One-shot de Pokémon - Su secreto

B de Baile

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Tras la sorpresiva interrupción del combate por parejas, el as oculto de la tan esperada gala en la que Ash y Serena habían salido victoriosos frente a Miette y un disfrazado James, para variar, la música volvió a envolver con su dulce melodía el gran salón de baile. Algunas parejas, siendo arrastradas la mayoría de las veces por las jóvenes emocionadas hacia la pista de baile, volvieron a enfrascarse en otra de las alegres danzas grupales. Otros, simplemente optaron por charlar y convivir junto al resto de invitados. Las felicitaciones no pudieron faltar hacia los dos ganadores de tan merecedor puesto.

Los pequeños pokémon correteaban entre las piernas de los más inexpertos bailarines, provocando un divertido efecto dominó en varios y logrando así la caída de muchos de ellos. Pikachu tan solo tenía como objetivo escapar de la pesada de Slurpuff, llevándose con esto el récord al mayor número de jóvenes abatidos. Sylveon y Bunnelby sin embargo no pudieron evitar echarse unas risas, corriendo tras la divertida pareja con la intención de ayudar a su desdichado amigo en apuros.

Pero no todos parecían disfrutar de aquella última etapa de la tarde como bien se merecía, y esto fue algo que no pasó por alto la observadora Miette. Pudo descubrir a la chica que buscaba sentada en una de las sillas, admirando con un semblante perdido y ajeno a la fiesta el espectáculo del resto de los presentes. Se acercó dejando atrás el factor sorpresa, y apoyó sus codos en el respaldo de la silla de su rival, notando el sobresalto de la castaña frente a ella. Sonrió con cierta malicia en su mirada.

—Te lo dije una vez y te lo volveré a repetir siempre si es necesario, boba: si no empiezas a moverte, lo haré yo por ti.

—¿A-ah? —Serena, sobresaltada por la repentina aparición, dio un brinquito en su silla y observó a la chica susurrarle aquella amenaza al oído. Frunció el ceño, sintiendo aquel molesto ardor volver a subir por sus mejillas, sin dejarle tregua alguna—. Miette, deja de hacer eso. Y-yo no... yo...

—¿No tienes el valor de acercarte a tu amigo y pedirle un simple baile? Vaaya... Me decepcionas, Serena, esperaba más de ti —con falsa tristeza, lanzó un teatral suspiro haciendo un ademán excéntrico con su brazo, como toda buena actriz que se precie sería capaz de hacer. Aguardó un par de segundos con uno de sus profundos ojos mirándola de soslayo y entonces, la provocó.

—¡Claro que puedo, Miette! ¿Por quién me tomas? Solo es que ahora está hablando con Lem, no quiero interrumpirle ni mucho menos, así que mejor espero aquí hasta que se vaya, ¿no crees...? —bajando la cabeza avergonzada, y con su rostro hirviendo a estas alturas, comenzó a juguetear con sus dedos índices para evitar la mirada que la chica de cabellos violáceos se encontraba dirigiéndole en esos instantes.

—Pues hoy es tu día de suerte, Clem se acaba de llevar a su hermano a rastras hacia otra de sus posibles futuras novias, mira —divertida, señaló la escena a lo lejos, y Serena quiso en ese momento que la tierra la tragase. Su gozo en un pozo, ni más ni menos...—. Entonces qué, ¿vas a ir ya o le vas a dejar pasar? Mira que a mí no me importa volver a bailar con él, pero preferí tomarme un pequeño descanso hasta entonces.

Serena alzó la cabeza mientras escuchaba la voz de Miette, y clavó sus orbes cristalinos en la figura de Ash allí en frente, disfrutando de la gala junto al resto de sus compañeros pokémon como si de un niño se tratase. Siempre había soñado con un momento así en su vida, y ahora que lo tenía al alcance de su mano... se le estaba complicando más de lo esperado. ¿Cómo algo tan simple podía volverse un verdadero quebradero de cabeza en su interior? Tantas dudas, tantas posibles respuestas de su parte... Acababa perdiendo el tiempo en un mar de dudas del que no esperaba lograr salir victoriosa.

Volvió a ver a su rival una última vez, pero recibió en su lugar una sonrisa diferente de su parte. Esta vez no la miraba orgullosa, ni le sonreía con aquella malicia y travesura habitual en ella. No, esta vez... esta vez la estaba apoyando, la apoyaba a su manera y trataba de hacerla reaccionar de una vez antes de que fuese demasiado tarde. La joven de Kalos se levantó con delicadeza entonces y se volteó hacia ella, devolviéndole una tierna sonrisa en su lugar.

