Bajo el mismo techo

Tema en 'Fanfics Abandonados de Inuyasha Ranma y Rinne' iniciado por Renata Soria, 15 Mayo 2014.

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    Renata Soria

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    Título:
    Bajo el mismo techo
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1619
    Kagome se dio una última mirada en el espejo, verificando que todo estuviera en orden y que su atuendo luciera bien. Llevaba una falda negra recta hasta las rodillas, una blusa blanca de tirantes gruesos, unos tacones negros, un blazer color salmón y su bolso "Louis Vuitton". Al admirarse de pies a cabeza sonrió orgullosa, después de todo trabajaba como asistente personal de Yumiko Takeda quien era nada más y nada menos que la presidenta de la revista "Elle" en Tokio.
    Detuvo su auto frente a una cafetería y esperó a que le dieran su pedido mientras su mejor amiga la llamaba desde el trabajo.

    —Kagome, te digo que todo es un desastre las modelos para la portada todavía no llegan y el fotógrafo está a punto de irse.

    —Sango cálmate ¿Quieres? No voy a tardar mucho en llegar, mientras tanto convence al fotógrafo de que se quede y llama al de remplazo, tenemos que tener todo cubierto.

    Dicho ésto colgó su teléfono y el chico que entregaba los pedidos la llamó.

    —¡Un espresso americano, un latte y un capuccino para Kagome Higurashi!

    —Sí, soy yo gracias—Dijo mientras se abría paso entre los demás comensales y recibía sus bebidas.

    Mientras salía de la cafetería recibió un mensaje de texto de su jefa Yumiko, al estar distraída tropezó con un muchacho alto y musculoso, de cabello color plata y ojos ámbar, era bastante guapo pero había hecho que sus bebidas se le cayeran ensuciándose toda la falda.

    —¿Es qué no puedes fijarte por dónde vas?—Preguntó el ambarino mirando su traje todo manchado por el café.

    —¿Disculpa? Fuiste tú quien tuvo la culpa y mira nada más cómo me dejaste ¡Acabas de arruinar mi falda y era una exclusiva Valentino!

    —Pues mi traje era un Armani y lo compré para una importante reunión de abogados ahora me tengo que ir a cambiar y no tengo mucho tiempo—Refutó molesto.

    La joven azabache rodó los ojos y se dirigió hacia donde se hacen los pedidos dejando hablando solo al muchacho de cabello plateado quien hizo lo mismo.

    —Tengo que ir a mi casa a cambiarme, pero no tardaré mucho—Le explicó Kagome al cajero.

    —Está bien señorita la esperaremos con gusto—Respondió amable.

    Inuyasha hizo lo mismo que ella y llegaron al local a recoger sus pedidos casi al mismo tiempo con un traje y falda nuevos, una vez les entregaron sus bebidas, se dirigieron a la salida y el ambarino le abrió la puerta de la salida a la joven.

    —Las damas primero, además no queremos otro incidente como éste—Dijo sosteniendo la puerta.

    —Kagome bufó mientras salía y se metía a su auto.

    —¡De nada!—Gritó Inuyasha burlón mientras la joven arrancaba su auto.

    —Imbécil—Musitó ella rodando los ojos.

    Cuando Inuyasha llegó a su trabajo, todos estaban vueltos locos corriendo de un lado a otro con las manos llenas de expedientes y demás papeleo, su secretaria Serina llegó por detrás asustando al muchacho.

    —Disculpe joven Inuyasha, tiene tres llamadas del señor Hiroki Daisuke además de que su reunión es en media hora, su padre llamó para avisar que llegará cinco minutos antes y tiene que reunirse en la sala de juntas con él y con su amigo el señor Miroku Isamu.

    —Entendido Serina gracias—Dijo acomodando unos papeles en su portafolios y caminando hacia su oficina.

    —Inuyasha llegas tarde amigo—Lo reprendió Miroku sentándose en una de las sillas frente al escritorio del peli-plateado.

    —Lo sé lo sé es que una chica estúpida tropezó conmigo y fue todo un lío—Respondió acomodando sus papeles.

    —¿Era linda?

    —Pues...—Meditó unos segundos y empezó a recordar cada una de las facciones de la chica, ése atuendo hacía lucir su esbelta figura siendo al mismo tiempo algo elegante y moderno, además su rostro era bellísimo y sabía como resaltar sus rasgos faciales con el maquillaje sin ser nada exagerado y ése largo y negro cabello que parecía ser tan sedoso...en resumen sí, era más que linda—Pues ¿Qué te digo amigo? No era linda era preciosa.

    —Entonces valió la pena, hace años que no tienes una cita o si quiera contacto con una mujer—Se burló palmeando la espalda de su amigo.

    ---​
    —Kagome últimamente la revista es un desastre, estoy rodeada de incompetentes—Se quejó Yumiko tomando el puente de su nariz.

    —Tranquila Yumiko—Respondió dándole el café que le compró—Sango y yo nos vamos a encargar de que todo esté en orden y todo va a estar listo para el martes.

