Long-fic Colmillo Negro Sangriento.

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Asurama, 1 Julio 2010.

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    Asurama

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    Colmillo Negro Sangriento.

    COLMILLO NEGRO SANGRIENTO
    (INUYASHA FIC)
    La Marca (I)


    Desperté temprano en la mañana de aquel viernes. Había tenido un manojo de sueños raros que me habían hecho caer de la cama. No me importó que fueran las seis de la mañana, cambié mis viejos harapos por el incómodo uniforme borgoña que llevaba a clases y salí a la cocina para preparar el desayuno. Manejaba bastante bien mis horarios y mi economía, realizaba trabajos de medio tiempo, alternándolos con mis estudios y me esforzaba mucho en obtener altas calificaciones, al menos en aquellas asignaturas que consideraba más importantes. También formaba parte del club de arquería del colegio y me había ganado la fama de excelente arquera y el apodo de “Kyu no hime”, aunque jamás creí merecerlo. Deseaba poder ganar, en una competición, algún premio que incluyera una remuneración que me ayudara.

    Justo después de haber preparado el té, el calentador se quedó sin gas, debía cambiar el contenedor esa tarde tan pronto como saliera de clases. Maldije para mis adentros mientras daba un profundo suspiro y me sentaba a desayunar. A diferencia de la mayoría de mis conocidos, me gustaba levantarme temprano para poder meditar en ese silencio. El silencio siempre parecía tranquilizar mi alma.

    Alguna vez había oído decir que los dioses tenían sus almas en silencio, aunque no me gustaba mucho compartir ese tipo de creencias. Tomaba a los “dioses” como algo incierto, un chantaje. Hacía un buen tiempo desde que había perdido la fe en cualquier cosa que no fuera yo misma. A veces, me encontraba hablando sola frente a un espejo, no tenía amigos. Antes había tenido muchos “amigos” y lo recordaba con alegría, pero ellos se fueron cuando los malos momentos dieron inicio.
    Limpié mi taza, saqué el bento del refrigerador y lo metí en la mochila.
    La ventana de la sala daba directo hacia la calle, me entretuve un rato viendo cómo el cielo cambiaba de tonalidades lentamente, dando señas de la salida del sol. Sólo entonces me eché la mochila a la espalda y abrí la puerta. En la pared del vestíbulo, junto a una vela encendida en un candelabro plateado, se hallaba colgado el retrato de mis padres.

    —Adiós mamá, adiós papá, regresaré pronto —dije antes de salir del departamento y echar llave a la puerta.

    Con entusiasmo, corrí por las calles que me separaban del colegio. Aunque estaba algo lejos, prefería no gastar dinero en transporte, la vida se me hacía un poco más difícil desde que ellos fallecieron.
    Ya habían pasado cuatro años desde que los había perdido. Ellos salieron de viaje y no regresaron. Se dijo que el avión en el que iban, desapareció junto con todos los pasajeros a bordo. Dieron por muertas a todas esas personas, jamás se supo qué pasó en realidad, jamás se recuperó uno solo de los cuerpos. Siempre preferí pensar que habían partido en un largo viaje a un lugar muy, pero que muy lejano. A veces, suscitaba lástima, no me gustaba nada.
    Durante los primeros meses, había llorado a mares y había rezado mucho. Tiempo después, comprendí que, por mucho que llorara, aquello no iba a hacer que regresaran, así que guardé mis recuerdos en una cajita oculta muy en el fondo de mi corazón y que solo abría en pocas ocasiones, cuando me regocijaba de algo, para contarles cuán feliz me sentía. En cuanto a los dioses… ya habían pasado cuatro años desde que no pasaba cerca de un templo siquiera.
    Un día, en un ataque de euforia, quemé los libros de leyendas antiguas de mamá. Podrían haber ido a parar a la biblioteca del colegio, pero preferí que no. Las leyendas eran solo un mundo fantástico e inexistente. Perderlas no me afectó. Prefería las cosas tangibles, aquellas que podía definir con certeza como reales. De algún modo, no quería creer por temor a descubrir que todo pudiera ser mentira. Había creído que mis padres vivirían para siempre y había sido mentira. Había creído que tenía muchos amigos, pero ninguno resultó ser fiel. Había creído que todo en el mundo era hermoso, pero aquella belleza pareció ir desvaneciéndose con el paso de los años.

    Crecer repentinamente, implicaba dejar de creer.

    No tenía sueños imposibles. Nunca sería una damisela en peligro a la que había que rescatar de las garras de un monstruo, nunca presenciaría una batalla a muerte entre seres fantásticos, jamás conocería a un príncipe azul y no escribiría “…y vivieron felices para siempre…” en la última hoja de un libro. Pero todo eso no importaba, las cosas reales que vivía todos los días eran gratificantes a su modo.


    Entré al salón de clases y saludé a los demás. Luego, me sumí en el silencio, pensando en el sueño que había tenido. En él, me encontraba con un hombre moreno, vestido con antiguas ropas de un rojo oscuro y con un largo cabello blanco. Él escribía en un papel.
    En seguida me concentré en las clases. Sabía que tenía que dejar de darle vueltas al asunto. Era una estupidez.
    A medio día, salí y me senté en un banco del patio del colegio, que era cubierto siempre por la fresca sombra de un añoso árbol de áspera corteza gris. Me gustaba almorzar allí. El viento pareció hablarme.
    Al acabar con las clases aquella tarde, fui a cambiar mis ropas. Haori color hueso, hakama negra ajustada a la cintura. Amaba el uniforme de Kyudo, parecía hasta elegante. Salí corriendo y me coloqué los protectores para el brazo y el pecho.

    —No corras, Akemi-san —me dijo la instructora mientras me veía colocarme en mi sitio predilecto, tomando el arco de fibra azul y poniéndome al hombro el carcaj con las flechas.

    El entrenamiento se realizaba en grupos de veinte y no muchos tenían buena puntería. Teníamos tres señales exactas para cargar las flechas, apuntar y disparar al mismo tiempo a un grupo de dianas situadas a unos treinta metros de distancia.
    Sólo en la primera ronda, marqué siete puntos mientras las demás no pasaban de los tres. Muchas creían que yo simplemente había nacido con puntería. Siete puntos exactos en cada ronda, nunca ganaba menos y mi puntería se afinaba.
    Y ese día, mi flecha cayó en la zona dorada ¡casi diez puntos! Mientras festejaba y mis compañeras me felicitaban, sentí que una “presencia” extraña invadía el ambiente. Los colores y los sonidos fueron perdiéndose, el tiempo corrió más lento… era como saltar al agua. Algo me hizo voltear en dirección a la valla metálica que cercaba el instituto y mi mirada se cruzó con los ojos curiosos y excitados de una joven parada cerca de mí, que me aplaudía. Su presencia fue una gran sorpresa para mí, ella solo me sonrió.

    —Eso es todo por hoy —dijo la instructora—. Vayan a cambiarse.


    Mientras dejaba mis cosas en el debido lugar, miré hacia donde estaba la espectadora, pero ésta había desaparecido. Todo mundo no hacía más que hablar del tiro casi perfecto. Pregunté por aquella chica de cabello castaño, pero nadie la había visto.
    Extrañada, entré al vestuario y me cambié el uniforme de entrenamiento por el traje borgoña. Tardé un buen rato, mientras pensaba en mi insidiosa espectadora. Jamás había sentido tanta fuerza en la mirada de nadie. Cuando acabé, ya todas las demás se habían marchado. Al asomar a la puerta, me sobresalté.
    Allí, junto a la salida, la fisgona me estaba esperando.

    —Hola, Akemi-san. Vi ese tiro casi perfecto, fue increíble.

    —Vienes a observarme de seguido ¿no es así? —fue mi primera impresión.

    —Vengo a verte desde que oí que tienes una puntería excelente.

    —¿Dices que has oído de mí? —no tenía la menor idea de que mi fama como buena arquera hubiera traspasado los muros de mi colegio.

    Aquella muchacha extraña, vestía un impecable y elegante uniforme negro, con unos zapatos negros lustrosos. En su mano izquierda, llevaba atada una extraña cinta roja con unos símbolos bordados en dorado.

    —Sí, Akemi-san, te has hecho muy conocida, todos mis compañeros de clase hablan de ti.

    —Vaya, no tenía la menor idea —admití apenada—. Veo que me conoces, pero yo no sé quién eres.

    —Ah, lo siento, no me he presentado —se disculpó mientras hacía una pequeña inclinación de cabeza—. Mi nombre es Tsujikawa Sango —levantó la mano izquierda para acomodarse un mechón de cabello y entonces pude ver los símbolos en la cinta roja. Aquellos no eran signos cualquiera, eran las palabras “vida” y “muerte”.

    Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo ¿por qué una chica de apariencia tan inocente llevaba escritas semejantes palabras en la mano?

    —¿Qué tienes en la mano? —le pregunté frunciendo el ceño.

    Sango se sorprendió y se cubrió la cinta con la manga de su uniforme, mientras me sonreía. Caí doblegada ante aquella sonrisa.

    —Solo es una costumbre de mi religión, nada verdaderamente importante.

    No recordaba una religión en la que los devotos debieran usar una identificación así, me ponía los pelos de puntas.

    —¿Sabes, Akemi-san? Tengo unos conocidos a los que les gustaría conocerte.

    —¿Cómo dices? —salté a la defensiva.

    —Tu destreza en Kyudo te ha hecho famosa, como acabo de decirte. Creo que podrían ayudarte a perfeccionar tu técnica aún más, serías infalible —me sonrió de una manera que me pareció irresistible— ¿Qué dices? ¿Te gustaría conocerlo?

    Me mordí el labio inferior y bajé la vista. Sabía que no debía hablar con desconocidos, pero el hecho de volverme una arquera perfecta era una tentación, era lo que estaba soñando y lo que necesitaba. Me sentí presa de una extraña confusión, como si algo ajeno se adueñara de mi cabeza.
    —Yo… la verdad no lo sé…

    —Anda, di que sí, sé que te gustaría sacar el máximo provecho de tus habilidades. Nosotros podemos ayudarte y no te cobraríamos nada —sonaba sugerente, tentadora.

    —¿Quiénes son tus conocidos? —indagué con cuidado.

    —Oh, eso no voy a decírtelo, no aún. Pero podemos reunirnos aquí, mañana en la tarde y hablaríamos respecto de esto ¿Qué dices?

    Su interés en mí era por demás sospechoso y enfrentar la tentación de su propuesta era demasiado para mi pequeña cabeza.

    —Estás muy interesada en mi puntería ¿acaso pueden sacar algún provecho de eso?

    —Claro que no —Sango hizo un gesto con la mano, demostrando que le restaba importancia—. Siempre estamos ayudando a gente con diferentes tipos de potencial —Sango bajó el tono de voz y sonaba repentinamente seductora—. Tú pareces tener mucho potencial.

    Buen provecho el que podía llegar a sacar. Aún así, tenía que urdir el plan “B”, solo por si acaso.

    —¿Y si no me gusta lo que opinan de mi técnica?

    —Pues en ese caso, solo tendrás que declinar nuestra oferta pero…

    —¿Pero?

    —Pero eso lo sabrás mañana en la tarde, cuando vengas aquí. Bueno, nos vemos —se despidió sin siquiera darme tiempo a responder.


    Aquella breve y extraña conversación con la joven Sango permaneció dando vueltas en mi cabeza durante todo el camino de regreso a casa. Extrañamente, el cuerpo me pesaba, no podía quitarme de la mente esa melodiosa voz. Por sobre todo, lo que más me extrañaba era la cinta roja. ¿Quién tuviera suficiente valor para llevar la palabra “muerte” en la mano izquierda?
    Era por demás prometedora la idea de perfeccionarse, pero con un par de desconocidos podía ser… ¿peligroso?

    Al llegar, saludé al retrato de mis padres e intenté olvidarlo todo. No iba a contárselo a nadie. Me serví un plato de galletas y me senté a la mesa. Tras mirar por un buen rato a través de la ventana de la sala, me metí a mi cuarto a estudiar. Era excelente con el arco en la mano, pero algunas asignaturas me partían la cabeza, como Inglés. Me hubiera gustado tener a mano alguna fórmula mágica que me hiciera sencillo el suplicio de “Lengua Extranjera”, pero sabía que no existían cosas como esas y que no tenía más remedio que estudiar trabajosamente. A duras penas, terminé con la tarea y fui a preparar la cena. La cena me supo amarga porque no podía quitarme de la cabeza una extraña preocupación.


    Esa noche, tuve un sueño tan extraño como los otros. Me vi vestida como una princesa del período Heian o algo parecido. En el sueño, caminaba por un largo, silencioso y aterrador pasillo. Me detenía frente a la puerta fusuma de alguna habitación, la abría y me sentaba frente a una mesa. Al levantar la vista, vi a la persona que estaba sentada del otro lado: un hombre moreno, de largo cabello plateado, vestido de rojo oscuro, como emulando la muerte. En su mano derecha, mantenía suspendido un pincel que goteaba. Sobre la mesa había barras de tinta y papel. En una de las hojas, estaba escrito el carácter “satsu”, cuyo significado es “matar”. En ese momento, se abría la puerta. Solo vi a alguien vestido de negro.
    Desperté sudando en el suelo, nada más y nada menos que a las cinco de la mañana y sentía dolor en la muñeca izquierda. Tenía una marca enrojecida, como si alguien me la hubiera apretado con mucha fuerza.

    —Tengo una marca roja —me froté la zona adolorida. Repentinamente, recordé a Sango y la cinta roja en su mano, en la izquierda.

    Intenté fingir que nada estaba pasando, pero el sueño había sido muy vívido.
    No importó cuánto lo intentara, no pude volver a dormir y me quedé tendida de espaldas en la cama, esperando que se hiciera una hora razonable para levantarme a desayunar. Tarareaba algunas cancioncillas, intentando que el silencio de la madrugada no me produjera ataques de pánico. Nunca en mi vida volvería a ver una sola película de terror, ni aunque me invitara el muchacho más popular del colegio.
    Di vueltas.

    —Espíritus malignos, tonterías.

