Three-shot de Inuyasha - [Three-shot] Burn [Nâraku&Kagome]

Tema en 'Inuyasha, Ranma y Rinne' iniciado por Fernandha, 12 Noviembre 2016.

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    Fernandha

    Fernandha Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    [Three-shot] Burn [Nâraku&Kagome]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Tragedia
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
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    Retos de InuYasha
    #6
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    Capítulo 1
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    Historia 'ligera' por así decirlo, tal vez con un poco de acción en el último capítulo (el dos ya está escrito)
    .
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    No propiamente tragedia pero bueno~
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    Series de viñetas.

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    And we're going to let it burn

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    We're going to let it burn, burn, burn
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    AU
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    I

    La miko recuerda, con amargos sabores en sus sonrosados labios, todas aquellas historias que le relataba su madre en tardes lluviosas; esas que solía disfrutar con la cabeza en su regazo mientras veía a Sôta jugar entre los charcos con el abuelo.

    Relatos sobre las Almas Gemelas que todos debían saber para sobrevivir en un mundo tan cruel como era el de los humanos… y es que toda persona nace con un nombre en su piel: muñecas, tobillos, clavícula o espalda; nombre que dictará quién es su Alma Gemela. Esa que el cruel destino, por envidia, separó para pasar toda su eternidad buscando; nombres que suelen variar con la edad.

    Se dice que lo usual para un niño es obtener el nombre de su persona destinada cuando se cumplían los ocho años, a menos de que tu pareja fuese mayor. Dado el caso los nombres se grababan a fuego en su piel mucho antes.

    Existían casos extraños, sin embargo, donde nacían con el nombre ya escrito, casos donde el lazo era demasiado fuerte que ni el destino con su vanidad podía retrasar.

    —Pero hay ocasiones —decía su madre— donde el nombre obtenido suele 'tacharse'.

    —Porque eso quiere decir que el Alma Gemela ha muerto —murmuró Kagome con tristeza, tocando con suavidad su tobillo izquierdo donde el garabateo de un nombre se encontraba roto por una fina línea horizontal.

    Su madre le sonrió, besándole con suavidad la frente.

    —Y aún así pueden ser felices, mi amor.


    II

    Kagome creció sabiendo que la vida le había arrebatado a su complemento mucho antes de conocerlo, por eso evitó pensar más en el asunto y se dedicó a vivir. Conoció a InuYasha, Mirôku y Sango, se encariñó cual madre con Shippô y vivió de lo mejor pese a la guerra que se desataba en aquella época por la perla. Aprendió de Kaede y se hizo amiga de Ayâme, rió con las ocurrencias de Kôga y luchó por todos en general.

    Fue una noche que, sentada a la orilla de un riachuelo —con Shippô jugando y Sango llenando pequeñas tazas con té— que Mirôku se le acercó. Él y la exterminadora habían iniciado una relación a los pocos días de conocerse pese a las sonrojadas protestas de la castaña y la miko no podía evitar sentirse de lo más feliz.

    Ya que Mirôku tenía grabada a Sango en la clavícula derecha mientras la exterminadora lucía el nombre del monje en su muñeca cual ostentosa pulsera.

    InuYasha había ido donde Kikyô y ellos, Kagome lo entendía, sólo intentaban hacerle más ameno el rato. Mas ella solía pensar que si la vida era tan injusta como para quitarle a su pareja justo al nacer… ¿qué le impedía el restregarle en la cara lo mucho que InuYasha extrañaba a la mujer de barro?

    La miko del futuro aceptaba haberse sentido atraída cual perro a un jugoso hueso ante el hanyô pero, una vez más, la vida sólo le demostraba que no sería para él. Puesto que el híbrido, aún sabiendo que la miko del pasado estaba muerta, iba en pos de ella..

    "Porque su nombre está grabado en la espalda de él" le dijo una vez Kaede, "Kikyô e InuYasha se encontraron, amaron y perdieron como la trémula brisa en el bosque"

    III

    Cada vez que se bañaba, la chica delineaba con su índice el 'Oni-' incompleto de su tobillo, imaginando las posibilidades de un nombre con tal iniciación.

