Microrrelato Búsqueda

Búsqueda​

Finalmente llegó el momento apropiado.

Tras semanas de espera, las integrantes del club de natación regresaron de la competencia a la cual asistieron, con el trofeo del primer lugar en manos, pero eso no le importaba al estudiante que esperaba la oportunidad de entrar en los vestidores y cumplir sus sueños.

La falta de decencia que demostraba siempre fue una característica de su personalidad, observar la belleza de la figura femenina no era algo de lo que se sintiera avergonzado, aunque lo clasificaran de pervertido.

Durante el receso antes de la clase de educación física se adentro en los vestuarios femeninos sin perder tiempo para observar a las muchachas de su clase cambiándose. Nadie lo notó abriendo la puerta, dándole una mirada a las muchachas que conversaban alegremente, todo gracias a sus poderes para borrar su presencia. Sus habilidades eran limitadas, por lo cual debía tener sumo cuidado de no chocar con alguna o de lo contrario revelarían su ubicación; lo cual era una tortura para él, sus hormonas alborotadas le ordenaban que tocara aquellos esculturales cuerpos.

Apenas logró encontrar un escondite sobreponiéndose a sus bajos instintos, e inmediatamente se concentró en observar las pantis de todas. El premio que intentaba encontrar eran prendas íntimas blancas con lunares azules que le revelarían la identidad de la mujer que sería su novia.

Esa fue la promesa que hicieron.

Hace casi dos meses, mientras fisgoneaba la practica del club de natación, fue descubierto por una de las miembros, no pudo ver de quien se trataba debido a la obscuridad repentina que asoló todo el edificio, demostrándole que no era el único con habilidades; pero en lugar de delatarlo su castigo fue un juego de escondidas desvergonzado en el que el ganador tocaría a sus anchas una parte del cuerpo del perdedor, demostrándole que tampoco era el más depravado de la escuela.

El juego inició. La muchacha apenas ganó un par de veces, en clara desventaja, pero disfruto explorando la anatomía masculina con detenimiento; por su parte el afortunado desvergonzado pudo saciar su curiosidad deleitándose al tocar los pechos de aquella misteriosa mujer, su trasero, los muslos, el rostro, en fin cada centímetro de su ser; sin embargo, la entrepierna femenina resulto ser un lugar demasiado puro para pervertirlo, no dejó de temblar al acercarse a aquel lugar y tuvo que cambiar de objetivo.

El juego terminó y la misteriosa mujer, maravillada y algo frustrada por aquella “caballerosidad”, le propuso convertirse en novios para que no pusiera excusas en contenerse en un próximo juego. La única condición, que descubriera su identidad y las únicas pistas un sostén blanco con lunares azules y que ambos asistían a la misma clase.

La campana anuncio el final del receso y el muchacho regresó derrotado a su salón, pero su mirada demostraba que no se rendiría, encontraría otra oportunidad.

La maestra ingresó y su mirada se detuvo en su alumno más problemático y una sonrisa traviesa adornó su rostro por un segundo.