Cambios. [Nara&Kago&Sesshô]

Este será un long-fic como de 30/40 capítulos máximo. Hecho de puros micro-relatos y drabbles en sus capítulos. Quizás uno merezca hasta el tamaño de one-shot xD

Me falta terminar otro, pero no quiero desperdiciar este momento de lucidez LOL.

Está basado en un drabble que escribí hace puffff, que de hecho era la idea principal para este long-fic que quería hacer en el futuro.

La pareja principal no es la de éste primer capítulo, haber si lo descubren más adelante quién es xD Para que no crean hice OoC.

Dedicado para todas las fans de esta pareja, claro que, será un secreto, quién se queda al final junto ;) Es la primera vez, que en una historia mía, pongo una relación con tres personas involucradas, suelo poner siempre la que será la principal y ya. Así que será algo nuevo xD Al menos aquí :si:

Espero les guste.

Advertencias: Violencia.

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Capítulo 1: En el pasado.

Palabras: 36

— ¿Ya no me quieres? —preguntaste aquél día mientras me mandabas un beso y notaste una singular indiferencia de mi parte.

—Claro que sí—respondí tratando de ocultar mi molestia.

Sí, te quiero... pero lejos de mí.

 

Capítulo 2: La rutina y la plata.

Palabras: 284


Todos los días son parecidos, sería una gran mentira y exceso de dramatismo decir que igual, pero en esencia, era lo mismo.

Él se iba, quedándose ella a hacer lo que quisiera, que no salía de seguir mejorando en su arte de pintar al óleo. Se estaba volviendo mejor cada día y eso era algo que le llenaba de alegría. Pasados unos momentos, el silencio abrumaba tanto que la necesidad de poner música se hacía apremiante; un rato más tarde decidía hacerle una llamada a él —la esperanza es lo último que uno pierde—a veces respondía de mala gana y en otras peor. En ciertas instancias hacía uno que otro comentaría irónico acerca de su trabajo, aunque siempre terminaba con algo que la hacía sentirse triste.

La noche llegaba, y fuera de las cosas normales, como es asearse, comer y demás, sólo terminaba haciendo la mitad de un cuadro y deseando tener más cosas qué pintar.

Y había algo que ella quería con todas sus fuerzas, que esperaba algún día se cumpliese.

Sí, aquella persona que repetidas veces veía ir en la misma dirección que Naraku, aunque tenía tanta elegancia que no dudaba en que tuviese automóvil, se veía que le gustaba caminar; la calle en que vivían era muy exclusiva, no como un feo barrio que en cualquier momento te pueden asaltar.

Todos los días —menos los fines de semana—lo veía pasar, y era su momento más feliz del día, porque aunque no se estuviera lo suficiente como para dibujarle, era algo hermoso la idea de poder ver más de cerca su rostro.

Y sin embargo, podía jactarse de algo que ella conocía a la perfección… su hermoso cabello color plata.

 

Capítulo 3: El culpable de todo.


La puerta emitió un sutil sonido que anunciaba la hora de la llegada de él; Kagome quería sonreír, pero sólo imaginarse las posibles ideas con las que él llegase a casa le hacían sentir un poco de pánico.

—Bienvenido—exclamó con una voz apenas audible. —¿Ya cenaste verdad? —preguntó con firmeza, aunque ella no preparase la comida, no había mucho qué preguntarle sin que causase una discusión por ello.

—Sí—respondió totalmente seco y se metió a su habitación.

A veces quería iniciar una charla normal con él, pero cuando preguntaba ciertas cosas siempre obtenía una negativa y ella odiaba con todas sus fuerzas que Naraku le negase las cosas, y un ejemplo de ello eran las ganas que tenía de tener un local en dónde exhibir lo que pintase, y claro, inclusive hacer retratos a personas que lo quisieran…

… pero estaba confinada a quedarse en casa, o salir muy de vez en cuando a lugares cercanos. Kagome suponía que Naraku tuviera miedo —aunque tal cosa parecía imposible, pero uno nunca sabía de lleno los sentimientos de las personas—de que ella pudiera salirse de sus manos.

A Naraku le sobraba el dinero, pero los buenos sentimientos le carecían. A veces se preguntaba por qué seguía ahí y no se escapaba por la ventana... aunque sabía la respuesta. Le faltaba mucho coraje para aventurarse por la vida, saber si conseguiría trabajo, dónde dormir, sino le tratarían de hacer algo. La vida era muy peligrosa, aunque comenzaba a cuestionarse si no corría igual riesgo con él.

