Chewing gum. (sasusaku).

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por Whatsername, 26 Enero 2013.

  1.  
    Whatsername

    Whatsername Procrastinadora prodigio

    Capricornio
    Miembro desde:
    11 Marzo 2012
    Mensajes:
    98
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Chewing gum. (sasusaku).
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4583
    Renacer.
    .Nacemos solos.Morimos solos. Todo lo demás es una absurda ilusión.


    Nunca me había detenido a pensar en como iba a morir. Y la idea, me parece un poco molesta. Nadie me había metido la idea a la cabeza, nadie me había dicho que mi vida no valía la pena. Los comentarios se ganan.
    En un fallido intento de ir, y disfrutar como el agua entraba a mis fosas nasales, nunca estuvo en mi mente. Por que cada día esa absurda idea pasaba por mi mente.
    Absurda idea.
    Tengo todo lo necesario para una humana como yo. Soy tan retorcida, que tengo que andar con la mente más turbia de la raza humana. Mis amigos, no opinan lo mismo. Dicen, que es un punto de vista mío, una realidad mía. Y quiero compartirla.
    —¿Encendedor, cerillos, mecha?
    —Cerillos.
    Contesté.
    —Pensé que elegirías la primera —dijo— Eres demasiado artificial.
    Me compartió de su caja de cigarros. Me pasó la caja de cerillos.
    —Eso fue lo que paso con ustedes —bufé— ¿adivina que elegí, Sasori?
    —No sé, dime.
    —Ninguna —solté el espeso humo— me gusta la estúpida y sensual vida que llevo.
    No dijo nada más, cuando surcó una tierna sonrisa en sus carnosos labios. Labios que alguna vez me había compartido. Era tranquilizante verlo a él, tan sereno, sentado en la banqueta que estaba afuera de la cafetería; que particularmente tenía facha de bar y pinta de prostíbulo.
    —Bueno, ser la vocalista te convierte en… emh, como decirlo —titubeó— No sé, la que elige nuestro futuro, tal vez, menos directo, pero… si, eso.
    Sus palabras salieron al compas del embriagador humo. Me estaba toreando. Lo miré, con mi típica ceja enarcada.
    —Ni usted se la cree, míster cajetilla —dije— pero yo no estoy para elegir su futuro.
    Sorpresivamente, soltó una fina y gran carcajada. Que si hubiera sido realmente sorpresa, hubiera caído del susto.
    Cuando pasaban estos pequeños momentos, adoraba disfrutarlos, lo más que podía. Cosas pequeñas, grandes recuerdos. Así fue como aprendí a vivir la vida sin salir perjudicada por las malas rachas.
    En el preciso momento que decido pasar un relajante momento, a solas con mi mejor amigo, no era que me molestara, se decide aparecer la voz de la desesperancia y la sabiduría; una poderosa mezcla.
    Solo pido un día de eterno descanso. Y ya no más.
    —La disquera nos cita a una reunión.
    Lo miré.
    —Pues, dile a la mentada disquera; que si hace el favor de ir a joder a otra parte.
    Sasori, aventó la colilla.
    —Se menos rudo, Sasori —el rubio se sentó a lado mío— no quiero ir.
    ¿Era lo mismo siempre? Te tengo otra respuesta mejor; estaba harta de la misma rabieta. Coloqué mis brazos atrás de mi nuca, y me deje llevar por los pocos minutos que me quedaban de esta maravillosa tarde.
    —¿Saben que estamos aquí? —preguntó Sasori.
    El chico con cara de imbécil torció el gesto.
    —Creo que… Shikamaru les dijo, por lo de ayer —contestó.
    —Genial, que buen tecladista tenemos —escupí— no, ya es suficiente, como lo detesto.
    Me llevé las manos a la cabeza.
    —¿Estas bien? Solo fue un juego, el esta acostumbrado a ganar —dijo Naruto—no a perder.
    —Bueno, ya ayudaste demasiado, ahora cállate —alardeó el rojizo.

    —Idiota.

