The Hunger Games Bien hecho

Bien hecho​

—Sigues tu —susurre, mirando a mi compañero sentado a mi lado. La bocina sonó justo cuando la puerta se abría para que él pasara por ahí. Nos miramos a los ojos, con el miedo grabado en nuestros orbes azulinas. Puede que los dos seamos del distrito dos, y que por lo tanto seamos del grupo de los profesionales, pero aun así teníamos miedo. —Suerte —volví a susurrar.


Él sólo me lanzó una pequeña sonrisa, tan pequeña que se podía confundir con una mueca. Caminó lentamente y pasó por la puerta de metal, dándome la espalda en el momento en que estás se cerraban frente a mis ojos.


Suspiré, dejando que por un momento mis sentimientos salieran a la luz. Todo el mundo me miraba, todos ellos esperaban encontrar algo con lo que pudieran matarme en la arena… y no les daría el gusto. No debía.


Pronto la bocina volvió a sonar, provocando que un imperceptible escalofrío bajara por mi espalda. Estiré mis músculos y caminé con la cabeza erguida, observando como nuevamente la puerta se habría frente a mí. Seguí caminando, viendo por el rabillo del ojo como todos los que me darían mi puntaje estaban sentados en una habitación incrustada en la pared a unos cinco metros de altura.

Miedosos.​

Me paré frente a ellos, escudriñándolos con la mirada y esperando porque su atención se posara sobre mi persona.



—Petals Rowpert, distrito dos —anuncié, con la voz más potente que surgió desde mi interior. Al parecer funcionó, puesto que todas esas cabezas con peinados extravagantes y pintura excesiva en su rostro me miraron.



Sonreí levemente, transmitiendo un poco de sorna hacia ellos. No dejaría que me vean como una presa fácil, no señor.


Camine levemente hacia una de las zonas de la sala, agarrando un gran trozo de madera y moviéndolo hacia la pared que quedaba frente al grupo de gente que seguía atentos mis movimientos. Luego agarre de la zona de armas todas las dagas que encontré ahí. Esto sería divertido.



—Que disfruten del espectáculo caballeros —les comuniqué, como si de un presentador de los antiguos circos fuera. Di una pequeña reverencia y agarré todas las dagas, posicionándome nuevamente erguida y con la espalda en dirección a la madera.



Suspiré, cerrando los ojos y aflojando los brazos. Tomé un poco de aire, dejando que mis pulmones se expandieran y que mi mente se despejara. Con un último respiro tire todas las pequeñas cuchillas hacia mi espalda, provocando que vuelen por los aires y se incrustarán en la madera. Seguí lanzando una por una, sintiendo como poco a poco estas se iban acabando y ya casi no quedaban en mis manos. Con un último toque termine de hacer lo que planeaba para ese momento, girándome lentamente.


Frente estaba la madera, con todas las dagas incrustadas en ella por más de tres pulgadas. Todas y cada una de ellas formaban la silueta de un hombre, a quién yo consideraba el presidente Snow; con una cuchilla puesta en donde iría su corazón y otras tantas en la parte inferior derecha formando mis iniciales: P.R.


Me volví hacia ellos y todos me miraban con los ojos abiertos de par en par y la mandíbula suelta, como si estuvieran viendo la cosa más impresionante del mundo. Solté una pequeña risilla, observándolos a todos con la diversión en mi rostro.



—Espero que haya sido de su agrado —volví a hacer una reverencia, y antes de levantarme volví a decir, —la función acabó.



Sin más, salí de ahí. Con un paso lento y seguro, con el rostro erguido, con mi sonrisa más grande y el corazón latiéndome a mil por hora.

Bien hecho, Pet.​

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Sinceramente, no tengo idea de dónde salió esto. Simplemente escribí, y no me arrepiento del resultado. Debo admitir que me gustó cómo quedó y esperó que a ustedes también. Disculpen si encuentran un error, pero no he podido encontrar ninguno yo misma. ¿Me los dicen, por favor?

Oh, por cierto. El nombre Petals, por si no lo saben, lo saqué del libro "The Host". Omg~ ¡amo ese libro! *--*