    —A veces pienso que sería mejor sólo trabajar con Sango y contigo, son las únicas que valen la pena aquí—Dijo tomando un sorbo de su bebida caliente.

    —Mira, aquí tengo el borrador de la sección de ésta semana—Dijo entregándole un pequeño montón de hojas encuadernadas—Ya hice varias correcciones y sólo falta la portada. Tenemos hasta el Martes para arreglar ése asunto y que la revista salga a la venta el jueves.

    —Ay Kagome querida, te vas a ir al cielo—Chilló ojeando el borrador.

    a había comprado.

    —Perfecto, sólo faltan unos cuantos detalles de edición y la aprobación de Yumiko para ir armando la revista—Respondió mientras se sentaba en su escritorio y acomodaba sus papeles.

    La mañana transcurrió rápida y movida gracias a tanto trabajo, siempre era lo mismo, a veces tenía que quedarse hasta tarde en la oficina pero no podía quejarse, ella amaba su trabajo y le pagaban bastante bien ¿Qué más podía pedir? Finalmente a las doce en punto llegó la hora del almuerzo y Kagome fue a un restaurante de sushi junto a su castaña amiga donde al fin pudieron conversar tranquilamente.

    —Y jamás me contaste ¿por qué llegaste tarde hoy?—Preguntó la castaña mientras le daba un sorbo a su té helado.

    —Un tarado que tropezó conmigo en la cafetería y tuve que ir a casa a cambiarme la falda—Respondió la pelinegra molesta al recordar a aquel guapo pero arrogante sujeto.

    El resto de su hora de almuerzo transcurrió entre risas, usualmente Kagome salía de trabajar a las seis pero ése día tuvo que quedarse hasta las ocho haciendo la edición de la portada. Una vez que terminó, fue a su departamento para darse un baño caliente, cenar y relajarse el resto de la noche. Ya era más de media noche cuando el teléfono la despertó.

    —¿Bueno?—Atendió algo adormilada.

    —Señorita Higurashi lamento despertarla, soy Kenzo, el mayor domo de su abuelo.

    —Oh, hola Kenzo.

    —Lamento mucho informarle que su abuelo acaba de fallecer. Por favor venga a la mansión mañana a las nueve para dar lectura al testamento y última voluntad de su abuelo.

    —S..sí ahí estaré—Respondió con la voz quebrada.

    —Lamento mucho su pérdida señorita, la veré mañana.

    Kagome tardó más o menos una hora en dormirse pues la noticia la había dejado deshecha, su abuelo y ella eran muy unidos, toda su infancia la recordaba junto a él, pero ya era un hombre muy viejo y necesitaba descansar. Al menos ése pensamiento la consolaba.
    Al día siguiente llamó a su jefa para pedirle el día libre y explicarle lo sucedido.

    —Cómo lo siento querida, tómate los días que necesites y si necesitas otra cosa puedes pedirla—La consoló Yumiko.

    La joven se miró en el espejo, aún seguía algo hinchada por haber llorado y el maquillaje no ayudaría así que simplemente se dió un baño y se puso un vestido recto negro con tacones y un bolso, amarró su cabello en una coleta alta y manejó su auto una hora hasta la mansión de su abuelo. Cuando entró la recibió Kenzo y la escoltó hasta una oficina donde se encontraba un notario listo para leer el testamento.

    —Finalmente señorita Higurashi—Continuó el notario tras varios minutos de hablar—Su abuelo le dejó medio millón de yens y un departamento en la siguiente dirección—Dijo entregándole una dirección anotada en un papel.

    —Gracias.

    —¿Se quedará al funeral señorita?—Preguntó el mayordomo.

    —Claro que me quedaré Kenzo.
    ---​
    —La reunión con tu padre fue bastante bien—Le dijo Miroku al ambarino quien se encontraba enterrado en trabajo.

    En ése momento entró Serina para darle al joven de cabello plateado su agenda de la semana.

    —Joven Inuyasha, me acaban de informar que el señor Kazuki murió ayer por la madrugada y lo invitaron al velorio.

    —¿Cuándo es?

    —Se está llevando a cabo ahora.

    —No, no puedo ir, tengo mucho trabajo.

    —También tiene que ir con un notario, parece que el señor Kazuki le dejó algo.

    —De acuerdo Serina, haz un espacio en la agenda por favor.

    Una semana después Inuyasha se encontraba mudándose a un departamento bastante amplio en un distinguido edificio. El señor Kazuki se lo había dejado y no podía decir que no. Además su amigo Miroku estaba viviendo con su novia y como se separó de ella no tenía a dónde ir por lo que el ambarino le dejó su departamento.
    La mudanza tardaría uno o dos días en llegar, mientras tanto el había ido para empezar a instalarse. Metió la llave con cuidado en la cerradura y cuando entró ya había algunos muebles lo cual no le sorprendió pues pensó que alguien vivió ahí anteriormente y dejó muebles olvidados, al irse adentrando en el departamento, llegó a una habitación que ya tenía algunas cosas y escucho agua correr en el baño, estaba a punto de abir la puerta cuando ésta se abrió y se encontró con la joven azabache que le tiró el café encima una semana atrás, estaba envuelta en una toalla con una cara de sorpresa que era casi igual que la del peli-plateado.

