Brisa de primavera.

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Shagy, 21 Enero 2017.

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    Shagy

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    Título:
    Brisa de primavera.
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1297


    Capítulo 1.

    Haruka Berlitz, caminaba cansinamente por las pequeñas callejuelas de Villa Raíz, lugar que fiel a su lema, “Un pueblo poco colorido” seguía sin sufrir los cambios que la revolución tecnológica y modernista trajo con el pasar de los años a la mayoría de las regiones del mundo pokémon. En su solitario andar la joven entrenadora fijó sus celestes ojos en el lento encender del alumbrado público, era extraño pero aun a sus dieciséis años de edad cosas tan triviales como esas le robaban demasiado su atención, gasto algunos segundos contemplando el atrayente e hipnotizante color ámbar que solo el fuego es capaz de producir, mientras sus pies se veían envueltos por la ligera aunque basta niebla que de un momento a otro comenzó a poblar gran parte de las calles regalando al espectador la ilusión de estar flotando entre las nubes. Acto seguido y después de salir de su extraña obsesión la joven apresuro el paso tratando de evitar la oscura penumbra nocturna, a unos cuantos metros se podían divisar las luces del centro pokémon.

    Un leve chirrido metálico se pudo escuchar en el silencio de la noche al abrir las puertas automáticas del centro pokémon el cual se vio acompañado de una fresca brisa de aire acondicionado que acaricio los desnudos brazos de la chica provocando en su cuerpo una agradable sensación, “ahora sé porque las enfermeras Joy lucen siempre tan alegres” pensó la entrenadora para sí misma mientras su cara formaba una mueca de relajamiento. La chica levanto su mirada y en la lejana recepción se encontró con la siempre paciente sonrisa de la enfermera Joy.

    — ¡¡ Hola enfermera !! — grito Haruka desde la entrada del lugar en tanto se encaminaba a la barra de recepción.

    — Hola, jovencita — respondió Joy en cuanto tuvo el rostro de la chica a tan solo unos centímetros del suyo.

    — Mi nombre es Haruka Berlitz y he venido por un poco de asistencia médica para mí pokémon, ¿Podría ayudarme con eso?— pregunto sosteniendo una pokébola entre sus manos.

    — No hay problema Haruka — respondió Joy calmadamente —te aseguro que mañana tu pokémon se encontrara como nuevo. Puedes pasar la noche aquí, aún quedan habitaciones libres, por alguna razón esta semana no ha habido tantos entrenadores que pasen por Villa Raíz.

    Haruka dio un rápido vistazo a la sala de espera del centro pokémon confirmando que efectivamente el lugar se encontraba vacío a excepción de un extraño chico quien con su escalofriante Mr. Mime pasaban el rato sentados divagando en sus propios pensamientos y charlando ocasionalmente.

    — Por mi está bien — acepto la entrenadora tomando las llaves que Joy había dejado sobre la rojiza barra de recepción — por cierto, ¿Dónde podría realizar una llamada?

    Joy apunto con su dedo índice indicando el lugar en el que se encontraban las máquinas de video-llamada hecho esto y sin mediar palabra se retiró a través de la puerta a sus espaldas cargando entre sus manos la pokébola que Haruka le había dado hace unos minutos.

    Un leve zumbido proveniente de la estática generada por el enlace de la video-llamada inundaba molestamente los oídos de la joven entrenadora, poco a poco la estática en la pantalla se diluyo para formar un femenino rostro con delicadas facciones, piel sonrosada, ojos pintados de un profundo azul marino y un largo cabello cuyo azulado color hacia una perfecta combinación con su mirada. Unos platinados mechones en su abundante cabellera hacían notar el efímero pasar del tiempo.

    — Hola mamá — saludo Haruka con suma alegría formando en sus labios una inocente sonrisa llena de ternura.

    — Hola hija — devolvió el saludo Dawn Berlitz quien intentaba posicionar con sus manos un mejor enfoque en su videocámara — ¿Qué tal te fue en el viaje querida?, ¿Estas bien?, aún sigo pensando que debiste haberte llevado a Piplup para que te ayudara en el viaje.

    — Con ese molesto y viejo pingüino a mi lado seguro todos mis planes se habrían venido abajo — pensó Haruka para sus adentros mientras veía como el rostro de su madre esperaba una respuesta de su parte — estoy bien mamá y como ya te he dicho no necesito la ayuda de tus pokémon, puedo arreglármelas por mí misma.

