodeado de tres brujas y unos aparatos horrorosos que habían incrustado en su piel.

    Si así era como se sentía que te arrebataran el alma, entonces no le deseaba aquello a nadie. Era como si la vida, una parte importante de la misma, fuera extirpada sin una gota de anestesia. Y aunque no había sentido un dolor físico, lo había sido mentalmente. Un sufrimiento sin igual, un vacío existencial. La Magia había dejado de formar parte de su sistema y en su lugar habían dejado nada.

    Vio como la depositaban en un frasco, apenas con una etiqueta con su nombre y con una esencia roja en uno de los estantes con otros recipientes. No había sido el primero ni el único que había perdido su magia por sus errores, pecados y caminos equivocados. Se sintió mortalmente desdichado y siguió estándolo incluso cuando salió y volvió a ser guiado por Potter hasta el ascensor.

    —Mira, Malfoy...

    —No quiero ni necesito tu estúpida lástima, Potter. —Había sido despojado de todo, y aunque su orgullo había sido mínimamente ultrajado, no dejaba de ser Draco Malfoy. Su conciencia estaba contenta por ello—. Yo haré mi parte si tú haces la tuya. No necesito del estúpido sentimentalismo gryffindoriano para salir de esta.

    —Perfectamente captado —murmuró Harry antes de salir de la caja de metal. Aquella parte del Ministerio era sumamente iluminada, tanto que dañaba sus ojos a cada paso que daba mientras se adentraba al recinto—. Bien, hasta aquí llego yo. La señora Tonks no tarda en venir, supongo que el papeleo la ha retrasado. Solo serán unos minutos más de martirio, imagino que eso no te importará.

    —Ya lárgate, San Potter.

    Y así lo hizo. No necesitaba que un recién juzgado y testarudo Malfoy importunara su día. Aunque no estaba del todo satisfecho con dejarlo solo, ¿pero qué podía hacer él sin una gota de magia? No sintió más que lástima por él.

    Como le había dicho el pelinegro, la señora Tonks hizo acto de presencia. Si no fuera que sus mejillas tenían un poco más de color, habría tenido la loca idea de que su madre había venido por él. Pero no, allí estaba su tía Andrómeda, la muchacha que había sido borrada del tapiz de sus abuelos por enamorarse de un hijo de muggles.

    De pequeño había pensado que eso era lo peor que le podía pasar a un mago o bruja. Ahora, viéndola, pensó que no había sido más que una estupidez.

    —Draco, ¿verdad? —Aclaró la garganta y se colocó de pie. Era curioso como la sala le había proporcionado una silla mientras estuvo allí por una hora y media más. Sintió las manos frías, claramente de los nervios. ¿Qué debía hacer? ¿Qué haría ahora?

    —Sí.

    —Espero no haberte hecho esperar tanto tiempo. Las cosas en el Ministerio no han cambiado en lo absoluto y los papeleos siguen siendo igual de engorrosos que siempre. —Ella lo miró con fijeza, de una manera delicada, de la misma forma que su madre lo hacía cada vez que intentaba saber lo que pasaba con él—. Ven conmigo, salgamos de aquí. No puedo prometerte que será la gloria, imagino que necesitarás tiempo para adaptarte y asimilar todo esto. Pero estarás a salvo, tienes un hogar y no estás solo.

    Las primeras semanas habían sido nefastas, mentalmente. Aún no podía acostumbrarse a que el hogar de su tía fuera tan iluminado, que la habitación de su difunta prima fuera tan amarilla y que los sollozos de Teddy fueran tan melancólicos. Los primeros días Andrómeda respetó completamente su espacio, pero al sexto día, en que hasta entonces no se había levantado de la cama, ella había ingresado y lo había sacado prácticamente volando de allí.

    —Tienes que comer, no puedes echarte a morir. Eres joven, vital, eres un Malfoy. —Eso último le subió mínimamente la autoestima. Había funcionado al menos para subsistir y llevaba exactamente tres semanas sin ningún incidente.