    —¡¿Qué demonios haces tú aquí?!—Preguntaron ambos al unísono.
     
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1815
    —Éste es mi departamento—Contestó ella agarrando su toalla.

    —Tonterías éste departamento me pertenece a mí tonta.

    —¿Pero qué dices? Era de mi abuelo, él me lo heredó.

    —¿T...tu abuelo dices?—Preguntó él atónito.

    —Sí ¿Pasa algo?

    —El señor Kazuki era tu abuelo.

    —Sí, él y yo eramos muy unidos pero...¿Cómo es que lo conoces?—Preguntó la pelinegra desconcertada.

    —Mi papá era su abogado, íbamos muy seguido a la mansión del señor Kazuki, pues yo siempre iba a ver cómo trabajaba mi padre y le agarré mucho cariño, igual que él a mí, supongo que por eso me dejó el departamento.

    —¿Tienes los papeles firmados por él?—Preguntó Kagome más calmada.

    Él asintió levemente.

    —Bueno, entonces voy a vestirme y después iremos con el notario para aclarar éste asunto—Dijo ella saliendo del baño para sacar su ropa mientras el joven de ojos ámbar salía para dejarla vestirse.

    Después de unos minutos la azabache salió de la habitación con unos vaqueros claros ajustados, unos zapatos negros bajos y una blusa negra de manga larga. Él la observó por unos instantes. La última vez que la había visto lucía como toda una ejecutiva a la moda, ahora lucía un rostro sin una gota de maquillaje y ropa casual, era un poco extraño verla así sobre todo porque era muy bajita, ni con los tacones lograba alcanzarlo pero con los zapatos bajos simplemente le parecía un gnomo, un muy lindo gnomo con un muy mal carácter.

    —Bueno, vámonos ya—Ordenó la joven tomando su bolso y caminando hacia la puerta.

    Después de discutir cinco minutos acerca de en qué auto irían, decidieron ir en el de Inuyasha y él como todo un caballero le abrió la puerta a Kagome para que entrara y para que saliera una vez que llegaron a la oficina del notario.
    Al entrar había una pequeña recepción con una salita de espera y un escritorio junto a una oficina. En el escritorio se encontraba una mujer de no más de cuarenta tecleando velozmente en la computadora y acomodándose los lentes cada tanto.

    —Buenos días—Saludó el ambarino llamando la atención de la secretaria.

    —¿En qué puedo ayudarlos?—Preguntó ella sin despegar la vista del monitor.

    —Venimos a ver al notario Takuya Susumu—Respondió Kagome.

    —¿Tienen agendada una cita con él?—Preguntó de nuevo la secretaria acomodando sus lentes.

    —No, pero es un asunto en verdad importante.

    —Veré si puede recibirlos—Dijo la señora para después entrar a la oficina y salir de ella rápidamente.

    —Pasen—Se limitó a decir mientras seguía tecleando.

    —Buenos días muchachos ¿En qué puedo ayudarlos?—Preguntó el notario indicándoles que tomaran asiento.

    —Verá, mi abuelo el señor Kazuki murió la semana pasada y me dejó un departamento—Explicó la pelinegra sacando los papeles firmados por su abuelo—Pero hoy me encontré con éste joven y resulta que a él también le heredó el mismo departamento.

    —¿Señor tiene usted los papeles firmados por el señor Kazuki?—Preguntó el notario a Inuyasha.

    —Sí aquí tiene.

    —Ya veo—Comentó el notario mientras verificaba los papeles—Ambas firmas son del señor Kazuki, son auténticas—Dijo entregándoselos de nuevo.

    —Bueno entonces ¿Qué hacemos?—Preguntó Inuyasha

    —Eso ya depende de ustedes dos, me temo que no puedo ayudarles más. Ésa propiedad les pertenece a ambos, ustedes tienen que ponerse de acuerdo para ver si la venden y se dividen el dinero o alguien se lo queda. Ahora si me disculpan tengo mucho trabajo y me temo que tienen que retirarse.

    Inuyasha y Kagome fueron a una cafetería cercana para desayunar y ponerse de acuerdo sobre la propiedad que habían heredado.

    —Entonces ¿Qué vamos a hacer?—Preguntó el ambarino mientras movía la espuma de su capuccino con una cuchara.

    —No sé, no quiero venderlo era de mi abuelo... es todo lo que me queda de él ¿Entiendes?

    —Sí—Afirmó él haciendo una pausa para elegir sus palabras cuidadosamente—Pero bueno, tengo un amigo que estaba viviendo con su novia y como se separaron, le ofrecí mi departamento, claro no tenía idea de que tú también eras dueña del departamento del señor Kazuki.

    Kagome hizo una mueca ya que no entendía bien qué era lo que el ambarino le estaba queriendo decir, no le cedería el inmueble puesto que era de su abuelo, ella tenía más derecho que él.

    —¿Y qué me quieres decir con eso?—Preguntó la azabache

    —Quiero decir que no te puedo ceder el departamento, yo tampoco tengo a donde ir.