    A eso de las siete, fui a preparar el desayuno y recién entonces noté que no había mandado rellenar el contenedor de gas la tarde anterior. Vi unas revistas viejas esparcidas en un rincón y las puse sobre la mesa para mirarlas mientras desayunaba. Al terminar el desayuno, lavé la taza, la guardé y saqué una tijera de mi mochila. Acostumbraba recortar imágenes y palabras de las revistas para pegarlas y hacer dibujos o cartas “multi-formato”.
    Corté fondos de todos los colores y los pegué sobre una cartulina blanca, luego lo recorté y le dibujé encima con un marcador negro indeleble, para darle la apariencia que más o menos tenía el vestido con el que había soñado. Como no estaba conforme con mi propia cara, recorté la fotografía de una modelo y la pegué junto con el suntuoso traje. “Rin, eres horrible” escribí junto al collage. Dejé el dibujo tirado por allí.
    Miré mi mano y la marca seguía allí, rodeándome la muñeca como una pulsera.
    De pronto, mi móvil sonó. Como era un número privado el que llamaba, corté de inmediato, pero el móvil volvió a sonar.

    —¿Diga? —pregunté.

    —Akemi-san, soy yo, Sango, quedamos de vernos esta tarde frente a tu colegio ¿lo recuerdas?

    —Sí, por supuesto —dije amablemente, pero extrañada y asustada— ¿Cómo conseguiste mi número?

    —Me lo ha dado alguien que te conoce. Te llamaba para acordar la hora en que nos reuniremos ¿Te parece bien a las tres?

    Lo pensó, si nos reuníamos a las tres y la situación no me gustaba, simplemente regresaría a casa.
    —Me parece bien.

    —Perfecto. Te veo a las tres, entonces… Y algo más, Akemi-san.

    —¿Sí?

    —Es importante que vayas sola ¿está bien?

    —Está bien —después de todo ¿Qué podía hacerme una muchacha como esa? Nada.

    ____________________________________________________________
    Los hechos y personajes de esta historia son ficticios, cualquier parecido con la realidad y con personas vivas o muertas es pura coincidencia, no intencionada por mi parte.
    La siguiente historia es una adaptación a Inuyasha fic de una serie de cuentos de mi autoría, reunidos bajo el nombre de “Colmillo de Sangre” o “Colmillo Negro Sangriento”, que tiene como protagonista a Asurama Amano. Por tanto, está prohibida cualquier reproducción sin mi permiso escrito.
    Los personajes utilizados son propiedad de Rumiko Takahashi y pertenecen al manga “Inuyasha Sengoku Otogi Zoushi”.
    Por tanto:

    A los Inuyasha’s Fans: no se asusten si Rin llega a sacar un arsenal de armas o si Sesshoumaru intenta comérsela, literalmente. Si hay OoC, avisen en el acto, para interrumpir el desarrollo de esta historia.

    A los Amano’s Fans: Disculpen si falto a la fidelidad de la historia, si amputo personajes o historias de su preferencia. Y sobre todo, disculpen que cambie a algunos personajes para hacerlos caber en la personalidad de los de Rumiko-sensei. Específicamente me refiero a Amano.
    Para comodidad de los lectores que no acostumbran leer mucho, he subdividido los capítulos para hacerlos más cortos. Espero que eso no haga una gran falta a la historia.
    Se aceptan golpes, patadas, cascotazos (pedradas) y tomatazos.
    Gracias.
     
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    Pan-chan

    Pan-chan Fanático

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Rayos...estaba tan acostumbrada a tus capitulos largos que al ver este capitulo me dije ¿Esto es todo???? O.O xD pero bueh, no puedo negar que el capitulo fue muy interesante, me gusta como narraste todo, pensé que ibas a utilizar un narrador omnisciente perop de igual forma has sabido manejar bastante bien la tercera persona singular.

    Sango apareció primero, me gustó la forma en que la describiste, la ropa, la forma de hablar, en fin...no podía esperar menos de ti. Ya me leí las advertencias, descuida que si hay oOc yo seré la primera en decirtelo, si modificas solo un poco ciertas personalidades no se verá tan mal, solo hay que buscar el punto exacto.

    Ya sabes a quien espero ver (demonios me alegra que te hayas decidido a escribir el fic xDxDxD) considerame tu fiel acosado ejemm lectora veloz ;)

    Cuando tengas el siguientecapitulo me avisas, ya sea por pefil o por msn.
     
  3.  
    rin chan

    rin chan Entusiasta

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    wuuuaa es tu historia pero volteada ahacia inuyasha jejeje ....no se ahora pensare..que satstuki es rin ...wuua no lo se me cuesta trabajo hacerlo jejeje...ya me tenia acostumbrada a los viejos personajess jejeje
     
  4.  
    sessxrin

    sessxrin Fanático

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Omg, estaba leyendo la versión original y el principio es igual o no? Me encantó y bueno, todos tus trabajos me encantan.
    Ídem a Pan-Chan. Me gustó mucho la forma en que la narraste, y me trasporto muy rápido a lectura. Me gustan las contis, pero estoy segura que las odiare por ser tan cortar más adelante xDDDD

    Sango, mmm a mi late que está en esa religion que en la version original el lider es Amano, ¿La embarre? O.O no puede esperar las escenas donde Sesshoumaru intente comerse a Rin, me parece muy sexy, aunque no creo que lo sea x´DDDD

    En fin, estaré esperando la conti. Ten por seguro que estoy hecha un manojo de nervios por saber como manejaras los personajes en está historia tan sanguinaria? no sé si ese sea el adjetivo adecuado.

    Como siempre, no soy Beta y no encontre errrores.

    Nos vemos linda ;)
     
  5.  
    Asurama

    Asurama Usuario popular

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    La Marca (II)

    A las tres de la tarde, salí del edificio y eché a correr hacia el colegio, me entusiasmaba la idea de que alguien pudiera hacer algo por mí y sin cobrarme nada. Era mejor que pagar un entrenamiento, eso era seguro.
    Al acercarme al predio del colegio, vio a Sango recostada contra el muro gris que cercaba el gran edificio. Estaba vestida con una sencilla blusa negra y jeans grises ajustados. Me sorprendió que no estuviera sola, la acompañaba un muchachito de piel algo rojiza y cabello castaño.

    —Hola Akemi-san —me saludó a la distancia, levantando la mano, la izquierda. Y allí estaba la extraña cinta.

    Al acercarme, ambos me saludaron con una inclinación de cabeza.

    —¿No ibas a estar sola? —pregunté extrañada.

    —Oh, no te he presentado a mi hermano, Kohaku.

    —Hola, Akemi-san, es un gusto conocerte —me saludó el muchacho.

    —Oh, no, el gusto es mío —Le sonreí y no pude evitar quedarme viéndolo fijo. Vestía jeans grises y una camisa de gris oscuro—. Sango me había dicho que podían ayudarme en algo.

    —¿Te parece si caminamos un poco mientras charlamos? —me propuso.

    —Sí, claro —dije encantada y comencé a caminar junto a ellos.

    —Sango, yo y algunas otras personas estamos en una pequeña escuela en la que cada quien es preparado especialmente en las habilidades que posee y mejora en aquellos aspectos débiles, tanto de la personalidad como de la ocupación que ejerce —me explicó él—. Pensamos que te gustaría hablar con alguno de nosotros, podrías llegar a entrar en torneos internacionales y nosotros podríamos entrenarte, si gustas.

    Las escuelas filosóficas me sonaban como plomo cada vez que tan solo las oía nombrar, pero no por eso dejaba de sonar interesante. Torneos internacionales, la sola mención me entusiasmaba.

    —¿Cuánto me cobrarían?

    Kohaku sonrió.
    —Muy poco.

    —No me lo creo.

    —Créetelo, Akemi-san.

    —Pueden decirme solo Rin.

    —Bien, Rin ¿Qué dices? ¿Te gustaría conocer a los otros?

    —¿Estamos hablando de equipos muy numerosos? —pregunté con curiosidad.

    —En realidad, no son tatos —me aclaró Sango—. Es pequeño, como Kohaku acaba de decir, hay miembros de todas las edades, incluso de nuestra misma edad. Te gustará conocerlos… salvo uno o dos que dan miedo… pero es algo de menor importancia.

    Había algo que no encajaba en todo eso.

    —Para hacer eso ¿tendré que formar parte de su escuela?

    Sango negó con una simpática sonrisa.

    —No, no es necesario, hay personas que nunca se han inscrito en nada y participan igual.

    De repente, me encontré parada junto a un lujoso auto gris.

    —Miren qué coche.

    —Es de Kohaku —dijo la chica mientras reía.

    —¿En serio? —pregunté sorprendida, incrédula.

    —Sí, el grupo me ha ayudado a conseguirlo —afirmó él—. Solo no lo hubiera hecho nunca. Les estoy agradecido ¿Te gustaría dar una vuelta?

    Desde que mi situación económica había sufrido un brusco descenso, años atrás, cualquier proposición como esa me habría ilusionado, justo como ahora.

    —¿En verdad?


    Sango y yo subimos en el asiento trasero y ella se pasó un buen rato hablando de su colegio. El colegio en el que asistían ambos, era un instituto caro. Al parecer, era la tan mencionada escuela la que les ayudaba a pagar. Vagamente, me pregunté de dónde sacaba dinero esa organización que no les cobraba nada a los que eran miembros.

    De repente, el auto paró.
    —¿Por qué te detienes? —pregunté confusa.

    —Mira a tu derecha —me dijo él.

    Estaban justo frente a un café que parecía bastante caro.

    —¿Qué dices? ¿Tomamos algo mientras seguimos charlando?

    —No tengo dinero, Kohaku.

    —No seas tonta, te estoy invitando.

    —Sería malo de mi parte aprovecharme de tu economía.

    —Dicen que rechazar una invitación es motivo de fuerte castigo —dijo él con una amable sonrisa.

    —No es que le tema mucho al “castigo”.

    —Si estuvieras en mi religión —me dijo Sango— sí le tendrías miedo.

    —¿Eh? —pregunté extrañada— ¿Por qué?

    —Porque el dios de mi religión no perdona a nadie.

    —¿Qué tipo de dios es ese? —pregunté incrédula.

    Bajamos del coche, entramos al caro local y nos servimos una merienda ligera, ocupando una mesa solitaria, en la esquina.
    Me miré a mí misma. Me había puesto una blusa de color verde oscuro, una calza negra y zapatillas del mismo color, me arrepentí de haber llevado una prenda sin mangas. Había intentado disimular la marca en la mano con un par de pulseras, pero era inútil.

    —¿Tienes algo en la mano? —me preguntó Sango mientras me la miraba.

    No pude ocultarlo.

    —¿Cómo te la hiciste? —volvió a preguntar Sango.

    —No me la hice. Anoche me pasaron cosas raras y desperté con esta marca.


    Kohaku y Sango cruzaron miradas, ninguno decía nada, yo no comprendía nada de nada.
    Kohaku se remangó la camisa y me mostró la mano izquierda, donde llevaba una cinta roja, con las palabras “vida-muerte”, igual que la de Sango.

    Eso no me gustó ¿qué significaba exactamente?


    Miré un reloj en la pared y vi que pronto serían las cuatro de la tarde.
    —Tenía que ver a alguien a las cuatro, no llegaré a tiempo —me quejé.

    —Te llevo, si quieres —se ofreció Kohaku.

    —Eres muy amable —le agradecí y le di una dirección cercana a mi casa.

    Después de subir al coche, tardé veinte minutos en darme cuenta de que la calle que recorrían no era la que pasaba frente al colegio. Tardé cinco minutos en notar que la senda por la que íbamos era distinta. El coche paró frente a un edificio de apariencia antigua.

    —Baja —me dijo amablemente Sango. Kohaku ya había bajado.

    —¿Qué lugar es ese? —pregunté extrañada.

    —La sede.

    —¿La sede? —repetí confundida mientras cerraba la puerta del coche y alcanzaba corriendo a mis dos compañeros de ruta.

    —Del Colmillo Sangriento —me aclaró Kohaku mientras me tomaba del brazo y me jalaba hacia dentro del portón.

    —¿Qué es el Colmillo Sangriento? —no solo estaba confundida, también me había asustado.

    —¿Por qué no nos acompañas y lo descubres? —dijo él abriendo una enorme puerta que daba a un estrecho y largo pasillo de paredes oscuras.

    Sentía que me asfixiaba.
    —No creo que me agrade.
    —Sólo será un momento —me dijo Sango muy animada, mientras me mostraba la cinta que tenía atada en la mano izquierda.

    La confianza de Sango me infundió ánimos.

    Sabía que debía voltear allí mismo y, al menos, intentar salir del viejo edificio, pero me hallé incapaz de hacerlo, como si me hubieran sustraído la voluntad o me manejaran como a un títere, con hilos invisibles. Mis pensamientos no podía dirigirlos en ninguna dirección que no fuera la del largo y estrecho camino.

    El pasillo se cortaba a mitad de camino y bajaba en una escalera muy empinada hasta llegar a otra puerta.
    Intenté retroceder, pero en vez de eso, me hallé avanzando. No sabía qué era lo que me empujaba con tanta fuerza, no sabía si podía quitármelo. Quise llorar, pero me encontré con que tampoco podía. En primer lugar, me maldije por confiar en personas a las que no conocía, solo porque me habían dicho algo bonito. En segundo lugar, me pregunté qué hacía allí y no encontré respuesta alguna.
    Lo repensé por segundos. Kohaku y Sango. La misma escuela… la misma religión…
    ¿Acaso ambas cosas eran lo mismo? ¿Qué reunía las cualidades de pequeña escuela y religión cerrada?


    No podía ser que aquello a lo que llamaban el Colmillo Sangriento…

    …fuera una secta.

    ¿Llamaban “organización” a una secta? ¿Qué organización con nombre de muerte podría tener buenas intenciones? ¡Maldición! ¿Era tan tarde como para intentar correr? Mi mente estaba confundida, hecha un caos: confiaba en ellos, desconfiaba de mi entorno ¿por qué sentía que mis emociones y todo en mí era manipulado? ¿Quién quería obligarme con esa insistencia?
    De repente, la marca en mi mano izquierda ardió.

    No importaba qué cosas me prometieran. Tenía que salir.


    —Quiero irme.

    —No puedes irte —me aclaró Sango—. Cuando alguien entra aquí, simplemente no puede salir. Solo será un momento —sonaba amable y tranquila y yo no podía comprender cómo aquello era posible—, otras dos personas hablarán contigo y luego te llevaremos a tu casa ¿Qué opinas, Akemi-san?

