Explícito [Historia Ilustrada || Self-insert] Castigo.

Casilla 12 de Serpientes y Escaleras.
Tengo años sin publicar una historia ilustrada.
Help.
Como siempre, pertenece a Cielo Nocturno.

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Castigo

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Los pensamientos avanzan a toda velocidad, nada es capaz de detenerlos.

Dolor.

Odio.

No hay más.

Escucho su voz al otro lado de la línea. Suena desesperado, ansioso, al borde de echarse a llorar y la ira que siento ante los causantes de esto no me deja hablar.

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Siento la garganta cerrada, no entra aire y mucho menos soy capaz de producir palabra alguna.

Quiero gritar, maldecirlo todo.

Reclama porque nunca puedo decirle nada, porque solo consigo escucharlo pero no responderle y, cuando lo logro, no es lo que desea escuchar.

Cuelga.

Intento disculparme por mensaje de texto, pero desaparece.

La velocidad vertiginosa de mis pensamientos no hace más que aumentar.

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No quiere hablar.

Huyó.

Se mató.

El corazón se me descontrola en el pecho.

Se mató.

La saliva espesa no me deja tragar y parece que va a bloquearme la garganta.

Se mató.

Es mi culpa.

No pude decirle nada.

Es mi culpa.

Está muerto.

El llanto empieza a ahogarme, mezcla de ira y dolor emocional.

Está muerto. Está muerto. Está muerto.

Mi lobo.

No aguanto más. No puedo soportarlo. No sé qué hacer con estas emociones que rebotan.

Tomo a tientas la navaja, deslizo la cuchilla fuera de su montura plástica y la miro durante unos minutos. Me tiembla el pulso.

Está muerto.

Duele. Duele. Duele. Duele.

Le hacen daño y me duele a mí, ¿qué es esto?

Demasiadas emociones. Demasiadas.

​

Una, dos, tres veces, hasta que brota un hilo de sangre.

Lo repito hasta que el tren de pensamiento se ha detenido, incapaz de enfocarse en algo más.

Rasguños. Rasguños.

Uno por encima del otro, superficiales, pero específicos. Este breve dolor tiene forma, es palpable.

No dejar sanar las heridas es mi castigo por no haber podido ser útil.

Rasguños.

Castigo. Es eso lo que merezco.

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