Shibuya Club5ive [Club privado]

Tema en 'Ciudad' iniciado por Gigi Blanche, 13 Julio 2021.

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    Gigi Blanche

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    Hundido en el corazón de Shibuya se encuentra el Club5ive, un club privado que ciertas noches también funge de cabaret. Pocos saben de su existencia y aún menos son quienes tienen permitido el ingreso, se manejan dentro de una clientela por demás específica y corren, de hecho, varios rumores respecto a su ubicación. El club fue montado en secreto detrás de lo que parece una puerta común y corriente, perdida entre las tiendas y bares de Shibuya. Dentro, se rige de una estética predominantemente acromática con acabados en tonos metálicos.

    Está compuesto por una sección general donde se encuentran la barra, los escenarios y varios sillones con sus respectivas mesas, además de unas cuantas salas privadas dispuestas a los costados. Se rumorea que este club es regenteado por el Yamaguchi-gumi.

    Barrio de Tokio: Shibuya


    Club5ive [Club privado].png
    Kaname.png

    Edad: 23 años
    Utilidad en Club5ive: barman.


    Akira.png
    Edad: 18 años (casi 19)
    Utilidad en Club5ive: cliente frecuente. Es miembro de los Lobos de Shibuya y la mano derecha de Kou Shinomiya.
     
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    Kou 2.png

    Estiré el brazo lo justo y necesario para descubrir el reloj de la manga del saco, cerciorándome de que, efectivamente, dieran las ocho en punto mientras estacionábamos el coche frente al edificio de Riamu. Bueno, las siete cincuenta y nueve, para ser exactos. Nagamori-san se merecía un minuto de margen para buscar su apellido en el tablero, ¿verdad? Eso de contar únicamente con una dirección a medias era hasta hilarante, pero considerando lo que me había tomado saber su nombre estimaba que sólo habíamos seguido corriendo por el mismo cauce que trazamos en la mascarada.

    Cuestión que la limo estacionó justo frente a su puerta, porque si iba a montarme el puto teatro iba a hacerlo bien, y el chofer se bajó sin más. Si estaría bien entrenado. Lo seguí con la mirada a través de la ventanilla polarizada, él también iba ataviado con un traje impecable, camisa blanca y corbata negra. Recorrió el panel con la vista hasta que presionó un botón y aguardó, la bolsa de Versace colgando de una mano. Yo, por mi parte, enderecé el cuello y respiré por la nariz, tranquilo, luego de recorrer el espacio en un chequeo rápido. Los finos tubos de luz ultravioleta, la botella de champagne fría, las copas, una caja de fresas bañadas en chocolate y, por supuesto, mi atuendo. Me sonreí como si fuera el puto dueño del mundo o algo y no pude evitar preguntarme si a Riamu le gustaría mi elección.

    Eh, esperaba que sí~

    Amane la clase que va a tener esto yO NO ME EXPLICO

    pasarte a buscar para una cita me resulta tan satisfactorio, uhlala uwu
     
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    Riamu 2.png

    Bueno, pero si no me estaría comportando como una niña aquella mañana. El viernes me fui a dormir bien tempranito para despertarme descansada y tener el mejor aspecto posible, que lo último que quería era tener que abusar de maquillaje para disimular posibles ojeras o algo por el estilo.

    Nana no se extrañó demasiado cuando le dije que hoy podía irse antes si quería, que había quedado por la noche y que estaría bastante entretenida el resto del día con eso, aunque supongo que si se sorprendió un poco al saber que me iba a tomar tantas molestias para ello. Tampoco me iba a preguntar demasiado al respecto, ¿verdad? Así que no importaba mucho, al final del día.

    A Zeldryck le hablé desde bien temprano también, mientras desayunaba para ser más concreta, y es que si necesitaba comprarme lo que sea que me propusiese iba a necesitar algo de tiempo de margen para que me lo trajesen, ¿no? A ver, podía hacer que me llegase al día tirando del apellido y de la tarjeta de mamá, pero tampoco hacía aquellos milagros, así que tenía que ser previsora. Como ninguno de los dos sabía realmente de qué iba a ser la cita, acepté que me mandase varias opciones, y de puro milagro no me carcajeé al ir viendo las diferentes fotos que me llegaban.

    Eh, de verdad que ese chico tenía un problema con los escotes~

    Lo sopesé un buen rato, pero al final seguí un poco mi instinto y elegí, en base a ello, el único vestido que me había pasado. Es que, a ver, había dicho algo de tragos en los casilleros, ¿cierto? Pero era Shino-kun, seguro que incluso para beber conocería algún sitio exclusivo o algo por el estilo, así que un vestido me parecía la opción más adecuada. De todas formas, ¿quién sabe? Igual no me duraba mucho puesto y le estaba dando vueltas para nada~

    Estuve de lo más tranquilita en casa, preparándome hasta que me llegó la ropa, y para las ocho ya estaba completamente lista. Y justo a las ocho en punto también, así como había esperado, sonó el timbre del apartamento. Ya le había avisado al portero de que esperaba visita, así que cuando salí del ascensor ya en la planta baja, pude ver al chófer esperando a través de la puerta que el señor mantuvo abierta.

    Me despedí del portero con una sonrisa, cerrando el bolso mientras caminaba, y me acerqué entonces al chófer con cierta curiosidad echada encima. Lo repasé con la mirada, dándome cuenta entonces de la bolsa que llevaba colgando de la mano, y eché la mirada detrás de su espalda, hasta dar con la limusina. Eh~ Que al final el cabrón sí que lo estaba tomando en serio y todo, qué nivel~

    —Buenas noches~ —lo saludé, pues por educación más que otra cosa, y me quedé un poco a la espera de... ¿que me guiase o algo? No sabía yo, nunca me habían tratado así tan bonito, y tampoco quería estropearle ningún plan a Kou que tanto empeño parecía haber puesto en montarse el teatro.

    Y hablando de Kou, qué ganas de verlo~

    *small inhale* AAAAAAAAAAAAA IM SO EXCITED AND I JUST CAN'T HIDE IT (8) perdón por el tochacho que ni a cuento, btw (?)

    me siento como una princesa cada vez, mi vida u///u

    El vestido cortesía de Zeldryck/Insane y que va a durar tres posts (? uwu

    WhatsApp Image 2021-07-14 at 13.40.37.jpeg
     
    Última edición: 14 Julio 2021
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    Kou 2.png

    Me quedé tamborileando los dedos al ritmo de la canción que estaba sonando por los parlantes de atrás, sincronizados al móvil. Fue hasta que percibí movimiento en la entrada del edificio que regresé la mirada y arrugué el ceño, viendo aparecer a Riamu. ¿No había respondido por el comunicador? Qué cosa extraña, a ver si Nagamori-san se las apañaba para cumplir mis caprichos aún así. El hombre se giró hacia ella, la saludó con una profusa reverencia y poco me importaba lo que conversaran, igual preferí recorrer a la cría con la mirada.

