Caza Vampiros Encubiertas (SessxRin, InuxKag, SanxMir)

Caza Vampiros Encubiertas (SessxRin, InuxKag, SanxMir)

Caza vampiros encubiertas.
I capitulo.
Los pasos de las dos mujeres asesinas se oían por toda la sala. Los sonidos ahogados de sus tacones que hacían eco en la sala, resonaban hasta llegar a los oídos de la jefa que se encontraba sentada en uno de los grandes sillones de la sala.
Se acercaron y se hicieron frente a la mujer. Se agacharon en forma de respeto, y se quedaron así, atentas a recibir su nueva misión.
— Kagome, Rin –la señora que se encontraba sentada en el sillón negro, hablo por primera vez, nombrándolas, con su voz pasiva pero llena de orden.- irán a las tierras del oeste, y asesinaran a los príncipes Taisho –dijo finalizando la orden
Una de las dos mujeres nombradas, estaba sorprendida.
— ¿Nosotras dos solas?, ¿nos quieres mandar al suicidio? –pregunto la joven de cabellos azulados, mientras se levantaba y observaba a la jefa.
— Ustedes se encargaran de asesinar a los príncipes, yo me encargare de lo demás –se escucho por toda la habitación, una voz fría y pasiva de una mujer- Izayoi no las quiere muertas –dijo mientras salía de entre las sombras, una joven albina, alta, de cabellos negros y ojos del mismo color
— Kikyo, ¿no crees que la guarida de esos animales, tienen demasiados guardaespaldas? –dijo Kagome escéptica.
— El rey perro no se encuentra en la guarida, y por lo que averigüé, se llevo a la gran mayoría de sus guardaespaldas
La joven de cabellos azulados volvió a tranquilizarse, y se dirigió a Izayoi
— ¿Cuándo nos vamos? –pregunto
— Hoy mismo –finalizo
Tan pronto recibieron la orden, las tres mujeres se retiraron.
Salieron de la habitación, y pasaron por unos de los grandes y largos pasillos iluminados. Se detuvieron frente a un espejo largo y grande, lo corrieron y bajaron por la escalera en forma de espiral, que escondía el espejo.
Llegaron a la planta baja, prendieron la luz y la habitación mostro su cara. Una sala llena de armas.
Las tres mujeres iban por todos los rincones de la habitación sacando todo tipo de armas, cuchillos, hoz, espadas, y entre otras.
Kikyo abrió un armario y saco tres trajes de cuero negro, y se los lanzo a las otra dos mujeres. Kagome se coloco el de ella, era un traje enterizo de cuero negro hasta el cuello, la cremallera iba en la espalda y se coloco sus botas de cuero negro de tacón. Cogió sus armas, sus dos espadas y se las coloco en la espalda.
Rin cogió el de ella, se desnudo y se lo coloco. Era un vestido de cuero negro, que iba desde el cuello, hasta los muslos. Levanto con dificultad la parte baja del vestido, y se amarro dos cuchillos en cada pierna. Saco de uno de los estantes, sus armas, dos hoz respectivamente, y se las coloco en la cintura. Y por ultimo se coloco sus dos botas negras de cuero negro de tacón.
Kikyo ya traía puesto su ropa puesta, era el mismo que el de Kagome, solo que ella en vez de usar espadas, utilizaba armas de fuego.
— Rin, ¿Por qué no dijiste nada? –pregunto Kagome
— No me gusta contradecir a Izayoi –dijo tranquilamente, mientras se soltaba su cabello café oscuro.
— No es malo de vez en cuando, contradecirla –dijo mientras buscaba algo en la pared
Rin rodo los ojos.
Kagome encontró un interruptor, lo presiono y la pared dio la vuelta. Entraron y prendieron la luz. Era un garaje.
Había toda clase de autos deportivos, de todos los colores y de todas las marcas.
Las tres se montaron en uno de los autos, de color negro y de marca Ferrari. Rin se monto en el asiento del conductor, Kagome en el del copiloto, y Kikyo atrás.
Tan pronto como encendió el auto, salieron a todo poder del garaje.

Estaban andando sobre un camino que atravesaba todo el bosque, lo único que se alcanzaba ver en medio de la noche y de la luz de la luna, era los árboles gigantes verdes.
Pasaron varias horas, hasta comenzar a ver neblina. Estaban cerca.
Cuando iban en el camino, se alcanzaba a ver el gran castillo de los Taisho que se encontraba en la punta de un abismo. Rin acelero más.
— Para aquí –dijo Kikyo pasivamente
Rin se metió por el bosque y parqueo en una cueva.
Las tres mujeres salieron del auto y comenzaron a correr. Tenían que subir a pie por la montaña.
Llegaron a la falda del castillo, sacaron tres dispositivos de la maleta que cargaba Kikyo, los prendieron y tres cuerdas fuertes salieron volando hasta llegar a la cima del catillo, se amarraron de la cuerda y volvieron a presionar los dispositivos y automáticamente, estos las subieron sin complicaciones.
Tan pronto estaban en la cima, varios vampiros que cuidaban arriba, comenzaron a atacarlas.
Kikyo sin complicaciones asesino a la mayoría sin siquiera moverse de su lugar.
Mientras Kagome clavaba sus espadas en los pechos de los contrincantes. Y Rin, solo quitaba cabezas, no le gustaba ensuciar sus armas con sangre.
Tan pronto como acabaron con los vampiros que se encontraban en la parte de arriba, atravesaron la puerta que las dirigía a la parte de adentro del castillo.
Comenzaron a caminar por unos pasillos iluminados solo por velas, ese lugar era mucho más lúgubre por dentro. Cuando llegaron a un balcón que daba lugar a una sala, Kikyo retrocedió y las demás también.
— ¿Por qué nos detuvimos? –pregunto Kagome
— ¡Demonios! –mascullo Kikyo
— ¿Qué pasa? –pregunto Rin preocupada
— Ve y sale un momento, y mira todos los animales que hay halla afuera.
Rin salió un momento al balcón, y efectivamente, habían cientos de vampiros adentro.
— Hay demasiados –dijo Rin, mientras se pasaba una mano por su cabello café chocolate- ¿no se suponía que debían de haber menos?
— Se suponía –dijo Kikyo fríamente
— ¿Qué vamos a hacer? –pregunto Kagome angustiada de no poder completar la misión.
— Esto vamos a hacer –dijo la albina, mientras sacaba unos harapos, que efectivamente eran vestidos viejos –pónganselos –ordeno
— ¿para que? –dijo Rin, mientras sostenía su vestido en la mano
— Miren muchachas –dijo Kikyo, mientras las llamaba para que se reunieran mas a ella –hoy, es la noche donde los príncipes escogen a humanas campesinas, para tener placer y comérselas –dijo tranquilamente, mientras seguía con su relato –se harán pasar por unas campesinas, y harán lo posible para que las escojan, cuando estén a solas con ellos…-dijo Kikyo, sin finalizar, ya que ellas la interrumpieron
— Los asesinaremos –dijeron Rin y Kagome al mismo tiempo
— Cuidasen –dijo la albina, mientras se paraba y se devolvía por la puerta por la que entraron
— ¿no vendrás con nosotras? –dijo confusa Rin
— No Rin, mi misión era traerlas y entrarlas al castillo, nada mas –dijo finalizando, mientras desaparecía de entre las sombras.
Inmediatamente, las dos jóvenes comenzaron a desnudarse y a colocarse los vestidos. Cuando estuvieron listas, guardaron sus trajes de cuero en un rincón, debajo de una mesa de noche que sostenía una vela en el pasillo. Kagome escondió sus espadas ahí.
Rin se guardo sus hoces en las piernas, al lado de sus cuchillos.
Salieron al balcón y comenzaron a caminar, tratando de no encontrase con ningún guardia. Cuando iban bajando por las escaleras, desgraciadamente, se encontraron a un vampiro.
Un guardia.
— Ey, ustedes –las llamo el guardia de ojos azules cristalinos.
Ellas comenzaron a correr, haciéndose pasar por unas campesinas miedosas, intentando escapar.
El guardia las alcanzo, y las cogió por el cabello a ambas.
— Intentando escapar malditas –mascullo furioso el guardia.
Ninguna decía nada.
Al ver que ninguna de las dos hablaba o lloraba, el guardia las agarro mas duro del cabello y comenzó a jalarlas para que caminaran.
Kagome abrió los ojos del dolor, y Rin chillo.
Esta vez, era de verdad.
El vampiro las llevo a un sótano. Donde habían varias campesinas en fila, llorando y rezando para que las salvaran.
El hombre las boto al suelo. Kagome y Rin se ubicaron en la mitad.

