Clock Tower [Mansión O'Donell] 1° Vestíbulo

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por Reual Nathan Onyrian, 8 Junio 2019.

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    Reual Nathan Onyrian

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    Al fin, después de tantas tribulaciones en el viaje, logran llegar ante la imponente Mansión O’Donell. Su construcción, de clara antigüedad, se queja levemente debido a las inclemencias del viento que se ha levantado en estas horas nocturnas. Puede notarse, bajo las alas de su techo las manchas negras de la humedad y la vejez, y las tejas oscuras que componen el cielo raso completan un panorama que podríamos notar como...pintoresco. Aunque ominoso sería una palabra más exacta. Seguramente que de día, sin que las penumbras nublaran su visión, este lugar sería mucho más acogedor. Sí, eso. Alguien que adoptaba a diez huérfanos para que al fin tuvieran un hogar no podría vivir en un lugar tan tenebroso como ahora parecía, ¿no? Seguramente era efecto del cansancio, el frío, y la bruma.

    La Señorita Mary, ante sus miradas atónitas, abre el portal y les precede al entrar, sin siquiera anunciarse o tocar la puerta para avisar a los seguramente numerosos habitantes de aquella enorme mansión de su presencia. Los invita a pasar, con una sonrisa, incitándolos a que se apuren. Afuera hace frío y está húmedo. Dentro estarán mucho más calentitos y resguardados del clima. No tienen nada que temer.

    El gigantesco vestíbulo los recibe con la cálida luz de tres enormes candelabros de cristal, iluminando cada rincón del lugar. La opulencia de la sala los toma un poco por sorpresa, y más de uno se sentiría mareada al ser bombardeado con tantas imágenes luego de una monótona caminata por el bosque. El lugar, que muestra tener dos pisos conectados por una escalera que posee un pequeño rellano, posee una epidemia de cuadros en sus paredes. Pueden notar una barandilla en el segundo piso, y un total de seis ventanas, dos en la planta baja, que se encuentran en una sección más profunda de la pared, y cuatro en la planta alta, todas ellas dando a la oscuridad de la noche. Una mesa ratona, rodeada de unas cinco sillas, se encuentra cerca de estas dos ventanas.

    La Señorita Mary se dirige hacia esta mesa, sentándose en ella, dando un suspiro de alivio debido al poder sentarse al fin, relajando las piernas. Invita a sentarse al resto de ustedes, invitación que Laura y Anne toman agradecidas, quedando tan solo dos sillas libres. Lotte comenzó a dirigirse hacia las escaleras, pero fue rápidamente impedido por la voz de la Señorita Mary, diciéndole que no tenían permitido subir aún, pero podían recorrer la planta baja de vestíbulo, si así lo deseaban. Ella iría a buscar al Señor O’Donell en unos minutos, cuando sus piernas se recuperaran. Tenían ahora un tiempo para descansar y recuperarse, aunque sea levemente, del viaje.

    ¡Bienvenidos a la Mansión O’Donell! Como tal vez pudieron notar, algunas partes de la descripción del Vestíbulo se encuentran en negrita. Eso quiere decir que esos son objetos de escenario con los cuales ustedes pueden interactuar. Tengan en cuenta que esta no es la descripción final del Vestíbulo. Seguimos en la introducción. Algunas cosas se pueden agregar, cambiar o quitar, pero de esta manera, pueden ir experimentando con la mecánica de las Descripciones.

    Tienen la enteridad del Vestíbulo para explorar en estos momentos, exceptuando el primer piso, vedado por la Señorita Mary, de momento.

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    Nuvoir Destrender

    Al parecer, ni con un sutil comentario como ese impidió que Mary se hartara otro poco, pero creo yo por la cercanía de la mansión había hecho que tomara ese último impulso de paciencia que necesitaba para responderme... Así que O'Donell me contestará todas mis interrogantes, ya veo.
    Al fin llegamos a la dichosa mansión, como era de esperarse, era enorme, tanto que resultaba abrumador... Aunque, la visión que propiciaba en la noche era mas bien, aterradora. Aunque no le tomé mucha importancia y pronto todos llegamos hasta el final del camino; Mary no tardó en pararse frente al gran portón y abrírnosla para dejarnos pasar amablemente, me incliné hacia ella en señal de agradecimiento y accedí. Aunque... Me pareció extraño, es una mansión. ¿Qué no hay nadie atendiendo? Esperaba mayordomos, sirvientas, que apenas entrando nos sirvieran un gran vaso de chocolate... O dos. Y seguramente dos personas atendiéndonos para ver si necesitábamos algo, ya saben. Como lo que siempre nos cuentan de una lujosa mansión pero... No había nadie.

    Pero eso ya no importaba, lo que convenía ahora mismo, era estar al fin dentro de la mansión. No importan los mayordomos, las presentaciones. Estaba exhausto de tanto caminar... Y la señorita Mary no tardó en reposar, nos invitó a sentarnos en la mesa, cosa que dos chicas accedieron sin más, y al verlas, levanté un poco la ceja pero no me importó, prácticamente este es nuestro hogar ahora... Así que sin más, agradecí la oferta y me senté con ellas. Mirando de soslayo la acción del resto, pronto. Observé el resto del vestíbulo, es enorme. Y las luces que dan los candelabros es cuanto menos acogedor, al menos para mí. Aunque resultaba un poco abrumador los cuadros, eran tantos, que me era imposible contarlos...

    Me habría puesto a divagar como siempre de no ser que quería guardar silencio por ahora, O'Donell seguro esta cerca, y lo que menos quería era que me viera con mis divagaciones de siempre... Así que me recargué un poco más en la silla cerrando mis ojos, ahh dulce descanso.
     
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    Hanabi

    Cuando creyó que el sonido de sus pisadas sobre la hojarasca acabaría crispando sus nervios, un murmullo general captó su atención y alzó la vista. La majestuosa construcción comenzaba a vislumbrarse entre la espesa vegetación del bosque, y Hanabi apretó los labios. Una opresión desagradable se apoderó de su pecho a cada paso que daba. Intentó apartar la mirada de la mansión, casi como si fuera un modo de protesta; casi como si ignorándola tuviese el poder de hacerla desaparecer. Sabía que era inútil, pero aún así...