    —Bueno, yo tampoco pienso ceder, además mi antiguo departamento lo puse a la venta poco después de que mi abuelo muriera.

    —Bueno, lo compartiremos—Dijo él triunfante.

    —Estás loco si crees que lo voy a compartir contigo, no es mi problema si tu amigo vive en tu departamento, vete a vivir con él entonces—Atacó ella caminando hacia la salida.

    Inuyasha rodó los ojos antes de seguirla y tomarla por el brazo antes de que ella pudiera salir.

    —A mí tampoco me gusta la idea de vivir contigo pero te recuerdo que tanto tú como yo somos sueños del inmueble y si ninguno quiere ceder entonces...

    —Está bien—Lo interrumpió—Pero no pienses que vas a hacer todo lo que quieras.

    —Como quieras, soy Inuyasha, Inuyasha Taisho—Se presentó extendiendo su mano.

    —Kagome Higurashi—Respondió ella estrechando de mala gana la mano del peli-plateado.

    El resto de la mañana se dedicaron a asignarse habitaciones y establecer algunas reglas de convivencia. Decidieron ordenar pizza para la cena y se sentaron frente a la computadora mientras comían para darse ideas de cómo decorar su nuevo hogar.

    —El decorador lo pagaré yo con el medio millón de yens que me dejó mi abuelo—Dijo Kagome levantándose del sofá para lavar los platos.

    —De acuerdo, yo conozco a uno bastante bueno y seguro te hace descuento—Respondió Inuyasha.

    —Gracias mañana lo llamaremos.

    Se fueron a dormir temprano ya que los dos tenían que madrugar el día siguiente. Kagome se despertó puntual a las seis a.m. para bañarse y arreglarse, ése día se puso un vestido blanco tres dedos arriba de la rodilla, una chaqueta rosa y tacones del mismo color combinándolo con un bolso gris de "Carolina Herrera".
    Se dirigió a la cocina para encender la cafetera y terminar algunos detalles de trabajo en su computadora portátil, estaba terminando de servir el café en dos tazas cuando un olor a colonia masculina inundó la habitación captando su atención.

    —Buenos días—Saludó Inuyasha mientras se acomodaba la corbata.

    —Buenos días—Respondió ella entregándole su café.

    —Creo que comenzamos con el pie izquierdo Kagome, si quieres puedo llevarte al trabajo y cuando salga te recojo, podríamos ir a cenar si tú quieres.

    Kagome dudó un poco antes de contestar, su primera impresión del tipo no fue muy buena y viceversa, pero iban a vivir juntos por un tiempo indefinido y tenían que llevarse bien, además las primeras impresiones no son siempre acertadas.

    —De acuerdo—Respondió ella finalmente—Hoy salgo a las seis.

    —Perfecto—Dijo mirando su reloj de mano—Vámonos antes de que se haga tarde.

    Inuyasha condujo unos veinte minutos aproximadamente hasta llegar a un gran edificio bastante elegante con letras enormes en color negro deletreando la palabra "Elle" ella recogió algunos papeles y tomó su bolso antes de abrir la puerta y despedirse.

    —Te veré justo aquí a las seis, te mandaré un texto cuando llegue—Dijo él dándole su número a la azabache.

    —Bien, hasta las seis—Se despidió ella imitando su acción.

    ----
    —No me lo puedo creer, simplemente no me lo puedo creer ¿Cómo que estás viviendo con la mujer a la que hace tan solo una semana detestabas? ¿Incluso piensas llevarla a cenar?—Preguntó Miroku subiendo los pies al escritorio del ambarino.

    —¿Qué te puedo decir? Tampoco me lo puedo creer pero vamos a estar viviendo bajo el mismo techo quien sabe por cuanto tiempo, tenemos que hacer lo posible por llevarnos bien.

    —Míralo por el lado bueno Taisho, hace años que no sales con nadie y ahora hasta vives con ella. Dijiste que era linda, es perfecto como si el mismo Buddha te la pusiera en el camino.

    —Estás loco—Respondió Inuyasha revisando expedientes amontonados en su escritorio.

    —Yo sé lo que te digo, recuerda mis palabras, recuérdalas —Le advirtió Isamu saliendo de la oficina de su amigo.

    El resto del día, Inuyasha se la pasó trabajando como loco y cada vez que parecía que estaba a punto de terminar, algo nuevo surgía hasta que por fin a las cinco treinta de la tarde pudo apagar su computadora y ordenar su escritorio antes de salir por la puerta y recoger a Kagome del trabajo.
    Llegó al edificio de la revista a las seis en punto y le mandó un texto a la pelinegra diciendo que ya había llegado, cinco minutos después salió ella con las manos llenas de papeles y cuadernos a punto de caersele hasta que el ambarino acudió en su ayuda.

    —Gracias—Dijo ella tratando de acomodar sus cosas en el auto.

    —No hay por qué—Respondió él encendiendo el auto—Y dime ¿Dónde te gustaría cenar? Escuché que abrieron un restaurante muy bueno cerca de aquí.

    —Claro, es perfecto.

