Catedral de la Causalidad [Inicio]

Tema en 'Zonas' iniciado por Hygge, 28 Julio 2017.

  1.  
    Hygge

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    —¡Eh, finalmente llegasteis! Empezaba a replantearme el empezar la fiesta sin vosotros —aquella voz chillona e infantil fue lo primero que lograsteis distinguir, eso sí, no sin algo de esfuerzo. No os fue muy difícil adivinar de quién se trataba, y al lograr abrir los ojos y acostumbraros a la iluminación del lugar, ver la figura de aquella pequeña pesadilla saludándoos con una sonrisa os infundó cierta seguridad—. Bueno, qué. ¿Os gusta este sitio? ¿¡A que es enorme!? Deus y yo la deco...

    Dejasteis de escuchar las palabras de Murumuru en algún punto de su larga charla, aunque no sabríais decir con exactitud cuándo. Os encontráis demasiado desorientados como para tener una charla tranquila con la niña, cuando lo fundamental ahora era saber en qué clase de sitio os habíais llegado a meter. Todo a vuestro alrededor era increíblemente enorme, y al alzar la cabeza, os encontráis con un amplio cielo azul repleto de alguna que otra nube. ¿Cuándo habíais salido fuera de casa?

    Las miradas empiezan a dirigirse a vuestro alrededor, y es cuando os percatáis del lugar en el que os encontrais. Y lo más importante: Murumuru no era la única allí aparte de ti. El lugar estaba formado por una especie de plataforma de amplias dimensiones, con trece bases en las que diferentes siluetas iban apareciendo una detrás de otra, ocupando cada una su lugar. En cuestión de segundos, eráis trece las personas que habíais aparecido allí, y, abrumadas, tratasteis de divisar los rostros del resto de desconocidos, solo para daros cuenta de que todos ellos parecían estar sumergidos en un halo negro que les impedía dejar entrever su identidad. Lo único que podíais ver eran sus siluetas, y distinguisteis entre ellas a un niño pequeño, varios adolescentes y algunas personas de mayor edad. Todos parecían bastante diferentes entre sí.

    Al dar un paso atrás para mirar vuestras manos, veis que vosotros también permanecéis ocultos del resto. Pero... ¿por qué tantas medidas de seguridad? ¿Quiénes eran estas personas? Abrumados, algunos de vosotros descubrís que no es recomendable retroceder demasiado, pues debajo de la plataforma que pisabais se encontraba la nada misma. ¿¡Acaso aquella plataforma... estaba flotando en el cielo!?

    —¡Ey! ¿Acaso nadie me está prestando atención? Qué maleducados... —la voz de Murumuru os hace volver en sí, y la veis allí, haciendo una especie de berrinche mientras se cruza de brazos. Desde luego, no era solo su aspecto el que se asemejaba al de una niña pequeña.

    —Deja de molestar a nuestros invitados, Murumuru. Vas a hacer que se aburran.

    De repente, una segunda voz hizo acto de presencia por primera vez. Se trataba de un voz grave y profunda, una que realmente parecía infundar respeto. Tratáis de buscar el origen de esta, y es entonces cuando, detrás de uno de los asientos, un enorme pináculo de piedra flotante comenzó a materializarse ante vuestros ojos. Sobre este, una figura extremadamente grande, con poca similitud a una criatura humanoide se encontraba sentada en su trono. Su cuerpo se asemejaba a un conjunto de extraña maquinaria, y poseía una gran cabeza con forma de calavera donde varios retazos de cabello púrpura parecían salir de su cabellera. En ella, a su vez, reposaba una pequeña corona que brillaba a la luz del día. Su enorme capa oscura se ondeó en el momento en el que pareció levantarse de su trono para dar la bienvenida a sus invitados como se debía.

    —Bienvenidos, jóvenes aspirantes —la imponente criatura hace una pequeña reverencia, y acto seguido os observa a todos y cada unos con solemnidad. Parece que puede ver a través del halo de oscuridad—. Os debéis estar haciendo muchas preguntas en estos instantes, pero me temo que no contamos con demasiado tiempo como para ahondar una por una. Soy Deus Ex Machina, y os encontráis en mi morada, la Catedral de la Causalidad. Desde aquí rijo vuestro mundo, las leyes del tiempo y el espacio me pertenecen y gracias a ello el universo sigue su cauce. Pero, sin embargo, esto no seguirá así por mucho tiempo...

    Hizo una pequeña pausa, y de dentro de su túnica dejó ver su enorme y huesudo brazo. Os sorprendéis al ver como su mano ha comenzado a descomponerse, a desaparecer, y ya casi lo ha hecho por completo. El dios vuelve a esconderlo, y dirige la mirada una vez más hacia vosotros.

    —Mi tiempo como dios está a punto de terminar. Pronto desapareceré por completo, y sin mí, el universo acabará por desaparecer. Es por eso que vosotros estáis aquí, para poder continuar con mi legado.

    —¿Por qué no dejas que te hagan algunas preguntas ellos mismos? Creo que tanta información seguida les está sorprendiendo demasiado —Murumuru volvió a hablar entonces, dejando entrever su incomodidad. Parece que aún no quería revelar el verdadero motivo del porqué se encontraban todos allí. Sonríe nerviosa ante vosotros, y agrega—. Después de todo, yo les he traído hasta aquí sin avisar.

    Deus suspira, sin más remedio que hacerle caso, y se sienta una vez más en su trono dispuesto a escucharos.

    —Está bien, adelante. Responderé a todo lo que deseéis. Pero el tiempo apremia.

    ¡Comenzamos el rol, chicos! Esta parte será meramente narrativa, para que vuestros personajes sean conscientes de a dónde se han ido a meter (?) Y además aquí será donde se os otorgue correctamente el diario que os acompañará durante la partida. Podeis empezar a postear :3 EstebanDV Amane Lucas Diamond Rojo FireRed Bruno EVF juanjomaster Fushimi Natsu Fabian SweetSorrow Angelivi Nami Roronoa Nekita
     
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    Angelivi

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    "Una voz emerge entre las sombras de una de las plataformas..."
    Miro ligeramente perpleja el singular lugar en el que nos encontramos. Da pena. ¿Este es el Santuario de Dios? ¿Es ese pobre ser esquelético y moribundo lo que queda del actual Dios de este mundo? Patético, vergonzoso... ridículo. Escucho las palabras de esa pequeñaja de piel bronceada sin interés. Hay algo que me irrita de ella. Parece tonta, habla y actúa como tal, pero mi intuición me dice que esconde algo, algo muy oscuro. Me gusta esa niña, es una pena que ella no sea la atracción principal, sino ese gigante decrépito que se hace llamar Deus Ex Machina.

