Camino de la Playa

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La playa era extensa, pero un bonito paisaje. Tanto Amar Singh como Vincent Reynolds caminaban a la par, siguiendo los pasos de sus acompañantes. Amar Singh iba un poco retrasado, iba cargado demás. Vincent caminaba a zancadas, disfrutando el día caluroso. —Muchacho, ¿cómo te llamas? —le preguntó a Duart, mirando su aspecto. Amar Singh no agregó nada, no era una pregunta para él. —La isla parece enorme, espero que su extensión no sea un problema para el resto. Lo mejor sería no dividirnos, ¿qué dicen ustedes? —Singh gruñó. —Pensé que el resto vendría por aquí; el capitán sabe que no tenemos que separarnos. —Reynolds asintió, dándole la razón. —No depende de nosotros, Amar. —caminaron unos metros hasta encontrar algo interesante. Había unos cuantos botes en la orilla, si podían ver un poco más, se alcanzaba a ver otra isla cercana. Podrían utilizar esos botes para llegar ahí.
También había una cueva entre el follaje, oculta. ¿A dónde llevaría?

Siguiente camino por tomar. (Recuerden que pueden tomarlo juntos)

a) Tomar los botes e ir a la isla.
b) Entrar a la cueva.

@EN Auditore @Bruno EVF ​

 

Duart Blint

El hombre que acompañaba a una chica me sacó de mis pensamientos con aquella pregunta. Los demás parecían que estaban tardando en decidir que hacer o habían elegido la extraña selva, por supuesto, mis pensamiento estaban puestos en otro lugar, estaba mirando el mar en la lejanía y luego pateaba levemente la arena blanca. Mi "escolta" estaba varios pasos detrás de mi cargando la mayoría de las cosas, yo sujetaba fuertemente la lanza en mi mano izquierda, a veces utilizándola como apoyo, mientras la suave brisa y el olor a libertad chocaba con mi rostro.

—Soy Blint, Duart Blint, señor... ¿Vincent?—pregunté dudoso era lo único que recordaba de las presentaciones del capitán.—¿Quién es su protegida?—pregunté refiriéndome a la chica que parecía feliz por estar en un lugar como ese, parecía demasiado... ¿Alegre? Quizás más libre, aún asi, de cierta se me hacía extrañamente conocida, como si la hubiese visto antes.

—No creo que dividirnos, sea lo mejor, señores... No sabemos que podremos encontrar en el lugar y mucho menos si sólo dos personas lo podrán manejar.—respondí echándome levemente de hombros antes de mirar el sol que hacia sudar mi frente.

Llegamos nuevamente a un lugar en el cuál podíamos decidir entre dos lugares. "¿Dividirnos o permanecer?" me preguntaba. "¿Porqué habría un islote tan cerca?", "¿Qué habrá en el interior de aquella caverna?" me preguntaba mientras me detenía, confunso, pero bueno... No yo no era el único involucrado en la travesía.

—¿Qué creen los señores y la señorita sobre esta decisión?—pregunté con una leve sonrisa sin girarme simplemente mirando, con la lanza en mi mano, los dos lugares que podíamos escoger.

 

—Vincent Reynolds; escolta de la señorita Davenport, Helena. —sonrió levemente, señalando con el mentón a la joven ex monja. Amar Singh los alcanzó, llegando a ver las dos opciones. Miró la caverna con recelo, no le gustaban los lugares pequeños. —¿Qué habrá en aquella isla? —inquirió, curioso. Vincent negó. —No tengo la menor idea. Pero no creo que el Druida esté allí, ¿no? Lo pondría muy fácil. —Singh gruñó. —No perderíamos mucho tiempo en ir a ver. —Reynolds afirmó, sin estar muy seguro de las palabras de su colega. El islote si bien no estaba lejos, ¿qué podría tener para ellos? —¿Que opina, señorita Davenport? —cuestionó Vincent, girando a verla.

 

Helena

Era, sin otra palabra que mejor la describiese, hermosa. Nunca había visto aguas tan azules ni un cielo tan limpio, libres de la contaminación de las fábricas de la ciudad. Helena reprimía exclamaciones de alegría, las cuales terminaban saliendo apenas convertidas en suspiros, en tanto que sus ojos se movían en todas las direcciones posibles. El lugar era tan vasto, que no podía decidir en qué sitio de tanta belleza enfocarse. Pensaba que si el famoso Paraíso del que tanto hablaban en el convento existía, debía tratarse de la isla que estaba pensando. Se llevó las manos a la boca para contener la risita.

“Ojalá pudiera ver la envidia en sus caras” pensó con una sonrisa pícara.

El trayecto fue muy ameno. A decir verdad, Helena se sintió más atraída por la idea de internarse en la selva, pero cambió de opinión al notar que el chico de nombre misterioso había decidido tomar la senda de la arena, acompañado por Amar Singh. No iba a dejarlo escapar sin saber su nombre.

La revelación le llegó al cabo de unos minutos. Se llamaba Duart Blint. Nunca había oído un nombre semejante; mas, le pareció bonito, aunque no tanto como el de Vincent. Siguió caminando en silencio, dedicada a admirar la isla.