    Yo quería negar pero, frustrada, asentí, obligada por una fuerza ajena.

    —Las damas primero —dijo Kohaku mientras abría la puerta en el extremo inferior de la escalera y nos indicaba que pasáramos, con un gesto de la mano.


    Sentados a una mesa cercana a la entrada, dos chicas y dos muchachos estaban hablando. Al entrar, los cuatro voltearon y sus miradas fueron desde Kohaku hacia mí.
    Quedé anonadada, todos vestían de negro y tenían unas cintas doradas en la muñeca izquierda, con las palabras “vida-muerte”. Uno de los jóvenes, el que estaba más cerca de la entrada, me causó gran impresión. Su presencia me golpeó como un bloque de concreto. El corazón me dio un vuelco sin motivos y la sensación de asfixia se hizo peor. Era fornido, su piel era blanca y sus cabellos, claros. No parecía humano. Y por algún motivo me resultaba familiar.
    WTF

    Me observaba insistentemente. Desvié la mirada. Algo en ese muchacho era molesto.

    —Ese muchacho…

    —Sesshoumaru —dijo Kohaku—. Estuvo durante tres años en una escuela militar y fue promovido. Tiene dieciocho años y está en la organización desde que tenía quince. Su abuelo también formó parte de la organización. Eso es todo un privilegio. En menos de un año, Sesshoumaru-sama llegó al primer rango fuerte superior, que es el más alto de todos, después de los maestros —suspiró—, y allí se ha mantenido desde entonces.

    Sango se cubrió la boca con un puño.
    —Sesshoumaru-sama es la envidia de todos aquí —la miré atentamente—, es décimo dan en kárate y además tiene manejo de todo tipo de armas. Va en tercer año de Ciencias Económicas en la Universidad de Waseda y en cuarto año de Administración de Empresas. Sus calificaciones son elevadas, no tenemos idea de cómo lo hace —se sonrojó—. Es aterrador, no tenemos idea de por qué…

    El muchacho le clavó la mirada y Sango se pegó de espaldas a la pared.

    Por lo visto, yo no era la única a quien intimidaba.

    —Guau, así que es un joven súper dotado.

    De repente, Sesshoumaru se puso de pie y caminó hacia nosotros, seguido de los otros que estaban con él en la mesa. Lo miré anonadada.
    —Sesshoumaru —balbucí.

    —Sesshoumaru-sama para ti —me reprendió él de forma cortante. No había ningún tipo de emoción reflejada en esa cara de piedra, ni siquiera desdén. No había sentimientos en esos ojos dorados—. El maestro nos solicita reunirnos en la sala principal, vamos —dijo para todos, ignorándome, como si no existiera.

    —Sí, Sesshoumaru-sama —contestaron a coro todos. Yo seguía sin entender.

    Al verlo marchar, noté algo muy raro. Él llevaba la cinta en la mano derecha en vez de la izquierda.

    —¿Pasa algo, Rin? —me preguntó Kohaku.

    —Sesshoumaru… lleva una cinta…¿equivocada?

    —Oh, no —me corrigió—. Siempre la usa así. Eso lo hace ver diferente a nosotros, lo sé, pero a veces Sesshoumaru-sama es un poco raro.

    Me quedé viéndolo.

    —¿Un poco raro?

    ¿Qué querían decirme? ¿Así que era él quien asustaba a todos?
    __________________________________________
    Bueno, me alegra saber que los primeros en pasarse y comentar han sido lectores de mi pequeño, terrorífico cuento (y no por el contenido, sino por como se llevan las cosas).

    Pan-chan. Me alegra que hayas sido la primera. Siempre disfruto de tu crítica, sé que me serás de mucha ayuda para perfilarme mejor.
    Sé que no es lo que esperabas, pero en este foro no hay muchos lectores con "cultura literaria", ya por eso hice las subdivisiones. Me alegra que aún así te haya parecido interesante. Recuerda que estos cuentos siempre han sido dinámicos, así que creo que dividirlos no hará una gran falta a la historia.
    soy mala escribiendo en tercera persona (forma muy restrictiva), de modo que me alegra saber que no lo hago mal.
    Como te he dicho antes, espero que la adaptación a personajes de Inuyasha no afecte en gran medida a mis amados OC.
    Aquí está quien esperas. Aún no sé cómo llevaré el personaje de Bakeinu no Ouji sin dañar el resto de la trama. Claro, no esperes que Bakeinu no Ouji sea igual que el de mi libro. Lo cual, desde cierto punto de vista, es bueno.

    rin chan. De ninguna manera pienses que Satsuki es Rin. Rin es Rin y siempre será ella. Haré todo lo posible por "suprimir" en este fic el carácter de Satsuki. Leerás a Rin tal y como la conociste.
    Sé que te has acostumbrado a los personajes del otro fic, pero debes leerlos como las historias completamente diferentes que serán. Si quieres, puedes leer primero este fic, ya que estará mucho más suavizado y será más sencillo... pero cuando retomes los cuentos... Amano y su sed te van a angustiar...

    sessxrin. De hecho, el principio no es igual, es parecido solamente. Me alegra saber que te gustan las contis. Me alegra saber que no he perdido mi don de dar vida a las obras.
    Espero que no odies las contis, adaptar no es fácil.
    Veré cómo trato eso del Sesshoumaru-Rin aquí. No puedo destruir a los caracteres originales.
    La posición de Amano no es en sí importante en la historia, sino lo que los personajes viven debido a su existencia. Amano es, de hecho, Bakeinu no Ouji, pero no es el lider de la organización. Es más como un Alfa de jauría.
    tranquila, que yo también estoy hecha un manojo de nervios por saber cómo manejaré a los personajes en esta historia.
    Hablé mucho con Pan-chan y lo pensé mucho antes de decidirme a publicar, debido a los cambios drásticos que la trama presentaría. La historia no será tan sanguinaria como el cuento original. Tendí a suavizar la personalidad de Satsuki y la de Amano, y resaltar más a Aru.
    Estoy experimentando. Si sale mal, me crearé mala reputación como escritora y ficker.
     
  6.  
    luna sahara

    luna sahara Entusiasta

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    hola!!!!

    gracias por la invitacion pero la verdad resibi el mensae mientras ya lo leia xD
    la ironia de las cosas,
    bueno ya, la verdad me a gustado mucho,
    al principio no le entendia muyu bien a los personaes,
    yo pensava qe la historia era de Kagome,
    al pareser me qiboqe *verguenza* ,pero con Rin qeda meor,
    creo qe este sera un fic qe me me encantara, me gusta el toqe oscuro qe tiene,
    en mi caso no es muy comun verlos pero este se me ase muy tentador,
    pliss informame de las contis,

    cuidate noes veremos despues ;)
    bay, bay
     
  7.  
    Yagami Raito

    Yagami Raito Entusiasta

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Un nuevo trabajo en esta Zona.

    La verdad al empezar a leerlo me gusto la forma en que describías todo hasta los pequeñísimos detalles, como la ropa, la forma de hablar entre otros.

    Narración muy buena en verdad, fue un episodio medianamente largo, no estuvo ni largo ni corto, bueno ya me enrede.

    Errores.
    -------------------------------------------

    Fueron dos y minúsculos pienso yo.

    - Te falto una que otra coma, ya que hacia ver algunas oraciones con otro significado.
    - Uso de mayúsculas, ese error solo fue en una palabra y fue poco notorio.


    -------------------------------------------

    Sin más que decir os dejo.
     
  8.  
    Asurama

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    La Marca (III)
    El auditorio de la sede era enorme, de techo blanco y paredes amarillas. Estaba ocupado de largas y pulidas mesas de madera rojiza. En la pared del fondo, se levantaba una estatua de un perro monstruoso y delante había un altar con una ofrenda. Había allí más de doscientas personas de diferentes edades, todas vestidas de negro y con una cinta en la mano izquierda. Me quedé boquiabierta.

    —Todos ponemos esa cara cuando entramos aquí la primera vez —me dijo Sango.

    La miré

    —¿Sesshoumaru también puso esa cara?

    Sango negó.

    —Sesshoumaru-sama —recalcó— nunca cambia la expresión de su rostro. Es como si lo tuviera congelado, es imposible leerlo. Es muy frío —Sango se cubrió la boca al darse cuenta de que el joven le clavaba la vista nuevamente.

    Sango y Kohaku me llevaron hasta un sitio con tres sillas vacías. Tragué saliva, pues había quedado sentada justo en frente de Sesshoumaru, quien no dejaba de mirarme con esos inescrutables ojos. Noté que todos a nuestro alrededor experimentaban lo mismo: le temían y le guardaban respeto. No podía dejar de pensar que ese sujeto tenía los ojos de un asesino.
    Al instante, como si pudiera leer mis pensamientos, él desvió la mirada en dirección a la estatua del perro. En ese mismo momento, entraron dos hombres mayores y caminaron entre las mesas hasta pararse justo delante de la estatua.

    —De pie, colmillo sangriento —dijo el más viejo y todo el mundo se paró. Confundida, los imité—. En el día de hoy hemos sido convocados por el dios para darle la bienvenida a un nuevo miembro de la organización, una elegida —la indicó con la mano—. Rin.

    —¡¿Qué?! —espeté escandalizada al tiempo que se armó un barullo. Me cubrí los oídos.

    —¿Deseas decir algo, Akemi-san? —preguntó el otro hombre.

    —¡¿Qué si deseo decir algo?! ¿Me trajeron aquí para hacerme miembro de su organización? En ningún momento di mi consentimiento para tal cosa y aún así no tengo edad suficiente. Yo me voy —Kohaku me impidió la retirada sujetándome del brazo—. Suéltame, eres un desgraciado.

    —No te soltaré.

    Intenté liberarme.

    —No es cuestión de si deseas estar aquí o no, Rin —me aclaró—. Muy pocos son elegidos por el dios y tú eres una de ellos.

    —Pues poco me importa lo que piense o diga el dios de ustedes, yo no estoy de acuerdo en formar parte de esto y no pueden obligarme.

    —Por el contrario, sí podemos obligarte —me aclaró el maestro más joven—, cuando el dios elige a alguien, inmediatamente lo vincula y la persona pierde la voluntad propia para comenzar a cumplir la voluntad del dios. Hemos recibido y cumplido la orden de traerte hasta aquí para que sirvas al propósito del dios perro.

    Miré la estatua con deseos de romperla a patadas y salir corriendo de allí.

    Algo estaba muy, muy mal.

    —¿Y si no quiero cumplir con esa voluntad?

    Sango se puso de pie.
    —Alabado el poder del colmillo del dios. No puedes irte una vez que has entrado. Si no quieres obedecer, deberás morir.

    Entré en shock.

    —¿Es decir que me llegó la hora?

    —Colmillo Sangriento… —ordenó el viejo maestro y todos, incluso Kohaku, desenvainaron dagas que hasta ese momento tenían ocultas.

    —¡Esperen, esperen! —dije nerviosa, conmocionada, mientras levantaba ambas manos en son de paz y pidiendo que se detuvieran. El corazón iba a salírseme y estaba a punto de romper a llorar—. No dije que quisiera morir, aún soy muy joven

    —Alabado sea el poder del colmillo del dios —dijo Kohaku—. Con solo aceptar el mandato del dios podrás tener muchos beneficios y no solo salvar tu vida, sino que también prolongarla. No podemos permitir que salgas de aquí con nuestro secreto. Lo que se hace en la organización, se queda en ella, así sea con sangre.

    —¿Tú estás de acuerdo con esto?

    —Es la voluntad del dios.

    —Tonto, los dioses no existen —grité y se hizo un silencio sepulcral.

    Todas las miradas recayeron en mí.

    Sesshoumaru se puso de pie.
    —Alabado sea el poder del colmillo del dios —se inclinó hacia mí—, que sí existe.

    ¿Y este era el chico súper dotado? ¿Creyendo en dioses?

    —Puedes afirmarlo.

    —Con toda certeza —miró hacia la estatua—. Hace cientos de años, cuando el país entró en caos, los espíritus invadieron la tierra para dominar a los humanos. Así, cuatro bestias sagradas decidieron proteger con la vida a los humanos y se desató una guerra. Uno a uno, fueron cayendo en batalla y cuando sólo quedaba el perro del viento, le pidió a una mujer humana continuar su descendencia.
    »Tuvo dos hijos, un híbrido y uno igual a él, que es a quien adoramos aquí —Sesshoumaru miró la estatua—. Esta deidad se creía superior a su hermano, y al morir su padre, persiguió híbrido hasta la tumba de su padre, donde ambos batallaron a muerte.

    —Eso es una vieja leyenda —retruqué.

    —El híbrido quedó clavado hasta el fin de los tiempos, pero nadie dijo nunca que el dios perro muriera —sin darse cuenta, se me acercaba—. Por el contrario, yo creo que quizás aún podría estar vivo, entre nosotros, dando sus designios a cada miembro de esta organización.

    No podía dejar de mirarlo. Era atrayente y sonaba convincente ¿era factible la existencia de dioses?

    Los labios de Sesshoumaru se curvaron en una leve sonrisa sin emoción.

    —Me estabas gastando una broma, ¿verdad? —dije finalmente—. Sonabas tan convincente que casi me lo creí.
    Él se acomodó en su silla.

    —Sí, hasta yo me lo creí —dijo aun manteniendo una parca sonrisa—. Pero si te vas, te mataremos, porque los designios del dios son reales.

    Tragué saliva. Todos esos sujetos hablaban de la muerte como si fuera algo normal.

    —No es un designio de ningún dios, es un designio de ustedes.

    —Te mataremos —repitió él, como si estuviera hablando de un sencillo partido de fútbol.

    Miré alrededor. Todos tenían armas, de verdad iban a matarme, quería seguir viviendo para ver la luz del sol al menos un día más.
    —¿Y si me quedo?

    —Gozarás de los beneficios del poder del dios —dijo Sango— y del poder que ha obtenido la organización gracias a él.

    —Verdadero poder —afirmó una chica morena, de cabello negro y rostro perfilado.

    —Alabado sea el poder —repitieron en coro todos los presentes.

    —¿Lo único que quieren es poder? —pregunté indignada.

    —No nos escuchaste bien —dijo Kohaku—. No queremos poder, tenemos poder.

    —Miren… no me interesa esto del poder… pero yo quiero seguir con vida, así que acepto.