    Deus empieza a explicar la razón de nuestra llegada, aunque puedo imaginarme algunas cosas. No estaría aquí si no me hubiesen tentado con promesas que pudieran cumplir mis espectativas. No quiero anticiparme, dejo que Deus dé su charla; pero Murumuru no parece tener los mismos planes que yo. Sugiere que seamos nosotros quienes hagamos las preguntas. Espero a que sean los demás quienes comiencen a hablar, pero parece que aún están ensimismados en sus pensamientos. Qué cortos de mente. Si no queda más remedio...
    Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once... y doce. Doce participantes además de mí. Un número interesante... —sentencio mientras señalo con el dedo a cada uno de los participantes—. Pero hay algo mucho más interesante... Recuerdo las armas en el gimnasio. Bien, tengo entendido que estamos aquí para "continuar tu legado"; pero somos trece personas y Dios solo hay uno —hago una breve pausa para que los demás participantes ocultos en la oscuridad puedan seguir lo que estoy diciendo—. Tengo la sospecha de que éste no será un inocente concurso de preguntas y respuestas. Corrígeme si me equivoco, Deus, pero... ¿Es posible que para ganar haya que... MATAR?

    Entoné la última palabra remarcándola en especial, saboreando cada una de las letras. Podría haber hecho cualquier otra pregunta menos evidente, pero me parece más interesante ver cómo reaccionan los demás a esta idea, ¿quién tendrá los nervios para hablar sobre matar a otros? Solo con sus respuestas ya podré saber mucho de quienes estoy a punto de enfrentarme. Si tienen un mínimo de inteligencia ya obtendrán la información importante por mí.

    Sonreí desde las sombras mientras dejaba que mis palabras resonasen por la Catedral de la Causalidad y taladrasen sus almas. El resto iría solo...
     
    Última edición: 28 Julio 2017
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    — El aire se siente frío, no hay nada más frío que la muerte... — Susurré para mí observando mi entorno.

    La verdad es que todo era tan obvio para mi, un solo puesto y trece sujetos dispuestos a obtenerlo, no era la primera vez que trataban de jugar así con las vidas humanas. Lo admito, fue astuto y ágil de parte de ese ser. Y al oír la la voz de una de los "participantes" no pude evitar guardarme mis comentarios, pues ella estaba muy probablemente en lo cierto. Disimuladamente, coloco mis manos dentro de mis bolsillos y cierro mis ojos. Probablemente todos los demás tendrían algo que decir, la verdad no me interesa, solo quiero saber a quien matar, hacerlo y listo... Como siempre.
     
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    Nekita

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    Séptimo

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    Mi atención hacia Murumuru había desaparecido casi al instante en el que noté que no tenía intención de detener sus habladurías, no parecía que se diera cuenta lo molesta que podía resultar hacia algunos el simple hecho que ella estuviera pululando por allí como si no pasara nada o si fuera la cosa más agradable en el mundo.

    Lo que pudo remplazar la supuesta atención hacia la pequeña irritante fue el lugar en el que estaba esta vez, todo era excesivamente enorme incluso para un humano cualquiera, o en nuestro caso, humanos. Todos tenían diferentes siluetas, tamaños y eso lo intrigaba, imaginaba que con eso la silueta más pequeña sería el de menor edad mientras que la silueta más grande sería el de mayor edad.

    Eso agregaba un poco más de diversión al asunto, quizás soportar a esa niña no sería tan malo después de todo, más si alguno decidía saltar de alguna de estas plataformas.

    "Deja de molestar a nuestros invitados, Murumuru. Vas a hacer que se aburran."

    En efecto lo hará —murmuré rodando los ojos levemente, esperando a que el dueño de esa voz y sí que lo hizo, una presencia muchísimo más intimidante de lo que era Murumuru, Deus Ex Machina, regente del tiempo y el espacio al parecer.

    Hey, Deus —movió su mano de lado a lado para llamar su atención, para después hacer una reverencia exagerada entre diversas risas —, ¿por qué tienes que molestarte en elegir entre todos ellos cuando puedes elegir la opción que te parezca más... divertida?

    >> Eres un dios, estoy seguro que tú y Murumuru saben todo lo que recorre nuestra cabeza, eligeme y estoy seguro de que ambos podremos tener algo de entretenimiento.

    Quizás era muy osado decir esas cosas así como así, pero no perdía nada de nada diciendo lo que rondaba por su mente, a fin de cuentas eso no lo haría parecer más loco que las personas que habían hablado, él solo quería diversión y al parecer los demás, solo buscaban sangre.

    ¿Qué almas tan perturbadas podrían ser esas mentes?

    ...

    Ja.

    No es exactamente el dialogo que prometí pero se asemeja al 90% (?
     
    Última edición: 29 Julio 2017
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    Fushimi Natsu

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    Resguardado dentro de aquel halo negro, me limité a sentarme en el suelo y oír a los demás en silencio. No sentía ningún interés por participar en el round de preguntas, lo mejor para mí hubiera sido que esa niñata se mantuviera callada y que el Deus explicase todo. Pero bueno, estaba acostumbrado a que las personas incordiaran mis intereses.

    Hasta ahora, sólo dos de las doce figuras que me rodeaban habían hablado lo suficientemente alto para ser escuchados por todos los demás. La primera inquiriendo una respuesta que, estaba seguro, hasta ese niñito de por allá conocía; el otro haciéndose el interesante frente al dios, como si las implicaciones del puesto fuese lo de menos.

    —Qué patéticos son... —murmuré, echando un vistazo detrás mío. El vacío bajo la plataforma me esperaba allí mientras que, sobre ella, espera impaciente que llegásemos al meollo de la situación en el día de hoy.
     