Durante un momento, todo estaba en silencio, solo se oían los lamentos y sollozos de las otras mujeres.
A Rin y a Kagome se les partió el corazón. Sentían mucho pesar de esas mujeres, todas ellas debían de tener familia, amigos y conocidos, e iban a perder la vida, solo para alimentar a alguien mas. Era desagradable
Kagome sentía asco.
Rin sentía desprecio.

A veces resonaban por todo el calabazo, las cachetadas de las animales vampiras, que golpeaban a las mujeres para que se callaran.
Y de pronto todo quedo en silencio. Los guardias agacharon la cabeza en forma de respeto y las mujeres vampiras se agacharon haciendo reverencia.
Uno de los príncipes había llegado, entrando con ese aire de arrogancia que los caracterizaba.
Era el menor de los dos.
Inuyasha.

El vampiro entro haciendo mas intenso las lágrimas de las campesinas, siendo silenciadas por unos momentos por sus guardias.
Pasaba despacio, haciendo que sus pasos hicieran eco. Se detenía en frente de las mujeres, les cogía el rostro y las olía.
Si no la iba a utilizar, las botaba. E inmediatamente los guardias se las llevaban.
Iba haciendo su rutina, eligiendo y desechando, hasta llegar donde Kagome.
Inuyasha trato de cogerle el rostro, pero ella bruscamente ladeo la cabeza.
Impacientado, cogió con fuerza la cabeza de ella y se acerco más.
Las manos de él, eran frías como el hielo. Ella apretó las manos, tratando de eliminar la sensación.
Se sentía como una pulga, ese hombre la miraba con sus ojos grandes y dorados, observándola detenidamente por unos segundos.
Kagome no le gusto para nada como la tenia, se soltó otra vez del agarre de él.
— No me cojas, animal –mascullo Kagome con rabia.
Uno de los guardias se acerco y comenzó a golpearla por detrás, haciéndola escupir sangre.
— No te he ordenado que la golpees –hablo Inuyasha, con su voz ronca y despreocupada, pero que emanaba respeto
El vampiro miedoso, se retiro.
— ¿a Quien le llamas animal? –dijo mientras se agachaba un poco para mirarla fijamente.
— A ti, imbécil –dijo mientras le escupía.
Inuyasha se corrió.
El joven vampiro sintió la rabia correr por sus venas.
Cogió la cabeza de ella con brusquedad y se la iba a quitar. Solo que no pudo, porque el olor de la sangre de Kagome corriendo por sus venas, le hizo estremecerse. Estaba muy hambriento, no quería matarla en ese momento, no quería malgastar deliciosa y arrogante comida.
Inuyasha soltó sus manos de la cabeza de Kagome, dio media vuelta y se retiro del calabozo.
A las que él eligió, las cogieron por los brazos y se las llevaron. Incluyendo a Kagome.

En todo ese tiempo, Rin seguía sin inmutarse, tenía la cabeza gacha y no la levantaba. Sabía que se habían llevado a Kagome, pero no podía hacer nada, habían llegado allí para eso.
Ahora solo tocaba esperar que la escogieran a ella.
Después de un momento, los guardias hicieron lo mismo que cuando recibieron al joven príncipe menor.
Eso era anuncio de que el mayor de ellos, había entrado.
Sesshoumaru.

Los pasos del príncipe, resonaban en los oídos de los que estaban allí, su rostro solo reflejaba arrogancia y frialdad.
A diferencia de Inuyasha, que los guardias estaban miedosos, ahora, sus rostros pálidos reflejaban respeto.
Hizo lo mismo que Inuyasha, solo que este, en ves de tocarlas, solo las observaba.
Cuando llego al frente de Rin, esta todavía seguía con la cabeza gacha.
Uno de los guardias la agarro por detrás del cabello y la jalo.
Rin sintió dolor por toda su cabeza.
Él la observo.
Rin se estremeció por tener semejantes orbes ámbar observándola fijamente. Era intimidante como hipnotizante.
Sus ojos ámbar eran fríos, no demostraban ninguna emoción o sentimiento, eran vacios.
Pero eren tan hermosos, por un momento, Rin se perdió de la realidad.
Aun así, ella seguía firme.
Los ojos de Rin estaban sin una pizca de miedo, sus ojos chocolates estaban concentrados en él.
A él le sorprendió que ella no estuviera llena de temor, ni que estuviera rogando por su vida, como hacían otras.
Dio media vuelta y salió de allí. A Rin la cogieron y se la llevaron con otras mujeres que le vampiro había escogido.

En su mente solo pasaban emociones fuertes.
Por primera vez, sintió intimidación por un vampiro.
No sabia si iba a salir viva de ahí, y tampoco sabia donde estaba Kagome. Eso la tenía preocupada.
Lo único que tenia claro, era que tenían que cumplir su misión.
Y eso era un alivio para ella, porque sabía que ni ella, ni Kagome, iban a morir hasta cumplirla.


notas: hola a todos!!! este es otro de mis long-fics, va a hacer una historia corta en capitulos. si la imaginacion me acompaña, tal vez haga mas largos los capis.
espero os guste y me des sugerencias y criticas.