    No podía creer que había dicho eso, pero había sido necesario ¿y ahora, qué sería de mi vida?

    En seguida, apareció un muchacho de mi edad, trayendo un pequeño cofre negro lacado, el cual depositó delante del maestro más joven. Éste lo abrió y sacó una cinta roja con las palabras “vida-muerte” bordadas en dorado, entonces, levantó la mano en alto para que todos pudieran verla.

    —Akemi-san pertenece al Colmillo Sangriento —anunció—. Akemi-san pertenece al dios perro y acepta sus designios.

    Maldije para mis adentros. Genial, ahora obedecía a un perro sarnoso y asesino.

    Acto seguido, Sango me ató la cinta en la mano izquierda.
    Todos se pusieron a repetir unos cantos que parecían querer atraparme, hipnotizarme para llevarme a su mundo. Me desesperé al no entender lo que decían, hablaban en algo semejante al sánscrito. Era aterrador, tanto oírlo como sentir el efecto que producían. De pronto, sentí algo a mi alrededor, una presencia perturbadora. Tal vez la malvada deidad existía… o quizás ya me estaba volviendo loca.

    Al acabar los cantos, todos permanecieron en silencio.

    —Preséntale votos a la deidad —dijo el maestro más joven mientras indicaba la enorme estatua.

    No supe qué hacer. Caminé hasta el altar y me postré como lo haría frente a alguien de la realeza.

    —Juro lealtad y obediencia total a la deidad —¿se suponía que algo así decían las personas iniciadas en una secta? Porque aquello no era una simple “organización”.

    Presentía un negro trasfondo, aún peor que todo lo que había escuchado ya, pero no podía hacer nada, tenía que continuar aquello para salir viva de esa maraña.
    Todos los miembros volvieron a alabar antes de ayudarme a sentarme de nuevo en mi sitio, ya que no tenía fuerzas, como si “el dios” me las hubiera absorbido todas. Me pregunté si todos en esa sala alguna vez habían entrado obligados. Quizás alguno hubiera entrado por decisión propia y en conocimiento de lo que hacía, pero luego se encontró con la terrible sorpresa de que no se podía salir vivo. O quizás lo sabían y no les importó. Empezaba a tener una leve idea de lo que significaba la cinta con las palabras “vida-muerte”. Eran las únicas opciones que daba la secta.

    Un muchacho me miró con superioridad.
    —Le acabas de jurar lealtad y obediencia. Si traicionas al Colmillo Sangriento o al dios, te cortaremos la cabeza.
    Me cubrí el cuello.

    —Akemi-san —habló el más viejo maestro—. La cinta escarlata que llevas en la mano izquierda corresponde a un rango de novicio y representa la existencia efímera de nosotros los humanos —miró la estatua—. A diferencia de él, que vivirá para siempre, hasta el final de los tiempos. Nunca debes quitarte esta cinta ni contar nada a nadie, a menos que así lo decida el dios o los miembros.

    —¿Por qué hay diferentes cintas?

    —Hay veintiún rangos dentro de la organización —dijo una joven de largo cabello negro azulado—. A los novicios y los iniciados de tercer rango les corresponde una cinta escarlata. Los maestros y los miembros de segundo y primer rango llevan la cinta dorada. Cuando asciendes, eso consta en nuestros archivos. Tendrás mucho tiempo para subir de rango, después de todo, perteneces hasta que mueres. Estos son los rangos dentro del Colmillo Sangriento —dijo mientras me mostraba un viejo escrito.

    Novicio
    Novicio débil inferior
    Novicio fuerte inferior
    Novicio débil superior
    Novicio fuerte superior

    Tercer Rango
    Tercer rango débil inferior
    Tercer rango fuerte inferior
    Tercer rango débil medio
    Tercer rango fuerte medio
    Tercer rango débil superior
    Tercer rango fuerte superior

    Segundo Rango
    Segundo rango débil inferior
    Segundo rango fuerte inferior
    Segundo rango débil medio
    Segundo rango fuerte medio
    Segundo rango débil superior
    Segundo rango fuerte superior

    Primer Rango
    Primer rango débil inferior
    Primer rango fuerte inferior
    Primer rango débil superior
    Primer rango fuerte superior

    Maestro.


    —¿Es necesario que me aprenda todo eso? —pregunté algo mareada.

    —No, no es necesario —dijo un hombre—, solo tienes que ascender de nivel. A mayor rango, mayor privilegio.

    —Actualmente tenemos dos maestros y ocho miembros de primer rango fuerte superior —la joven indicó al muchacho de ojos claros—. Creo que ya conociste a Sesshoumaru. Es el miembro más joven con este rango.

    —¿Qué méritos ascienden de nivel? —pregunté con curiosidad.

    —Esa es una decisión que solo corresponde a los maestros y al dios.

    —¿Qué alcances tiene la organización?

    —Hay miembros con múltiples profesiones —dijo el maestro joven—. Las capacidades de cada quien pueden ser potenciadas al máximo. Hay alcances a todos los niveles. Tenemos, individualmente, un reconocimiento social. Gracias al dios, somos capaces de ordenar las cosas a nuestra conveniencia para diferenciarnos de los otros. Somos superiores.

    —¿Qué beneficios obtengo?

    —El que quieras y necesites —dijo Kohaku—, solo tienes que pedir ayuda al Colmillo Sangriento o al dios, siempre y cuando obedezcas y cumplas las reglas.

    —¿Qué reglas?

    —En primer lugar, debes respetar al dios y a los miembros de mayor rango que tú, cualquier acción en contra de ellos es traición. En segundo lugar, no te ates a ninguna adicción de ninguna clase, el dios no lo tolera. En tercer lugar, tu lealtad es importante, si sabes de algo o alguien que pueda perjudicar al Colmillo Sangriento, debes denunciarlo aquí de inmediato, sea lo que sea. Si no lo haces, será visto como traición. Si traicionas al…

    —Me matarán. Ya entendí.

    —Vale.

    —¿Puedo ir a casa ahora?

    —Te llevo —dijo Kohaku.

    —Solo una cosa más —dijo la joven que tenía el pergamino—. Sabemos que vives en un pequeño departamento en una zona residencial en el este del distrito Kamiogi, en Suginami, tenemos registro de tus horarios de clases y tu teléfono móvil, con frecuencia te grabaremos. No intentes nada ¿has comprendido? —sonrió amablemente.

    —Sí, he comprendido —era terrible saber que me tenían intervenida y vigilada, no podía hacer ni decir nada.
    Reconocí que me había equivocado al pensar que no me cobrarían nada. El precio había sido demasiado caro.
    __________________________________________
    Bueno, veo que hay poco público. Eso solo puede significar dos cosas. A nadie le interesa o escribo mal xD.

    luna sahara. Me alegra que te hayas decidido por leer mi fic a pesar de que no te atraen las historias oscuras. Pero no debes preocuparte, esta historia no será tan cruda como la original, he estado intentando suavizarla.
    En realidad, tuve una terrible crisis existencial sobre a quien debía poner en el lugar de Satsuki: si a Kagome o Rin. Ya entenderás por qué. Manejar al personaje como Rin será difícil. Rin es dulce, tierna, inocente e inteligente, actitudes que pegan más con Aru que con Satsuki...

    Yagami Raito. gracias por pasarte por aquí. Dios, mira esos errores. Es imperdonable para una betareader, tendré que releer.
    Me alegra que te haya gustado la narración y las descripciones, como todos aquí saben, es todo un arte digno de aprender el poder "dibujar con las palabras". Pero tampoco está bien florear mucho la narración, para que no quede densa... tú entiendes.
    ¿Que fue un capítulo medianamente largo?
    ¡Bueno, chicas! ¡Hagamos violín en bolsa! xD Y vámonos de aquí xD Estoy perdiendo mi estilo extra large.
    Despés tenemos capítulos como La cita, de 24 páginas, nada más y nada menos xD
    Jeje, como dije antes, subdividí los capítulos para los lectores que no leen mucho.
     
  9.  
    luna sahara

    luna sahara Entusiasta

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    gracias por avisarme de la conti :)

    me a gustado muuuuuchoo!!!
    creo qe este es el inicio de una larga lista de fics oscuros uuuuuuuuuuu xD
    ay, bueno ya, asta ahora se dio cuenta del precio, pero que tonta nada en esta vida es gratis,
    eso asta min hermana lo sabe, algo me dice que la historia de Sesshoumaru es verdadera y que el es el Dios, pero ¿quien sabe? o .o

    bueno espero con ancias la conti mantenme informada
    cuidate nos veremos en la proxima ;)
    bay, bay
     
  10.  
    Pan-chan

    Pan-chan Fanático

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Amiga no digas que escribes mal!! xD ya me devore tus dos capitulos asi que no pienses que he perdido el interes. Lo que pasa es que sigo con la compu mala y coo me fui de viaje he tenido que ponerme al corriente con las clases. En fin...ya hablaremos por msn respecto a eso.

    Me gusta como va avanzando la historia, la manera enq ue describiste a Sesshomaru me parece apropiada, no he visto OoC y casi me da un infaryo cuando describiste la sonrisa maliciosa y su encuentro con Rin(jeje tienes talento para eso)

    Ya sabes, estare al pendiente de tu fic, no he podido leer todo lo demas que me has mandado por falta de tiempo, pero cuando este libre me pondre al día xD sigue asi, tu historia va bastante bien. Solo un consejo: Hasta ahora has manejado bien el caracter de Rin, trata de seguir haciendolo a medida que avance la historia ;)
     
  11.  
    sessxrin

    sessxrin Fanático

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Niña tonta, a mi me gusta mucho tu fic, es solo que yo no se manejar mi tiempo xDDD

    ¿Que escribes mal? Dios, entonces que soy yo? xDDDD
    YO escribo mal, tù no :)

    Ahora si...
    Los dos capitulos me los devore ràpidamente, la lectura atrapa fàcilmente. Me gusta como lo narras y me encanta la personalidad de Rin, no pierde esa actitud suya.

    No veo Ooc, pero me sorprendiò la sonrisa de Sesshoumaru, yo creìa que era de hielo xDDD

    No vi errores y amo a la Rin (hasta ahora xDD) que muestras en tu fic.
     
  12.  
    Asurama

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    Colmillo Negro Sangriento.
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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Aprendiz (I)

    Llegué temprano a clases el lunes siguiente. Ayame, una compañera de clases de cabello castaño, medio rojizo y ojos verdes, me esperaba para hablar. Le conté de una manera muy superficial que había estado teniendo unos sueños raros. Yo no era supersticiosa… pero ella sí. Me sugirió ir a un templo en su barrio aquella tarde a la salida de clases. Muy a mi pesar, acepté, no sé por qué.
    Las clases se llevaron aquel día del modo más normal, mi puntería seguía como siempre, en siete puntos, a veces seis. No volví a obtener los nueve puntos que habían llamado la atención de la joven Sango, quien no apareció durante el entrenamiento del equipo. Mis compañeras de clases hablaban de apuntes y, algunas otras, del fin de semana, nada fuera de lo normal.
    Al acabar con la clase de educación física, Ayame hizo su aparición en la puerta del vestuario.
    Acudimos al templo. Anunciamos nuestra presencia a los dioses con unas palmas, luego, saludamos a la encargada del templo con una inclinación de cabeza y Ayame me presentó.
    La anciana mujer se pasó la mano por el cabello anudado con una cinta en la nuca, se alisó la túnica y se me acercó.
    —Ya es tarde —dijo.

    —¿Eh? —cuestionamos.

    —No creo que pueda hacer mucho por usted ahora. Al parecer, está bajo la vigilancia de un ser peligroso —contrajo el rostro por un momento—, realmente lo lamento mucho por usted, Akemi Rin-san.
    Estaba tan confundida, no pude resistir el impulso.

    —Usted es una sacerdotisa, puede intentar algo.

    —Lo lamento, creo que esto está más allá de mis capacidades, pero pasen —nos hizo ir hasta el fondo del templo y allí comenzó a repetir cantos frente a una fogata. Esos cantos me recordaron lo que había sucedido en la sede de la organización y no pude evitar temblar. Estuve nerviosa hasta que terminó y volteó a verme.

    —Usted habló con dos personas que se encuentran en su misma situación y la convencieron de vender su alma a un espíritu maligno muy antiguo, que desea sus capacidades para satisfacer sus ansias de sangre.

    —¿Cómo dice?

    —¿Usted practica kyudo? —asentí—. Quiere enseñarle a matar.

    Así que ese era el verdadero propósito del Colmillo Sangriento, realmente se manejaban cual mafia. No podía evitar creerle a la mujer, todo lo que decía era cierto. Ayame estaba pálida y con los ojos muy abiertos sentada junto a mí.

    —Dime que es mentira lo que ella dice.

    —Es mentira —dije tranquilamente.

    —Los dioses nunca mienten —me reprendió la mujer—, a no ser su dios asesino.

    La miré como se hace a un demente.



    —Son tonterías —tranquilicé a Ayame—. No le creas, solo quiere asustarte, es mentira todo lo que ha dicho.

    Ayame llevaba una mano en la sien adolorida.

    —Espero, por tu bien, que estés en lo cierto. Pero si alguna vez tienes un problema, yo estaré a tu lado —Ayame forzó una sonrisa.


    La noche serena se sucedió sin novedad, me dediqué a preparar la cena en completo silencio. Iba a dedicar las últimas horas de la noche al estudio, pero estaba tan cansada que finalmente desistí. Cuando iba a acostarme, recibí una llamada telefónica de Sango. La simpática chica me propuso ir a su casa en la tarde del día siguiente, después de clases, si es que no tenía otros compromisos. Con dudas, acepté. Temía ser interrogada por algo que no hice, pero Sango tenía un aura atrayente, irresistible. Sentía que manipulaban mis emociones, haciéndome confiar en quienes eran amenazas… y simplemente no podía resistirme.
    Nuevamente volví a tener sueños intranquilos, en los que me perseguía una bestia implacable, esos sueños en que la parálisis impedía huir, donde la muerte se aproximaba veloz y se percibía vívidamente. Desperté sudando y miré automáticamente la cinta roja. Me levanté, me serví el desayuno y luego me abstraje en la lectura del periódico. Vi la noticia de que un templo había sido quemado hasta los cimientos. Entre los escombros se encontraron los restos de una mujer. Estaba irreconocible. Fue cerca de Nerima. Se me cayó la taza de té. Era allí donde vivía Ayame. El templo quemado era…

    No acabé de desayunar y fui hasta la escuela como zombie.

