Aula 1-B Una de las aulas de la Academia Pico de la Esperanza. En sí misma, no tenía nada de especial… contaba con una gran cantidad de pupitres y sillas para los estudiantes, y adelante de todo uno un poco más grande y alto para el maestro. Detrás del pupitre del maestro había un pizarrón negro sin nada escrito. Sobre el mismo había un reloj y… ¿acaso eso que estaba al lado era un monitor? La academia era realmente de élite, sin duda… pero, ¿qué pasaba con las ventanas? No podían ver al exterior porque unas extrañas placas metálicas habían sido atornilladas a las mismas… que extraño, ¿verdad? Contenido oculto En cuanto los que faltan entreguen sus fichas, se abrirá este tema y comenzará el rol :D
Su visión no era clara… al principio costó ver, hasta que poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a la luz del lugar. Os encontráis dentro de un salón de clases. Era curioso… no recordáis cómo o cuándo habían llegado al salón. Lo último que recordáis era haber ingresado a la Academia Pico de la Esperanza por primera vez, listos para comenzar el primer día de clases… pero después de eso, todo recuerdo era oscuridad, como si se hubiesen desmayado apenas entraron a la academia. Y era lo mismo para todos; de los 16 adolescentes que se encontraban dentro de aquel aula, ninguno podía recordar más que haber ingresado a la Academia. Todos os encontráis dentro del aula y… la puerta se encuentra cerrada con llave. Esto era un poco extraño, ¿verdad? ¿Qué estaba ocurriendo? Contenido oculto GalladeLucario Liza White Fushimi Natsu EliLover Lucas Diamond Demian Rojo FireRed Amane Graecus juanjomaster Bruno EVF Noir Hey Miguel Rein Nekita ¡Bienvenidos al rol! ¡Que comience la nueva edición de Danganronpa! :D
Allan "Crow" Jordan. Desperté desorientado. ¿Dónde me encontraba? Lo último que recordaba era entrar en la academia, y luego... todo era oscuro. Estaba sentado en la silla de un pupitre, y mi cabeza había reposado sobre el pupitre durante aquel sueño. Agh, ¿qué demonios pasaba? ¿Y esas ventanas, selladas? ¿Y toda esa gente? Había sido el primero en despertar, porque todos los demás estaban dormidos, igual que yo hasta hacía un instante. La puerta, cerrada, y ni rastro de profesor. Todo particularmente extraño, he de decir. Mi visión rápidamente analizó las ventanas. Perfectamente selladas. No parecían ser posibles de forzar, y para poder romper eso necesitaría herramientas. Era un experto para ese tipo de cosas, pero no hago milagros. Miré a todos los que me rodeaban, dormidos, vulnerables... nah, no eran más que alumnos, seguramente, lo máximo de valor que portarían serían sus móviles o algún reloj. No merecía la pena correr el riesgo. Aquel monitor no tenía buen aspecto, ¿y si tenían vigilancia? Dejé a un lado mis instintos de ladrón, alcé las piernas, las coloqué sobre la mesa y puse los brazos sobre la silla. Seguro que alguno de aquellos imbéciles despertaría pronto. De momento, disfrutaría de la paz que me daba aquel silencio... tenía la sensación de que no iba a poder disfrutar de ella de nuevo hasta dentro de mucho.
