One-shot B de Beneficio (Días del abecedario 2.0)

Seguimos con la actividad. Espero que lo disfruten. B de Beneficio.


B de Beneficio


―No confío en a mercancía de ese tipo, Mizuiro. Además, él es extraño ―le susurró Keigo a su amigo mientras veía de reojo al vendedor con el sombrero buscar lo que le habían pedido.

―No seas paranoico. Las apariencias engañan, recuerda que aunque parezca… salido de la mafia ―pausó un segundo para escoger la palabra más adecuada― es amigo de Ichigo. Además, estamos hablando de dulces, lo haces ver como si nos estuviera vendiendo explosivos, o químicos peligrosos― le susurró de vuelta el de cabello azul.

Ciertamente Keigo no podía evitar sentir que algo iba a salir mal, no sólo porque el sospechoso de Urahara le diera mala espina, si no porque los dos niños que no dejaban de verlos con rostros totalmente inexpresivos. Dulces o químicos o lo que fuera, él sólo quería salir de allí. Eso era así, hasta que una voz profunda lo distrajo de sus pensamientos.

―Aquí está lo que me pidieron muchachos. Serían 1100 yenes ―dijo mientras se sostenía el sombrero con una mano y les entregaba la bolsa con los dulces en la otra.

Los chicos se dirigieron a la caja, pagaron la mitad cada uno, y luego salieron de la tienda despidiéndose de Urahara.

―¡Hasta luego! ¡Vengan pronto! ¡Y mándenle mis saludos a Kurosaki-san! ―respondió el rubio mientras los veía desaparecer por la esquina de la calle.

A los pocos segundos apareció una mujer de piel morena con el cabello atado en una cola alta en el medio de la sala. Reprochó a Urahara por lo que le había hecho a los chicos, que hasta le daban algo de pena. Llevaba puesta una camisa naranja con pantalones negros, el atuendo usual que utilizaba si no estaba transformada en gato.

―Yo no le veo nada de malo, lo único que hice fue venderles unos dulces ―respondió con una sonrisa tonta escondida detrás de su usual blanco abanico.

―Sólo unos dulces que tenían un bio-rastreador dirás ―intervino por primera vez el niño pelirrojo mientras la que estaba a su lado asentía tímidamente―. Aunque todavía no estoy seguro de lo que sea eso. Su corto temperamento le falló cuando no recibió respuesta alguna.

―Aunque hay que admitir, si esa es tu forma de mantener a Ichigo bajo tus hilos, lo estás logrando bien mi amigo― dicho esto, la mujer se retiró seguida por los dos niños que también allí se encontraban.


Urahara esperó unos segundos y cuando se cercioró de que nadie estaba cerca sonrió de lado mientras su mirada se oscurecía.


―Bueno, ser un vendedor de artefactos para Shinigami debe traer algún beneficio, ¿no?

En algún lugar de las calles de Karakura, se encontraban Keigo y Mizuiro despidiéndose porque debían tomar caminos diferentes para llegar a sus casas, mañana debían ir a la escuela.

―Mizuiro, jamás volvamos a comprarle algo a ese tipo. No me sentaron bien los dulces que compramo s―el otro chico le restó importancia a su comentario diciéndole que se fuera a su casa que era por su paranoia.

―Está bien, pero si me muero es tu culpa.