    La Señorita Mary se adelantó para abrir la puerta, y Hanabi ingresó con cierta pereza y resignación. Se negaba fehacientemente a brindarle más atención de la necesaria a todo lo que involucrara al Señor O'Donell y aquella mansión. A sus oídos llegaron ciertas exclamaciones de asombro, ciertos suspiros de alivio, y una canción. Sus ojos viajaron solos hacia el brillante gramófono dispuesto al final del vestíbulo, junto al nacimiento de la escalera. Muchas veces había cantado con Hana y los demás, pero escuchar música de aquella forma era un lujo para Hanabi. En el orfanato había un tocadiscos, según recordaba, que sonaba todas las noches luego de la cena; pero pertenecía a la Directora, yacía en su oficina, y cualquier niño travieso que se acercara a aquella puerta corría el riesgo de recibir un desagradable castigo. Hana muchas veces había conseguido escabullirse lo suficiente para inundar sus oídos con la dulce música, y volvía con hermosas historias para relatarle a Hanabi antes de dormir. Ella la escuchaba con los ojos cerrados, intentando recrear el escenario con la mayor precisión posible, pues jamás se había atrevido a realizar alguna de esas travesuras.

    El gramófono sonaba bajo, fundiéndose con el ambiente sereno del vestíbulo. Los ojos de Hanabi se pasearon obligados por la estancia, pues jamás había sido testigo de semejante opulencia. La Señorita Mary dijo algo sobre el dichoso Señor O'Donell, pero la niña apenas le llevó el apunte. Sus pies se movieron solos, primero con cierta inseguridad, luego decididos a absorber cada detalle del exquisito inmueble. La luz de los enormes candelabros arrojaba una tibia claridad sobre las decenas de pinturas dispuestas en las paredes; Hanabi las observó, llamando su atención las más coloridas, aunque no captara realmente el significado o valor artístico de ninguna de ellas. Siguió caminando, hasta acercarse a las dos ventanas del fondo, y observó el exterior durante un rato, disfrutando de la música en silencio. La Señorita Mary se había sentado junto a Laura y Anne, pero las piernas de Hanabi aún respondían a la perfección. Siempre había sido una muchachita enérgica, desde muy pequeña. Le encantaba dar paseos en el jardín del orfanato, ya fuera sola o en compañía de Hana, por lo que se preguntó cómo sería el exterior de su nueva casa.

    ¿Tendría un gran espacio de césped suave? ¿Canteros llenos de diversas flores? ¿Habría bancas de madera para descansar, y hamacas donde balancearse? ¿La espesura del bosque llegaría a los parques de la mansión, acaso?


    Marqué en negrita los objetos con los que Hanabi interactúa y eso, cualquier cosa que esté mal me chiflan
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    Todas las pinturas de aquella planta baja se encontraban exquisitamente pintadas, todas al óleo, y una cosa se podía resaltar de todas ellas: parecían todas seguir el mismo estilo, como si estuvieran hechas por el mismo artista. Extraño, la verdad. Tal vez tenían un pintor privado, como algunas familias ricas de aquella zona, una tradición que descendía de hacía siglos atrás. La mayor parte de las pinturas representan lo que parece ser la Mansión O'Donell, vista desde distintos ángulos y en distintos momentos del día y del año. Y además, había varias representaciones de personas, retratos de gente con aspecto de haber viajado en el tiempo, o al menos, con ropa antigua. ¿Eran los anteriores dueños de esta mansión, antiguos miembros de la familia O'Donell? Tal vez habría que preguntarle a su padre adoptivo sobre esto. ¿Y acaso alguna de estas personas sería un retrato del señor O'Donell?

    Las ventanas ofrecieron su función con excelencia. A pesar de ser algo complicado poder divisar el exterior, debido a la oscuridad y al grueso de los vidrios (un detalle que llamaba la atención), las siluetas de los pinos podían adivinarse a la distancia. Parecía como si estas ventanas dieran a una especie de patio interior, pues el bosque había disminuido de densidad y de tamaño en ese sector. Pero a estas horas de la noche, poder discernir algo era imposible. Un sonido llegaba de afuera, como un quejido, pero seguramente serían las ramas de los árboles, quejándose ante el viento. Tal vez a la mañana podría tener un panorama mejor de su nuevo hogar.
     
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    Hiroshi Koizumi.

    Sin bien Summer prácticamente los había arrastrado, una vez que estuvieron cerca de la mansión fue deteniendo el paso y cuando la señorita Mary los guió a pasar, fue él, siguiendo los pasos de Evan, quien tuvo que arrastrarla a ella.
    No había soltado su mano ni un segundo y no lo haría sin importar que hubiesen llegado a su destino.

    Se detuvo en medio del vestíbulo y por un momento desvió la mirada hacia el montón de pinturas, dispuesto a acercarse para observarlas, hasta que vio que Hanabi se le adelantaba. Paseó los ojos por la instancia, absorbiendo cada detalle que le fuera posible, hasta que su vista se detuvo en los tres enormes candelabros.
    Sus pies se movieron solos, alejándolo un poco de Evan sin que esa fuera la intención y por consecuencia llevándose consigo a Summer, tirando suavemente de su mano para que lo siguiera; hasta que se colocó justo debajo de uno de estos.

    —Mira —dijo llamando la atención de la niña—. ¿A que son bonitos?


    When asumo que los candelabros son de techo.
    La ceci y yo tenemos problemas con nuestros personajes agarrados de la mano, qué decirles *llora porque todo se irá a la b*
     
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    Evan Craig

    Sus pies se quedaron clavados al suelo al entrar a aquella mansión. No sabía si pedir inmediatamente permiso para que le permitieran dirigirse a la cocina, optando por permanecer quieto al ver a Hiroshi entretenerse, y llevarse consigo a Summer. Sus manos permanecieron en sus bolsillos por un rato más, el cansancio no se iba de su cuerpo, pero al menos ya no sentía el mismo calor insoportable. Suspiró con lentitud y se encaminó hacia la epidemia de cuadros, deteniéndose a mirarlos, uno por uno.

    —¿Quién los habrá pintado? —se preguntó así mismo, caminando a paso calmo por el suelo antiguo de dicha mansión, hasta llegar al primer escalón de la escalera. Sus orbes chocolate ascendieron escalón por escalón, sin moverse de su lugar, perdidos sus sentidos en la planta superior mientras divagaba en su cabeza, quizá la cocina se encontraba arriba, quizá podría subir y adelantarse al resto para preparar el chocolate que le había prometido a Summer.