    Pequeños. Pequeños, cortos, adorables e increíbles momentos. Los pasaba con ellos. ¿Qué más podía pedir yo? ¿Dinero, más fama? Al coño con los auto-estereotipos, yo era feliz, así.
    —¿Qué pasó con Sai?
    —Buena pregunta Sakura —insinuó Sasori.
    No lo había visto. Desde ayer por la noche, ese momento turbio en el desapareció por la puerta del departamento. No lo volví a ver, y fue una lástima el no despedirme correctamente de él.
    Naruto, nos miró, resentido.
    —No sé.
    —¿Cómo que no sabes?
    Hizo ademán de no saber.
    Sasori, quién había sacado otro cigarrillo, lo colocó en su boca. Esperó un minuto, el espeso humo empezó a salir aún con el insignificante rollo de tabaco en sus labios. Rodeó los ojos.
    —A de estar con alguna puta en su departamento —lo miré con interrogación— Ya saben, es viernes.
    Naruto, rio con asentimiento.
    —Es verdad, además, suele ser tan…
    —No lo digas —le di una palmada a su espalda— por favor.
    Sasori, ahora fue quién soltó tan fina carcajada. El humo, me atrajo a contagiarme de tan armoniosa risa.
    A pesar de tan buen momento, no estaba satisfecha.
    Sai, yo lo conocía desde pequeño. Era sumamente extraño, le encantaba verme enojada, y le encantaba hacer figuritas de papel y hacerles hermosos diseños con su plumón morado. Tocaba/toca, la guitarra. Era puntual, siempre estaba con Sasori y conmigo. Naruto metido en sus videojuegos. Pero, él nunca se despegaba.
    Esta era la tercera vez que se iba. Pero algo… estaba mal.
    —Bueno, bueno. Ya vámonos, Kakashi se orgasmeará del enojo —dijo Naruto.
    —¿Más?
    Bramó Sasori. Después de ese comentario tan perfectamente descriptivo del representante… reímos los tres. Como un coro de comedia.
    Nos encaminamos al auto.
    Nunca… nunca me había detenido a pensar en como sería mi vida, sin aquellos imbéciles. Sin esos inútiles, estúpidos, patéticos que me alegraban el día. No eran perfectos, mucho menos lo intentaban; eran solo ellos.
    Chewing Gum.
    El estúpido nombre, de nuestra inútil banda; ¿cómo nació?
    Me encuentran a mí hace tres años. Sasori, Naruto, Sai y Shikamaru. Estábamos en el rico y fabuloso restaurante “The Jazz pappers”, lo adorábamos. En la mesa de la esquina, a lado izquierdo nos pueden ver con la mesa repleta de botellas vacías, y platos de fondo; uno encima de otro.
    Queríamos una banda, conformada por nosotros.
    En esos tiempos, fumaba, pero mis padres no lo sabían. Y nunca se darían cuenta. Acostumbraba a cargar chicles en el bolcillo de mi pantalón, y una que otra pastilla aromatizante.
    Todos, estábamos con un cigarro en la mano. En un momento, yo ya me lo había terminado. Y justo ahí, comenzamos la discusión del nombre para la banda. Si, ajá, al tratar de regañar al idiota de Naruto, su ocurrencia fue Naruto y los caraximba, grité… un grito solemne y completamente ruidoso se atrevió a lanzar mi chicle fuera del alcance mis manos. Se pegó en mi cabello.
    Shikamaru, propuso; Chewing gum.
    No sé de donde sacó la primera palabra. Pero, no sé, fue algo tan exacto y un tanto extraño. Yo solo me quedé sin que decir y los demás solo aceptaron. Me alegró tanto verlos felices y riendo…
    No sé, es decir, somos como hermanos.
