Cementerio

​

Durante el otoño el cementerio tiende a estar cubierto de neblina, debido a que se encuentra en las colinas del pueblo.
El cementerio como tal está divido en dos partes, la zona de histórica, donde se encuentra la tumba de Joe Shade, y el camposanto normal. Esta segunda área se divide en dos también, la cercana a la colina y la preferida por los residentes del pueblo, debido a que no tiene problemas de que aparezca un sumidero y se trague las tumbas, por lo que es más cara; y el área más antigua y baja en el terreno, que puede ser tragada por un sumidero en cualquier momento. En esta última área es donde están sepultadas las madres de Beatrice Santello, dueña del Ol'Pickaxe, y Johanne Katz.

La sección histórica está enrejada y no se puede acceder a ella por el momento.

​

 

Al encaminarte por la zona baja del cementerio, dejas atrás las colinas y algo de la neblina que cubre el terreno. Las hojas hacen ruido bajo tus pies y al avanzar notas la tumba que buscabas con el rabillo del ojo.

Apenas unos metros más allá, sentada frente a una de las tumbas delante de la de Jacob, te das cuenta de que hay una chica. Lleva una pesada chaqueta de cuero y notas una columna delgada de humo siendo arrastrada por la brisa helada, al igual que su mechón verde neón es agitado por el viento.

 

Apenas alzas tu mirada a los alrededores, notas que la chica que estaba en una de las tumbas pasa a tu lado, arrastrando su columna de humo consigo, como el mismo tren de carbón del pueblo.
Notas que se limpia el rostro con cierta brusquedad y quizás haya sido el reflejo, pero podrías jurar que tenía los ojos, de un intenso amarillo, humedecidos.

Se aleja despacio, sin prisa, incluso podrías detenerla o alcanzarla si lo decidieras.

 

La loba detiene sus pasos cuando la alcanzas. Frunce el ceño apenas, sin sacarse el cigarrillo del hocico.

¿Qué clase de persona detiene a alguien en el cementerio para preguntar esa mierda?

Notas que te mira entonces con el rabillo del ojo.
Toma el cigarrillo con su pata izquierda y cuando abre la boca para hablar, el humo escapa entre sus colmilos y sus fosas nasales.

Lo cierto es que Jo Katz combina con el paisaje del cementerio de Possum Springs, justo como Beatrice Santello.

—Margarita Nieves —dice cuando te reconoce—. No fuiste al instituto del pueblo, como los simples mortales. ¿Estabas visitando a tu viejo?

No es que sea muy difícil de averiguar. La gente de Chestnut sabe de la muerte de Jacob Nieves y de allí, casi todo el pueblo.

Sea como sea, Jo podrá tener sus pintas y actitudes punk, pero tampoco es una bestia, así que añade algo más.

>>Lo siento mucho. Ya sabes, por perder a tu viejo y eso.

 

Enarca una ceja, extrañada por tu pregunta e inmediatamente después se encoje de hombros, mientras reinicia la marcha.

—Como quieras, Nieves. —Parece recordarlo de repente—. Eres de Chestnut también, ¿no? Si pretendes ir a casa, podemos ir juntas si quieres, ya sabes... por ese rollo de que anda un loco suelto.

Da una nueva calada al cigarrillo después de hablar, profunda, y exhala liberando otra columna de humo.

 

William Baxter

No pareció haber nada en la radio, no es que esperase interferencia alguna o algo, es un error que simplemente no se pueden perdonar, y ahora que lo pienso, pudo ser una cagada no dirigido a alguien por el rastro de sangre de aquella vez... Si no, puede y sea porque precisamente, la señal estaba interfiriéndose, solo me pregunto. ¿Cómo pudieron provocar semejante caos?

Al final apagué la radio y me giré hacia la ballesta de Gregg, por lo que me lo volví a colocar en la espalda con firmeza y empecé a caminar. Revisando que nada me faltara para salir de mi habitación y acto seguido de mi hogar, no me detuve para nada a ver si había algo interesante o que alguien me hablase, mas bien me empecé a dirigir a un sitio del que me propuse no ir solo, pero estaba harto, pude verme en primera fila lo retrasado y torpe que me vuelvo cuando estoy en shock, y de seguir así solo iba a condenarme, así que no podía darme el lujo de seguir así... Pues terminaría muriendo más pronto de lo esperado.