    Al entrar al salón de clases, encontré a Ayame en un estado similar.

    —No entiendo qué pasó —comentó con la mirada perdida y un hilo de voz, sin siquiera voltear.

    No presté atención a la clase, no había podido estudiar y fui reprendida por estar distraída, al igual que Ayame. Asimismo, mi puntería fue pésima y pedí permiso a la instructora para salir de la práctica. Cuando iba saliendo del edificio, rumbo a casa, me encontré con Sango.

    —¿Te pasa algo? —preguntó preocupada—. Pareces tensa.

    En efecto, sentía todos los músculos agarrotados.

    —Y no es por desmerecerte… pero tu “puntería” estuvo…

    —Estoy bien —no pude aparentar tranquilidad debido al miedo. A Sango no pareció importarle y me jaló de la mano para que la acompañara hasta su casa.

    El monólogo de Sango me tranquilizó. La chica hablaba de sus clases y también de su novio, un chico guapo y algo nerd, que le venía muy bien a la hora de estudiar para exámenes. El camino se hizo corto.

    —Ya llegué, mamá —anunció Sango en la puerta y sentí envidia de que esa joven tuviera lo que yo no ¿Sabría cuan afortunada era?

    La casa era hermosa y tenía una mezcla de sobriedad y alegría. Las paredes eran de un mate cálido y una de ellas, la de la sala, estaba recubierta en madera. Cuando me senté a la mesa, vi té recién servido, me esperaban.
    —Quería preguntarte si te sientes a gusto con el Colmillo Sangriento —lo dijo sin una gota de cinismo.

    Confundida, indiqué hacia la cocina, donde se hallaba la hermosa mujer de cabello castaño que era la madre de Sango ¿No estaría hablando muy alto? La mujer volteó hacia nosotras y la saludó con la mano izquierda. Sorpresa, la mujer llevaba la cinta sei-shi. Miré a la joven con un enorme signo de interrogación en el rostro.

    —No ejerce ninguna función, ya no tiene edad para ello, ahora es mi turno, como verás.

    —Es como si dijeras que es algo vieja para ello —no quería sonar atrevida.

    —En realidad, sigue con vida porque tengo buena reputación en la organización, aunque mi rango no sea igual de alto —se encogió de hombros—. Las cosas son así, hay que acostumbrarse, yo tengo más oportunidades que las que tenía ella. Ni el dios ni los maestros tienen nada en contra de esto.

    Entonces, para salir de la organización sin problemas… ¿esa mujer estuvo dispuesta a vender a su hija? ¿A entregarla como un sacrificio en su lugar?

    Sango rió ante mi expresión.

    —No eres la primera que me mira así, no culpes a mis padres, tenían derecho. Yo estoy perfectamente bien, siempre lo he estado —Sango era francamente feliz, mientras yo no me imaginaba a una familia viviendo con eso. El “dios” era un depravado.

    Sonreí forzadamente e intenté aparentar normalidad.

    —Me cuesta acostumbrarme, estoy algo confundida…

    —Todos lo estamos al principio, pero es fácil adaptarse, aunque no lo parezca. Encontrarás cosas muy buenas para hacer.

    Rogaba que fuera cierto.

    Sango fue hasta la cocina y regresó con un plato con galletas.

    —¿Y ahora qué haré? ¿No podré tener amigos ni salir con nadie?

    Sango chistó.

    —Tú sal y ten todos los amigos que quieras —dijo despreocupadamente—. Solo cuídate de no decir nada sobre la organización… hum… Nos vigilamos unos a otros, es una red cerrada. Y sí, hay miembros que se dedican específicamente al servicio de inteligencia. Te encontrarán donde sea y como sea, siempre estarás protegida.

    —Y amenazada.

    —No tienes por qué verlos como a una amenaza, después de todo, no harás nada malo ¿No es así? —la sonrisa de Sango parecía por demás sincera.

    Me sentí confiada. Quise hablar sobre Ayame, pero después lo repensé y callé. Era muy posible que le hicieran algo a Ayame.

    —Te has quedado tan callada…

    —¿Eh? No, solo estaba pensando…

    —¿En qué?

    —En lo rápido que sucedió todo esto. En verdad no he podido pensarlo sino hasta ahora…

    —Entre los de mi rango, tenemos una regla de supervivencia bastante sencilla —comentó Sango, como recordando algo muy bueno—. Hazlo primero y piénsalo después. Cuando te dan una orden, cúmplela y luego piensa en las consecuencias.

    —Podrías meterte en un buen lío.

    —El lío lo tendrás si les causas problemas.

    —Son los maestros ¿no es así? —sabía que ellos lo controlaban todo

    —Somos todos. Tú, yo, ellos. A veces, tenemos que arreglárnoslas solos y, otras veces, dependemos unos de otros.

    —¿Por qué?

    —Depende del humor de nuestra deidad.

    —Tu… nuestra “deidad” es un desastre.

    —No vuelvas a decir algo así, ella nos soluciona muchos problemas.

    —Se supone que nosotros mismos debemos de solucionar nuestros problemas.

    —A veces sí… pero otras veces, las circunstancias están fuera de nuestro alcance. El Colmillo Sangriento no se quedará con los brazos cruzados, a ver qué pasa. Nosotros manejamos las situaciones, las situaciones nunca nos manejan.

    —Por todos los cielos, Sango, el Colmillo Sangriento nos maneja.

    Sango miró al plato de galletas y luego me miró de lleno.

    —Bueno… yo creo que, de un modo u otro, somos nosotros los que manejamos a la organización y al dios, y así es como nos trata. Es un círculo vicioso del que nadie puede salir. Aprendemos a vivir con eso, como un enfermo crónico hace con su mal —tomó aire y me observó—. Pero yo no veo esto como un mal, tengo todo lo que quiero, todo lo que necesito.

    —Pero le regalaste tu vida a un perro salvaje.

    —Prefiero hacer algo interesante con mi vida, aunque ésta no me pertenezca del todo, antes que vivir en la monotonía de todo el mundo.

    —Ves las cosas del lado más sencillo.

    —No deberías de buscarle la quinta pata al perro, Akemi-san. Podría molestarse.

    —Aún no creo mucho en eso del dios.

    —Mi abuelo tenía cáncer. Le pedí ayuda al dios y se curó en días. Un milagro.

    —¿Todos los miembros son introducidos a la fuerza?

    —Cada uno tiene su historia, puedes preguntarles —son muy amables—. Por todos los cielos, Rin, somos personas normales, no monstruos. Tan solo somos diferentes del resto ¿Nunca te has sentido diferente?

    Intenté pensar en un momento en que me hubiera sentido muy diferente a las otras personas y recordé el fallecimiento de mis padres. Todos me miraban con pena y lástima, algunos incluso con desprecio. Asentí.

    —No por eso tenemos que ser discriminados.

    Volví a asentir.

    —Gracias por todo, tengo que irme ahora —me puse de pie. Prefería cortar la conversación antes de que las cosas se pusieran complicadas.

    —Está bien —Sango se puso de pie y me acompañó hasta la puerta—. Eres bienvenida en casa cuando quieras y si necesitas algo, no dudes en pedírmelo, te ayudaré en lo que sea, todos te ayudaremos.

    Asentí nerviosa, me despedí y me fui rápidamente.

    La vida tenía ahora un sabor distinto ¿Sería verdad que todas esas personas que me habían apuntado antes con dagas tenían un lado bueno? ¿O todo eso también era fingido? ¿Eran marionetas sin emociones, disfrazadas?
    En la organización, las emociones eran dejadas en un segundo lugar. Primero estaba el orgullo, el poder, el hecho de sobresalir. Algo —o alguien— impedía que los miembros se rigieran por las emociones, al contrario de la mayoría de las religiones. Algo o alguien manipulaba sus pensamientos en una única dirección.
    Me sentí una oveja de un rebaño llevado a esquilarse… o preparado para ser faenado.

    __________________________________

    Bueno… ¿me han extrañado?
    Realmente lamento haber tardado tato en publicar.
    Principalmente, quiero disculparme con los Amano’s fans por no haber podido actualizar de una manera eficiente y rápida los largos cuentos que comprenden las aventuras de esta singular pareja.
    Aunque estábamos en el receso de invierno, no pude escribir de manera extensa ya que la constante presencia de mis padres —que, como ustedes saben, son propensos a borrar todo lo que no sea “de su agrado”— no me permitió hacer mucho.
    Sin embargo, creo que me pondré al día y pronto estarán disfrutando de más de estos cuentos.

    Ahora, quiero hacer algunas aclaraciones en cuanto a los personajes. Como esto es una adaptación, hay algunas cosas que cambiarán. En el caso del capítulo “aprendiz”, el problema me vino con la relación de los protagonistas. Como saben, Amano es cruel y tiránico, especialmente con Satsuki, y Satsuki es algo alocada y le gusta llevarle la contra de una manera muy altiva y brusca, aún sabiendo que su vida peligra.
    Para adaptar el personaje a Rin, tuve que hacerle a Rin dos cosas que no me gustan: suprimirle su astucia y su valentía, por temor a pasarme al otro lado y hacer más OoC del debido.
    En el caso de Amano a Sesshoumaru, debí suprimir la brusquedad y el orgullo que a veces tiene. Por suerte, Amano es desabrido y Sesshoumaru es frío y altivo, así que eso no me causó tanto problema. En cuanto a las escenas violentas, las he ido suavizando, debido a que Sesshoumaru nunca ha matado en presencia de Rin.
    Creo haberles dicho en algún momento que temía que este fic afectara de manera directa a mis personajes originales. Pues sí. Los fans me perdonarán —espero—. Amano y Satsuki me quedaron Emos —Satsuki, más Emo que de costumbre—, así que hay cambios no muy agradables en la trama de los Cuentos. Son bienvenidas las críticas y también los consejos de cómo mantener la personalidad de Amano y Cía. Sin afectar a Sesshoumaru y Cía., y viceversa.
     
  13.  
    sessxrin

    sessxrin Fanático

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Oh Dios! no puede creer que le capitulo se me haya hecho corto. Me alegra que no dejas tantos párrafos pegados como antes, así puedo leer un poco mejor.

    Me encanta Rin, no es como los otros, sino que parece odiar aquella organizacion y en sus palabras se nota.
    No vi errores, y como siempre, tu narración es perfecta, como la trama que cada día más me gusta.
    Espero pronto el proximo capi.
    Nos vemos linda ;)
     
  14.  
    Pan-chan

    Pan-chan Fanático

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Se que ese es tu principal problema, colocar a Sesshomaru y a Rin como el reemplazo de Amano y Satsuki no es nada facil, si bien Sesshomaru es frio e indiferente siempre tiende a sobreproteger a Rin de alguna manera u otra. Quizas puedas crear escenas donde Sesshomaru "intencionalmente" ponga en riesgo la vida de Rin, pero a medida que vaya pasando el tiempo él no podrá negar el hecho de que la salva por algo más profundo que "es mi presa y juego con ella cuando quiera" ...es lo unico que te aconsejo.

    De resto me ha gustado todo, me encanta la personalidad de Sango tan indiferente a la situacion que vive, me muero por saber como vas a describir al resto de los personajes, hasta ahora se ha profundizado mas en Rin y Sango.

    Espero que actualices pronto amiga ;) sabes que siempre te leo.
     
  15.  
    Asurama

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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Aprendiz (II)

    La semana fue completamente extraña y me vi obligada a cambiar todos mis hábitos y horarios. Me levantaba temprano en la mañana para estudiar y me tragaba páginas completas en solo minutos, mi nivel de concentración había aumentado rápidamente, al igual que mi capacidad de retención, memoria, los razonamientos lógicos… tenía la impresión de que mi cerebro trabajaba como si de una máquina se tratara, no era normal. Podía exigirme mucho y no me cansaba. Además, comía menos, mi apetito había disminuido, no así mis energías, que parecían aumentar. En clases y en la práctica de arquería, mi concentración había aumentado mucho… no así mi técnica. En las noches, mi cerebro seguía funcionando y me dedicaba a leer libros que Sango me facilitaba, pequeños secretos de supervivencia para miembros nuevos en el Colmillo Sangriento. Casi todos los trabajos se referían a los miembros como si de animales se trataran. Es decir, servían a un “dios animal”, pero también ellos tenían “pensamientos animales”, básicos, instintivos.

    Sentía que algo manipulaba mi mente y, recientemente, mi cuerpo. No podía evitarlo y me dejaba llevar por esa fuerza ajena. Comenzaba a comportarme como una marioneta, un animal de costumbres que daba respuestas simples a cualquier estímulo, simple o complejo, de forma despreocupada, igual que Sango. Estaba perdiendo la voluntad.

    Todas las tardes, Sango y Kohaku me esperaba a la salida e íbamos a la sede del Colmillo Sangriento. Tenían una cátedra sencilla de más o menos una hora, en que algunos instructores explicaban la dinámica general de la organización y algunos programas de actividades. Algunos de los temas eran, por ejemplo, desglosar historias antiguas o algunas leyendas desde todos los puntos de vista posibles, en especial, los puntos que les interesaban a ellos. Otros temas eran más básicos, como las ideologías, cuyo fin último era obtener poder o algún otro jugoso beneficio de “los más débiles”. Todas las decisiones y acciones estaban limitadas por un estrecho espacio entre el morir y el vivir. Ley animal. Comencé a dudar de mi propia condición humana.
    Lo único que deseaba era obtener un beneficio económico para salir de la pobreza y ellos prometían que lo lograría más rápidamente cuanto más cosas hiciera por la organización, y cuanto más deseara el poder, como si de ello dependiera mi vida. Instinto altruista, ley animal. Yo era la organización y viceversa.

    Pocas veces pensaba las cosas que quería, pero no podía evitarlo… mi mente se estaba volviendo un manojo de instintos básicos: supervivencia, miedos, deseos, necesidades, dependencia. El poder del Colmillo Sangriento era una fuerte droga, el poder era una droga.



    —Hola, Rin, espero no estés ocupada, porque te estamos esperando —anunció Sango muy animada por teléfono.

    —¿Esperándome? ¿Para qué?

