Las cocinas de Hogwarts están ubicadas debajo del Gran Comedor, descendiendo por la misma escalera por la que se encuentra la sala común de Hufflepuff. Para ingresar a la cocina, hay que pasar por una puerta a la derecha de la entrada a la sala común de Hufflepuff, descender por una escalinata y colocarse frente a un cuadro de unas frutas. Hay que hacer cosquillas a la pera en el retrato para que el cuadro se transforme en una puerta que lleva a la cocina. El lugar es muy amplio, aunque bastante repleto; más de 100 elfos domésticos trabajan todo el día en las cocinas. Hay mesas idénticas a las del Gran Comedor justo debajo de ellas, y también hay montones de ollas y cacerolas apiladas contra las paredes.
Mis pasos sin rumbo me llevaron a la cocina. Aquel lugar daba verdadero miedo. Múltiples criaturas, unas especies de elfos, trabajaban sin parar. Aunque ya nada me extrañaba en aquel lugar. Después de todo, había tenido que hacerle cosquillas a un cuadro para poder entrar, ¿había algo más denigrante y raro que eso? Seguro que sí... en Hogwarts, cuando pensabas que no podías encontrar nada más patético, ¡zas! Siempre se superaban. La pregunta que me hacía ahora era: ¿por qué estaba allí? ¿Qué pretendía hacer? Ni siquiera tenía hambre... mis pasos sin rumbo me habían llevado allí, sí, ¿y ahora, qué?
Victoria Stone — ¿Mmm? ¿Qué había que hacerle a las peras? — murmuré acariciándome la barbilla — ¡Ah, sí! Me acerqué y empecé a mover mis dedos de forma rápida sobre las frutas. Cosquillas... bastante adorable. Cuándo el cuadro se convirtió en la puerta, entré con normalidad esperando encontrarme solo con los elfos pero para mi sorpresa, allí había otro chico. >> ¡Oh! — exclamé sin poder evitar la sorpresa — Hola~ ¿Vienes también a ayudar a los elfos? — pregunté con una sonrisa amable.
Una chica se había acercado a hablarme. Era la primera vez que otro alumno se acercaba a relacionarse conmigo. Me puse erguido rápidamente y la miré con expresión desganada. Bueno, con mi expresión normal, de hecho. —Señorita, es un placer. Si debo confesarle la verdad, desconozco esos menesteres de los que me habla. ¿Ayudar a los elfos? ¿En qué consiste tal tarea? Simplemente me encontraba pasando por aquí, sin otro particular más que admirar las distintas estancias de Hogwarts... "... y desear que se derrumben", completé en mi mente.
Victoria Stone Ladeé la cabeza mientras lo escuchaba hablar. ¿Señorita? No pude evitar sonreír divertida. — Si no me equivoco, tenemos la misma edad así que no hace falta que me hables de usted. De hecho, te lo pido por favor — pedí para después llevar mis manos a la espalda y entrelazar los dedos — Humm... escuché por ahí que Peeves ha estado molestando a los elfos que se encargan de la cocina y que necesitaban ayuda. Pero si solo estabas paseando, no me gustaría molestarte~ — dije finalmente.
Frans Andersson ¿Que no la llamase de usted? Ugh... eso me era tan complicado... ya me gustaría a mí poder dirigirme hacia los demás con desdén, poder gritarles, insultarles si era necesario. Pero no, no era capaz. Era como si una fuerza extraña tirase de mi lengua y me obligase a mover mi boca articulando según qué palabras. —Lamento si la molesto, pero es mi forma habitual de hablar. Y no se preocupe, no me molesta en absoluto; de hecho, ¿podría de algún modo ayudar —¡no! ¿¡Por qué tenía que preguntar eso!? ¡No me importaba en absoluto! La educación era más fuerte que mis deseos, parecía ser— en esa tarea de cooperación con los elfos? Estaría encantado de poder ser de utilidad, si es que mi presencia no le es una molestia —mentira, demonios, ¡en el fondo quería alejarme de allí! Pero bueno. Total, no tenía otra cosa que hacer... si me marchaba de allí, acabaría vagando por quién sabe dónde y haciéndole cosquillas a quién sabe qué.