Joseph Monroe —... Al parecer, tardaría en despertar, no entendía por que, pero era algo bastante misterioso. Todo era normal, la admisión, el ingreso, incluso hasta entrar por primera vez al recinto, pero luego de eso, solo oscuridad, nada más, una pérdida de consciencia extraña. Pasaron unos minutos, dormía como si no lo hubiera hecho en días o meses, no entendía por que, pero suponía que deberían haber respuestas al despertar, lo admito, amo dormir, pero esta vez me impulsaba el deseo de conseguir respuestas, lo haré —....Hmph... Bostecé y me estiré, flojamente, para luego ver los alrededores, eran aulas comunes y corrientes, lo que añadía mas misterio a la situación, solo era un aula, nada especial ¿Que? Eso de allí era un monitor, y las ventanas estaban selladas, así también como la puerta estaba cerrada con llave, bien, esto era para ponerse nervioso
Jackson Mervin Se despertó de golpe, como si la simple ausencia de una almohada en su cabeza fuera una clara indicación de que algo iba mal. Aún sin abrir los ojos, Jack trató de repasar en su cabeza en que momento se había quedado dormido, y donde. No sería la primera vez que echaba una siesta repentina en su cuarto, luego de quedarse estancado en un párrafo que no sabía continuar y con su cuerpo pidiéndole - no, exigiéndole - horas de descanso. Sin embargo, ¿donde estaba el traqueteo insufrible de su viejo ventilador? ¿Donde estaban los chasquidos del motor al quedarse atascado al tratar de moverse, sonidos que él mismo había catalogado como tortura china? No recordaba ni una sola vez - ni una - en que él se hubiera sentado frente a su portátil y continuado sus proyectos sin encender primero aquel viejo superviviente del pasado. Y sin embargo, en el lugar en donde se encontraba reinaba el silencio absoluto. Abrió los ojos, y por primera vez en algún tiempo se sintió extrañado; no solo era el hecho de no recordar nada sobre que había estado haciendo antes de quedarse dormido, era que directamente no recordaba haber visto nunca el lugar en donde se encontraba. El lugar en donde había despertado estaba tan clavado a un salón de clases que parecía una sala ambientada de algún estudio de grabación. Todo era demasiado perfecto, desde la pizarra con sus tres pedazos de tiza junto a la borradora, hasta la papelera llena hasta el tope de bolas de papel y láminas abandonadas apoyadas en la esquina al lado de la puerta. La única excepción a tanto aire académico se encontraba en las ventanas completamente selladas, y al hecho de que parecía que todas las personas que se encontraban a su alrededor estaban, de hecho, durmiendo sin que alguna autoridad estudiantil se hubiera dado cuenta. Bien, he podido solucionar el exceso de comas en ese último párrafo. La verdad, Mervin, no se te quita la mala costumbre... Espera. ¿Acabo de cambiar el estilo de narración? ¡Me cago en...! En fin, ya no hay más remedio. Me desperté rodeado de personas de mi edad, al igual que yo durmiendo en algún pupitre de este salón que, repito, era demasiado perfecto. Y de momento no veía nada extraño en esto, salvo el hecho de que, ¿saben? No recordaba haber entrado a aquel salón en ningún momento. De hecho, no recordaba nada sobre mi entrada a la Academia Pico de la Esperanza. Y lo que es peor: tengo la certeza de que el párrafo de arriba está mal redactado, pero no sé donde ni como arreglarlo. Ahora sí que estoy seguro de haber sido drogado.
Rei Amantinae Las babas pegadas a mi mejilla eran el primer indicio de que había estado tomando una siesta de código rojo. Era normal que estuviese dormido sobre un escritorio, en mis largas horas frente a una computadora lo había hecho miles de veces y la sensación actual era similar. Sin embargo, la falta de la portátil cerca me golpeó con una desesperación que me hizo abrir los ojos de golpe. Levanté la cabeza. Estaba en un aula, no había otra definición para una habitación llena de pupitres y gente de la misma edad. Ahí recordé que había llegado a la academia y me serené. No me pareció raro encontrarme ahí dormido sin recordar nada, no sería la primera vez que mi mente podrida por tanto videojuego me hiciera alguna jugarreta. Lo extraño era que todos los demás estaban en la misma situación así que: o todos tenían desordenes mentales o todos tuvimos la mejor fiesta de inicio de clases de nuestras vidas. Me limité a sentarme derecho y esperar al profesor, en algún momento tenía que venir. Sin embargo... allí, en esa aula, había muchachas dormidas con niveles de sensualidad que rayaban lo épico, y estaban dormidas. A mi alcance. A NUESTRO alcance. A nuestro sucio y obsceno alcance. Tan solo piénsalo, ¿sí, Rei? Quizá nos confundimos y estamos en la Academia Pico del Cloroformo. ¿Recuerdas la maratón de hentai del otro día? Puedes continuarla y en realidad aumentada. Lo más difícil de no tener mi portatil cerca era poder tomar una decisión sin dejarme llevar por mi locura virtual incontrolable. Oh, ¿qué diablos tienes que pensar? Mira esas bellezas, tan sólo imagina que el hombre de la quest te pidió que le consigas ropa de alguna de ellas. Cuando estés cerca lo demás saldrá solo. Indeciso, lentamente fui incorporándome de la silla...