    Eh, nada mal.

    Mantuve mi atención en ellos, mucha otra cosa no tenía para hacer, hasta que me sonó el móvil en el bolsillo y lo revisé. El cerúleo de la pantalla iluminó mi sonrisa. Si este cabrón no estaría en todo.


    Me contó un pajarito que reservaste en el club
    Les dejé una bonita sorpresa

    Vaya
    Qué considerado, Teruaki-san

    Ya ves
    Me gusta consentir a mis niños



    Nagamori-san aguardó pacientemente a que una voz surgiera del intercomunicador, así se estuviera tardando lo suyo. Había analizado la posibilidad de volver a tocar cuando las puertas del ascensor se abrieron en el hall y volvió el rostro. No había recibido una descripción física ni mucho menos, pero tampoco hacía falta ser un genio para deducir.

    —Buenas noches, Yumemi-san —saludó con profundo respeto, luego de ejecutar una reverencia, y alzó ligeramente el brazo donde llevaba la bolsa—. Shinomiya-sama me ha encargado entregarle esto, con la esperanza de que le agradara lo suficiente para portarlo esta noche.


    como soy pelotuda y en el anterior post me lo olvidé, over here el outfit de Kou:

    [​IMG]

    Y acá el vestido que hay en la bolsa, but también lo dejo insertado:


     
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    Amane

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    Riamu 2.png

    El hombre no se movió de su lugar y aquello consiguió hacerme fruncir ligeramente el ceño, contrariada. Bueno, qué iba a saber yo que mi culo inquieto había hecho justamente lo contrario a lo que Kou había esperado de mí ya dos veces, si nunca me paraba a pensar las cosas y era exactamente por eso por lo que me lo pasaba tan bien. En fin, tampoco le iba a dar muchas más vueltas al asunto, y pues mucho menos cuando miré dentro de la bolsa y mi rostro se iluminó por completo.

    —Ahora vengo~

    Apenas le di tiempo al señor chófer a reaccionar realmente; le quité la bolsa de las manos y volví a entrar al edificio como si nada. Estaría dando saltitos si no fuese porque llevaba tacones, las cosas como eran.

    Lo siento, Sunsun, pero soy una chica tan débil por los brillitos~

    Nada más entrar de nuevo le pedí al portero si me podía dejar entrar un par de minutos en el sitio que él usaba para cambiarse... o para guardar las cosas de limpieza... o no sabía realmente para qué, pero en esa habitación en la que solo él como empleado tenía acceso. Aceptó porque tampoco le quedaba de otra, pero igual sabía que me iba a decir que sí porque dentro de todo ese edificio yo era la que mejor le caía sin lugar a dudas.

    Me cambié super rápido, por suerte ambos vestidos se quitaban y ponían con bastante facilidad, y metí el negro con cierto cuidado en la bolsa antes de salir del cuarto aquel. Le dejé la bolsa en cuestión al señor portero, para que me la guardase y me devolviese el vestido la próxima vez que lo viese, y volví a salir hasta encontrarme al chófer que, pues me había esperado, ¿qué más iba a hacer?

    Di una vuelta sobre mí misma en cuanto llegué a su lado, no tanto por el pobre hombre que tenía que importarle más bien poco lo que hacíamos si no por si al mismo Kou le daba por mirarme a través de la ventanilla o algo, y miré al hombre con una sonrisa deslumbrante en cuanto me paré.

    >>Shinomiya-sama tiene buen gusto, desde luego~ —comenté, un poco porque sí, porque quería decirle Shinomiya-sama por la gracia—. ¿Podemos ir ya o hace falta algo más~?

    Dios, necesitaba relajar un poco las hormigas que llevaba en el culo, ¿eh?
     
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    Seguí los movimientos del par desde el coche como un puto stalker o algo, que encima esos vidrios polarizados no dejaban pasar ni un gramo de luz. Nagamori-san le extendió la bolsa, Riamu la aceptó y tardó cero segundos en apresurarse de regreso al edificio. Allí le perdí la pista, claro, y de la forma que fuera no necesité mayor detalle para saber lo que estaba ocurriendo. Me sonreí, plenamente satisfecho, y no pasó mucho hasta que regresó con el vestido que había elegido. Giró sobre sí misma al llegar junto a Nagamori-san y la prenda desprendió cientos de destellos al mismo tiempo, los flecos ondeando para acompañar el movimiento.

    La verdad, el blanco le quedaba mucho mejor.

    Y los vestidos cortos también~

    Estaba por demás satisfecho con mi elección, además poseía una clara reminiscencia de la moda estadounidense durante los años '20 que, honestamente, era de mis favoritas. Poseía clase y elegancia pero también era fresco, relajado. Seguí mirándola, tranquilo, y cuando Nagamori-san comenzó a conducirla en dirección a la limo regresé la vista al frente. El chofer le abrió la puerta, claro, y recién al tenerla a mi lado acusé recibo de su presencia. Llevaba el codo anclado en el borde de la ventanilla y al girar el rostro deslicé la barbilla a lo largo de mis dedos.

    —Buenas noches, Ri-chan —murmuré, en lo que Nagamori-san se subía en la sección delantera, y deslicé la mirada en torno a su silueta—. Veo que el vestido te ha quedado bien, me alegra. Aunque...