Victoria Stone Me encogí de hombros. Tampoco era una gran molestia escuchar hablar de usted, me podía acostumbrar. — ¡Sería genial! ¡Cuánta más gente haya, más fácil será! — exclamé con alegría, asintiendo con la cabeza — Yo he avisado a unos amigos que quizás quisiesen ayudar, porque sabiendo que Peeves tiene algo que ver, necesitaremos muchas manos — expliqué — Así que podemos esperar un poco por si viene alguien más y si no, vamos entrando~
No tenía ni idea de quién era ese tral "Peeves", pero, meh. El concepto era que él solicitaba ayuda, ¿no? Suficiente con saber eso. —Huh, sí. Aguardaremos aquí, pues... contemplando... la enorme belleza de la estancia... donde nos encontramos... —sinceramente, no sabía bien qué decir. Así que, algo amedrentado, terminé por callar, y jugueteé con mi varita, pasándola de una mano a otra. Qué incómodo era tratar con otras personas...
Melinda El cuadro de las frutas. Me hacía rememorar mis lecturas sobre el arte pictórico de los muggles, en particular aquella corriente donde predominaba la naturaleza muerta como objeto del proceso creativo. La particularidad de la pintura que se hallaba frente a mí, era el hecho de que debía hacerle cosquillas… A la pera que se encontraba allí. Me aproximé sin prisa y, apenas rozándola con la yema de mi dedo índice, hice que se transformara en la puerta que llevaba a las Cocinas. Al entrar, noté que había dos niños de mi edad. Al de cabellos rojos (cuya cara de desgano me resultaba graciosa) no lo reconocí, pero sí a la chica, con la que había compartido clases. En ese momento se encontraban charlando. Los hubiera ignorado de no ser por una palabra que me hizo, digamos, alzar las orejas: Peeves. A decir verdad, el ambiente de la cocina no era como el que mis hermanos habían descrito en nuestras conversaciones hogareñas. Ellos hablaban de un ambiente de trabajo intenso, pero cordial y amable. Sin embargo, noté que los elfos tenían cierta expresión de miedo en sus rostros, y que las cosas estaban más desordenadas de lo que hubiera esperado. Me acerqué a la chica: —¿Qué has dicho de Peeves? —inquirí, mirándola fijamente.
Victoria Stone Me quedé observando con una leve sonrisa como jugaba con su varita, sin querer obligarlo a hablar más ya que noté que no le resultaba cómodo. Mientras tanto, otra presencia hizo acto en la sala. — Hola, Melinda~ — saludé mirándola — Sí, verás, he escuchado que Peeves tiene aterrorizados a los pobres elfos con sus travesuras — expliqué con una leve mueca de tristeza — El muy cobarde viene a molestar a los que no se pueden defender... debemos darle una lección — sentencié finalmente, molesta por la actitud del poltergeist.
Andrew La magia era realmente asombrosa. Cuando llegué a la enfermería adolorido por las mordidas de las babosas y el molesto veneno, creía que mínimo me habrían recetado 10 medicamentos y reposo por una semana. Pero para mi sorpresa, mis afecciones fueron solucionadas rápidamente con un movimiento de varita y unas palabras mágicas. No necesité más tratamiento ni nada, pero la enfermera me dijo que tratara de no volver a meterme en problemas. No podía prometerle nada. Se me hacía que si no encontrabas problemas en Hogwarts, los problemas lo encontraban a uno. *** Cuando encontré a la cocina finalmente, gracias a la ayuda de una Hufflepuff de tercer año, lo primero que vi fue a un montón de seres de baja estatura que identifiqué como elfos. Nunca los había visto antes en mi vida, pero por sus características y las historias que había oído, asumí que eran los mismos que se encontraban en la cocina. Asimismo un desorden impropio reinaba en la cocina, podía verse un montón de cacerolas y ollas amontonadas a un costado y el semblante preocupado de los elfos. Ese poltergeist del que tanto hablaban sí que era un pesado. —¿Alguna señal de Peeves?—pregunté acercándome al grupo que se había formado. Victoria de Gryffindor y mi compañera Melinda se encontraban charlando a mi llegada. También reparé en un chico que no había visto antes. por los colores en su uniforme pude saber que era de Slytherin, pero era todo lo que podía decir. Estaba jugueteando con su varita tímidamente, un poco alejado del grupo, Así que fui junto a él y le extendí la mano. —¿También viniste a ayudar a los elfos? Bien, mientras más seamos, mejor —dije sonriendo. La pelea contra las babosas nos demostró que si peleábamos en equipo, tendríamos más posibilidades de triunfar que estando por nuestra cuenta. Ya me imagino cómo nos hubiera ido de otro modo—. Soy Andrew Aldridge de Ravenclaw, ¿cómo te llamas?