    Es como una gran familia para mí. La verdad, aún recuerdo cuando conocí al idiota de Naruto. Fue el primero. No era muy popular que digamos, más o menos, era como el bote de basura del jardín de niños. Si, por eso me acerqué a él, ya entienden. No soportaba ver como toda la muchedumbre, lo trataba de tal atrocidad.
    En la primaria, todo dio un giro. Naruto, dejó de ser el chico mosquiento del salón, pasó a ser el mata moscas oficial de los brabucones con la envidiable sonrisa al estilo Colgate. Le empecé a pegar los malos hábitos y vicios; tabaco, alcohol y las faltas incorregibles a clases.
    Otros como Shikamaru y Sasori, ellos solo aparecieron en el nivel de secundaria. Cuando Sai, Naruto y yo los conocimos, pensábamos que eran aquellos putos jode mierdas de la clase. Nada que ver.
    Conforme los fuimos tratando, descubrimos muchas cosas agradables de ellos.
    Todos descubrimos que tocábamos algo en especial. Instrumentos. Nos conllevó a conformar lo que ahora somos… o tal vez ya desde antes. Y sin mencionar, que llegué ha andar con él idiota de Sasori…
    Mi nombre es Sakura Haruno. 18 años.
    La verdad, no sé que es lo que pasa por mi mente. Dejó de ser normal desde aquella vez que empecé a drogarme con libros. Pasó a ser más normal que antes. Rara para los demás.
    Soy vocalista y guitarrista del grupo. Guitarrista es mucho para mí, Sai es mejor en eso. Suelo ser demasiado extraña, mi afecto solo lo tienen esos imbéciles. Odio el amor, o tal vez no sé como es tal atrocidad.
    Sasori 20, bajista. Naruto 18, baterista. Shikamaru 19, tecladista. Y Kakashi 31, representante.
    El último, lo encontramos a dos casas de la mía. Mi vecino menos preferido. Que en estos últimos años, paso a ser el padre que nunca tuve.
    Somos raros, no, la palabra raros nos queda corta.
    —¿Qué tanto hacían?
    Kakashi, se encontraba sentado en una de las salas de espera del edificio. Disquera.
    Y… Sai, no estaba. Y, nadie se preocupó por preguntar por el.
    —Dimos una vuelta, es todo —respondió Sasori.
    —De seguro estaban en ese lugar, de nuevo.
    Miré vacilante a Shikamaru.
    —Shikamaru, tú…
    —No, él no dijo nada. Lo deduje —me interrumpió el representante.
    —Bueno, entonces… ¿Para que nos quiere la disquera? —pregunté.
    Hizo una mueca.
    Fuera lo que fuera, no era bueno. Cuidadosamente, se encaminó al elevador que estaba a un costado de nosotros. Lo miramos extrañados
    —¿Qué esperan? —se detuvo. Nadie hizo nada— Andando.
    Sasori, fue el primero en avanzar. Lo hicimos todos.
    Subimos al elevador.
    Odiaba, aborrecía y me abominaban los elevadores. Desde niña, todo comenzó un día en el cual Naruto y yo, estábamos jugando en el elevador, mi madre estaba en el hospital, y entonces al yo subir esa porquería, las puertas se quedaron atoradas.
    Y no es que tuviera miedo de volver a experimentarlo. Pero, a estas alturas me desmayaría por la tensión y la presión que ejercía esta ridícula ocasión.
    Anteriormente, Sasori había comentado que era viernes. Viernes. Día de descanso, ¿no? ¿Para que nos querría la disquera? Cosas absurdas y de no mucha importancia, seguramente.
    Yo ya había acordado dejar todo esto a un lado. Tal vez… dejar mi vida como una cantante de una muy espectacular banda, y ser algo así como; una solista. Si, una solista, guiada por el viento. Dejándose llevar por el espíritu aventurero que habitaba en la mujer.

