Long-fic de Naruto - Caótico. [Ino]

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por Insane, 17 Febrero 2019.

  1.  
    Insane

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    Título:
    Caótico. [Ino]
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Comedia
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    2749
    Autor: Caótica/Insane
    Titulo: Caótico
    Tipo: Long-fic.
    Advertencia: Au.
    Género: Comedia, lemmon.
    Deciado a: Tarsis, bebé es un agradecimiento por cumplir mis caprichos. Ojalá lo disfrutes <3
    I. Visita Indeseable.

    [​IMG]


    Su rostro estaba pálido, no se podía creer lo que tenía al frente, más bien a quién tenía al frente.

    —¿Y tú quién eres? —preguntó de manera despectiva, si no fuese porque evitó meterse el dedo en la boca en señal vulgar de desaprobación por estar en público lo hubiese hecho, en privado.

    Deidara elevó una de sus cejas con las manos en los bolsillos. Tener una replica de él del sexo opuesto no era necesariamente lo que quería ver al salir a dar un paseo por el barrio vecino, y menos cuando estaba buscando una dirección. No era nada explosivo aquello, quizá y hasta se arrepentía por cruzar los límites y meterse en uno de los sitios más ostentosos, y aquella niñata engreída se lo recalcaba con su tono de voz chillón e irritante.

    —Deidara —se presentó y la escaneó de forma breve—. Un.

    Ino arrugó la nariz. Ese tipejo utilizaba muletillas en su hablar. ¿De qué clase de colegio se habría graduado? ¡Por Dios! Solo tenía esperanza que ninguno de sus conocidos lo viese, se veía estúpidamente igual a ella, diferenciando el sexo, por supuesto.

    —Se nota que no eres de este lugar —acentuó en la última palabra señalando su ropa descuidada—. ¿Qué haces caminando por aquí a plena luz del día?

    Deidara fue ahora el que frunció el ceño. Aquella niña que se auto idolatraba así misma lo estaba hartando. Cómo tenía de ganas de darle una fuerte palmada en el trasero para que aprendiera a respetar.

    —Busco algo, o alguien, un —respondió relajando los hombros—. Mejor se útil y dime en dónde mierda encuentro este lugar.

    Ino con desaprobación sostuvo el papel roto que le dio, leyendo en un susurro los números que estaba buscando el susodicho. Cuando terminó la breve lectura sintió que su mandíbula se fue al suelo ante el latido desenfrenado de su corazón.

    —¿Estás buscando mi casa? —preguntó desconfiada mientras señalaba hacia atrás. Su hermoso hogar con flores sanas, un buzón impecable y una madera de primera. Oh no, él no pondría un pie en su hermosa casa, ¡tenía pinta de un matón de barrio pobre! Se reprendió mentalmente; su padre siempre le había dicho que dejase de juzgar a las personas, pero le resultaba aún... ¿difícil?

    Deidara sonrió ante la expresión de ella. Claramente había encontrado lo que buscaba, así que daba igual pedirle permiso para tocar el timbre. La apartó sin delicadeza y caminó hasta la entrada, pisando una que otra flor preciada por la detestable jovencita. Cuando timbró abrió una mujer con uniforme de empleada.

    —¿Tú me llamaste aquí? —preguntó de mala gana, a lo que Ino desde atrás habló.

    —¿Llamo la policía Shizune? —. Estaba aferrada a su bolso de marca, limpiando la suciedad que según él dejó al apartarla del camino. Era un don nadie mal educado, idéntico a ella, pero con un estado económico distinto.

    La empleada elevó la mirada y negó volviendo la vista al chico que era más alto que ella.

    —Veo que su señora madre le ha dado la carta —el joven rubio apartó la mirada. Ino no lograba escuchar a la distancia—. Ya eres consciente de todo lo que su padre les heredó... mi trabajo terminará en cuanto te instales en tu nuevo hogar.

    —Al parecer me ahorraré una pelea legal, un —musitó con el testamento en su bolsillo, mirando hacia atrás—. Supongo que puedo pedir todo por Internet y evitar traer la porquería que tengo en casa.

    La señora suavizó la mirada y asintió.

    —Bienvenido a casa, señor Deidara.

    Deidara se burló con las manos en el estómago al ver de soslayo la expresión de Ino, la cual se acercaba a grandes pasos hasta ellos.