    Ese día se había levantado a horario, su tía Andrómeda estaba haciendo el desayuno y Teddy jugando en su silla con sus juguetes extraños. El pequeño se lo encontraba muchas veces extremadamente feliz con su cabello de un azul eléctrico, que parecía tener brillo propio, y a veces de un rosado pálido, con sus ojos tristes, como ahora.

    — ¿Está bien? —La señora Tonks se giró hacia él y miró a su joven sobrino.

    —Lo está, querido. No te preocupes. —Pero eso no lo había calmado. Por alguna razón que desconocía sentía algo de empatía por el niño. Tal vez una conexión normal cuando reconoces a tu propia sangre. Es por eso que sin pensarlo, sin resistirse a aquella fuerza que parecía ser mayor que la suya, se acercó a Teddy y lo quitó de su silla.

    —Quizás él quiera un poco de aire. —Andrómeda sonrió con delicadeza y, secando sus manos con su delantal, caminó hasta la pared donde el gorrito del pequeño estaba colgado cerca de las llaves.

    —Por el sol. —Draco se fugó al fin de la casa, con un pequeño peso entre sus brazos. Pero nada parecía ser mejor que un poco de aire, sintió unas pequeñas manos sobre su rostro y al bajar la mirada hacia Ted, se encontró con una copia exacta a él. Ojos grises, el cabello rubio platino y una sonrisa insondablemente ladina.

    —Si no supiera realmente quien eres, incluso podría llegar a pensar que eres un Malfoy. —El pícaro Lupin soltó una risita modesta completamente contagiosa.

    ···

    Hermione Granger últimamente no lograba sorprenderse por nada. Parecía que su facilidad por sentirse fascinada por cualquier cosa había mitigado en la guerra. Se sabía que la inocencia de todos había sido arrebatada por aquellos días oscuros, y aunque muchos intentaban retomar la esencia que habían guardado, ella definitivamente había fracasado en el intento.

    Pero cuando Harry le había pedido aquel favor, sin duda la sorpresa y el desconcierto desfiguraron su rostro habitualmente neutral. Sin embargo, habían bastado unas cuantas palabras amables y un batir de pestañas para convencerla. Los ojos verdes de Harry en su modo de cachorro abandonado seguían siendo su perdición.

    Así que por eso estaba allí, frente a la entrada de los Tonks y sus nudillos en el aire, sin atreverse a chocarlos contra la madera de la puerta. No entendía qué temía encontrarse. Solo debía asesorarse que la señora Tonks y el pequeño Teddy estaban en perfecto estado y claro, que Draco Malfoy también lo estuviera.

    Draco Malfoy.

    Un escalofrío subió por su espalda de sólo pensarlo, ahora era cruelmente vulnerable como un cachorro. Pero el simple hecho de que fuera Malfoy le hacía pensar que aún sin magia le parecía peligroso si él lo quisiera. Aunque había otras razones para sentirse reacia a entrar, sólo Merlín sabía por qué.

    —Hay té y pastelillos adentro, querida. —Hermione dio un pequeño salto y se giró hacia una divertida Andrómeda Tonks—. Oh, lo lamento, Hermione —La pasó por al lado y abrió la puerta con su llave—, no quise asustarte.

    —No lo hizo, se lo aseguro.

    —Pasa, pasa. Harry me dijo que no podría venir y me avisó que enviaría a alguien de confianza. Imagino que hablaba de ti ¿cierto? —La castaña sonrió con amabilidad y cerró la puerta detrás de sí. Si algo sabía de la madre de Tonks, era que sin duda era una mujer muy astuta. Había ciertos genes que nunca se iban y ella era un claro ejemplo. Llevaba en su interior aquella perspicacia de un Black a flor de piel todo el tiempo, desde que la había conocido.

    —Es una inspección simple, nada fuera de lo normal. ¿Por cierto, ha dejado a cargo al pequeño Teddy con él?

    — ¿Y por qué no? —Dejó las bolsas de los mandados sobre la mesada y se giró hacia ella con un gesto dulce, pero cauteloso—. Draco es un buen muchacho, y no es porque sea mi sobrino. Narcissa nunca me dejó verlo, es cierto. No sé cómo es —Con un gesto de su mano la invitó a sentarse en una de las sillas del comedor—, pero pude entender muchas cosas en todo este tiempo. No es más que un simple niño que se vio envuelto en palabras bonitas, en glorias y victorias que no obtuvo. Le enseñaron que el mundo era suyo cuando no era cierto. Ahora sufre las consecuencias que sus padres, ante su imprudencia, le arrastraron. El miedo produce que el débil sea sometido.

