Caricia Vacía

Aquí vengo con otro Drabble/Shot original, es algo personal, pero sé de ante mano que muchos se sentirán identificados con esto, sino, soy una especie rara de ser humano. Un placer escribir, y hacerlo de corazón, así duela.

571 palabras.​

Caricia vacía​

Siendo hija hago énfasis en esto, somos egoístas, demasiado. No es que la situación no sea adecuada, no es que no me den oportunidad, es que yo no la aprovecho. Miré con los ojos empañados al frente, ¿por qué siempre metía la pata?, ¿por qué nunca podía decir “lo siento”?, ¿sería orgullo?, ¿o vergüenza?

Todavía no tengo claro lo que siento cuando me equivoco de semejante manera, ¿sería miedo? Miedo a crecer, temor de lo que me espera al alejarme, libertad, la ansiada libertad de todo adolescente, no, la mayoría esconde querer la libertad por no enfrentarse a los otros.

No comprendo claramente por qué abrazamos a gente que conocimos hace sólo dos horas y a nuestros padres sólo cuando nos dan algo que queremos. ¿Y qué quieren ellos? Que seamos alguien en la vida, personas de futuro y porvenir, pero no nos dicen lo que quieren ahora de nosotros, en este instante, mientras estamos aún bajo sus alas, y siendo desagradecidos decimos “no soy un bebé”, cuando por dentro lloramos.

He visto llorar a mi madre dos veces, a causa de mis hermanos, pero, ¿cuántas veces habrá llorado por mi culpa y no he estado allí para consolarla? Para darle un abrazo, poner de mí parte en nuestra relación. Porque al fin y al cabo siento que nos damos una caricia vacía todos los días, simple educación «Buenos días» Acompañado de un beso en la mejilla, y ya. Sólo eso. No encuentro sentimiento en ello, debe haberlos, sí, ocultos detrás de nuestra máscara de “no soy un bebé” y detrás de la de ellos “tengo que protegerlos”.

Como hijos pedimos espacio, es nuestra vida, no la controles, yo hago lo que quiera, bal, bla, bla. Cháchara de nuestra parte, de mí parte. Me quiero disculpar, decir ahora un “lo siento mamá”…Pero hasta allí, un “no volverá a pasar” no figura, porque, aunque yo no quiera pasará otra vez, caeremos de nuevo en un círculo vicioso, hago lo que quieres cuando te enojas, y espero que te enojes para hacerlo de nuevo. ¿Qué ganamos con esto, qué gano yo con esto? Nada, dolor, inconformidad, quizás odio, odio hacia uno mismo, desprecio.

Y no importa si digo esto, si lo escribo o lo hago público, quizás lo haga, es lo más probable. Pero les aseguro algo, no tendré el valor suficiente para tragarme mi orgullo y mostrárselo a mi mamá, no podré hablarlo, pero al menos puedo hacer que lea mis palabras, pero, con lo cobarde que soy ahora, con lo estúpida y miedosa que soy ahora, dudo mucho que coja el valor suficiente para ir, imprimir esto y dárselo a mi mamá, con una linda posdata que diga “Te amo” ―la imagino llorando, pero, ¿luego qué? Volveré a lo mismo―. Porque, a quien le debo decir siempre que lo amo, no lo digo, porque, es más fácil llevar el rechazo de alguien que no conoces, que afrontar el temor ―porque es sólo eso, temor―, sabiendo que no serás rechazado por la persona que más te ama en el mundo.

Y cada día afronto esto, cada día le hago creer a mis padres que todo está bien, cuando no es así, no es fuera del hogar los problemas, es dentro. El concepto de familia salió volando por la ventana para no volver, sólo somos conocidos con cierta cordialidad mayor, que compartimos techo y sangre. Es simple, nos conformamos con una caricia vacía.