Karen Foster Sintiéndome ya descansada, comencé abrir los ojos. No recordaba cuándo es que me había dormido, ni lo que había estado haciendo o por qué me había agarrado tal cansancio. Pero no importaba porque ahora me sentía con todas las pilas para salir a fotografiar. Tenía el cuello un tanto rígido a causa de la mala postura con la que me dormí sobre aquel... ¿Pupitre? Esperen, ¿cómo fue que llegué hasta aquí? Y, más importante, ¿¡dónde estaba mi cámara!? De un brinco me levanté de mi asiento, aventando la silla al suelo tras un agudo chirrido y casi provocando un accidente fatal. Y es que aquello que iba a salir a buscar, mi objeto más preciado, ¡estaba revisando sobre mi regazo! Haciendo gala de unos reflejos que pocas veces experimentaba, lo atrapé en mitad del vuelo y lo abracé contra mi pecho. —Gracias a Dios... —susurré al borde de las lágrimas. Sin soltarme de ella, recogí la silla y volví a sentarme. Suspiré con pesadez; si algo le hubiera ocurrido, jamás me lo hubiera perdonado—. En serio, gracias. Ya más calmada, empecé a mirar los alrededores en donde me hallaba y con quiénes estaba también. No reconocía aquel lugar ni a los demás jóvenes que, como yo, habían estado descansando sobre sus pupitres. —Qué... Extraño. —Y, sin perder más tiempo, comencé a fotografiar todo.
Poco a poco, los estudiantes parece que iban despertando en el aula. Uno de ellos, de cabello blanco como las nubes y ojos verde aguamarina, se adelantó hasta el frente de la clase e intentó abrir la puerta del aula, pero sin éxito; estaba firmemente cerrada. —Parece que realmente estamos encerrados aquí… —musitó el chico, llevándose un dedo índice al mentón, pensativo. Luego giró a mirar al resto de los presentes—. ¿Están todos bien? ¿Alguno puede recordar algo de antes de despertar aquí?
Karen Foster Luego de tomar algunas capturas de tan singular muchacho, fijé la vista en mis manos. Aunque no podía recordarlo, estaba segura de que había llegado sola hasta la academia y... Nada más llegaba. ¡Pero qué importaba que mi imprecisa mente no pudiese rememorarlo! ¡Para eso existían las cámaras, para grabarlo todo! Y lo único que tenía que hacer era revisar la memoria. Obviamente debía de haber tomado fotos de mi llegada aquí.
Ziro Allen Desperté con la cabeza dándome punzadas. Mi cuello dolía también por la postura en la que había caído dormido, siendo este el primer indicio de que algo estaba mal con la situación ya que no acostumbraba a dormir en cualquier parte , poco a poco me fui levantando algo desorientado en lo que parecía ser un pupitre. ¿Cómo había llegado allí? Ni siquiera recordaba que hubiera iniciado alguna clase en la academia a la que había ingresado. Llevé una de mis manos a la cabeza y apreté un poco el puente de mi nariz con disgusto, tampoco recordaba haber consumido algo que me hiciera sentir así, menos con la posición que tenía como patinador...lo cual solo hacía preguntarme más lo que había pasado. "¿Están todos bien?" —Dentro de lo que cabe... todo esta en orden —murmuré al escuchar la pregunta del chico de pelo blanco, masajeando mi cuello levemente y decidiendo por fin, ponerme de pie y evaluar toda la situación. Las ventanas estaban completamente selladas, estábamos dentro de un salón de clases, varias personas estaban completamente dormidas como lo había estado y todos los que estaban despiertos y la puerta parecía estar cerrada. "¿Alguno puede recordar algo de antes de despertar aquí?" —Yo... solo recuerdo mi llegada a la academia... —comencé a caminar lentamente por el salón, dirigiéndome hacia el escritorio mirando con cierta preocupación a los estudiantes que seguían dormidos —¿por qué todo esto esta sellado?...