    — Sí claro, lo dice la señorita que quiso iniciar un viaje con nada más que ropa y accesorios en su mochila — replico Dawn sarcásticamente con un leve tono maternal — además como ya te he dicho anteriormente el Archipiélago Naranja es una zona bastante riesgosa.

    — Hay mamá ya olvídate de ese incidente eso solo paso hace unas doce horas, creo — dijo Haruka en un travieso tono infantil — y además tengo buenas noticias, como sé que te preocupaba tanto que yo fuera al Archipiélago Naranja al último minuto cambie mi boleto de barco por uno con dirección a Hoenn. ¿Acaso no soy la mejor hija del mundo?

    — ¡¿Qué hiciste qué?!— grito Dawn con gran enojo mientras sus ojos veían como la feliz expresión de Haruka lentamente desaparecía de su rostro convirtiéndose en una expresión nerviosa al ver la reacción de su madre — te he dicho miles de veces que por el momento no puedes ir a Hoenn, mañana mismo compraras un boleto de regreso a Johto y te aseguro que en cuento llegues te esperara un gran castigo Haruka.

    — Por supuesto regresare solo para ser castigada. Gran idea mamá, gran idea — pensó Haruka al escuchar el maravilloso plan de su madre, de fondo los fuertes regaños de Dawn podían ser escuchados claramente en el silencioso centro pokémon — lo siento mamá pero hay una fuerte estática en la maquina creo que tendré que finalizar la llamada, te llamo otro día y por lo demás ya sabes no te preocupes.

    — Es exactamente cuando dices eso cuando más me preocu… — las palabras de Dawn fueron silenciadas súbitamente por la pronta finalización de la llamada. En la pantalla de la maquina no quedo nada más que un oscuro fondo negro en el que se reflejaba el delicado rostro de Haruka.

    —Sinceramente se lo ha tomado bastante bien —expreso Haruka con alivio no sin antes retirar con las manos sus largos cabellos color azabache que molestamente caían en la frente de la entrenadora. A lo lejos el escalofriante Mr. Mime tenía fija su mirada en la joven.

    — Y tú que miras.

    Haruka abrió la puerta de su habitación, dentro no había nada más que una simple cama y una pequeña cómoda en la cual descansaba un pequeño radio despertador sintonizado en la estación de radio de ciudad Trigal. En la pared una pequeña ventana por la cual se podía contemplar el fondo negro de ultramar. Haruka cerró la puerta y se recargo en el borde de la ventana para contemplar el nocturno paisaje oceánico antes de meterse en la cama e intentar dormir unas cuantas horas. Los ojos de la joven captaron en el lejano horizonte penumbroso como una pequeña reflexión color dorada en forma de espiral aparecía y desaparecía, como si el singular espiral danzara por sobre las aguas del océano hasta que finalmente se consumió en una pequeña implosión para no volver a aparecer nunca más. La joven sabía muy bien de lo que se trataba, era una de las tantas deformaciones de tiempo y espacio provenientes de aquella desolada y extraña región llamada Sinooh, no era la primera vez que las veía pero siempre al ver una le maravillaba como la primera vez que las vio.

    Haruka lanzo un largo bostezo y se retiró de la ventana, se lanzó a su cama donde se acostó observando el color anaranjado de los números digitales del radio despertador. Por un momento le recordaron el penetrante color ámbar del alumbrado público que admiro a su llegada. Con el pasar de los minutos lentamente sus ojos se adormecieron hasta que finalmente la joven entrenadora cayo presa del sueño.

     
    Última edición: 21 Enero 2017
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    Shagy

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    1401
    Capítulo 2

    Un muy agradable sol de mediodía acariciaba las mejillas de Haruka, quien después de haber pasado una reconfortante noche en el centro pokémon de Villa Raíz decidió tomar camino hacia la famosa ciudad de Petalburgo. Hace unos minutos que había salido de pueblo Escaso tomando la ruta 102. El ambiente a su alrededor era menos que hermoso, la joven quedo maravillada con la diversidad natural de la región Hoenn la cual era por mucho más variada que la de Johto y Kanto; grandes árboles, verdes praderas y pokémon de todo tipo constituía gran parte del paisaje que rodeaba aquel pequeño sendero por el que la chica transitaba.

    Una fuerte ráfaga de viento se hizo presente en el relajante silencio que en lugar imperaba, entre el polvo que el viento levanto una pequeña hoja de papel amarillenta llego hasta los pies de la joven, con curiosidad Haruka tomo el pequeño papel y le hecho un rápido vistazo.