    —Lo entiendo, pero todos tuvimos la oportunidad de elegir. Él también, señora Tonks. Pero no he venido hoy para hablar de esto, no soy la indicada. ¿Dónde se encuentra él en este momento?

    —En el jardín, allí los encontrarás. —Hermione asintió.

    En efecto ahí estaban: Malfoy sentado junto a un pequeño Teddy bajo la sombra de un nogal mientras les daban migajas de pan a los pequeños peces que los rodeaban. Había una fuente de agua cristalina estratégicamente puesta en medio del extenso jardín. Era simplemente hermoso y fuera de tono a la vez. Teddy fue el primero en fijar sus ojos color miel sobre ella. No fue capaz de reprimir la emoción y comenzó a balbucear y extender sus pequeñas manitos en su dirección. Y luego los pesados ojos mercurios de Draco, de una forma indescifrable, recayeron sobre sus hombros.

    Aclaró su garganta y se acercó a pasos lentos hacia ellos. No tenía nada preparado para decir, ni siquiera un común y corriente saludo cordial, ni una tanda de preguntas. Y él no estaba en una situación distinta.

    —No, no te pares. —El muchacho la miró indeciso, pero volvió a recostarse en el césped y acomodó mejor a Teddy a su lado, quién inmediatamente había salido gateando hacia Hermione—. ¿Puedo? —preguntó mirando hacia el suelo. El rubio la miró fijamente un instante y terminó por acceder.

    —Así que Potter envía a otros a hacer su trabajo. —Hermione extendió sus brazos hacia el bebé y lo acunó contra su pecho. El niño parecía reconfortado e irremediablemente fascinado por el aroma de su cabello.

    —Deberías sentirte agradecido.

    — ¿Por haberte enviado a ti? Incluso la comadreja hubiera sido mejor. —La chica no respondió como él hubiese esperado y en lugar de seguirle el juego, se había quedado pensativa mirando a Edward Lupin reír al tocar sus rizos—. No he hecho nada fuera de los ítems.

    —Lo sé —comentó, haciéndole caras raras al bebé—. Has hecho bien tu parte, eso dice mucho de ti aunque no lo creas. —Aquello era raro, Draco se sentía raro. La miró de reojo y se vio obligado a tragar con dificultad y desviar la mirada a otra parte como un mocoso.

    ¿Qué pasaba? Sentía que su inexorable necesidad de alejarse perdía, a cada segundo, su fuerza al estar intoxicándose con su dulce presencia. Incluso el diminuto Lupin parecía verse hechizado con ella y apenas era una cría en comparación de su supuesto entender. ¿A caso se estaba ablandando? ¿Sentirse reconfortado por una criatura, lo estaba llevando a un inestable camino que no conocía? Porque de algo estaba seguro, y era que Hermione no era más que eso, un camino y un terreno peligroso en el que su equilibrio siempre se había visto fracturado.

    — ¿Eso es todo? —La urgencia que había empleado para preguntarlo había sido un claro mensaje para Hermione. No estaba cómodo y daba gracias a Merlín, porque ella tampoco. Pero antes de escapar de aquel nefasto momento fijó su mirada en él.

    —Sólo por hoy, pero eso no quita la posibilidad de que esta sea la única vez en la que no te veas obligado a ingerir una botella entera de Veritaserum.
     
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    Ichiinou

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    Awwwns, Draco siempre ha sido uno de mis personajes favoritos y en este fic me causa mucha ternura, al igual que el pequeño hijo de Tonks y Lupin, me encanta.
    Como partimos de la premisa que es un Draco x Hermione en algún momento esto irá cambiando, lo que ahora le incomoda a Draco pasará a otro tipo de sensación y viceversa. (?)
    Creo que has sabido más o menos plasmar bien las personalidades de los personajes, además tus descripciones están bastante completas y el relato va tomando forma en la cabeza del lector sin dificultad, aunque también es cierto que se parte de la base en la cual el lector ya conoce el universo que plasmas.
    Me ha agradado mucho, tengo curiosidad por saber cómo sigue. Espero la continuación. ¡Un saludo! :3
     
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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Sinceramente amo tus comentarios :inlove:.