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    Fabian

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    Yo estaba ahí, quieto, no muy atento.

    Llegó a mí, muy de pronto y como llega un rayo a la tierra, un enorme malestar que era nauseabundo y estremecedor, pero se fue desvaneciendo a medida que esa voz infantil se introdujo en mi cabeza. Abrí los ojos no sin mucha lentitud y observé todo a mi alrededor: un enorme cielo azul, doce siluetas paralelas a mí, la pequeña criatura e, enorme pero no muy imponente, nuestro querido anfitrión, el dichoso dios. Así que todo este tiempo fuiste real, bastardo. Cuando por fin fui consciente de dónde me encontraba, pude respirar profundamente y componerme de una vez por todas. El ser transportado de un lugar a otro sin mi voluntad era algo a lo cual no me acostumbraba todavía.

    "Es por eso que vosotros estáis aquí, para poder continuar con mi legado." Así concluyó entonces Deus Ex Machina y, después de mucho tiempo, no pude evitar cuestionarme, con gran brevedad por cierto: ¿Por qué dios, uno muy distinto al de cualquier religión que haya estudiado dicho sea de paso, daba tal oportunidad a seres como nosotros? Fue después de plantearme esta pregunta que llegué a la conclusión de que muchas de las cosas que yo creía ciertas no lo eran, o más bien eran muy distintas. Por segundos deseé con todas mis fuerzas que Deus se desvaneciera ahí mismo frente a nuestros ojos: La nada inmediata. Dejé pasar todas aquellos detalles, naturalmente, mientras otras voces surgieron de repente y el asco volvió a mí en seguida. El ser humano era una aberración ciertamente. Siempre en busca de poder vacío, dispuesto a hacer cualquier para proteger exclusivamente sus intereses. Me pareció que el segundo individuo en participar fue sobre todo muy patético. También me pareció que más de uno se mostraba indiferente y prefería ahorrarse sus comentarios. Pero eran apariencias después de todo, apariencias, apariencias.


    Deus Ex Machina, supongo que debe haber algunas reglas especiales al tratarse de un juego que decidirá el futuro del todo— Me dirigí con voz grave y lenta, como de costumbre.— Quiero decir, ¿al menos tendremos alguna ventaja que nos diferencie del resto de personas? Me gustaría oír acerca de eso, ¿sabes?

    Dicho esto, ajusté mis gafas de sol con cuidado. Las cosas a partir de este momento serían diferentes. Por primera vez comprendí mi lugar en el cosmos: Yo seria quien pusiera fin al absurdo de la existencia, aunque eso significase rebajarme. Mi fin justificaba los medios, por supuesto que sí; yo era el elegido.

    Yo estaba ahí, quieto, tal vez muy atento.

    Por si las dudas, quisiera saber a quién le corresponde cada tipo de diario, si es que podemos elegir, si será secreto, etc
     
    Última edición: 1 Agosto 2017
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    Hygge

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    Deus Ex Machina aguardó en silencio los primeros minutos, envuelto en una atmósfera carente de sonido que empezaba a resultarle incómoda. Los humanos aún se encontraban inmersos en sus mundanos pensamientos, preocupados algunos por su propia estabilidad, mientras que otros, más cuidadosos y atentos que el resto, aguardaban a que fuera el resto el que empezase a darse a conocer. Durante breves minutos, aquella batalla de miradas ocultas en siluetas oscuras no parecía acabar jamás. El dios, inexperto en este tipo de situaciones, buscó la mirada de Murumuru con notoria impaciencia, deseando acabar con aquella reunión cuanto antes para dejar que fuesen ellos los que resolviesen las situaciones a su manera. Pero la niña por el contrario se estaba divirtiendo de lo lindo ante aquel panorama, ocultando su propia risa entre sus manos para que no llegase a sonar estridente.

    —¿Qué es lo que te resulta tan divertido, Murumuru? —Deus ladeó la cabeza, incapaz de comprenderla. La niña en cambio se retorció entre risas, flotando en el aire a unos centímetros del suelo sin poder contenerse.

    —¿Estás viendo sus caras, Deus? No puedo, no puedo, son demasiado divertidas —se carcajeó ella sola, incapaz de resistir aquellos rostros plagados de confusión, recelo y molestia que hacían su situación más divertida. Poco a poco fue calmándose, y en ese entonces se giró hacia los humanos, viendo como una de las mujeres parecía estar a punto de abrir la boca—. ¡Bingo, una pregunta! Adelante, Primera. ¡Sorpréndenos!

    "Tengo la sospecha de que éste no será un inocente concurso de preguntas y respuestas. Corrígeme si me equivoco, Deus, pero... ¿Es posible que para ganar haya que... MATAR?"

    La mirada atenta de Deus pareció iluminarse con un brillo que no supísteis definir en ese instante. Murumuru se giró hacia él, deseando ver la respuesta que estaba esperando desde hacía un rato, y observó sonriente cómo el enorme cuerpo del dios se levantaba de su asiento y observaba a la mujer atentamente. Durante unos segundos pareció estar meditando su respuesta, y finalmente, la dejó caer ante todos los presentes. Era la hora de la verdad.

    —En efecto, Primera. Estás en lo correcto —respondió, con su voz grave y profunda resonando por cada hueco de aquel espacio aislado. Resonando con mayor fuerza en aquellas personas que no estaban al corriente de ello, mientras que en otras pareció emocionarles la idea, o simplemente les resultó indiferente. Los rostros de cada uno se tornaron a los más variados que había visto jamás—. Este no es un juego cualquiera, y vosotros no sois personas cualesquiera. Habéis sido escogidos por una razón en particular: de algún u otro modo, no estáis cómodos con el mundo que os rodea. Queréis cambios, necesitáis cambios. Y solo vosotros, convirtiéndoos en dioses, podréis satisfacer vuestros deseos más profundos.

    >>Pero todo tiene un precio, y el convertirse en dios traerá consigo el mayor de todos: vuestra supervivencia, a costa de la de todas las demás.

    —En resumidas cuentas, lo que el vejestor... Digo, lo que Deus quiere decir es que debéis eliminaros entre vosotros hasta que solo quede uno. Y ese, en efecto, será el más dotado para convertirse en el nuevo dios.