    “Hoy en día, Sinnoh se ha vuelto un gran peligro para la humanidad. Únete al equipo Rocket y junto a su gran líder Giovanni ayúdanos a salvar el mun…”

    Eran las palabras que se podían leer con una letra de imprenta color violeta en el viejo y sucio pedazo de papel. Era uno de los tantos volantes propagandísticos que la organización del equipo Rocket repartía en todas las regiones con la intención de reclutar personas que ayudasen contra el gran problema que se había vuelto Sinnoh en los últimos años. Haruka, formo una gran mueca de satisfacción, era agradable ver que alguien tuviese la iniciativa de eliminar esa horrible región para siempre, pero por otro lado la chica recordó que su madre nunca confió del todo en la iniciativa que el equipo Rocket tenía con respecto al problema de Sinnoh, por alguna extraña razón su madre no confiaba en ellos y dudaba en gran medida del trasfondo de sus caritativas prácticas.

    — Oye tú — fueron las palabras que sacaron de sus pensamientos a la joven quien súbitamente volteo su mirada — Eres entrenadora pokémon, ¿No es así?

    Haruka fijo su azulada mirada en la chica de cabellos rojos y piel clara que se encontraba frente a ella y quien altaneramente había llamado su atención. Arrojo lejos el pequeño pedazo de papel que anteriormente había recogido del suelo y dispuso sus labios a contestar.

    — Así es. Y para tu información mi nombre es Haruka — respondió intentando mantener la calma aunque un leve dejo de molestia no pudo ocultarse en su voz.

    — Yo me llamo Elizabeth — dijo arremangando su entallada blusa color blanco — pero nuestros nombres son lo de menos, te reto a una batalla pokémon aquí y ahora.

    Lentamente la molesta expresión en el rostro de Haruka cambio a una más neutral en tanto en los labios de la joven entrenadora una sonrisa de emoción se dibujaba. Por fin tendría su primera batalla pokémon en Hoenn.

    — Acepto tu reto Elizabeth, pero debes saber que no estas enfrentando a una novata — expreso Haruka sacando de su bolsillo derecho una pequeña pokébola que en cuestión de segundos incremento su tamaño.

    — Espero que demuestres esas palabras en la batalla — dijo Elizabeth con un tono retador mientras su mano derecha arrojaba una pokébola contra el suelo — ¡Adelante Mudkip!

    En cuanto la pokébola estallo contra el suelo esta se partió en dos liberando a un pequeño pokémon anfibio color azul con dos aletas anaranjadas decorando sus mejillas. Debido a la tierna expresión en su rostro era difícil que se tomase como un oponente serio en combate.

    — Así que un Mudkip, supongo que es tu pokémon inicial — concluyo Haruka al ver al pequeño pokémon — no te preocupes seré buena contigo, se lo duro que es ser una novata — dijo arrojando su pokébola — ¡Ve Riolu!

    El pokémon cachorro apareció entre el blanquecino resplandor que el impacto de la pokébola provoco. En cuanto sus rojizos ojos divisaron al Mudkip frente a él, coloco sus pequeños brazos en posición de batalla.

    — ¿Cómo conseguiste un pokémon originario de la región Sinnoh? — pregunto con gran sorpresa Elizabeth. Un leve escalofrió recorrió su espalda al notar que posiblemente no enfrentaba a una novata.

    — Sabía que traer a Riolu sería muy intimidante para los oponentes. Eres todo una genio Haruka— pensó la chica para sus adentros — ¿Sorprendida Elizabeth? Digamos que los científicos no son los únicos que se atreven a entrar a Sinnoh — respondió Haruka a la pregunta de su retadora.

    — Como sea, sea de Sinnoh o no sigue siendo un pokémon y como todo pokémon puede ser derrotado. Mudkip utiliza tacleada contra Riolu — ordeno Elizabeth a su pokémon.
    El pequeño Mudkip abalanzo su cuerpo rápidamente en contra de Riolu quien ansioso esperaba las órdenes de su entrenadora.

    — Riolu esquiva la tacleada y contrataca usando mega puño — ordeno Haruka al ver el imprudente ataque que su oponente había hecho.

    Riolu dio un gran salto esquivando así la tímida tacleada que el Mudkip había hecho y en pleno salto preparo su puño derecho para asestar un fulminante mega puño en el cuerpo de su oponente pero antes de que pudiera realizar su ataque las ordenes de Elizabeth frustraron sus planes.

    — ¡Mudkip utiliza cavar!