    Creí que poner a Teddy junto a Draco en ese proceso de redención, sería una idea perfecta. Después de todo sabemos que Malfoy es un personaje difícil en ciertos aspectos sobre todo, imagino yo, recibiendo la ayuda de aquellos de quienes se había permitido odiar con facilidad. Y Hermione sería un plus, no es exactamente un Dramione pero hay un cierto acercamiento y pensamientos que solo lograrán confundirlo. En el siguiente espero que eso se aclare xD

    ¡Gracias infinitas por comentar :inlove:!
     
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    InunoTaisho

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    Nunca me ha parecido ni tantito insinuar algo entre Draco y Hermione ─sinceramente no sé de dónde sacan que pudieron haber tenido algo─, pero lo que has retratado hasta ahora me ha llamado bastante la atención que no pude dejar de leerlo, sobre todo por la participación del pequeño y encantador Teddy Lupin... quién no lo querría? Incluso Draco Malfoy, el "no dejo de ser arrogante sangre - pura Malfoy" aun siendo condenado a seis meses como vil squib (creo que sería el término más adecuado, pero muggle se oye más dramático... ☺) cayó preso de la ternura del bebé... ♥.
    Por lo demás puedes jugar con los pensamientos de Draco en cuanto a su debate interior sobre lo que pudieran ser sentimientos románticos hacia la "vil sangre - sucia" Granger, toda una ofensa para su clan... afortunadamente la tía Andrómeda está ahí y tarde o temprano no dudó en que le hará ver su error. Un saludo y veremos lo que sigue, gracias por escribir.
     
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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Aquí va el último capítulo, espero que les guste. Gracias por haberse pasado <3 :3

    Declaimer: Este fic participa en el Amigo Invisible de «Dramioneras bitch!!» Y es para: mi querida Sophie.

    Capítulo 2​


    Ya se le había hecho como costumbre desayunar cada mañana en compañía del pequeño metamorfomago, mientras la dulce presencia de Andrómeda revoloteaba por la sala, regando sus plantas y quitando el polvo de sus muebles con una franela.

    Se preguntaba si su madre alguna vez pudo haber tenido una vida común y corriente como aquella, que para él en ese período de tiempo transcurrido, le había parecido realmente cómoda y dichosa. Luego terminaba por convencerse que la respuesta era un rotundo no. Y el que estuviera en Azkaban era una de las tantas razones.

    —Hoy vendrán a visitarte.

    —¿Potter? —No había otro nombre en su cabeza. Tal vez, no quería que existiera otro.

    —No, querido. Luna Lovegood, Harry la asignó para ver si todo está en orden. Sabe que lo está, pero ahora que tiene ese nuevo puesto... No puede hacer excepciones. —Draco frunció el ceño, ¿por qué Potter confiaría en la loca de Lovegood? No sentía que la bruja de mirada alocada fuera la indicada para juzgar su situación, le era inevitable pensar que Granger era perfecta para ese trabajo después de la última vez, incluso se aventuraba a pensar que hasta la comadreja lo era. Pero, ¿Lovegood?

    Miró de reojo a Teddy y éste le sonrió cambiando su cabello azulado por uno rubio platinado y sus ojos por unos castaños. Frunció el ceño al ver ese detalle, era extremadamente difícil de entender. Pero intentó no darle importancia, no quería darle un sentido.

    Se volvería loco si lo hacía.

    —Supongo que está bien.

    —Excelente. ¿Quieres dar un paseo con Teddy? —Andrómeda le había regalado esa mirada maternal que, ya después de tres meses, no le incomodaba para nada. Poco a poco estaba acostumbrándose a ello y la verdad, una muy pequeña parte de su interior, esperaba que eso nunca acabara. Después de todo, entendió que aún seguía necesitando tanto afecto como la criatura junto a él.