    IV

    A veces ella odia, porque es de humanos, cuando ve a las parejas felices caminar por la aldea; se siente mal cuando entiende que, más de una, está con otra persona porque ambos perdieron a ese alguien especial y decidieron juntos estar; ella no puede hacer nada más que ver.

    Anhelar y suspirar.

    Porque aquí no hay nada que a ella le pueda dar la estabilidad que tanto desea.

    V

    Una vez soñó con una cueva, vendas y obscuridad.

    La segunda vez soñó con risas vacías, césped y el sol.

    La tercera vez soñó con una cabellera negra, nívea piel y terror.

    VI

    Sucedió casi al año de haber encontrado el portal a la época feudal cuando, estando en su casa, el tobillo comenzó a quemarle; logrando la irritación de la piel y el sangrado alrededor de sus letras. Kagome lloró por desesperación ya que sentía cómo una parte de sí ardía.

    Yendo al hospital con su mano apretando la de su madre, los doctores la tuvieron en observación y el tobillo vendado con una serie de bolsas frías a sus costados.

    —Es su nombre —escuchó decir a uno.

    Tuvo que morder su labio inferior hasta hacerlo sangrar sólo para contener sus ganas de gritar.

    —¿Qué pasa con él? —dijo su madre.

    El doctor le miró con pena y algo de curiosidad antes de volver su vista donde su progenitora.

    —Uno nuevo se está grabando encima.

    VII

    Las excepciones a la regla no existen. O se cumple o no, así de fácil.

    Por eso mismo Kagome sólo abrazó la almohada del hospital y lloró, con su madre acariciando sus largos cabellos. Y es que, si lo que se dijo hacía unas horas era verdad: allá afuera, en alguna parte del mundo, su alma gemela no había muerto. La habían dormido.

    —Como un coma —explicó la enfermera que le llevó la cena—, hay almas gemelas mayores que suelen dormir por causa de un trauma o enfermedad. Quizá la tuya se privó hasta el punto de aparentar la muerte y recién ahora está volviendo a donde pertenece.

    La chica inhaló y exhaló con fuerza acariciando su tobillo. Deseosa de saber, por fin, quién era aquél que pasó de "Oni-" a "-ra-".
     
    Última edición: 12 Noviembre 2016
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    [Three-shot] Burn [Nâraku&Kagome]
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    Capítulo 2
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    Historia 'ligera' por así decirlo, tal vez con un poco de acción en el último capítulo
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    No propiamente tragedia pero bueno~
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    Series de viñetas.
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    VIII

    Pasados los meses no ocurrió ningún otro contratiempo, seguía dividiendo su tiempo entre su vida en el futuro y su deber en el pasado; corría a jugar con Shippô, hablaba con Sango, aprendía de Kaede. Se divertía con Mirôku y trataba con todas sus fuerzas el poder sentir algo más por InuYasha.

    Admirando el obscuro bosque, no pudo evitar pensar que la vida era un constante juego donde podías avanzar o retroceder según tu buena suerte en el lanzamiento de dados que eran las decisiones. Ella había omitido el suceso de su tobillo a los demás, aún sabiendo que el hanyô tendía a observarla por el persistente olor a sangre que emanaba de esa parte de su cuerpo.

    InuYasha parecía entenderlo mas no quitaba que igualmente se frustraba.

    Ella solía sonreírle con la misma confusión. Su "-ra-" había mutado a un simple "-rak-". Una pequeña variación aún sin un significado como tal pero que le hacía crecer la ansiedad ante la sola idea de saber que sí: su alma cada vez estaba más cerca.

    IX

    Con malicia el maldito ser comenzaba a ganarse de un terreno que no merecía. Esparciendo con parsimonia sus ideales ante deseosos demonios y Kâgura solía observar su "padre" maquinar toda una guerra desde su trono en la fortaleza.

    Divirtiéndose en ratos con todas sus acciones, disfrutando un poco del amargo sabor que era saberse bajo el control de un tirano; la mujer entendía hasta cierto punto la crueldad que se cometía mas no podía evitar de igual modo sentirse satisfecha.

    Pues todos aquellos tendrían el mismo destino que ella quien, carente de corazón, ayudaba a Nâraku con sus planes. Ignorando el ardor en su pecho desde el momento de su primer latido.