Evangeline Jones Mi cuerpo se sintió particularmente pesado en el momento en el que intenté mover una de mis manos, como si hubiera sido partícipe de un largo y profundo letargo que ni yo misma creía haber aceptado. Las voces a mi alrededor comenzaron a llegar poco a poco hasta mis oídos, difuminándose unas con otras en mi cabeza sin orden ni concierto, y de alguna forma, pude empezar a reaccionar, a despertar de aquel estado de semi-inconsciencia. No reconocía ninguna de aquellas voces. Ni una sola. Quizás todas ellas habían formado parte de algún extraño sueño que había llegado a olvidar al despertar. Quizás. Poco a poco fui abriendo los ojos, sintiendo una pequeña punzada de dolor en mis retinas al darme de lleno con la luz artificial que surgía con intensidad del techo, iluminando por completo la estancia en la que me encontraba. Fruncí el ceño, molesta, pues no recordaba haber llegado a dejar la luz encendida de mi habitación antes de dormir. Tampoco recordaba haber llegado a dormir en ningún momento, pero aquella luz se sentía demasiado fría y distante como para ser la que iluminaba mi habitación. Y al acostumbrarme con algo de esfuerzo a la claridad de la habitación, comenzando a distinguir las figuras a mi alrededor, sentí como una segunda punzada volvía a dejarme sin aliento. Esta vez, en mi pecho. Esta no era mi habitación. Y aquellas voces no eran parte de un sueño difuso. Eran las voces de las personas que se encontraban en la habitación, junto a mí. Desconocidos que no había visto jamás con anterioridad, y que por alguna razón se encontraban en mi misma situación, despertando de su propio sueño. Sentí la imperiosa necesidad de ordenar todos aquellos bruscos datos en mi cabeza, y me removí con incomodidad en mi asiento, tratando de mantener la calma. Si perdía los estribos acabaría formando un escándalo, y ahora mismo necesitaba tener todos mis sentidos concentrados en la situación que se estaba dando en mi entorno. Poco a poco, pequeños retazos de recuerdos regresaron a mi mente, haciéndome recordar mi llegada a las puertas de la Academia Pico de la Esperanza, a la cual había sido aceptada. Recuerdo haberme llevado conmigo un pequeño bolso donde guardé todo lo necesario para realizar sketches y bosquejos allá por donde fuera, y entonces, instintivamente, llevé mis manos con rapidez a un lado de mi cuerpo. Suspiré al sentir que estaba todo en orden, y que en efecto llevaba todo mi material de dibujo conmigo. Pero entonces, eso quería decir que mi último recuerdo era acertado. Por lo tanto... ¿dónde quedaba el resto? ¿Cómo diablos había llegado hasta este aula, y por qué no recordaba haberme quedado dormida? Lo peor de todo es que yo no era la única a la que le había ocurrido esto. Y que sean dieciséis personas las que sufriesen lo mismo... No me daba buena espina. Algo extraño estaba ocurriendo, y no me iba a quedar de brazos cruzados esperando para averiguarlo. —¿Y bien? ¿Debo suponer que todo esto forma parte de la particular bienvenida que desea dar la Academia Pico de la Esperanza? —inquirí, levantándome de mi asiento y enfocando la mirada en los que, intuí, serían mis compañeros de clase. Centré mi atención especialmente en el chico que acababa de comprobar la puerta, y fruncí el ceño, cada vez más confusa—. ¿Cerrada, en serio? Esta broma está empezando a ser de muy mal gusto. No pienso quedarme aquí como una estúpida mientras el centro se ríe de mí de esta forma. Decidida a dar por acabada la situación, y creyendo fervientemente que se trataba de alguna clase de broma pesada, caminé hacia la puerta, malhumorada, y una vez el albino se apartó del medio comencé a dar golpes, en un intento por llamar la atención de quien sea que esté al cargo. Intenté alzar la voz varias veces para ser escuchada, pero intuía que, de alguna forma, estaba siendo observada. Una sensación que no desapareció desde el momento en el que desperté en este lugar.
Daniela Vilches. "¿Están todos bien?" Levanté mi brazo e hice un gesto de aprobación con el pulgar, indicando que me encontraba bien. Después de ello levanté el cuerpo de la mesa en la cual me encontrada recostada, para luego comenzar a acomodar mi ropa, primero la chaqueta y luego el sombrero, ya linda y presentable me giré a ver al grupo de personas a mi alrededor. Arrugue la nariz extrañada al fijarme en el monitor y en las ventanas selladas, había escuchado de academias de alta seguridad, pero esto es ridículo. "¿Alguno puede recordar algo de antes de despertar aquí?" Otra pregunta me hizo girar al responsable de las mismas, puse una cara pensativa a la par que llevaba una mano a mi barbilla. —Yo recuerdo el entrar a la academia... También el viaje en auto con mi abuelo —una sonrisa nació en mis labios —, ¿eso cuenta?
