Codicia Deslizo mis dedos por las sábanas, afortunadas ellas que aún guardan el calor de tu piel en sus hilos y el aire que lleva, entre sus átomos, el tibio aliento de tus suspiros. Envidio la suerte del espejo que esboza con celo en su reflejo, la sutil desnudez de tu cuerpo, y a la trémula luz que me niega de tu mirada encendida el fuego. Dichoso ese suelo que atesora la caricia de tus pies descalzos, sobre sus frías losas de mármol, y el pomo de la puerta que encierra el mimo cálido de tus manos. Quisiera recuperar en tu ausencia el instante olvidado en cada gesto. Tomar de las inanimadas cosas, esa impronta abandonada sobre ellas. ¡Sin ti, mi soledad es codiciosa!