    Con miedo se enfrentó a enemigos que no deseaba y envidió a muchos otros, pues ellos tenían la libertad no sólo de elegir a quién seguir o por qué luchar. Todos ellos tenían la oportunidad de vivir al lado de quien amar.

    Mentir ahora no servía. No cuando por tanto tiempo se privó de su más grande deseo, por eso mismo lo traicionó a él… a su "padre", aún sabiendo que jamás podría estar con aquél nombre que su pecho le gruñía sería su felicidad.

    —Sesshômaru —susurró la yôkai con nostalgia. El ardor incrementando, diferente al dolor inicial.

    Su alma clamaba por piedad ante todos los años ignorados..

    La figura frente a ella le miró.

    —He seguido el rastro de sangre y aura maligna —habló él.

    —Ya veo… Esperabas que fuera Nâraku —bajó la mirada aún con la triste sonrisa en sus delgados labios—. ¿Te ha desilusionado que no fuera Nâraku?

    —Sabía que eras tú.

    El viento sopló, llevándose entre sus danzas invisibles los pensamientos de la pareja.

    —¿Te vas? —cuestionó el taiyôkai.

    —Sí. Esto es el fin.

    Kâgura levantó la mirada. Él la miró desaparecer.

    InuYasha se precipitó entonces para detener el andar su medio hermano, el silencio caía como dagas ante todos.

    —¿Kâgura no sufrió? —dijo el hanyô.

    El viento sopló.

    —Ella estaba sonriendo —respondió el mayor.

    Kagome supo, cuando lo vio partir sin mirar atrás, que en el pecho de Sesshômaru el nombre de la yôkai se había tachado. Los pétalos de las flores se alzaron siguiendo el viento y la miko sólo se limitó a cerrar los ojos por unos breves segundos.

    El viento parecía tocar una amarga melodía.

    Ese día no sólo murió alguien. Ese día unas almas se vieron quebradas ante el desgarrador destino que sus portadores eligieron.

    Kâgura amó a Sesshômaru.

    Sesshômaru amó a Kâgura.

    Y por el mismo sentir es que jamás pudieron juntos estar.

    X

    Cuando la silueta de una "u" se dibujó en su tobillo, Kagome lloró.

    Porque entendió.

    La vida, al parecer, sólo la quería hacer sufrir.

    XI

    Consciente de la nueva información, la miko intentó ver más allá de sus risas sarcásticas esa noche; incapaz de visualizar algo la muchacha se abrazó al cobijo de lo conocido y peleó.

    Intentó, intentó, intentó e intentó…

    Pero no fue suficiente.

    El "Nâraku" en su tobillo se hizo presente justo a mitad de la pelea. Kikyô, protegida bajo su cuerpo, le miró con entendimiento ante su rictus de dolor.


    XII

    Kagome se enojó de sí misma. Miró donde InuYasha abrazaba a Kikyô antes de ver su entorno nuevamente, Kôga a su lado habló.

    Amar significaba más, cosas que aún ni siquiera comprendía y de las cuales dudaba seriamente sentir respecto a él. Nâraku merecía todo menos su amor, se decía.

    Así que lo ignoró y peleó, como todo ser humano, para defender de sus malignas garras lo poco que aún quedaba de bien. Le plantó cara pese a su miedo y se dejó guiar por ilusiones de un romance con el híbrido dado el momento.

    Mas ahora la realidad la golpeaba diciéndole con todas sus palabras que ignorar no servía de nada en una situación así.

    Kagome no amó a InuYasha pese a creerlo así e InuYasha jamás dejó de amar a Kikyô. Kagome no amaba a Nâraku mas su tobillo sólo le decía lo mucho que la vida le decía: sí, es él. Por fin.

    Incapaz de decir algo más allá de lo hablado con el líder del clan de los lobos, la miko futurista observó una vez más a la pareja frente a ella.

    XIII

    —Entonces lo recuerdas, InuYasha. Mucho antes de que Nâraku nos separara —la voz de la mujer entre sus brazos se hacía cada vez más débil.

    —¿Cómo olvidarlo? En este tiempo estaba dispuesto a convertirme en humano para poder estar contigo —susurró el híbrido.

    —Por fin me convertí en una mujer normal —casi sollozó.