    —¡¿Qué diablos dices?! Esta casa es mía, ¡Mi padre me la heredó, y todos sus millones también!

    La joven de diecinueve años llevó las manos a su cintura con notable furia en sus dientes, a lo que Deidara sonrió malicioso. Cuando él se quitó la camiseta para entrar a la casa ella notó el tatuaje de su pecho. Dios, ese hombre no tenía sentido de la moda con un tatuaje de pandillero, haciéndola sentir horrorizada.

    —Niña, mi padre es el tuyo... así que nos iremos por partes iguales —susurró caminando hacia dentro de su nueva casa, buscando un computador para pedir sus nuevas cosas materiales por internet.

    Se sentía extremadamente bien, podría decorar su habitación a su gusto, comprar muebles y un televisor gigante con una consola de vídeo juegos. Por fin tendría su moto último modelo... y lo que más había deseado. ¡Estudiar arte sin preocuparse por deudas! Se dejó caer en el mullido sofá de cuero al ingresar al cuarto que por las tonalidades identificaba cómo el de la chica bulliciosa que se decía y era su hermana.

    Abrió el computador lila y sonrió al ver que no tenía clave, ingresando a una de esas páginas de compras en línea. Ino subió las gradas tras él y entró a su habitación.

    —Suelta mi computadora, te lo advierto.

    —¿O qué? —movió el mouse sin mirarla y dio un click, agregando una cama doble a su carrito de compras —. ¿Llamarás la policía? un —habló con ironía en sus palabras y volvió a hundir encima de la imagen de un cuadro con una figura de guitarra eléctrica plasmada en éste—. Saldrás perdiendo si no te acoplas, mocosa.

    Ino furiosa lanzó su preciado bolso a la cama, bajando por las escaleras con el rostro colorado de ira, buscando una explicación.



    Shizune al contarle la realidad la vio llorar amargamente en sus brazos, acariciando su hermoso cabello dorado mientras gimoteaba como niña mimada que le destrozaban una parte de su vida perfecta. Suspiró y se alejó, dejando frente a ella una manzana verde picada con sal para que comiera.

    —Sucedería en cualquier momento —murmuró y divisó el reloj de madera que estaba colgado en la pared de la cocina—. Su padre me dijo que cuando llegase ese momento el joven Deidara no sería rechazado por lo que por derecho le pertenece, así que trate de llevarse bien con él, al menos mientras usted cumple veintiún años y pueda retirarse con la mitad de los bienes.

    Ino frunció el ceño con los ojos hinchados al ver la maleta de su nana en la puerta. Al parecer si había terminado su trabajo ahí, y aunque trató de sobornarle ella le comentó que debía volver a su país natal para cuidar de su madre enferma.

    —Ese pedazo de... —su mordió la lengua. Oh no, no perdería los modales por tal escarabajo de ser humano.

    Cuando se despidió de su nana cerró la puerta, que volvió a sonar minutos después, abriéndola. Dos hombres entraron con varios muebles al hogar, subiéndolos al segundo piso sin su permiso... era todo un hecho, ese pedazo de mierda le estaba jodiendo la vida. ¡Era su jodida casa! Subió tras de ellos y observó el cómo acomodaban las pertenencias de tonos oscuros en una de las habitaciones vacías.

    —Vas a tener arrugas si sigues con ese gesto, un —la voz de él la hizo dar un respigo, volteando con molestia a verlo—. Aún falta que lleguen cosas explosivas, así que no jodas niñita plástica.

    Ino tragó grueso, evitando perder la clase. Caminó hacia su habitación y limpió con un paño húmedo para bebé su computadora, suspirando al recordar que Sakura iría a realizar una tarea de la universidad a su casa. Dios, la jodería si ve a tal espectro de hombre en su casa, andando sin camisa como si fuese... su casa también. Hipó y cerró la puerta de su habitación con fuerza. Su fin de semana no llevaba para nada lo que tenía planeado en la cabeza. Cuando se dejó caer en la cama sujetó el móvil, escribiéndole a su mejor amiga que no se sentía bien del estómago, que dejasen el deber para otro día.

    Suspiró resignada, sintiendo leve odio a su difunto padre por guardarle tal secreto durante sus diecinueve años, casi veinte de vida.