Fue por eso que me mantuve fuera del caso por estos cinco días, y volví a retomar hasta hoy el caso, necesitaba despejarme, y antes de que pudiera darme cuenta, había llegado, el Cementerio del pueblo.

Ciertamente el sitio era tétrico, pero este, según a palabras de Angus, era uno de los tres sitios que daban muy mala espina de todo lo que se pusieron a investigar, por lo que suspiré hondo y decidí adentrarme al mismo, avanzando con cautela pues la zona histórica estaba sellada, y solo quedaba bajar, mientras la neblina se hacia densa, por lo menos, no lo era demasiado. Aunque era cierto que me ponía nervioso por el tema de los sumideros. Seguramente por ahí hallaría las tumbas de los Nieves, aunque ni yo sabía que estaba buscando en este sitio... Solo, quería ver si algo interesante sucedía como según yo presentía.

Fue como entonces empecé a explorar el sitio lo más que pudiera y cuanto me tardara, tal vez hallara algo inesperado o como era más probable, no encontrara nada.

 

Ciertamente no hay nada fuera de lo normal en el cementerio, ni siquiera transmite una vibra pues... diferente a la de todo cementerio.

Continúas avanzando y entonces vez una figura conocida, la identificas por el mechón verde neón. Está terminando de acomodar un ramo de flores en una de las lápidas, con una delicadez y mimo de los que no pareciera capaz. Esta vez no está fumando.
Cuando termina su tarea, gira en redondo y es cuando te ve, en su rostro se forma una sonrisa altanera y cuando te alcanza suelta una sola cosa, bastante predecible:

—¿Ya estás buscando dónde te gustaría que te sepulten? —Se le escapa una risa nasal—. Si pudieras costearte un lugar en la colina sería genial, pero desde ya te digo que cuestan un ojo de la cara.

 

William Baxter

Avancé y no pasó nada, no sabía si sentirme agradecido o desafortunado, pero al final terminé por toparme con una figura familiar, era ella... de nuevo. No esperé encontrarla aquí, por lo que me tomó por sorpresa, el gesto de las flores era obvio que le rendía tributo a una persona muy especial para ella, muy probablemente un familiar, o inclusive una figura autoritaria como una madre o padre, pero a saber. No todos tienen buenos padres o madres.

Se percató algo tarde de mi presencia, su sonrisa me agarró algo desprevenido y por experiencia en estos días era obvio que me saldría con algún sarcasmo, por lo que así fue y musité sorprendido por un instante, por lo que terminé por soltar una carcajada, no entendía porqué pero hacía una conexión muy extraña con ella.
—Ojalá pudiese hallar ese sitio para que me sepulten, si es que antes hay un buen sitio, o si no es que me desaparecen. O tengo la buena suerte de que los sumideros me tragan, al menos iría al infierno por ser jodidamente curioso.—volví a reír, negando para escuchar lo otro.
—Que va... Ser enterrado allá arriba solo se lo costean los de Maple Street. Yo apenas si tendré suerte para poder comprar comida o apenas tener un lujo cada mil años.—volví a reír.

—Pero bueno, antes daré lucha para los maniáticos que ronden por ahí jugando con los pueblerinos, y al menos sea el destino o la suerte me han sonreído un poco—. Dije señalando a la ballesta. —Como te había dicho aquél día, estoy tomando mis precauciones, aunque empiezo a pensar que el tiempo para andar con cuidado se ha acabado, y será mejor arriesgarse más, siento que solo doy vueltas, en fin—. Dije interrumpiendo el tema para ver a la lápida que colocó las flores, pero estaba muy lejos para siquiera ver o entender algo de lo allí escrito, la neblina, aunque no molestaba, interfería lo suficiente.

—¿Estás bien? La verdad es que no esperaba encontrarte aquí. Por ahí el viejo Billy me dijo que dejaras de fumar tanto, así que bingo. Se preocupa por gente como tu—. Dije con calma. Aunque lo cierto es que lo que más me sorprendía era que no fumase ahora, tal vez y solamente viniendo a este sitio no lo haga por respeto, eso o aún no le apetece un cigarrillo.

