Mientras caía, José vio pasar su vida por sus ojos. Vio el momento en que una chica le besó por primera vez. El momento en que se casó con ella. Su primer hijo. Los dos mellizos. Su ascenso a subdirector ejecutivo de la empresa. El momento en que todo se derrumbó sin remedio como un castillo de naipes. José maldijo en su caída el día en que probó por primera vez aquel néctar que parecía haber sido fabricado por un dios. Maldijo su adicción. Quiso maldecir al alcohol, pero cuando había empezado, su cuerpo ya estaba inerte, en lo más profundo de aquel barranco hacia el cual se había tirado. José despertó. Estaba en un bar; le acababan de invitar a una cerveza. Sin pensárselo dos veces, la rechazó.