    Sus orbes azules se posicionaron sobre el reloj, levantándose de golpe. Se había quedado dormida, ¡corriendo el riesgo de que ese bandido la robase y al dejase sin nada! Se tropezó de camino a la puerta por la oscuridad, al parecer ya era tarde. Abrió la puerta y escuchó el silencio, caminando hasta la habitación del lado para abrirla con suavidad y verlo en la nueva computadora con audífonos. Cerró la puerta y volvió a su cama. Quizá solo estaba paranoica, ¿pero quién no? Con un tipo parecido a ella, con las uñas pintadas de negro, un anillo de maleante con letras que no se entendían y un tatuaje de una boca sacando la lengua en su pecho. ¿Qué significaba algo tan vulgar como eso?

    Se colocó la pijama y se cepilló los dientes, no tenía hambre. Cuando estaba por conciliar el sueño la puerta de su habitación se abrió, saltando del colchón y sujetando una regla que estaba en su mesa de noche como defensa.

    Deidara encendió la luz. Estaba vestido con una camiseta, un jean y una chaqueta de cuero mirándola con la misma desconfianza que ella lo miraba a él.

    —Voy a dar una vuelta con mis amigos, ¿quieres venir? un.

    Ino elevó una de sus cejas escéptica.

    —¿Me matarás para quedarte con mi fortuna?

    Deidara rio entre dientes.

    —No seas estúpida niña, solo te estoy invitando a dar una vuelta con mis amigos para que dejes esa actitud prepotente y endemoniada que tienes —comentó sincero, relajando los hombros—. Alístate mocosa que acabo de comprar moto.

    Ino ofendida vio las llaves de la moto que compró con su dinero, levantándose de la cama para dirigirse al armario.

    —Si veo algo ilegal llamaré a la policía y diré que me secuestraste, matón —habló con la voz firme, quizá así podría confirmar sus sospechas y recaudar pruebas para sacarlo de su casa—. Me pondré un vestido.

    Deidara mostró una mueca de repudio al ella sacar el vestido blanco hasta las rodillas. Era una niña buena, y no encajaría en su círculo. Imprudente caminó hasta su armario y revisó su ropa pese a sus reproches de enojo y golpes en su espalda que no dolían para nada.

    Un. Esto está mejor —lanzó un jean desgastado y una blusa ajustada con una calavera en el centro—. No te demores, que Sasori no tiene paciencia.



    Ino no podía creerse dónde demonios estaba. Su hermano se bajó de la motocicleta luego de ella, entrando a un sótano de una casa abandonada. Lo siguió sujetándolo de la chaqueta de manera indirecta ante su piel erizada. Estaba aterrorizada. Cuando escuchó la fuerte música a medida que bajaban las escalera se relajó un poco.

    —¿Es un clon tuyo?

    Deidara se burló entre dientes.

    —Podría decirse que sí, es mi hermana menor, pero con tetas.

    Sasori deslizó su mirada por ella. Era cierto, tenía bastante busto. Ino frunció el ceño indignada y se cruzó de brazos. Vaya hombres vulgares que había en ese zotano de mala muerte... aún no sabía cómo diablos había aceptado ir ahí. Verdad... por cuidar la moto que había comprado con el dinero que le pertenecía, todo le pertenecía a ella.

    —¿Era lo que tenías en mente? —preguntó Sasori bebiendo una cerveza, a lo que Deidara respondió.

    —No, es mucho mejor de lo que creí... quizá hasta pueda zafarme de esa mierda, ya que soy un gran artista un.



    Un par de meses habían pasado luego de esa repugnante noche, en la que ella se sintió realmente incómoda, pero aún así se había acostumbrado un poco a él, a su tonta muletilla al hablar, a que comiera chocolate a altas horas de la noche mientras dibujaba en un gran cuaderno imágenes que según él esculpiría al entrar a la escuela de arte que quedaba a una distancia larga de ahí. Y más aún, a que saliera a altas horas de la noche como todo un tipo misterioso y vándalo.

    Sujetó la taza de té y la llevó a sus labios, solo debía preocuparse por si misma y fingir que no estaba ahí como llevaba haciéndolo por un par de días.

    —Te tengo un negocio, un.

    Ino elevó una de sus perfectas cejas y le miró indiscreta.

    —A cambio me internaré en una escuela de arte y te dejaré en paz por un par de años, ¿qué dices?

