Two-Shot Breve enamoramiento [Hermanos Elric]

Tema en 'FullMetal Alchemist' iniciado por InunoTaisho, 22 Mayo 2020.

  1.  
    InunoTaisho

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    Breve enamoramiento [Hermanos Elric]
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    3005
    Un breve enamoramiento.





    Bueno, bueno, bueno otro cortito con los hermanos Elric sobre un asuntito que pudo haber pasado pero que en realidad no estamos seguros si sucedió o no, pues al final sólo eran pubertines con hormonas alborotadas… XDXDXD. Disfrútenlo y recuerden que no me haré rica por sobre los derechos de autor de Harakawa, únicamente recreamos y creamos situaciones nuevas para nuestro deleite.


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    Edward Elric, niño de tan solo doce años de edad, se encontraba sentado en el sofá de una pequeña sala de estar, que más bien era la oficina provisional ocupada por el Coronel Roy Mustang, el hombre que lo había convencido de hacer el examen para alquimista estatal, y ahora esperaba por los resultados del dichoso examen. Si conseguía aprobar sería un reconocido alquimista estatal, y ello le permitiría recorrer el país con cierta libertad buscando información importante para encontrar la solución a sus problemas; y si no se daba tampoco le preocupaba mucho ya que podía probar suerte la próxima vez, al fin y al cabo únicamente era un crío menor de edad. Pero aunque intentaba mostrarse tranquilo en el fondo sentía que los nervios lo consumían, y no se atrevía a pedir permiso para poder usar el teléfono y comunicarse con su hermanito que aguardaba por su llamada allá en Resembol.





    ─ ¿Cómo te encuentras, Edward? ─una voz femenina le saludó amablemente al entrar a la oficina. Se trataba de la teniente Riza Hawkeye, la única mujer que había visto hasta ahora en el ejército.


    ─ Bien, no hay ningún problema ─respondió el muchachito desviando un poco la vista para ocultar el leve sonrojo de sus orejas, pues no quería mostrarle su incomodidad. Además estaba el hecho de que, a su parecer, la teniente era la mujer más linda que había conocido después de su mamá y eso también le causaba cierta vergüenza.


    ─ Eso me da gusto ─respondió ella sin prestarle demasiada atención a su estado emocional, entregándole una taza de té─. De todos modos considero adecuado que bebas este té para calmar la ansiedad ─agregó en suave tono de mando dedicándole una sutil y amable sonrisa.


    ─ Muchas gracias, teniente ─dijo el chiquillo apresurándose a tomar la taza de té entre sus manos, sonrojándose un poco más al mirarla de frente y directo a los ojos.


    ─ Ten cuidado porque está caliente, no sea que te quemes la lengua ─dijo la rubia joven y sin más se apartó de su lado para dedicarse a sus labores, tomando algunos cuantos libros puestos en el archivero situado junto al escritorio principal de la oficina.



    Por unos minutos Edward se perdió en sus pensamientos mientras bebía a sorbos el té, admirando en silencio a la teniente con ojos de enamorado. La primera vez que la había visto, un año atrás aproximadamente, estaba muy consternado y metido en su dolor que no se había dado la oportunidad de mirarla bien, y ahora que entraría al ejército habría ocasiones de sobra para estar junto a ella y hablarle ya que pertenecería a la misma división, la del coronel Mustang. Y, hablando del coronel…



    ─ Mi estimada teniente, vengo muerto… ─éste se presentó en la oficina con gesto abatido sin prestar mucha atención a su alrededor, dirigiéndose a la joven rubia en son de queja mientras se dejaba caer lánguidamente sobre su silla.


    ─ No es para menos, señor, pues he de suponer que calificar los exámenes de alquimista fue algo bastante laborioso ─le respondió ella dirigiéndole una mirada de comprensión, acercándose al mueble para poner frente a él un montón de libros─. Sin embargo es menester que revise estos documentos para así poder archivarlos en su correspondiente sitio ─añadió un poco más seria, guardándose un suspiro porque estaba consciente de lo que seguiría a continuación.


    ─ ¿Más papeleo?... definitivamente voy a morirme y usted es tan cruel conmigo ─ya que Mustang hizo una dramática mueca de dolor embarrando la cara sobre la superficie del escritorio, sin animarse a tomar alguno de los libros.