Allan "Crow" Jordan Un tipo de cabellos blancos señaló lo obvio en voz alta: "estamos encerrados". Bah. —Gran observación, lince —terminé diciendo, sin molestarme por cambiar mi postura, con los pies aún sobre la mesa—. Es más que obvio que estamos encerrados. Mira esas ventanas: ese blindado no es normal, no es ningún tipo de medida de seguridad para amenazas externas. Más bien parece una medida de seguridad para amenazas internas. O en otras palabras, para evitar que nadie salga de esta habitación. Suspiré. Definitivamente había algo raro en aquello, y pronto estos niñatos empezarían a entrar en pánico, seguro. Buf, lo que menos me apetecía era tener que aguantar cómo cuatro críos inmaduros comenzaban a vociferar desesperados, a lloriquear o a temblar de miedo. Menuda pereza. De modo que mi mente, rápidamente, procesó la situación. Si no quería tener que soportar aquello, más me valía tomar cartas en el asunto: esa chica no estaba ayudando cuando empezó a vociferar todo aquello de la "broma de mal gusto". ¿Y bien? ¿Debo suponer que todo esto forma parte de la particular bienvenida que desea dar la Academia Pico de la Esperanza? —¿En cuantos centros educativos has estado? No es protocolo habitual encerrar a unos alumnos inconscientes que despiertan sin tener ni idea de cómo ha llegado allí metiéndolos en un aula con ventanas blindadas. Huele a secuestro, o cualquier otra cosa peor. A saber. Me percaté de que quizá aquello tampoco ayudaba, precisamente... bah, que les den a todos, qué más da. De hecho, si cundía el pánico, con no inmiscuirme demasiado quedaría libre de tener que soportar aquellos lloros, y, quien sabe, lo mismo hasta era un buen espectáculo.
Rei Amantinae Luego de ver a la loca que gritaba y agarraba a golpes la puerta decidí no intentar nada extraño con las chicas de ese entorno así que volví a mi asiento. Parecía que la gente había comenzado a desesperarse, era un caos y no se los podía culpar, estábamos encerrados. Por suerte la claustrofobia no era mi problema, al menos no el más urgente. El chico de cabellos negros parecía tener actitud. Habló de que podría ser algún secuestro. Yo creo que lo más probable era que estuviéramos a punto de comenzar un juego de rol. Por supuesto, genio, seguramente es un juego de rol. Allí está el guerrero haciendo preguntas sin sentido, allí está la elfa destructiva y suicida y allí está el mago que cree saberlo todo diciendo que alguien secuestró a unos adolescentes con problemas hormonales. ¿Quién eres tú, ah? ¿El que vende las armaduras? Lo mejor sería no decir nada. ¡Lo mejor era sentarse ahí a esperar! Cuando el profesor llegara seguro los regañaría, oh, sí que lo haría. Si no consigues una computadora que hackear en el corto plazo tomaré el control y quien sabe lo que haga aquí. Un tetris con los pupitres no sería mala idea.
