Asco de vida la mía.

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por Hinagiku, 24 Julio 2014.

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    Hinagiku

    Hinagiku Iniciado

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    Asco de vida la mía.
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    2
     
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    1736
    Los personajes de Naruto pertenecen al señor Masashi Kishimoto.

    Aviso:Esta historia está publicada en otros dos foros más , solo que con diferentes nick.
    Resumen: Vida normal, semana normal, día normal… ¿Qué tal si caen los Akatsuki en tu casa para complicarte la existencia?

    Advertencia: Lenguaje maduro.


    CAPITULO UNO

    El día que vinieron ellos, empecé a perder rápidamente la compostura a velocidades supersónicas, como también la nula paciencia por la que me caractericé tener siempre.

    Es que simplemente, ellos, si, esas pesadillas andantes que tuvieron que quedarse en mi casa un buen tiempo, fueron lo suficientemente insoportables como para volverme absolutamente loca y hacerme ganar un boleto de ida gratis al psiquiatra (Nota mental: Por lo menos pasar tiempo con el psiquiatra es más divertido, aunque me hace sentir igual de insegura y paranoica).


    Aunque ahora , al no tenerlos cerca ni un solo milímetro, genera cierto sentimiento de extrañeza y soledad abrumadoras , puedo asegurar con suma certeza que por lo menos no debo estar rogándole a un Dios para que me haga el favor de seguir manteniéndome milagrosamente con vida a pesar de todo. Pues digo, las situaciones que creaban estos sujetos, eran como para matarlos o pegarse un tiro en medio de la frente incluso con la mano izquierda.


    Sin más vueltas que dar, comenzaré por el principio.


    A mis dieciocho años, yo era una chica autodenominada “Loca” (Y en el presente, si tuviera que describir la clase de persona que era en ese tiempo, me llamaría “Pequeña mocosa estúpida e inmadura”), que se la pasaba perdiendo el tiempo haciendo nimiedades, chateando diariamente como toda una adicta en la computadora hasta las seis de la mañana y leyendo desde libros, hasta comics y manga, además de mirar mis series favoritas en el televisor o anime en la notebook, entre otras cosas. Admito que hoy en día sigo haciendo algunas de estas actividades, solo que con un poco más de moderación debido a que tengo que terminar mis estudios universitarios y trabajar al mismo tiempo.

    En fin… ya imaginarán que era la típica niñata que decía que odiaba increíblemente a la sociedad, que detestaba con todas las fuerzas a sus padres y que se aislaba de la mayoría de las personas para evitar sus tontas conversaciones y palabrerío de cotorra. Pues, están en lo cierto. E insisto: a veces sigo haciendo lo mismo, pero ¿Cómo explicarlo? Con un enfoque bastante, sino algo diferente al de tiempo atrás, con mayores motivos –tal vez estúpidos para algunos- pero motivos al fin y al cabo.

    Bueno, aquel año había abandonado mi casa en la que me había criado toda la vida, por muchas diferencias de opinión con mi madre, para mudarme a la que actualmente estoy viviendo en PAZ por sobre todas las cosas. Esta casa era la vacacional de la familia, heredada por mi abuelo. Ya se harán la idea de que es malditamente grande, lo suficiente como para que conviva una familia de por lo menos doce personas; esto es así debido a que mi abuelo paterno, había tenido bastantes hijos e hijas. La casona vieja se encuentra a unas cuantas manzanas de la playa, pero lo suficientemente cerca como para no agotarse al ir caminando hacia ella. Tampoco está muy alejada del centro.


    Ese año sería sabático, ya que estaba muy agotada física y mentalmente por los problemas familiares que venía arrastrando desde años anteriores, siendo más específica, desde que mis padres se habían divorciado y yo tuve que quedarme con mi madre mientras que mi viejo se había borrado del plano existencial. Al año siguiente, entraría en la universidad local para estudiar diseño gráfico, que era mi sueño desde que tenía conocimiento de la existencia de la carrera.

    Y fue justamente en ese preciso momento, desde que pisé la casona, que me desaté por completo y empecé a hacer todas las cosas que siempre había querido hacer, pero que mi madre me había estado controlando para que no las llevara a cabo: llámese beber alcohol, llámese quedarse boludeando hasta cualquier hora de la madrugada o cualquier otra cosa que fueran desarreglos de juventud. Hay que aclarar que yo no era la típica niña cliché fiestera, sino que al contrario, prefería quedarme en mi casa comiendo comida chatarra, bebiendo un par de energizantes y joder con la PC sin llegar a dormir en todo el día. El dinero lo obtenía de una mensualidad que enviaba mi mamá (flor de viva me podrían llamar).