    Salieron del comedor una vez había terminado de lavar lo que había usado: un plato, una taza y los cubiertos. ¿Quién lo diría? Él, el que alguna vez fue un acaudalado Draco Malfoy, haciendo los quehaceres del hogar como una rutina de todos los días.

    Pudo ser realmente peor. No cabía duda.

    El sol de esa mañana les dió el saludo matutino. Tan brillante como todas las veces que recordaba, junto con esa brisa, esa brisa otoñal, que se había convertido en unas de sus tantas sensaciones favoritas.

    —¿Quieres intentarlo de nuevo? —Teddy lo miró detenidamente. A veces Draco se preguntaba que tanto comprendía de todo lo que le decía. Pues, había hablado demás con él, más de lo que le hubiera podido expresar a alguien de sus amigos más cercanos. Si es que aún los tenía.

    Suspirando, alejando esos pensamientos deprimentes y repentinos, se detuvo a mirarlo también. El pequeño se agitó, transmitiéndole su silenciosa y muy gráfica respuesta.

    Bajándolo con cuidado, apoyó sus inestables piecitos en el suelo, sin soltar sus manos en ningún momento. Desde hacía días que ambos estaban intentando algo tan simple y sencillo.

    Draco enseñándole a caminar, Teddy aprendiendo a caminar.

    Sencillo.

    —Eso de un pie después del otro, siempre me pareció un consejo obsoleto. —Apenas había notado a la rubia, aparentemente la misma que se había aparecido a pocos metros desde donde estaban ellos sin siquiera percatarse.

    —Lovegood.

    —Draco Malfoy —hizo una leve reverencia, sin quitar esa sonrisa condescendiente de sus labios. Se inclinó hacia Teddy, cuando éste estiró una de sus manitos libres —. ¡Ay, pero si es Edward Lupin en persona! —El pequeño no esperó en tirarse encima de Luna. A simple vista parecía ser también una de sus personas favoritas. Una de las tantas que lograba reconocer con facilidad.

    —¿Cuándo quieres empezar? —La rubia había tomado al pequeño entre sus brazos con una sonrisa más que brillante.

    —Tranquilo, que los Torposoplos no te alteren.

    —No estoy alterado, ¿y qué rayos son Torposoplos? Olvídalo, no necesito saber algo como eso. —Luna besó la mejilla regordeta de Teddy antes de volver a dejarlo en el suelo. Ya tenía más estabilidad que antes gracias a las prácticas con Draco. Lo que a su vez lo hacía sentir más ligero y que le habían dado cierta confianza, que hasta entonces, no había tenido.

    Sin embargo, siempre enterraba su cara contra el suelo sin siquiera ser capaz de dar más de dos pasos. Creyó en verdad que eso volvería a suceder, si no hubiera sido por los reflejos de Malfoy. Ese personaje misterioso y divertido que lo había estado cuidando en el último tiempo transcurrido.

    Y no es como si él entendiera mucho, pero Draco le agradaba.

    El rubio escudriñó al pequeño Lupin con cierta intriga. Sus ojitos parecían estar escudriñando su alma, y era bastante aterrador. Intentó hacerse el desentendido y volvió su atención hacia Luna y su loca noticia repentina.

    —Entonces, ¿qué dices?

    —No lo sé, no creo que ir allí sea lo correcto. —Con eso último realmente quiso reír de ironía, pues era tan inconcebible que él, principalmente, actuara con tanta prudencia.

    —Será el cumpleaños de Teddy, estoy segura que Andrómeda no dejará que te quedes, así que dará igual si te niegas ahora. —Teddy estaba acomodando su cabecita en el hombro de Malfoy dando un pequeño y muy tierno bostezo. —Sabes que no es fácil decirle que no.

    Lovegood no se había quedado más tiempo de lo necesario y se había largado en cuanto tuvo la oportunidad. Y él no quedó tranquilo al respecto, pues en cierta forma ni siquiera había sentido esa visita como una oficial del Ministerio. Sin embargo, su tía había logrado que mantuviera la calma el resto del día. Aunque la idea de ir a «La Madriguera» no había dejado de darle vueltas en la cabeza.