    Miró de soslayo a Hiroshi y sintió algo de tranquilidad, él permanecería con Summer mientras él buscaba la cocina. Luego miró a la señorita Mary, esperaba que estuviese lo suficientemente entretenida para no escuchar sus pasos, que procuró y fueran silenciosos. Empezó a encaminarse escalera arriba, notando las ventanas que empezó a contar mentalmente. Había un total de 4, 4 ventanas en la planta alta. La idea de tener una casa como aquella de adulto le desagradó, sentía que era demasiado ostentoso, y según su padre ser ostentoso en la vida no era nada bueno. Se frenó antes de aproximarse a aquellas ventanas, mirando escaleras abajo, quizá lo regañarían por andar husmeando al apenas ir llegando.
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    En efecto, la luz que los candelabros soltaban a través de sus brazos de cristal era bellísima, logrando un ambiente cálido y acogedor, llenando la habitación de un color cada tanto manchando con aquellas huellas transparentes típicas cuando la luz se refracta por el vidrio. Observando alrededor, se podían encontrar dos llaves de luz, que parecían ser las que prendían y apagaban aquellos candelabros. Se encontraban enfrentados en la habitación, uno al lado de la puerta de ingreso, y otro a la izquierda de la puerta que parecía internarse en la Mansión.

    En efecto, antes incluso de poder siquiera llegar al rellano que se encontraba a la mitad de la escalera, Evan sintió como chistaban a su espalda, y pudo escuchar la voz de la Señorita Mary, severa.

    — Evan, al igual que le dije a Lotte, no tienen permitido subir por la escaleras. Por favor, manténgase en la planta baja. Luego seguramente podrán explorar todo su hogar. Compórtense y no den una mala imagen.

    Al darse vuelta, el muchacho podía ver como los ojos azules de la mujer lo miraban de forma seria, dejando poco lugar a quejas; el efecto aumentado por sus brazos cruzados. Otros ojos también lo miraban desde la mesa. Los marrones de Anne tenían una mirada acusatoria similar, típica de ella. La muchacha era la mayor, después de todo. Ella tenía que encargarse de que ninguno de los otros niños se pasaran de la raya. Ella tenía que liderarlos. Eso era lo que tenían que hacer los mayores, ¿no? Llevar a los menores por el buen camino.

    Los orbes celestes de Laura también lo observaban, pero estos no tenían una mirada acusatoria, sino parecía de súplica, como pidiéndole que no protestara y simplemente obedeciera. El cansacio podía notarse en los ojos de la adolescente rubia, y fácilmente podía deducirse que Laura simplemente no quería que hubiera ninguna pelea entre nadie, sino que todo saliera de forma pacífica. Pobre Laura, siempre intentándose hacer cargo del resto de los niños, como si fuera una especie de hermana mayor. Una niña de catorce años no debería ocuparse de eso.
     
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    Ceci

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    Summer ~

    Si bien para cuando había podido darse cuenta de lo mucho que había avanzado persiguiendo la ilusión de los pastelitos de chocolate, para cuando tuvo a esa enorme mansión enfrente de repente olvidó cómo se suponía que tenía que caminar. Si bien el cielo sobre ella se había tornado violeta, casi azul, anunciando la próxima noche, en las más altas ventanas, esas que apenas lograban rozar los últimos atisbos de luz a través de las copas de los altos árboles del bosque, se reflejaban de un color rojizo, propio de los últimos instantes del atardecer.

    Una mansión que parecía un monstruo de ojos rojos. ¿Qué podía salir mal?

    Pasó saliva con dificultad, agachando la mirada de nuevo, clavándola en el piso. La imagen daba miedo, por supuesto, y tampoco ayudaba el olor a viejo que desprendía ese porche ni el frío viento que se había levantado, pero Summer no estaba particularmente asustada de los monstruos. A pesar de tener sus mil y un conflictos con el color rojo, ella sabía que no existían esas cosas como los monstruos, mucho menos que parecieran casas. Los verdaderos monstruos estaban hechos de carne y hueso, así como ella.

    ¿Y si ese tal señor O'Donell era un monstruo?

    Casi se le escapó un quejido de sorpresa para cuando sintió que Hiroshi se la llevaba prácticamente a rastras, obligándola a dar pasos hacia esa casa que no quería, obligándola a subir esa escalera a pasos torpes y casi terminar de bruces en el suelo del porche. ¿Por qué iba tan rápido? ¿Acaso Hiroshi no tenía miedo de lo que fuera a encontrar dentro de la casa? Que sí, que Summer los había llevado por el bosque casi que saboreando la promesa de los pastelitos, pero meterse así a la casa sin saber con qué se podía encontrar detrás de esas puertas era algo que ella no estaba dispuesta a hacer ni porque le ofrecieran ponerle crema a sus pastelitos.

    ¿Y si había una enorme alfombra roja en el piso? ¿Y si las cortinas de la casa eran rojas? ¿Y si había sillones rojos? ¡En una casa tan grande entraban demasiadas cosas y todas y cada una de ellas podían ser rojas!

    Se aferró a la manga de Evan con su mano, hasta el punto de arrugarle la tela y que sus nudillos se quedaran aún más blancos, sintiéndose incapaz de pedirle a Hiroshi que se detuviera, pero demasiado aterrada ante las posibilidades como para no intentar algo para evitar seguir caminando. La puerta se hacía más y más grande con cada paso que daban, como si la casa se los fuera a comer.

    ¿Y si la casa sí era un enorme monstruo después de todo?

    Apretó los ojos con fuerza, aceptando su destino tan pronto puso un pie dentro de la mansión. El ruido de las suelas de sus zapatos al caminar por el piso se le hizo extraño y casi que hasta gracioso, así que después de unos segundos de caminar, abrió los ojos para mirar sus propios pies. Los pisos brillaban, lustrados, y aunque nunca había estado en un orfanato que limpiara los pisos más allá de barrerlos a diario y pasarles un trapo mojado de vez en cuando, Summer lo sabía porque había ayudado a su mamá en más de una ocasión a pasar cera y sacar brillo cuando ella era apenas una niña. De repente, Summer sonrió sin darse cuenta mientras recordaba todas las tardes en las que, junto con su hermano, corría a ponerse las medias más gruesas que encontrara para patinar por los pisos encerados hasta que los pies se les quedaran negros.