    ─ De verdad lamento mucho no poder ayudarle con esto, señor ─le dijo la muchacha lanzándole una breve mirada más tierna y amorosa, sin embargo no varió el tono circunspecto y formal al agregar─. Por cierto permítame recordarle que Edward está aquí esperando.


    ─ ¿Edward… quién Edward? ─preguntó el coronel mirándola con extrañeza.


    ─ Edward Elric, señor, el niño que encontramos en Resembol y que vino para presentar el examen de alquimista ─le mencionó, indicándole con un leve movimiento de cabeza hacia donde tenía que mirar.



    A todo esto el gesto del chicuelo había cambiado drásticamente mostrándose ahora molesto y ofendido. Molesto porque por alguna razón había algo del coronel que no le agradaba para nada, y ofendido porque se hubiera olvidado de él… y encima la teniente le tratara como niño.



    ─… ─el hombre pareció desconcertado antes de enfocar bien y después sonrió con complacencia al reconocer al chiquillo rubio, pasando por alto la mueca de desagrado en el rostro infantil─… ¡Ah, Edward, qué chico tan inteligente eres! ─externó más que feliz.


    ─ Eso ya lo sé, no tiene que decírmelo ─dijo el aludido con voz enfurruñada dándose sus aires de presunción.


    ─ Eres tan modesto como yo cuando tenía tu edad ─observó Mustang en tonito burlón sin ofenderse en lo más mínimo, enderezándose en su asiento para parecer más maduro y profesional de acuerdo a su rango, y un poco más serio añadió─. No debería decirte esto ya que aún no es oficial, pero tuviste una calificación sobresaliente en las diversas áreas del examen que con seguridad tu solicitud será aprobada. Así pasarás a ser el alquimista estatal más joven de los últimos tiempos… un título que me pertenecía no hace muchas horas atrás ─agregó soltando un suspiro de conformidad para evitar mostrarse como un ególatra.


    ─ Muchas felicidades, Edward ─le dijo la teniente dedicándole una nueva sonrisa de complacencia haciéndole enrojecer una vez más, por lo que se vio obligado a desviar la vista con algo de brusquedad para que no notaran su turbación. Sería tan vergonzoso que ella, y peor aún, él, se dieran cuenta de su enamoramiento juvenil.


    ─ Gra… gracias, teniente ─respondió, intentando mantenerse ecuánime para no parecer grosero.



    Pero, para un hombre joven con experiencia en mujeres como Roy Mustang, ese gesto no pasó desapercibido, más se hizo el desentendido por el bien del que ahora en adelante sería su pequeño protegido ya que no quería hacerle sentir mal con respecto a la teniente. Así que, tomando el control de la situación, se dirigió a ella pidiéndole un favor muy especial.



    ─ Bien, mi estimada teniente, acabo de recordar que necesito su apoyo para llevar cierta documentación informativa a los examinadores… usted sabe, todo el informe relacionado con Edward Elric ya que quieren comprobar sus antecedentes ─dijo sin modificar la seriedad de su voz, guiñándole discretamente un ojo para indicarle que tenía algo secreto que contarle.


    ─ Precisamente son los documentos que tiene en su escritorio, señor… le sugiero que, antes de quejarse, se tome la molestia de revisar el papeleo ─respondió Riza con total calma empleando un tono de reconvención si bien respondió el guiño, tomando entre sus brazos unos cuantos archivos.


    ─ De verdad no sé qué haría yo sin usted, teniente, en serio ─Mustang empleó un tono de voz avergonzado para inmediatamente levantarse de su silla, encaminándose a la salida.


    ─ Indudablemente se moriría, señor ─dijo la rubia siguiéndole unos cuantos pasos atrás.


    ─ Volveremos más tarde, Edward, y sugiero que te muestres sorprendido cuando vengan a darte la noticia de tu aceptación como alquimista estatal o posiblemente me sancionen por boca floja ─antes de retirarse el coronel le dirigió al chico estás palabras hablándole con tranquilidad y profesionalismo─. Cuando mucho demoraremos otra media hora, así que no desesperes ─añadió.


    ─ Sí, sí, como usted diga… ─respondió el aludido sin mudar el gesto enfurruñado, recuperando su color normal.


    ─ No olvides terminarte el té, Edward ─fue la despedida de la joven rubia recordándole ese pendiente, saliendo detrás del coronel y cerrando la puerta.