    No sabía exactamente qué le asustaba de la propuesta: por un lado estaban los Weasley, Potter, su avalancha de amigos y por el otro, aunque quisiera negarlo, estaba Granger.

    Y Merlín sabía que aunque lo negara con fervor, ese era realmente su problema.

    No la había vuelto a ver desde ese día en que Potter la había enviado, pero había sido suficiente para haber hecho de él un manojo de nervios y un estúpido, al estar anhelando su visita de nuevo. Tal vez era el efecto de su falta de magia en su sistema o el hecho de que en verdad le agradaba su presencia. Y no estaba seguro a qué se debía; era la primera vez que se sentía abrumado de esa manera y había usado al hijo de su prima para no darle más tiempo de lo usual a sus profundos pensamientos y claramente a su miseria. Pero a Lovegood sólo le había costado un par de palabras para derribar ese gran muro de su inestable cabeza.

    —¿Estás bien, querido? Te encuentro algo disperso.

    —Lo siento. —Se disculpó algo cohibido. Pensó que con eso sería suficiente, pero Andrómeda tenía esa expresión en su cara esperando más. —Lovegood mencionó algo sobre el cumpleaños de... De Teddy. Potter quiere que asista.

    —Así que era eso. —Murmuró con una sonrisa tenue. —Iba a decírtelo, pero había esperado el momento justo para hacerlo —tomó una de sus manos y la acarició con delicadeza. En un principio aquellas muestras de afecto a Draco lo hubieran dejado en blanco, vulnerable y desdichado. Más Andrómeda le había obligado a sentirse reconfortado por ello. —Entenderé si te sientes comprometido a ir, pero Harry cree y yo con él, que sería perfecto para demostrar al Ministerio que eres capaz de reintegrarte en la sociedad sin problemas. Que no hay rencores que guardes en tu interior que sean un peligro para los demás. Velo como una oportunidad, no como una tortura.

    Pasó la noche pensando en qué sería correcto. Darse el tiempo para elegir que era mejor para él también lo había aprendido en aquel período. Los contras, los pros, lo bueno y lo malo.

    Casi siempre llegaba a la misma conclusión, no entendía porqué Harry Potter se tomaba tantas molestias para hacer de su pena en algo más ameno. Porqué Andrómeda lo trataba como un hijo o el pequeño Teddy como alguien en quién confiar.

    Sucumbió al sueño con tantas cosas sin resolver, con preguntas sin responder y con ese vacío en su interior por la falta de su magia.

    Pasaron varios días después de aquello, la señora Tonks no había vuelto a tocar el tema del cumpleaños de Teddy ni de La Madriguera. Él por su parte no había vuelto a pensar en Granger, lo que era bueno, ni en su condena. Los días transcurrían sin más, prácticamente como un pestañeo; el curso del mundo jamás se detenía.

    Para cuando fue consciente de eso, el pequeño Lupin ya daba sus primeros pasos con excelencia y balbuceaba palabras con gran precisión que había acaparado la atención de las únicas dos personas que lo rodeaban todos los días.

    —Tonks hubiera hecho un baile ridículo festejando esto. —Soltó Andrómeda una vez con los ojos brillantes y Draco sólo había guardado silencio como un pacto en la memoria de su prima. A veces creía que todas las experiencias, hasta las más simples de ellas, ni siquiera merecía presenciarlas.

    Y a pesar de que no existía una manera de saber qué hubiera cambiado de haber estado en contra de lo que alguna vez había creído correcto, lo hubiera hecho más digno sin duda, de aquellos memorables momentos de Teddy.

    Una mañana, el día en que cumplía cuatro meses sin magia, llegaron los primeros regalos de cumpleaños. Las lechuzas llegaban una tras otra dejando paquetes envueltos en papeles de colores, con tarjetas coloridas y efectos de fuegos artificiales al abrirlas, que Teddy había disfrutado entre risas y gorgoteos.

    Ese mismo día habían recibido la visita de Potter junto a su esposa, la pequeña Comadreja, portando unas sonrisas enormes. Como padrinos de Teddy se habían tomado el gusto de llevarle el juguete más grande y la atención más cálida e importante. Pero no estuvo allí como testigo, había decidido tomar un paseo con Andrómeda al Mundo Mágico. Después de todo, al final, debía asistir a La madriguera; no recordaba exactamente cuando había decidido hacerlo, pero su tía no le había pedido una explicación cuando respondió un rotundo «iré».