    Justo antes de que sus recuerdos la llevaran a su mamá furiosa al ver sus calcetines negros y a lo mucho que tardaban ella y su hermano para lavarlos y sacarle las manchas, Summer se detuvo en seco, chocándose contra la espalda de Hiroshi, quien se había detenido. Levantó así la vista, atreviéndose a despegarla del brillo del suelo, solo para enconcontrarse con un montón de cosas que la rodeaban. La curiosidad pudo más que su miedo a encontrarse con algún objeto rojo, y para cuando sus ojos nerviosos encontraron un montón de cuadros en la habitación, Hiroshi ya se la estaba llevando de nuevo.

    Suspiró con sorpresa al sentir que la tela de la camisa de Evan se le escapaba por entre los dedos, sintiendo como una especie de vacío, pues tenerlos a ambos con ella le brindaba una especie de seguridad. Estiró el brazo como si quisiera alcanzarlo de nuevo, pero el tirón de Hiroshi era fuerte y sus pies eran torpes, así que tuvo que girarse como pudo y aferrarse a la mano del último para encontrar su propio equilibrio, clavando los ojos en la espalda de él, como si quisiera resguardarse de lo desconocido.

    'Mira. ¿A que son bonitos?'

    Se detuvo un paso detrás de Hiroshi, sin querer chocarse con él de nuevo, y levantó lentamente la vista, encontrándose con mil y brillos que salían de los pequeños cristales que colgaban del candelabro. Abrió la boca en sorpresa, tapándosela luego con su mano libre, sorprendida. Recordaba las revistas que veía su mamá de vez en cuando, aquellas que traía la vecina para compartir cuando iba a la ciudad, con esos catálogos ostentosos, esos que a su mamá siempre veía y se quejaba de lo caros que estaban.

    Por supuesto que las revistas viejas no se comparaban con lo que estaba viendo en vivo y en directo, y a pesar de que se podría haber distraído durante horas con las luces del candelabro, aquello se veía tan grande que la hacía sentirse aún más pequeña, de una forma un tanto incómoda, por lo que dio un paso hacia atrás, siendo ella quien tirara de la mano de Hiroshi esa vez.

    Se sentía ridículamente insegura parada bajo esa enorme y preciosa estructura, como si tuviera miedo de que se le fuera a caer encima.

    perdón por el tochazo memosioné uwu
     
    Última edición: 10 Junio 2019
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    Insane

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    Evan Craig

    Desvió sus ojos al escuchar la reprimenda y persuadir la mirada acusadora que le clavaban encima, volviendo sus manos a los bolsillos para bajar por las escaleras al piso inferior, era bastante paciente, pero estaba cansado, tenía hambre... y lo torturaba suponer que el resto también, y no podía hacer nada al respecto, nada más que esperar. Caminó de vuelta hasta Summer y Hiroshi, ascendiendo la mirada hasta los candelabros.

    —Lo siento Summer, te pediré que esperemos un rato más por los pastelillos, en cuanto la señorita Mary de autorización buscaré la cocina —comentó sereno, en sentido de disculpa al recordar los ojos de Anne sobre él, porque le disgustaba que lo mirasen de esa forma—. Esperemos...

    Se encaminó cerca de la mesa ratona y se apoyó en la pared, esperando que el tiempo pasara con calma, cerrando los párpados para descansar aún de pie.
     
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    Zireael

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    Hiroshi Koizumi.

    Permaneció estático, mirando las luces que se desprendían del gran candelabro y ni siquiera notó el gesto de sorpresa que Summer había hecho. Lo único que lo hizo regresar, fue cuando sintió que era ella quien volvía a tirar de su mano, como si quiera apartarse de debajo del artefacto.
    Dio un respingo y retrocedió, alejándose del candelabro.

    —Perdona, debí preguntarse si querías acercarte —murmuró a modo de respuesta, dedicándole una ligera sonrisa.

    Vio cómo regañaban a Evan por intentar subir y cómo este regresaba al lado de ambos, disculpándose con Summer por tener que aplazar la preparación de los pastelillos.

    Lo vi acercarse a una mesa, recostando la espalda a la pared y cuando iba a decirle algo, notó que cerraba los ojos. No quería interrumpirlo, debía estar tan cansado como todos los demás, así que se volvió hacia Summer.

    —Esta casa es enorme, de seguro la cocina es igual. ¿Te imaginas a Evan en una cocina gigante, haciendo tus pastelillos? —Una sonrisa se formó en su rostro al acceder a esa imagen mental, luego cayó en cuenta del cansancio que debía sentir Summer, que era el mismo que sentían todos—. ¿No quieres sentarte? Queda una silla junto a los demás, o supongo que no nos dirían nada si nos sentamos en el suelo para descansar un rato.
     
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    Gigavehl

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    Nuvoir Drestender

    Miraba pacientemente los gestos y actos de los demás niños, inclusive que hasta con un gesto aburrido, quería explorar la mansión ya, ver que sorpresas habían o de plano acostarme en una cama. Toda esa caminata fue abrumadora, ni yo entiendo cómo no me desmayé antes...

    Le dediqué un vistazo a los cuadros de la pared, pero sinceramente no les dí mucha importancia, no por ahora... Que hubiera un adulto presente como Mary no me daba la confianza para preguntar mil y un cosas, me gustan los misterios y teorías, pero por alguna razón el que hubiera un adulto nunca me hizo sentir cómodo...

    El breve regaño de Mary hizo que me girara a ella, miré al chico que quería subir, este respondió de mala gana y se dirigió escaleras abajo junto con otro dúo de niños, volví a mirar al techo, reposando. Cuando vi a este mismo apoyarse en la pared. Al mirarlo, vi que cerró los ojos, se veía acabado... ¿Y porqué no se sentaba? Digo, este es nuestro hogar ahora... ¿No?

    —Hey, porqué no te sientas? Aún queda un lugar libre... Vamos, no va a pasar nada si te sientas a lado mío, yo tampoco tengo muchas ganas de hacer cosas, ¿sabes?—. Le dije al chico y simplemente volví a recargarme.

    Por primera vez en mi vida quería convivir con alguien, aunque fuese un poco. Pero no me sentía en confianza, y como siempre. Me encerraba en una burbuja invisible, como si eso fuese señal de que nadie debía hablarme...
     