—Gracias...

—Anda, ve de una vez. Están a punto de abrir el buffet libre y entonces será demasiado tarde para ti.

Serena asintió con una determinación renovada, y dio media vuelta para comenzar a caminar hacia él. Hacia el chico del que sentía aquellas emociones tan lindas, hacia el chico del que se había enamorado sin darse cuenta. Era el momento perfecto para cumplir aquel deseo de poder bailar a su lado, no podía volver a desaprovechar esta última oportunidad.

Y allí, a espaldas del entrenador de Pueblo Paleta, el temor volvió a invadirla de nuevo. Su corazón comenzó a golpear frenético contra su pecho, y sintió de nuevo el calor embargarla por completo en el momento de la verdad. Acercó su mano temblorosa hasta agarrar su chaqueta, y tiró con suavidad para captar su atención. Bajó la mirada por completo en cuanto Ash se dio la vuelta con curiosidad.

—¡Anda! Hola de nuevo, Serena. ¿Te lo estás pasando bien? —saludó con un tono animado en su voz, pero solo pudo recibir un nervioso asentimiento de cabeza de parte de la chica, cosa que le extrañó por completo. ¿Por qué esquivaba su mirada así de repente?—. ¿Te encuentras mal, quieres que nos vayamos ya o...?

—¡N-no no no! Y-yo quería, uhm... Es que es una tontería, no sé si...

—Seguro que no lo es, vamos. Te escucho —respondió sin dudarlo, depositando toda su confianza en ella en aquel instante. Colocó su mano en el hombro de la joven performer y ésta alzó sus orbes azulados ante el contacto hasta conectarlos con los del azabache. Suspiró, tomando el valor suficiente como para hacerse oír con claridad.

—Verás, es que como antes no pudimos... ehm, esto... Me haría ilusión poder... Me gustaría poder bailar contigo —¡listo, lo había dicho! Tartamudeando casi, eso sí, ¡pero había logrado hacerlo! Bajó su cabeza al instante al ser consciente de sus palabras, y ante el efímero silencio, surgió el remordimiento. Nerviosa, trató de excusarse a pesar de ser demasiado tarde—. Sí, ya te dije que era una tontería... no me hagas mucho caso.

Pero ante la tan esperada respuesta por parte de Ash, la chica se sorprendió al escuchar en su lugar una divertida risa salir de sus labios. Apretó sus puños y se mordió el labio inferior, muerta de la vergüenza a la que estaba siendo expuesta. ¡Sabía que no había sido una buena idea hacerlo, lo sabía!

—¿Con que tan solo era eso? ¡Haberlo dicho antes, Serena!

—¿Q-Qué?

—Claro que podemos bailar, para eso estamos aquí, ¿no? Aparte ya le estoy cogiendo un poco el truco, aunque Miette se ha llevado casi todos los golpes, pobre —rió, despreocupado como él solo y llevando una mano tras su nuca. Serena no era capaz de salir de su asombro, pestañeó un par de veces observándolo incrédula mientras trataba de procesarlo todo con claridad. ¿De verdad... había dicho que sí?—. Vamos, que pronto acabará la gala y ya no pondrán más canciones.

Ash tomó la iniciativa y cogió con delicadeza la mano de su acompañante, llevándola consigo hacia el resto de parejas, y asegurándole de que todo estaría bien. Serena sintió un gran dejavú de su infancia, cuando fue llevada de la misma forma por él, y creyó estar soñando despierta de nuevo. Pero no, esta vez era real, y nada podría volver a estropear ese momento.

Entrelazaron sus manos entre sí y se miraron, sonriendo inevitablemente, comenzando así el baile. A otro lado Miette los observaba cruzada de brazos junto a una mareada y electrocutada Slurpuff, y no pudo evitar sonreír al ver que había logrado acercarla un poco más al chico de la que tanto parecía estar enamorada. Era extraño, pero se sentía bien consigo misma.

—Esta vez te lo he puesto fácil, pero la próxima vez no será igual, Serena.

Porque sí, tras aquella fachada de rivalidad, la chica la conocía bien después de todo en el poco tiempo en el que habían convivido. Y en el fondo, muy en el fondo, quizás fuese verdad, y Miette se preocupaba por ella al fin y al cabo. Aunque claro, eso nunca fuese a decirlo en voz alta, su orgullo se lo impedía.

Por ahora, continuaría siendo secreto.