    Mudkip cavo rápidamente un gran hoyo en la tierra ocultándose en él y a la vez evitando el ataque que el pokémon de Haruka había preparado. Riolu cayo de pie en el suelo con una expresión de completa confusión mirando hacia todos lados intentando localizar en vano algo que le indicase el lugar de la tierra en el que se ocultaba Mudkip.

    — Atento Riolu, puede aparecer en cualquier momento — advirtio Haruka a su desorientado pokémon.

    Elizabeth sonrió al ver la confusión del adversario, espero algunos minutos más para su disfrute y entonces dio la orden a su pokémon.

    — Ahora Mudkip, sal y utiliza tu ataque de lodo — ordeno Elizabeth.

    Un pequeño estruendo sacudió el suelo en el momento en el que el Mudkip de Elizabeth emergió de entre la tierra a unos cuantos centímetros de Riolu, quien sorprendido solo pudo retroceder un poco no evitando así el ataque que Mudkip lanzo contra él. El lodo golpeo directamente el rostro de Riolu causándole una ceguera temporal, oportunidad que Elizabeth aprovecho para causar la mayor cantidad de daño posible en el pokémon. Elizabeth ordeno a su Mudkip realizar una tacleada contra Riolu, quien a pesar de sus intentos y de las órdenes que su entrenadora desesperadamente le daba no pudo hacer nada para evitar ser golpeado de lleno en todo su cuerpo por el ataque de su oponente. Riolu se desplomo pesadamente sobre el duro suelo en donde inútilmente el pequeño cachorro intentaba levantarse.

    — Vamos Riolu aún no podemos rendirnos, no podemos perder nuestra primera batalla en Hoenn – suplicaba Haruka a su malherido pokémon.

    — Acabemos con esto de una vez Mudkip, utiliza arañazo — ordeno triunfantemente Elizabeth a su pokémon.

    Mudkip corrió apresuradamente blandiendo sus afiladas garras contra el indefenso y ciego Riolu que se encontraba en el suelo. Nada pudo evitarlo, las garras de Mudkip dieron un golpe directo en el suave cuerpo de Riolu dejándolo inconsciente al instante y dejándole una considerable herida en su cuerpo. La batalla había terminado.

    Haruka corrió apresuradamente, dejo caer su cuerpo junto a Riolu y lo abrazo intentando reanimarlo. Lentamente sus lágrimas rodaron a través de sus mejillas mientras apretaba el cuerpo de su pokémon contra su pecho. El leve sonido de su llanto solo fue interrumpido por la voz de Elizabeth.

    — Tal y como pensaba no eres más que una novata — expreso Elizabeth altaneramente. Haruka parecía no escucharla — no sé cómo conseguiste un Riolu, por un momento creí que de verdad habías sobrevivido en Sinnoh, pero fuiste toda una decepción. ¿Quieres un consejo? Regresa a casa niñita — dijo la entrenadora antes de retirarse tomando camino hacia pueblo Escaso. Sus largos cabellos rojizos bailaban en su espalda de un lado a otro a mediad que se alejaba.

    Las palabras de Elizabeth no causaron efecto alguno en Haruka, quien desconsoladamente seguía llorando por su pokémon. Levanto su mirada, a lo lejos los grandes Rascacielos de Petalburgo podían ser divisados, volteo su rostro en dirección hacia pueblo Escaso y en medio de aquel silencio sendero lanzo una promesa al viento.

    — Te prometo Elizabeth, que no será la última vez que tú y yo nos veamos — advirtió entre lágrimas y sollozos.
     
    Última edición: 22 Enero 2017
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    Shagy

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    Brisa de primavera.
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    5
     
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    1301
    Capítulo 3.

    Haruka salió del centro pokémon de ciudad Petalburgo con su pokébola en mano. Su última derrota le había calado en lo más profundo de su orgullo aunque por otro lado la chica aprendió lo que significaba una batalla en solitario, esta vez su mamá no estaría para aconsejarla o motivarla. La joven decidió caminar a través de las calles de la ciudad preguntándose a sí misma si había hecho lo correcto al decidir competir en una liga por su cuenta, aun no era tarde para llamar a su madre.

    En su caminata la chica decidió entrar en una de las tantas tiendas de bebidas que había emplazadas a lo largo del corredor turístico de la ciudad para comprar un dulce jugo de bayas Meloc acto seguido la chica tomo asiento en las blancas mesas con vista hacia el exterior y ahí mientras daba pequeños sorbos a su bebida recordaba las anécdotas de su madre quien le relataba que con tan solo diez años ya había sido segundo lugar en el gran festival, además de haber quedado campeona en la copa Wallace logrando vencer en la final a la famosa princesa de Hoenn. Un leve sentimiento de inferioridad recorrió el cuerpo de Haruka al rememorar tales hazañas. ¿Cómo podría superar las proezas de su madre?

