Cavilaciones sobre… ¿amor? En la vida, hay situaciones en las que no importa quién seas, siempre te sucederán. Tal vez el mejor ejemplo de esto es cuando toca escuchar “me gusta Tal”, y cuando ese me gusta tal pasa a ser “me enamoré de Tal” es cuando los problemas comienzan porque, al final, todo lo que incluye lo emocional siempre será un arma de doble filo. El problema radica en cuando no todo es color de rosa, cuando sabes hay factores a considerar: no eres el tipo de Tal, Tal acaba de salir de una relación o, entre las más inconvenientes, Tal y tú son mejores amigos. Ahí, es cuando todo se va por el ducto de aguas negras y te quedas con el nudo en la garganta, los sentimientos los guardas en el más recóndito lugar de tu interior y fuerzas la sonrisa a que salga de tus labios. Parece doler, ¿no? Pues sí, duele. Entonces buscas soluciones; le cuentas a tus amigos, lo comentas con quien sea que tengas confianza, le preguntas a los Santos de tu madre si por favor te mandan la solución, que se olviden de iluminarte el día del examen final, tu prioridad es resolver el asunto ahora. Incluso, seguramente lo más lamentable que haces es ir a preguntarle a tu abuelita sabiendo ya la respuesta “deja de balbucear y ponte moler maíz”. Y lo haces, te pones a moler maíz mientras le sigues contando, y cuando la pobre ya está aburrida te exclama “¿Y entonces? ¿Cuál es el problema? Vas y le dices que te gusta. Fin” y a continuación arguyes en respuesta recalcando por qué no puedes hacer eso. En conclusión, sabes que valiste cuando la anciana te manda a ver qué está haciendo tu primo, que ella puede terminar de moler sola. Uy, sí. Entonces puedes decir que has caído bastante bajo. A tu parecer los días que no ves a Tal pasan con lentitud y carecen de color, tu corazón duele y tu mirada permanece mustia. Es posible y puede que hasta probable que te identifiques con aquellos que dicen estar en la tan famosa friendzone, porque por más que te joda justamente ahí estás. Y cuando por fin lo reconoces y sientes empatía con ellos sabes que has tocado fondo. Entonces una vez que ya has pasado por todo eso y dices basta, que el tema ya está bastante ajado como para seguirse quebrando la cabeza con él y que vas a dejar las cosas como están, ves a Tal, y todo se vuelve a ir al caño. Pasas exactamente por lo mismo una vez más, con la única diferencia que ahora haces fila, porque en este momento es tu prima quien está moliendo maíz. Actividad: Behetría de vocablos inextricables.
Uy, qué miedo esto de enamorarse de Tal cuando se tienen tantas cosas a considerar. Seguro que sí ha de ser horrible ese sentimiento ingrato de la no correspondencia. En particular me gustó mucho tu relato, sobre todo esa parte donde va a pedir consejo con la abuelita, y ésta le responde de esa manera xD Sí, ¡cómo no! Lo dice como si fuera fácil ir a decirle a Tal cuánto se le quiere xD Aunque quizás no sea tan mal consejo, pues de todos modos, el que no arriesga, no gana. Y pues ni modo, ahora no queda más que hacer fila con la abuela para moler maíz. Saludos ;D
Me gustó el final, es como una mala broma del destino. Me parece agradable la forma en que todo se vuelve más personal entre el escritor y el lector, como una conversación salida de la nada que contiene preguntas a las que uno responde "pues sí... Creo" con una mueca incómoda. Desde mi punto de vista las palabras están bien usadas, será porque a veces yo tampoco soy tan literal con las mismas. En fin.