    Edward soltó un suspiro ahogado de molestia en cuanto los adultos se alejaron, sospechando que tal vez en muchos años seguirían tratándole como a un niño pequeño que no podía ni defenderse solo. Reacomodándose en el sofá intentó dormir un poco después de terminar el té. Y sus sueños le llevaron a un mundo de fantasía haciéndole sonreír complacido.



    ─ Edward, tienes que prepararte ya que pronto vendrán los examinadores ─la dulce voz de Riza le hizo volver a la realidad. Ella le miraba con toda amabilidad al tiempo que le sonreía.


    ─ Ah… teniente… lo siento… ─él desvío el rostro por un momento para limpiarse discretamente el hilito de baba que le había escurrido por la comisura de los labios, empleando para ello el dorso de su mano normal.


    ─ No te preocupes, te veías tan lindo dormido que no hubiera querido despertarte ─contestó la rubia sin borrar la sonrisa amable, dando unos pasos atrás para concederle su espacio.


    ─… este… teniente, puede que le parezca tonto pero… ─el chico enrojeció un poco más y continuó sin mirarla directamente, sin embargo debía aprovechar la oportunidad que se le había presentado para pedírselo, y tenía que ser ahora o tal vez nunca lo haría─… ¿le gustaría tener una cita conmigo?... ─agregó atropelladamente tras soltar un suspiro contenido.


    ─ Por supuesto que sí, nada me agradaría más que salir contigo ─para su sorpresa ella aceptó su invitación de inmediato y extendió su mano para ayudarle a levantarse─. Después de todo eres un chico muy guapo ─añadió feliz.


    ─ ¿En serio?... es decir, claro, claro… ─Edward parpadeó un poco desconcertado más al instante se recuperó, levantándose de un salto y tomando la mano de la rubia con su mano metálica─. ¿Y a dónde le gustaría ir, teniente? ─preguntó intentando sonar más como adulto e incluso trató de pararse sobre la punta de sus pies para parecer más alto, pero en seguida desistió de ello porque le sería muy incómodo para andar.


    ─ Podemos ir al parque a tomar un helado ─sugirió la dama dándole un suave apretón en la mano.



    Sin más salieron juntos de la oficina y cruzaron todo el cuartel Central para dirigirse a la salida. Algunas cuantas personas les saludaron y no faltó quien le dijera a la teniente Hawkeye que se veía muy bien cuidando a su hermanito, algo que a Ed no le hizo mucha gracia pero que decidió pasar por alto para disfrutar de su compañía. Un poco más tarde ya recorrían el parque saboreando sus helados, sin soltarse de la mano.



    ─ ¿Cómo te sientes, Edward? ─le preguntó Riza en tono cariñoso sin dejar de sonreír grandemente.


    ─ Me siento muy bien, teniente, gracias por aceptar mi invitación ─respondió el aludido sin ocultar su emoción pensando que, si aquello era un sueño, no le gustaría despertar nunca.


    ─ Gracias a ti por invitarme a salir ya que, por toda la carga de trabajo que me deja el coronel, no siempre puedo divertirme… además eres un chico muy dulce ─para su buena suerte ella se le acercó y le plantó un suave beso en la mejilla, dejándolo aturullado, levemente enrojecido y con el corazón latiendo a mil por hora.



    Pero las cosas buenas no pueden durar toda la vida, pues justo en ese momento una voz masculina bastante conocida rompió el encanto del momento. Era el insufrible coronel Mustang y su cara de tonto… ¿por qué tenía que aparecer para interrumpir su cita?



    ─ ¿Y este tío que hace aquí? ─se preguntó Ed en voz alta mirándole con desagrado, y el color de su piel se tornó un poco morado del enfado.


    ─ Teniente, la he estado buscando por todas partes… ─el individuo se les acercó y ni siquiera se tomó la molestia de disculparse o algo como si el chico no estuviera ahí, dirigiéndose a la bella joven con gentileza─… ¿por qué no me dijo que vendría por un helado? Así podría haberle invitado uno ─añadió de forma bastante caballerosa.


    ─ Ay, coronel, si me hubiera dicho que quería un helado habría venido con usted ─respondió ella soltando la mano del muchachito, dedicándole toda su atención al moreno alquimista a través de una mirada enamorada. Prácticamente se olvidó también de él─. Por cierto, ¿le gusta el helado de chocolate? ─añadió a continuación ofreciéndole una probada del helado que había comprado, a lo que el hombre, ni tardo ni perezoso, lo saboreó relamiéndose los labios.