    — Muy buenos días, jovencita.

    Haruka levanto su mirada al escuchar aquel saludo. Sus ojos se encontraron con la figura de un hombre de edad algo avanzada, las platinadas canas de su cabellera a si lo demostraban. Sobre sus labios un elegante bigote pintado en blanco y en sus manos un peculiar bastón con una pokébola incrustada en el mango. En sus ojos, Haruka pudo notar la sabiduría ganada a través de los años.

    — Buenos… días, ¿Puedo ayudarle en algo? — pregunto la chica sosteniendo con un poco esfuerzo la pajilla de su bebida intentado ocultar el nerviosismo que aquel hombre le producía.

    — ¿Se encuentra bien su Riolu, señorita?— pregunto el caballero tomando asiento en la silla gemela de la mesa. Su formal vestimenta denostaba su abolengo de alta sociedad — quiero decir, después de todo fue una batalla bastante dura.

    — ¿Cómo sabe lo que sucedió con mi pokémon?, ¿Quién es usted? — pregunto temerosa la chica.

    — Qué descortesía la mía para con usted señorita, mi nombre es Kinso —respondió el hombre mirando el rostro de Haruka — y obviamente presencie la batalla que tuvo en la ruta 102 o más bien la paliza que le dieron en la ruta 102 — recalco antes de soltar una pequeña risa burlona.

    — Pues gusto en conocerte Kinso pero ya tengo suficiente en que pensar como para que un viejo pervertido se burle de mis habilidades en batalla — contesto Haruka claramente ofendida por el comentario y dispuesta a marcharse del lugar.

    — Tranquila señorita, mi intención no era ofenderle pero está más que claro que desconoce como aprovechar el verdadero potencial de sus habilidades.

    Al escuchar lo último, Haruka se reacomodo en su silla y dispuso toda su atención a lo que Kinso podía decirle, al fin y al cabo que podría perder, su carrera como entrenadora tuvo un comienzo terrible y tal parece que este misterioso hombre podía darle una solución a sus problemas.

    — ¿A qué te refieres con el verdadero potencial de mis habilidades? — cuestiono mirando con seriedad los ojos del hombre.

    — Permítame mostrarle algo señorita.

    Kinzo busco entre los bolsillos de su oscuro y elegante saco color negro hasta que sus manos sintieron un leve contacto helado entre sus dedos. El hombre saco su mano y mostró a Haruka una pequeña piedra con forma rectangular muy parecido a un cristal, en la punta superior una delgada cadena estaba asegurada al objeto, parecía que se trataba de una especie de colgante. Sin embargo, lo verdaderamente sorprendente era aquel extraño fulgor color azulado que la piedra con tanta intensidad emitía.

    — ¿Qué es eso? — pregunto Haruka con gran curiosidad.

    — Es un cristal de “la gente del agua”, una especia de cristal muy raro y que hoy en día es casi imposible de encontrar — explicaba el caballero sosteniendo el cristal en la palma de su mano — lo que hace especial a este cristal es el hecho de que es capaz de emitir este brillo azulado cuando está cerca de una persona con la habilidad de controlar su aura vital.

    — ¿Aura vital?

    —Así es jovencita, todos los seres vivientes: humanos, pokémon e incluso las plantas emiten una energía llamada aura vital. Pero la habilidad para poder controlar el aura y sincronizarla con el entorno que rodea al usuario es bastante extraña, además de ser algo hereditario. Antiguamente esta habilidad era usada solo por los hechiceros para poder conectar con el pasado y el futuro, una tradición que se perdió con el tiempo.

    Haruka no podía dejar de mirar el brillante cristal mientras daba pequeños sorbos a su bebida a través de la delgada pajilla color naranja.

    — Mientras venia en camino a ciudad Petalburgo observe la batalla que tuvo con aquella jovencita de cabello rojo y fue en ese momento cuando mi cristal comenzó a brillar levemente. El hecho de usar a Riolu me hizo suponer que el brillo se debía a usted señorita pero sus habilidades en batalla me hicieron dudar un poco.

    — ¿Qué tiene que ver Riolu con todo esto? — pregunto Haruka al escuchar el nombre de su pokémon.