    Las revelaciones, sin embargo, no parecieron acallar a todos los presentes. Los más espabilados no tardaron en asumir su situación y siguieron haciendo preguntas, cosa que a Deus pareció sorprenderle bastante. Murumuru miró al Séptimo con sorpresa, pues no se esperaba tantas confianzas de parte de un simple humano. Sin embargo, al buscar la mirada del enorme dios, fue recibida con una carcajada que duró escasos segundos. ¿Aquel humano de verdad le había hecho reír?

    —Tu osadía dice mucho de ti, Séptimo —su voz volvió a sonar tan imponente como antes, pero esta vez se podía entrever cierto tono de humor escondido en sus palabras—. No dudo en que nos darás un gran espectáculo, pero eso no será suficiente como para recibir un puesto como este. Quiero que me demuestres con acciones de lo que verdaderamente eres capaz. Poco importan tus palabras ahora.

    >>Si en ese instante logras demostrarme que es así, es posible que cambie de idea. Y esto va para todos y cada uno de vosotros.

    Murumuru se removió en su lugar, por primera vez guardando el silencio por más de cinco segundos. Parecía que comenzaba a interesarse de verdad en el cauce al que se estaba dirigiendo la conversación, y ya no necesitaba llamar la atención de ninguna forma. El resto de la charla se daría por sí sola, y así fue: un tercer participante continuó con aquella improvisada ronda de preguntas que definirían las reglas del juego en su totalidad.

    "Deus Ex Machina, supongo que debe haber algunas reglas especiales al tratarse de un juego que decidirá el futuro del todo. Quiero decir, ¿al menos tendremos alguna ventaja que nos diferencie del resto de personas? Me gustaría oír acerca de eso, ¿sabes?"

    Estaba esperando esa pregunta en concreto, Décimo. En efecto, ese es el punto al que quería llegar —Deus, mientras hablaba, dirigió la mirada hacia su ayudante, y con un solemne asentimiento de cabeza pareció comprender de inmediato a lo que se refería. La niña de inmediato chasqueó sus dedos, y frente a ella, en el centro de todas las plataformas, una pequeña mesa con trece objetos en concreto apareció ante todos ellos. El dios prosiguió con su explicación—. Como he dicho anteriormente, vosotros no sois personas normales y corrientes. Al haber sido elegidos como aspirantes a dios, todos vosotros recibiréis los llamados Diarios del futuro, unas herramientas que harán más interesante este simple juego de supervivencia. Cada uno de estos objetos que veis aquí son Diarios del futuro, con los que podréis predecir lo que os ocurrirá en un periodo determinado de tiempo. En ellos veréis escritas entradas que vuestros yo del futuro escribirán sobre su día a día, y gracias a ella, podréis anticiparos a los acontecimientos tanto buenos como malos que os ocurran de ahora en adelante.

    >>Todos son diferentes y únicos, amoldados a cada uno de sus portadores. Adelante, ahora es el momento adecuado para que escojáis el diario que más os guste. La utilidad de cada uno la comprobarán por sí mismos en su momento.

    Finalmente pareció llegar el turno de los portadores para pasar a la acción. Al acercaros podéis distinguir en primer lugar una pequeña libreta de mano, una agenda, una grabadora de voz y cinco teléfonos móviles: uno azul turquesa similar a otro de color amarillo, y otros dos blanco y negro respectívamente. Por último, uno rojizo destacaba sobre el resto. Debajo de estos encontráis aún más objetos: una tablet, un cuaderno de dibujos, un pergamino y un periódico. Por último, al fondo de la mesa quedaba una cámara de fotos instantáneas.

    ¿Qué diario escogerá cada uno?

    Cada diario será personal, nadie sabrá de su utilidad a menos que logren averiguarlo por vosotros mismos. Esto os otorgará una bonificación especial de la que hablaré más adelante. Por lo pronto, abriré un mp personal con cada uno una vez escojan diario, en el que se irán escribiendo las entradas de cada uno de sus diarios y explicaré su utilidad adecuadamente.
     
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    Nekita

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    Deus se tomó la molestia de explicar la sádica pregunta de la primera chica que habló, captando mi atención de una manera inevitable. Unas cuantas vidas por el poder de cambiar el mundo sonaba incluso mejor de lo que era, haciendo las cosas totalmente más interesante de lo normal a mis ojos, de cierta forma incluso lo encontraba justo.

    En cuanto a mi comentario, Deus pareció realmente divertido a mi comentario y eso no hizo más que dibujar una sonrisa en mi rostro, ni siquiera el leve rechazo dicho había eliminado mi sonrisa orgullosa.

    Espero que mis intentos de demostrarlo sean lo suficientemente eficientes como para complacerlo — asentí levemente y luego miré al señor que comenzó a hablar, sus palabras y su forma de hablar comenzaron a apagar mi sistema lentamente, era demasiado aburrido.

    Mis ojos lentamente se fueron cerrando hasta que la voz de Deus me trajo a la realidad de nuevo, presentando frente a nosotros los diarios que nos darían la ventaja necesaria y cuando el camino apareció, fui el primero en acercarme a la mesa con los diarios —Creo que este diario esta simplemente hecho para mí sonreí, totalmente complacido, tomando el teléfono móvil turquesa entre mis manos, y en vez de volver a mi lugar, me quedé allí, al lado de la mesa, quería ver qué cosa escogían los demás.

    >>¡Adelante! No sean tímidos, los diarios no muerden~
     
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    Angelivi

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    Mis espectativas quedaron complacidas a medias. Más de la mitad de los presentes seguían sin pronunciar palabra, signo del terror propio de un cobarde o del silencio digno de una mente astuta. El que más me llamó la atención era aquel que estaba cuatro plataformas alejado de mí, una esperanza de entretenimiento. En cuanto al Séptimo, bien, en primer lugar me ha parecido un simple bocazas con bastante poco que aportar, pero quizás podría estar equivocada. Vigilaré un poco sus movimientos.

    Deus saca los diarios que acaba de mencionar. Ahora sí que se ha puesto más interesante, acababa de entrar un factor estratégico bastante divertido. Miro al repertorio de diarios, con un poquito de reflexión puedo intuir las capacidades que deben tener los diarios más particulares. Escoger un teléfono móvil no era más que jugar a la lotería.