    Ino meditó sus palabras sin entender por completo.

    —¿De qué hablas?

    Deidara al acaparar su atención sonrió con mofa.

    —Verás... cada noche necesito presentarme en un lugar, y las escuelas de arte están muy lejos de aquí —fingió un suspiro desganado—. ¿Qué dices si te presentas por mí y a cambio te dejo la casa para ti sola por un largo tiempo? Mientras termino mis estudios, claro —deslizó una hoja de aprobación por su examen en línea—. El arte es presencial, un.

    Ino sintió sus mejillas arder de la emoción al escuchar que se iría de su casa, sin prestar verdadera atención al resto.

    —¿Qué debo hacer?

    Mordió la carnada.

    —Es sencillo, un. Tú estudias artes escénicas, ¿no es así? —Ino asintió y bebió otro sorbo de té, permaneciendo con sus piernas cruzadas tal cual como jovencita de revista—. Solo hazte pasar por mi y todos felices.

    Si no fuera por el espaldar de la silla ella se hubiese ido hacia atrás.

    —¡¿De qué hablas?! —Deidara se tapó los oídos. Ya se había acostumbrado de que gritara por cualquier mierda escandalizada— ¿estás demente? Oh, claro que lo estás, mira lo que estás diciendo estúpido.

    Deidara caminó hacia ella y se sentó en el asiento del lado, reposano uno de sus codos en el mesón de granito y girándola para que quedara frente a él. Ino tragó pesado por la cercanía que el mantenía con ella.

    —Somos iguales —comentó la voz viril y se relamió los labios—. Claro, olvidando que tienes vagina y yo no.

    El ceño fruncido en Ino se tornó en una expresión sorpresa. Aún era condenadamente virgen, aunque mantuviese conversaciones con Sakura y Hinata haciéndose la sabelotodo cuando del sexo opuesto se trataba, pero con él se sentía chiquitica en esos términos.

    —Podemos tener el cabello similar, idéntico. Los ojos parecidos, idénticos. La piel semejante, idéntica. Pero no nos parecemos en nada —susurró al analizar la idea, negándose. Deidara juntó su frente con la de ella, sujetando las muñecas de ella para que no fuese abofeteado.

    —Somos idénticos, un —no le quitó la mirada de encima, notando como el color carmín se colaba en las mejillas de su hermana —. Solo será un corto tiempo... ya que debo presentarme solamente dos semanas, luego de eso serás libre.

    Ino respiraba pausadamente, escuchándolo con atención al tener el azul idéntico al suyo a un milímetro de distancia, sintiéndole el aliento en sus mejillas. Al menos olía a menta, y no a lo que creyó que olería la primera vez que lo vio.

    —Bien —murmuró y el se alejó con una sonrisa en su rostro—. A fin de cuentas estudio actuación, no será difícil comportarme como un idiota como tú.



    Ino miraba horrorizada lo que debía colocarse para ir al sitio que le estaba indicando Deidara, con sumo cuidado, como si cualquier error la llevase a la perdición.

    —¿Esto debo portar? —sujetó la tela negra y pesada con los dedos índices y pulgares de sus dos manos, con sumo repudio —, ¿cómo mierda conduciré tu motocicleta gigante con esta capa de vampiro?

    Deidara no pudo evitar reír entre dientes, abriendo uno de sus cajones y sacando un anillo igual al suyo pero más pequeño y ajustándoselo en uno de sus dedos. Si no fuese porque seguía incrédula hubiera fantaseado en algún tipo de revista en donde le pedían matrimonio.

    —Me preocupa algo en particular, un —comentó pensativo, llevando su mano a la barbilla como lo hacía antes de iniciar una de sus esculturas.

    —¿Qué cosa?

    —Tus tetas, son muy grandes.
     
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    Tarsis

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    Vulgar, abusivo, y también prepotente de una forma diferente a la de ella. Pobre Ino, le arruinaron por completo la vida y trajeron muchas personas indeseadas a su entorno.

    Primero, te amo muchísimo por esto. Sabes que me llama la atención este crack. QUIERO VER QUE ESTA PASANDO POR ESA BELLA CABECITA TUYA!
     