Kagome se sentó a meditar un poco en el sillón cuando el sonido de la ducha se hizo presente segundos después. Después de todo, la debía querer un poco ¿no? Ya que alguien como él no se llevaría a vivir a alguien a su casa sólo por una aventura. Pero eso no era suficiente. Faltaba más que sólo una pizca de cariño para pasar por alto las ofensas, malos tratos y un sinfín de cosas que solía padecer por la comodidad de un hogar.

La culpa era de ella, por ser una inútil para casi todo que no fuese pintar.

 

Capítulo 4: Insensible.

Acostada en su cama —sí, suya, al menos el lado bueno del mal carácter de Naraku era que le desesperaba dormir junto a alguien tan intranquilo como ella. ¡Cómo se agradecía que al dormir se moviera constantemente! — con una delgada cobija apagó la lámpara de su buró y se dispuso a quedarse dormida. No tenía sueño, hoy estaba particularmente deprimida ya que hace dos días que no veía pasar al hombre de cabello plateado, era una tontería, pero no tenía muchas cosas de las cuáles ilusionarse y ese sujeto parecía el indicado para tal acción.

¿Cada cuándo se ve a un hombre joven, con semejante color de cabello, y de un largo asombroso? Al menos ella nunca había visto a alguien así.

Un ruido sacó a la joven de su iniciada fantasía, al mirar para la puerta vio la figura de Naraku que se adentraba en su cuarto.

— ¿Qué quieres? —inquirió tratando de no sonar dura.

—Ya sabes—respondió con fastidio. Kagome prendió la luz rápidamente y se sentó en la cama.

—No—la firmeza de sus palabras enfurecía a Naraku. —Después que vas y te acuestas con quién sabe cuánta mujer.

—Tú eres la culpable—decía como de costumbre. Eran contadas las cosas de las que ella no era la supuesta responsable—sino te pusieras de niña—mencionó con ironía—no tendría que buscar lo que no me das.

Salió azotando la puerta, agradecía que él no fuese tan insistente y quisiera tomarla en contra de su voluntad, —hasta ahora— aunque le dolía las palabras con las que se refería siempre. Hoy había sido más suave comparado en otras ocasiones en que hasta empujones había recibido.

Llorar estaba de más.

Recordó el momento en que se fue con él, ya que estaba enamorada —no sabía cómo, el amor era lo más irrazonable, y esto era una de las mayores pruebas de tal cosa—pero aquél amor se fue desgastando con el paso del tiempo… y comenzó a mermar desde las primeras veces en que estuvo con él.

Primeras y últimas.

Ella se había imaginado muchas cosas, pensaba que disfrutaría ese momento tan especial, y como en todo lo que había escuchado y visto en muchas ocasiones, soñaba con las primeras caricias hacia una joven enamorada…

… pero no hubo nada de eso. Al igual que alguien con demasiada ansiedad en su cuerpo, se limitó a usarla para satisfacer su deseo, sin importarle si ella sentía placer o la necesidad de caricias para un estímulo. Le dolió, tanto física como emocionalmente, ya que el único tacto que había tenido era el de sus manos sujetándola con fuerza, y el de repetidas embestidas contra su cuerpo. Pensó que sería diferente, que aquél día había sido malo pero después las cosas cambiarían; eso fue algo que no sucedió y aunque un día se armó de valor y le expresó lo que sentía y cómo le gustaría que la tratase, él no hizo más que ignorarla.

Aquellos días fueron terribles, si bien sabía que él era muy diferente y con una personalidad difícil, pensó que en la intimidad de una relación más profunda sería distinto.

Qué ilusa fue.

 

Gracias por sus comentarios, kohome y Artemisa :) Espero no decepcionarlas en el transcurso de la historia. Eso sí, las cosas no serán tan fáciles a pesar de la actitud inicial más "pasiva" de Naraku.

Espero les guste el siguiente capítulo. Gracias <3! y también a quienes me dan su "me gusta" y leen el FF :)

Edito: Ya estaba poniendo el 6 xD como ya lo tengo, pero edité a tiempo. El capítulo 5 está listo :)

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Capítulo 5: La oportunidad.

Hoy le habían dado la mejor noticia en mucho tiempo: Naraku se iría a un viaje de negocios por escasos tres días, sin embargo, había decidido dejarla ahí ya que por alguna razón, prefería que no lo acompañase esta vez.

