Tragedia Clockwork, Mechanical Beast

Tema en 'Relatos' iniciado por Gold, 10 Abril 2018.

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    Gold

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    Escritor
    Título:
    Clockwork, Mechanical Beast
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    999
    Rugió y jadeó, tratando de liberarse de las ataduras que desde hacía tiempo lo apresaban; hizo fuerza, volvió a rugir, pero las cadenas no menguaron. El metal parecía impreso sobre su piel después de tantos años, fundido sobre la carne e impregnado de sangre. La bestia se dejó caer, levantando una nube de polvo a su alrededor, gimiendo de impotencia.

    ¿Por qué dejó que eso pasara? Porque era ciego y tonto y confió demasiado en alguien que no lo merecía. Rememoró cuando aún no era esa bestia llena de tornillos y fundida con el metal, cuando su vida era apacible y era libre. Sin embargo, la memoria fue ofuscada pronto por el recuerdo del abandono...

    Quédate aquí, volveré cuando te necesite.
    Las cadenas me ayudarán a encontrarte y asegurarme de que aún me esperas.
    Confía en mí.
    No tardaré mucho.


    Y vio, de forma borrosa, como aquella figura se perdía en el horizonte. La bestia rugió de nuevo, aunque en el tono de su exclamación no se podían distinguir las emociones que lo componían. ¿Hace cuanto pasó eso? El collar que yacía en su cuello, casi incrustado en su piel y lleno de líquido carmín le decía que años. Y aún así seguía necio. Sus ojos amarillos voltearon a ver los grilletes de sus manos y después los de sus pies, dándose cuenta de que los clavos que los sujetaban a la fuerte tierra se habían salido un poco de su posición original. ¿Sería posible...?

    Sintió miedo, sintió horror. Sus pupilas, ya contraídas y sin un iris visible, se dilataron en un último rictus horrible de desesperación. No, no podía ser. Como pudo, volvió a encajar con más fuerza aquellas estacas en el suelo, sintiendo un ligero alivió cuando oyó el "crack" del metal incrustarse. Había estado cerca, aún no podía liberarse.

    ¿Y si volvía y no le veía? No podía concebir tal escenario. No obstante, de nuevo cayó en cuenta de su suma estupidez y gruñó. Ya no tenía fuerzas para seguir peleando; terminaría, si es que alguna deidad se apiadaba de su alma, muerto un día de aquellos tantos. Sería un final algo misericordioso.

    Bufó y la acción levantó algo de polvo, quiso derramar una lágrima, pero su mismo orgullo se lo impidió. Si volvía, que seguro lo haría, no podía encontrase con tal escena de debilidad. Se dignó a cerrar sus ojos, a ver si podía morir en sueños. Salir de esa pesadilla en la que se había convertido su vida.

    Su delirio duró poco, ya que unos pasos se acercaron hacia su ubicación. Se levantó como pudo, con sus extremidades de nuevo bañadas en sangre después de la fuerza que había ejercido con anterioridad. Ya no podía ver, su ojos habían perdido esa capacidad al estar sumidos tanto tiempo en la oscuridad. Sintió como una mano extraña le acariciaba su ya curtida cabeza, llena de pelo rasposo y maltrecho.

    -¿Qué te ha pasado?-El viajero echó un vistazo hacia el área donde se encontraba el animal, quién se veía ya bastante débil. No tuvo respuesta, como era de esperar, pero tampoco tuvo que darsela para que se diera cuenta.- Ya veo... ¿Por qué no te liberas?

    -No quiero...-Fue todo lo que dijo aquel menjurje de tuercas ya sin forma definida. Se sorprendió al escuchar el propio sonido de su voz después de tanto tiempo; tan gutural, tan apagada y sin vida.

    La extraña figura volvió a otear el panorama, viendo como las estacas de metal parecían alteradas. Entonces comprendió.

    -Eres esclavo de una promesa inexistente.-Dijo sin más, agachándose a su altura para observarlo mejor.-Te mantiene aquí una lealtad injustificada.

    -No es injustificada...-Trató de pelear, pero con cada movimiento que su mandíbula efectuaba, más dolor sentía. No tenía caso.

    -¿No lo es? ¿Te dio algún indicio de que es justificada?-Indagó, la seriedad emanaba de su rostro, aquel que la bestia no podía ver a causa de su ceguera. Como se esperó, hubo un silencio sepulcral. El sujeto suspiró, acercandose más para liberar al recién conocido animal de sus ataduras; sentía pena. Nadie merecía aquel castigo. No obstante, cuando sus yemas amenazaron con tomar el clavo de una de las sujeciones del animal, éste se removió de forma violenta y se abalanzó lo más que pudo contra aquel. Pero, como era esperado, no pudo hacer mucho; se dislocó el hombro dado el sobresalto tan abrupto y uno de sus tobillos fue partido en dos. Cayó de boca y engulló la tierra que alguna vez se entremezcló con el rojo carmín que ahora emanaba de su ser con más ferocidad. Lloró un poco.

    -Es tan injusto...-Dijo ya en su último suspiro. Empezaba a perder el resto de sus sentidos.-Pero puede venir...

    -No lo hará.-Tajó el otro y se levantó. Ya no le quedaba mucha vida a ese cuerpo monstruoso, que, divagó, alguna vez fue algún otro animal majestuoso. Le echó una última mirada; era gris, ahogándose en su propia sangre y con cadenas que ya formaban parte de su piel. No importaba si lo liberaba de las estacas, ese metal quedaría encarnado para siempre.

    Había ido ahí con la intención de ayudarle, de liberarlo; pero ya no había caso. Veía como el pecho de la bestia subía y bajaba a un ritmo más lento y pausado; tosía sangre cada tanto. Gemía a veces de dolor, pero se negaba a expresar su tristeza en forma de lagrimas. Aquel orgullo y necedad que lo terminó llevando a ese estado deplorable. Le dio una última palmada y se fue.

    La bestia gruñó un poco, tratando de formar en su garganta alguna oración coherente. No pudo.
    Su último recuerdo fue cuando aún no caía en esa trampa sin nombre. Cuando aún no era ciego, ni tonto.

    -Y jamás te volví a ver...-Y con aquel último pensamiento su cuerpo dejó de convulsionar, su mente dejó de pensar y su cuerpo de sufrir. Había muerto.​
     
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  2.  
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
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    Wow, la verdad es que fue hermoso leer este relato. Me gustó tu manera de narrar este relato y fue tan vivida y detallada en lo que debía serlo que pude sentir todo lo que aquella bestia sentía. Hubo algunas partes en las que me sentí identificada. Que triste; murió con aquella falsa esperanza de que volvería a verlo pero también sabía su destino y la realidad.

    Fue un placer haberte leído. Sigue así.
     
    • Ganador Ganador x 1

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