    —Ve dónde quieras, nos encontraremos en Madame Malkin en quince minutos. —Draco asintió y vió partir a su tía a Sortilegios Weasley. Sus pies le picaban para seguirla, sin embargo aunque su lado rebelde le gritaba que ahí encontraría sin duda un buen regalo para Teddy, por otra parte creía que no era la persona correcta para hacerlo.

    Eso significaba que no tenía la menor idea de qué darle a un niño de su edad y que estuviera a su vez acorde a su presupuesto. El Ministerio sólo le había permitido usar lo necesario de su fortuna para gastos mínimos, así que no podía darse el lujo de derrochar; lo que también era humillante.

    Suspiró con frustración cuando llegó a la última tienda. Recordaba haber estado allí antes, no era un fanático de la lectura pero tenía cierta pasión por ciertos géneros que lo habían acompañado en varios momentos de su vida. Mordiendo su labio inferior decidió entrar, tal vez recorrer los estantes le daría alguna idea para el regalo «perfecto».

    —El próximo volumen llegará el mes que viene, traerá una pluma de compensación por la demora. —La dependienta hablaba con confianza con una clienta que claramente reconoció de inmediato. Y en verdad no debía siquiera sorprenderse por ello. —Oh, disculpa Hermione entró alguien. —El rubio maldijo mentalmente por ello. —¿Necesitas ayuda? —La castaña se había girado hacia él de una manera un tanto hipnótica. No la recordaba tan ordenada y claramente hablaba de ese cabello que parecía haber tenido vida propia en un pasado; desde allí podía notar con claridad su delgada figura, que hacía más notable que ya no existía vestigio de niñez en ella y esos ojos... —¿Señor? —Se aclaró la garganta y metió sus manos en sus bolsillos con desinterés.

    —Sólo estaba mirando. —Murmuró Malfoy dándole la espalda y perdiéndose entre los estantes cargados de un millar de libros. La chica sonrió mirando de reojo a Hermione, quién se había girado a hojear sin ánimos unos de los tantos tomos sobre el mostrador de roble.

    —Si dices algo, te mataré.

    —Claro, por supuesto.

    ~£~

    Estaba esperando a Andrómeda en el lugar acordado, llevaba bajo su brazo derecho el regalo de Teddy y con el otro sostenía El Profeta. Había una sección entera que hablaba de él y sus padres, era el primero en meses que leía y sin embargo sabía que allí mismo iba a encontrarse.

    —Patrañas, sólo patrañas —murmuró al leer la última oración irónica de Rita Skeeter. “Andrómeda Tonks (de soltera Black), ¿es realmente de fiar?”

    —¿Draco? —Levantó la mirada inmediatamente, esa voz definitivamente la conocía. Todos habían cambiado, todos y Blaise no era la excepción, ni Pansy quién lo acompañaba de la mano. —No vine mentalizado para esto.

    —¿Necesitabas estudiar tus diálogos? No me hagas reír —los pasó por al lado, al menos esa fue su intención antes de que el moreno lo detuviera del brazo.

    —Lo intentamos, lo intentamos todo el tiempo.

    —Pero no lo suficiente. Los esperé como un maldito idiota, por cuatro malditos meses, ¡los esperé, maldita sea! —Pansy soltó un par de lágrimas. Tal vez por los viejos tiempos, por ese sentimiento fraternal que aún cargaba, no podía asegurarlo, sin embargo verlo en ese estado sólo logró derrumbarla.

    —Déjalo, por favor, déjalo... —Zabini frunció los labios con enojo, pero terminó cediendo a los pedidos de su prometida. Draco apretaba con fuerzas el regalo de Teddy mientras su mirada estaba fija en los ojos de quién alguna vez había considerado su mejor amigo.