    ─ No está mal, si usted gusta podemos comprar otro del mismo sabor o uno que combine, ¿le parece? ─le dijo sin cambiar el tono galante, ofreciéndole el brazo para que se fueran juntos.


    ─ Claro, coronel, como usted diga… nos vemos luego, Edward, fue un gusto pasear contigo ─ella prontamente se tomó del brazo del caballero para retirarse con él al tiempo que se despedía alegremente del chicuelo. Por lo menos sí lo recordó.


    ─ Gracias por cuidar de mi teniente por un momento, Edward ─y está vez Roy Mustang si se tomó el tiempo de voltear a verle por un segundo, dedicándole una sonrisita socarrona mientras se acercaba un poco más a la chica.



    El pobre Edward se había quedado mudo de la impresión ─algo no muy común en él─ sintiendo que su corazón se partía en pedacitos. Por unos segundos no dijo nada mientras los veía marcharse muy juntos, y al parecer bastante felices… pero bueno, al final de todo no era más que un niño a su lado así que, en realidad, no podía albergar muchas esperanzas de que Riza Hawkeye lo considerara como un hombre así como a Roy Mustang, aunque éste tuviera una sonrisa bastante boba y cara de idiota sin cerebro.



    ─ ¡Pero está me la pagarás, bastardo! ─le gritó muy fuertemente a modo de sacar su frustración, tirando el helado al suelo y haciendo una rabieta bastante notoria, y la gente que circulaba a su alrededor lo quedó mirando con gestos de desaprobación─. ¿¡Y ustedes qué me ven!? ─por lo que les lanzó un gruñido para intimidarles.



    En ese instante sintió un fuerte golpe en la cabeza que lo hizo abrir los ojos al tiempo que se sobaba el lugar lastimado mientras lanzaba un quejido de dolor. Realmente se había quedado dormido y había tenido una pesadilla que lo hizo caer del sillón.



    ─ Eso sí me dolió… ─masculló sin dejar de sobarse, agradecido porque nadie estuviera viéndole para burlarse de él por ser tan simple.



    No pudo relajarse mucho pues, antes siquiera de levantarse y cuando menos lo esperaba, varias personas entraron a tropel a la oficina, encabezados por un enorme y desconocido sujeto que no había visto antes, un hombre de piel levemente oscura con un gran bigote negro y puntiagudo que desafiaba las leyes de la gravedad.



    ─ ¿¡Este es el chico que obtuvo el título de alquimista, este minúsculo enano de doce años!? ¡No me jodan! ─preguntó el individuo más que ofuscado, mirando a Edward con una mezcla de asombro y molestia en su rostro.


    ─ Oiga… ─claro que al chico no le simpatizó para nada el que señalara su baja estatura, así que terminó de ponerse de pie dispuesto a reclamarle por la grosería.


    ─ Efectivamente, general Grand, ese muchacho de allí es Edward Elric, desde hoy el alquimista de Acero ─Roy Mustang se coló con algo de trabajo entre el general y otro hombre de igual tamaño que les acompañaba, quien al contrario de Grand miraba al chico Elric con una mezcla de fascinación y admiración contenida.


    ─ Alquimista de Acero, qué gran nombre ─dijo en un casi suspiro embelesado.


    ─ Así es, mayor Armstrong, como pueden ver es un joven talentoso a pesar de su corta edad, así que el título lo tiene más que bien ganado ─agregó Mustang con mucho orgullo dedicándole a su pequeño protegido una sonrisa de aprobación y confianza. Pero, a pesar del gesto amable, parecía que el chicuelo aún estaba molesto con él por lo vivido en su sueño, y solamente le correspondió con un mohín de desagrado.



    Pero detrás de Roy se apareció Riza llevando en brazos unos papeles, dedicándole una sonrisa sincera aunque leve, lo que hizo que el chico se tranquilizara soltando un breve suspiro de complacencia.



    ─ Muchas gracias por tomarme en cuenta, coronel bastardo ─sin embargo no pudo guardarse el comentario impertinente mientras se dejaba caer sobre el sofá cruzándose de brazos.


    ─ Tienes un gran sentido del humor, muchacho ─le dijo el general Grand un poco más amable, carcajeándose abiertamente del pobre coronel.