Al cabo de un rato, se presentaron ante ellos dos caminos posibles que no tardaron en generar un pequeño debate. Se sobresaltó un poco cuando le preguntaron su opinión… Se sentía… Raro… En el convento, nunca se habían interesado por lo que ella pensaba, y eso que ella vivía contando a los cuatro viento lo mucho que la aburría aquella vida que había dejado atrás.

—No me gusta la idea de meterme en una cueva —respondió, mirando hacia la entrada de la misma— Son oscuras, tristes y frías… Me recuerdan a la Iglesia, ugh —esbozó una mueca de disgusto, la que no tardó en ser reemplazada por su radiante sonrisa—¡A lo mejor el druida se esconde en la isla más pequeña, esperando que perdamos el tiempo buscándolo en ésta!

 

Duart Blint

Me quedé pensativo observando al pequeña encrucijada en la que estabamos. Todos habíamos dado nuestro punto de vista referente a la situación, toqué mi barbilla mientras alzaba mi vista para observar los rayos del sol que se extendían en el cielo.

—¿El agua estará infestada de tiburones?—pregunté casi sin pensar demasiado, la distancia parecía mínima, pero a a vez parecía que la profundidad sería considerable, lo menos que necesitabamos era un grupo de peces asesinos siguiéndonos.—Yo votaría por a caverna, en realidad, me parece la forma más sencilla de llegar al centro de la isla, quizás inclusive encontremos un río subterráneo o aún más, una salida alterna a un camino que nos permita reunirnos con los demás.—dije alzándome levemente de hombros.—El islote me parece sólo una forma de distraernos de nuestro verdadero destino... Creo que en algún lugar dentro de la espesa selva se encuentra aquel poder que no entendemos.—respondí suspirando levemente.—Así que creo que lo correcto es tomar la ruta de la caverna.—respondí con decisión mirando a las tres personas que me acompañaban.

 

Tanto Amar Singh como Vincent Reynolds escucharon a sus acompañantes. Intercambiaron miradas entre si antes de que Vincent le respondiera a Duart. —Seguiré el camino que la señorita Davenport elija. El mar se ve tranquilo, pero nunca se sabe que puede esconder esas profundidades. Eso es lo interesante, supongo que esta isla tendrá miles de opciones para tomar rutas. —Amar Singh gruñó, cansado de tanta charla. —Escoja el camino, le seguiré sin importar cuál sea. —dijo Amar, golpeándose el pecho. —¿Está seguro que quiere ir a la cueva? Vamos entonces. —Vincent sonrió, sabía que a su compañero le costaba socializar, Singh era un sujeto más pegado a la acción que a una charla frívola. —¿Señorita Helena? ¿Se decidió por nuestro destino?

 

Helena

—No, no, no ¡”Señorita” no! —la joven sacudió una mano frente al rostro de Vincent, torciendo los labios en una mueca— Llámame Helena a secas, ¿sí? Suena menos distante así, Vin —le dirigió una sonrisa divertida, que se apagó un poco cuando comenzó a procesar las ventajas y desventajas de tomar uno u otro camino. Ciertamente, no le atraía la idea de ser devorada por peces cuando no había pasado un hora desde su llegada ¡Había mucho por ver en la isla!

—Las cuevas son tan tristes y oscuras, repletas de murciélagos —suspiró, rememorando su vida en el convento, tan indistinto para ella de una cueva—. Pero creo que, de momento, es la opción más segura… ¡Pero…! —señaló a Duart con un dedo acusador— Has ganado esta ronda, “Du”. Como el druida esté en la isla más pequeña, deberás pagarme un almuerzo cuando regresemos —y dicho esto, le sacó la lengua.

En el fondo, le molestaba tener que adentrarse en la cueva, pero la reflexión del muchacho la había asustado.

 

—Entonces tomaremos los cuatro la cueva, señori... Helena. —Vincent carraspeó con su garganta antes de caminar hasta la cueva. Acercándose un poco más, pueden ver que una enorme roca parece obstaculizar la entrada. Amar Singh tocó la piedra, acariciándola con las yemas de sus dedos. —Hm. Parece que alguien no quiere que entremos por aquí. —Reynolds afirmó, acercándose. —¿Por qué estaría la entrada sellada? ¿Es una advertencia o...? —Amar gruñó algo por toda respuesta y comenzó a buscar un punto para poder empujarla, hasta que lo encontró. La única forma de sacar la piedra del camino era empujándola con fuerza hacia dentro.

Contenido oculto

@Bruno EVF @EN Auditore bien, sean bienvenidos a la cueva! muejejejeje. Todos, tanto Helena con Vincent y Duart con Amar, tendrán que sumar un total de 300 en fuerza entre los cuatro para poder mover la piedra. La misma tiene una resistencia de 30. Lo que tienen que hacer es en cada post lanzar un dado de 50 de fuerza, que tiene que superar los 30 de la piedra para evitar perder puntos de vida. Cuando lleguen a 300 (estaré con las estadísticas) la piedra habrá caído y podrán continuar con su viaje.