Quizás se había enfurecido demasiado de lo que había expresado por lo de la noche anterior… pero él no era ese tipo de persona que disimula las cosas y se las traga para no herir al otro, y si lo fuera, estaba muy en el fondo de su ser. Como fuera, al menos ahora sí podría salir un poco más.

—Adiós—despidió Kagome al hombre que sin ninguna palabra había subido a su automóvil para marcharse a toda velocidad.

Kagome esperó una hora antes de salir y respirar aires de libertad. No es que fuera una total cautiva, pero jamás podía mirar las cosas bien sin que el perro guardián de Naraku —Hakudoshi— la siguiera y le contara hasta el más mínimo detalle a él. No es que le importara su vida, le había afirmado una vez a la chica, era sólo que debía saber que tenía el control.

La calle estaba despejada, pocas personas pasaban por ahí, y con el bolso en mano decidió esperar a su desaparecida ilusión…

… que poco rato después apareció con el mismo paso cauteloso que ya se había percatado desde sus inicios observándolo.

Un estremecimiento recorrió la espalda de Kagome al observar por primera vez su cara, tan
serena, tan distinta… y tan fría. Algo se había quebrado en ella al pensar que tenía un leve parecido a Naraku, y si bien no lo miraba con intenciones amorosas, pensar en tal cosa era una desilusión para cualquiera.

El hombre no se detuvo, no había razón después de todo, pero bien sabía que la mujer que había dejado atrás ya lo había mirado con anterioridad.

 

:) Me alegra que les gustase a ambas. Justo andaba trabajando con el capítulo 7. Les dejo el 6 que espero les agrade :)

Gracias por sus comentarios, sus "me gusta" y las personas que me leen <3! Disfruten lo que viene y vendrá (? xD

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Capítulo 6: Casualidades.


Los días sin mucho qué hacer eran fastidiosos para él, el tiempo era algo que no le gustaba desperdiciar, pero esta vez debía ser muy paciente si quería que las cosas salieran bien.

Caminó directamente a la oficina, la empleada ya tenía todo listo, y habiéndoselo entregado, se dispuso a salir. Tardaba más en llegar que el tiempo que permanecía, pero cosas tan importantes tenían que recibirse de frente para evitar lo más posible cualquier imprevisto.

Aquél hombre, cuyo nombre era Sesshômaru, sólo confiaba en lo que sus ojos veían.

Al caminar por el mismo sendero de regreso, miró que la joven de hace rato seguía por los mismos rumbos. Sabía que vivía ahí, ya se había percatado de su presencia cada mañana y sentía su mirada clavándose sobre su cabeza.

Siguió caminando sin inmutarse.

Kagome por su parte estaba dudando de cada palabra que debía decir, en su corazón quería preguntarle y por fin sacarse aquél sueño y convertirlo en realidad…

… pero temía la respuesta.

—Disculpe…—habló pausadamente. Él siguió su camino, pero al sentir la mano de la joven que trataba de detenerlo volteó a mirarla de una manera sumamente fría.

Kagome se intimidó, pero viendo lejos otra oportunidad como esta, tomó aire lista para preguntar:

—Yo me dedico a pintar, y si tuviera un poco de tiempo me gustaría hacer un retrato de usted. Vivo aquí, debe conocer al señor Naraku—se estaba apresurando al hablar, y aunque no sabía el resultado, quería crear un poco de credibilidad. Sí, no lo conocía físicamente, pero por la dirección, sabía que iba por donde trabajaba Naraku. —Parecerá extraño, pero es por amor al arte, y puedo hacerle un cuadro para que se lo lleve, no pinto mal, se lo aseguro…

—Calla—dijo fastidiado de tanta palabrería—no me gusta perder el tiempo.

Kagome sintió que todo se le venía abajo, la verdad no tenía la certeza de que aceptaría, pero el hablar tan crudamente le resultó áspero.

Sesshômaru se volteó, sin embargo antes de seguir su camino miró el reloj.

—Pasado mañana, si en una hora no terminas, me voy. —el hombre se fue, Kagome quería saltar de felicidad a la vez que se preocupaba en cómo iba a terminar en tan poco tiempo.

No importaba, se repetía constantemente; pocas veces un sueño se cumple aunque fuera ligeramente.

Siguiendo su camino, Sesshômaru pensaba en la oportunidad que tenía justo frente a sus ojos. Conocer la casa de Naraku era una maravillosa oportunidad que no debía desperdiciar.