    ─Si, Acero, vaya que eres muy gracioso… ─respondió por su parte el moreno alquimista tras soltar una pequeña risa burlona haciéndole mancuerna al pesado hombre, a modo de ocultar su breve disgusto por la insolencia del chico. Después se volvió a su compañera para hacerle una petición de forma educada─. Supongo que debemos celebrar esto, así que bien podemos beber una copa a salud de Acero, ¿no le parece, teniente?


    ─ Entonces le traeré otro té a Edward ya que él no tiene permiso para beber por ser menor de edad ─agregó ella y sin más dejó los documentos sobre el escritorio para salir nuevamente de la oficina, mientras Roy Mustang se dirigía a una de las vitrinas para buscar el tan preciado licor de celebración.



    Y bueno, si bien Edward Elric no se tomó la molestia de disculparse por su exabrupto, internamente reconocía que realmente debía estar agradecido con el coronel Mustang por hacerle despertar de su letargo para enfrentarse al mundo en busca de solucionar sus problemas, y, aunque sin lugar a dudas seguirían tratándole como un niño por varios años, y que posiblemente entre el coronel y la teniente Hawkeye había algo más que una relación laboral, él sabía que contaría con ellos para salir adelante en su búsqueda, y eso era algo por lo que debía corresponderles.






    Nota: me fui un poco de largo pero a veces surgen detalles mientras escribes que te hacen replantearte el escrito, y por ello termina más largo de lo que lo habías planeado al principio. Espero que la otra parte no me tomé mucho, y ojalá lo sigan disfrutando.
     
    Última edición: 22 Mayo 2020
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    Dark RS

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    Saludos.

    Siempre es bueno leer algo de FMA. Y este escrito ha resultado ser muy agradable y gracioso, un humor muy similar al del anime.
    Cuando Ed despertó y le pidió salir a Hawkeye, supuse era un sueño, luego llegó Mustang y lo dejó, y creí que siempre no era un sueño, y entonces va y se golpea despertándose y resulta que sí era un sueño. Ahora me cuestiono qué es realidad y qué es un sueño, ya no sé si en realidad leí esto o me soñé que lo hice.

    Me llama la atención que sea un two-shot, esta primera parte sirve bien su propósito y no parece tener una continuación, pero al parecer la tendrá y no puedo imaginar de lo que pueda tratar. Pero ahora toca esperar a ver qué sigue.
     
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    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    Breve enamoramiento [Hermanos Elric]
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    2048
    ****** Parte dos ******


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    Alphonse Elric era en esos días sólo el alma de un chico atada de forma alquímica a una grande y estorbosa armadura. No podía sentir ni frío, ni calor, ni hambre, ni sueño… prácticamente no podía sentir nada puesto que no tenía un cuerpo vivo que tuviera sensaciones y una mente que las procesara. Pero, de alguna forma extraña, si sentía cariño por su hermano mayor Edward, aprecio por sus amigos y conocidos, compasión por las criaturitas abandonadas en las calles, y enamoramiento por la teniente Riza Hawkeye, y eso último era algo que no sabía por qué. Tal vez porque la teniente era muy bonita y hasta cierto punto dulce como su mamá fallecida, porque ciertamente también guardaba recuerdos de forma casi incomprensible y esos le ayudaban a salir adelante.



    ─ Hermano, ¿tú crees que la teniente acepte cuidar de este gatito junto con mis sentimientos? ─le preguntó a su hermano mostrándole al pequeño minino que había recogido en la calle tras una noche de lluvia, luego de que Ed se tomara el atrevimiento de desafiar al coronel Roy Mustang en una batalla alquímica para la tarde como parte de su prueba anual de alquimista estatal.


    ─ Pues… bueno, mi idea era obligar al coronel bastardo a quedárselo, pero… ─respondió el rubio con gesto levemente pensativo, mirando al diminuto gato que ahora dormía tranquilamente entre los brazos de la armadura que era su hermano menor─… creo que al final la teniente terminará cuidándolo porque ese bastardo es un inepto que no puede cuidar de sí mismo ─puntualizó en tono convencido para rematar su aversión hacia el coronel. Ni siquiera se fijó en el detalle de los sentimientos de su pequeño hermano.


    ─ Eso me da gusto ─dijo Al muy contento y tranquilo porque el gatito sería muy bien cuidado, pasando por alto también el que ello implicaría la corresponsabilidad de la teniente para con sus afectos.