 

Re: Caza Vampiros Encubiertas (SessxRin, InuxKag, SanxMir)

______- doble post

 

Re: Caza Vampiros Encubiertas (SessxRin, InuxKag, SanxMir)

II CAPITULO
Interrupciones



Se encontraba recostada en la pared, con los ojos cerrados y tratando de conservar la calma. No iba a dejar que sus emociones iban a echar a la basura su misión.
Pero es que era muy difícil tenerlas calmadas, ya que oía los gritos de las mujeres del otro lado de la habitación y los sonidos de huesos romperse, que llegaban a sus oídos como una amarga nota.
Tenía tantas ganas de entrar y matarlo de una vez por todas. La rabia fluía por todo su ser, haciéndola sentir que su cabeza en algún momento iba a explotar.
Pero si lo hacia, adiós a la misión.
Y adiós a la vida de ella y la de Rin. Porque si las descubrían, las asesinarían en ese mismo momento, podrían ser muy expertas pero no podrían con tantos.
Y no podría arriesgar la vida de su hermana. Nunca se lo perdonaría.

Cuando llego su turno, respiro y abrió los ojos.
Uno de los guardias la cogió por detrás y la arrojo a la habitación de enseguida.
Lo primero que vio, fueron las relucientes paredes rojas y negras, haciendo juego con la gran cama que había. Con grandes sabanas y suaves sofás.
Ni ella misma sabia, para que un vampiro necesitara tantos lujos. Si solo sirven para comer.

Otra de las cosas que también vio a primera vista, fue al ser más despreciable y arrogante del mundo, que se encontraba recostado en una de las barandas de la gran cama. Por su boca pasaban dos hilos de sangre, que rápidamente se limpio.

El joven vampiro, la miraba con sus ojos dorados impacientes.
Eran muy transparentes, Kagome sentía que podía ver a través de ellos.

— ¿Qué estas viendo? –pregunto arrogante Inuyasha, mientras seguía observándola
Kagome volteo la vista, la habían cogido.

Inuyasha impaciente, se acerco a ella y la levanto del suelo.
— No me cojas –dijo Kagome, mientras se soltaba

El oji-dorado, cada vez más, le gustaba la personalidad de la joven “campesina”.
Aunque cada vez más, le daban ganas de matarla.

Y así dio inicio, al baile de pasos.
Inuyasha se acercaba, y Kagome retrocedía.
La joven de cabellos azulados, llego hasta quedar recostada en una esquina de la habitación.
El vampiro la tenia donde quería. No tenía escape, estaba entre la espada y la pared.
Inuyasha no se aguanto las ganas, y de un solo salto, quedo en frente de ella.

La joven cazadora, se encontraba en una situación, de la cual no podía salir.
El príncipe, se acerco mas de lo que podía estar, aplastando a la joven, con su pecho. Y eso le fascinaba.
Inuyasha puso sus dos brazos en las paredes, a cada lado de ella.
Y metió su cabeza, en el hueco del cuello y el hombro de Kagome. Y se quedo así por un buen tiempo.
Kagome se sentía muy incomoda, sentía en el aliento del oji-dorado en su cuello, como este se deleitaba con su aroma.
Y es que era cierto, el vampiro se encontraba disfrutando del delicioso aroma que desprendía ella, y de cómo las venas del cuello de ella, se brotaban de solo sentir el aliento de él.
Inuyasha no aguanto más y lamio el cuello de ella.
Kagome sintió como se erizaba.

Pero ella no iba a dejar que ese ser, se aprovechara de su incapacidad.
Ella tenía que hacer algo.
No iba a caer tan bajo, no iba a ser de alimento para un monstruo.
Y rezo para que Rin no estuviera en la misma posición.

De pronto la recordó.
Recordó a su hermana, y a su estilo de matar,
Quitar cabezas.

Estiro sus brazos y los levanto cuidadosamente, de que él no la descubriera.
Abrió sus manos, (que las tenia en puño, por la rabia) y las acerco hasta la cabeza del joven.
Cuando iba a cogerla, algo la interrumpió.
El sonido de una puerta abrirse y la voz de un imprudente vampiro.

— Señor Inuyasha, por favor venga con nosotros –hablo un guardia.
— ¡maldición! –mascullo Inuyasha- he dicho que no me interrumpan –dijo furioso.
Kagome bajo los brazos y descanso.

Y con la velocidad de un parpadeo, Inuyasha salto encima del soldado y le quito la cabeza.
Los soldados que se encontraba afuera de la habitación, se encontraban todos callados y sin respirar, la atmosfera estaba tensa, se podría sentir.
Inuyasha miro a los demás, con sus ojos rojos, advirtiéndoles para que no volvieran a hacer lo del fallecido vampiro.
— Siempre tan salvaje, ocúpate de tus responsabilidades Inuyasha –decía el mayor de los príncipes, mientras pasaba por el pasillo, con esa elegancia y tranquilidad que lo caracterizaba.
Inuyasha gruño.
Y los ojos de este volvieron a su color inicial.
— ¿Qué querían? –pregunto Inuyasha a sus súbditos.
— Informarle, que encontramos, una gran cantidad de nuestros soldados muertos. –dijo uno un hombre que había acabado de llegar. Tenía un traje negro, y sus ojos tapados por unas gafas negras. Su cabello era negro.- síganos y le mostraremos
Inuyasha lo siguió.

Y efectivamente habían varios cuerpos de vampiros despedazados, la gran mayoría sin la cabeza. Todos eran defensas del castillo.

— ¿Qué encontraron? –pregunto Inuyasha, al soldado que le informo.
— Nada señor, no encontramos ningún aroma, ya era muy tarde y el olor se esparció rápidamente.
— Investiguen y encuentren al asesino. –dijo ordenando a sus hombres, a que hicieran una búsqueda exhaustiva, para que resolvieran los asesinatos.



Caminaba por los húmedos y horribles pasillos. En todo el camino, apestaba el olor a sangre, a muertos.
No sabía exactamente a que lugar la iban a llevar a ella, y a las otras campesinas. No habían dicho nada, solo las cogieron y las metieron por esos olorosos pasillos del calabazo.
De pronto, vio una luz que salía de una habitación.
Cada vez que se acercaban, mas se hacia intenso el olor. Cuando llegaron, gran sorpresa la que se llevo.

Era un cuarto blanco, manchado en sangre.
En la mitad de la habitación, había una mesa con una sierra.
Esa habitación, era una especie de torturador. Había también estantes con varios objetos de torturas.
Otra de las cosas que le sorprendió, fueron los cuerpos sin cabezas de mujeres, y un contenedor en la mesa con sangre.