    Inuyasha condujo hasta un elegante establecimiento, al entrar un mesero los acompañó hasta una mesa cerca de la terraza donde se apreciaba un jardín iluminado y una cascada con luces de color azul.
    Todo iba bien, Inuyasha y Kagome comenzaban a llevarse mejor, y a medida que los minutos transcurrían la conversación se volvía más amena y fluida. Reían y bebían hasta que el reloj marcó las diez y decidieron retirarse.

    —Creo que dejaste muy lejos el auto—Comentó la azabache mientras caminaban por una solitaria calle.

    Caminaron un poco más hasta que cuatro tipos visiblemente ebrios se acercaron a ellos.

    —Pero miren qué tenemos aquí—Dijo uno de los hombres acercándose a Kagome.

    —Aléjate de ella—Le advirtió Inuyasha.

    —Sólo nos queremos divertir un rato ¿No es cierto linda?—Respondió el hombre acariciando la mejilla de la azabache

    —Te dije que no la tocaras—Lo empujó el ambarino

    El tipo se defendió con un golpe que Inuyasha esquivó fácilmente, un minuto después ya se había librado una gran pelea, Kagome no pudo hacer más que llorar y pedirles que pararan, Inuyasha estaba masacrando al hombre que se acercó a la pelinegra y sus amigos trataron de ayudarlo pero también se ganaron una paliza, intentaban separar a los dos enloquecidos muchachos cuando escucharon las voces de unos policías que se acercaban y salieron corriendo excepto el peli-plateado y Kagome quien lo ayudaba a levantarse del suelo.

    —¿Qué está pasando aquí?—Preguntó uno de los policías

    —Nada, él sólo trataba de ayudarme—Respondió Kagome alterada

    —Sí, eso lo veremos, van a tener que acompañarnos a la estación—Dijo el otro policía tomando a Inuyasha y a la azabache por el brazo y escoltarlos hasta la patrulla.
     
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    arya

    arya Entusiasta

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    Ante todo buenas tardes :)

    Bueno ya sé que es un poco tarde para comentarte, pero espero que no, me encanta tu fic por favor síguelo.

    En el manejo de tiempos Te recomiendo que separes más los tiempos de cada personaje, porque tan solo pones esto ( ----) , pues está bien pero te recomiendo que pongas algo más visible para que el lector no se confunda.

    Y espero el próximo capitulo, espero que no lo hayas abandonado. Bueno nos vemos bye :3
     
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    Mary Dragneel

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    Hola, bueno, lamento comentar tan tarde. Opino igual que Arya deseando que no hayas abandonado este fic porque está bastante bueno y no puedo evitar querer saber cómo continúa.
    Arya también tiene razón en la separación de los tiempos. Fuera de eso todo bien.
    Saludos!
     
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    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

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    Muchas gracias, de verdad que no pensaba seguirlo pero me motivaron haha prometo subir la continuación pronto. Saludos.
     
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  6.  
    Renata Soria

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    Bajo el mismo techo
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    Para niños. 9 años y mayores
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    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    511
    El policía los acompañó hasta su auto donde otro policía les ayudó a subir a la parte de atrás del vehículo mientras el conducía el de Inuyasha.
    Al llegar a la estación, los oficiales les indicaron que se sentaran mientras esperaban a que se les llamara, ésa media hora pasó eterna para ambos
    Kagome todavía no podía terminar de procesar todo lo ocurrido, se austó mucho pensando que el muchacho pudiera lastimarla y también se alteró
    mucho cuando vio a Inuyasha peleando con sus cuatro amigos, estaba tan ensimismada que no notó que el ambarino le puso su saco encima porque
    ella estaba tiritando de frío.
    —Muchachos—Los llamó una voz frente a ellos en un escritorio.
    Se acercaron y una oficial les dio una rápida mirada para después comenzar a hablar.
    —Nombres.
    —Inuyasha Taisho.
    —Kagome Higurashi—Respondió la joven un poco más calmada.
    —¿Qué fue lo que sucedió?—Preguntó la oficial tecleando sus nombres para buscar si no había antecedentes penales.
    Kagome suspiró muy profundo antes de relatar cómo saliendo del Restaurante cuatro tipos se acercaron a ella e Inuyasha la defendió.
    La oficial sólo asentía de vez en cuando hasta que la pelinegra terminó su historia y levantó una ceja.
    —Pues parece que están limpios, pueden irse pero no quiero más incidentes, es todo.
    Al regresar al departamento Kagome vio que Inuyasha tenía abiertos los nudillos y fue por un botiquín de primeros auxilios. Se acercó a él para revisarle
    las manos y comenzó a limpiarlas con una mota de algodón y alcohol.
    —Gracias por haberme defendido—Le dijo la azabache mientras limpiaba sus heridas cuidadosamente.
    —No seas tonta Kagome, no me lo agradezcas.
    La joven le sonrió y después le vendó las manos. Se quedaron mirando por unos segundos, Inuyasha admiraba su belleza, aún con el maquillaje corrido
    se veía hermosa, ella lo miraba a los ojos fijamente lo cual intimidaba al peliplateado, era como si pudiera ver a través de él y eso lo asustaba. Inuyasha de pronto
    bajó la vista a las manos de Kagome, sus manos estaban también un poco lastimadas y temblorosas, se veía que todavía se encontraba muy alterada. Se levantó despacio del sofá y puso agua a hervir en la estufa, sacó dos tazas de la alacena y puso dos bolsas de té para después vertir el agua.
    —Gracias.
    —Te ayudará a dormir mejor—Respondió él apacible.
    Ambos se dirigieron a sus habitaciones y antes de abrir la puerta ambos voltearon a verse, ninguno decía nada, ya era media noche y todo estaba tranquilo Kagome mordió su labio inferior con nerviosismo, Inuyasha estuvo a punto de hablar repetidas veces pero simplemente miró al suelo negando con la cabeza. Se dieron las buenas noches y sin una palabra más se fueron a dormir. Inuyasha no pudo conciliar el sueño esa noche pensando en Kagome, en lo hermosa que era, la joven azabache tampoco pudo dormir pensando en Inuyasha y en lo que había hecho por ella, después de un largo rato al fin pudo dormir cobijada con el abrigo del ambarino.