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    Ceci

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    Summer ~

    Un suspiro de alivio se escapó de sus labios cuando pudo observar el candelabro desde un lugar que se sintiera seguro, porque a decir verdad, todos esos ganchos se veían peligrosos. Si Summer hubiera sido un poco mayor, seguro habría pensado que tener algo así en una casa en donde iban a adoptar a diez niños no sería la opción más segura, pero de momento, su mente inmadura pensó en que seguro, si se subía a las agarraderas del segundo piso, quizás podría colgarse de los fierros y hamacarse y...

    Y por supuesto que no haría algo así, porque para empezar, era demasiado baja como para alcanzarlo, pero no dejaba de ser divertido imaginarlo.

    De pronto, Summer fue invadida por una cálida sensación de comodidad, como si hubiera sido capaz de relajarse, y sonrió apenas mientras miraba a Hiroshi desde atrás, apretando su mano con un poco más de comodidad.

    Nunca antes alguno de los niños le había tomado la mano, pero con tanto niño en el orfanato, no podía culpar a nadie por ignorar a alguien que era tan fácil de ignorar.

    Quizás en esa casa, con menos niños, podría dejar abrirse un poco más. Se sentía segura junto a Evan y Hiroshi, así que, ¿por qué no?

    'Perdona, debí preguntarse si querías acercarte'

    Summer negó lentamente con la cabeza, sin dejar de mirarlo, como sinquisiera decirle que no había problema, pero Hiroshi seguía distraído con los destellos del candelabro. No había cómo culparlo, pues esas luces eran casi hipnóticas, pero tampoco quería dejarlo pensando así, pensando que la había incomodado.

    Se sentía bien que alguien la incluyera y se preocupara con ella.

    Inspiró con fuerza por la boca, abriéndola, preparándose mentalmente para decir lo que le quería decir, pero justo antes de poder decir algo, de poder contarle lo que había pensado del candelabro, se vio interrumpida con la presencia de Evan.

    'Lo siento Summer, te pediré que esperemos un rato más por los pastelillos, en cuanto la señorita Mary de autorización buscaré la cocina . Esperemos...'

    Un suspiro de decepción se escapó de sus labios, y un pequeño puchero le infló los mofletes mientras clavaba la mirada en el piso. Realmente quería esos pastelitos, porque sentía que sus tripas empezaban a comerse a sí mismas del hambre que se traían, pero sabía que debía ser paciente. Seguro Evan estaba tan frustrado como ella, así que sacudió ligeramente la cabeza para quitar la decepción de su rostro. Tenía que animarlo a él también, porque después de todo, él y Hiroshi lo habían hecho por ella.

    Summer inspiró nuevamente por los labios, levantando la cabeza, y para cuando quiso encarar a Evan y decirle que no pasaba nada, Evan ya se había marchado.

    Otro suspiro de decepción de escapó de sus labios, y luego chasqueó la lengua, frustrada, mientras volvía a agachar la cabeza, concentrándose en mirar fijamente un nudo en la madera.

    'Esta casa es enorme, de seguro la cocina es igual. ¿Te imaginas a Evan en una cocina gigante, haciendo tus pastelillos?'

    Summer asintió con la cabeza, sonriendo apenas, sin levantar el rostro.

    '¿No quieres sentarte? Queda una silla junto a los demás, o supongo que no nos dirían nada si nos sentamos en el suelo para descansar un rato.'

    Se encogió de hombros, restándole importancia. Lo que realmente quería en esos momentos era prolongar esa sensación de contención que le traía estar rodeada, esa que sabía que no duraba mucho porque la gente se cansaba de ella por no hablar.

    Por primera vez en mucho tiempo, Summer sentía ganas de decir algo, pero también sentía que el mundo no quería escucharla, que pretendía interrumpir sus intentos.
     
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  13.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido

    Leo
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    Hiroshi Koizumi.

    A sus oídos llegaron varios suspiros de Summer y después la vio encogerse de hombros ante su pregunta; él la imitó y se acercó despacio hasta la pared a la que Evan se había recostado.
    Apoyó la espalda en la pared, para deslizarse por esta hasta quedar sentado en el suelo, sin soltara en ningún momento la mano de la niña, animándola a sentarse junto a él.

    —Aquí no estamos bajo los candelabros y estamos cerca de Evan —murmuró únicamente para ella—, para vigilar que no se le olviden tus pastelillos.

    Le dedicó una brillante sonrisa a pesar de que se sentía cansado y le guiñó el ojo, cómplice.
    Realmente no le importaba si Summer no era habladora, lo que le preocupaba era que no se sintiera bien, así que solo haría lo posible por ayudarla y hacerla sentir tranquila.
     
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  14.  
    Hygge

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    Acuario
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    Kaede

    Apretó los labios, apenada por haber incomodado a Laura, y asintió varias veces cuando le pidió caminar a su lado siempre y cuando su nuevo amigo Wooloo respetase su espacio personal. Kaede le tenía bastante aprecio a aquella muchachilla, quien solía hacerle compañía cuando se encontraba deambulando sola por el internado, y lo que menos quería era que se molestase con ella. No contaba con muchos amigos, pero al menos sabía cuidar a los que tenía, o eso quería creer.

    Cuando todos se arremolinaron frente a la enorme entrada de la mansión, Kaede se asomó durante un momento al mundo real para comprender qué estaba sucediendo. Alzó la mirada pero el cuello pronto se resintió ante la imponente fachada que se erguía frente a ella, volviendo su atención hacia la señorita Mary sin sentir necesidad de acercarse. Permaneció estática en su lugar durante un segundo, sosteniendo el palo donde Wooloo se encontraba, dudando de si realmente deseaba entrar. Se volvió sobre sus pasos, dubitativa, recibiendo el paisaje oscuro y tebebroso del bosque que acababan de recorrer. Sintió un pequeño escalofrío al imaginar pasar la noche fuera, pero dar media vuelta y asomarse hacia el interior solo hizo que arrugase más la nariz. Su mirada se posó finalmente en el pequeño bichillo multicolor.

    —¿Qué debería hacer, Wooloo? No sé si me apetece dejar el internado, ya me había acostumbrado a estar allí... —murmuró, mientras los niños comenzaban a seguir a la señorita Mary hacia su interior. Su corazón comenzó a latir más fuerte, apremiante, y colocó al bicho sobre su mano cuando recibió una mirada reprobatoria, tirando a un lado del camino el palo para echar a correr hacia el interior—. Tú escóndete, no te dejaré solo aquí fuera.