Sintió otra vez las frías manos del soldado, que hace un momento las cogió.
El soldado la dejo en una fila de mujeres, que esperaban a la horrible muerte.

No había ningún otro día más desgarrador que ese. Sentía que su deber de proteger a humanos no significaba nada, que en ese instante, no sentía ser una caza vampiros…
No lo sentía.

De pronto dejo de escuchar el sonido de la cierra…
A escuchar los chillidos y huesos romperse.

Varias lágrimas pasaron por la mejilla de esta. Se sentía inútil, no podía hacer nada.
O podía hacerlo, pero no debía.

Mientras escuchaba los gritos de las mujeres, también escucho el grito enojado de una mujer. Parecía peleando.

Levanto la vista un momento y su suposición era cierta. La mujer intentaba proteger a otra mujer de que la llevaran a la sierra.

Intentaba con todas las fuerzas no alejarse de la otra mujer.
Pero era inútil. Tan pronto la jalaron, y las separaron, a la otra mujer la mataron.

Y de pronto comenzó a chillar y a gritar palabras.
— Mi pequeña hermana, mi hermana, hermanita…-sollozaba y lloraba la mujer arrodillada.

A Rin se le partió el corazón. Habían asesinado a esa mujer, en la cara de su hermana mayor, debía de ser horrible.
Por unos momentos, se puso en el lugar de ella, si hicieran eso, ella estaría igual…
O peor.

La vida era muy injusta.
¿Porque esos animales podían ser dioses y robar la vida de personas inocentes, y que además, se arruinaran? Solo porque se les antojaban.
Era demasiado injusto.

Rin se separo de la fila y se acerco a la mujer que estaba arrodillada llorando. Se agacho y la abrazo. Y dejo que por un momento sintiera que alguien estaba con ella.

De pronto sintió como a la mujer la jalaban. Su hora de muerte ya había llegado.
A Rin no le gusto.

Se paro y defendió a la mujer, como ella hubiera hecho con su hermana.
El soldado golpeo a Rin, pero ella no cedía, seguía en frente de aquella mujer como si fuera una pared protectora.

Y otro golpe, golpe, golpe y mas golpes.
Y no cedía.

La de ojos chocolates sentía que iba a decaer en cualquier momento.

— Alto –resonó por toda la sala, la voz fría y amenazante del mayor de los príncipes.

Todos hicieron reverencia, incluyendo al soldado, que en esos momentos sudaba y el miedo estaba liberado por todo su ser.

Rin suspiro.
Suspiro de alivio.

Levanto su rostro y se encontró con las orbitas ámbares del príncipe Vampiro.
Al igual que antes, sus mares ámbares seguían siendo fríos y amenazantes.
No para ella.
Si el quería tener ese efecto en Rin, no podría.
Ya que en ella, sus ojos fríos y directos producían otra clase de sensación.

El vampiro dio media vuelta, y la miro por el rabillo del ojo.
Ella todavía lo estaba mirando.

— Vamos –dijo indiferentemente, mientras salía de aquella tétrica sala.


Todos en la sala, estaban callados y más de uno, sorprendido.
¿Desde cuando su amo viene y solicita la presencia de una simple humana? Muchos se hacían esa pregunta.

Al principio la joven estaba sorprendida…y curiosa.
Quería saber para que la quisiera. Miles de preguntas pasaban en su cabeza, pero no era el momento de cuestionarlas.

Salió caminando despacio, haciéndose paso entre los vampiros curiosos, y hasta envidiosos.
Camino por los tenuemente iluminados pasillos del castillo; camino derecho hasta alcanzar a divisar una luz al final. Acelero su paso, y llego al final del pasillo.
Observo como el mayor de los príncipes, se encontraba mirando la grande puerta que se encontraba allí.

Respiro hondo, y espero que lo que fuera que le diría –o le hiciera, en su efecto- no hiciera cambiar el rumbo de sus planes.



notas: hola!!!
perdon por la demora, pero es que yo soy muy lenta para esto y estuve como una semana sin computador, y por estudio tambien, ojala no les aburra el capi, y me cuenten como me quedo.

saludos
sessxrin

 

Re: Caza Vampiros Encubiertas (SessxRin, InuxKag, SanxMir)

III CAPITULO
Sorpresas

Abría y cerraba.
Pero no encontraba lo que estaba buscando, solo habían baratijas y cosas innecesarias, que ella creía que eran. Y ya no aguantaba más, necesitaba de alguna u otra forma satisfacer su necesidad.

— ¿Qué buscas? –dijo curioso y arrogante, el oji-dorado, que acababa de regresar.

Cerró los ojos y respiro, no iba a dejarse manipular; dio media vuelta y cerro las puertas de los gabinetes, mientras ella se recostaba en ellas.

— Nada –dijo mintiendo.

Un sonido grave pero de volumen bajo, se escucho del estómago de Kagome.
Inuyasha se sorprendió, para luego poner cara de expectante. Levantó la ceja.

— ¿Tienes hambre? –pregunto curioso.
Kagome volteó el rostro, mientras se sonrojaba. La habían cogido, estaba avergonzada.

Aunque estaba maldiciendo en sus adentros, no era muy buena hora para que le dieran ganas de comer.

Pero no tenia la culpa, había pasado varias noches sin comer. Era normal que su cuerpo le pidiera comida.

Cuando volvió a mirar al rostro de Inuyasha, este no estaba. Al cabo de unos segundos se encontraba al frente de ella, con un plato de comida.

Inuyasha le paso el plato de comida a Kagome. Pero esta sorprendida, que no recibió el plato, él pensó que no le gustaba.

— Come –le dijo Inuyasha, mientras le daba el plato.
Esta vez ella lo recibió.
— Gracias –susurro Kagome bajito, aunque él la escucho perfectamente.

Inuyasha camino hasta su cama y se sentó ahí.
Kagome se sentó en el suelo y comenzó a comer despacio; aun estaba sorprendida por el acto de amabilidad de él.

Todo estaba en silencio, Inuyasha no hacia nada más que observarla, y ella sentía la mirada de él clavada en ella. El silencio era muy incomodo, pues a ninguno de los dos les gustaba el silencio.

— ¿Por qué un Vampiro tiene comida humana en su “casa”? –dijo esto último con tono sarcástico.
— Keh, solo come –dijo mientras seguía observándola.
Kagome sonrió.

El tono inmaduro de Inuyasha era algo que la cogió por sorpresa, eso no debería ser así, se supone que debían ser crueles, no amables.
Aunque sintió un alivio, al menos, no todo lo que decían era verdad.