    La vida así, sin preocupaciones ni restricciones, fue genial, por lo menos el primer mes. Luego descubrí lo que era en realidad trabajar como ama de casa: tenía que lavar la ropa, hacer la cama, limpiar la casa de pe a pa… Pero si hay que ser sinceros, yo no hice absolutamente nada de eso hasta que pronto la basura comenzó a acumularse exageradamente en las esquinas de cada habitación, y bueno, dejé que eso siguiera así; yo no pensaba de ninguna manera en organizarme, “eso es laburo de esclavos” me decía yo a mis adentros y en voz alta a modo de queja.


    En vez de volcarme de lleno a mis actividades, le dediqué toda mi atención e interés a un manga en particular: Naruto.

    Sus aventuras eran tan entretenidas y enviciantes, que no tardé nada en engancharme rápidamente con la historia. Además que en esa época me sentía tremendamente identificada con cientos de sus personajes y las frases que soltaban muchos de ellos eran realmente gratificantes para mí. No miento cuando digo que me leí todos los capítulos hechos por el autor hasta ese momento en una sola semana. Después de todo, tenía mucho tiempo para quemar.


    La basura siguió apilándose.


    Al terminar de leer el manga, me empeciné en ver el anime. A pesar de que tenía relleno hasta el hartazgo, me fumé todos los capítulos habidos y por haber, siendo relleno o no, total no tenía absolutamente nada que hacer y lo que debería estar haciendo, lo dejé a un lado.

    También estuve una semana completa sin dormir bien a causa de eso.


    Una vez que tomé conciencia del desorden, no me quedó otra que ordenar y limpiar un poco para vivir más dignamente, antes que todo se tornara un gran basurero y un nido de ratas.

    Estaba tan cansada de trasnochar, que después de unas cuantas horas de ejercer la labor de cuan esclavo de la época colonial, me tiré al sofá para continuar una rutina pendiente: cumplir las horas de sueño atrasadas desde los primeros treinta días viviendo sola.


    Cuando por fin desperté de aquel sueño profundo en el que me había sumido, simplemente me dirigí hacia la cocina para abrir la heladera y acto seguido, agarrar una helada cerveza en lata. Solo esperaba a que esto no se convirtiera en un vicio que luego me costara mantener.


    Miré con cierta vagancia el reloj que colgaba de la pared, y presté una asquerosa atención al resonante “tic-tac” de sus agujas. Con el cansancio que traía encima, además del alcohol que estaba ingiriendo por mero gusto, hacía que una simple boludez me irritara de sobremanera. Eran las doce de la noche.

    Considerando que me había regalado fácilmente a los brazos de morfeo, siendo yo una sufridora de insomnio por excelencia, y que además había sucumbido a las seis de la mañana del día anterior, dormí como toda una maldita bestia. Mira qué bonito.


    No tardé un carajo en vaciarme seis latitas de cerveza del refrigerador. Demasiado exagerado para el nivel de alcohol que estoy acostumbrada a tomar y la nula tolerancia ante el mismo.


    —Me siento como el traste — Mencioné con un dolor de cabeza insoportablemente empeorado desde que me había levantado de aquella larga siesta.


    Llevé mi humanidad hacia el living, para luego tirarme en el sofá y comenzar a pensar cosas de mi infancia, estúpidamente, pues estaba en el presente y eso ya no podía corregir ni cambiar. Supongo que eran los efectos de una borrachera inminente. Pero es que la cerveza es tan rica.

    Aun continuaba teniendo conciencia, después de todo.


    Tal vez si me tomara una más… — Pensé en un mísero instante. Pero no, sino acabaría haciendo ridiculeces y al día siguiente tendría una espantosa resaca de la cual vomitaría hasta la esencia vital. Perfecto.


    Luego de divagar por no sé cuánto tiempo, seguramente poco, pues no recuerdo haber estado consumiendo mucho más segundos pues tampoco la cerveza en sangre y cabeza me lo permitió , quedé dormida otra vez ; Como un dulce bebito al que le dieron un baño con agüita caliente y pusieron un perfumito relajante en todo el cuerpo.


    Tuve un extraño sueño. Parecía el sueño de un adicto al LSD y marihuana.

    Solo que yo no estaba, bueno si estaba presente, pues podía ver y sentir todas las sensaciones en su mayoría ; con el detalle de que no apreciaba mis miembros corporales , sino una especie de portal o agujero de gusano , tal cual como los muestran en la televisión en esos programas de física , que me conducía a un lugar indeterminado. Solo sus “paredes” se mostraban como un flujo constante de energía que estaba compuesta por miles de hermosos, coloridos y enceguecedores colores de todo tipo. También hacía como una especie de ruido extraño, como cuando el agua y la electricidad se juntan, algo extraño, pero curioso y estremecedor.


    Me despabilé enseguida cuando un fuerte ruido proveniente de la puerta trasera de la casa resonó por todas las habitaciones e hizo que los vidrios de las ventanas vibraran.