    ¿Eh? ¿Escribir entradas en un diario y dejar pruebas de tus planes? Eso no va conmigo, ni siquiera hay un color que vaya a juego conmigo. Estoy entre el bloc de notas o el pergamino... Hummm... Creo que me quedaré con el periódico, si me aburro al menos tendré un poco de lectura. Tal vez lleguéis a salir en primera plana y todo ¡Jijiji!

    Río después de soltar mi comentario sarcástico y espero atentamente a que el resto elija sus diarios.
     
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    EstebanDV

    EstebanDV Usuario común

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    Todos se están acercando a tomar un objeto, y al parecer yo tengo que tomar uno también por obligación. Bueno, pues a mal paso darle prisa. Comienzo a caminar a paso lento, formando el silencio entre todos, sentía sus miradas sobre mi, yo puse mi mira al objeto de mi interés. Al llegar frente el repartidor, extiendo mi mano tomando mi objeto clave.

    — Escojo este... — Pronuncie mi primera palabra con frialdad y seriedad.

    En mi mano yacía el pergamino, lo sostuve con firmeza con mi mano derecha mientras que mi mano izquierda seguía dentro de mi bolsillo. Sin mas, doy media vuelta y me coloco a lado de los únicos participantes que al parecer no se estaban orinando del miedo como las demás gallinas de por haya. Son bastante enanos...


    Aquí dejo un ejemplo de la voz de mi personaje
     
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  11.  
    Fabian

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    La respuesta de Deus fue suficiente para mí y me sentí verdaderamente agradecido; sin embargo, me pareció y solo me pareció, pues cualquier conocimiento se limita a las apariencias cuando uno se encuentra en la Catedral de la Causalidad, que la misma era mucho más de lo que al menos algún presente esperaba. Diarios del futuro, nada más ni nada menos, qué maravilla, no esperaba menos de un dios que se fiaba en las simplonas ambiciones de aquella perversión de la naturaleza. Miré por segunda vez a cada uno de los que ahora eran mi competencia. También miré, con mucho más cuidado esta vez, a las siluetas que se posicionaban en las bases de mi izquierda y mi derecha, respectivamente. Aquellas siluetas decían poco, pero ahí estaban la octava y la décimo-primera.

    Fue cuando Deus mostró los llamados Diarios que mi vista aterrizó, como un avión aterriza en el suelo, en el centro de todas las plataformas. Una mesa había surgido, y en ella se encontraban diferentes objetos que distaban mucho de ser lo que uno entiende tradicionalmente por un "diario".

    El primero en acercarse fue aquel bestia, el muchacho, quien no pensó demasiado y tomó un teléfono celular para luego quedarse ahí e invitar a quienes decidieran dar un paso adelante. Le siguió la mujer vulgar. Asumí, entonces, que era momento de imponer mi turno.

    Mucho en qué pensar, ¿no lo crees?— Estuve al menos 15 segundos frente al séptimo, con el rostro inexpresivo y la mirada directa hacia él. Por un instante sentí que podía ver su alma muerta a través de ese negro vacío que ocultaba su verdadera identidad. Tras el breve encuentro, me tocó elegir uno y pensé entonces que necesitaba algo familiar. Una agenda, como esas que solía utilizar para organizar mis horarios de docencia en la universidad, me resultó adecuada. La tomé sin más y regresé a mi lugar.
     
    Última edición: 1 Agosto 2017
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    Nekita

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    La sádica chica fue la segunda valiente en escoger su diario y... me decepcionó totalmente, cualquier expectativa que pudo haber sido elevado dentro de mí por los comentarios que lanzó en su momento, cavaron su tumba y la posible edad mental que esa silueta me trajo se multiplicó por cien al ver que realmente se llevó ese periódico, inclusive las libretas parecían más interesantes.

    Luego vino el que parecía ser el más anciano de todos y escogió algo que, para este punto no me sorprendía en lo absoluto: un pergamino, pareciera que la tecnología aquí no importaba demasiado (aunque consideraba que aquel viejo tenía algo de excusa, no lo imaginaba teniendo un teléfono celular aunque eso le causaba bastante gracia también).

    "Mucho en qué pensar, ¿no lo crees?"
    ¿Hm? Claro, pienso en que tantas cosas puede estar viendo en mí —sonreí de forma sarcástica, aunque no sabía si con esta "protección" se podría apreciar —, porque, sinceramente pienso que tendrías más que admirar en persona añadí algo más divertido, notando como tomaba una agenda, él había mejorado un poco la selección.

    Mientras tanto, los demás parecían indecisos todavía, ni siquiera parecía que quisieran moverse —¿Qué? ¿Me tocará repartir diarios? Eso sería interesante...
     
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    Fushimi Natsu

    Fushimi Natsu Fanático

    Leo
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    "¿Qué? ¿Me tocará repartir diarios? Eso sería interesante..."

    —Pero qué tipo más molesto —sentencié mientras me levantaba de mi lugar y me encaminaba hacia la recién aparecida mesa. Séptimo, así es como lo llamó Deus.

    En mi camino, pasé junto a las difuminadas formas de la Primera, el Décimo y... Bueno, un sujeto más que hasta ahora no había hablado. Me preguntaba cuál sería el significado para tales apodos.

    Ellos ya habían escogido sus Diarios del futuro y permanecían allí para ver las elecciones de los demás. Como si eso ayudara de algo, tontos.

    —Este es el mío —murmuré, agarrando la pequeña libreta de mano. Al menos con su tamaño sería sencillo para mí el guardarla y cargarla a todos lados.
     
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    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Octavo

    —Así que... al fin podré traer justicia a este mundo ¿Eh?

    La idea de matar a doce personas no me hacía demasiada gracia pero, si a cambio de eso podía convertir al mundo a su versión ideal, entonces era un precio justo.

    Avancé hasta donde estaban todos los diarios. Eran bastante diferentes y, de pura vista, uno no podía saber cual sería su función.

    —Supongo que en un "juego" de matar, el rojo nunca viene mal —tomé el celular rojo entre mis manos y, tras examinarlo un poco, me lo guardé en bolsillo.