La joven camino unos cuantos pasos, trato de ser silenciosa, pero sabía que él ya se había dado cuenta de su presencia.

Cuando quedo a un metro de distancia, la puerta gigante que estaba en frente de ellos, se abrió, dando paso a la luz de la luna que se encontraba en lo alto del cielo oscuro; luz que llegaba hasta donde se encontraba él.

El frio también entro, haciéndola estremecer, adentro era un poco más cálido que afuera.

El príncipe ni se inmuto, siguió absorto mirando al vacio, sumido en sus pensamientos.
Aun seguía pensando el porque iba hacerlo, ser compasivo no era algo común en él, pero su corazón había latido como un tambor, cuando la vio recibiendo todos los golpes…
Y cuando lo observo directamente en su mar ambarino.


Parecía un dios.
Su cabello plateado brillaba a la luz de la luna, aunque parecía perderse entre la luz, y su rostro blanco como la perla, seguía sin inmutarse, sus facciones delicadas no se habían movido en ningún momento.
Y sus ojos todavía estaban vacios.

Él cerró sus ojos y después los volvió a abrir.

— Puedes irte –dijo fríamente, sin ninguna emoción en su rostro.

Sus cejas se acercaron, y su frente trato de arrugarse, sus ojos mostraban confusión.
Y por su mente pasaban muchas cosas.
Estaba loco, ¿le estaba pidiendo que se fuera? Le estaba concediendo libertad. ¿Por qué lo hacía? Estaba perdida.
Era un acto de compasión, y eso le era aun mas extraño, por lo poco que le habían contado del príncipe mayor, era que, además de ser un monstruo frio y cruel, detestaba a los humanos.

— G-gracias…pero no puedo –dijo mientras se acercaba un poco más, haciéndose detrás de él.

Los ojos de él, por unos segundos se abrieron. Estaba sorprendido, aunque rápidamente volvieron a su posición original, un rostro inmutable.


Ahora él pensaba que ella estaba loca.
Estaba haciendo una estupidez dejándola en libertad, y aun ella lo negaba. Como si tuviera oportunidad de elegir, acaso no pensaba en todas esas otras humanas que deseaban también tener libertad, y ella simplemente lo devolvía.
No aceptaba el regalo de ser libre.

El de mirada ambarina, se volteó y se encontró con ella a sus espaldas. La oji-chocolate se encontraba observándolo, sin ningún indicio de miedo, parecía estar descifrando un misterio.

Ni en sus ojos, que son la puerta al alma, tampoco habitaba el miedo.

— No tienes miedo –no fue una pregunta, era una afirmación.
— Porque no debo tenerlo –respondió decidida, y tranquila. Había entendido perfectamente lo que el quiso decir.


No tenía miedo, eso era una estupidez.
O eso era lo que él pensaba. Estar en un castillo repleto de vampiros hambrientos, con sed de sangre humana, ¿no producía miedo?
Y por supuesto, estar al frente de un vampiro de linaje pura, con una presencia, que hacia que el pecho se le fuera a estallar, por la presión que este emanaba, ¿no producía miedo? Ella no tenía miedo de él.

De todos modos no podía elegir, si se quedaba, la iban a asesinar, tarde o temprano.

— Te asesinaran –dijo honestamente.
— No importa –dijo restándole importancia. No le importaba, habían estado muchas veces cerca de la muerte, no le tenia miedo, si tenia que morir, lo hacia. Pero no podía irse, no sin su hermana.

No quería matarla, pero habían reglas que cumplir, y una de ellas era: no permitir humanos en el castillo.

— No se permiten humanos –dijo Sesshoumaru.
— Me hare pasar por tu sirvienta –dijo sin más, ella no daría el brazo a torcer.

Un débil suspiro salió de la boca de Sesshoumaru, esta joven era muy terca. Se paso una mano por su plateado y largo cabello. Camino hasta el primer escalón de la gran escalera que estaba a espaldas de Rin, y paro.

— Has lo que quieras –dijo mientras subía por las escaleras.

Rin sonrió. Había aceptado.
Dio media vuelta y se fue detrás de Sesshoumaru, lo alcanzo y se hizo a unos pasos atrás de él.


notas: perdonenme, !!!! se que es muy cortico, el proximo capi sera mas largo.
gracias a todos por comentar, me dan mas ganas de escribir. alguien habia preguntado sobre sango y Miroku, puess eso sera mas adelante, es una pareja, pero por ahora no apareceran, en unos capis saldran

 

Re: Caza Vampiros Encubiertas (SessxRin, InuxKag, SanxMir)

IV CAPITULO
Emociones.

Jugaba con el rayo de luz que daba encima de su mano, la poca calidez que emanaba, la hacía sentirse bien. La mayoría de su cuerpo estaba frio a causa de la baja temperatura del lugar, y sobre todo por el ambiente en el castillo; ese rayito de luz, le daba la mejor de las sensaciones, ya que ella le era indiferente al frio, no le gustaba.

El rayo era débil y trataba de pasar por las gruesas nubes grises que rodeaban el lugar, aun así transportaba calor.

Sonreía.
Eso le demostraba que en algún lugar, alguien estaba disfrutando de la suave brisa cálida y del sol abrazador, y de la maravillosa naturaleza.
Eso le daba otro motivo más para terminar con su misión, quería volver a su lugar.

Sintió como la observaban, volteo su vista de su mano y se encontró con el mar ámbar frio del príncipe vampiro.

Ella le dio una de sus más grandes, agradables y cálidas sonrisas al frio e indiferente vampiro.


— ¡Buenos días! –saludó con entusiasmo, mientras seguía con su entretención.


Él cerro sus ojos y poso su vista en otro punto de la habitación. Se paso su mano albina por su largo y plateada cabellera.

Definitivamente esa joven lo desconcertaba.
¿Cómo podía saludar con tanto entusiasmo? ¿Por qué lo saludo? ¿Por qué no tenia miedo? La última pregunta era lo que más se preguntaba.

Había sentido como la jovencita se había despertado del sueño, y se paraba en la ventana de la habitación a observar el sombrío y gris paisaje. Parecía aburría, miraba el panorama con insatisfacción, no parecía gustarle para nada. Aun así no despejaba la vista, parecía esperanzada. Él había observado como ella inflaba sus pulmones para dejar entrar aire puro en su cuerpo.

Lo que más le atrajo su atención, fue cuando un débil e insignificante rayo de luz se asomo en la mano de ella, su sonrisa se mostro, y sus ojos mostraron alivio y satisfacción.

Los sentimientos que emanaba la joven campesina, se sentían por toda la habitación, parecían que brotaban de ella, y flotaban por todo el lugar.

Su sonrisa era perfecta, hermosa, hipnotizante, natural, pura, inocente y sincera. Esa sonrisa que le dedico hizo que por unos instantes su corazón se despertara.