    Aún llevaba los tacones negros, ¿cierto? Y eso no podíamos permitirlo. Gracias a Dios que el diablo siempre estaba en los detalles. Ensanché apenas la sonrisa y le lancé una mirada a las cajas que había en el asiento de enfrente, instándola a revisarlas. Todas poseían el mismo modelo de calzado, claro, pero como no me sabía su talle, pues... hubo que tomar medidas~

    Jamás me la pasé tan bien siendo un sugar daddy ffs

    Los zapatos uwu
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    Amane

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    No tenía manera de saberlo realmente, con las ventanillas aquellas polarizadas de la limusina, pero de algún modo supe que Kou nos estuvo mirando todo el rato, que se comió el espectáculo de luces que arranqué con el vestido, y que seguramente estaba disfrutando de las vistas como un cabrón. Vistas que yo misma le estaba proporcionando voluntariamente, ¿o no? Wow, un poco kinky todo el asunto~

    Al final eso fue todo por el momento y el hombre me guió finalmente hasta la limusina, dejándome entrar justo mientras le agradecía por todo lo que había hecho hasta el momento. Me acomodé en lo que cerraba la puerta a mi paso y busqué a Kou inmediatamente después, con la emoción plasmada por todo mi rostro. ¿Que si lo repasé con la vista con unas ganas de comérmelo que dieron gusto? Pues obviamente, si es que se veía bien guapo con ese traje y, ¿huh? ¿Jersey de cuello vuelto? Había venido con intenciones de que me lo tirase, no había otra.

    —Buenas noches, Shinomi-kun~ —¿otro apodo? Claro, ¿por qué no?—. ¿Has visto? Es muy lindo, ¡y es de mi talla! Gracias~

    Prácticamente me vine encima suya, si es que estaba que parecía que me había dado un subidón de azúcar, y me incliné sobre el asiento hasta poder depositar un beso sobre su mejilla. Apenas después le presté más atención a lo que decía y ladeé un poco la cabeza, confusa, antes de seguir el gesto de sus ojos y dar con la cantidad de cajas que había repartidas en el asiento de delante. Me mordí un poco el labio inferior ante la imagen y negué con la cabeza, dándole un golpecito en el brazo.

    >>No tenías que hacer todo esto, ¿sabes? —murmuré, aunque no le di mucho espacio a replicarme porque prácticamente huí hacia los zapatos antes de que tan siquiera lo intentase.

    No fue muy difícil dar con mi talla entre todas las cajas, nadie se iba a saber mi número de calzado mejor que yo, ¿cierto? Me hice un hueco en aquel asiento, encarando a Kou, y me quité los tacones que llevaba con un movimiento un poco más lento de lo necesario.

    >>¿Me vas a ayudar a calzarme como si fuese Cenicienta, Príncipe Azul~? —bromeé, mientras sacaba el par nuevo que me correspondía.

    Igual dudaba mucho que algo así fuese a pasar, por muy gracioso que fuese a ser, así que de todas formas empecé a colocarme y abrocharme uno de los zapatos, echándole otro vistazo rápido al interior de la limusina.

    >>¿Y esto? ¿Es tuyo o qué? Molaría mucho que te viniesen a recoger a la escuela en una limusina si fuese el caso, ¿sabes?

    Qué pasa, haciendo un post a las 7 de la mañana cuz han pasado cosas o qué pasa
     
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    Gigi Blanche

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    Kou 2.png

    La emoción a Riamu se le escapaba por los poros de la piel o algo, de verdad. Un poco de gracia me hacía la forma en que era capaz de zorrear sin vergüenza pero también parecer una cría entre regalos de Navidad. Bueno, las personas éramos pura dualidad, en definitiva. Por eso me miró como si fuera a hincarme el diente pero al segundo volvió a emocionarse y hasta me estampó un beso en la mejilla. La dejé hacer con bastante naturalidad, la verdad, si acaso me limité a menear suavemente la cabeza en cuanto me agradeció porque, de veras, no era nada.

    Papá era quien pagaba todo, al fin y al cabo.

    Luego le dio un ligero chispazo de remordimiento o algo por las claras cantidades de dinero que me había gastado para montarme el teatro, y de cualquier forma no pretendí replicar nada si tardó cero segundos en ir donde los zapatos. Me acomodé en el asiento de pura manía, observándola, y memoricé la talla de la caja que había elegido pues porque sí, no venía mal.

    También la vi sentarse e invitarme a hacer de Príncipe azul. Una risa vibró en mi pecho y no atiné a mover un músculo de lo rápido que dejó correr la broma. Eh~ Quién sabe, quizá si hubiera insistido un poquito más se sorprendía. Estaba de buen humor, al fin y al cabo.

    Seguí sus movimientos, que a mi parecer fueron algo lentos, y pues no dejé de deleitarme con las vistas porque tonto no era. De cualquier forma, al notar que repasaba el interior de la limusina hice lo mismo, con una ligera sonrisa plantada en los labios.

    —No, no, la he alquilado a la empresa de coches. Que de todas formas siempre les estamos rentando automóviles, y ¿qué diferencia hay si la tengo siempre que quiera? —Eché un vistazo breve por la ventanilla antes de regresar la mirada a Riamu, en lo que me encargaba de mostrarle la botella de champagne y empezar a abrirla—. Dime, Ri-chan, ¿has oído hablar de Club5ive?

    ohmy, si no te habré desvelado uwu
     
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    Amane

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    Riamu 2.png

    No era como si yo hubiese conocido cualquiera otra faceta de Kou que no fuese aquella, la del teatro que nos habíamos montado de la nada y que parecía que estábamos manteniendo en todo momento, pero tampoco era tan extremadamente estúpida como para no imaginar que todo ese rollo no era, para nada, su estado natural. Quién sabe lo que pensaría si alguna vez me enteraba de las cosas que era capaz de hacer con tal de escalar en la pirámide como quería.

    La cuestión era que, a pesar de ello, noté que estaba genuinamente de buen humor. Quizás me la estuviese colando, tampoco era como si se le notase a leguas como me pasaba a mí, pero quise pensar que no era el caso y eso, pues, me ponía contenta también. Eh~ Si lo hubiese sabido le hubiese pedido lo del zapato más en serio, hmpf.

    Escuché su respuesta mientras me terminaba de abrochar el otro zapato y asentí con la cabeza, para indicarle que le estaba haciendo caso y me había enterado de todo. Tenía sentido, por cierto, porque mis padres hacían más o menos lo mismo con el jet que usaban para viajes rápidos y de urgencia, así que no me resultó nada extraña su respuesta. Siendo el caso, tampoco tenía mucho más que decirle al respecto, y aproveché que había acabado de calzarme para extender las piernas y enseñarle el resultado final con una sonrisa orgullosa.