    A pesar de la inquietud que le produjo el sonido de las puertas cerrándose a su espalda, la luz de los candelabros y la temperatura del lugar le produjo cierto alivio. No era el vestíbulo más acogedor, sobre todo a aquellas horas de la noche, pero para una niña con tanta imaginación como Kaede un lugar tan enorme como aquel abría un sinfín de mundos ante sus ojos. Una pequeña sonrisa se fue formando en sus labios mientras daba un pasito, tanteando el terreno, y luego otro más. Wooloo le hacía cosquillas debajo de su disfraz de panda, y tuvo que contener las ganas de reír al pasar cerca del lugar donde Mary y las chicas se encontraban descansando. Con cada vistazo que echaba sentía que, quizás, aquel sitio no era tan malo. Sería cuestión de acostumbrarse, como había hecho a lo largo de su vida.

    No debería ser difícil para ella.

    Caminó con interés sobre los cuadros, los muebles y cada una de las estancias que podían divisar con las manos entrelazadas tras su espalda, embelesada ante la opulencia del lugar. A pesar de que le abrumaba un poco, despertaba aún más su curiosidad. Tan distraída estaba que acabó apoyándose en la pared donde reposaba una de las llaves de luz, apagando los candelabros durante unos segundos, haciendo que su corazón diese un vuelco del susto. Rápidamente lo prendió de vuelta, sus mejillas enrojecidas por la vergüenza.

    —¡P-Perdón! —exclamó, agachando la cabeza hablando a nadie en particular, alejándose rápidamente del lugar.

    Soltó un gran suspiro, y fue en ese entonces cuando ni su burbuja de fantasía pudo evadir el cansancio de su cuerpo y el peso de cada uno de sus pasos. Acabó dirigiéndose hacia la mesa donde se encontraban descansando varias personas, tomando asiento en la última silla que quedaba, al lado de Nuvoir . Le sonrió con amabilidad, agitando su mano cuando se volvió ante su llegada, y en ese preciso instante fue consciente de que ya no sentía ningún movimiento en su cuerpo. Se levantó como un resorte, palpando su disfraz de panda para dirigirse hacia el chico, preocupada.

    —Oye... —le susurró bajito, porque la adulta no podía enterarse de que había traído un insecto a un lugar tan pulcro como lo era aquel—. ¿Has visto a un bichito multicolor por aquí? Se llama Wooloo y creo que lo he perdido... Yo lo quería...
     
    Última edición: 15 Junio 2019
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    Gigavehl

    Gigavehl Equipo administrativo

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    De pronto las luces se fueron por un momento, al girarme, una niña volvió a encender la luz, apenada... Se ve que de alguna forma sin querer apagó las luces, esta se avergonzó y no tardó en sentarse a mi lado, ocupando así el último lugar... Me sonrió, agitó su mano y se quedó ahí un momento... Yo le devolví el gesto y seguí ahí, recostado, cuando la niña con disfraz de panda se levanta de golpe, girándose, como si buscara algo cuando me dijo:

    "Oye... ¿Has visto a un bichito multicolor por aquí? Se llama Wooloo y creo que lo he perdido... Yo lo quería..."

    Me dijo susurrando, me quedé extrañado y miré alrededor, de pronto vi a una especie de oruga por mi tenis, caminando torpemente, multicolor, como la niña me lo había descrito. Aunque miré de soslayo a Mary, quién se veía muy cansada aún, como pude. Extendí mi dedo índice y dejé que la oruga se subiera a mi dedo. Volví a mirar y percatándome que Mary seguía distraída, le hablé a la chiquilla:

    —Hey, ten. Es un animal muy lindo... ¿De dónde lo sacaste? Jamás había visto a uno así—. Le dije mientras se lo extendía, sonriendole alegrado de no haberlo aplastado sin querer...

    Vaya chiquilla mas curiosa, con disfraz de panda y todo. Se ve enérgica y eso me alegra. Al menos con algo de suerte y puede dar ambiente.
     
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    Reual Nathan Onyrian

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    La Señorita Mary había abierto la boca para reprender a Kaede por haber apagado las luces, pero la volvió a cerrar, con un gesto de cansancio, luego de ver que había sido simplemente un accidente. Así que se contentó por cruzar las piernas y los brazos.

    — Ten más cuidado, Kaede. Aquí pueden haber cosas frágiles, y no daría una buena imagen que rompiéramos algo antes de conocer a su nuevo padre, ¿no es así? Y hablando de eso.— dijo, incorporándose de la silla, y alisándose la pollera.— Ya es hora de que vaya a buscarlo. Seguro todos ustedes están cansados y quieren cerrar los ojos lo antes posible.

    La mujer se dirigió hacia la puerta, caminando tranquila.

    — Ya regreso. Por favor, compórtense en el tiempo en que no esté. Demuestren que son niños maduros y responsables. No me tardo.— dijo, para cruzar el portal y salir de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

    Vaya, habían quedado solos. Anne se levantó de la silla, y fue a apoyarse contra una pared, con los brazos cruzados, mirándolos a todos en un intento de mirada severa, en especial a Ethan y a Lotte.

    — Bueno, ya la escucharon. Nada de comportarse mal ni subir por las escaleras ni tocar cosas que no debamos. Tan solo tenemos que esperar unos minutos más, y al fin conoceremos a nuestro padre, y luego seguro podremos dormir. Tengan un poco más de paciencia nomás.— aseguró, con un intento de sonrisa, que dejaba ver a viva luz lo cansada que estaba ella misma.

    Jeniffer, en ese momento, aprovechó que se habían liberado un par de sillas para ir y sentarse, suspirando aliviada al poder darle un descanso a sus piernas. Apoyó los codos en la mesa y la barbilla en sus manos abiertas, mirando aburrida alrededor, y devolviéndole la sonrisa a Laura de forma cansada. Apenas podía mantener los ojos abiertos.
     