    Pero, no. Lo había meditado mucho. Es decir, no puedo fingir que la banda no me importa y dejarla así como si nada, por que si me importa. Mucho. Así que, me aventuré a seguirles el paso. ¿Y que obtengo? Que no respeten los días de descanso.

    —¿Te bajaras del elevador, acaso?

    Miré vacilante al rubio.

    Sin embargo, que de algo me encantaba esta banda, era solamente por ellos. Si, ellos, como lo dije anteriormente. Estaba orgullosa de estar con ellos, en todos lados. Su semblante y confianza me aspiran a seguir con lo que puedo hacer. Y eso, me pone los pelos de punta a causa de la felicidad.

    Cuando las puertas de hierro cerraron, indicando que el recorrido iniciaba costa arriba. Eche una última miradilla a la estancia. Quería salir de aquí, o me desmayaría en cualquier momento. Creí haber dejado el miedo atrás. Ya nunca más lo había vuelto a presenciar. Era tan fastidioso volver a sentir todo eso… kill me please.

    La espesa mano de Kakashi resbaló por la pared, todo me pareció como un ataque de nervios, pero, la vi ceder asía abajo. La apoyó en el contador de pisos. Jugó un poco, y marcó al piso veintiséis.

    Me confundí un poco, es decir, era el último piso del edificio. ¿A dónde iba a parar este hombre? Un suicidio calificado no estaría mal. No, no, Sakura en que estas pensando. No quiero echar a perder el momento; la oficina del señor director estaba situada en el piso dieciséis. ¿Nos va a matar? Es eso, o soportar más años de fastidio.

    Lo esperaría ansiosa.

    Ya estaba pasando por el piso diez, ¿cuánto tiempo había pasado ya?

    —¿Cómo están?

    Cómo están… Kakashi, al entablar una conversación, era un tipo con las agallas de un perro. Directo. No le gustaba dar rodeos. Su comportamiento ahora era sutilmente extraño, como queriendo esconder algo y a la vez… queriendo mostrarlo. Vamos, a lo mejor mi suspicacia esté al cien y solo sean estupideces mías.

    —Bien —desconcertados, y en coro bajo, todos respondimos.

    —Me alegra escuchar eso —fingió— ¿Saben por que están aquí?

    Los cuatro, compartimos una serie de miradas confundidas.

    —Lo mismo… nos preguntamos —dije.

    Entonces, fue ahí en donde todo tomó un rumbo misterioso. Piso 16. De la nada, Kakashi paró nuestro rumbo, el elevador se detuvo. Todos notaron el descabellado acto, obviamente. Nos desconcertamos, a más no poder. Ellos sabían perfectamente mi fobia. Él también lo sabía.

    ¿Kakashi, que tramas?

    —Que bien, no saben el gusto que me da tenerlos a todos aquí.

    Todos.

    No, algo no cuadraba bien aquí. Algo faltaba entre nosotros. ¿Pero que podría ser? Kakashi ya lo habría mencionado antes. Algo estaba olvidando, era importante, lo sabía.

    Miré, rebusque y remate la mirada por todos lados. Como una loca, como una niña buscando a su madre; no pude dar en el blanco, mis nervios estaban a flor de piel; encerrada aquí no conseguiría absolutamente nada.

    ¿Algo faltaba?... claro.

    —¿Dónde esta Sai? —intervino Naruto.

    Lo observé. Seguro, como siempre. Después desvié mi mirada a Kakashi, que con su semblante serio, se cruzó de brazos.

    La tensión que se prestaba en el aire, me estaba ahogando. Encerrada, sin respirar ese aire puro que nos rodeaba afuera, me estaba matando. No soportaba estar acorralada, necesitaba aire fresco.

    —Bueno, que bien lo mencionas —sonrió— Perfecto.

    Se giró de nuevo. Que descaro.

    ¿Qué estaba esperando? De seguro quería matarme, si, era eso. Matarnos a uno por uno con su peor miedo. ¿Sería la primera? No, es una inmensa tontería. ¿Cuál sería su propósito al deshacerse de nosotros? No cabía duda, que yo cada vez me volvía loca en ese lugar.

    Hecho a andar de nuevo la porquería que me tenía loca. Era evidente, como lo pueden ver, que no mostraba ni una pisca de ataque físico. Nadie, se estaba percatando de mi momento de tortura. La tranquilidad, era mi escudo. Era una cobarde.

    Piso 18. 19. 20. Pareciese que el asqueroso elevador me estuviera jugando una broma, como si supiese por lo que estoy pasando, por que pasaba lentamente los pisos. Estúpida tecnología de ahora.

