C de Canción de Minerva

Participación en la dinámica Días de Abecedario
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Cuando tenía trece años, mi tío Lucas me contó una pequeña historia sobre cómo se llevaba con su esposa Minerva en la preparatoria.

Ambos pertenecían al club de música, y por consecuencia se hicieron de los mismos amigos.

Antes de enamorarse de su ahora esposa Minerva, mi tío Lucas me dijo que le gustaba una chica algo vanidosa y orgullosa llamada Karla, quien rechazó rotundamente sus sentimientos.

Dijo también que su esposa Minerva no era mucho mejor que ella: Era una coqueta empedernida que regalaba guiños y besos en los labios por ahí. Pero mi tío afirmaba haberse acercado lo suficiente a ella para hacerla "su mejor amiga" y eventualmente su novia.

Me dijo que su canción era "Estás que te pelas" (cuyo interprete no recordaba) y que la primera vez que la cantó para ella fue cuando se dio cuenta de que podía estarla enamorando.

Esa fue la pequeña historia que me contó: Esa primera vez que cantó para ella.

—"Cuántas ganas tengo de robarte un beso..."— cantaba Lucas, intentando tocar el piano en el aula de música.

—"Y me desanimo aunque te deseo..."— llegó cantando Minerva, dirigiéndose a sentar sobre el piano, riéndose mientras tomaba las partituras que Lucas estaba usando. —Llevas aquí toda la tarde. ¿Cuándo vendrás a divertirte conmigo?

—¿Contigo?— Lucas alzó una ceja. —¿Qué me dices de Leslie y Gabriel?

—Ah...— Minerva puso los ojos en blanco. —De paso invitamos a Karla, ¿o qué, Lucas?

—Cómo molestas, Mine— dijo frunciendo el ceño y arrebatándole las partituras.

—¿Acaso no cantas "Estás que te pelas" por Karla?— dijo recostándose en el piano y empezando a cantar. —"Y es que tu te sientes tocada por Dios... Dices y presumes que me estoy muriendo por tener tu amor... Que estás como quieres de pies a cabeza y no se midió... La naturaleza con tanta belleza que en ti reunió..."

—Karla no es así— dijo Lucas, y Minerva se sentó para mirarlo con escepticismo. —Bueno... No tan así— sonrió. —Conozco a alguien más así— dijo y volvió a cantar y a tocar el piano aunque sin partituras. —"A mi no me importa si vuelas o no... Pero estoy seguro que tarde o temprano me darás tu amor..."

Lucas dejó de tocar y se levantó de su asiento. Minerva lo miró con extrañeza y luego abrió los ojos como platos cuando se acercó a ella, aún sentada a la orilla del piano.

—"Pues cuando me acerco oigo que se agita tu respiración..."— siguió cantando él, colocando sus manos sobre el piano, a los lados de Minerva. —"Y estás que te pelas porque te de un beso..."

Lucas se acercó mucho al rostro de Minerva, al punto que casi compartían aliento, y ella solo supo quedarse quieta y mirarlo muy sorprendida. Lucas se rió y se separó, caminando de espaldas hacia la puerta del aula.

—Hay que ir a buscar a los demás, ¿o qué?— dijo mirándola con una pequeña sonrisa. Minerva se sonrojó y le gruñó.

—¿Contando a Karla, o qué?— dijo bajándose del piano, para después caminar fuera del aula pasando de largo a Lucas, que fruncía de nuevo el ceño.

Una vez alejados del aula, Minerva caminaba cinco metros delante de él, con la mirada baja, levemente molesta y sonrojada, al igual que Lucas.

Entonces Lucas levanta la mirada cuando Minerva voltea a verlo. Ella vuelve a mirar al frente enseguida y él solo sonríe.