Hugo Weiss Súbita recuperación de la conciencia. Me incorporé para quedar bien sentado en aquel pupitre. ¿Qué hacía un pupitre enfrente de mí? Aguarda. ¿Qué hacía yo enfrente de tal pupitre? ¿Cómo diablos fue que llegué ahí? Recuerdo haber llegado a la Academia y luego de eso... Negro. Comencé a auto-revisarme. ¿Pulso? Llevé mis dedos índice y medio a la yugular. Normal, aunque comenzaba a elevarse pues esta situación era algo fuera de lo normal. ¿Frecuencia respiratoria? Podía respirar normal, aunque podría estar cerca de la taquiapnea. ¿Temperatura? Normal. Creo que lo más importante se encontraba estable. Moví las piermas intentando hallar alguna falla en éstas. Nope, perfectas. Lo mismo hice con los brazos y revisé de manera rápida mi tórax, no me dolía nada pero podría haber algo. Todo bien. ¿Qué diablos? Lo único que puedo diagnosticar es que tuve una pérdida de conciencia por no sé cuánto tiempo porque de igual manera, tuve una pérdida de memoria. Lo que pudo haber ocurrido era que me hayan suministrado alguna clase de droga o anestesia, en el mejor de los casos. No se me ocurría alguna en particular, quizás sea por haber recién despertado. Lo siguiente que hice fue analizar y observar mi alrededor. Más sujetos de mi edad aparecieron, creo que estaba tan concentrado en verificar que yo me encontrara sano para darme cuenta de ellos. También observé una pizarra, más pupitres y un pupitre principal, en el cual había un monitor. Por supuesto, era el aula de la academia. Qué bienvenida tan agradable. Lo curioso de ésta, eran las ventanas, estaban selladas con alguna clase de metal. Era obvio que no querían que nos escapáramos. Algo malo estaba por suceder. "Parece que realmente estamos encerrados aquí…" Dijo un albino que se encontraba hasta el frente del aula. Me limité a observarlo al igual que a los demás que hablaban o le respondían. Luego una chica, se acercó a éste para luego comenzar a dar de golpes a la puerta y gritaba a la vez. Ruidosa. Después un chico mencionó que las placas eran para amenazas internas, es decir, nosotros... ¿En qué diablos me he metido? —Sea lo que sea que esté pasando —comencé a hablar lo suficientemente alto para que todos los que se encontraban ya despiertos, me escucharan—, mantengan la calma, no parece ser una situación fácil de digerir, pero procuren no entrar en pánico. Sobre todo tú, chica golpeadora de puertas.
Jackson Mervin Me levanto en cuanto más personas empiezan a despertar. Voy encontrando florituras, números de teléfono, chistes malos y nombres de decenas de personas plasmados en los pupitres a medida que voy pasando por ellos. En serio, era demasiado perfecto, tanto que era irreal. Estoy seguro de que si busco entre los cajones del escritorio destinado a los docentes, encontraré una manzana. Nadie que entrara en este lugar no se podría dar cuenta de que es un salón de clases, y eso me dice que todo esto ha sido meticulosamente planeado. Por lo demás, veo que la gente que va despertando empieza a revisar la puerta y las ventanas. Aquello es lo más lógico, y de hecho me parece extraño no haber intentado lo mismo. Quizás no lo hice porque me parecía que no tiene sentido hacerlo, que no servirá de nada: se ve de lejos que las ventanas no pueden abrirse de ninguna forma, y si eso es así, no es muy probable que la puerta este abierta. Me da miedo que la gente comience a desesperarse, pues aunque es un impulso humano, ponerse nervioso y actuar sin pensar solo nos lleva a hacer las cosas de peor forma. Inmediatamente luego de pensar aquello, otra persona sugiere el tema del secuestro. Me sorprendo, y no porque esté pensando en eso mismo, sino porque quien saca el tema parece esa clase de personas que te harían cruzar la calle con solo una mirada. Aún así, veo que su plan parece ser esperar a ver que sucede y adaptarse a ello, y aunque su presencia me intranquiliza, decido que lo respeto. Es más o menos lo que yo haría, excepto que yo aún tengo que terminar de pasarme el susto de no poder salir de aquí, mientras que él parece tener nervios de acero. Decido mantenerme ocupado. Termino revisando las ventanas después de todo, y me siento aliviado al acabar la tarea; no por descubrir que en efecto estamos encerrados - ¿alguien podría sentirse aliviado por ello? - sino porque así es como funciona nuestro cuerpo: cuando aceptamos los impulsos, por inútiles que sean, sentimos como si hubiéramos hecho nuestro trabajo. Le echo un ojo a la puerta: está cerrada. Luego recuerdo que la escuela en donde estudié de niño tenía puertas cuyo seguro se podía abrir golpeando el pestillo con algo delgado - como el carnet estudiantil, ni mas ni menos - y reviso esta puerta para ver si sucede lo mismo, pero veo que es inútil. Esta puerta es de máxima seguridad, y parece que no se va a abrir hasta que quien nos haya metido aquí así lo quiera. Hago entonces mi último esfuerzo, si se puede llamar así: me apoyo en el escritorio destinado al profesor, y dedico unos minutos a mirar la cámara de vigilancia. Tengo la sensación repentina de que nos han estado vigilando atentamente desde poco antes de empezar a despertar.