     
    Última edición: 7 Diciembre 2015
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    Mary Dragneel

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    Awwww *-* a pesar de lo corto fue bastante lindo...
    Menos mal no habían antecedentes penales X'D. Pero ya, pobres ;-; sobre todo Kagome, se ve que no termina de superarlo.

    Yendo a la ortografía y demás, faltan puntos y comas, solamente eso.

    La historia continúa interesante :3
    Espero conti!
    Saludos


    PD: me alegro que decidieras continuarlo :3
     
    Última edición: 7 Diciembre 2015
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    Renata Soria

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    Bajo el mismo techo
    Clasificación:
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    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    952
    A la mañana siguiente Kagome se despertó con las energías renovadas, a pesar de que no había podido superar completamente el incidente de la noche anterior, decidió simplemente dejarlo atrás. Entró al baño pero ni siquiera quiso verse al espejo, estaba segura de que su rostro estaba hecho un verdadero desastre.
    —Y justo me puse el maquillaje que no era a prueba de agua—Pensó.
    Se dio una larga ducha tibia, se tomó el tiempo necesario para lavarse bien el pelo, el rostro y relajarse un poco. Cuando salió se puso ropa deportiva y se dispuso a hacer el desayuno al ritmo de hits de los 90 y principios de los 200, interpretados por los Backstreet boys, Nsync y Britney Spears. Eran al rededor de las 10 de la mañana cuando Inuyasha se despertó gracias a la música que sonaba desde la cocina y la voz de la joven pelinegra que cantaba , dio unas cuantas vueltas en la cama tratando de volver a dormir pero finalmente se rindió.
    Cuando llegó a la cocina iba a reclamarle a Kagome el escándalo pero al verla bailar y cantar tan graciosamente no pudo evitar quedarse pasmado contemplando la escena, de pronto la azabache buscó algo en la parte inferior del refrigerador y el ambarino sintió un repentino bochorno acompañado de una ligera dificultad para respirar al ver cómo ella movía el trasero al ritmo de "Bye bye bye" y los shorts que llevaba puestos no ayudaban mucho.
    —Buenos días—Saludó nervioso.
    —Inuyasha, ¿Dormiste bien? siéntate espero que te guste el desayuno.
    El ambarino dejó escapar un suspiro de alivio, antes de sentarse ayudó a Kagome a poner los cubiertos en la mesa, a pesar de la horrenda música que escuchaban sus oídos , la comida olía realmente bien, había café, jugo de naranja, fruta con youghurt y un omelette.
    —Quiero saber más de ti.
    —¿Qué quieres saber?—Preguntó el peliplateado tomando un sorbo de café.
    —Ya sé que eres abogado pero ¿Por qué escogiste ésa carrera?
    —Mi padre siempre fue muy apasionado con lo que hacía, siempre admiré su disciplina y pasión, cuando me llevaba a casa de tu abuelo y veía su trabajo, sentía deseos de aprender, creo que siempre quise ser abogado. ¿Tú cómo es que eres vicepresidenta de Elle?
    —Empecé desde abajo, como todos pero creo que tuve suerte—Respondió Kagome divertida—Sango y yo entramos al mismo tiempo y sólo eramos las chicas del café, las llamadas y fotocopias, pero un día, la asistente de Yumiko se enfermó y nosotras tuvimos que hacernos cargo de la sesión de fotos de la portada, el orden de los artículos y las correcciones, al final a Yumiko le gustó tanto que desde entonces somos vicepresidentas y la chica es quien se encarga de hacer todo el borrador.
    El resto del desayuno transcurrió entre risas ocasionales y ambos llegaron a conocerse más, Inuyasha lavó los platos y después se dio un baño.
    —¿Quieres ir a ejercitarte Inuyasha?
    —Eso suena perfecto vamos.
    Trotaron hasta un parque cercano donde había un grupo de ancianos haciendo Tai-Chi y otros jóvenes haciendo ejercicio. Kagome hacía trabajo de pierna y abdominales mientras que Taisho trabajaba en las barras, intercambiaron lugares y después de dos horas decidieron que ya era suficiente. Eran las tres de la tarde cuando regresaron al apartamento y mientras el ambarino hacía algo de comer, la azabache llamaba al decorador.
    —Aló—Respondió una voz afeminada.
    —Buenas tardes,¿El señor Hiroto Bando?
    —Así es cariño ¿En qué puedo ayudarte?
    —Quisiera que viniera a decorar mi departamento me llamo Kagome Higurashi...
    —Amor, llamaste al hombre indicado, iré a verte el lunes a las nueve de la mañana sólo dame tu dirección—La interrumpió.
    —Ajá, ajá, muy bien amor te veré el lunes ciao—Se despidió Hiroto.
    Kagome se la pasaba cada vez mejor con Inuyasha, aquel muchacho altanero, impertinente, prepotente y grosero se había esfumado, pensaba que tal vez el vivir juntos no era tan malo y que podía surgir tal vez algo más que una amistad entre ellos. Escogieron un par de películas para ver en la tarde, todo era perfecto hasta que Inuyasha recibió un texto de su mejor amigo Miroku.
    —Maldición—Dijo furioso el peliplateado.
    —¿Qué pasa?—Preguntó la joven metiéndose un puñado de palomitas de maíz a la boca.
    —Hoy es la fiesta en el club SECO y lo olvidé por completo. Todo el mundo estará ahí, no puedo faltar porque el dueño es amigo de mi padre.
    —Bueno, pues entonces dejaré la puerta abierta para cuando llegues—Respondió Kagome indiferente.
    —No va a ser necesario.
    —¿Por qué no?—Preguntó la joven comiendo más palomitas.
    —Porque tú vienes conmigo—Respondió tajante Inuyasha.
    Kagome casi se ahoga con las palomitas de maíz al escucharlo ¿A caso era una orden? Ni siquiera le preguntó si quería.
    —No, no quiero, quiero ver películas—Le dijo la azabache haciendo pucheros.
    —Kagome por favor, te lo suplico, necesito una acompañante.
    —No.
    Después de cinco "No" Inuyasha perdió la paciencia.
    —Vas a venir conmigo, punto, no te estoy preguntando.
    ¿Dónde quedó el chico amable de hace cinco minutos? Había vuelto a ser el altanero fantoche del día que se conocieron.
    —No me puedes obligar—Respondió ella entrecerrando los ojos con rabia.
    —¿Segura?
    Inuyasha la cargó sobre sus hombros y la llevó a su habitación mientras ella le gritaba que era un bárbaro incivilizado y que lo mataría.
    —Ahora arréglate, te estaré esperando en la sala.
    — Te quedarás esperando toda la noche—Le respondió la azabache cruzando los brazos.
    —Hablo en serio Kagome, si no tendré que escoger tu ropa y vestirte yo mismo—La retó.
    Kagome lo fulminó con la mirada y se paró a escoger su ropa mientras él salía triunfante de la habitación.
     