    Esa tarde, a la hora señalada, Alphonse miraba pacientemente la batalla de su hermano en contra del coronel, manteniéndose al lado de la teniente Hawkeye y llevando al pequeño gato en brazos. Sufría un poco por el maltrato que estaba recibiendo su familiar y estuvo a punto de lanzarse al ruedo para ayudarle sino fuera porque la teniente le detuvo con un movimiento de la mano.



    ─ Tranquilo, Alphonse, que el coronel no va a matar a Edward aunque las llamas se vean muy fuertes ─le dijo serenamente lanzándole una mirada de reconvención para pedirle su confianza.


    ─ Está bien ─respondió el jovencito volviendo a abrazar al gato con cuidado.



    De una forma inexplicable, casi ilógica, cuando ya tenía al chico Elric derrotado, algo detuvo en seco al coronel dibujando en su rostro un gesto de angustia, lo que fue aprovechado por el rubio muchacho para amenazarle con el arma de su brazo metálico en el rostro.



    ─ ¡Ya estuvo, bastardo, yo gané! ─exclamó muy contento tras despabilarse de lo sucedido ya que tampoco alcanzaba a entender por qué el coronel se había detenido en ese último ataque, mirándole de forma socarrona y restregándole su victoria en la cara─. ¡Ahora tendrás que encargarte del gatito callejero!



    Todos los que quedaban en pie, los que se habían tomado el atrevimiento de seguir la batalla lo suficientemente cerca para no sufrir algún daño, le vitorearon con orgullo.



    ─ ¡Muy bien hecho, pulga, así se hace! ─le dijeron jocosamente al tiempo que daban aplausos.


    ─ ¡¿Se puede saber a quién le llaman sabandija microscópica?! ─cosa que no le hizo mucha gracia a Ed, quien se volvió amenazante a ellos dedicándoles una seña obscena con la mano metálica.


    ─ Pues ni hablar, ciertamente he perdido ─observó por fin Roy Mustang levantando las manos en señal de derrota, para después soltar un suspiro bajo de rendición al tiempo que se daba unas cuantas palmadas suaves en las mejillas para despabilarse y despejar su mente. Riza consideró que ya era adecuado reunirse con ellos y Al fue tras ella sin soltar al minino.


    ─ Eso fue excelente, soberbio… nada mejor que ver a nuestros más excelentes alquimistas haciendo gala de sus habilidades portentosas ─de igual manera, el Führer Bradley se acercó a los rivales sonriendo ampliamente, dedicándoles los correspondientes aplausos─. Sin embargo los combatientes deben limpiar la plaza hasta dejarla como nueva o tendré que descontárselos de sus gratificaciones ─señaló al final soltando una carcajada de diversión, mientras sus escoltas se aproximaban trayendo un par de escobas y palas para recoger los escombros.


    ─ ¡¿Qué!? ¿Pero por qué tengo que hacer eso? ─exclamó el mayor Elric mirándole con gesto de horror y abatimiento.


    ─ Esa es la condición para librar una batalla alquímica entre dos alquimistas estatales, Edward ─le explicó la rubia tras llegar junto a ellos, alcanzándole una pala al tiempo que le lanzaba una mirada de comprensión. Posteriormente se volvió a Roy para entregarle su correspondiente instrumento dedicándole una sutil sonrisa apenada para hacerle sentir mejor, recibiendo de su parte un imperceptible movimiento de cabeza como agradecimiento por su preocupación.


    ─ Una orden es una orden, Alquimista de Acero, que no se le olvide ─dijo por su parte Bradley lanzándole al chico una mirada algo dura, retirándose con su séquito. Por un momento nadie dijo nada dejándoles marchar en silencio, y sólo los militares, el coronel y la teniente, se cuadraron respetuosamente a modo de despedirle. Los pocos curiosos que quedaban ahí también se alejaron después de mencionar que había sido divertido en realidad.


    ─ Por eso yo no quería hacerlo así… ─masculló Mustang haciendo una graciosa mueca de pesadez─. Bueno, Acero, esto es lo que pasa por no leer el reglamento interno de alquimista ─posteriormente se volvió al rubio dándole una explicación exprés de las normas empleando para ello un tonito burlón al tiempo que su rostro volvía a ponerse serio, y de inmediato se dirigió a cumplir con su labor dejando su chaquetín en manos de la teniente para no ensuciarlo.


    ─ Ni modo, hermano, tienes que ayudar al coronel ya que tú los metiste en este embrollo ─le dijo Al instándole a realizar su parte.