    De repente me sentía como una princesa de verdad o algo así, qué vergüenza~

    Lo miré entonces mientras comenzaba a abrir una botella de champán, suavizando la sonrisa con ello, y me estiré para hacerme con un par de copas que sujeté entre ambos para que pudiese servir la bebida. Bueno, era una princesa un poco borracha, eso podía ser un poco problemático para el príncipe azul~

    —¿El club5ive? Algo he oído. Es como muy exclusivo, ¿no? —contesté con toda la naturalidad e inocencia del mundo y me tomó un par de segundos largos conectar las neuronas lo suficiente para entender de qué iba yendo el asunto, momento en el que busqué su mirada con bastante incredulidad plasmada en la mía—. No me digas que tú eres de los pocos que tienen acceso ahí o algo, me muero aquí mismo.
     
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    Gigi Blanche

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    A ver, era posible que mucha gente me tachara de hijo de puta a secas al analizar con frialdad lo que hacía. Es decir, no pretendía engañar a Riamu adrede pero al mismo tiempo sí lo estaba haciendo, ¿verdad? Las famosas mentiras por omisión. En contraparte, si las mierdas me pesaran lo suficiente como para sentir la necesidad de ventilarlas con cada persona que conociera, pues, no las haría en un primer lugar. No que intuyera que esta chica era una cabrona, de hecho parecía buena persona, pero de ahí a saber elegir las compañías sí que había un trecho largo. Kasun y yo lo comprobábamos, y eso que ni siquiera sabía de su rollo con el chacal.

    Como para mearme de risa.

    Me mostró toda orgullosa que se había abrochado los zapatos y asentí, como si avalara o aprobara su trabajo. No que le interesara a alguien, pero para la gracia. La seguí de soslayo al buscar las copas y procedí a servir el champagne con movimientos suaves, mientras ella me respondía lo del club. Noté la sorpresa en su voz sin necesidad de mirarla siquiera y me sonreí, regresando la botella a la cubitera. Recogí mi copa, busqué sus ojos y la mantuve alzada, aunque cuando estuvo a punto de chocar con la suya la retraje y ensanché la sonrisa, divertido. Palmeé el asiento a mi lado, manteniendo la atención en ella, y en el proceso volví a relajarme en el espaldar.

    —Qué avispada, Ri-chan —murmuré sedoso, y dejé la copa a un lado para rebuscar algo en mi bolsillo—. Pues has oído bien, es estúpidamente exclusivo. Y lo es por una razón.

    Lo que llevaba encima era, ni más ni menos, que un antifaz negro. En sí era lo que siempre hacíamos cuando llevábamos extraños al club y, ya de paso, repetir la mierda con Riamu era de lo más gracioso. Bueno, gracioso por decir algo, claro. Le mostré el accesorio con una sonrisa inocente pegada al rostro y ladeé apenas la cabeza, completando la oración anterior.

    —Sus miembros somos muy precavidos~

    uhlala 7u7
     
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    Amane

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    Recibir la aprobación de Kou a lo de los zapatos, por muy estúpido que fuese en sí el gesto, me ensanchó un poquito más la sonrisa orgullosa y fue más que suficiente como para permitirme después recoger las piernas y, bueno, intentar comportarme ya como una buena dama.

    Me quedé después viendo cómo vertía el champán dentro de las copas y busqué de nuevo su mirada cuando terminó, aprovechando el momento en el que decidió recoger la copa de mi mano para rozarle la piel con los dedos en el proceso. Esperé a que chocase las copas cuando intuí sus intenciones, pero vi después que apartaba la suya justo antes de unirse y me sacó un pequeño mohín infantil con el gesto. Eh, qué malo~

    Ah, pero luego vi como palmeaba el asiento a su lado y mi expresión mutó de nuevo a una sonrisa suave, en lo que me levantaba para sentarme ahí dónde me había indicado. Mira que si quería tenerme cerquita podría decirlo directamente, pero en general no me iba a quejar por la movida y mucho menos me iba a hacer de rogar al respecto~. Le di un trago a la bebida una vez tomé asiento, escuchando su respuesta, y aproveché los segundos en los que buscaba en su bolsillo para dejar el cristal a un lado también.

    Definitivamente lo último que esperaba era que se sacase un antifaz del traje, clara muestra de ello fue la risa floja que dejé salir cuando me giré de nuevo y vi el accesorio en su mano, pero después de un par de segundos pensé que, bueno... tenía sentido. Los ricos eran realmente raros a veces, lo sabía yo mejor que nadie, y cuando de sitios exclusivos se trataba pues podían ponerse un poco posesivos.

    —Anda, Kou, no me irás a secuestrar y a vender mis órganos en el mercado negro, ¿verdad? —murmuré, con un claro tono de broma, antes de negar una par de veces con la cabeza.

    Obviamente, molestia ninguna tenía al respecto, y después de la broma suavicé por completo mi expresión y si acaso entorné un poco la mirada antes de inclinarme de nuevo sobre él. Dejé una mano sobre su regazo, jugando un poco con los dedos sobre su pierna, y apoyé la barbilla sobre su hombro para poder hablarle aun más bajo sin preocuparme por si no me escuchaba, buscando mirarle al notar el brillo de emoción que se había apoderado de mis cuarzos.

    >>Adelante, de todas formas me trae buenos recuerdos~ —prácticamente ronroneé al decirlo, y la verdad es que fue casi involuntario, pero tampoco podía hacer mucho por controlar mi cuerpo cuando de repente le apeteció volver a sentirse como cuando nos montamos la tontería en los baños, ¿verdad?

    Claro que no~

    This escalated quickly and no me extraña cuz they fucking horny
     
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    Riamu aceptó sentarse a mi lado sin siquiera hacerme esperar y luego, al oír su risa floja, se me cruzó por la cabeza la idea de que esta chica andaba confiando demasiado en mí, la verdad. No que planeara hacerle nada extraño, de hecho, si había algo que sabía hacer era trazar límites y Riamu quedaba por fuera de toda la mierda en la que me movía. Normal, además, porque ¿qué tenía que ver una niña cualquiera de la escuela con el verdadero mundo donde tenía la cabeza, el cuerpo entero hundido? Y podía ser un hijo de puta, podía recurrir a métodos extremos si me salía de los huevos o lo consideraba necesario, pero loco no era. Y si había algo que en ningún momento se me había cruzado por la cabeza era hacer cualquier cosa con esta chica que no fuera divertirnos un rato.

    Así y todo, me resultaba por demás comprensible la de alarmas que podrían encenderse en su cabeza si un tío que conocía de hace una semana le pedía taparse los ojos luego de haberla metido en un coche. Puta madre, podía ser hasta de película de terror. Pero en fin, para bien o para mal, Riamu confiaba en mi culo y no poseía intenciones que fueran a contradecir eso, así que todos ganábamos.

