Auriculares.

Tema en 'Relatos' iniciado por Kiryuuin, 20 Junio 2012.

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    Kiryuuin

    Kiryuuin Hermandad Oscura

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    Título:
    Auriculares.
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    Para todas las edades
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
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    907
    Auriculares
    ~
    Ese salón era un escándalo único. Guerras de papelitos voladores, gritos como si estuvieran en la cancha, algunos grupos de chicas cantaban… o más bien, gritaban a mas no poder, fusiones de distintos géneros de música… En fin; sería una típica hora libre por el turno tarde.



    —Ah… —suspiró, desenredando los cables de sus auriculares. <<Bueno…, mientras tanto, me voy a escuchar música.>>, pensó, levantándose de su asiento, dirigiéndose hacia la puerta del aula.



    <<¿A dónde irá…?>>, se preguntaba su amigo y compañero de banco, viéndola salir a sentarse en las gradas.



    Se detuvo a pensar en algo; ese sentimiento que comenzó cuando la conoció, pero era mejor no pensar en eso, o sino, en menos de cinco segundos estaría más sonrojado de lo normal.



    Se arremangó los puños de la camisa aburrida del colegio, bajó los pies de la silla y se puso de pie, caminando hacia la chica. Pasando entre otros compañeros que congestionaban la puerta, salió de un empujón hacia el pasillo.



    Era odioso tener que estar apretado entre amigos en una diminuta puerta para salir solamente a ese corredor, que a veces también estaba congestionado de gente gritando, otros corriendo, algunos sobre la espalda de otro y demás. Suspiró.



    Con las manos en los bolsillos, se acercó a ella por detrás, sorprendiéndola con un dulce beso en la mejilla. No sabía si la había asustado, pero a ella no le molestaba esos inocentes besos, ya que solamente eran en la mejilla; aunque era más normal mostrar el afecto de esa manera entre mujeres.



    —¡Ya te dije que no me hagas así!, puedes venir en frente mío y ya está—le decía al chico algo…¿enfadada? No, un poco molesta quizás.



    Él sólo rió alejándose un poco de ella. Le daba gracia cuando ella se molestaba por alguna de sus bromas. Lo que más le gustaba de eso, era que su enfado no le duraba ni medio minuto; saltabas con otro tema, y hablaban animadamente como si nada hubiera pasado.



    Cuando supo que se tranquilizó, bajó los dos escalones de las gradas y se sentó a un lado de ella.



    Había un partido ese día; la final de vóley del turno mañana. Casi nadie le daba importancia, sólo algunos chicos y profesores se acercaban a ver la competencia; es divertido jugar ese deporte, pero no tanto como verlo.



    Él también se aburrió; no lo consideraba un gran deporte, pero ya qué…



    Giró su cuerpo, mirándola atentamente. Claramente, para ese muchacho, era más lindo mirar el rostro de ella que mirar a unos jóvenes jugando un partido aburrido.



    —¿Qué pasa? —preguntó inocentemente, percatándose de la profunda mirada de su amigo. El chico negó con la cabeza, sonriéndole, a lo que ella no la convenció por completo. Esperó unos minutos más, hasta que la canción que escuchaba se terminara para volver a preguntarle— En serio…, deja de mirarme; me asustas —le dijo, separándose un poco de él.



    El joven sonrió; era divertido para él. La chica le restó importancia, concentrándose en la letra de la canción que escuchaba de su celular, cantando pequeñas partes al aire.



    —Hay algo que quiero decirte… —habló por fin ese muchacho. Su amiga seguía en su nube, escuchando sabrá Dios qué melodías—, un sentimiento que apareció no hace mucho —seguía él.



    —¿Mmm…? —Musitó, apenas percatándose de que el chico a su lado le hablaba—, ¿me decías algo?



    —Siento algo por ti —susurró, sonrojándose aún más de lo que ya estaba.



    —¿Cómo…? —dijo, acercándose a él—, lo susurraste y no logré escucharte bien —se excusó ella.



    <<Dios santo…>>, pensó. Ya; no tenía sentido seguir intentado decírselo mientras ella estuviera con los auriculares pegados a los oídos. Tenía que idear una forma de hacerle saber lo que sentía sin que le quedaran dudas.



    <<¡Listo!, eso bastará>>, se dijo a sí mismo en su mente.



    Se puso de pie revolviendo su cabello castaño, situándose frente a su mejor amiga. Bajó la mirada y pudo apreciar sus ojos tan dulces como la miel. Ése era su punto débil, más si ella lo miraba de esa manera infinitamente tierna e inocente. No resistió; sus mejillas ya no daban para más de tanto ardor.



    Bajó su postura, casi a la altura de ella. Tomó esos odiosos auriculares que no le habían permitido a ella escuchar su confesión y con ellos acercó su rostro al de ella; la miró dulcemente y le demostró aquel sentimiento que por primera vez él había experimentado juntando sus labios en un beso.
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    Ok, seré sincera. u.u (? Me duelen los ojos de tanto revisarlo x'D
    Si encuentran algún error —por minúsculo que sea—, ¿podrían marcármelo?
    Díganme todo lo que quieran C:
    Gracias por leer. <3
     
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