Estiro la mano y creo tocar tu rostro, pero el aire se escapa entre mis dedos. El otro día en la ducha estaba lavándome el pelo y entonces vino tu recuerdo. No recuerdo la última vez que refregué tan fuerte mi cabeza, pero por mas que lo intenté, no pude sacarte de ahí. Ahora miro al techo y recuerdo aquel otro y tus brazos a mi lado, y tus labios y cómo todo tuvo sentido por un momento, por una noche en un segundo y cómo al otro día lo perdió por completo. Entonces vuelvo a éste techo y lo maldigo por no ser aquel de esa noche y entonces suspiro por la estupidez que acaba de cruzarme por la mente. De momentos me pregunto qué es lo que siento por ti, es siempre una pregunta problemática. No te amo, y estoy seguro de ello, porque me niego a enamorarme de ti. El amor es mutuo y desde ese día supe que esta no era una historia de amor y que soy el único que baila en medio del salón al que tu nunca llegaste. No creas que disfruto pensar en ti, de hecho, creo que si lo hago es sólo porque no hay otro en éste momento, solamente has sido el ultimo, el ultimo en entrar y el ultimo en salir hasta ahora. Si no eres tú, será otro (me repito, me repito, me repito, otro, otro, otro), pero ¿y hasta entonces? ¿qué hago hasta entonces? ¿otro como tú?. Espero que cuando nos veamos no seamos los mismos y tu no tengas que sorprenderte y yo no tenga que quererte, porque tu imagen me ciega y quiero verte en otros cuerpos, quiero sentirte en otros brazos y de pronto eres tú y entonces ya no quiero... Todo esto es estúpido.