    Seguí sus movimientos con un detalle inmenso, al inclinarse sobre mí y alcanzar mi pierna. Ya me había rozado al buscar mi copa, y oír el genuino ronroneo que fue su voz al hablarme cerca del oído convocó sin falta las imágenes y sensaciones del lío que nos habíamos montado en los baños. La miré apenas de refilón, repasé sus facciones y giré lentamente el torso hacia ella. Alcé el brazo libre, acerqué los dedos a su rostro y tracé su mejilla, primero, la línea de la mandíbula después, hasta pellizcar suavemente su barbilla e instarla a menear la cabeza de lado a lado, en movimientos paulatinos.

    —Estás un poco loca, lo sabías, ¿verdad? —susurré, posando la vista en sus labios, y luego regresé a sus ojos tras quitarle la mano de encima para estirar el elástico del antifaz—. Pero anda, qué coincidencia.

    Lo alcé frente a ella, muy lentamente, y lo deslicé sobre su cabeza hasta ajustarlo donde debía. Respiré por la nariz y jugué con las puntas de su cabello, como ya había hecho una vez.

    —A mí también me trae buenos recuerdos~

    Me incliné hacia ella, lo hice con toda la puta intención del mundo y acabé estirando el brazo más allá de su figura para recoger su copa y dejársela entre manos. Busqué la mía, de paso, y las choqué suavemente. Le di el primer sorbo, satisfecho, y repasé su rostro con una sonrisa divertida.

    —Me perdonarás la falta de modales, Ri-chan, andar cegando chicas tan bonitas no es para nada caballeroso. Pero ya sabes, si lo supieras tendría que matarte y no queremos eso, ¿verdad?

    Le imprimí un tono de queja casi infantil a mi voz, la verdad que un poco lo había aprendido de ella, y busqué la caja para abrirla entre nosotros.

    —¿Quieres una fresa con chocolate~?

    Anda ya, si no la estaría puto malcriando, por amor al cielo.

    lo que me encantan no tiene nombre JAJAJA
     
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    Amane

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    Seguí sus movimientos de reojo, con un deje de curiosidad en mi rostro, y me separé un poco de él cuando vi que tenía intenciones de girarse para encararme mejor. Recibí sus dedos sin ninguna clase de queja y, es más, ladeé un poco la cabeza hacia ese mismo lado para profundizar más el contacto, como si fuese un gato o algo por el estilo. De hecho, prácticamente toda mi expresión tenía un tinte felino en ese momento, y solo perdí el mismo cuando me hizo mover la cabeza de lado a lado al engancharse a mi barbilla, sacándome una carcajada divertida.

    —Solo un poquito —respondí, levantando una mano para señalar un pequeño espacio entre el pulgar y el índice, y relajé por completo mi postura después.

    De nuevo, sabía que razones para confiar en un tipo que conocía de hace una semana no tenía, pero en mi defensa había estado tan aburrida estos años teniendo las clases en casa que simplemente no podía controlarme y quería aprovechar todo el tiempo posible fuera de mi piso; así fuese con un tipo que conocía de tan solo una semana. Además, para ser estrictamente sinceros, Kou tampoco me había dado motivos para desconfiar de él, ¿cierto? Así que la balanza estaba equilibrada por el momento.

    Cuestión de que me colocó el antifaz y me sonreí como tonta al escuchar lo que dijo después, porque mira que una tenía que sentirse orgullosa de crearle buenos recuerdos a un chico tan lindo como él~. Se inclinó después hasta prácticamente echárseme encima, recibí de lleno su colonia una vez más, y mentiría si dijese que no habría esperado que sus intenciones fuesen otras, aun cuando era ya medio obvio que solo iba a engañarme. Aun así recibí la copa sin mayor problema y le di otro trago después de escuchar el tintineo del cristal, notando como otra risa amenazaba con escapárseme de los labios al escuchar el tono infantil que se impostó al hablar de nuevo.

    Qué malo, ser una quejica era mi trabajo~

    >>No pasa nada, cielo, porque luego cuando tenga frío me dejarás tu chaqueta y entonces recuperarás puntos de caballerosidad, ¿cierto? ¡Así nadie tiene que morir y te sigo teniendo en estima!

    Justo después me llegó el olor dulzón del chocolate, cuando abrió la caja entre nosotros, y me pasé apenas la punta de la lengua por los labios. Si es que era una chica de lo más simple, ¿o no? Un chico guapo, champán, algo dulce y me tenía en el bote, de verdad.

    Estiré un poco el brazo hacia delante en un movimiento tentativo, hasta dar con el suyo de nuevo, y deslicé los dedos por la tela del traje hasta que alcancé su nuca, dónde me dediqué a dejar caricias suaves entre los mechones de pelo y su piel. No tenía realmente idea de que era como su punto débil o algo, nunca lo supe; solo la hacía porque a mí me gustaba hacerlo y ya.

    >>¿Qué clase de pregunta es esa~? —solté, con un tono quejumbroso y hasta un poquito indignada creo que soné—. Claro que quiero.

    Sabes que lo iba a poner en mi post, que le pedía las fresas, pero luego dije: seguro belu lo va a hacer ya de por sí, and here we are 7u7
     
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    Gigi Blanche

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    La chica esta estaba tan en su salsa que merecía sumarme puntos por, no sé, saber atenderla o algo, de verdad. Mira que satisfacer señoritas tenía que entrar en una categoría completamente diferente de la vida y sabía que no se me daba mal, sabía que si me daba la gana podía ser un puto sueño o algo, de hecho no era la primera vez que lo hacía. La limo, la ropa de diseñador, el misterio de los clubes privados y los caprichos. Esta vez, al menos, no era con la intención de montarme la pantalla de humo a ojos de papá.

    ¿O sí?

    Bah, qué importaba.

    Su respuesta de que estaba un poquito loca me pareció hasta tierna y todo, de por sí Riamu se movía entre un par de espectros con bastante facilidad. Que si quería zorrearte con puchero de cría, lo hacía y le quedaba de maravilla. Luego se sonrió tras taparle los ojos e inclinarme hacia ella, no sé, puede que me haya afectado un poco más de lo que planeaba~ Incluso sin tocarla, percibí la calidez de su cuerpo y el aroma de su perfume y me lanzó encima una satisfacción extraña, de esas que sólo parecen el preludio de algo más grande.

