Marvel Caótica [AU/Scarlet Witch]

Este cómic transcurre en alguna de las infinitas tierras que existen en el universo marvel, no necesitas conocimiento previo para disfrutarlo.



Con el sol del atardecer se observaban las siluetas de los niños jugando en el parque, algunos se balanceaban en los columpios mientras algunos más corrían buscando atraparse, un muchacho de unos diez años de pelo pelo blanco se le mirada correr a toda velocidad tras un cachorro emocionado que movía la cola por tener un compañero de juegos al fin.


Wanda, una niña castaña y timida, permanecía sentada.


Erick Leshner su padre la observaba con una mirada dura pero no severa como era natural en él, no era una persona mala, la cuidaba bastante a ella y su hermano desde que los había adoptado, pero no era el tipo de persona afectiva y la vida muchas veces lo había tratado mal.


— Deberías de ir a jugar— declaró con voz firme.


Ella negó con la cabeza y encogió sus piernas mientras formaba lo que para su imaginación era una casita con unas ramitas que habían caído del árbol que yacían por encima de la banca donde se encontraban.


El hombre permaneció observándola, ella suspiró y de un salto bajó de la banca, sabía que no se lo estaba sugiriendo. Comenzó a andar acercándose a los otros niños mirando por encima del rabillo de su ojo hacia donde estaba su padre, en su rostro observó que levemente se había dibujado una sonrisa y esto le animó a seguir dando pequeños saltos, extrañas y muy contadas eran las situaciones en las que se le veía reír.


Luego del arenero, cerca de la pista para correr, un grupo de niñas jugaba con una cuerda, saltaban cada vez que ella pasaba por sus pies sin fallar sin importar lo rápido que fuera, Wanda le pareció fascinante, entonces recatada pero decidida, tomando uno de sus rizos entre sus dedos se acercó para preguntar si podía jugar.


— ¿ Puedo unirme?— preguntó en voz baja.


Las niñas se detuvieron pues quedó a una distancia bastante corta de ellas y si hubieran seguido hubieran terminado golpeándola.


Aquellas mujercitas la miraron recelosas, llevaba un vestido rojo intenso que siendo de un color llamativo y bastante elegante resultaba chocante para la mayoría de las personas.


— Si quieres, intentalo.— declaró una de ellas.


Wanda se puso en medio de ellas, tenía la cuerda al frente de sus piernas y una chica con una coleta y una morena que sostenían la cuerda comenzaron a girarla, apenas se dispuso a dar el primer salto, la tela de la falda de enredo en la parte de adelante de sus pies y le impidió bajarlo cayendo de bruces, algunos niños en el parque rieron y ella se sintió herida más que en sus rodillas sus sentimientos, una chica de pelo encrespado, se acercó para ayudarla.


La niña tomó la mano y se levantó de un salto, sonrió nerviosa mientras se sacudía el polvo, se volvió a poner en posición, cuando las niñas le dieron la indicación ella susurró algo, un par de palabras arcanas que no entendía su significado pero emergían en su mente de manera innata.


En breves instantes el aire se volvió más denso y de una forma casi imperceptible se impregnó de un color rojizo, el mundo ante sus ojos lucía completamente distinto, era como comprender todo, como si cualquier cosa llevara años practicándola y le fuera sencillo continuar; sintió la cuerda bajo sus pies, mientras descendían esta continuaba por encima de su cabeza una y otra vez, aumentando su dificultad, los niños del parque comenzaron a acercarse para verla de sorprendente e insólito de su hazaña, las dos niñas que la giraban se detuvieron cansadas y ella alzó la mirada con cierta superioridad, mientras que algunas la felicitaban o le aplaudían.


Una punzada de culpa vino de pronto a su nuca, observó nerviosa a todos lados esperando que algo ocurriera. Tenía estos poderes desde que tenía uso de razón, ella le gustaba creer que era magia, generalmente funcionaban bien, pero para algo tan grande como consideraba lo que había terminado por hacer, siempre había consecuencias contrarias.


Sin embargo nada ocurrió.


Permaneció un poco hablando con las niñas, una de ellas tenía unos cuantos juguetes y jugaron a poner un centro comercial.


Luego de un tiempo al alzar la mirada reconoció la silueta de su padre, volteó hacia donde estaban, percatandose que tenía de la mano tomado a su hermano. Pietro, su gemelo sonreía ampliamente, completamente marrón llenó hasta las orejas de barro.


— Me cai— declaraba como si mereciera un premio por ello.


— Creo que es momento de irnos Wanda— declaró su padre silenciosamente afligido


La niña fue hacia él encontrándose sobre él, un amigable pajarillo había decidido marcar de la peor forma su territorio justo en el peinado de su padre.


La niña se aguantó la risa y se levantó dando su mano a su Erick que fruncía el ceño.


Mientras caminaba se encogió en hombros convenciéndose a sí misma que no era su culpa, después de todo, él la había enviado a jugar.