    Temía que fueran ladrones; pero me quedé intrigada, puesto que los robos no eran muy frecuentes en la zona y menos en la época no turística del año como la era en aquel entonces. Agarré rápidamente un objeto contundente como pude, aunque de una forma demasiado torpe, a consecuencia de la bebida que había estado chupando. Me encontraba mareada; me daba vueltas la cabeza.


    Apenas arrimé la nariz un poco en la cocina, un puñetazo en medio del tabique fue lo suficiente como para atontarme en extremo y hacerme soltar un chorro de sangre por las fosas nasales.

    Caí como bolsa de papas al piso, con los pajaritos de los dibujitos animados encima de mi cabeza. Intenté distinguir las siluetas que aparecieron ante mí.

    Pero lo único que logré visualizar más o menos, fue un fondo negro con una nube roja.
     
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    Hinagiku

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    1297
    CAPITULO DOS

    Después de ese golpe que me propinaron sin asco, el cual dolió como el mismísimo infierno -pues hasta tengo el atrevimiento de decir que sentí como si me clavaran miles de pequeñas agujas en el tabique- , me di cuenta que eran dos sujetos los que me habían atacado. Aun con el dolor y todo, traté de pensar si lo que había visto borrosamente había sido en verdad aquello que tanto había deseado en fantasías , si sólo se trataba de unos otakus dementes que asaltaban e invadían casas a lo grinch , o si solamente se trataba de mi trastabillada imaginación.


    Por un momento opté por lo segundo. Definitivamente había idiotas que estaban distribuidos estratégicamente por el mundo, así, por lo menos, un día de tu vida, te cruzaras con ellos… y en el peor de los casos, que estos vinieran a visitarte.


    —Muy bien, Kakuzu, la has matado antes de lo que canta un gallo. Te felicito por hacer semejante e-s-t-u-p-i-d-e-z. Serías un genio si no fuera porque debías noquearla ¡NO MATARLA! ¡IMBÉCIL! — Dijo uno de los sujetos con un tono lo suficientemente alto y fastidioso como para querer reunir fuerzas de no sé donde, levantarme y meterle un palo de escoba por donde no le alumbrara el sol. Encima que tenía dolor de cabeza, el tipo solo gritaba como un desaforado sin tener consideración por nadie. Eso me aturdió notablemente; así que no quise imaginar ni un poquito cuál habrá sido la expresión de su compañero que seguramente debía de estar soportándolo todos los días… Esperen ¿Kakuzu? — Además desperdiciaste un buen sacrificio para Jashin-sama. Ahora no será más que un pedazo de carne podrida.


    Hijo de…


    —Eso no es lo importante—Mencionó la segunda voz— Y no está muerta, solo algo desvanecida — El tipo fue contundente. Nada de gritos, nada de sarcasmos, solo una frialdad que daba un poquito de miedo y hasta respeto.


    ¡Bravo! Alguien que por fin hablaba con coherencia. ¿A quién debía darle un premio? Ah, cierto, que ese premio lo debía guardar para partírselo en la cabeza a alguien, porque, recuerden, MI NARIZ SEGUÍA DOLIENDO. Esperaba que alguien se acordara de mí y no necesariamente para matarme.


    Entonces decidí hacerme la inconsciente para que no se les ocurriera hacerme alguna locura, pues evidentemente se trataba de unos locos que jugaban el papel de ser personajes de Akatsuki. Ya de dementes tenía suficiente, pero no se los haría saber, de lo contrario, mi cabeza rodaría por el suelo a manos de estos enfermos escapados de un manicomio.


    Me quedé tirada en el suelo, sin mover un músculo para no evidenciar que había recuperado el conocimiento y, además, tuve el atrevimiento de cerrar los ojos para ser más convincente del estado que pretendía vender. Todo verso, obviamente.

    Me agarraron de un pie y arrastraron con poca delicadeza hasta la sala. Lo pude apreciar porque entrecerré los ojos al momento que comenzaron a hacerlo. Me sorprendió bastante el hecho de verlo de espaldas, que aparentemente, se trataba de un hombre adulto y no de un borrego estúpido que estaba perdido por la vida haciendo pelotudeces porque ya no sabía qué hacer con ella. Bueno, tal vez me equivocaba, era un adulto perdido por la vida haciendo pelotudeces porque ya no sabía qué hacer con ella. Y no había que descartar al segundo tipo que también se encontraba allí.


    En cuanto se distrajeran, agarraría nuevamente algo y definitivamente les partiría la madre. Absolutamente, si me pagaran por haber pensado diez mil tipos de cosas de esa clase en unos pocos segundos, ya me habría hecho millonaria.


