Camino a la Gloria

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Kikuz-sama, 21 Junio 2012.

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    Kikuz-sama

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    Escritora
    Título:
    Camino a la Gloria
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2251
    Hola, estoy de vuelta con los originales con esta historia que desde hace un buen rato traía dándome vueltas por la cabeza y es sobre algo que adoro tanto como escribir.
    Espero sea de su agrado :D
    Ahora sin más les dejo el capi.


    “PROLOGO”

    El instituto nuevamente iniciaba y yo comenzaba a sentir ese agridulce sabor de despedida en los labios, este era mi último año, la última oportunidad que me quedaba para sobresalir en este deporte que tanto amaba. El año anterior estuvimos a tan sólo un lugar de llegar al nacional pero los problemas, las intrigas y muchas tonterías nos arrebataron algo que por derecho nos correspondía.

    Suspiré y tomé el bolso que yacía sobre el sofá de la estancia de mi casa, iba retrasada con diez minutos y dudaba ser capaz de llegar a tiempo a los entrenamientos. Este año ya no tendría las mismas consideraciones que el anterior pues nuestro antiguo entrenador había sido reemplazado, ¿Él nuevo entrenador sería amable?

    Moví la cabeza tratando de deshacerme de todos esos miedos que nublaban mi mente, entre ellos la expectativa de que en cuanto pisara la cancha de baloncesto él ya no estaría ahí. Había terminado la preparatoria y ahora estaba por comenzar la universidad, era triste saber que ya no estaría y lo peor de todo era saber que con su marcha se llevó algo más que recuerdos.

    Esperé paciente en la parada al autobús, pensando y considerando todo lo sucedido el verano pasado, Héctor terminó nuestra relación y tontamente estuve a punto de abandonar este, mi deporte favorito, por ser un medio por el cual estábamos unidos. Tantos momentos, tantos recuerdos agradables, las risas y los entrenamientos que se hacían menos pesados en su compañía. Ahora todo eso ya no estaba, se había ido con el viento…

    –¿Por qué tan tarde? –giré sorprendía, saliendo de la burbuja en la que hasta el momento me encontraba.

    –Lo mismo debería preguntarte –exclamé con cierta burla.

    Kevin sólo se limitó a sonreír, era bastante común que ambos llegáramos tarde, al ser de los elementos más valiosos se nos concedían bastantes concesiones, pero ahora… seguramente las cosas cambiarían. Suspiré de nueva cuenta con melancolía, ¿por qué de pronto y de una forma tan rápida mi vida se llenaba de cambios?

    –Vámonos.

    Miré sorprendida que el autobús se había detenido frente a nosotros y el conductor nos miraba con el ceño fruncido, seguramente molesto por hacerlo esperar demasiado. Moví la cabeza con incredulidad y subí a toda prisa, adquiriendo en todo el transcurso a mi asiento, el color de un tomate maduro. Permanecí con la vista baja durante un par de minutos antes de posarla en la ventana y ver el tráfico. Era más que obvio que llegaría tarde.

    –¿Por qué no has asistido a los entrenamientos con tu papá?

    Desvié la mirada hacia él, casi olvido que durante las vacaciones mi padre, un entrenador reconocido, coach del equipo estatal había estado practicando con ellos. Yo lo convencí cuando entre a la prepa de que también entrenase a mis amigos, el verano pasado asistí como era de esperar, ignorando la dolorosa herida que tenía mi corazón. Héctor también asistía y dolía verlo, recordar las cosas que vivimos, las palabras, los abrazos, las muestras de cariño, los besos…

    Cerré los ojos estando claramente afectada, cada día hacia lo posible por ocupar mi mente en algo, a fin de evitar pensarlo, de recordar todos los momentos vividos. Él trataba de ser amable pero su lastima sólo conseguía herirme aún más, me hacia preguntarme cómo es que yo lo di todo y él nada. En si lo insoportable no era eso pues tenía como apoyo a Kevin, Hugo e Iván quienes evitaban que me desmoronara, el problema venía cuando no podían hacer nada para controlar a mi alocado corazón y su sentir, el dolor que me causaba ver como se apartaba de nuestro lado para recibir con una sonrisa, la que anteriormente era mi sonrisa, a su nueva conquista.

    Dejé de ir a fin de evitarme más dolor, era masoquista y eso bien todos lo sabían, por ello no busque tomar distancia y ahora lo lamentaba. Suspiré y giré de nueva cuenta hacia la ventana, no quería que Kevin viera mi expresión a la hora de responder.

    –Decidí dar un curso de verano para los niños, era diario y a la misma hora que los nuestros, además no creó haberles hecho falta.

    –Mujer, siempre nos harás falta, No sé por qué te empeñas en decir lo contrario.

    –Ambos sabemos que eso no es cierto.

    –Que él no haya visto lo encantadora y maravillosa que eres no quiere decir que nosotros no lo veamos.

    Giré hacia él y le dediqué la sonrisa más cálida y sincera que tenía para regalarle. Esos eran mis amigos, los que molestaban, se reían, me hacían sonrojar y hasta me hacían enojar pero siempre, siempre, sin excepción alguna estaban ahí para mí.

    –Gracias por estar aquí.

    Fue lo último que dije y Kevin, comprendiendo que no quería hablar más, dejó que muriera la conversación. El autobús se detuvo en la puerta trasera de la escuela y corrimos hacia esta, el reloj que descansaba delicadamente en mi muñeca marcaba la una con quince, lo cual decía que oficialmente estábamos retrasados. Me apresuré a ir a los vestidores y cambiar mis jeans y mi blusa por el uniforme que usaba para entrenar. Detuve con una liga mi cabello y coloqué una diadema sobre mi cabello, que por ser rizado era más rebelde de lo que realmente debía ser.