Karen Foster Las manos comenzaron a temblarme mientras contemplaba absorta la pantalla de la cámara. Y es que en la memoria de esta sólo había una fotografía de la fachada de la academia, la que había tomado apenas pisé el terreno. Sólo una maldita foto. ¿¡Cómo era eso posible!? ¿¡Cómo es que había perdido tal oportunidad de retratar mi llegada a la prestigiosa Academia Pico de la Esperanza!? Ni el susto anterior por casi dejar caer mi cámara podía compararse con la desazón que sentía ahora. Fui una completa inútil, ni evidencias pude tomar de aquello que nos trajo hasta aquí, nada que pudiera ofrecernos una pista. Desanimada, centré mi atención en las demás personas que me acompañaban. Una chica había comenzado a golpear la puerta, tratando de llamar a alguien para que nos ayudara. Se la veía desesperada y el impulso que sentí por retratarla fue mayor a todo lo demás. —Si no pude capturar la ceremonia de ingreso—musité, incorporándome de mi lugar, enfocando y el salón—, me contentaré con preservar este extraño despertar.
Ziro Allen Una de las chicas que había despertado se dirigió a la puerta, pasando a mi lado sin siquiera notarme y... en un acto muy humano, intentó abrir la puerta con insistencia de una manera muy acorde a la situación que estábamos viviendo mientras una de las chicas parecía fotografiar la situación, ¿podía considerarse como evidencia si es que esto era realmente un secuestro? (cosa que realmente estaba comenzando a creer, a fin de cuentas había demasiados talentos en un solo lugar como para que algún maníaco no quisiera hacerlo). Pero no podía permitirme perder la calma en lo absoluto, en este momento ya no nos serviría de nada, ya estábamos encerrados. Así que decidí acercarme a la chica pelirroja , la gran pateadora de puertas y coloqué mi mano sobre su hombro cuidadosamente, yo no quería resultar golpeado también. —Creo que hay que hay que tomar el consejo del chico de allá —lo señalé con un pequeño movimiento de cabeza —, sea quien sea que nos encerró aquí y bloqueó esas ventanas no dejaría que saliéramos tan fácil por esa puerta... ...Pero quizás empujar el escritorio hacia la puerta si haría algo... Contenido oculto don't know, queria realizar la primera interracion (?
—Ah, ¿lince? Es un bonito apodo, creo… nunca nadie me había apodado —sonrió el muchacho de cabello blanco alborotado; su sonrisa amable daba a entender que nunca se sintió insultado—. Hm, si, amenazas internas… ¡tiene sentido! Como era de esperarse del Súper Ladrón de Preparatoria… En cuanto dijo esas palabras, debió de darse cuenta que quizás eso era algo extraño de decir. Soltó una risita y se rascó la nuca despreocupadamente; parecía ser un tanto despistado. —Ah, ¡no era mi intención decir algo extraño! —dijo el joven—. Pero… bueno, antes de ingresar a la academia investigué un poco en internet acerca de quienes serían mis compañeros cuando ingresara. ¡Hay foros de discusión en internet y todo! La Academia Pico de la Esperanza es la de mayor prestigio del país, así que mucha gente habla de sus talentosos alumnos vía online, ¿saben? >> Ehm, bueno… ya que todos estamos en la misma situación… podríamos presentarnos, ¿no? Pues, estemos en la situación que estemos, parece que seremos compañeros de clase y… no se, no se me ocurre otra cosa que hacer, ¿a ustedes sí?
Allan "Crow" Jordan. ... Hmm. Ese chico no me gustaba nada. Tenía algo extraño, ¿mirar por internet? Ya, claro, buena excusa para justificar que conocías nuestros talentos. ¿Y quiere que nos presentemos? Como si no supiese ya nuestros nombres, ¿eh? Suspiré y luego le miré. —No sé qué vinculación encuentras tú entre "amenazas" y "ladrón". Yo hago las cosas sin que nadie me vea, no tengo ninguna necesidad de amenazar a nadie. Si tuviese que enfrentarme directamente a la víctimas, ¿qué clase de super ladrón sería? >> En fin. Crow, por aquí. Fue todo lo que dije, mientras me echaba hacia atrás en mi silla. Menudo imbécil era ese tipo.