    Dejando todo eso de lado, tenía que mantener el control de la situación. Todos, serenos, esperando una explicación convincente. Y, como se puede admirar, nadie habla. Como si tuviesen miedo de saber lo que les espera.

    Me abracé a mi misma, buscando consolación. Juraría que me echaría en un llanto infernal si no salía viva de aquí.

    Ya tenía claras una par de dudas: Sai, no estaba, y al parecer algo muy extraño pasaba con eso. El hecho de que el idiota de Kakashi nos tenga aquí sin él; es un asunto relacionado con él. Y eso me tiene cruelmente atemorizada. La otra, pues es claramente obvio que toda vía no pierdo el horrible y ridículo miedo a estas cosas.

    Tercero: ya no quiero estar aquí. Era una ridiculez.

    Piso 25…

    —Chicos, que tengan buen día.

    Levanté la mirada, y me topé con cuatro miradas perdidas en la confusión… ¡coño, por que no decían nada esos papanatas! Me dediqué a mirarles con descaro. Pero, ¿a quién engaño? Aquí la papanatas soy yo.

    Piso 26… Solo un momento más y todo acabaría.

    Un milagro del cielo ocurrió cuando las puertas se abrieron. Algo me impidió salir de este infierno, cuando Kakashi fue el primero y único que se salió. Se quedó profundamente parado fuera de este, con las manos en los bolcillos.

    Se asomó por el hombro.

    —Sai murió.

    Lo dijo, directamente. Como el Kakashi hueco que conozco. Como si nada, salió de su seco corazón.

    Había algo que no me había quedado claro. ¿Qué fue lo que dijo realmente? Me perdí, de nuevo en mis pensamientos. Nadie movió ni un musculo. Y, para cerrar con broche de oro, de nuevo cerraron las puertas.

    Otro torturante viaje de regreso a la realidad.

    —¿Q-qué?... —tartamudeó el rubio.

    Kakashi desapareció. Volvíamos, pero esta vez bajábamos. Lo más grosero, fue que esta vez fue rápido. Y… debo adjuntar, que también la noticia fue algo rápida.

    —Lo que escuchaste —su respuesta fue seca. Sasori, solo miraba al piso.

    No. Yo toda vía no recapacitaba. Estar aquí, no me hacía una humana con pensamientos libres. Todo lo que hizo Kakashi, fue planeado. No quería que yo armara un escándalo, ¿qué mejor forma que decirlo en un lugar donde Sakura se sienta como estúpida? Bien planeado Kakashi.

    Perdí el sentido de todo. Mi cabeza, pareciera que estaba en la luna. Flotando. No quería saber nada más, solo quería descansar por un minuto. Un soplido. No sabía que era lo que me estaba ocurriendo, olvidé por completo a los demás. A mis amigos. Fue como perder el control de una manera tan dolorosa.

    De un momento a otro mi cuerpo perdió el equilibrio.

    —Sakura…

    Oí el susurro preocupado de Sasori.

    Me encontraba en un mar de lágrimas. Era difícil expresar todo lo que sentía. Recapacite, el miedo y la tristeza me estaban comiendo vivía; que mejor forma que sufrir ahogada en una caja sin entrada ni salida.

    —Quiero salir de aquí —murmuré entre llantos.

    El paso ágil del Nara pasó por encima de mí. Presionó como loco las teclas, como un desquiciado… ¿era importante mi estado en este momento? No, yo solo era débil ante los demás.

    —Sácala de aquí, vamos —apresuró Shikamaru.

    Me colocaron en el sofá de hace rato. En donde Kakashi estaba sentado. Mi mente, volvía a la normalidad. Volvía a recobrar vida al respirar el verdadero aire. Era un milagro el volver a tener conciencia.

    —Iré por agua —corrió Naruto.

    Esto no estaba bien.

    —No tienen que preocuparse por mí.

    Fui capaz de decirlo sin ser detenida por mi mente.

    —Casi mueres dentro, debiste verte —me resopló el rojizo.

    No fui capaz de responderle, que pena.

    En mi cabeza, resonaban las palabras de Kakashi. Sai murió. Millones de veces, era como un largo eco.