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  17.  
    Ceci

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    Summer ~

    No bien aceptó la invitación de Hiroshi y se animó a apoyar su espalda también contra la pared pudo sentir su vestido humedecido por el sudor frío de la caminata por el bosque seguido de un escalofrío por toda la espalda. Si bien se había dormido todo el viaje en el fondo del autobús por lo cual no se sentía particularmente somnolienta, su cuerpo se había cansado de pasar tanto tiempo sentado, sumándole a eso una caminata por un camino lleno de pozos y ramas que esquivar. Había sido un día particularmente estresante en más de un sentido, así que no pudo evitar relajarse por completo en ese lugar.

    'Aquí no estamos bajo los candelabros y estamos cerca de Evan, para vigilar que no se le olviden tus pastelillos'

    Se dio vuelta para mirar a Hiroshi y movió su cabeza hacia un lado para poder ver a Evan también, parado detrás de ellos, y sonrió apenas, asintiendo. La idea de los pastelitos poco a poco se hacía menos tentadora a medida que el cansancio se apoderaba de la voluntad de su cuerpo, pero seguro la idea le parecería aún más tentadora por la mañana.
     
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  18.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    El tiempo pasa, lentamente, mientras la ausencia de la Señorita Mary se siente cada vez más opresiva. El Vestíbulo, que parecía tan cálido y acogedor cuando lo vieron por primera vez, se transforma en un lugar misterioso, que causa incomodidad con solo estar allí. Es en estos momentos en los cuales se dan cuenta de lo pequeños que son, y la enormidad de la habitación les encoge un poco el alma, tan poco acostumbrados sus ojos a contemplar este tipo de opulencia. Parece, incluso, que los ojos de los cuadros los estuvieran observando, vigilando cada paso que dan, cada pequeño movimiento. Pero esas sensaciones desaparecen pronto, seguramente producidas por el cansancio del viaje hacia la Mansión. Sí, lo mejor sería que pudieran dormir en estos momentos. ¿Cuándo vendría la Señorita Mary?

    Como una respuesta a esa plegaria, el pomo de la puerta del Vestíbulo se abre, y la Señorita Mary aparece allí, con una sonrisa tranquilizadora, explicando que el Señor O’Donell los verá mañana en la mañana, que entiende que en esos momentos se deben encontrar cansados para presentaciones, y que lo mejor sería que se asearan y descansaran para recuperar todas sus energías. Sin embargo, algo les llama la atención de todo esto. Algo que es rápidamente presentado por la Señorita Mary. O mejor dicho, alguien.

    — Esta es Marion, la doncella de la Mansión. Ella los llevará a sus habitaciones, para que puedan prepararse para dormir.— explica la mujer rubia, mientras la aludida saluda con una reverencia.

    La joven que apareció ante sus ojos posee una piel pálida, y un cabello claro y de un extraño color lavanda con una extraña forma de tirabuzones en espiral con un flequillo lateral que cubre su ojo derecho. Es delgada y alta, fácilmente superando a la Señorita Mary, y lleva puesto un vestido de sirvienta largo y de color turquesa oscuro con un estilizado símbolo de Caduceus en el hombro, los puños de la camisa ornamentados y un prendedor azul. A pesar de su apariencia elegante, hay algo que los perturba un poco. Su rostro parece no expresar ningún tipo de emoción, que junto con su piel pálida y pulcra, parece que estuviera hecha de porcelana. Y el delantal blanco que lleva parece manchado de sangre reciente.

    Sin embargo, la sonrisa cálida que les dedica luego de su reverencia logra despejar muchos de los temores que pudieron llegar a surgir debido a la primera impresión, y su voz calmada y suave logra tranquilizarlos levemente.

    — En nombre del Señor O’Donell quiero disculparme por su ausencia esta noche, y les doy la bienvenida a la Mansión O’Donell. Les ruego también disculpen mi apariencia desastrosa que les presento en su primera visión de mí, había preparado la cena recientemente y no había tenido tiempo de limpiar la sangre de res de mi delantal. Lamento cualquier inconveniencia que esto les podría haber causado.— dice, haciendo otra reverencia.

    — Ahora, niños, sigan a Marion. Los guiará hacia sus habitaciones para que puedan descansar. No se preocupen, yo dormiré en una habitación de huéspedes. Me quedaré en la Mansión por unos días, para acompañarlos y ver que todo esté funcionando entre ustedes y su nuevo padre. Sepan que pueden contar conmigo para cualquier cosa.

    — Si los niños son tan amables de seguirme.— dice Marion, comenzando a caminar hacia las escaleras.

    La Señorita Mary los saluda con una sonrisa, algo aliviada de que ahora podrá descansar, y luego desaparece por la misma puerta que entró. Marion, por su parte, los espera a los pies de la susodicha escalera, y les indica con el brazo que deben subir. Vaya, al fin podrían ver esa parte prohibida de la casa. ¿Qué misterios se ocultarían allí?

    Marion los conduce por las escaleras, mostrando una forma de caminar lenta y metódica, casi mecánica,mientras sube por los escalones, uno por uno. En todo momento, presenta un rostro de expresión monótona, mirando hacia el frente. Eso los intimida un poco, ya que más que una persona, pareciera una muñeca viva. Sin embargo, muchas de esas preocupaciones se derriten al acercarse Anne a la sirvienta, llamando su atención tirando de las mangas de su vestimenta. Esta se detiene y se da vuelta, sonriéndole a la niña de manera cálida, y hablando con voz suave.

    — ¿Sí? ¿Ocurre algo, tesoro?

    — ¿Podremos pasar a asearnos, o al menos pasar al baño? Tuvimos un viaje muy largo y toda nuestra ropa y cuerpos están pegajosos y llenos de sudor. Nos vendría bien al menos lavarnos la cara para poder descansar mejor.

    Marion la mira de forma curiosa, como si estuviera analizando la pregunta, puede que hasta más de lo necesario. Mira a todos los niños, pudiendo notar sus caras sucias y llenas de cansancio, y luego desvía su mirada hacia la puerta por la cual había entrado al vestíbulo. Se dio media vuelta, y siguió subiendo las escaleras, de forma metódica, ante la mirada indignada de Anne, que se sentía ignorada, aunque parecía estar sopesando algo, como si algo dentro suyo estuviera batallando. Al final, cuando llegaron al segundo piso, pudieron ver que se encontraba retorciendo el delantal manchado de sangre, para luego volver a mirarlos. Cuando les habla, su voz vuelve a ser la misma de siempre, haciendo juego con su expresión. Monótona, vacía de emociones.