    —Tenemos actividades en un predio de la “C”. Cuando llegues te daremos más detalles. Ve hasta la entrada de tu colegio, Kohaku y yo te estaremos esperando. Oh, algo importante, trae ropa deportiva y tal vez una botella de agua mineral.

    —Está bien —dije antes de que Sango cortara la llamada. No tenía idea de qué podría tratarse todo eso, pero parecía divertido y Sango se oía muy animada. Quizás, formar parte del Colmillo Sangriento no solamente se limitaba a recibir amenazas y órdenes, tal vez se comportaran como una escuela normal de vez en cuando.

    Me coloqué una calza blanca ajustada, zapatillas blancas y una camiseta ajustada que formaba parte del conjunto y que solía usar en mis salidas. Metí una botella de agua mineral en mi mochila —tenía muchas en la nevera— y salí.

    Sango y Kohaku parecían buenas personas, incluso eran sinceros, pero no era nada agradable la manera en que me habían engañado para meterme a la secta. Además, me habían prohibido hablar de cualquier cosa que hiciéramos dentro. No sabía bien cómo afrontar esa situación. Aún me preguntaba cómo habían hecho para obtener mis datos personales y los de mi familia, pero lo habían hecho.
    Ellos lo atribuían a los poderes del dios, pero yo no creía en eso. No era ninguna tonta y era fácil entender que la organización tenía una división mafiosa que posiblemente se encargaba de todo eso. El modo de captar y de manejar gente era la mejor prueba de ello.
    No era necesario hacer un gran esfuerzo mental para recordar la larga lista de reglas, todo era muy sencillo: si hacía algo que a ellos no les gustaba, iba a morir. Manipulación por el miedo, cuánto los odiaba.
    En el fondo, sabía que no era la culpa de Kohaku y Sango, puesto que ellos también habían sido víctimas del más fuerte. El Colmillo Sangriento se regía por la ley del mundo salvaje. Comenzaba a entender lo que era el concepto de esa deidad y no me gustaba.

    Finalmente, después de ir al trotecito, llegué al predio del colegio, donde el coche gris ya esperaba. Intenté mostrarme animada.

    “Ellos no tienen la culpa, ellos no tienen la culpa”, me repetía. En todo caso, la culpa era meramente mía, por haberme dejado engañar de esa forma tan tonta. A veces, la astucia me fallaba, sabía que toda la vida sería mejor con el Kyudo que con cualquier otra cosa.

    —¿A dónde vamos? —pregunté animada. Después de todo, ya estaba metida hasta el cuello ¿Qué podría ser peor?

    —Vamos a las afueras de la ciudad —comentó Sango tranquilamente.

    —¿A las afueras de la ciudad? —dije alarmada.

    —Es el terreno privado de un miembro adinerado. Allí se ha hecho un campo deportivo, solemos ir todos los domingos y, a veces, los sábados.

    —¿Se preparan actividades?

    —las actividades allí generalmente se remiten a juegos y a deportes, ya que hay muchos miembros que entrenan para diferentes disciplinas.

    —¿Entonces podré practicar Kyudo?

    —A los instructores les encantará tenerte —comentó Kohaku, mirándome por el espejo retrovisor—. Tendrás la mejor puntería de todos los clubes que pueda haber.

    —¿Seguro?

    —El dios no admite dudas. Ni errores.

    Quedé en silencio.

    —Aún no crees ¿verdad? —murmuró Sango.

    —No estoy muy segura —los miembros eran capaces de hacerme cualquier truco con tal de que creyera.

    Después de conducir por horas, llegamos a una propiedad realmente grande, que tenía campos de juego para prácticamente todos los deportes. Un polideportivo muy bien organizado.

    —Hay mucha gente —comenté sorprendida.

    —Claro —dijo Sango—, esto es divertido, nadie quiere perdérselo. El juego de las mañanas es el mejor de todos.

    —¿Qué clase de actividad se practica tan temprano en la mañana?

    —Práctica general para todos los miembros —comentó Kohaku—. Nos hemos inventado un juego propio. Todos los miembros, sin excepción, tienen que tener habilidad en una pelea. Es uno de los méritos del dios.

    —¿Un juego propio? Bueno… no era con lo que quería comenzar, pero me gusta aprender cosas nuevas.

    —Te explico —dijo Kohaku—. Usamos un campo del estilo del balonmano, pero con diferentes clases de balones —le mostró un carro enorme, lleno de redes con balones de diferentes formas, tamaños y colores, que debía ser arrastrado por dos muchachos—. Jugamos en equipos de quince, divididos en subgrupos de cinco jugadores. Todos esos balones tienen diferente peso y dinámica. Dependiendo de eso, cada uno tiene un valor. Hay que anotar veinte puntos haciendo pasar los balones por las marcas a los lados de las líneas finales. Son en total veinte minutos de juego, debido a que somos muchos.

    Sentí que me ponían una mano en la cabeza y me empujaban con fuerza hacia delante.
    Volteé para regañar al que había intentado hacerme caer y vi a Sesshoumaru.

    —No todo en la vida es pararse como estatua —dijo al tiempo que hacía mímica, colocándose en la posición de disparo en Tiro con Arco.

    —¿Vienes a jugar? —pregunté sorprendida.

    —No, vengo a ver cómo se matan entre ustedes —dijo en un típico tono inexpresivo, al tiempo que iba a sentarse a sus anchas en una silla blanca metálica, en un rincón.

    —Nadie quiere jugar con él —le comentó Kohaku.

    —¿Por lo antisocial?

    Sango me calló.
    —Porque tiene mucha fuerza y corre demasiado rápido —negó con la cabeza—. Juro que aún no entendemos cómo lo hace —se sonrojó y miró en otra dirección. El chico llamaba la atención, era inevitable.

    —Así que no quieren perder —comenté.

    —Perder en contra de Sesshoumaru-sama no es agradable —comentó Kohaku—, un día vas a entender lo que digo.

    Miré a Sesshoumaru de reojo, había algo que me molestaba.
    Quizás, lo que tanto me molestaba era sentirme incapaz de quitarle los ojos de encima.

    ¿Por qué no querían perder en contra de él? ¿Qué hacía?

    —Eh, Rin —llamó Sango ya en el campo de juego, agitando una mano.

    Bajé a la tierra y fui con los chicos. Lo primero que debían hacer, era un precalentamiento, correr. Aunque estaba en buena forma, no estaba muy acostumbrada a correr, ya que moverse no era un requisito necesario en la disciplina que practicaba. Además, no podía hacerlo todos los días y sólo lo hacía, con suerte, dos veces a la semana. Terminé jadeando como si hubiera participado en un maratón.
    Me sentía observada. Al voltear hacia un rincón, vi los intensos ojos de Sesshoumaru y fingí que no pasaba nada

    ¿Me estaba observando? Era incómodo.

    Los grupos aparentemente ya estaban formados, así que tuve que meterme por ahí. Quince recibieron una casaca blanca y los otros quince, una azul. Los equipos eran mixtos. Había tanto hombres como mujeres y casi todos aparentaban ser mayores de veinte años, salvo Sango, Kohaku y algunos otros como yo.
    Las posiciones eran cuatro líneas y… no había portero. No tardé en darme cuenta de que todos debíamos oficiar de porteros. En realidad, no era un partido justo, era una batalla de “todos contra todos”, donde cada quien debía defender y atacar por su cuenta, cual si jugara solo. Los balones negros eran pequeños, macizos y pesados, podían lanzarse y rodar, pero no botaban. Los balones rojos eran iguales a los de baloncesto en peso y dinámica, aunque un poco más grandes. Los balones azules eran los que tenían más vuelo y, por lo que vi en el juego, el golpe favorito era la patada voladora para lanzarlo, pero también botaban mucho. Los blancos eran tratados como balones de soccer y lanzados por el suelo.
    Era un juego casi sin reglas y lastimarse era fácil. Ya entendía por qué Sesshoumaru decía que era como matarse entre mosotros. No había vuelto a verlo a los ojos, pero me sentía fuertemente observada, tanto que me intimidaba y concentrarse no era sencillo.
    Al acabar los interminables veinte minutos, salimos del campo y dejando nuestros lugares a otros. En campos contiguos, se jugaban pequeños partidos de voleibol, balonmano, baloncesto y soccer. En realidad, había campos para todas las disciplinas ¿Tanto dinero podían llegar a tener los miembros como para comprar todo ese terreno?

    —Ya quiero mi entrenamiento privado —me quejé agotada, mientras me sentaba sobre la hierba en un rincón y sacaba la botella de agua mineral de la mochila para abrirla y beber.

    Me pasé un buen rato viendo cómo se organizaban y jugaban los equipos de las diferentes disciplinas. Parecía mi colegio en la clase de Educación Física.

    —¿Y? ¿Te gustó? —dijo con un tono divertido la chica de pelo castaño mientras se sentaba a mi lado.

    —Me parece un juego peligroso.

    Sango indicó con la vista a Sesshoumaru.
    —Dicen que jugar partidos de lo que sea con Los Ocho es realmente peligroso —murmuró entre dientes.

    —¿Por qué? —no terminaba de comprenderlo—. Cuando me dijeron… lo que me dijeron —traté de que no sonara como un reproche—, pensé que podría venir aquí a practicar Kyudo, y gratis, eso solamente y…

    —¿Quieres tiro de arco? —dijo Kohaku mientras se acercaba al trotecito—. Pues, vas a disfrutar esto.

    Un muchacho se puso una casaca blanca y tocó un silbato mientras hacía una señal con la mano derecha. Una muchacha de más o menos la edad de Sango arrastró un carrito hacia el campo. En el acto, Sesshoumaru y siete personas de unos treinta años se pusieron de pie y caminaron hacia ella.
    El carrito contenía equipos para tiro con arco. La joven comenzó a entregarles los equipos de protección, arcos y carcaj con flechas a cada uno de los ocho, no sin antes hacerles una profunda reverencia.
    Oculta detrás de la pizarra-tablero, había preparada una fila de diez dianas de tiro. La línea de tiro la constituía el límite lateral del lado opuesto del campo de juego. Los ocho caminaron en una hilera perfecta hasta pararse en esa línea.
    Cuando Sesshoumaru pasó frente a nosotros, volteó a verme.

    —Mira y llora —susurró. No llevaba protección alguna, tan solo un arco blanco.

    Un muchacho hizo sonar una señal y, en coordinación perfecta y con un movimiento fluido, los ocho prepararon y apuntaron flechas. Con una segunda señal, dispararon. El tiro fue de diez puntos para cada uno.

    Me quedé mirando con los ojos muy abiertos. Yo había tenido que esforzarme mucho para alcanzar nueve puntos.

    —Son el primer rango alto fuerte —me dijo Kohaku—. Los llamamos “el grupo de los ocho”.

    Sango se inclinó hacia mi oído.
    —Yo no te dije esto, ¿oíste? pero “Los Ocho” son expertos asesinos.

    En ese momento, volvieron a disparar, obteniendo nuevamente diez puntos.
    Dispararon al mismo tiempo, por tercera vez. El resultado fue nuevamente de diez puntos, pero Sesshoumaru dio sorpresivamente en el rango X. Me puse nerviosa, ya entendía por qué me había dicho “mira y llora”.

    —En cualquier competición entre miembros, tenemos prohibido pedir los favores del dios —comentó Kohaku—. Sería injusto.

    —Injusto —mastiqué. Eso significaba que cada uno de esos tiros era de mérito y entrenamiento propio de cada uno. Esas personas, vistas desde otro ángulo, parecían muy respetables, no podía imaginármelos usando esas habilidades para matar, pero así era. Mis ojos habían quedado adheridos a la flecha “X” de Sesshoumaru. Él sí parecía un asesino y estaba enojada conmigo misma por envidiar a alguien así.


    Fui hasta el carrito, tomé un equipo y me paré en la línea de tiro. Apunté a la primera diana y di justo en el rango ocho. No pude evitarlo y miré de reojo a Sesshoumaru, que seguía sentado a sus anchas en la blanca silla metálica. Volví a intentar otro disparo y di en el rango ocho nuevamente; mis ojos fueron al rincón. Lo vi bostezar de una forma totalmente sarcástica y monté en cólera ¿por qué? ¡Con puntería de rango ocho, era la mejor en mi clase! Volví a disparar y di en el rango siete. Me maldije. Volví a mirarlo, buscando aprobación —o desaprobación—, lo vi mover los labios.

    De pronto, Sango se acercó corriendo.

    —¿Qué dice? —pregunté.

    —Que tu puntería da asco.

    Quería llorar.

    —Pero si yo obtuve casi diez puntos —me quejé.

    —Era una señal que el dios esperaba que viéramos —dijo ella tranquilamente.

    —¿Cómo dices?

    —Sí, cuando oímos hablar de ti, nos fue encargado a Kohaku y a mí buscarte. Yo siempre iba a verte en tus prácticas. El día en que obtuvieras diez puntos, debíamos pedirte que nos acompañaras. El tiro no lo hiciste tú, lo hizo el dios.

    Yo estaba segura de que ese tiro era de mérito propio.
    —Oye, tengo la mejor puntería en mi clase. Esto es prácticamente un insulto, he entrenado mucho y muy duro. Si el dios hiciera las cosas tan sencillas, no vendría aquí a practicar.

    —Lo sabemos, todos pensamos lo mismo. Pero si te han mandado venir aquí, significa que quieren que aprendas por mérito propio más que con la ayuda del dios, que te desarrolles al máximo. El próximo tiro de diez puntos será totalmente tuyo... Quien sabe… —su voz se volvió sugerente—, tal vez con una buena puntería, te pongan un cargo y te suban de rango.


    —Largo —dijo una grave voz—. Estás obstruyendo el entrenamiento —la regañó fuertemente Sesshoumaru.
    Sango hizo una profunda inclinación de cabeza y se disculpó.
    —Lo siento, Sesshoumaru-sama —y se marchó
    .

    Me quedé mirando directo a su cara.

    —¿Qué me ves?

    Bajé la vista.
    —Me… ¿enseñas?

    Él entrecerró los ojos y me miró en silencio. Tomé el arco, cargando una flecha y tensando la cuerda.
    —Levanta más el brazo y adelanta un poco la pierna —esa posición que me hizo pensar en un arma de batalla—, pon la flecha en donde pones la vista. Eres una máquina de disparar ahora, entonces actúa como tal, sin pensar.
    Sintiéndome como una marioneta y como autómata, solté la flecha antes de razonarlo, sin dudar. Obtuve nueve puntos.