  3.  
    Pire

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    No me esperaba esta!
    Pensé en muchísimas cosas cuando leí que iba sobre Ino tal vez un SasuIno o SasoIno pero algo como Deidara aunque la pareja no es tan dificil por que alguna vez he escrito sobre eso(? asi que tengo una ligera noción y me genera curiosidad.

    Pero lo que mas ruido me hace es que sean hermanos y que carajo piensas hacer con eso...no te he leido escribir incesto si eso es lo que propones o talvez hagas algo como un trio o algo mas extremo, jajaja contigo puedo suponer muchas cosas y me puedes sorprender mucho.

    Me encantó este inicio, por que aunque es mas largo de lo que acostumbras pero es lento pero a la vez da una gran introducción al drama que se desarrollará. Solo he notado algunas dedazos por ahi como zotano que debe ir con s pero en general es lo que más note los otros esta bien.

    Intrigada seguiré leyendo esto y avisame de la continuación.

    Saludos ♡
     
  4.  
    Insane

    Insane Maestre Comentarista empedernido

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    II. Sorpresas

    Ino le miró de manera mordaz ante ese comentario tan vulgar. Sus senos eran perfectos, más de una envidiaba su forma redonda, firme y suave. Y el idiota de su hermano los criticaba cómo se le viniera en gana. Deidara la ignoró por completo y sacó de uno de sus cajones unas vendas, colocándoselas en el hombro a lo que ella se removió incómoda, soltando la capa y sujetándolas a una distancia prudente de sus ojos.

    —¿Y esto?

    —¿Estudias artes escénicas y preguntas? —el escéptico ahora fue él—. Aplastarás tus tetas hasta que ya no se vean, un. De igual manera la capa disimulará bastante, procura amarrarlas bien en tu espalda y que no termines atrayendo la mirada de nadie.

    Ino tragó grueso. Ni en su último parcial que fue actuar como prostituta frente a toda la facultad de medicina había sentido tanto pavor, siendo una chica tan segura de sí misma.

    —¿Y qué debo hacer cuando llegue allá?

    Deidara se sentó en la cama y meditó por unos instantes.

    —Cerrar la boca y sólo responder si te hablan directamente, un —deslizó sus ojos por su rostro—. Necesitas maquillaje para verte más masculino.

    Ino sujetó lo que él le extendió en la mano, sujetando el esmalte de color negro. Jamás se había pintado las uñas de ese color, lo más oscuro a lo que había llegado era a un tono gris. Rodó los ojos, no era tan difícil tampoco, podría llegar a casa y cambiarse el color a su tono rosa natural. Se sentó en la cama hasta que recordó que no era la suya, sacudiendo su short.

    —Qué asco, han de haber parásitos en tu cobija —Deidara sonrió travieso.

    —A ver, quítate la blusa te enseño a ponerte la venda —Ino frunció el ceño y se mostró ofendida, a lo que él prosiguió—, no sabes cómo ponértelas, ¿o sí? un.

    Ino con cara de asco se quitó la blusa dándole la espalda, dejando el sostén desajustado por la parte de atrás para que el bandido le explicase el cómo poner tal prenda inaudita sin dañar la perfecta forma de sus senos.

    —Muévete, inútil.

    Deidara se levantó y pasó la banda por sus senos, dando vueltas por su espalda. Acarició su piel apropósito con una sonrisa burlona en sus labios, abrochando la tela por atrás. Ino se erizó y lo miró de mala gana, se había dado cuenta de que el toque “sin intención” en la parte lateral de sus senos fue de aposta.

    —No es mi culpa que seas copa D mocosa —le señaló el espejo de su habitación—. Luego te pones mi camiseta negra y después la capa, un.

    —Vale, vale. Solo no me presiones, analfabeta.



    Deidara estaba con las maletas en la puerta, escribiendo un mensaje que parecía sumamente importante por su celular. Miró la hora y vio bajar a su hermana, riéndose entre dientes. Eran jodidamente idénticos, solo por unos centímetros de altura que los diferenciaba… pero eso pasaría inadvertido.

    —¿A qué lugar debo presentarme así de horrible? —Ino miró sus uñas recién cortadas con el tono negro en ellas. Incrédula por lo que estaba haciendo.

    —¿Recuerdas que hay un barrio vecino?

    —¿Cuál de tantos?

    —Un, del que vengo yo.