    Como sospeché, esto no conllevaría a una noticia buena. Todo fue un plan perfecto. Pero, sin embargo, Kakashi actuó como un completo cobarde al no enfrentar nuestra cara de enfado y miedo. Y la verdad, me puedo imaginar que le hubiera echo al idiota ese.

    ¡Casi me mata! Casi muero ahogada. Y, con esa horrible noticia…

    Era cierto. Sai había muerto, y ahora que lo veo desde otra perspectiva, me deja sin verdadera respiración. Ignoré todo. La realidad era esa, el se había ido, dejando todo en incógnita. Pero, ¿por qué? Cuales serían las razones de Sai para hacerlo. O, ¿Por qué fue la causa?

    La verdad, no sabía que pensar de aquello. El solo imaginar como fue o que coño fue lo que paso. Kakashi, solo dijo lo que era y no importaba como había muerto.

    El murió.

    Y lo peor del caso es que, nos dejó.

    Nunca me había puesto a pensar tan detenidamente. Lo miraba, y él sonreía. Por que él, con esa simpática e inútil sonrisa, aliviaba sus propias penas. A las de todos. Lo veía, y era una persona tan sana y noble, que me daban escalofríos pensar que podría hacer daño o hacer daño a otra persona.


    Por otro lado:

    Naruto, él, era otra parte esencial, para Sai. No sé de que manera haya visto a sai. No es de una forma mala, estoy completamente segura. Pero ¿qué más da? Todos al igual que el, vivieron cosas increíbles a lado de Sai.

    Sasori, yo a él le tengo demasiado cariño como para creer que aborrecía a Sai, Por que eso parecia. Su problema en contra de él, era sublime y caprichoso. Ahora ¿él podrá olvidarle y reír de él? Es capaz, pero no lo creo así.

    Shikamaru, lo adoro. En una sola palabra. Es como mi hermano mayor, nunca lo había visto llorar conmigo. Y como lo era con migo, lo era con Sai ¿será esta la hora? No, él era tan realista e ingenioso, que podía pasar barreras…

    Como esta.

    Y yo, bueno, yo era una persona muy semejante al realismo abstracto. Si, extraña e imposible combinación. A mis 18 años, podía llegar a ser más madura que Kakashi, por que me costaba lo que pensara él de mí. Era como un padre, en sus momentos.

    Y bueno… diciéndoles, contándoles esto ¿él volverá? No, ni siquiera platicándoles mi vida, mi estúpida, podrida y demacrada vida. Eso no hará que él este aquí.

    Yo era débil.





    Y… así fue como mi vida lentamente se fue yendo al caño.

    No más domingos de madrugar. No habrá sonrisas falsas. No esperaré sentada en el andamio del gimnasio. Y mucho menos… lo veré de nuevo.

    Esa tristeza, cada vez aumentaba conforme fui consumiendo más alcohol que lo normal. Y es que… cada vez me hundía más, era como ser aplastada por una serie de emociones desconocidas.

    Y, por supuesto, sabía que no era la única.

    Aún así, me sorprendía y admiraba la capacidad de Naruto. No podía negar que me sacaba lágrimas. Era él más fuerte, o tal vez no, pero nunca dijo que se iba a caer para nada; como Sasori, que no sale de su habitación.

    La trágica noticia, corrió por todos esos televisores. Los espejos. Nubló mentes, y nos revolcó la vida…

    Cada aleteo que hace una mariposa, sorprende. Por que justo en el momento que fue llevado a su fin en la tierra, las mariposas salían de sus más recónditos escondites. El jardín del sufrimiento, estaba repleto de esas criaturas.

    Empezaría a odiarlas.

    Empezaría a contar los días.

    ~

    Nacemos solos. Morimos solos. Todo lo demás es una absurda ilusión.




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    ¡Hey, hommies!
    Les agradecería que comentaran:3, pero neeh, estoy muy feliz
    es una historia más, con suspenso y romance. una Banda. Un destino...
    ¿Y Sasuke? Lean el próximo capitulo.
     
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