    —Kikyô… eres la primer mujer que he amado… Y aún así no pude hacer nada por ti —la apretó más contra sí con las lágrimas recorriendo sus lastimadas mejillas—. ¡No pude hacer nada para salvarte!

    —Tú volviste por mí —le sonrió con tristeza—. Eso es más que suficiente.

    Él la besó y ella lloró.

    Él se despidió y ella murió.

    Dos almas se habían vuelto a separar.

    XIV

    Debía hacer lo correcto, se dijo Kagome.

    Por eso inhaló, exhaló y se preparó.

    Debía pelear.
     
    Última edición: 27 Noviembre 2016
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    Sanji Black leg

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    Muy buen fic , esta muy interesante y la tematica original espero lo sigas
     
  4.  
    Fernandha

    Fernandha Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    [Three-shot] Burn [Nâraku&Kagome]
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    Capítulo 3
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    Historia 'ligera' por así decirlo, tal vez con un poco de acción en el último capítulo
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    No propiamente tragedia pero bueno~
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    Series de viñetas.
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    Gracias @Sanji Black leg, por comentar ♥

    XV

    Lanzar la flecha después de una decisión cegada por el dolor le partió una parte de sí misma, sintió el agujero en su estómago pese al beso melancólico que el hijo de Inuno le dio. Cerró los ojos y lloró.

    —La vida es una mierda —musitó InuYasha abrazándola— pero nos toca a nosotros pensar que puede ser mucho mejor.

    Ella no sonrió, miró la obscuridad y sintió la luz emerger desde lo más profundo. Abrazó a su madre cuando todo se volvió nítido y se despidió con pesar de la época feudal cuando el hanyô asintió al tiempo en el cual era tragado por el pozo.

    —Nada nos debes ya —se despidió.

    Kagome se abrazó mientras se sentaba en el lugar vacío de las piedras que formaron alguna vez un portal.

    —Hay mejores formas de decir que nunca vuelva, idiota —susurró.

    XVI

    Nâraku murió. El pozo desapareció y Kagome sólo volvió a tocar la línea horizontal que adornaba su tobillo nuevamente.

    Sin InuYasha y los demás, su vida debía seguir.

    XVII

    Intentó enamorarse y de alguna forma logró querer a alguien, pues nunca probó algo más con Nâraku así que en realidad no añoraba nada. Pero pese a eso algo dentro suyo sabía que no era feliz.

    Tal vez no era sólo su alma rota, tal vez sólo no pertenecía a la época en donde la vida decidió ponerla.

    XVIII

    Fue a dos años cuando se dio cuenta que su tobillo, a diferencia de la primera vez, tenía la línea trazada con menos fuerza, como si la vida no decidiera si su pareja en realidad estaba muerta.

    Algo en ella quiso desear un compañero al tiempo en el cual deseaba también que no hubiese más problemas en el otro mundo. Hacía mucho que ya no tenía fuerzas para luchar.

    XIX

    Lo vio en la lejanía y se le antojó como una ilusión de un subconsciente perturbado pero aún así lo siguió hasta que se detuvo en un inusual café en la esquina inicial de una serie de callejones conocidos como "sueños".

    Aquella noche rió algo asustada antes de retirarse a su casa pues no entendía si estaba ingresando con parsimonia en la locura.

    XX

    Olvidó el suceso y evitó pasar alguna otra vez por ahí pese a su deseo.

    —Nueva vida, no lo arruines —era su mantra.

    XXI

    La actualidad era más pesada de sobrellevar, lo entendió cuando quiso ir a pescar por añoranza y vio barcos, cuando propuso acampar y sus amigas llevaron baterías externas para emergencia del celular.

    La modernidad había consumido a la humanidad y le provocaba dolor de cabeza.

    ¿Había sido ella tan quisquillosa? Probablemente sí.

    En las noches solía fantasear con un mundo medio donde actualidad y pasado pudiesen convivir.

    XXII

    La línea de su tobillo desapareció sin ella darse cuenta. Restaba esperar.

    Su maltratada piel lloraba atención.

    —Fingir la muerte, despertar, morir y renacer. Tal vez sólo alguien tan idiota es perfecto para mí —canturreó con desgano antes de ir a preparar un almuerzo decente.

    Debía buscar una nueva casa.

    Tenía que dejar de añorar y comenzar a vivir.