    De las que te incitan a seguir buscándola.

    Su respuesta no modificó mi serenidad como tal, aunque sí me permití alzar brevemente las cejas y acentuar la altura de mi copa, así ella no pudiera verme. No debía ser sorpresa para nadie que no era, ni en esta vida ni en ningún otra, de los que ceden su chaqueta por amor al arte. Menos si hacía frío. Pero bueno, en definitiva mucho venía de la mano con el humor que cargara.

    —Ah, entonces ya quedamos a mano.

    No se me pasó desapercibida la forma en que repasó sus labios, si de por sí no podía distraerme en sus ojos, y seguí el recorrido de su mano sin moverme realmente. Inhalé tranquilo, atento, y exhalé de igual forma apenas alcanzó mi nuca. Se quedó allí, acariciando las puntas de algunos mechones, justo como había hecho en los casilleros, y simplemente me limité a disfrutar de la tontería. Puede que hubiese entornado un poco la mirada, pero es que ella no podía verme y no había forma de saberlo, ¿verdad~?

    Recogí una fresa entre dos dedos, tragándome la gracia de que me la estuviera pidiendo por toda la cara, y mira ¿cómo negarme? La acerqué en su dirección con movimientos pausados y mi voz, sin darme cuenta, se tornó algo más oscura.

    —Abre la boca, Ri-chan —susurré.

    Pero bueno, pedazo de doble sentido.
     
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    Amane

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    La verdad es que era una pena no poder ver su cara en esos momentos, porque no tenía ni idea en realidad, pero algo me decía que sus expresiones hubiesen sido algo que habría disfrutado mucho de ver. Nada que hacerle, sin embargo, pero a cambio tendría que asegurarme de sacarle más reacciones que fuesen lindas de ver a lo largo de la noche~

    No le respondí nada más con lo de ser un caballero y todo el rollo porque no tenía caso, si al final del día esas cosas a mí me daban igual; simplemente asentí un poco con la cabeza y aproveché el momento para cruzarme de piernas, un poco porque sí. Escuché el sonido de algunos flecos chocando entre sí por el movimiento y sonreí un poco más ante la imagen que se formó en mi cabeza, ya que imaginaba que tenía que verse bonito con las luces de la limusina y todo el rollo.

    Noté lo quietecito que se había quedado en lo que buscaba su nuca y comenzaba a acariciarle por la zona, sin poner ninguna queja al respecto, y después de mi petición de dulces para nada sutil decidí bajarme lo que quedaba de champán en mi copa para poder dejar la misma por ahí sin preocuparme demasiado de que estuviese en un sitio seguro, ya que la verdad no sabía muy bien donde quedaba eso y acabé dejándola en el suelo.

    Ladeé apenas la cabeza cuando lo escuché hablar de nuevo, captando al vuelo el cambio de su tono de voz, y supe en ese instante que si hubiese tenido los ojos descubiertos, mi mirada hubiese acabado entornándose también al notar sus posibles intenciones. ¿Qué llevábamos? ¿Cinco minutos juntos y ya estábamos así? Vaya por Dios~

    Deslicé la mano desde su nuca hasta alcanzar su mejilla, acunándola, y le dejé un par de caricias suaves con el pulgar sobre la zona, solo por la jodida gracia de hacerlo. La otra mano, ahora ya libre, la apoyé sobre mi regazo y me incliné un poco hacia delante mientras abría la boca, justo así como me había indicado.

    —Ah~

    No me quiero adelantar por si se vienen cositas *fueguito* 7u7 (???
     
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    Gigi Blanche

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    No le perdí detalle a sus movimientos en cuanto se cruzó de piernas, claro está. Los flecos se deslizaron sobre su piel, y tanto ellos como los tacones destellaron bajo las luces de la limo. El color le aportaba cierta sedosidad a su piel y me tragué las ganas de repasar el contorno de sus piernas apenas con la punta de los dedos, contentándome con las vistas. A ver, que llevábamos cinco minutos ahí, tiempo de sobra íbamos a tener para divertirnos~

    Se acabó el champagne y seguí el recorrido de la copa hasta el suelo de soslayo. Ya luego podría rellenarla, digamos que ahora mismo había prioridades que requerían de mi inmediata atención así que ni modo. La imité, de paso, terminando mi bebida, y pestañeé con lentitud al deslizar sus caricias de mi nuca a mi mejilla. Simplemente me quedé allí, comiéndomela con la mirada, y disfruté como un hijo de puta de verla inclinándose y obedecer, de abrir la boca de esa manera frente a mí.

    Me sonreí, fue una sonrisa de lo más oscura, y yo también incliné apenas el cuerpo en lo que llevaba la fresa a su boca. Rozó sus labios, la presioné hacia adentro y por poco no me relamí, aguardando a que mordiera para retirar el excedente. Dios, la estaba mirando como un puto cerdo y no podía importarme menos.

    No con semejantes vistas.

    Me comí lo poco que había quedado de fruta y descansé la mano sobre la caja, mientras que con la otra tracé suavemente el contorno de su brazo libre. De arriba abajo, haciéndole cosquillas.

    —¿Está buena? ¿Quieres otra~?

    torettizandome por la kinkiness? Obveo
     
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    Amane

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    A ver, tampoco había que ser ningún genio para darse cuenta que lo de cruzarme de piernas lo había hecho exclusivamente para llamar su atención, que una a aquellas alturas de la vida sabía como usar sus armas de mujer para conseguir ciertas cosas. No tenía manera de saber si había logrado lo que quería, eso sí, pero quise pensar que sí... por varios motivos~

    Escuché el sonido de su ropa al inclinarse también y, apenas un segundo después, noté la fresa rozando mis labios. Dejé que la presionase hacia el interior de mi boca y la mordí cuando decidió parar, jodidamente lento y con toda la intención del mundo. Mastiqué sin ninguna prisa también, y fue cuando tragué al fin que noté sus caricias sobre el brazo, consiguiendo erizarme un poco la piel a su paso.

    Dios, si no estábamos haciendo nada, ¿por qué estaba empezando a tener ya calor?

    —Mhm, está rica~ —murmuré, sonriendo como si nada, y acompañé las palabras con un asentimiento de cabeza.

    Pero era un poco injusto que solo yo pudiese disfrutarlas, ¿cierto? Así pues, llevé la mano que había dejado en su mejilla hasta la caja de las fresas, teniendo que tantear durante un buen rato por la zona de su pecho, algo de su regazo y, finalmente, el dorso de su mano. Me sonreí con cierto orgullo al haber alcanzado mi objetivo y no tardé en coger una fresa con los dedos, levantándola entre ambos y moviéndola de lado a lado como si lo estuviese provocando.