    Guardé mis cosas, dejándolas más desordenadas de lo que pretendía y fui hasta el gimnasio. El nuevo entrenador estaba frente a todos y hablaba con ellos, tenía el ceño fruncido por lo que deduje estaba molesto. Dejé mis cosas en el lugar habitual y me acerqué con cautela, miré los rostros familiares de mis compañeros y ellos me regalaron una sonrisa, me sentí bien y en casa pero ese sentimiento rápidamente desapareció cuando el entrenador se giró hacia mí.

    –¿Puedo ayudarla en algo? –inquirió de una forma más formal a la que estaba acostumbrada. Tragué saliva con pesadez y lo miré fijamente.

    –Soy seleccionada.

    –¿Cuál es su nombre?

    –Akire Cross.

    El hombre miró las hojas que tenía en las manos y sonrió ladinamente. Sin que me viera lo supe, estaba en problemas, para intentar distraerme miré a los chicos y entre ellos encontré ese rostro que no deseaba ver, esa mirada que podía desarmarme en cuestión de segundos y esa sonrisa, aunque menos cálida que antes, que me dedicaba. Mis piernas comenzaron a temblar y respirar se hizo una tarea más ardua de lo que realmente debía ser.

    –Llega tarde, señorita.

    –Es el primer día…

    –Eso no es excusa –exclamó, levantando la vista de las hojas que hasta el momento había estado leyendo y me miró con sus ojos marrones, los cuales eran más fríos de lo que esperaba –¿Oh es que desconocía el hecho de que había práctica a la una?

    –No.

    –No ¿qué?

    Lo observé confundía, ¿A qué se refería con eso? Desvié la mirada hacía mis amigos, esperado, casi rogando por que alguno de ellos me dijese de que iba todo esto. Ellos movieron los labios pero no fui capaz de captar la esencia de su mensaje, así que me rendí y clavé mis orbes chocolates en las del nuevo coach.

    –No comprendo a que se refiere.

    –De ahora en adelante, todos aquí nos trataremos con respeto y comenzaremos con llamarnos de usted, ¿Comprende?

    –Si… –Él volvió a dirigirme una mirada furibunda y supe que nuevamente me había equivocado –Si, señor.

    –Bien, ahora váyase al otro extremo del gimnasio para que no nos estorbe.

    –¿Perdón…?

    –Ha llegado tarde, me debe cien suicidios.

    –¿Perdón…? –Me sentí demasiado estúpida al repetir la misma pregunta, pero era incapaz de comprender a que se refería.

    –¿Se siente bien? –Asentí confundida –¿Sufre de retraso mental?

    Enrojecí a causa del furor, ¿Cómo se atrevía? Cerré las manos en puños, estaba molesta de sobremanera, ¿Quién se creía ese hombre para hablarme de esa manera? Fruncí el ceño y di un paso al frente.

    –¿Cómo se atreve a hablarme de esa manera?

    –¿La ofendí?

    –Obviamente.

    –Pues lamentó haber herido susceptibilidades, señorita Cross –Exclamó con burla lo que hizo que me enfureciera aún más. Desvié la mirada, tratando de calmar mi enfado y sin intensión a lastimarme más, mi mirada se clavó en la de Héctor.

    –Tonta, no deberías enfadarte –Murmuró él quien parecía estar divirtiéndose con el embrollo en el que me había mentido. Eso me hizo enfadar todavía más.

    –Veté al diablo –musité sin pensarlo, me di la vuelta dispuesta a irme pero me detuvo el hombre.

    –Señorita, permítame decirle lo que acaba de ganarse, ¡quinientos suicidios!

    –¡Qué!, Pero yo no…

    –¡La quiero en la línea señorita!

    Cerré las manos en puños con fuerza, más de la necesaria pues los nudillos se me pusieron blancos e hice lo que me dijo. Me coloqué en la raya y esperé a que diera el silbatazo. El estridente sonido llegó abruptamente hasta mis oídos y corrí hasta el otro lado, toque la línea y regresé al otro lado haciendo la primera serie. Volví a agacharme y toqué de nueva cuenta la raya; respiré profundamente y repetí el ejercicio un par de veces más.

    –Que esto les sirva de lección, de ahora en adelante no se aceptara indisciplina y si no les parece o no están conformes, la puerta se encuentra del otro lado.

    Nadie dijo nada, el único sonido que llenaba el gimnasio era el de mis pies recorriendo la duela. Procuré no mirara a nadie mientras realizaba el trabajo que se me fue encomendado por mi supuesta “falta de indisciplina”. Bufé bajo mi respiración, sin poder creer aún que estuviera corriendo por culpa de Héctor, ¿Por qué todos mis problemas siempre eran por su causa?

    –¡Ahora todos a correr! –Dio el silbatazo y todos corrieron alrededor de la cancha, procurando en todo momento no chocar conmigo ni interrumpir los interminables ejercicios que estaba realizando.

    Respiré con fuerza, este realmente no era mi día.


    ¿Y que les ha parecido?
     
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    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Hola, gracias por invitarme a tu nuevo fic. No se muhco de Baloncesto, pero mi papá lo ama así que sé una que otra cosa.

    Me agrada tu forma de narrar, no se si te lo había dicho antes, pues sé que te he leído de antes, pero tu fluidez atrapa con facilidad.

    Respecto a la trama no puedo decir que pasará luego ni nada, porque la verdad no es una historia que deje ver de primera cuenta de que va a tratar, así que me mantienes en duda.

    Sé que me odiarás (como puede que no), pero el entrenador me pareció sexy (ya, parezco loca ¿no?), y no se porque jejeje.

    En fin, avísame cuando esté la conti.

    Sayito!
     
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