    ─ Ya voy, Al, no tienes por qué hablarle así a tu hermano mayor ─refunfuñó el aludido y siguió a Mustang arrastrando la pala.



    Alphonse se quedó al lado de Riza mientras el sol ya descendía hacia el ocaso, y le preguntó lo siguiente:



    ─ Dígame una cosa, teniente, ¿podría usted adoptar este gatito como mascota? Yo me lo quedaría pero como todo el tiempo estoy viajando con mi hermano pues… creo que no sería justo para él ─explicó algo avergonzado en tanto le mostraba al pequeño gato, el cual maulló muy bajito como si estuviera saludándola y presentándose al mismo tiempo.


    ─ Oh, Alphonse, eso es muy dulce de tu parte ─admitió la joven y acarició la cabeza del minino con suavidad, mirándole con ternura y compasión─. Qué tierno es ─agregó afectuosamente.


    ─ Entonces, ¿si va a quedarse con él?... por favor, está muy solito en el mundo y necesita que lo apapachen ─el chico consideró adecuado apelar a la conmiseración de la linda teniente, y si pudiera indudablemente le mostraría su mejor gesto de niño bueno para convencerla de sus dichos.


    ─ Pobre criaturita… ─dijo Riza y sin dudarlo tomó al gatito entre sus brazos dándole un abrazo cariñoso, a lo que el felino maulló de contento.



    El menor Elric se sintió satisfecho deduciendo que, ante esa muestra de afecto de la rubia chica para con el animalito, sus sentimientos también habían sido correspondidos aunque no se los había declarado como tal. Sin embargo algo llegó a interrumpir sus ensoñaciones ya que un pequeño perro negro se acercó a la joven ladrando de un modo juguetón, dando saltos para llamar su atención.



    ─ Ah, Black Hayate, veo que el distraído de Fuery no pudo controlarte ─mencionó ella al verle, soltando un suspiro de rendición. Conseguido su objetivo el perrito no dudó en lanzarse con rumbo hacia donde Roy Mustang se encontraba trabajando, meneando la cola de contento como sólo los perros saben hacerlo, por lo que la joven se vio en la necesidad de seguirle para evitar que lo distrajera de su deber─. Lo siento, Alphonse, de verdad, pero ni al coronel ni a mí nos gustan mucho los gatos; además acabo de adoptar a ese cachorro y tengo que enseñarle buenos modales para que pueda estar en la oficina con nosotros ─se explicó a modo de disculpa devolviéndole al gatito con sumo cuidado, y se despidió con un movimiento de la mano antes de seguir al can─. ¡Black Hayate, ven aquí… no vayas a molestar al coronel! ─llamándole en tono severo.



    El pobre Alphonse sintió una especie de presión en lo que podría llamar su pecho y, si tuviera un corazón que late, lo más seguro es que lo sentiría apachurrado por ser rechazado, mirando cómo Riza Hawkeye se acercaba a Roy Mustang para secarle delicadamente el sudor de la frente con un pañuelo en tanto el cachorrito ladraba felizmente alrededor de ellos, recibiendo de parte del coronel unas palmadas afectuosas en la cabeza. Por su parte el pequeño gato volvió a maullar con leve tristeza, entendiendo que no tenía ninguna posibilidad de ganar contra un perro travieso.



    ─ Lo siento, amiguito, pero parece que no estamos listos para ser aceptados por una linda señorita ─le dijo el muchachito soltando su correspondiente suspiro bajo de rendición.



    Esa noche no tuvo más remedio que colocar al gatito en una especie de carriola de piedra creada por la alquimia, esperando que un alma caritativa como la suya quisiera y pudiera adoptarlo.



    ─ Discúlpame, Al, pero no sabía que la teniente y el bastardo de Mustang ya hubieran adoptado un perro molestoso ─le dijo Ed a su hermano en tono consolador después de despedirse del minino, como los hermanos mayores le hablan a los menores para consolarles cuando están tristes.


    ─ Lo que más me duele es que rechazaron mis sentimientos… ─respondió el pobre aludido soltando un nuevo suspiro ahogado de pena.


    ─… ¿Tus… sentimientos? ─su hermano le observó extrañado ante la confesión tan fuera de lógica─. ¿De qué… sentimientos hablas? ─le preguntó pues, aunque la armadura se moviera por la voluntad del alma de su hermanito, era difícil creer que pudiera sentir algo tan complicado.