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  9.  
    Mary Dragneel

    Mary Dragneel Temporalmente fuera de servicio :'v

    Piscis
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    Guau, esto sí es inesperado... y tan bien que iba todo...

    También me pareció interesante verlos conviviendo y contando sus historias... ¿sabes? Siento que esto se ve un tantito amontonado.
    Un ejemplo
    Siento que podrías separarlos un poquito, así:
    Solamente es un consejito, es tu decisión.

    Espero el siguiente capi <3
    ¡Saludos!
     
  10.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

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    Escritora
    Muchas gracias querida, tienes razón todo iba muy bien pero si no fuera caprichoso y bruto no sería InuYasha y gracias por el consejo.
     
  11.  
    Renata Soria

    Renata Soria Iniciado

    Libra
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    26 Marzo 2014
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Bajo el mismo techo
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    1002
    Mientras sacaba la ropa de su armario enfurecida, una sonrisa malévola cruzó el rostro de la joven. Pensó en ir horrenda a la fiesta y así, le haría pasar una vergüenza tremenda a Inuyasha, pero esa idea fue borrada pronto de su mente al recordar que como vicepresidenta de la revista de modas más importante de Tokyo, sería todo un escándalo ir mal presentada.

    Mientras tanto Inuyasha hablaba por teléfono con su amigo Miroku quien lo había presionado para que llevara a Kagome a la fiesta.

    —No, es que no lo entiendes, no sólo está molesta, me odia—Escupió Inuyasha mientras se ponía una camisa color rosa pálido.
    —Mira Inuyasha, no seas necio, yo sé lo que te digo.
    —¡Feh! ni siquiera comprendo tu interés en conocerla.
    —Tú dijiste que es muy bella, viven juntos pero no son nada, y ni si quiera te has atrevido a darle un besito. Estás desperdiciando una oportunidad maravillosa Taisho. Ya pasó mucho tiempo desde que...
    —No quiero hablar de éso Miroku, nos vemos en la fiesta—Lo cortó.