    — Mis órdenes eran llevarlos a sus habitaciones y asegurarme de que pudieran dormir lo más cómodo posibles, pero no se me mencionó nada de un baño. Pero, sí de esa manera, van a poder dormir de forma cómoda, entonces supongo que puedo dejar que se aseen. Sin embargo, me ordenaron que no debía deambular por la Mansión, así que no podemos dirigirnos a los baños de visitas. Y el baño que se encontraba reservado para ustedes todavía no fue condicionado completamente. Pero si a los niños no les molesta, pueden utilizarlo. Eso sí, los guiaré primero a sus habitaciones. Yo esperaré a que se instalen aquí afuera. Irán al baño por turnos, acompañados por mí. Y no se preocupen por la ropa, pueden encontrar varias mudas en los armarios de sus habitaciones, todas ellas provistas por el Señor O’Donell. Ahora, síganme.

    Dicho eso, Marion se dirige hacia la primera de una serie de cinco puertas, todas ellas ubicadas una al lado de las otras, con una letra en cada una, que va desde la A a la E. Abre la primera, mirando al grupo.

    — En el dormitorio marcado con una A dormirán las señoritas Laura Harrington y Kaede. Pueden proceder al mismo.— anuncia, para luego dejar la puerta abierta y dirigirse hacia la siguiente, repitiendo el proceso con cada una de las mismas.— En el dormitorio B se alojarán la señorita Summer Haynes y el caballero Hiroshi Koizumi. El dormitorio C les pertenece a la señorita Jenniffer y al caballero Nuvoir Drestender. A la señorita Anne y al caballero Evan Craig le corresponde la habitación D. Y por último, el dormitorio E le pertenece a la señorita Hanabi y al caballero Lotte.

    >> Pueden instalarse en sus dormitorios, en ellos encontrarán todo lo necesario para poder descansar y dormir plácidamente. Pueden hacer de ellos lo que quieran, incluso acomodar el mobiliario como más crean conveniente. Este es su hogar ahora.

    Marion se aleja de las puertas, quedándose a la mitad del pasillo, las manos entrelazadas al frente, su rostro desprovisto de cualquier emoción.

    — Aquellos que deseen asearse, tengan el favor de venir conmigo luego de haberse instalados en sus cuartos correspondientes. Recuerden que iremos de a uno, y hagan el favor de buscar una muda de ropa en el cuarto si es que planean bañarse.

    Voy a estar creando el tema de las habitaciones dentro de poco. Paciencia :D
     
    Última edición: 22 Junio 2019
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    Gigavehl

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    Cuando Mary se levantó, no evité saltar un poco de la presión y oculte entre rápido y cauteloso el gusano pues no quería que se percatase aún, cuando salió, pude sentirme un poco más libre al no haber adultos allí, sin embargo, no podía dejar de estar algo desconfiado de alguna manera...

    De un momento a otro, sin poder percatarme del todo. Comencé a sentir el ambiente extraño, miré alrededor, los cuadros comenzaban a ser preocupantes de alguna manera, como si mágicamente el sitio por sí solo comenzara a tornarse siniestra de alguna manera... Aunque, pensándolo un poco, se podría tratar del cansancio, pues en serio que la caminata no fue tan grata después de todo, ya que tanto había durado el viaje que en serio parecía interminable. La única parte que valió la pena; fue ver la misma mansión de lejos.

    Sin embargo, si la pequeña panda dijo algo no pude prestarle mucha atención al mirar a Mary entrar nuevamente, volví a ocultar al insecto y miré atento. Parece que el Señor O'Donell no va a acompañarnos ahora, no evité decepcionarme un poco ante tal respuesta, sin embargo... Una tal Marion se presentó, mujer que si bien no me dio ni buena ni mala impresión pese a la sangre, pues me supuse lo mismo sobre la comida. Sí que esa mirada, vacía y casi que sin emociones daba mal rollo.
    Pero lo dejé pasar, después de todo su voz era tranquilizadora, aunque. La manera en como se movía daba la impresión de ser un juguete, gesto que no parecía despegarse de ella, cosa que sin dudas me preocupaba y me puso alerta, además de serio.

    Después de la presentación y darle la razón a Mary por el tema del agotamiento y la misma mugre encima, vi que la pequeña comenzaba a irse y discretamente logré colgarle al animalillo en su hombro, bajé de la silla y un poco forzado me le adelanté, aunque la miré de un costado, sonriendole y guiñé el ojo, hice todo eso con la intención de que se percatara y comencé a subir las escaleras con todos.

    Al final, pese al incómodo acto de Marion frente a Anne, me dí cuenta que es la forma de expresarse y de ser de aquella mujer, una sirvienta... Extraña cuanto menos...
    Comencé a ponerme serio, sin dejar de fruncir levemente el ceño mientras escuchaba con atención a la sirvienta, parece que debo estar con Jennifer en la habitación "C" bueno, al menos me calma un poco que puedamos acomodar los muebles a nuestro gusto, la chica no me molesta realmente, de hecho, creo que nos parecemos, sería cuestión de intentar abrirme un poco esta vez para conocerla, ahora que dormiré con ella.

    Al fin y al cabo, este es nuestro hogar ahora, y en verdad necesito esa ducha, quisiera al menos agradarle un poco a, prácticamente mi hermana antes de dormir, pues mas allá de dar una buena primera impresión, si amanecemos de buenas, las cosas serán más sencillas...

    —Agradezco mucho la amable información Marion, le quisiera avisar que al menos por mi parte me gustaría tomar aquél baño, muchas gracias, en serio. ¡Vamos, Jennifer! ¡Veamos nuestra nueva habitación!—. Exclamé emocionado, con lo que esta apenas iba a decir algo pero mi tirón de adrenalina hizo que la ignorara y casi que la arrastrara hasta el cuarto...
     
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  20.  
    Reual Nathan Onyrian

    Reual Nathan Onyrian Adicto

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    El portazo que vino de la habitación B resonó en todo el pasillo, alertando a todos los que se encontraban allí. Marion giró la cabeza automáticamente, mirando con atención la puerta del susodicho cuarto. Con una inclinación de cabeza, se disculpó con los niños que ya habían salido al vestíbulo, y caminó de forma calmada hacia la habitación. Tocó la puerta suavemente, para anunciar que iba a ingresar, y tomó le pomo de la misma, haciéndolo girar.

    Marion ya no se encuentra disponible en el 1° Vestíbulo.
     
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