    >>Me disculpo de antemano por tener que matarlos —hablé en general, con tono amable y sonriendo cordialmente —, pero su sacrificio será en pos de un mejor mundo. Podrán irse con la conciencia tranquila, si es que aún la tienen.
     
    Última edición: 30 Julio 2017
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    Lucas Diamond

    Lucas Diamond Dios de FFL

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    Cuarto

    Miedo. Supongo que no había otra palabra para definir mi situación actual. Me encontraba sobre una plataforma bajo la cual no había nada, sino vacío. Una caída de un largo periodo de tiempo, adivinaba. Me senté sobre la plataforma y me abracé a mis piernas recogidas, en un intento por recuperar la calma, por esconderme. ¿De quién? De aquellas doce sombras que había en el enorme palacio en el que me encontraba.

    Doce siluetas oscuras, imponentes. Sin compasión. Doce siluetas que solo querían poder, corruptas, probablemente. Y-yo... P-por qué habría aceptado. Cerré los ojos con fuerza, para no ver a los demás. Me rodeaban, querían hacerme daño. Eran malos... La gente era mala. ¡Yo no les había hecho nada, jo! Una voz iba mientras soltando una charla de lo más aburrida que dejé de escuchar desde casi el comienzo. Estaba demasiado tenso para atender a explicaciones, solo quería salir de ahí.

    Efectivamente, todos estábamos buscando ser el nuevo Dios que controlara el mundo para fines diversos. Ahora tendríamos que ganarnos el puesto, pero... ¿a costa de qué?

    "Matar".

    Escuché de repente esa palabra y como un relámpago atravesó mi cuerpo, provocándome un escalofrío. ¿Por qué matar? ¿Por qué la muerte para aquellos que solo quieren ayudar al mundo? ¿Por qué yo...? No quería hacerle daño a nadie, jo. No quería verme metido en esto...

    Muchos de los presentes en la sala empezaron a dialogar con el Dios, pero por mi parte no habría respuesta. Aún seguía acurrucado en el suelo, esperando poder huir cuanto antes. Era sin duda el más joven.

    Uno de los participantes pidió entonces algo de ayuda a Deus Ex Machina y este nos ofreció una serie de objetos muy variados, cada cual con una función distinta. Aquellos que habían hablado fueron rápido a coger su pertenencia, pero yo me quedé oculto aún, en mi plataforma, esperando pasar inadvertido. Una vez vi que la gente parecía ocupada en sus conversaciones, me encaminé a paso lento y sigiloso hacia los diarios. Había muchos restantes: unos teléfonos negro y blanco, una cámara de fotos, una tablet... Ugh, todos eran demasiado "tecnológicos", demasiado modernos. Demasiado humanos. Ninguno llamaba especialmente mi atención.

    —... oh... —solté sin pensar, y rápidamente me llevé mis dos manos a la boca sobresaltado, y me mantuve inmóvil un par de segundos. No quería que nadie me viera y ese pequeño sonido podría haberme delatado. Yo... ay, no... Si alguien... ¡No, no, no! No por favor... No...

    Pero todo tenía su lado bueno. Había encontrado un diario, ¡al fin! Ese era perfecto. Había un cuaderno de dibujos de lo más pintoresco. Al menos con él, cuando me escondiese podría ponerme a pintar y entretenerme. Le haría un dibujito a Manu, para que cuando saliese de aquí lo viera y supiera que siempre lo tenía en mente. Jo... lo echaba tanto de menos... ¡Pero no era momento para estar triste! Volvería a verlo, estaba seguro.

    Los comentarios que iba escuchando de la gente resultaban realmente aterradores. Todos pensaban matar sin piedad, querían la muerte para alzarse con el poder. Ellos... M-monstruos... Corrí de vuelta a la plataforma, huyendo de aquellas bestias. Notaba mi rostro húmedo, probablemente estaría soltando alguna lagrimilla ya.

    Esto no iba a ser fácil.

    jfabl no me gusta cómo ha quedado pero bueno ;__;
     
    Última edición: 31 Julio 2017
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  16.  
    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Tercera

    Lo primero que mis ojos hicieron fue moverse entre todas las oscuras figuras, intentando descubrir que es lo que escondían las misteriosas sombras. Lo único que pude sacaren claro es que éramos 13 personas muy, muy diferentes. Había desde un niño pequeño hasta un anciano, pasando por los más jóvenes.

    Quise imaginarme qué clase de personas se escondían detrás de aquellas sombras, pero finalmente mi atención se centró en la niña que no paraba de hablar y, aun más importante, en la enorme figura de Deus. ¿Ese era nuestro Dios? ¿Un ser macabro y maligno que se empezaba a desvanecer y qué debía escoger a trece personas para que lucharan entre ellas y así decidir al siguiente Dios? Parecía la trama de un libro ficticio.

    Sin embargo, tras escuchar las preguntas de los demás y, mejor aún, las respuestas de Deus, un particular brillo apareció en mis ojos. Eso significaba, ¡la aventura final! ¡La mayor de las aventuras que podría tener en toda mi vida! Si salía bien, sería Dios, lo tendría todo. Si salía mal, moriría, no tendría nada. Todo o nada, la apuesta definitiva.

    Llevé las manos a mi espalda y las entrelacé, sonriendo y perdida en mis ideas.

    Después llegó la hora de escoger un diario. Un diario que nos daría información sobre el futuro y nos ayudaría a ganar este juego de supervivencia. Observé como eran y
    a varios los que habían escogido lo suyo y me acerqué para ver las posibilidades. Habías cosas ciertamente extrañas.

    —Teehee~ Este pequeñín para mí~ —murmuré, cogiendo el teléfono móvil de color amarillo. El color de la mala suerte, eso lo haría más entretenido, ¿no? Jugar con el azar~
     
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  17.  
    Etihw

    Etihw ghost Comentarista empedernido

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    ¿Soy la única a la que le cuesta horrores hacer primeros post y llevarse bien con su personaje? (?) i feel so lonely idk what to do :c
    oh y me copio la idea de los colores yay (?

    Doceavo~

    Observaba todo en silencio. Impasible. No sabía cómo reaccionar, ni tampoco qué decir. Simplemente observaba y escuchaba.