    La expresión de pánico la abordó y él sonrió, sujetándola de los hombros para evitar que se echase hacia atrás, pues él estaba por irse a su internado de arte, y no podía permitir que le jodiera cuando sólo faltaban dos semanas para no tener que volver a aquel lugar hasta dentro de varios meses después.

    —¡Me robarán! —gritó nerviosa— ¡me tirarán de la moto y me quitaran todo!

    —No seas tonta —la calló él sosteniéndola del mentón—. Nadie te hará nada… si finges perfectamente ser yo. Un, además, recuerda que no me verás en un largo tiempo, ahí tienes tu buena recompensa por esto.



    Ino parqueó la motocicleta con torpeza al casi no alcanzar el suelo por la altura de ésta, sintiendo su piel erizarse al quitarse el pesado casco y visualizar la cantidad de personas que consumían drogas en la calle, como si de comer dulces en público se tratase.

    —Pss —Ino volteó de perfil y miró con el corazón en la mano—. Amor, una hora por 10 dólares… aunque a ti te lo daría gratis.

    Ino frunció el ceño al ver aquella prostituta casi desnuda ofreciéndosele sin vergüenza alguna. Ella no era lesbiana, ¿cómo se le atrevía a insinuársele tan descaradamente? Cuando iba a retroceder volvió a sentir el peso del casco, recordando quién fingía ser en ese momento… hasta siendo hombre se veía bien. Sonrió altiva y miró a la mujer de grandes atributos.

    —Quizá en otra ocasión, muñeca —respondió con una voz más gruesa al estar entrenando por varios días frente al espejo. Al ver las mejillas rojas en la mujer se sintió satisfecha. Era mucho más galán que su hermano, hasta fingiendo ser él.

    Continuó su camino dejando a la señorita atrás. Enseñó el anillo y el hombre que se encontraba en la puerta la dejó entrar, mirando con extrañeza las escaleras que daban a un piso inferior, bajando por ellas. Las luces eran muy tenues. Continuó su camino hasta que dio con otra puerta, la cual parecía tener una clave en voz. Ino frunció el ceño, el idiota de Deidara no le había comunicado de eso…

    —Llegas temprano Deidara —Ino dio un respingo y lo disimuló al fingir meditar con cara aburrida—. Jashin.

    Las puertas se abrieron e Ino tragó pesado, siguiendo al alto y fornido hombre de cabellos blancos que portaba una prenda idéntica a ella, agradeciendo al cielo que no alcanzara a probar palabras comunes de Deidara para tratar de entrar.

    Al caminar unos cuantos pasos en medio de la tenue oscuridad visualizó a varios hombres con la misma capa que portaba ella.

    —¿Quién falta? —la voz tan gruesa que escuchó le puso la piel de gallina, mirando de soslayo el dueño de ésta. Estaba lleno de piercings en el rostro.

    Cuando se percató de la droga que había puesto en la mesa de madera el amigo de Deidara que conoció varias noches antes sintió miedo, por el hecho de que pensó que se encontraría con algo sadomasoquista como máximo al ser un grupo de hombres los que se ven a altas horas de la noche, sometiendo prostitutas o algo por el estilo, pero no se esperó encontrarse con contrabando de sustancias psicoactivas.

    —¿Cómo va lo de la cocaína Itachi?

    Ino sintió su garganta seca… estaba segura que ese nombre lo había oído en su universidad. ¿No era el hermano mayor del novio de su mejor amiga?

    —Máxima pureza.

    —¿Y los explosivos Deidara?

    Ino deslizó sus ojos esperando respuesta, ¡al pensarse que había entre ellos un terrorista!, hasta que recordó que le preguntaban a ella. ¡La terrorista era ella haciéndose pasar por él! Sintió que palideció y por poco se desmayó al sentir su estómago contraerse, pensando rápidamente al tener todas las miradas encima.

    —Mi arte no tiene tiempo, un.

    Pein le miró ambivalente y todos quitaron su atención de ella. Al parecer había respondido como Deidara suele hacerlo.
     
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    Tarsis

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    ¿COMO DEMONIOS SE DEJO CONVENCER DE HACER ESA LOCURA? God, primero, como puede pensar que puede pasar por él? Chama, que desespero, no sé que va a pasar, siento que la van a descubrir, y ni siquiera sabe que locura realmente van a hacer ahí.
     

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