 

Mete las manos a los bolsillos de la chaqueta.

—Ser tragado por un sumidero sería una maravilla en cualquier momento, a cómo va este pueblo.

Vuelve a reír al escuchar tu comentario de los de Maple Street. En esto tiempo, ni siquiera los de Maple se las costeaban, no podían. Un nicho de esos estaba reservado para gente que había trabajado toda su puta vida por él o para los que empeñaban hasta los dientes para poder sepultar allí a sus seres queridos.

Aún con las manos en los bolsillos, empieza a rodearte, describe un círculo a tu alrededor, como un genuino depredador. Cuando pasa por tu espalda detalla la ballesta y acerca un poco más el rostro hasta ver las letras talladas torpemente.

—Es del amigo de Billy —dice con cierta sorpresa.

Se detiene justo frente a ti cuando hablas de nuevo y vuelve a sonreír, esa sonrisa pícara que parece caracterizarla y se saca las manos de los bolsillos, levantándolas como si la policía se lo hubiese pedido.

—Pues felicidades, al menos hoy no estoy fumando, para alegría del viejo Billy. No quería apestar las flores de mamá —dice mientras las regresa los bolsillos y tose, una risa claramente nerviosa. Lo de su madre se le había salido sin querer, al no pensarlo demasiado—. No se preocupa solo por mí, se preocupa por todos, incluso por ti aunque finja que no. Billy es el hermano mayor de todo idiota en este pueblo.

 

William Baxter

—El pueblo esta maldito ya... Es increíble que no deje de seguir a flote—. Dije casi como inercia ante lo del sumidero. Pues ya empezaba a comprender el porqué de la severa tensión de Gregg para cuando se me escapó lo del pueblo jodido.

Luego fui viéndola solo con los ojos para cuando me rodeaba, sin girar la cabeza para cuando la perdí de vista, ciertamente podía decir que era... extraña en cierta forma, igual y tal vez, si los contextos fuesen distintos, es como la gente me vería a mí por estarme metiendo en esto. O si estuviéramos en sitios contrarios, así como yo la veo rara en momentos, no dudo que ella piense lo mismo de mí... Tal vez y por eso siento una vibra curiosa para cuando hablo con ella, somos parecidos en cierta medida, aunque los contextos y situaciones sean distintos.

—Así es, Gregg Lee me dijo. Lo conozco porque al hallar el arma me empezó a relatar lo que era ese sujeto—. Dije con calma mientras veía que volvía enfrente mío.

Luego reí divertido ante su gesto como rindiéndose.
—Se sentirá orgulloso—. Reí de forma nasal aunque me sorprendí por su comentario sobre las flores, por lo que no supe como reaccionar ante su claro gesto de que habló de más.
—¿Que el viejo se preocupa por mí?—. Reí de nuevo. Pero luego asentí. —No lo puedo negar, eso es verdad y debido a que trabajo con él ya me doy cuenta, esta siendo un tanto más abierto conmigo. A su manera, pero lo hace. Solo espero deje de ser tan arisco al menos con sus conocidos. Digo, que sonría no le va a matar—. Reí un poco al recordar el mismo comentario que le hice para cuando Angus y Gregg recién habían llegado al pueblo.

—Pero bueno, es lindo de tu parte que respetes lo que haces—. Dije refiriéndome a las flores. —Calma, no voy a decir nada, intuyo que era una persona muy importante para ti, bueno, obvio. Pero me refiero a que la apreciabas tanto como para que aún a día de hoy la eches mucho de menos—. Dije con tono comprensivo, solo esperaba no incomodarla.

 

Se encoge de hombros ante el comentario de Billy. Cuando la gente muere, sonreír es jodidamente difícil, pero lo es aún más cuando ni siquiera tienes unos huesos que visitar.

Lo cierto es que Jo no recuerda nada de Billy antes de que regresara al pueblo porque era una chiquilla. Seguramente vio a los Hartley en alguno de sus últimos Harfest, pero no es capaz de conseguir una imagen mental, si acaso tendría siete años en ese entonces.
No podría decir si siempre fue tan arisco o saber que Casey estaba muerto lo volvió así.

Continúa escuchándote.

Aún a día de hoy.