    Cuando Andrómeda llegó a él minutos después, lo había encontrado sentado en el suelo completamente perdido. Y su actitud no había cambiado al llegar a casa. Cuidó de Teddy, el tiempo necesario que había requerido para que el resto prepararan todo e irse finalmente a La Madriguera en compañía de los Potter. Pero ni aún así su humor había mejorado, a pesar de que el pequeño Lupin había logrado un par de veces robarse unas cuántas sonrisas.

    No había entrado en una crisis hacía ya bastante tiempo. Pensó que no volvería a tenerlas después de haberse sentido a gusto en aquel ambiente en el que el Ministerio lo había puesto. Creyó en verdad que ya había olvidado parte de sus errores del pasado, sin embargo había sido demasiado ingenuo para haberlo hecho. Era imposible lograrlo en tan poco tiempo.

    —Debes darle tiempo al tiempo. —Hermione se había sentado junto a él en el escalón de la puerta trasera de La Madriguera, desde allí podía verse claramente el patio trasero abarrotado de gente, demasiado sonriente, sólo por el pequeño Teddy.

    —Estuviste ahí.

    —No fue mi intención. —Murmuró ella mirando lo mismo que él. —Teddy parece aburrido, es tu oportunidad.

    —¿Oportunidad?

    —De demostrarles que no te avergüenza estar como un Muggle. —Éste soltó un bufido.

    —Pero sí me avergüenza.

    —Pero ellos no deben enterarse. —Draco esta vez la miró, demasiado cerca, demasiado nítida y real. Era unas de las tantas cosas que nunca se hubiera permitido hacer ni en sus mejores o peores sueños.

    Y allí estaban, rodeados de pelirrojos, de Potter, ex gryffindors, Lovegood y principalmente, de la única familia que le quedaba. Mentiría si no pensara que todo aquello era lo más irreal e inimaginable que estaba viviendo. Lo era para alguien como él, hasta entonces aún condenado a estar sin su magia.

    Pero de algo estaba más que seguro y es que en el fondo, una vez la recuperara, extrañaría sin duda sentirse parte de todos ellos.

    Fin...
     
    Última edición: 15 Julio 2017
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    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    Fuera del "Andrómeda Lupin" no encontré errores notorios... a todos se nos va de vez en cuando... :D

    Puedo decir que me agradó bastante ese cambio que posiblemente sí llegó a darse en Draco en el transcurso del tiempo, dado que ya no podría dárselas de "intocable" con sus padres condenados en Azkabán (por lo menos su padre sí fue a la cárcel) y su linaje marcado por su pertenencia al grupo de Voldemort. En fin, un poco de humildad y "baños de pueblo" fue algo bueno para este Malfoy que ya no podía ni debía ser como antes. Teddy Lupin es todo un amor!!

    Un saludo, gracias por escribir y por no tocar nada de "Dramione" más allá de sus pensamientos revueltos.
     
    Última edición: 15 Julio 2017
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    Paulijem

    Paulijem Hija de Aslan, Larcha y Tributo del andén 9 y 3/4

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    Jajajaja ya lo corregí, muchísimas gracias y tienes razón, a todos se nos pasa xD. A mí principalmente >:V

    Graciasss por llegar hasta el final, en prácticamente todo lo que he escrito ¡te adoro! A mí me hace feliz poder compartir esto con ustedes. Así que bueno, te mando un fuerte abrazo. ¡Nos leemos en otra! ^w^)/
     
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    Ichiinou

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    Bueno, 10 días después de habértelo prometido, pero ya lo he leído. Me ha gustado mucho, realmente Draco me conmueve en este relato. Yo creo que aún con magia, él podría integrarse perfectamente, ya que la magia no te hace ser de una forma u otra, creo que es lo que trata de transmitir este relato, que en el fondo, con magia o sin ella Draco no es tan mal chico. Aunque yo ya me había dado de cuenta en los libros, por supuesto. Es cierto que lo de quedarse sin magia le impulsó a pensar en todo esto y sobretodo, el conocer a Teddy.
    Mi corazón de fangirl echó de menos un acercamiento más grande entre Hermione y Draco, pero supongo que no se puede tener todo en esta vida. ;uuu;
    Me ha gustado mucho este two-shot, espero sigas escribiendo cosas de este maravilloso universo, lo haces muy bien. ¡Un saludo! :3
     
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