Al igual que su sonrisa, sus ojos eran igual.

¿Cómo podía sonreír sin ningún miedo? ¿Cómo podía sonreír, cuando en cualquier momento podía morir?

Preguntas sin resolver, sin respuestas.
Él se tropezara con esas respuestas.

Aunque él no se diera cuenta, los ojos chocolates de ella, tenían un deje de nostalgia.

— ¿Por qué sonríes? –la voz gélida, dura y profunda del vampiro, resonó por toda la habitación.
Si, era una pregunta estúpida, pero sus palabras salieron solas.
Ella desvió su vista del rayo de luz, para mirarlo a los ojos. La de ojos chocolates le sonrió.
— Porque no hay nada que me impida no sonreír –dijo segura y divertida Rin.
Ella estaba contenta, la curiosidad disimulada del príncipe la complacía.

Esa jovencita si que lo sorprendía.



Sus ojos cafés oscuros observaban como el peli-plateado descansaba sentado en su cama. Su vista recorría todo el rostro del vampiro.
Inuyasha tenía el rostro sereno, parecía un niño durmiendo.
Kagome sonrió de incredulidad.

El joven vampiro abrió sus ojos dorados y se encontró con los cafés ojos de ella.
— Te gusta mirarme ¿cierto? –pregunto arrogante y divertido Inuyasha
— No seas tan vanidoso –respondió refunfuñando Kagome.
El sonrió de arrogancia.
— Inuyasha, ¿Qué hacen con las otras mujeres? –pregunto mientras se paraba y se sentaba en el borde de la cama.
— Muertas –dijo restándola importancia.
La de cabellos negros-azulados desvió la mirada.
Eso no podría ser cierto, Rin no podía estar muerta, sabía que ninguna de las dos podía morir, al menos no sin completar su tarea.
— Y si no las matan, ¿A dónde se las llevan? –pregunto de nuevo, recobrando la mirada con Inuyasha
— Con el idiota de Sesshoumaru –dijo tranquilamente.
Kagome lo medito durante unos segundos.
— ¿Dónde esta él? –pregunto de nuevo. Ella necesitaba ver a su hermana.
— Keh, yo que sé –dijo fastidiado. No le gustaba que le preguntaran por su hermano.
Kagome suspiro de impaciencia. Inuyasha no le era de mucha ayuda.

La joven caza-vampiros se levanto y se dirigió a la puerta. Antes de que abriera el pomo, el joven vampiro le hablo.

— ¿A dónde vas? –pregunto curioso el peli-plateado.
— A buscar a alguien –dijo y sin más, se retiro. Dejando a Inuyasha con la palabra en la boca.

Caminaba por el pasillo, arriba era diferente que abajo, las paredes eran de un color crema y eran iluminados por velas. Había varios cuadros colgados en las paredes.
El pasillo era solitario, nadie pasaba por ahí, tal vez, solo los de linaje pura podían pasar; los soldados, sirvientes y demás, eran abajo.
De pronto alcanzo a ver a una joven caminar, tenia la cabeza gacha. La de ojos oscuros sabía que era Rin, ella la conocía, con el puro caminar, sabia que era ella.
— Rin –la llamo Kagome.
La joven levanto su mirada. Y si era ella.
— ¡Kagome! Estas bien –dijo feliz la peli-negra mientras caminaba mas rápido para llegar a ella.
— Claro que estoy bien –dijo la cogía de las manos.
— ¿terminaste tu labor? –pregunto Rin mientras la miraba a los ojos
— No –dijo mientras bajaba la vista. En realidad ella no sabia porque no lo había matado todavía, no había podido. Eso creía.
— Yo tampoco –dijo Rin. ella creía que no se le había presentado la oportunidad- de todos modos, la vamos a cumplir –susurro la peli-negra.
De pronto, escucharon los gritos impulsivos de Inuyasha
— ¡Kagome ¿Dónde estas?! –se escuchaba como el joven la buscaba.
La nombrada volteo la vista hacia la habitación, y dejo soltar un suspiro.
— Debemos encontrar un lugar para vernos siempre –dijo Rin mientras soltaba del agarre
— Podemos encontrarnos en los lavaderos –dijo mientras pensaba en la forma de escabullirse del joven.
— Pero no nos dejan entrar así como así, sabes que nos matarían de una vez –dijo firmemente Rin
— A menos que algún príncipe nos deje allí, no podrían tocarnos ni un solo pelo.
— Eso espero. Le diré a Sesshoumaru que me deje ir allí. –dijo Rin mientras sonreía.
— Me voy o sino Inuyasha armara un escándalo.

Así las dos dieron por finalizar su charla.
Kagome dio media vuelta y se dirigió a la habitación del arrogante Inuyasha.
La de ojos oscuros llego y se adentro en el aposento del vampiro.

Inuyasha se encontraba recostado en la baranda de la cama, parecía impaciente.

— ¿para que me necesitas? –pregunto tranquila Kagome.
— No me dijiste para donde ibas –dijo molesto Inuyasha, mientras se acercaba a ella
— No tengo porque decirte para donde voy –respondió enojada. La joven se estaba dejando dominar por sus emociones.- soy solo comida para ti

El peli-plateado se sorprendió.
Él no había caído en cuenta, pero desde el comienzo esas eran sus intenciones, pero ya no la veía como tal, no sabía exactamente que era ella para él.

— Nunca me comeré a una gruñona –dijo tratando de calmar el ambiente. Aunque eso la enojo más.
— Inuyasha…-murmuro Kagome mientras cerraba los puños y bajaba la cabeza- ¡eres un tonto! –le grito de enojo, mientras salía de la estancia; dejando a un confundido vampiro.


Corría y corría.
No sabia porque reacciono así, si solo eran palabras…palabras de alguien que no significaba nada para ella, palabras de una labor. Aun así, no podía evitar sentirse enojada y ofendida, era algo que no podía controlar.

Se sentó en el último escalón de la escalera, y agacho la cabeza, mientras cerraba sus puños. Y ella que pensaba que tal vez él era amable.
¡Idioteces! Era lo que pensaba Kagome. Sus lágrimas amenazaban por salir, pero ella no las dejaba, ella no quería llorar por algo insignificante, por algo que no valía la pena, por algo que él provoco.