Un chico se acercó a hablarme. Tuve que dejar de juguetear con la varita, algo molesto. Dijo algo de unos elfos, y de ayudarlos. Seguía sin saber en qué consistía todo eso, pero ya había dicho que ayudaría, y ahora no podía desistir. Analicé rápidamente al chico de Ravenclaw que se presentó como Andrew con una mirada, y luego hablé con tono educado: —Mucho gusto. Mi nombre es Frans Andersson, de Slytherin. Me consta que hay algún tipo de problema con los elfos, así que vengo a ayudarles —mentira. Me había metido en todo eso de pura casualidad y mala suerte. Pero en fin—. Espero no ser una molestia y poder ofrecerles toda la cooperación que esté en mis manos —finalicé inclinando la cabeza ligeramente. Ya está, ¿no? Ahora se iría por fin, hechas las presentaciones. Era incómodo charlar con desconocidos...
Daniel Brown Creo en verdad que esta es de las pocas veces que las escaleras se han portado bien conmigo. ¡Qué bien sienta que te obedezcan sin protestar! Abrí la puerta de la cocina y cuando entré me encontré un par de personas. Estaban Andrew, Victoria, un chico que no conocía... Y Melinda. ¡Oh dios, por qué ella! Ahora tendría que soportar su exagerada impertinencia. Mejor pasar de largo. —¿Dónde están esos elfos? —pregunté sin siquiera saludar; a los que me caían bien ya los había saludado antes y a Melinda no le iba a dar el gusto de dirigirle mis palabras.
Melinda —Ya veo… —asentí levemente. Peeves era un personaje recurrente en las charlas de mi familia sobre Hogwarts. Las palabras con las que se referían a este poltergeist no eran halagadoras y mi padre, indignado, siempre exclamaba que había que expulsarlo del castillo. Según supe tiempo después, a través de charlas de nuestros criados que escuchaba por accidente, Peeves lo había tomado de punto y le hizo la vida imposible durante los siete años que estudió en el colegio. Por otro lado, el espectro se llevó medianamente bien con mis hermanos, pues siempre lo ayudaron con sus travesuras. Pero en mí iba a encontrar a una enemiga. Entonces llegaron dos personas más. Uno era Aldridge, el chico de cabellos blancos que formaba parte de mi casa. Gracias a él supe que el pelirrojo se llamaba Frans Anderson y que formaba parte de Slytherin, lo que me daba un motivo más que suficiente para no dirigirle la palabra. El otro chico era el Llorón. Me miró con una expresión de desagrado a la que resté importancia. Por mí parte, volteé el rostro para no tener que verle la cara, y así nos ignoramos mutuamente. —Peeves ya debe saber que estamos aquí —advertí mientras recorría todos los rincones de la cocina con la mirada. No detecté anomalía alguna entre las cacerolas, en el techo o las fogatas donde cocinaban. Aún así, dirigí mi mano a los pliegues de mi túnica, allí donde guardaba la varita.
Ryder Parker. ¿Y entonces? Mis expectativas fueron derrumbadas igual que la de un edificio que no va ni al caso cuando es demolido por una gigante bola de acero. Esto NO eran las duchas. Era la bendita cocina de este colegio. Volteé a mirar, y quedé horrorizado. ¿Acaso son elfos los que cocinan aquí? Momeeeeeento... ¿Quiere decir que todos estos días he estado comiendo alimentos manipulados por esos seres, que quizá qué bacterias tienen en su cuerpo? Abrí los ojos y suspiré pesadamente. Esta escuela me sorprendía cada vez más, y no de manera positiva. —Malditas escaleras hijas de... —Me contuve. No valía la pena insultar a esos peldaños vivientes ahora. Sólo espero que en el futuro nos enseñen algun hechizo para taladrar o algo así, porque de seguro que tampoco tienen idea de qué es un taladro en esta dimensión como para averiguar por uno. Giré mi cabeza, mordiendo mis labios. Estaba picadísimo, diciéndolo en palabras ultra-decentes. Noté que algunos se percataron de mi llegada, mas no hice ningún gesto de saludo o algo así. No estaba de humor para sonrisitas de comercial.