Regresa la vista a la lápida y suelta un pesado suspiro. Ya lo había dicho, ¿no? No había nada que ocultar y de todas formas se siente cómoda contigo, de alguna extraña manera.

—Falleció hace casi tres meses. No es que me haya hecho mucho a la idea todavía.

 

William Baxter

Escuché con calma y sintiéndome un poco mal por su suspiro, aunque parecía tampoco rechazar mucho el diálogo, por lo que no evité quedarme triste al escucharla.

—Cuanto lo siento, mi más sincero pésame. Yo temo no sé que es perder a un familiar pero, sé lo que es que pierdas algo tan valioso de ti que termina afectándote de cara al resto—. Dije, al recordar mi problema con aquella noche.
>>Pero no te presiones, muchos te dirán que dejes ir todo esto pero... Honestamente pienso que hay tiempo para todo, esto no deja de ser un golpe muy bajo, después de todo—. Musité triste.

—Pero... Bueno, seguro no estás sola. Me refiero a los pequeños con los que estabas el otro día, aunque no sé si son conocidos tuyos realmente. O si son de los que buscan compañía para pasar el tiempo y sentirse seguros por lo que acontece con el pueblo.

 

Sonríe entonces, una sonrisa completamente distinta, que le regresa al rostro aún bajo el maquillaje, el tinte y la chaqueta de cuero, la edad que tiene realmente.
Es la sonrisa de una chica de diecisiete años.

Es probable que sintiera alivio de haber hablado con alguien al respecto, por poco que fuese.

—¿Los pequeños dices? Tenemos todos la misma edad y tú solo nos sacas tres años, Baxter —dice junto a una nueva risa—. Sea como sea no es que seamos... Ya sabes amigos amigos, solo nos juntamos a hacer el tonto y tengo que enviarlos a casa antes de que oscurezca, para que no terminen como Kira.

 

William Baxter

Me sorprendí de verdad ante esa sonrisa tan... Distinta, sincera. Una que jamás creí sacarle a alguien, mucho menos a una persona como ella. No expresé mi sorpresa, pero si que expresé una sonrisa amplia y contenta por tal vez, darle un poco de consuelo.

Luego la escuche, riendo de forma nasal por un momento.
—Lo sé, pero aún y con esas pareces la hermana mayor de todos ellos—. Reí un momento. —Comprendo, la verdad es que en estos días me doy cuenta que empiezo a necesitar de convivir más tiempo con más personas. Por andar de cauteloso y hacer el idiota, repelo a la gente en lugar de siquiera me vean de forma neutral—. Reí esta vez para mí mismo.
>>Pero me alegro que tengas a un pequeño grupo, siempre viene muy bien algo de compañía. En especial por estos días tan pesados y turbios. Como dices, la verdad es que lo hago por ella, por mi y por todos. Aunque he aprendido que muchos lo ven como una cosa estúpida... Y no lo dudo, pero bueno, así es esto—. Musité extrañamente alegre.

—¿Gustas que te acompañe? Tampoco quería atrasar mucho tu partida de este sitio, es cierto que da muy mal rollo, pero bueno. Admito que la compañía contigo es extrañamente cómoda, digo. Para andar gritando a todas luces que nuestros estilos son en cierta parte opuestos es cuanto menos irónico—. Bromeé, tratando de dejar atrás el tema de Kira y de su madre.

 

Saca las manos de los bolsillos y las entrelaza tras su cuello, mientras comienza a avanzar.

—Supongo que me parezco al viejo Billy en más de una cosa entonces —comenta, como quien no quiere la cosa. Se detiene un par de pasos más allá—. No es tanto que parezca una estupidez, Will, es que parece y es peligroso.

Es la primera vez que se refiere a tu por tu primer nombre. En su voz, en general, sarcástica, ahora no hay nada más que un tono paciente, parecido al de una madre.

—¿Acompañarme? —pregunta a pesar de que ella misma le había dicho a Margarita que se fuesen juntas el día anterior—. Pues como quieras, Baxter. De todas formas no creo que encuentres nada importante aquí hoy.

Permanece estática entonces, esperando a que la alcances.

Contenido oculto

Postea donde gustes, Giga. Jo puede acompañarte si gustas y si no, pues solo te despides de ella en algún lado (?)