    >>¿No quieres tú también una~?

    Obviamente no esperaba ninguna respuesta explícita, y nada más formular la pregunta me llevé la fruta hacia los labios, solo metiéndome una pequeña porción en la boca que pudiese servirme de base a la hora de sujetarla. Alcé apenas la cabeza y me quedé ahí, esperando como una niña buena y de lo más paciente, a que se inclinase de nuevo. El mensaje había sido bastante claro, ¿no~?

    Why are we like this, sometimes i wonder
     
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    Gigi Blanche

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    Si no estaríamos en nuestra puta salsa, de verdad, montándonos el show a cinco minutos de habernos juntado. Bueno, así había sido siempre, ¿no? Ya eran ¿cinco, seis veces? que pasaba tiempo con Riamu y desde la primera vez, cuando interrumpió el juego y luego se unió a mí en el pasillo de la mansión, decidimos subirnos a un escenario improvisado. Era puro humo, obviamente, pero a ninguno de los dos le importaba y ¿por qué habría de hacerlo? Si sólo era diversión de lo más inocente, ni que anduviéramos dañando a nadie.

    Masticó la fresa con la lentitud que había predicho y mira, yo encantado. Le permití deslizar la mano a lo largo de mi cuerpo, siguiendo sus intenciones en silencio, y no hice o dije nada mientras tanto. Su tacto era liviano pero siguió echándome encima bastante satisfacción, y ensanché la sonrisa al ver la fresa entre nosotros, primero, en su boca después. Tuve que soltar una risa suave y todo.

    A ver, no era mi idea ya meternos en esas, pero ¿cómo decirle que no~?

    Alzó el rostro hacia mí y repasé el antifaz, sus facciones, el color de su cabello y su piel bajo las luces ultravioleta. Repasé su cuello delgado, sus clavículas y los destellos del vestido, antes de tomar aire por la nariz e inclinarme hacia ella.

    —Con permiso~

    Fue un susurro de nada, si acaso vibró fuera de mi boca y separé los labios, ladeando la cabeza para hacerme con el extremo contrario de la fresa. Le hinqué los dientes suavemente, su sabor me inundó la boca y al cortarla mis labios rozaron los de Riamu. Un chispazo me corrió por la nuca.

    Me tragué las putas ganas de comerle la boca como un campeón y regresé a mi posición original, rellenando las copas en lo que masticaba y tragaba.

    —Es verdad, están muy ricas —convine, relamiéndome, y busqué su mano para instarla a sostener la copa. Le di un trago largo a la mía, observando por la ventanilla—. Ya estamos llegando.

    La limo estacionó pocos minutos después. Me acabé mi copa y tapé la caja de las fresas, dejándola a un lado. Carraspeé la garganta, estirándome un poco la ropa, y antes de atinar a bajarme alcancé el hombro de Riamu.

    —Espera un segundo —murmuré, el chófer ya estaba bajándose para abrirnos.

    Saqué otra cosa, esta vez del bolsillo interno de mi saco. Era el colgante de jade que ella me había regalado, sólo que le había cambiado la cadenita para que combinara con el vestido. La sujeté de ambos extremos, deslizándola en torno a su cuello, y me incliné hasta prácticamente respirarle encima para engancharla.

    —Ahora sí. —Sonreí, deslizando los dedos por su piel, la curvatura de su cuello y las clavículas, antes de regresarle su espacio—. Espérame un segundo, yo te busco.

    Si no sería un hombre de detalles, por favor.

    El chófer abrió mi puerta, a lo que descendí de la limo y le dediqué una pequeña sonrisa, indicándole que ya podía regresar al asiento del piloto. Estiré las solapas del saco, echando un vistazo alrededor, y rodeé el coche para abrir la puerta de Riamu. Estábamos prácticamente en el corazón comercial de Shibuya, había gran movimiento y se oía el correr de los coches, las conversaciones cruzadas y el ruido ambiente de cualquier metrópolis. Me incliné hacia ella, estirando una mano en su dirección, y aguardé a que la tomara para sostenerla con firmeza.

    —Cuidado, el cordón de la vereda está un poco más lejos.

    Por suerte había aparcado frente al club. Mantuve nuestras manos unidas en lo que la guiaba para atravesar la acera y subir unas pocas escaleras. Una vez estuvimos frente a la puerta, rodeé su cintura suavemente y le di unos golpecitos a la chapa. Lucía desvencijada y estaba llena de graffitis. Del otro lado oí movimiento y alcé la vista hacia donde ya sabía estaba la cámara, sonriendo animado.

    Obviamente iban a reconocerme.

    El gorila de siempre abrió la puerta un par de centímetros y la cerró justo a nuestras espaldas.

    —Bienvenido, Shinomiya-san.

    Le sonreí y el hombre se retiró, de regreso a su posición en una pequeña garita. Una vez estuvimos solos, solté el aire por la nariz y me situé frente a Riamu, quitándole el antifaz con cuidado. Aún estábamos en la antesala del club, era un espacio oscuro y algo angosto, pero la música se arrastraba con un eco profundo y las luces, de un morado oscuro, iluminaron el rosado en sus ojos.

    —Llegamos —murmuré, ofreciéndole mi brazo para que se enganchara si así lo deseaba—. ¿Lista~?
     
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    Amane

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    Kou se subió al carro con una facilidad ridícula, sinceramente tampoco era como si hubiese esperado otra cosa, y yo me quedé bien quietecita mientras esperaba a que hiciese toda la parafernalia necesaria. Se tomó su tiempo, igual que había hecho yo, y no pude quejarme al respecto... ni siquiera cuando solo me rozó los labios y me lanzó un escalofrío a lo largo de la espalda.

    De nuevo, sabía que no iba a hacer nada más porque apenas empezaba la noche, ¿pero acaso se me podía culpar por haber esperado tan siquiera un besito corto?

    Me comí lo que quedó de fresa en mi boca y noté después como me dejaba la copa rellenada en las manos, cosa que obviamente aproveché para darle un trago... quizás un poquito más largo de lo esperado, pero es que tenía sed y calor así que bueno, era lo que tocaba. De todas formas, el chico avisó justo después de que estábamos llegando y decidí portarme hasta nuevo aviso, así que me acomodé en el asiento bien tranquilita.