    No entendía realmente por qué me encontraba en aquel lugar tan… irreal, flotando en la nada rodeado por extraños. ¿Por qué no escoger mejor un espacio cálido en el cual sentarnos cómodamente? Las palabras de Deus atravesaban huecas en mi cabeza, impidiéndome aún darme cuenta del significado tan grande que tenían estas.

    “Así que… ¿matar? Hum, okay, matar.” Pensé sin darle más vueltas. De todas formas no conocía a nadie, si no me encariñaba estaba seguro de que eso sería pan comido.

    Pero yo mismo sabía que eso no iba a pasar.

    Aún así traté de centrarme en sus siguientes palabras. ¿Diarios del futuro? Debía admitir que aquello me estaba empezando a emocionar. ¿Qué clase de objetos serían? ¡Deseaba verlo ya! Aunque… ¿sería bueno acercarme a la vez que los demás?

    "¡Adelante! No sean tímidos, los diarios no muerden~"

    Oh, el mismo chico de antes. El chico que no se cortaba ni un pelo al hablarle a un ser superior a él. Eso sí era tener agallas y, debía admitir, me agradaba. Me quedé observando su silueta sin saber por qué, sin prestarle atención a nada más. Me acerqué despacio, sin desviar la mirada, observando a su vez cómo hablaba con otro muchacho, que la verdad, poco me importaba en ese momento.

    "¿Qué? ¿Me tocará repartir diarios? Eso sería interesante..."

    Mis mejillas enrojecieron al darme cuenta de que me había quedado embobado con su presencia, olvidando la existencia de aquellos... bueno, no sabía realmente ni lo que eran. Así que aligeré el paso hasta llegar a la mesa, cerca del muchacho.

    Los demás pronto se estaban acercando, cogiendo sin dudar un "diario" de aquellos. Pero, yo, ¿cuál debería coger? ¡Uhhh! Era difícil. ¿Por qué debían hacerme elegir? ¡Deus, rayos, que yo soy muy indeciso! Que ya me tiro la vida entera para escoger qué mantel poner en mi mesita de noche, puf.

    "Me disculpo de antemano por tener que matarlos," levanté la cabeza al instante, un poco confuso por aquellas repentinas palabras, sonaban tan amables y sinceras que... uh, qué escalofrío... "su sacrificio será en pos de un mejor mundo. Podrán irse con la conciencia tranquila, si es que aún la tienen."

    —Sí, sí, sí, lo que tú digas, no te anticipes tanto —murmuré entre dientes, fastidiado porque cada vez quedaban menos objetos y seguía sin decidirme. ¡A ver, que nunca se sabe con qué te puede salir cada cosa, eh!

    Volviendo la vista a la mesa me encontré con una pequeña mano cogiendo el cuaderno de dibujos y corriendo de nuevo hasta su lugar. Era pequeño... Oh, dios, ¿qué hacía un niño aquí? ¿Y teníamos que matarnos? ¿De verdad?

    "Madre mía, esto va a ser verdaderamente imposible, ¿qué voy a hacer yo ahora?"

    Con un suspiro y algo de temor, cogí el teléfono móvil blanco. Al menos aquel color tan puro lograba apaciguarme un poco. Y así, con algo de decisión, me giré hacia el muchacho al que ahora conocía como Séptimo. Y avergonzado, aparté la mirada y me dirigí a Deus, algo perdido al respecto.

    —Uhm, hey, D-Deus... ¿podemos comunicarnos con los demás que tienen teléfonos? —Algo abochornado le lancé una rápida mirada a la silueta de Séptimo, sin saber por qué—. Digo... suena extraño, pero... no sé. ¿Cómo nos comunicaremos contigo si hace falta?
     
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  18.  
    Hygge

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    Acuario
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    Cuando más de la mitad de los presentes escogieron finalmente su propio diario del futuro, Deus asintió en silencio, satisfecho con la escena ante sus ojos. No dejó pasar desapercibido a aquellos que no abrieron la boca hasta entonces, quizás aún sorprendidos por el lugar en el que se encontraban o, por otra parte, deseaban analizar en silencio a quienes conformarían su grupo de enemigos, y en base a sus elecciones, escogerían su propio diario. Su intención era esperar a que todos terminasen la elección, pero pronto sintió la mirada de Murumuru, penetrante, observándole desde las plataformas. Su atención se encontraba puesta en su brazo, el cual había comenzado a perder otra pequeña parte más. Abrumado por este detalle, escondió su articulación bajo la capa, y carraspeó para dejarse oír entre la multitud. Murumuru tenía razón: no podían prolongarlo por mucho más tiempo.

    —Bien, la elección ya ha sido escogida. Vuestras vidas dependen, literalmente, de lo bien que atesoréis esos pequeños regalos que os hemos brindado. Todo poder conlleva una gran responsabilidad, y en este caso, si vuestro diario del futuro cae en malas manos y acaba destruyéndose, vuestras vidas habrán llegado a su fin —sentenció, captando la atención de la multitud ante la sorpresa de la noticia—. Espero que sepáis emplearlos sabiamente, porque de ellos depende vuestro destino y el del resto de jugadores. Todos ahora estáis unidos entre sí, queráis o no admitirlo. Quién sabe cómo acabará todo, o las alianzas y traiciones que podrán formarse a lo largo del juego...

    >>De vosotros depende saber confiar en el otro o no.

    "Uhm, hey, D-Deus... ¿podemos comunicarnos con los demás que tienen teléfonos? Digo... suena extraño, pero... no sé. ¿Cómo nos comunicaremos contigo si hace falta?"

    El dios del tiempo y el espacio se giró entonces hacia aquel chico, el Doceavo, súbitamente sorprendido ante sus palabras. Sin embargo, fue la pequeña niña la que, flotando entre los jugadores, se aproximó hasta el chico y acabó colocándose frente a frente, cruzando los brazos con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Sus cejas se encontraban arqueadas, como si supiese algo que el resto no se llegó a percatar sobre aquel muchacho.