    —Tradicionalmente los controladores del aura han usado a Riolu o a Lucario por la gran disposición que tienen estos pokémon a sincronizar su aura con la de su entrenador, haciendo que pokémon y entrenador sean uno solo en batalla, además de que cuando se tiene una sincronización de aura perfecta con estos pokémon se puede ejecutar un ataque completamente devastador.

    — ¿De qué ataque se trata? — interrumpió ansiosa Haruka al escuchar lo anterior.

    — Se llama esfera aural y es un ataque que de dar directamente en su objetivo es capaz de causar un gran daño a cualquier otro pokémon. Por supuesto como dije antes se necesita de una buena sincronización y un buen entrenamiento antes de poder realizar tan espectacular ataque — recalco Kinso para después regresar el brillante cristal a la bolsa de su saco.

    Un profundo silencio inundo la mesa en la que Haruka y Kinso estaban sentados, mientras la mirada de la chica y el caballero se encontraban, la joven decidió romper aquel incomodo momento.

    — Entonces, ¿Podrías enseñarme a controlar el aura? — solicito Haruka sin quitar su vista de los ojos del hombre.

    — Tristemente no puedo hacer eso señorita, no soy capaz de controlar el aura solo soy un investigador de este tipo de cosas y simplemente me pareció que sería una buena ayuda para tus aspiraciones de ganar la liga — explico el caballero levantándose de la mesa disponiéndose a marcharse del lugar — por cierto, si piensa enfrentar al líder de esta ciudad le aconsejaría mejorar su dominio del aura antes de hacerlo, de lo contraria le resultara una batalla bastante complicada — aconsejo antes de tomar camino hacia la puerta de salida.

    — ¡¡Espera, ¿Cómo puedo controlar el aura?!! — grito Haruka levantándose de su silla intentando llamar la atención de Kinso.

    — Eso es algo que solo usted puede descubrir señorita — contesto Kinso antes de salir del establecimiento y dejando a la chica con una gran cantidad de dudas.

    Haruka se desplomo en su silla tras percatarse de su infructuoso intento por obtener un poco más de información. Jugueteo con la pajilla de su bebida y en su cabeza comenzó a meditar varias preguntas. ¿Sera verdad todo lo que aquel hombre dijo? De ser verdad, ¿Cómo podría aprender a controlar tal habilidad? Y más importante aún, si es una habilidad hereditaria, ¿Cómo es que su madre nunca le dijo algo acerca del aura?

    La chica dio un nuevo sorbo a su bebida mientras en su mente contemplaba la posibilidad de llamar nuevamente a su madre.
     
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    Capítulo 4

    Varios pensamientos surcaban la mente de la joven en cuanto se dispuso a salir de aquel establecimiento. Aquella reunión que tuvo con aquel hombre le había planteado bastantes dudas en su cabeza, ¿Control de aura?

    — Creo que mi madre tendrá que responder varias preguntas la próxima vez que la vea.

    Susurro para sí misma la entrenadora mientras caminaba por las vacías calles de la ciudad Petalburgo, algo, que de primera mano no le pareció fuera de lo común, pero que al pensarlo detenidamente empezó a llamar su atención. Una suave brisa revoloteo sus largos cabellos negros.

    — ¿A dónde fueron todas las personas? — se preguntó con sorpresa al recordad que hace tan solo unos momentos las calles lucían su habitual vida en sociedad, pero ahora se encontraba tan vacías que más que una ciudad parecía un pueblo fantasma. Se había concentrado tanto en sus pensamientos que no se percató del momento en el que las casas y las tiendas del lugar comenzaron a cerrar y ni que decir de las personas, ni una sola se encontraba en metros a la redonda.

    Fue entonces cuando la joven tuvo aquel mal presentimiento. Levanto su mirada hacia el cielo, más precisamente hacia el horizonte, hacia la dirección en la que Sinnoh se encontraba. El corazón de Haruka se aceleró al ver como el azulado cielo de ciudad Petalburgo comenzaba a teñirse de un color purpureo y pequeñas auroras doradas acompañaban tan fatídico presagio. Desesperadamente Haruka comenzó a tocar puerta tras puerta de las casas que le rodeaban, para su pesar ninguna abrió sus puertas a la joven.

    — ¿Pero qué demonios les pasa?

    Fuertes relámpagos comenzaron a retumbar en los oídos de Haruka en tanto el purpureo cielo se iluminaba por los brillantes rayos que lo inundaban. La tierra comenzaba a estremecerse y pequeños hilos de luz dorada adornaban el paisaje de la ciudad Petalburgo. Una fuerte ráfaga de viento causo que Haruka perdiera el equilibro tambaleándose y cayendo al suelo.