    La movida del colgante me tomó, de verdad de la buena, completamente desprevenida. No pretendí moverme del asiento hasta que él me lo indicase y, pensé que al tocarme el hombro, esas serían sus intenciones, pero para nada fue así. Para cuando me quise dar cuenta, apenas le estaba prestando mucha atención a sus caricias, y llevé la mano hacia la zona del pecho para rozar la piedra que se había quedado colgando ahí.

    Ya había quedado claro eso también, ¿o no? Que los detalles más básicos conseguían ponerme de lo más tonta.

    Me hundí un poco más en el asiento en cuanto Kou salió del coche y, de nuevo, prácticamente me bajé el champán que me quedaba de una antes de escuchar la puerta de mi lado abrirse. Me había sonrojado un poco también, para la jodida gracia, pero por suerte el aire fresco del exterior fue lo suficientemente intenso como para contrarrestar la temperatura y quitarme el rubor relativamente rápido.

    Seguí sus indicaciones en todo momento y prácticamente me dejé guiar, siendo que tampoco me quedaba más opción, hasta lo que entendí que era la puerta del club. Al final la emoción de antes volvió a apoderarse de mi cuerpo y prácticamente olvidé todo el asunto de la vergüenza por el collar. A ver, estábamos ahí para divertirnos, no para cursilerías, ¿cierto? Claro que sí.

    —Qué misterio, Shino-kun, me siento como en una peli~ —comenté, prácticamente en un murmullo, inclinándome hacia el lado en el que él estaba justo después de que el gorila de turno lo saludase.

    No mucho después lo noté colocándose justo delante de mí y supe que ya iba a poder quitarme el antifaz, asunto que por supuesto me hizo pestañear un par de veces hasta lograr enfocar la vista y distinguir con mayor claridad el rostro del chico. Le dediqué una sonrisa deslumbrante en cuanto fue el caso y no tardé nada en engancharme a su brazo, mirando alrededor con cierta expectativa antes de volver a centrar la vista en él.

    >>Nací lista, caballero~

    ¿He dicho ya que los adoro? bc los fucking adoro ffs
     
    Última edición: 20 Julio 2021
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    Gigi Blanche

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    Honestamente no había notado el sonrojo en el rostro de Riamu, porque de caso contrario vete a saber si habría pensado algo particular o me habría dado igual como, bueno, la mayoría de las cosas. Las personas no tendían a reaccionar así en torno a mí, eso seguro, pero tampoco era tan ingenuo como para ir a sacar conclusiones estúpidas. Esas mejor se las reservaban quienes las necesitaran.

    A mí me daba igual.

    Que la gente me quisiera o no.

    Me sonreí al escuchar su comentario cerca de la puerta, bastante satisfecho. De veras que para una chica debía ser bastante emocionante todo el rollo de ir a un club privado y tal, en especial si ya sabía de su existencia y ahora, de repente, se uniría al selecto grupo que lo había conocido. O quizá le daba más importancia de la que poseía, qué sé yo, pero por lo poco que conocía de Riamu me daba que era capaz de emocionarse por esto. En fin, no me había montado todo el teatro con ese motivo específico, honestamente no había una razón como tal; lo hice porque me salió del culo y ya. Pero si acertaba en sus gustos y toda la cosa era un plus que no iría a desestimar.

    La sonrisa que me dedicó apenas removerle el antifaz logró que la mía se ensanchara un poco, de veras que casi brillaba. No la hice esperar, pues, avancé por la antesala hasta empujar suavemente la densa cortina de acrílico que dividía los ambientes. La música nos envolvió por completo, rebotando entre las paredes, y recorrí el club con la vista. Aquel era un único ambiente principal, bastante grande y oscuro, que agregaba ligeros detalles metalizados a la paleta acromática de blancos y negros de alto contraste. La barra se encontraba al centro, era circular y hacia cada lado estaban dispuestos unos cuantos sofá con mesas. Contra la pared del fondo se extendía un escenario tradicional, de momento vacío, acompañado por pequeñas tarimas más cercanas al público donde descansaban los tubos adosados. A ver, era obvia una de las funciones del club y tampoco me molestaría nunca en disimularlo.

    Las luces eran modestas y mayoritariamente de un blanco pálido, mutando a baja velocidad entre diferentes tonos fríos y muertos. Azul y morado, más que nada, aunque en las mesas descansaban pequeñas lámparas de un bronce apagado. Luego poseía pequeños detalles aquí y allá, como las cintas en el mismo color que trazaban el contorno inferior de la barra y los bordes de las cristalerías, las tarimas y el escenario. Detrás de éste, adosado al centro de la pared, se encontraba el logo del club. Eran letras negras de poliestireno vagamente iluminadas desde atrás.

    Además de los dos barman usuales, había muy poca gente en el club. Repasé las caras, los reconocí pese a la distancia y las luces bajas, y me desvié hacia las mesas de la izquierda, que eran las menos concurridas. La mayoría de los miembros frecuentes del club eran hombres, por no decir todos; si aparecían mujeres, de hecho, solían ser invitadas esporádicas. Había de todas las edades, desde ancianos que parecían genuinos capos de la mafia, adultos promedio y veinteañeros. Muy pocos estaban en edad escolar, yo me había colado por ser sobrino de Teruaki-san y en la movida arrastré a un par de lobos que me apetecía endulzarles el oído. A uno de los cuales, por cierto, había identificado más allá. Estaba a sus anchas en uno de los sillones negros, rodeado por tipos que le doblaban en edad, bebiendo y conversando tranquilamente. Era un sujeto de lo más escurridizo y adaptable, carismático a cagar. Parecía tener más de tres neuronas en fila y apenas familiarizarme con los lobos no dudé en acercármele. Tenía sus defectos, claro, pero en líneas generales era por demás decente y se había convertido prácticamente en mi mano derecha desde que empezamos a movernos para remover a Tomoya de su cargo.

    Eguchi-san.

    Guié a Riamu hacia la mesa y me desprendí de su brazo para extender el propio, indicándole que podía sentarse. Yo no lo hice, sin embargo, me incliné sobre la mesa y le sonreí.

    —¿Qué le gustaría beber a la señorita~? —inquirí por encima de la música, aunque de todas formas sonaba bastante suave—. ¿O quieres que elija yo?


    No lo describí como tal pero ya sabes que es el papasote rubio del que te pasé imágenes (?
     
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