    —Vaya vaya vaya, recuerdas que el resto son tus enemigos, ¿verdad? —rió, llevándose las manos a la boca con diversión—. Podrás comunicarte con aquellos que tengan móvil, claro, pero para eso os tendréis que dar los números, ¿no? Si el otro acepta, podrán comunicarse las veces que quieran. Digamos que es la pequeña ventaja que tienen los móviles, teehe. En cambio, podrás hablar con Deus o conmigo cuando quieras, ¡estaremos pendientes del espectáculo! Oh, eso me recuerda... ¡que se me queman las palomitas! —y antes de echar a correr hacia quién sabe dónde, se acercó al oído del chico con disimulo cuando el resto comenzaba a marcharse a sus plataformas, y le susurró—. Buena suerte, casanova. ¡Jeje!

    Deus observó a su ayudante marcharse hacia su sala con una sonrisita en sus labios, confuso, mas no era momento de distraerse con tonterías. Volviéndose hacia todos los presentes, les indicó que se dirigiesen una vez más hacia sus correspondientes plataformas. Una repentina luz blanca comenzó a emerger bajo sus pies en cuanto estos hicieron contacto con el suelo.

    —Es hora de dar comienzo al juego. Aquellos que porten un diario entre sus manos sobre vuestras plataformas serán dirigidos hacia el área donde se desarrollará todo. Mientras tanto, yo aguardaré aquí a la espera de que los últimos por escoger acaben uniéndose a vosotros más tarde —poco a poco su voz empezaba a hacerse más y más lejana, y la luz que os envolvía comenzó a volverse más fuerte. La voz de Deus se dejó escuchar por última vez, resonando en vuestras cabezas con fuerza—. Buena suerte a todos. Te estaré esperando, ganador.

    Lo último que alcanzaron a ver fueron las siluetas de los jugadores desapareciendo una tras una, hasta que la luz blanca acabase envolviéndoos por completo.

    Abriré el tema correspondiente para dar inicio como se debe al rol, ¡la espera ha acabado! Mientras tanto, Bruno EVF Rojo FireRed Nami Roronoa podréis uniros cuando podáis posteando el diario que escogéis, y os uniré al tema junto al resto.

    Ahora sí, ¡buena suerte a todos!
     
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    Angelivi

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    Observo a todos los participantes, sus elecciones me pueden decir cómo piensa cada uno... o puede que no. Puede que solamente se hayan dejado llevar por su intuición o hayan escogido por azar. De todas formas, tengo la sospecha de que la elección de mi diario fue la más acertada, si mi teoría sobre los poderes que podían poseer cada diario era correcta, este periódico sería una herramienta que encajaría perfectamente con mis planes. También cabe la posibilidad de equivocarme, lo que solo daría un pequeño giro interesante para el juego.

    Cuado Deus creyó haber esperado el suficiente tiempo, o mejor dicho, cuando creyó haber perdido el suficiente tiempo y fue azuzado por alguna cosa que no alcancé a distiguir, nos habló por última vez en la Catedral de la Causalidad. Así que ya estábamos listos... Nunca se está listo, solo mejor o peor preparado. Por supuesto, yo era de las que mejor preparadas estaba; pero tampoco quiero subestimar a mis oponentes, aún no tengo los datos suficientes para hacerlo.

    Las plataformas comienzan a brillar, está claro que dentro de poco abandonaremos este lugar. No puedo irme sin despedirme como es debido, quiero dejar un pequeño regalito a mis "compañeros". Avanzo dos pasos, quedándome al borde de la plataforma, dejando entrever mi silueta.

    Parece que aquí se separan nuestros caminos. Espero que no muráis demasiado rápido, la fiesta acaba de comenzar. Si buscáis un poco de ayuda podéis intentar buscarme, quién sabe las alianzas que necesitaréis forjar. Puede que hasta una alianza con el diablo suponga vuestra salvación en este Juego de Supervivencia. Hasta entonces, no os matéis demasiado. Os veo luego, chaoo. ❤

    Finalmente desaparezco rodeada por la luz, dejando atrás la sombra de mi ser. El juego ha comenzado...

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    Última edición: 2 Agosto 2017
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  20.  
    Nekita

    Nekita Amo de FFL

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    Finalmente parecía que la idea de que repartiera diarios había incentivado a otras siluetas a acercarse para escoger (nunca mejor dicho) su futuro y no dejarlo en manos de un chico totalmente desconocido y agradable como lo era yo, que oye, quizás no fuera tan malo a fin de cuentas pero trataba de comprender sus razones para escoger su propio futuro.

    La octava silueta tomó el celular rojo, la cuarta silueta, la más pequeña tomó el objeto que esperaba: el cuaderno de dibujos, la tercera tomó el celular amarillo y finalmente la doceava silueta, que, desde hace unos cuantos minutos había mantenido su mirada en mí.

    No era algo que me molestaba, realmente era todo lo contrario y en principio me divertía un poco la indiscreción que estaba teniendo al respecto, pero lamentablemente para el chico yo no me estaba centrando tanto en él, prefería mantener una vista en todos los presentes.

    "Uhm, hey, D-Deus... ¿podemos comunicarnos con los demás que tienen teléfonos?"

    Doceavo parecía que tenía ideas un tanto curiosas para mi sorpresa, y a decir verdad era algo que no había pensado del todo y no parecía mala idea. Sin pensarlo demasiado, abrí mi celular en busca del número telefónico, luego cuando Murumuro pareció dar el visto bueno y con el tiempo en contra por nuestra ida por el inicio del juego, era el momento de actuar.

    Me separé de la mesa de los diarios y detuve el andar de Doceavo a su plataforma al tomarlo del brazo, luego aproveché para acercarlo a mí y poder acercarme a su oído y murmurarle el número telefónico con una sonrisa en mi rostro —Esperaré tu llamada, doceavo —mi agarre sobre él terminó y me dirigí a mi plataforma con tranquilidad.

    Miré a Deus y me despedí con un leve movimiento de mano para después centrar mi vista en el curioso chico —¡Hey, Doceavo! Encuentrame —una risa salió de mis labios y finalmente, la luz blanca terminó de cubrir mi cuerpo.

    Ni siquiera podía asegurar que eso podía resultar en una alianza, y ni siquiera sabía si ese chico tenía aptitudes de pelea pero... podría ser algo muy divertido y eso era lo único que le interesaba ahora.
     
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