    — ¿Qué puedo hacer ahora? — se cuestionó con deseperación la entrenadora mirando hacia alrededor. Sus ojos entonces se posaron sobre los autos estacionados en las cercanías y fue entonces que la joven recordó las historias de las personas que increíblemente habían logrado sobrevivir a las peligrosas emanaciones de Sinnoh ocultándose debajo de los autos.

    — Supongo que no tengo otra alternativa.

    Expreso Haruka disponiéndose a gatear, pero un fuerte tirón en su pierna derecha acabo con sus intenciones. La joven giro su mirada con sorpresa solo para encontrarse con la figura de un hombre encapuchado quien ayudo a la entrenadora a ponerse de pie.

    — No te preocupes, tengo un lugar seguro.

    Dijo aquel hombre enmarcando sus palabras en una cálida y seductora voz. Tomo a la chica de la mano y se dispuso a correr entre la tambaleante tierra, su mano fuertemente sujetaba la mano de la chica en quien los primeros síntomas de la emanación comenzaban a hacerse presentes con un fuerte zumbido en sus oídos acompañado de un ligero dolor de cabeza.

    — ¡Ahhhhhhh! — exclamo con dolor Haruka al agudizarse el perforante zumbido en sus oídos. Unas cuantas gotas de sangre empezaban a escapar de sus orificios nasales.

    La pareja recorrió algunos cuantos metros hasta llegar a un edificio gris poco llamativo. El hombre abrió la pesada puerta del lugar y ambos se apresuraron a entrar, dirigiéndose rápidamente hacia el sótano del lugar.

    — Descuida, aquí estaremos a salvo — aseguro aquel misterioso hombre despojándose de su capucha.

    Haruka quien aún se encontraba un poco mareada por los efectos de la emanación poso sus azulados ojos en el rostro de aquel hombre. Su mirada se maravilló ante la apariencia de aquel extraño sujeto; cabello verde elegantemente peinado, ojos color esmeralda y un más que atractivo rostro. Su edad a decir por la chica no debería pasar de los 35 años.

    — Por poco y no lo contamos — dijo, extendiendo un pañuelo blanco hacia Haruka — creo que esto te ayudara. Por cierto, mi nombre es Drew

    — Drew…

    Murmuro Haruka levemente tomando entre sus dedos aquel pañuelo blanco.

    — ¿Tu nombre cuál es? — pregunto Drew con curiosidad.

    — Mi nombre… mi nombre es… mmm ¡Haruka! — respondió algo confundida, como si por algunos segundos le costase recordar su nombre. Todo parecía tan distante en ese momento y aquel estresando zumbido aunque bajo de intensidad no parecía querer desaparecer del todo. Con dificultad la chica limpio los residuos de sangre que había en sus labios.

    — Aun sufres los efectos de la emanación, ¿No es así? Descuida, pronto pasaran, no te sucederá nada si es que no se vuelve algo habitual — intento reconfortarla Drew mientras observaba atentamente los azulados ojos de Haruka, desconocía la razón pero algo en ellos le hacia recordar algo.

    — ¿Por qué a ti no te sucedió nada?

    Pregunto la chica recargándose en la pared para evitar desplomarse ante su debilidad. Su mirada comenzó a nublarse un poco.

    — Mi capucha está fabricada con hilos de plata, por alguna razón la plata absorbe las ondas de las emanaciones y las disipa en el ambiente, pero solo funcionara con dosis ligeras.

    Explico Drew, sin embargo antes de percatarse la joven ya había caído completamente fatigada en el suelo. Drew la tomo en brazos y la recostó sobre aquel viejo sofá que había almacenado hace algunos días en el sótano. Observo su rostro había algo en él que le molestaba, como si lo hubiese visto anteriormente. Su curiosidad le llevo a inspeccionar en la mochila de la chica, donde encontró la tarjeta de entrenador de Haruka, su mente se esclareció un poco al conocer el apellido de la joven.

    — ¿Berlitz?... ¿Así que Dawn?

    Se cuestionó Drew para sí mismo, mientras tanto en el exterior los ruidosos relámpagos continuaban furiosamente, en el interior pequeños sismos podían sentirse de ves en cuando.
     