Los elfos domésticos que se encontraban en la cocina no le dieron ni pizca de atención a todos los estudiantes que acababan de colarse allí dentro. Se encontraban todos farfullando, enojados, observando una cacerola de sopa gigantesca que había sobre una de las mesas. Y en el centro de esa cacerola, se encontraba Peeves, flotando y nadando tranquilamente en la sopa como si no le interesase nada más en la vida. Cada tanto soltaba alguna carcajada, lo cual parecía irritar aún más a los elfos. —¡Has arruinado la sopa para esta noche, poltergeist! —chilló una elfina, furiosa. —Pero yo la he disfrutado inmensamente; ¡si es incluso mejor que el Baño de los Prefectos! —rió Peeves maliciosamente. Se irguió en la sopa y entonces fue que notó que acababan de llegar humanos a las cocinas—. ¡Jo, estudiantes! ¡Este día se pone cada vez mejor! Hora de algunas travesuras más, jejeje… Peeves Fantasma [no le afectan los conjuros de tierra, pero los de aire le causan el doble de daño] Salud: 450/450 Ataques: -Chillido Aturdidor: Produce un chillido tan fuerte que aturde temporariamente a dos oponentes, dejándolos sin poder atacar en su próximo turno. [Aire] -Aliento Asesino: Lanza un eructo tan horrible que reducirá los HP actuales del oponente por la mitad. [Aire] -Tronada: Chasquea los dedos, causando que se levante un frío sobrenatural… [Aire] -Espéctro Gélido: Congela con un frío fantasmal a todos los oponentes, causándoles 100 HP de daño a todos (no se aplica Res para este ataque). Sólo puede usarlo tras usar Tronada. [Oscuridad] Contenido oculto Lista de turnos: 1 - Victoria 2 - Frans 3 - Peeves 4 - Melinda 5 - Ryder 6 - Peeves 7 - Andrew 8 - Daniel 9 - Peeves @Hey Miguel @Amane @GalladeLucario @Bruno EVF @Lucas Diamond @Steve Yops
Victoria Stone Entonces otro chico apareció, haciendo que Peeves por fin se diera cuenta de nuestra presencia. — Maldito poltergeist — murmuré, mi rostro estaba tranquilo pero mis palabras mostraban enfado — ¿Por qué tienes que molestar a los elfos? Ahora verás — lo señalé, aun sin inmutarme demasiado y entonce saqué mi varita — ¡Lympha! — y un rayo azul salió de mi varita, golpeándole de lleno. Estadísticas: Bruja de Agua — Nv 7 [conjuros de agua causan 10 extra de daño] Salud (HP): 295/295 Resistencia: 71 Magia (MP): 81/89 Hechizos: -Wingardium Leviosa: Hace levitar un objeto cercano y se lo lanza al oponente, causándole 15 HP de daño. [Aire] [-2 MP] -Periculum: Ataca al oponente con chispas de color rojo, causándole 20 HP de daño. [Luz] [-2 MP] -Avifors: Transforma un objeto cercano en un ave, la cual se lanza a atacar al oponente, causándole 25 HP de daño. [Aire] [-4 MP] -Cataracta: Ataca al oponente con un potente chorro de agua, causándole 35 HP de daño. [Agua] [-5 MP] -Lympha: Ataca al oponente con un rayo azul cristalino, causándole 50 HP de daño. [Agua] [-8 MP]
Así que el tal "Peeves" era el malo de la película... y yo pensando todo el tiempo que era el elfo jefe o algo por el estilo. En fin. Hice crujir mi cuello ligeramente, destensando los hombros y relajando los músculos. Y alcé una ceja rojiza al mirarlo. —En este lugar hay verdaderas abominaciones —susurré, antes de decidirme a atacarle con un hechizo. Mis ojos se centraron en una cacerola de la cocina. Sí, eso sería algo fácil de transformar—. Avifors Estadísticas: Mago de Fuego — Nv 2 [conjuros de fuego causan 10 extra de daño] Salud (HP): 210/210 Resistencia: 23 Magia (MP): 28/32 Hechizos: -Pire: Lanza una bola de fuego de la punta de la varita, que quita 30 HP al oponente. [Fuego] [-5 MP] -Periculum: Ataca al oponente con chispas de color rojo, causándole 20 HP de daño. [Luz] [-2 MP] -Avifors: Transforma un objeto cercano en un ave, la cual se lanza a atacar al oponente, causándole 25 HP de daño. [Aire] [-4 MP]
—Esos truquillos apenas si me hacen cosquillas, jijiji —rió Peeves antes de tomar aire y lanzar un horrible eructo; era su feroz Aliento Asesino. Peeves Fantasma [no le afectan los conjuros de tierra, pero los de aire le causan el doble de daño] Salud: 350/450 Ataques: -Chillido Aturdidor: Produce un chillido tan fuerte que aturde temporariamente a dos oponentes, dejándolos sin poder atacar en su próximo turno. [Aire] -Aliento Asesino: Lanza un eructo tan horrible que reducirá los HP actuales del oponente por la mitad. [Aire] -Tronada: Chasquea los dedos, causando que se levante un frío sobrenatural… [Aire] -Espéctro Gélido: Congela con un frío fantasmal a todos los oponentes, causándoles 100 HP de daño a todos (no se aplica Res para este ataque). Sólo puede usarlo tras usar Tronada. [Oscuridad]