    XXIII

    Pensó en el café y esos callejones durante meses. Llegó navidad y, juntando ambas manos frente a su cálido aliento, hizo un puchero.

    ¿De verdad deseaba encontrarlo?

    Una mano en su cadera la distrajo y sonrió con pesadez.

    —¿Lista, princesa? —le animó su novio.

    Ella arrugó la nariz con ternura.

    Lo quería.

    Lo quería mucho.

    Pero no lo amaba.

    XXIV

    Lo vio al otro lado de la calle a inicios de año.

    Él sonrió cual idiota presumido.

    XXV

    Terminó con su novio y lloró. Más por lo que implicaba la acción que por el dolor.

    Se mudó de casa.

    Comenzó a tener sueños de la época feudal en un mundo donde probablemente ella pudo haberse casado con InuYasha

    XXVI

    El asunto de las almas gemelas era más complejo de lo que parecía. Eso o su vida tenía que ser siempre un drama adolescente barato.

    Se graduó y pensó en qué hacer de su vida.

    —¿Por qué no intentas ser azafata o algo? —le dijo Sôta.

    Kagome negó.

    —Un año sabático occidental no me vendría mal.

    Su madre le sonrió en mudo apoyo.

    Su abuelo sólo durmió.

    XXVII

    Sentada frente al árbol sagrado, a unas horas de tener que tomar el vuelo a Europa, Kagome lo sintió aún sin la necesidad de verlo.

    —Tan desagradable como siempre, miko —le dijo la presencia.

    Nâraku, una versión renacida, se plantó a su lado.

    —Atorada en un mundo donde no tienes forma de escapar —la tomó de la muñeca y sonrió con arrogancia.

    —No eres más que la sobra del pasado —respondió ella.

    —Y pese a todo ambos sabemos que estás más que feliz con ello —rió.

    Higurashi bufó enojada sin saber cómo negar lo dicho.

    —Nunca tendrás nada más allá de mí que el desprecio —le escupió finalmente.

    El hombre aceptó el reto.

    XXVIII

    Kagome se fue y llegó a Londres.

    Por alguna razón las lágrimas no habían parado desde que bajó del avión.

    XXIX

    Naraku prometió, sin decir en realidad, el destruirla.

    Kagome prometió, con bufidos, hacerle frente.

    Por eso él fingió no haberla seguido.

    Por eso ella fingió no alegrarse.

    Una semana en Londres y la tensión aumentó.

    Se amaban por ley natural y se odiaban por conocimiento.

    XXX

    Colocándose encima del cuerpo perdido entre la neblina de la lujuria, él la hizo caer, la hizo desear. Le dio de comer anhelos y gemir necesidades mientras prometía imposibles entre caricias dolorosas que sólo traerían culpas un día después.

    Le hizo romper y unir su ética más de una vez esa noche. Y sonriendo como el cínico depredador que era, le enseñó su lugar pese a las protestas; no la violó mas la hizo sentir como si su entrega fuera en realidad el resultado de todo un podrido plan.

    —Dime entonces —le tomó fuertemente de la barbilla mientras sus cuerpos, unidos, le hacían arder para no perder el presente—. ¿A quién perteneces?

    Kagome quiso escupirle la misma respuesta de la tarde sobre lo imbécil que era, pero un movimiento de caderas le hizo sollozar del éxtasis y, enojada, sólo atinó a golpearle en la barbilla.

    Nâraku rió.

    —El juego acaba de comenzar, pequeña fierecilla.

    XXXI

    Tal vez alguien se sintiera decepcionado si se enteraba la tóxica manera en la cual vivía, pero Kagome entendió que después de haber salvado a un mundo aún cuando nadie lo recordara o supiera, lo mínimo que se podía permitir era caer y arder.

    Arder en el infierno de ese crudo amor.
     
    Última edición: 4 Enero 2017
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    Sanji Black leg

    Sanji Black leg Pirata

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    Muy interesante no me esperaba que naraku y Kagome terminaran en esa circunstancia :P
     
  6.  
    CorvusKuro

    CorvusKuro Iniciado

    Capricornio
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    Fue lindo leerte, me ha gustado mucho la idea y cómo se fueron dando las cosas al final. Fue interesante e incluso algo intrigante por esta pareja ¡Saludos :3!
     
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