    —Buen intento, Akemi.

    Quizás no era algo personal, él parecía ser hosco por naturaleza.
    Seguí practicando hasta llegar el medio día. Solo en dos oportunidades volví a ver a Los Ocho entrar en la línea de tiro y disparar, como motivando a los aprendices.

    En la tarde, le pedí a Kohaku que me llevara a casa. Él accedió, pero me llevó hasta una zona cercana al edificio. Entonces, era verdad que, entre miembros, debíamos mantener cierta distancia, por cuestiones de seguridad.

    Sentí miedo y un deseo fuertemente reprimido de echarme a llorar.

    Tan pronto como acabé de cenar, me senté frente a una montaña de libros y me puse a estudiar. Curiosamente, las tareas que solían causarme fuertes dolores de cabeza me resultaron sencillas, aún en mi reciente estado depresivo. Era poco probable. Al llegar la noche, había estudiado prácticamente más de la mitad de la unidad a la que correspondía el próximo examen, el terrible examen.

    —Seas lo que seas no creo en ti —murmuré al supuesto dios—, si quieres que crea, vas a tener que darme una muy buena prueba —antes de acabar de decirlo, me sobresaltó un llamado en el teléfono móvil. Bip, bip, bip… número desconocido… bip, bip, bip…

    Atendí rápidamente y esperé a que alguien hablara.

    —Rin ¿Cómo estás para el examen del jueves? —preguntó alegremente Ayame—. Lamento llamarte desde este teléfono, pero el mío se descompuso justo ayer, no sé qué le pasó, creo que la batería ha muerto —rió.
    —Estoy bien —solté en un suspiro.

    —Pareces tensa.

    —Ha de ser tu imaginación. El examen estará muy sencillo.

    Ayame rió.
    —Siempre tienes dificultades.

    —Yo también estoy sorprendida de haber podido estudiar tan rápido —de pronto, recordé que el dios supuestamente ayudaba al desarrollo físico y mental.

    —Me alegra oírte bien. Te llamaré pronto, debo seguir estudiando.

    —Está bien, te veré.

    Al acabar la cena, me encerré en mi cuarto. Compungida, me hizo un ovillo en el suelo mientras abrazaba un viejo muñeco de felpa, regalo de mamá y lloré.

    Aquella noche, no pude conciliar el sueño.
    __________________________________
    Bueno, como me piden, voy actualizando. Me alegra que les esté gustando, a pesar de que ya conocen bastante de como avanza esta historia.
    no sé si soy yo o la mayo´ría de la gente de este foro me pasa por arriba xD y eso que esta adaptación es mucho, pero que mucho más suave que el original. Ya quisieran las lectoras que ponga la parte del porno y las muertes xD
    Es normal que los capítulos se les hagan cortos. Acostumbro a escribir páginas y páginas, y aquí no es tanta la extensión.

    sessxrin. Separo párrafos desdee que mi beta y otros me regañaron unas treinta veces más o menos, me alegra que así, la lectura se te haya hecho más fácil y fluida. Supongo que eso siempre te deja con ganas de volver.
    Me alegra que te guste Rin. No, no es como los otros. Sí, por el momento los odia. Me alegra que te haya gustado la narración, trama y desarrollo de personajes, me he esmerado en ello.

    Pan-chan. no, no es nada fácil la adaptación. Sí, ese es un gran problema. Gracias por los buenos consejos que me has dado sobre copmo ir manejando los personajes.
    Me alegra que te haya gustado toso. Me alegra que te haya gustado Sango. Ya tengo más o menos ubicados los personajes, pero no todos. yo también muero por saber cómo los describiré xD bueno, pronto veremos que pasa. Hasta el siguiente.
     
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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Este capitulo estuvo mas interesante (claro por la pequeñisima interaccion de sesshomaru y rin xD) me alegra que hayas logrado un buen balance entre ellos dos ¿Lo ves? sabía que podías hacerlo, él aparenta detestarla, pero solo es su comportamiento general, y el hecho de que accediera a enseñarle como apuntar mejor demuestra que la hizo ir a la organizacion por un motivo especial.

    Rin se debate entre creer y no creer en el Dios xD veremos si Sesshomaru acepta mostrarle pruebas irrefutables, aunque por otro lado eso me aterra un poco ¿Quizas nuestra pequeña Rin comenzara a meterse en problemas?

    Actualizas rapido y eso me gusta. Sigue así amiga, tu historia va muy bien.
     
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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Bueno, en la trama original, Amano le da muchas vueltas y le inventa cosas. Eso da pie a la existencia de cuentos como “Escapar”, “Correr”, etc. Es una forma de introducir esos cuentos, que no aparecerán en este fic, para alivio de algunos.
    Al final, se da cuenta de que no puede (¿no necesita?) fingir y termina mostrando las cosas como son. He estado pensando bastante en hacer algo bastante más rápido, razón por la que estaremos frente a un fic no muy largo. No estoy diciendo que con esto arreglé el tema “adaptación”, solo que me voy abriendo pasos a medida de que me surgen ideas. Aquí no habrá bifurcaciones, la historia será una sola, no habrá historias paralelas… solo la historia de Rin (Satsuki). Tal vez, Aru aparezca pronto.
    Este no será el libro de cuentos y tendrá más parecido con una sólida novela. Conste que en el libro hay más detalles, puesto que no hablo solo de Amano o de Satsuki, sino de toda la organización, a grandes rasgos, claro.
     
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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Bueno, para algunos curiosos, hablaré un poco del desarrollo del fic.
    Historias como “Un cueto contigo, bajo la lluvia” (lamentablemente plagiada en un foro fangirl) o “Agartha”, surgieron primero como fics de Inuyasha. Como todos saben, me especializo mucho en el SesshoumaruXRin y estilos muy parecidos. Estas historias se convirtieron luego en novelas aparte, con personajes propios y vida propia, independientemente de que después desaparecieran de mi PC, por las causas que ustedes saben.

    En el caso de Colmillo Sangriento es igual, o al menos, iba a ser igual. La verdad, es que junto al fic no terminado “Eclipse Total”, se me ocurrieron ideas para muchos fics, que iban a llamarse respectivamente “La Carta”, “En las nubes” y “Colmillo Sangriento”. Se fusionaron. Pero luego, me decidí por comenzar directamente escribiendo una historia con OC. Y así, nació Amano y el que aún nadie ha leído: el Proyecto Ashura-ma.
    Es por eso que, al principio, los que leen los cuentos tienen una especie de déjà vue SesshoumaruXRin. Sin embargo, en un intento de volver esta historia realmente mía, perfilé personajes, para diferenciarlos. Y obtenemos un Amano frío y psicópata y una Satsuki alocada y rebelde.

    La historia tiene muchos orígenes: otros libros, como, por ejemplo, Crepúsculo, (se crea o no), fanfics de Inuyasha que me gustaron y que, probablemente, sus autoras se reconocerán en estas páginas. Películas que amé o que al menos me dejaron una marca. Investigaciones extensas sobre ciencia, biología, historia, entre otras disciplinas. Revistas. Sueños y pesadillas. Hechos reales. Chismes. Recopilé de todos lados, hice una sopa y salió algo inesperado.

    Pero la novela, se convirtió en libro de cuentos.

    Los cuentos son varios y tratan de temas fuertes. Sin nada de anestesia. No procuran asustar, sino causar horror (“Sentimiento intenso causado por algo terrible y espantoso. Aversión profunda hacia alguien o algo”. RAE)
    , para que así pueda tomarse conciencia de algunas cosillas.

    Debido al desarrollo del libro, que insumió todo mi tiempo libre, es que hace tiempo no paso por este foro a comentar, criticar o escribir.
    Volver a este foro, volver a readaptar los cuentos para reconvertirlo en Inuyasha fic no es algo sencillo. Los personajes, el modo en que interactúan, su desarrollo y el modo en que se lleva la trama son completamente distintos. Es por eso que tuve que conversar mucho, pedir muchos consejos y cambiar muchas cosas. Las historias son más cortas y están suavizadas al máximo. Seguirme el paso en esta discu no supondrá un gran esfuerzo xD.
     
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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Aprendiz (III)


    Me levanté temprano, preparé el desayuno y luego me coloqué el uniforme. A las siete en punto, salí por la puerta como un cohete a presión, no sin antes saludar al retrato de mis padres y llegué al colegio de modo puntual. Nunca había sido tan rápida, ni había puesto tanto empeño. En el fondo, me sentía mejor que antes.
    Todas las semanas transcurrieron con la misma monotonía. Sango seguía apareciendo en las tardes, llevándome.
    Paulatinamente comencé a alejarse de mis compañeros.
    Las cosas que sucedían en la organización eran impredecibles, el único control que parecía haber era el de los maestros. Y solo dos cosas eran invariables: el sentimiento de una preocupante “normalidad” y Sesshoumaru sentado a sus anchas en un hermoso sofá blanco en un rincón. Cuando uno entraba en la sede, veía el movimiento típico de un edificio de oficinas. Operarios trabajando, yendo y viniendo. No todos eran asesinos, como imaginaba: eran personas normales que hacían cosas normales. Salvo algunos, que eran “raros”.
    ¿Cuál era la diferencia entre “los de adentro” y “los de afuera”? Ah, sí, el poder. Esa gente nadaba en dinero —posiblemente robado—, se paseaba en súper coches —posiblemente concedidos por la secta— y ostentaban altos cargos sociales —posiblemente por extorsión—.
    Y también tenían habilidades físicas e intelectuales notables… y eso sí que no tenía explicación lógica.
    Después de haber pasado vergüenza con mi puntería, me puse a entrenar duramente en el campo de la organización. Mi habilidad de tiro no solo se limitó al arco y la flecha, sino que comencé a practicar con diferentes tipos de armas y objetos. Incluso me hallé ejercitando la puntería con el balón, en el campo de baloncesto y con latitas de soda en cualquier lado, el colegio, la acera…
    No volví a ver a Sesshoumaru en el polideportivo, no asistía a las prácticas, aunque sí estaban los otros del grupo.
    Y un mes y medio pasó…


    Entré a la sala y lo miré todo. Los muchachos estaban apoyados contra las paredes, en los sillones se sentaban unas chicas. En el sillón blanco del rincón, Sesshoumaru estaba sentado a sus anchas, como era su costumbre, escuchando cómo una de las chicas le hablaba sobre tasas de cambio. Al notar mi presencia, la chica se calló. Todas las miradas recayeron en mí. Veinte pares de ojos curiosos.
    —Este no es sitio para novatos —dijo un joven cercano a mí—. Aquí solo entran los de élite.

    Me sonrojé y bajé la vista, confundida.
    —Yo… lo siento…

    Todos rompieron a reír. Solo buscaban reírse de mí y de mi ignorancia. El de la mirada impasible no movió un solo músculo.

    Cuando estaba a punto de decirles algo, la puerta se abrió y Sango entró con el rostro desencajado.
    Los muchachos comenzaron a burlarse.
    —¿Qué te pasó, Tsujikawa-san? —le preguntó uno— ¿Te dejo tu novio?

    Ella lo fulminó con la mirada.
    Todos comenzaron a hacerle bromas suaves. Ella torció la boca en un gesto que quiso asemejarse a una sonrisa amable.

    —¿No quieres salir conmigo, Sesshoumaru-sama? —preguntó.

    Al principio, él no parecía haber salido de su autismo. Soltó un sonido parecido a una risa y se llevó el dorso de la mano a la boca.
    —¿Es broma?

    Nadie nunca bromeaba con él. Sango se quedó congelada, negó con la cabeza, la propuesta había sido hecha medio en broma, medio en serio. El silencio en la sala era total.

    —¿Por qué iba yo a querer salir con alguien como tú? —dijo en un tono despectivo e hiriente que no transmutó para nada su expresión.

    La sonrisa se borró del rostro de Sango y la expresión se le desencajó peor que antes. Al parecer, las palabras de Sesshoumaru le habían dado tan duro como un gancho al hígado. Debía sentirse terrible y yo también me sentí mal por ella.

    —Eres un desgraciado, un gusano —le dije—, un abusivo ¿lo sabías?

    Todos los muchachos comenzaron a hacerle propuestas a Sango, pero ella no parecía oírlas. Uno de ellos, enojado, me miró a mí, luego a mi amiga y finalmente miró al joven de ojos dorados de modo despectivo.
    —Mira nada más lo que le has hecho a Sango, no te abuses de tu posición —caminó hasta él—. Akemi-san tiene razón.

    Todos se acercaron, curiosos.

    —¿Ah, sí? —preguntó Sesshoumaru sin emoción.

    —Sí —le retrucó el muchacho.

    Sesshoumaru se paró con ambas manos en las caderas, acercó su rostro a él y lo miró con burla.
    —¿Ah, sí?

    —Sí, estoy de acuerdo con ella.

    Sesshoumaru lo golpeó directo al centro de la frente, con tanta fuerza que lo hizo caer inconsciente.
    —¿Alguien más está de acuerdo con Akemi-san? —preguntó.

    Todos retrocedieron y se pegaron a las paredes, yo estaba paralizada. Él caminó directo hacia mí. Me sentí como una hormiga a punto de ser aplastada.
    —Ya hablaré contigo más tarde —fue como si me dieran un electroshock.
    Al rato, entró una mujer con unas planillas y se puso a repartirlas entre algunos de los presentes, mientras daba instrucciones para su uso. Al acabar de informarnos, nos despidió.