    — ¿Y qué piensas hacer ahora? Desde que aparecimos por arte magia, no has hecho nada más que robar las pertenencias de la gente sin preguntar por donde estamos parados. Después pretendes hacerte el líder, eh — Volvió a repetir el sujeto de la voz insoportable. Era como para quebrarle el pescuezo.


    —Ya cállate y ayúdame a buscar. El dinero nos servirá de mucho en este lugar… los objetos valiosos deben tener la misma cuantía aquí que allá. Así que deja de decir estupideces y haz algo útil.


    —Maldición… Tú solo piensas en el dinero. Es tu asqueroso Dios y decirle dios es demasiado atrevido, una blasfemia. El valor que tú le das no sirve de nada ante los ojos de mi Jashin-sama, tampoco existe.


    — ¿No existe así como tu dios? — Pude notar como su pecho de inflaba de tal manera, que podría asegurar totalmente de que era el aire que estaba conteniendo para no echarse una risa y arruinar su fachada extremadamente seria.


    Pero si parecen niños de jardín.


    Subí la mirada hacia ellos y me sorprendí bastante al verlos.

    Juro por mi vida y por la madre que me parió que, sin mentir, sin versear, sin vacilar, sin nada más que la verdad, que estos tipos eran el calco de los personajes de Kishimoto… O por lo menos debían ser lo suficientemente parecidos como para aterrarme. Además, que tenían el mismo tipo de conversaciones que solía leer en el manga, cosa muy extraña… Tragué duro. No quería saber nada por el momento, deseaba que fuera una ilusión de mi mente sobrealimentada por la borrachera.

    Comencé a transpirar de lo nerviosa que empecé a sentirme. Esperaba que solo fuera una maldita mala broma, una jugarreta de mis sueños, en vez de ser la asquerosa realidad; y que aquellas caracterizaciones de esos sádicos personajes solo fueran eso, la perfecta actuación de dos lunáticos que hablaban cosas, aparentemente, sin sentido. Y que se quedaran donde estaban; no, mejor aún, que se fueran.


    — ¡Ahora te enfrentarás a su ira, maldito ateo! — Exclamó “Hidan” muy enfadado por las palabras de “Kakuzu”. Sacó su guadaña roja de tres hojas, que definitivamente se notaba a leguas que era de verdad, de metal y que no tendría compasión; listo para el ataque y rebanarle la humanidad –si es que tuviera una– de una vez por todas para que callara la boca.


    Pero si se podía notar claramente que el muy maldito estaba sonriéndose bajo el pañuelo que le cubría la cara. La estaba gozando.

    Ni siquiera se inmutó por las amenazas del fanático religioso. No se movió en lo absoluto del lugar donde estaba parado… es más, siquiera parecía haberle infligido alguna clase de miedo. Yo estaba que me meaba encima.


    Antes de que el loco asestara algún golpe, yo me levanté de un respingo, estúpidamente, y salí corriendo hacia las escaleras con la esperanza de poder encerrarme en mi habitación y tirarme por la ventana para salir de la casa. Pero, obviamente, antes de llegar, “Kakuzu” me tomó de un movimiento ágil, brusco y fugaz de la ropa y arrastró de un impulso fuerte hacia atrás, casi ahorcándome. Luego, sin compasión ni miramientos, me estrelló el cuerpo contra la pared repetidas veces, con claras intenciones clarísimas de asesinarme.


    Yo tan solo fui capaz de gritar desaforadamente. Con cada chillido que iba largando, más golpes en mi pobre y maltrecha espalda recibía. Finalmente, cuando no me quedaron más fuerzas para sollozar ni rogar misericordia a ningún dios de cualquier religión, dejó de golpearme y abrió la mano para soltarme y quedar en el suelo tendida como un saco de patatas.


    —Dime donde están todas tus pertenencias de valor y te dejaré vivir.


    Pero mira que amable el señor caballero.


    —No tengo nada. Y por más que me dejaras vivir, prefiero morir antes que mi última imagen sea la de tu horrible cara.


    En eso, “Hidan”, se acercó con una expresión bastante jocosa en la cara.


    —Ju, ju, Kakuzu, parece que vas a divertirte un rato con ella. Pero esta vez lo haré yo…


    Estaba acojonada.
    De pronto, oí como la puerta trasera salía volando por los aires.
     
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    Clary Winslow

    Clary Winslow Entusiasta

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    Pluma de
    Escritora
    Hola ^^
    Cada vez me gusta más esta historia, de verdad :3
    Morí de la risa cuando Kakuzu le preguntó: "— ¿No existe así como tu dios?"
    Me encanta como escribes, y es una historia muy original C:
    Ya quiero saber quién será su salvador (por decirle de alguna manera a quien haya llegado) xD
    Ansío muchísimo que actualices pronto, y me avises e.e
    ¡Saludos!
     
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