 

Helena

—Así me gusta —sonrió al escuchar su nombre pronunciado sin florituras.

Acompañó a los demás hasta la entrada de la cueva, y allí se encontraron con que la entrada se hallaba bloqueada con una enrome piedra, colocada cuidadosamente como para que ningún intruso se metiera en el lugar. Aquello intensificó su curiosidad: ¿qué misterio escondería esta cueva, como para justificar que su entrada estuviese bloqueada?

El hombre al que llamaban Amar (le parecía un nombre tan gracioso como romántico) comenzó a buscar puntos a partir de los cuales empujar la enorme piedra. Cuando pareció encontrarlo, Helena saltó a su lado.

—Déjame ayudarte~ —dijo con tono cantarín— Estos bracitos parecen débiles, pero están bien entrenados: las Biblias son pesadas —golpeó uno de sus pequeños bícep, con mucha confianza en sí misma.

Apoyó las manos sobre la piedra y empujó con todas sus fuerzas.

 

Vincent Reynolds se acercó a la gran roca y empujó al igual que Helena, sin evitar reír ante la muestra de su bicep. —Estoy seguro que esas biblias eran pesadas, Helena. —sintió como la gran piedra se movió, tan solo un poco, pero se movió y él no había hecho fuerza. Se separó, mirando a su escolta —Vaya... —sonrió, empujando a la vez con todas sus fuerzas.

 

• Vincent y Bruno
• Amar y Auditore

• 
  Vincent Reynolds= 296 pv
  Helena Davenport= 299 pv
  
• 
  Amar Singh= 300 pv
  Duart Blint= 300 pv
  

Fuerza total= 55/300

 

Duart Blint

La enorme piedra estaba frente a nosotros, bloqueando la entrada. Me acerqué y la toqué levemente, pasé mi mano sobre ella, y luego con mi nudillo toqué una, dos, tres veces, pero parecía maciza. Todos nos acercamos y colocamos nuestras brazos en todo lo ancho de la enorme piedra, inclusive Helena estaba preparada para hacer el esfuerzo. Respiré hondo y aspiré todo el aire que pude de nuevo, esperé unos segundos y en silencio, sin decir nada, comencé a hacer fuerza, intentando que la roca se moviera.

 

Amar Singh empujó al mismo tiempo que lo hacia Duart; sintió la piedra moverse, solo un poco, pero había surtido efecto. —La suma de fuerzas es una fuerza mayor; todos al mismo tiempo. —Vincent sonrió, a pesar de ser hosco, el buen Singh era un estudioso de la física.

 

• Vincent y Bruno
• Amar y Auditore

• 
  Vincent Reynolds= 296 pv
  Helena Davenport= 299 pv
  
• 
  Amar Singh= 300 pv
  Duart Blint= 281 pv
  

Fuerza total= 119/300

 

Duart Blint

La roca que bloqueaba nuestra entrada se movió un poco, sonreí un poco, pero aún así sentía el dolor en mis hombros y en la espalda. Un leve bufido escapó de mi boca, cerré mis ojos mientras intentaba concentrarme. Mi guía dijo unas palabras que me alentaron un poco, quizás estabamos cerca, al menos esos centímetros eran una esperanza cercana a que podríamos lograr moverla. Respiré hondo y empujé con todas mis fuerzas.

 

Helena

—¡Vamos, estoy segura de que podemos hacerlo tan bien como Amar! —exclamó con una sonrisa en el rostro.

El empuje de Vicent, Duart y ella había hecho que la piedra se moviese unos milímetros, pero las poderosas manos de Amar Singh la habían desplazado unos centímetros más que la fuerza ejercida por los tres. Como no quería ser menos, la joven clavó un talón en la tierra e, inclinando el cuerpo, empujó. Sus mejillas se sonrojaron a causa del esfuerzo hecho.

—¡Ñgh!

 

Vincent empujó con el hombro izquierdo, ayudado con la mano diestra. Amar siguió como antes; con ambas manos, dejando un pequeño surco donde estaban sus piernas. Reynolds se resbalaba por causa de sus botas; se las quitó con molestia y logró afirmarse en la arena.

 

• Vincent y Bruno
• Amar y Auditore

• 
  Vincent Reynolds= 277 pv
  Helena Davenport= 299 pv
  
• 
  Amar Singh= 300 pv
  Duart Blint= 279 pv
  

Fuerza total= 240/300

 

Duart Blint

Mis brazos comenzaron a doler. Respiré con dificultad intentando poder recargar toda la fuerza descargada en ese momento, la roca se había movido un poco más, pero ese poco era suficiente, debíamos esforzarnos un poco más... no, yo debía intentar esforzarme más. Respiré hondo una vez y con un leve grito empujé con la fuerza que había obtenido hacia un momento.

 

Amar se resbaló y cayó junto a la piedra, gruñó y se reincorporó con pena, mirando la gran roca para evitar mirar a los ojos. Su fuerza había sido casi nula.