    Estuve nerviosa durante todo el camino a casa, las palabras tan parcas pero tan amenazantes, me daban vueltas en la cabeza ¿Qué iba a hacerme? ¿Cobraría venganza? Hice un esfuerzo sobrehumano para convencerme de que nada pasaba, ni pasaría, aparentar normalidad, como siempre. Solté todo en un largo suspiro.
    Al llegar, me encontré con una enorme caja blanca con mi nombre ¿Un regalo del Colmillo Sangriento? ¿Era bueno abrirla? Viniendo de ellos, podía tener tanto riquezas como serpientes venenosas.
    Me sobresaltó el sonido del móvil y atendí.
    —¿Diga?
    —Quiero saber si llegaste bien a tu departamento —dijo la amable voz de un hombre.
    —Sí.
    —¿Y ya abriste nuestro pequeño regalo?
    —No —balbucí.
    —¿Pues a qué esperas? —dijo la entusiasta voz.
    Entré a casa, abrí la caja como autómata y mi voz asombrada hizo reír a la persona del otro lado. Tenía ante mis ojos un vestido de género brillante, de varios tonos de azul claro, con falda tubo corta, cuello alto y sin mangas. También había dentro otra pequeña caja que tenía unos zapatos de un celeste muy claro, que combinaban bien con el vestido y dentro, había un sobre con una considerable cantidad de dinero.
    —Ve a Shiba-Koen antes de las diez y usa ese dinero para pagar la tarifa del transporte.
    Shiba Koen estaba en el distrito de otro barrio, pero tenía miedo de desobedecer. Con esa facilidad habían dejado una sorpresa en casa y asimismo podían entrar y hacer algo si me negaba. Asentí y el hombre me dijo que alguien estaría esperándome en ese lugar. Automáticamente pensé en Sango y Kohaku.

    Pagué la tarifa y bajé del taxi. Aquel parque era solitario y tenebroso para caminarlo en soledad, miraba hacia todos lados y me frotaba los brazos en un intento de hacer parar los escalofríos. En algún lugar en ese parque, me esperaban los miembros del Colmillo Sangriento. Nunca había estado sola a esas horas en un lugar como ese.
    Kohaku, a pesar de tener en conocimiento el lugar en que vivía, no aceptó llevarme, me hizo llegar sola hasta allá. No había nadie, sin importar donde mirara. Para colmo, me habían hecho vestir como para una fiesta. No comprendía por qué.
    De repente, un coche blanco dobló en la esquina y paró cerca de mí. No había visto antes un automóvil como aquel. Me hubiera gustado correr, pero había quedado ahí parada como boba, paralizada.
    Cuando la puerta se cerró, puse ojos de plato.
    —¿Sesshoumaru? —mis ojos no me engañaban. El que había venido no era Kohaku, habían enviado nada más y nada menos que al “Primer rango superior fuerte del Colmillo Sangriento”.
     
  20.  
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    Re: Colmillo Negro Sangriento.

    Aprendiz (IV)

    De repente, un coche blanco dobló en la esquina y paró cerca de mí. No había visto antes un automóvil como aquel. Me hubiera gustado correr, pero había quedado ahí parada como boba, paralizada.
    Cuando la puerta se cerró, puse ojos de plato.
    —¿Sesshoumaru? —mis ojos no me engañaban. El que había venido no era Kohaku, habían enviado nada más y nada menos que al “Primer rango superior fuerte del Colmillo Sangriento”.

    Me miró impasible.
    —Akemi —miró al coche—. Sube.

    —¿A dónde vamos?

    —A una fiesta importante de un caro club —dijo de forma sugerente—. Shingetsu.

    Negué con la cabeza, no conocía el lugar al que Sesshoumaru hacía mención, además no tenía suficiente dinero como para pagar un lugar como aquel. Si alguien me proponía ese tipo de salidas, declinaba automáticamente.

    —Iremos a Ginza, Chuo-ku —apoyó la espalda contra el coche y se pasó la mano derecha por el largo cabello blanco. Pude ver la cinta dorada en su muñeca. Él era intrigante— ¿Qué te parece, Akemi?

    Me humedecí los labios.
    —Me parece oportuno, jamás tuve la posibilidad de salir a divertirme en locales caros —confesé de modo humilde y muy apenada.

    Él levantó las cejas.
    —Entonces te gustará. Nos divertiremos mucho.

    La última frase me causó escalofríos ¿Acaso había algo que a él le divirtiera?

    —¿Por qué vamos a ese lugar? —inquirí

    —El dueño del local tiene una deuda con uno de nuestros miembros —se cruzó de brazos—, nos encargaremos de él.

    “Nos encargaremos de él” no sonaba nada bien. Pudiera ser que esta gente no fuera yakuza, pero sus métodos correspondían al de una mafia bien organizada. “Nos encargaremos de él”, en el lenguaje del Colmillo Sangriento sonaba a todas luces a “asesinar por venganza”. Después de todo, el dios perro de la secta era un asesino.

    Tragué saliva.
    —¿Y qué vamos a hacer?

    —Tú no vas a hacer nada, yo voy a realizar el trabajo y tú vas a observarme.

    —Pobre tipo —si Sesshoumaru asustaba incluso al Colmillo Sangriento, no quería ni saber qué imagen tenían de él afuera.

    —Tienes razón, Akemi —dijo él sin inmutarse—. Pobre tipo. Ahora sube al auto —abrió la puerta rápidamente y luego se sentó en el asiento del conductor.


    Me acomodé en el asiento del acompañante y miré sorprendida el lujo del vehículo.
    —¿De quién es el coche? —pregunté mientras él lo ponía en marcha.

    —Mío.

    Me atraganté con la propia saliva.
    —¿Tuyo? —exclamé sorprendida. Claro ¿de quién más?

    —Me lo ha dado el dios ¿no quieres uno?

    Dinero y autos caros…

    —¿Y qué otras cosas te ha dado el dios? —inquirí

    —Más de las que imaginas.

    No supe cómo interpretar aquello.
    —Ya dime la verdad ¿ustedes pertenecen a la mafia?

    —Pertenecemos al Colmillo Sangriento. Somos una organización milenaria, al servicio de un dios todopoderoso —contestó sin mirarme, no cambiaba de expresión.

    —¿Por qué me enviaron contigo?

    —Para aprender una de las mejores artes de la organización.

    —No sé cómo pueden llamar arte al homicidio —dije intentando desviar la vista. Era espantoso todo aquello. Me mareaba el tono de “normalidad”.

    —Es el mérito de nuestro dios ¿qué esperabas?

    —¿Por qué Kohaku no fue a buscarme a casa? —pregunté confundida.

    —Para no levantar sospechas de nuestros movimientos. Cada miembro se mueve por sí solo, pero un novicio necesita un maestro.

    —¿Y por qué te eligieron a ti?

    —Porque sí. El dios no tiene por qué dar explicaciones.

    Pero yo no creía en el dos de él. Necesitaba pruebas contundentes
    —¿Qué harías si realmente vieras al dios?

    Me miró de reojo.
    —Yo, en tu lugar, me sentiría honrado y agradecido. El dios no elige a nadie.

    Siempre que intentaba aplicarle lógica a la secta, salía mareada.
    —Pero dijeron que me había elegido —afirmé contrariada.

    —Por eso deberías sentir honra —me contestó.

    Se hizo un largo e incómodo silencio.

    —Si vamos a entrar a una fiesta juntos, no deberíamos parecer distantes, quedará raro —reflexionó él—. Podemos fingir que somos pareja ¿Qué dices, Akemi?

    Digamos que no pude digerir la idea.
    —Por eso podemos empezar —comenté—. Dime Rin solamente.

    Y de nuevo el silencio.

    —Dicen que tu puntería es excelente.

    Me sonrojé al oír aquello. Alguien con tanta habilidad… elogiándome…
    —No es para tanto. De ti dicen que te desenvuelves con cualquier tipo de arma y cualquier técnica de lucha, es envidiable.

    Él no dijo nada más.


    —Llegamos —anunció aparcando a una calle del club y haciendo un guiño de luces—. Mira en la esquina.

    Miré. Había una muchacha de cabello liso y negro azulado, toda vestida de cuero. La chica levantó la mano izquierda para acomodarse el cabello en un movimiento muy bien pensado que dejó notar la cinta escarlata en su muñeca.

    —Se llama Kagome y es tercer rango alto —me dijo él—. Es un apoyo por si algo sale mal —levantó una ceja— pierden el tiempo, nunca nada me sale mal.

    Bajamos y fuimos hasta el club. Nos pusieron unas identificaciones en la muñeca derecha y nos permitieron pasar. Él me tomó de la mano y me jaló hasta la pista de baile.
    —Bailemos un poco —me dijo sonriendo.

    Era inútil, hasta su inexpresiva sonrisa era amenazante. Lejos de tranquilizar mis nervios, me puso más nerviosa. Yo estaba sorprendida, asustada y avergonzada.
    Vi cómo Kagome también entraba a la pista de baile y le tocaba el hombro a un apuesto muchacho que estaba solo por ahí.
    —Es una atrevida —comenté mientras intentaba moverme. Era torpe para bailar.

    —Los miembros tienen un encanto sobrenatural y llaman la atención de los demás solo porque sí —me dijo él.

    —Es broma, nadie me mira.

    —Observa a tu alrededor.

    Empecé a mirar a la gente y noté que muchos me miraban como hipnotizados.
    —¿Qué… les pasa? —aquello se sentía… tan mal.

    —Es un don dado por el dios a las mujeres ¿Te gusta, Rin?
    Asentí, no podía mentirle y tampoco podía saber qué era lo que estaban viendo todas esas personas en mí. Nunca tuve un físico llamativo y tampoco bailaba muy bien. Quizás sí era verdad que el dios hacía algo.
    Había mucha gente, el ambiente era agradable, las luces daban un efecto que extasiaba y la música era movida y a todo volumen. Miré a Sesshoumaru con detenimiento. Llevaba una camiseta beige y jeans negros. Bailaba demasiado bien y era sensual, pero no cambiaba la expresión. Sus ojos dorados parecían ser resaltados por las luces del lugar. Bailamos juntos hasta pasada la media noche.

    —Mira —llamó mi atención hacia el lugar del DJ. Junto al jovencito que “dominaba” la fiesta, estaba parado un hombre de unos cuarenta años, vestido de azul plomizo, con el cabello entrecano peinado hacia atrás—. Es ese.

    No había notado que, mientras bailábamos, nos habíamos ido acercando más y más al lugar. Estábamos a tres metros del DJ.

    Sesshoumaru se inclinó hasta quedar a la altura de mi oído. Me sonrojé por su cercanía y al sentir su liento en mi cara.
    —Observa y aprende —de su bolsillo, sacó un objeto inusual: un naipe metálico con un As de espadas, que desprendía un fuerte olor de alcohol. Él siguió bailando y, repentinamente, el naipe voló de su mano hasta cortar los cables del equipo, produciendo un cortocircuito que devino en incendio justo sobre el dueño del local, el DJ y toda la gente que estaba cerca.

    Salimos corriendo, pasando desapercibidos en el escándalo provocado por el fuego: toda la gente corría. Cuando oímos las sirenas del camión de bomberos, Kagome, él y yo estábamos lejos.


    —Sesshoumaru, hay algo que no entiendo —pensaba con el entrecejo fruncido—. Olí el alcohol en esa carta pero… ¿cómo pudo comenzar tan rápido un incendio? No es físicamente posible.

    El muchacho permaneció en silencio.
    —Secreto profesional —afirmó finalmente— ¿Aprendiste algo?

    —Lo que les sucede a los que se meten con el Colmillo Sangriento.

    —¿Y…?

    —¡Ah! Y que nada te sale mal.

    —¿Ves lo que te digo? —no sonaba jactancioso.

    El camino hasta casa se hizo largo a pesar de que él conducía velozmente bajo la excusa de que “el coche le pedía velocidad”. El silencio de Sesshoumaru era molesto por alguna extraña razón. Era como estar en soledad en un callejón oscuro, me daba mucha inseguridad.
    —¿Tienes novia? —pregunté intentando romper el silencio.

    —¿Qué te importa?

    —Vale —tenía que sacarle un tema de conversación, el que fuera—. Dicen que tienes elevadas calificaciones.

    —Dedico un considerable tiempo al estudio, pero también es gracias al dios.

    —¿Extorsionan al Rector? —dije pensando automáticamente en los métodos de la secta.

    El se encogió de hombros.
    —No sería difícil, pero el dios tiene la capacidad de aumentar el rendimiento mental y físico de los humanos. Hace que las cosas sean mucho más sencillas: vivir y morir.

    Levanté una ceja.
    —¿O matar?

    Él sonrió fríamente.

    El coche no se acercó siquiera un poco al edificio, sino que aparcó a dos calles de distancia.
    —No te acercarás a casa ¿verdad? —caminar sola a esas horas de la madrugada…

    —Anda, te estaré observando —oír eso no me aportaba ninguna tranquilidad, por mucho que supiera que los miembros mayores tenían la obligación de proteger a los menores. Un escalofrío me recorrió la espalda.

    Bajé sin mirarlo y caminé por la acera a paso rápido, intentando sacarlo de mi campo de visión y de mi confundida cabeza, pero no podía.
    Aún no salía de mi cabeza la imagen de la explosión y de la gente asustada corriendo hacia todos lados, la frialdad con la que había hecho, su rostro inexpresivo al ver el miedo incluso en mi propia cara… y el inexplicable incendio que siguió a la explosión.
    Mientras más giraban los pensamientos en mi cabeza, más aumentaba la velocidad de mis pasos hasta que corrí al edificio tan rápido como podía.
    Abrí el portón en forma tentativa, cerrándolo con fuerza e intentando perderme para que no pudiera verme. Era como si los ojos de él pudieran observar más allá del plano físico, siguiéndome de modo insidioso, incluso detrás de la puerta de mi propio departamento, la única jaula en la que podía encerrarme y escapar de la secta.
    El primer impulso que tuve al quitarme el calzado, fue de arrojarlo por la ventana para así obligarme a olvidar el mal rato, pero luego lo repensé y lo metí en el acomodador que estaba junto a la entrada. Me serví agua fresca en un vaso, al acabar de beber, entré al baño y estuve un buen rato quitándome el maquillaje. No sabía maquillarme y no me veía bonita a mí misma. Nunca me había gustado usar maquillaje y eso me había molestado toda la noche, aunque un poco menos que la compañía de Sesshoumaru.

    No quería creerme que un asesino estaba intentando entrenarme para formar parte de la “cuchilla asesina” de la secta, sin embargo, no tenía otra opción.
    Mientras salía del baño para ir a mi cuarto, me frote debajo del cuello. Había sentido dolor durante toda la noche y no parecía que fuera a detenerse. Cuando me quité el vestido frente al espejo, me asusté de ver, justo en el sitio de mi dolor, una enorme mancha oscura, como si me hubiera quemado con algo al rojo vivo. La mancha sugería la forma de una mano que se había agarrado a mi cuello.
    ________________________________

    Bueno, espero les haya gustado. Aquí hice unas lineas (dibujo en Paint a base de lineas rectas) que corresponden a las personificaciones en este fic.
     
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