    ─ Es que la teniente es tan bonita como mamá que yo pensé que… pensé que… pensé que… pensé que podría salir conmigo en una cita y quedarse con el gatito ─contestó Al y por un momento, por ilógico que parezca, la armadura pareció sonrojarse intensamente mudando la mueca inexpresiva por una un tanto tímida. Después sacudió brevemente la cabeza para despejarse y retornar a la normalidad.


    ─… Me parece entender a lo que te refieres… ─le dijo Ed sin dejar de mirarlo con desconcierto, aunque soltó su suspiro propio recordando que alguna vez le pasó lo mismo─. Pero no tienes por qué tomarlo tan a pecho, al fin que la teniente es sólo una mujer guapa como otras ─añadió un poco más tranquilo, dándole unas palmadas cariñosas en uno de sus enormes brazos para hacerle sentir mejor.


    ─ Eso sí, pero espero que algún día pueda enamorarme y contar anécdotas de amor a mis hijos, como la historia de la teniente y el coronel ─puntualizó el menor Elric un poco más tranquilo, considerando que no faltaba mucho para que pudieran recuperar sus cuerpos y así tuviera la oportunidad de conocer a alguna niña de su edad con la cual salir en un futuro.


    ─ Creo que estás viendo cosas que no son ─opinó el mayor soltando un bufido enfurruñado al tiempo que hacía cara de asco.


    ─ Bueno, no me hagas caso ─ observó Alphonse más alegre.



    Sin más se perdieron entre las calles para seguir su camino en busca de la piedra filosofal.






    Nota: Bueno, el desarrollar un poco a Alphonse puede no parecer complicado y sin embargo también tiene sus matices; aunque les presentó algo sencillo, sin gran participación de él, espero haber manejado un poco las emociones que podía expresar siendo una armadura (sus caras en el manga y los animes son un deleite para ver y divertirse). Indudablemente él se dio cuenta primero que Ed sobre la estrecha relación entre Roy Mustang y Riza Hawkeye, así que sin lugar a dudas sería de los primeros en apoyar una futura unión entre ellos.



    Gracias por leer, sean felices y nos vemos en otra.
     
    Última edición: 10 Junio 2020
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  4.  
    Dark RS

    Dark RS Caballero De Sheccid Comentarista empedernido

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    Saludos

    Entonces esta es la prometida segunda parte con Al como el enamorado, y nuevamente es Riza de la que se enamora uno de los Rlric.

    Usar al gato como un simbolismo de amor, y que si es aceptado los sentimientos son correspondidos, es un pensamiento bastante inocente, muy característico de Alphonse a su corta edad. Pero claro, él la veía como alguien muy similar a su madre, y eso es lo que la hizo atrayente para él, aunque no parecían ser sentimientos románticos, sino la necesidad de recuperar el amor maternal que perdió a tan tierna edad.

    A decir verdad, me preocuparía más el gato en manos de Hawkeye, si el pobre da un miau en falso, acabaría siendo acribillado, al igual que le pasó al pobre Black Hayate en su momento.

    No encontré algún error que señalar.
     
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  5.  
    Fushimi Natsu

    Fushimi Natsu Fanático

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    Ay, me muero de amor ❤❤❤

    ¡Esta historia es de la más tiernas y originalea que he leído! Jamás vi a alguien explorar un presunto enamoramiento infantil por la teniente, pero me alegro tantísimo porque tú lo imaginaras, Inuno

    Al primer capítulo lo adoré y Edward estaba tan mono con su flechazo por la teniente. Cuando le pidió una cita, no sabía si quería creer que estaba soñando o no y me dio una pena que tan rápido se le volviera una pesadilla No te voy a mentir, nunca antes había pensado en Ed y Riza, pero lo que aquí planteaste me resultó tan tierno y coherente que lo hubiera preferido al romance canon que nos dieron...

    En cuanto a Al... Primero que nada, amé que usaras un episodio del viejo anime, fue lo máximo de leer Y ahora sí, respecto a mi niño armadura, ¡pero qué cosita más preciosa es! Ese tartamudeo que le diste cuando se estaba explicando con su hermano me llenó de feels porque Al es tan tierno y mega adorable, su esencia tan pura no se perdió como su cuerpo. ¡Y también me gustó tanto cómo Ed lo consoló! Personalmente siento que este Edward es el que más se luce como hermano mayor
     
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