La peli-negra llego y cerró la puerta detrás de ella. Camino despacio y se hizo en de espaldas a la ventana.
— Me harías un favor –dijo seria Rin
El oji-ámbar que hace un momento tenia los ojos cerrados, los abrió y la miro.
— ¿Por qué crees que te lo hare? –pregunto serio. Pero, además quería saber que clase de favor le pediría.
— Por favor –pido Rin mientras se acercaba más a la cama.
— No estas en condición de pedir favores –dijo mientras observaba un punto en el vacio.
— Lo necesito, eres el único que me lo puede conceder –pidió mientras se hacia a un metro de él.
Sus ojos ámbares se cruzaron con los chocolates de ella, encontrándose con su lago de sentimientos y emociones.
— ¿Qué quieres? –pregunto, mientras volteaba su mirada a otro lado de la estancia.
Rin sonrió.
— Quiero que me dejes a mí, y a mi hermana en los lavaderos, con la seguridad de que no nos maten –pido seria, mientras volteaba su mirada en el panorama que mostraba la ventana.

Eso lo sorprendió. ¿Para que quería ir a los lavaderos? ¿Tenia una hermana?, eso era algo inesperado. Aunque podía cumplirle el favor, no podía asegurarle que estarían a salvo; los sirvientes, soldados y demás, no les agradaban para nada los humanos.

Respiro un poco y movió sus labios, concediendo su deseo.



nota: bueno, ya regrese con un nuevo capitulo, ojala todavia les siga gustando el fanfic. quiero dar las gracias a todos los que han postedado y han leido mi fanfic, gracias, gracias, gracias, asi me motivo más en continuar.
tratare de continuar más seguido.

 

Re: Caza Vampiros Encubiertas (SessxRin, InuxKag, SanxMir)

_____________post repetido

 

Re: Caza Vampiros Encubiertas (SessxRin, InuxKag, SanxMir)

V CAPITULO
Flor herida.
— Kagome

La nombrada volteó a mirar. Sus ojos estaban a punto de romper en llanto; rápidamente, al ver de quien se trataba, se limpió sus ojos.

— Volviste –respondió Kagome, mientras se paraba y se hacia al frente de la peli-negra.
— Te dije que me daría el permiso –respondió alegre y sonriente la oji-chocolate.
— Entonces… ¿que estamos esperando? –preguntó Kagome, mientras le daba la espalda, y bajaba el ultimo escalón de la escalera.
Rin solo la miraba; más bien la observaba, sabía que a Kagome le había pasado algo, pero conociendo lo terca y tímida en las cosas de dolor, no le diría nada.
— ¿Qué estas esperando? –preguntó la de cabellos negros azulados; ignorando la mirada fija de su hermana menor.
— Nada…-decía mientras bajaba la escalera, hasta llegar al lado de su hermana. Sabía que Kagome no le iba a decir nada, así que lo mejor era desistir, en vez de perder el tiempo.
— ¿Cómo van a saber que nos dieron permiso? –preguntaba Kagome, mientras caminaban y se adentraban de nuevo a los pasillos tenuemente iluminados por velas.
— Sesshoumaru llamo a uno de sus sirvientes y mando la nota –respondió tranquilamente.
Kagome no dijo nada en todo el recorrido.


Siguieron caminando, hasta llegar a una entrada grande, en la que se podía mirar varios barriles gigantes, llenos de agua caliente y fría; el lugar estaba inundado por el vapor del agua caliente, y por supuesto, varios sirvientes, en su mayoría mujeres vampiras.
Entraron con precaución, por nada del mundo debían ser imprudentes, porque entonces todo lo que habían montado, se iría a la ruina.

Las dos jóvenes parecían una mancha de café en una alfombra blanca. Todos los que habitaban eran muy pálidos, de cabellos negros y ojeras notables; lo que más se notaban eran sus ojos azules cristalinos.
Y todos eran vacios, si, al menos eso notaban ellas. En sus miradas solo había vacio y odio hacia ellas.
Si, porque tan pronto entraron, todos parecieron asesinarlas con la mirada.
Porque ellas eran una mancha en un manto blanco; eran las únicas cuya piel no era tan pálida, eran las únicas cuyos ojos mostraban vida, eran las únicas que bombeaban sangre…
Sangre caliente… deliciosa y atractiva para ellos.

Una de las vampiras, se acerco a ellas y les indico que debían hacer. Era más que todo lavar los grandes blancos, cremas y oscuros manteles.
Las dos se dirigieron a una tina llena de manteles, los sacaron y se hicieron en una tina a lavarlas, cada una en silencio.

Pero tan pronto como iban a comenzar, la voz de una odiosa y burlona vampira se escucho en el lugar.

— Miren nada más lo que tenemos aquí…si es la salvada de su alteza Sesshoumaru…-dijo burlona y amenazante, mientras se acercaba a Rin. La aludida quedo estática.
— No queremos problemas –dijo Kagome mientras volteaba a mirar a la vampira.
— Usted no se meta basura…-amenazo, mostrándole sus colmillos.
— Y usted no se meta con ella –dijo Rin enojada, mientras se daba la vuelta para encarar al monstruo. Ella solo rogaba por mantener la calma.
— ¡basura inútil! –fue lo que alcanzo a oír Rin.

Porque de pronto todo paso tan rápido como un rayo. Solo sintió como algo tan duro como una roca y frio como el hielo, golpeo en su estomago, mandándola a volar por los aires, cayendo al otro lado del lugar, en una de los barriles de agua helada.
Lo ultimo que sintió, fue el agua entrando por su nariz, una quemazón muy fea por su espalda,-a causa de la caída y la resistencia del agua- y la gélida agua abrazándola, junto con la desesperación, el dolor y un manto negro que cubrió sus ojos, diciéndole que cayo en la inconsciencia.

Para Kagome, las cosas también pasaron demasiado veloces que no le dieron tiempo de pensar, solo pudo mirar como la vampira agresiva le dio un fuerte puño en el estomago de su hermana, y como está salía prácticamente volando por los aires.
Su mente por un momento quedo parada, como si todavía no hubiera procesado la situación; tan pronto salió del trance, una ola de emociones la invadió.
Miedo, pánico, terror, angustia.
Todo por Rin.

Solo pudo salir corriendo en busca de su hermana, mientras que miro como un blanco borrón pasaba por el lado de ella a una velocidad superior a la vista humana; y quedo de nuevo quieta, al ver como Rin era sacada de la tina y como de nuevo el borrón blanco pasaba por el lado de ella, cayéndole unas pocas gotas de agua de la mojada humana.
Hizo todo lo posible para que sus pies se movieran, y dieran media vuelta. Y cuando lo logro, solo vio como la vampira agresiva era cortada por una especie de látigo verde, cayendo despedazada en el frio suelo.
— Nunca más vuelvan a desobedecer mis órdenes –todos pudieron escuchar claramente la voz dura, fría y amenazante del príncipe mayor.
Y todos tragaron saliva, el miedo los inundo. Advirtiéndoles que nunca más debían de irrespetar los mandatos del príncipe de sangre pura.

De pronto quedo sola, si, la única humana allí. Una extraña sensación paso por todo su cuerpo, y una voz se escuchó en el rincón de su mente…
Instinto de supervivencia.

