One-shot Aullar [Nagi, Shiori y Hiro] [Persona]

Contenido oculto: Lobo en piel de cordero

Aullar

El fuego y el rayo.
El valor y la precaución.

El peligro de la utilidad.

Pero ella era viento.
Solo podía andar alrededor de ellos, pero
no podía fusionarse con ellos.

Por último... Si podía disfrutar de ellos.

Calma.

Nadie te controlará, y nadie te obligará a hacer lo que no quieras hacer.
Ni tus más bajos instintos.
Te lo dice tu madre.

​

Se conocieron por la casualidad más grande de la vida, así que algunos pensarán que estaban destinados a conocerse.

El lobo fiel; un viento auyante.
​

Nagi no entendía a los hombres ¿Los odiaba? No, claro que no: al fin y al cabo amaba a sus hermanos y sería capaz de hacer cualquier cosa por ellos.

Eso no le quitaba su terror hacia ellos.
​

Usui... Hiroki... Imponía respeto. El respeto que ella tenía hacia todos por miedo.

El lobo daba mucho miedo.

​

Respetaba mucho a Hiroki Usui; por ser capaz de golpear a alguien sin vacilar.
Si era capaz de golpear a un hombre, de seguro también serías capaz de golpear a una mujer.
Si era capaz de golpear a una mujer, de seguro destrozarías a un hombre.

Detestaba la violencia.

​

Pánico era la palabra que relacionaba a los hombres impulsivos.

Porque sus impulsos los llevaban a la violencia.

​

Y así aprendió a ser una sumisa. Una sumisa engañosa, tal como su madre; la única diferencia es que Nagi era compasiva.

El dominante no tenía compasión.

​

... ¿Qué hubiera pasado si no hubiera estado ella?

¿Qué hubiera pasado si Shiori no hubiera salido a calmarles?​

¿El niño dolido hubiera podido conectar con la niña niña vulnerada?​

​

Cuanto más se acercaba a sus senpais, más entendía la respuesta: No.

Oh, pequeño lobo.
Cachorro desvalido:
Tu madre fue fuerte;
pero tu padre era de las peores escorias.

Déjame acercarme.
Déjame tenerte cerca.
Déjame decirte al oído,
siseante
los secretos del poder femenino.

​

Nagi le temía a los perros... A los lobos... A las serpientes... Hasta a los conejos...

Porque todos eran animales salvajes que se dejaban llevar por sus instintos.
Ella, sin saber bien el por qué, odiaba los instintos.

Si hubiera seguido mi instinto...
Hace tiempo que ya no existiría...
Si ella hubiera seguido sus instintos...
Mis hermanos no existirían...
​

Afortunados eran ambos de tener aquel pájaro de bello plumaje guiándolos, comprendiéndolos:
sacrificándose.

Si el ave lira no les hubiera calmado,
el cachorro desvalido le hubiera tocado luchar...

Contra la peor de las quimeras.

​

Usui-senpai le daba miedo, pero al mismo tiempo le daba una sensación de seguridad.
Shiori-senpai le calmaba, pero al mismo tiempo le daba una sensación de inquietud.

El ave lira, bajo los consejos del lobo, se podía volver un ave rapaz.


​

Ahora lo entendía, eran como la Primavera.
La chica sonrió nostálgica.

Lo que más compartía con el chico lobo era la capacidad de aullar.

Porque, en el silencio de la noche, el lobo aullaba;
el viento le respondía de vuelta.
El ave lira imitaba esa entonación,
y a pesar de que no entendía el idioma,
con solo comprender el sentimiento bastaba.


Eran un trío sumamente jodido.


Un trío lleno de heridas.
Engaños.
Traiciones.
Cinismo.

Con mucho amor por dar; reprimidos por las ganas de vivir.

Eran un trío trágico.
El trío más jodidamente peligroso.



Fuego y rayo se entendían.
Danzaban juntos sin miedo a dañarse,
porque sus elementos jamás podrían dañarse.

Y el viento, solitario, observaba alegre.
Sin fusionarse en aquella danza,
solo porque no pertenecía ahí y lo tenía claro.


Calor, llamas y electricidad.

Frío, viento y hielo.


Nagi era un polo opuesto,
pero era el polo opuesto que los potenciaba.
No era agua, como su madre.


Hija de quimera...

¿Qué se siente tener la capacidad de engañar a los de tu alrededor?
Cómo cuando miras al cielo y en las nubes difusas vez figuras que anhelas; Nagi era eso:

Una positiva ilusión.


Una que aullaba sola,
porque no quería que el nadie como el chico lobo se confundiera.



Que intentaran dañarle, porque,
a pesar de que nunca vio el verdadero rostro de sus antecesores;
ella presentía que algo no estaba bien en su casa.


​

El siseo de la serpiente todas las noches les susurraba a sus hijos: Sois frutos míos y de mi sangre. Siempre tendrán valor, no importa que camino tomen...

>>Pero recuerden que el veneno corre por sus venas, y quien sea que les dañe morirá lenta y tortuosamente a su lado.

Hiroki, Shiori, Nagi.

Todos ellos amaban la vida.


​

De maneras diferentes.

Por motivos diferentes.​

Con objetivos diferentes.​

Pero todos se aferraban con garras y dientes;
con lo que fuera,
como una cola escamuda, por ejemplo,
para que no se le escapara de sus manos.



Todo con tal de que siguieran vivos los que más amaban.
Porque claro, la soberbia les llegaba al punto de que creían que los otros eran incapaces de cuidarse a sí mismos. ​