Se acercaba la fecha más importante para Ginny, tenía marcado en rojo ese día, el cumpleaños de Harry, por lo que le habían contado, el chico nunca había podido celebrar bien su cumpleaños, por lo que le quería preparar una gran tarta, era tímida aún con él pero esperaba que le gustase. La familia Weasley le dio una bienvenida como se merecía al joven Potter, él miraba todo lo que habían preparado y casi se le saltan las lagrimas de la emoción. Cuando llego el momento de la tarta, el joven la probo y se quedo en silencio por unos segundos,segundos que a la pobre Ginny se le hicieron eternos. —Esta deliciosa—Dice mientras se pone a comer más. —La ha hecho Ginny—Comenta Molly mientras mira a su hija. La pequeña estaba roja dado que todos la miraban. —Muchas gracias Ginny—Dice Harry con una gran sonrisa. Ginny apenas podía hablar, por dentro estaba muy feliz y si pudiese, daría botes de alegría en ese momento.
Uno de los mejores regalos para alguien a quien sus cumpleaños siempre dejaban por debajo de la mesa. Un gesto como ese, es algo que Harry debió apreciar muchísimo.