Salió lo más rápido de allí, no solo porque sintió como todos la miraban de una forma extraña, sino porque quería rápidamente buscar a Rin.

Cuando salió de los pasillos, se iba a dirigir a las escaleras que dirigían a los aposentos de los príncipes, pero algo duro, fuerte y frio le impido el camino.
Había tropezado con uno de los soldados, un hambriento y sádico soldado. Él la agarro por el brazo, jalándola para atrás, haciéndola tambalear; la cogió por el cuello y la olio.

— Una deliciosa e indefensa humana…-dijo mientras le hablaba a Kagome en su oído.

Sintió como el asco y el desprecio recorrió cada una de sus células, haciéndola estremecer, haciéndole sentir que sus piernas se romperían y caerían, al sentir al asqueroso vampiro lamer su cuello.

Siempre pensó que era más gratificante y dolorosamente mejor, sufrir en silencio para que otras personas pudieran vivir y ser felices, así tuviera que arriesgar su vida por indefensos humanos, era muy agradable.

Pero, en esos momentos, solo quería vivir sin remordimientos, y hacerse respetar; sus emociones nadaban dentro de ella, enviando mensajes de enojo y furia por todo su cerebro y cuerpo.
Con todas las fuerzas nacidas por el enojo y la furia, levanto su puño y se lo clavo en todo el rostro.

En ese instante, su mente le traiciono, recordándole todas esas personas y niños jugando en el parque, todos felices y contentos, sin tener la remota idea de que existen monstruos que arrebatan la vida, sin tener la remota idea de que en cualquier momento morirán anticipadamente.

Pero para eso existía la organización de caza vampiros, para evitar que eso suceda. Y para eso existen ellas, para eso ellas montaron el teatro, para poder prevenir a la dolorosa e irrespetuosa muerte, que ellos llamaban.

El asqueroso robador de vidas, enojado y ofendido, la golpeo fuertemente en el estomago, haciéndola caer al suelo, robándole todo retazo de fuerza, devolviéndole de nuevo al lago masoquista, donde todos eran primeros, menos ella.
Y él seguía golpeándola, golpe, golpe, y golpe tras otro, sin cesar, sin ningún indicio de que se detuviera, descargando la furia que sentía por las asquerosas humanas que osadía por levantar una mano a su especie ladrona.

El dolor seguía, esté tampoco daba indicios de que se calmara, pero todo era mero dolor físico, solo afectaba a su cuerpo humano; mientras que ella todavía no salía de ese lago masoquista, ese lago que hacia que el dolor no fuera tan amargo.
De pronto, los golpes cesaron, y después, desaparecieron.

Con la poca fuerza que le quedaba, abrió sus parpados y levanto la vista; el animal había desaparecido, dejándola sola, sola como una flor sin sol, escondiéndose en el frio ambiente del lugar, haciéndole sentir que su cuerpo se congelaría, sin nadie que la acompañara, solo la satisfacción de sentir que al menos, no moriría gente por su culpa.
Y de repente, un manto negro cubrió sus ojos, liberándola por unos instantes del dolor insistente físico.





Su mente era un remolino.
No sabía que había dicho mal, o bueno, tenía cierta idea, pero no había pensado que las palabras que soltó, la hubieran ofendido, aunque como siempre, el joven e imprudente vampiro, nunca piensa las cosas.
Su mente estaba confusa, no sabía que hacer, no sabía que pensar; todos sus pensamientos eran diversos e incompletos, que no tenían una cuerda que los uniera.

No sabía porque se sentía así.
No podía evitar sentirse así.

Una sensación extraña pasaba por todo su gélido ser, haciéndolo sentir muy mal, haciéndole sentir que su corazón comenzara a achicarse, que comenzara a hacer presión en su pecho, haciéndolo sentir increíblemente mal.
Inundando el lugar con la situación actual de su fuerte y muerto corazón, contagiando la habitación con el sentimiento que en ese momento deseo que no fuera ese…
Culpabilidad.

Si, el arrogante vampiro sentía culpabilidad.
No podía evitar sentirse de esa manera, al recordar una y otra vez las reacciones de la joven humana, su rostro escondido, sus puños cerrados, y unos ojos molestos…

Unos ojos que, en cualquier momento liberaría una tormenta de agua salada…
Unos ojos que mostraban como el dolor se disfrazaba de furia…
Unos ojos que, por culpa de él, estaban dolidos y sufriendo…

¿Ir por ella? ¿Disculparse?
Eran las dos clásicas preguntas que estaban en el torbellino de pensamientos que tenia en la mente.

¿Era tanto el remordimiento que hasta pensaba en disculparse?
¿Era tantos los estragos que había producido la joven, con tan solo mirarlo?
¿Tan especial era la joven, como para preocuparse?

Lo mejor para aclarar sus dudas, eran enfrentando al causante de ellas.

Aplacando por unos momentos su torbellino de confusión, salió de la estancia para ir a buscar a la humana terca.

Cuando al final la vio, su muerto corazón retumbo de culpabilidad…
Y de rabia.


Sus ojos dorados, miraban con rabia como uno de sus soldados, golpeaba sin cesar a la indefensa humana.
Sin pensarlo, se abalanzó sobre este, destruyéndole en varios pedazos por sus garras filosas.

La indefensa humana se encontraba tirada en el suelo, con los ojos cerrados, y con rastros de lagrimas en sus mejillas.
Ella temblaba, el frio la hacia moverse de una forma brusca, mostrando un cuadro sin luz y tonalidades grises, vacio, mostrando a una desprotegida, abandonada, e indefensa humana como protagonista.

El joven sin pensarlo, la cogió en sus brazos, estrujándola en su pecho, tratando de todos los medios, calmar y exterminar al solitario y cruel dolor, que se negaba deshabitar el cuerpo helado de Kagome.

La sinfonía lenta y suave que tocaba el corazón de la bondadosa joven, llegaba hasta los oídos del joven vampiro, produciendo que el corazón dormido de Inuyasha, se oprimiera de la culpabilidad, dándole otro motivo para que no quisiera despertar, evitando por todos los medios, escuchar a la dolorida rosa que rogaba por un rayo de abrazadora luz, para poder levantarse.


notas: gracias a todos por postear!!! en serio muchisisimas gracias, me animan a continuar.
bienvenidas a las nuevas lectoras, ojala no les decepcionen el fanfic.

yo trato por todos los medios, no hacer que los personajes me queden Ooc, trato de que queden con esa escencia con las cuales rumiko los creo.
porfavor, cuando me queden así, me dicen para corregir, no quiero tener personajes que no sean los de Inuyasha.

ojala todavia les guste el fanfic...
muchas gracias por leer, y gracias por los consejos, los tomo en cuenta.

PD: Rei, porfin apareces!!!!!