    Inuyasha revisó su reloj de mano, marcaba cuarto para las siete, la fiesta estaba a punto de comenzar y Kagome seguía sin aparecer, justo cuando iba a ir hacia su habitación, la azabache se presentó ante él luciendo como una diosa. Llevaba puesto un top negro sin mangas, sobre el cual se puso un blazer blanco abotonado por el medio dejando ver su bien trabajado abdomen, también llevaba unos pantalones rectos blancos y unos zapatos de tacón alto negros con la punta triangular, combinando todo el atuendo con una cartera en blanco y negro con las siglas de la marca Chanel al frente.
    Lucía su negro y sedoso cabello perfectamente recogido en un chongo alto y el maquillaje suave resaltando sólo los labios de color rojo quemado.

    Al verla Inuyasha se quedó sin palabras, estaba preciosa ¿Cómo es que siempre era tan elegante? y sensual sin rayar en lo vulgar, la joven altiva comenzó a caminar hacia el automóvil donde él la siguió.
    —¿Vas a seguir sin hablarme Kagome?—Preguntó molesto el peliplateado.

    Kagome le dirigió una mirada llena de odio antes de volver los ojos al cristal.
    —¡Feh! Eres una caprichosa, ni siquiera fue para tanto, y ahora me aplicas la ley del hielo. Tú si que eres inmadura—Atacó.
    —Inuyasha—Comenzó a hablar la azabache con rabia—No soy tu dama de compañía, no me puedes hacer éste tipo de cosas, si digo que no es que no. Ahora dame una buena razón para no querer matarte.
    El ambarino se limitó a mirarla con el ceño fruncido preocupado.
    —Esa mujer sí me asusta—Pensó.

    Al llegar al club, como el caballero que era, Inuyasha le abrió la puerta y le ofreció la mano a la joven para que bajara del auto, la cual a pesar de estar enojada no rechazó. Caminaron por una pequeña alfombra roja hasta llegar hasta donde fotografiaban a los invitados, la pelinegra rodó los ojos al ver que tendría que posar junto a Inuyasha, pero sin más se colocó al lado de él y ofreció su mejor sonrisa y perfil mientras él la tomaba por la cintura.

    —¡Inuyasha amigo mío!—Lo saludó Miroku efusivo—Tú debes ser la chica que comparte departamento con mi amigo, le dije que te trajera para que lo vieran en compañía de alguien aunque fuera por una vez.
    —Encantada—Saludó amable.
    Después de un rato de conversar, la azabache se dirigió a la pista de baile donde claro, ella era el centro de atención. Inuyasha la miraba desde la barra mientras tomaba una margarita junto a su amigo, de pronto un joven alto de ojos azules y cabello negro se acercó a la joven peligrosamente, Inuyasha sintió al instante cómo le hervía la sangre y sintió deseos de apartar a ése desconocido del lado de la pelinegra, pero descartó la idea pidiéndole al camarero un Whisky en las rocas.

    —Inuyasha ¿Qué te pasa? Estás bebiendo demasiado—Preguntó Isamu quitándole el vaso que tenía el ambarino en la mano.
    —Nada, lo único que quisiera saber es quién demonios es el imbécil que no ha dejado de bailar con Kagome toda la noche—Respondió arrastrando ligeramente las palabras.

    Mientras tanto Kagome pasaba un buen rato con aquel joven apuesto que se acercó para bailar con ella. A veces se acercaba demasiado a ella pero luego se alejaba haciéndose el interesante a lo cual la joven respondía con risas. De vez en cuando volteaba a ver a Inuyasha quien no le quitaba los ojos de encima.
    Inuyasha estaba forcejeando con Miroku, estaba visiblemente ebrio y Kagome tuvo que despedirse del joven con el que bailaba sin llegar a decirle su nombre.
    —¿Qué está pasando?—Le preguntó la joven a Miroku.
    —Parece que Taisho bebió demasiado, señorita. Tenemos que llevarlo al departamento.
    —No estoy borracho—Respondió Inuyasha arrastrando las palabras.

    Miroku ayudó a Kagome a llevar al peliplateado hasta el auto y se ofreció a manejar. Al llegar al departamento Isamu lo cargó hasta su habitación y lo dejó con cuidado en su cama.
    —Listo señorita, lamento los problemas que pudo haber ocasionado—Se disculpó él.
    —Muchas gracias Miroku, creo que es un poco tarde para que regrese hasta su casa ¿Por qué no se queda?
    —Gracias señorita pero prefiero no hacerlo, hasta luego—Se despidió con un beso en la mano de Kagome.

    Kagome suspiró profundamente y fue a ver cómo se encontraba Inuyasha. Lo encontró profundamente dormido y a pesar de seguir enojada con él le quitó los zapatos y lo arropó, antes de poder marcharse escuchó que la llamaba.
    —Kagome—La llamó adormilado.
    Ella se volteó para mirarlo.
    —Perdón—Le pidió—Nunca quise que pensaras que te veo como una dama de compañía, eres muy hermosa, y para mí eres...
    Y así sin más se quedó dormido. Kagome no sabía qué era lo que más le molestaba, el no terminar de oir la disculpa o que probablemente al día siguiente no se iba a acordar de nada.
     

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