Barrera Líquida

Tema en 'Fanfics Abandonados Pokémon' iniciado por Roar, 20 Diciembre 2009.

Estado del tema:
No se permiten más respuestas.
  1.  
    Roar

    Roar Entusiasta

    Tauro
    Miembro desde:
    7 Junio 2008
    Mensajes:
    90
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Barrera Líquida
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1184
    Barrera Líquida

    Barrera Líquida

    Uno

    Iudia, la joven de veintidós años que a finales del invierno se encontraba recostada en una roca a la altura de las montañas que rodeaban la Ciudad del fuego. En sus sueños, ella viajaba a una realidad en la que lograba liberar a su nación de las ataduras del reino, como si detuviera la tempestad con su aliento, o con un dedo se hiciera sombra del radiante sol, pero todo era posible mientras adormitaba en la roca, descansando de una extenuante prueba en aquella ciudad que aclamaban al elemento incandescente.

    Ella en su vida fuera de los sueños era una talentosa sacerdotisa, luchaba con uñas y dientes porque su padre aceptara su labor; peregrinar por la tierra y llevar sus rezos para restaurar la paz. Este trabajo le fue asignado desde que estaba en los brazos de su madre, quien fue la que le heredó las artes de sacerdotisa.

    Durante sus primeros años, su vida era distinta a la de muchas niñas. Ella era la sacerdotisa del pueblo donde nació, un cargo importante ya que en todas las regiones del reino se debía tener un sacerdote que protegiera y estableciera el orden de la humanidad, además de enseñar el respeto hacia la naturaleza.

    -Mi señora Iudia, disculpe por despertarla de esta manera, pero debemos partir, la tormenta se avecina, y no creo que sea un buen lugar cuando eso pase- se acercaba un joven rubio, de ojos marrones, que miraba a la cansada sacerdotisa levantándose de su sueño.

    -Lo siento mucho, creo que me excedí esta vez- se disculpaba Iudia, mientras se sacudía la escarcha de nieve que tenía sobre sus ropajes, los típicos de sacerdotes, la túnica blanca, con tres vendas rojas atadas en ambos brazos, representando a su familia, y un collar de jazmín que colgaba de su cuello, mientras su cabello corto castaño se agitaba con las ráfagas del frío viento. Sus pies el levaban puestos unas sandalias similares a unos suecos hechas de madera, sujetando a sus dedos con una cinta color dorada. Este calzado fue retirado por aquel joven rubio quien le besó los pies para demostrar su admiración a la sacerdotisa.

    El joven de cabellera dorada se encontraba en servicio con la sacerdotisa en el peregrinaje que realizan los sacerdotes, para ir regalando paz y armonía, pero en esos tiempos ni la paz ni la armonía parecía que pudiera solucionar los problemas que tenía el reino.

    -Gracias Aran por acompañarme, ¿dónde están los demás?- decía Iudia volteando a todos lados en busca de un grupo que igualmente la seguía, ellos eran sus guardianes, quienes protegían su camino, porque una sacerdotisa no podría sola hacer el viaje, por lo tanto necesita de compañía que le ofrezca fuerza y para eso son convocados los guardianes, quienes se encargan de cuidar de las dificultades que se aparezcan.

    Aran era uno de los guardianes de Iudia, pero era muy inexperto en la materia, todavía le faltaba para obtener su invocación, que era la fuerza de todo guardián, sin invocación Aran era completamente indefenso, cosa que a los demás del grupo no les parecía del todo bien llevar a un guardián incapaz de protegerse así mismo como a la sacerdotisa.


    -Mis guardianes, disculpen la tardanza- a paso cauteloso con ayuda de Aran, llegaba Iudia junto a cuatro personas presenciando como la niebla se llevaba todo el camino de enfrente, para perder su vista absoluta.

    -No se preocupe, me parece razonable que descanse después de que ayer haya hecho la prueba de fe en el santuario del fuego- decía Lennet, una mujer que de apariencia gótica de piel tan blanca como la nieve que los rodeaba y labios rojizos intensos. – De todos modos de ahora en adelante habrá que ir a paso lento, porque la niebla está ocultando el camino.

    -Es más peligroso andar por ahí con el riesgo de la niebla, no sabemos si podemos encontrarnos con un soldado del Rey Rasi- explicaba Lenron la situación, un hombre que llevaba una gabardina carmesí con pantalones de un rojo más intenso pero con una especie de armadura que lo protegía de la cadera hasta las botas negras con varias figuras simbolizando el fuego, la materia que este guardián dominaba.

    Todo guardián en sus ropas llevaba una marca del elemento que dominaba, además de un prisma que se le entregaba al guardián. En el caso de Lennet, llevaba un vestido largo negro con una capucha hecha de piel, llevando en su espalda un collar que colgaba el prisma de color púrpura opaco con el símbolo de una pluma de plata a un lado.

    -Siendo así, es mejor resguardarnos en una cueva lo más rápido posible, además estamos agotando la fuerza de nuestras invocaciones al permanecer en un clima como este- terminaba Lennet, quien veía como otro de los guardianes se mostraba inconforme con la decisión.

    Era un hombre fornido de piel negra con unos pantalones de azul marino, permanecía descalzo y con su torso desnudo, era extraño que en esas condiciones pudiera soportar el aire frío de las montañas, incluso a pesar de que la nieve ya se apoderaba de su cuerpo, parecía no importarle. Tenía varios tatuajes, uno en su espalda, otro en su brazo izquierdo y uno más en el cuello. Cada uno de ellos no tenía ningún vínculo con los guardianes o elementos, sino representaba sus vivencias más profundas. Siempre se mostraba indiferente ante las charlas del grupo, permanecía callado como si corazón no latiera o no circulara la sangre por su cuerpo, pero esa seriedad y rectitud lo convertiría en uno de los guardianes más disciplinados del grupo, junto con Lenron.

    -¿Te pasa algo Yazhar?- preguntaba Lennet quien se acercaba a preguntar la situación de Yazhar.

    Los ojos dorados de Yazhar mostraban angustia. -Ve eso Lennet, es lo que no quiero de esta lucha, muchas familias están perdiendo la vida por esto, ¡no quiero que me tachen de asesino!- Yazhar miraba a Lennet queriendo abrazarla, pero no podía, sus brazos estaban entumidos por el frío.

    -Tú no has matado a nadie Yazhar, nadie de nosotros, lo que menos queremos es generar violencia, pero en estos momentos no podemos dejarnos vencer, más ahora que tenemos al reino en nuestra contra- abrazaba Lennet a Yazhar, quien se encontraba destruido por dentro, al recordar que su familia fue acribillada de la manera más despiadada por soldados del Rey Rasi, entonces se puso a pensar, ¿realmente estaba ayudando a Iudia o estaba haciendo su trabajo de guardián por venganza?
     
Estado del tema:
No se permiten más respuestas.

Comparte esta página

  1. This site uses cookies to help personalise content, tailor your experience and to keep you logged in if you register.
    By continuing to use this site, you are consenting to our use of cookies.
    Descartar aviso