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    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    744
    Capítulo 5

    Aquel fresco olor a café recién hecho inundaba aquella pequeña oficina emplazada en la metrópolis de ciudad Trigal. Dentro, un hombre de imponente apariencia observaba el azulado cielo de la región a través de la pulcra ventana, en cuanto varias cuestiones acosaban sus pensamientos. Cerró sus ojos por un momento, nunca se imaginó haber llegado tan lejos, quizás se vio envuelto en varios contratiempos pero a pesar de ello pudo seguir adelante. Se levantó de su cómoda silla y se dispuso a asegurar la puerta, corrió las cortinas color crema de las ventanas para que ninguna curiosa mirada pudiera observarlo. Finalmente, abrió aquella puerta de su oficina que le llevaba a un cuarto anexo, un cuarto donde solo se encontraba un fino espejo con marco de oro colgando de la pared. Cerró la puerta de aquella habitación sumiendo su persona en la más profunda obscuridad, espero en las sombras unos cuantos minutos.

    — Bien Giovanni, ¿Cuéntanos que ha ocurrido? — se escuchó una voz rasposa como si de un hombre mayor se tratase. El espejo frente a Giovanni creaba pequeños resplandores por cada palabra.

    — Hemos logrado tomar control tanto de la región Kanto como de la región Johto. El Alto Mando a perdido su apoyo en ambas regiones ante su pobre accionar con respecto a las anomalías de Sinnoh — respondió Giovanni.

    — Excelente, que provechoso fue el incidente de Sinnoh para nuestros planes — celebro una nueva voz. Esta se escuchaba un poco más joven sin embargo el pasar de los años era difícil de ocultar. — ¡Qué casualidad tan fabulosa!

    — Estoy segura que no nos equivocamos contigo Giovanni, has hecho que las cosas difíciles parezcan sencillas, cariño — felicito una voz femenina a quien igual se le podía nota una edad algo avanzada en su hablar.

    Giovanni esperaba pacientemente en la obscuridad, su rostro de vez encunado era iluminado por los destellos provenientes del espejo. Trago un poco de saliva y espero su momento para hablar.

    — No todo lo que paso en Sinnoh fue bueno, aun nos detiene en nuestro principal objetivo — señalo la primera voz quien nuevamente tomo la palabra — ¿No es así Giovanni?

    — Lamentablemente, nuestros equipos de investigación y exploradores no han podido adentrarse en la región de Sinnoh, el lugar está repleto de energía Y lo que nos impide llegar al centro de la región. Por otro lado, es esa misma energía la que impide que alguien descubra nuestras actividades en ese lugar.

    —Algo más para nuestro beneficio supongo — señalo una nueva voz, esta vez era profunda, digna de un hombre de gran corpulencia y fuerza aunque igual que las anteriores también demostraba una edad madura.

    — Me temo que nuestro regreso a esa dimensión deberá esperar aún más. Por el momento Giovanni, enfócate en dominar las tres regiones restantes — hablo nuevamente la primera voz — ¿Cómo vas con ese proyecto?

    — Solo resta Hoenn pero no hemos podido ganar la confianza de la ciudadanía, aún nos ven como aquel terrible equipo criminal sin importar lo que hagamos. Lamentablemente ellos aún creen en su Alto Mando.

    — No me preocuparía, sé que podemos confiar en ti Giovanni, hasta ahora no nos has decepcionado — dijo la voz femenina.

    — Sí, Giovanni, has demostrado ser un digno miembro de la Societé — halago la voz profunda.

    — Gracias a ti, podremos alcanzar nuestro nuevo orden mundial — comentó una vez más la primera voz — pero por el momento debemos despedirnos Giovanni, esperaremos futuras noticias de ti.

    Giovanni cerro sus ojos y en pocos minutos dejo de escuchar aquellas misteriosas voces, exhalo una profunda bocanada de aire, dio media vuelta y salió por la misma puerta por la que hace algunos minutos había entrado. Abrió nuevamente las cortinas de sus ventanas, quito el seguro de la puerta y volvió a sentarse nuevamente en la elegante silla de su oficina. Busco relajarse un momento sintonizando la estación de ciudad Trigal en la radio de su oficina pero en vez de escuchar la relajante música de la estación un comunicado de último minuto llego a sus oídos.

    — Lamentamos informarles que la última emanación de energía proveniente de Sinnoh que golpeo la región de Hoenn se ha cobrado la vida de varios pescadores y cientos de turistas que se encontraban en las costas de la región y que no pudieron encontrar refugio…

    Giovanni apago la radio, quedando nuevamente su oficina en un sepulcral silencio. En ese momento una pregunta que él consideraba una pequeña molestia surcaba en sus pensamientos.

    — ¿Estaré haciendo lo correcto?
     
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