Aquel Vals

Aquel Vals

Bien, el desafio que tomé de Hibari.
De Lernen Miteinander zu Leben~
Era un AlexAlice~


Aquel vals.
En aquella hora, la mayoría de los Alumnos masculinos de la prestigiosa academia de Berlín solían estar rompiendo normas, fumando, ligando por ahí y haciendo cosas que no quería ni pensar, ya que era poco probable que alguno quedara estudiando.

Una joven de cabello castaño claro, largo y un poco ondulado se soltó el cabello sujeto con un lazo y asintió para si misma al mirarse en el espejo.
Aquel vestido blanco realzaba su figura, aunque tapando bastante su piel.
Se colgó un pequeño bolso del hombro y salió de la habitación encaminándose hacia una sala perfecta para lo que pretendía.

Alexander cerró el libro que estaba leyendo, aburrido. ¿Es que no podían hacer menos ruido?
Hibird cantó en su hombro, del mismo humor que él. Y comenzó a volar, lejos del ruido, buscando un lugar más tranquilo.
El joven se alzó de hombros, se levantó y, tomando en su mano el libro lo siguió.

Poco después el avecilla paró, en la puerta de uno de los edificios anexos.
En el que estaba el auditorio.
Alexander miró a su mascota sonriendo levemente, ese era un sitio al que nadie iba a esas horas.
Entró y comenzó a deambular por el. Cosa que habría seguido haciendo de no ser por que oyó la melodía de un vals.
Espera… ¿Música Clásica? ¿Y encima un vals?
Debía de ser de alguna de las chicas, por que no pensaba que esos paletos supieran algo de música clásica. Y menos de la perfecta para un vals, como esa.
Era una música dulce, suave.
Por pura curiosidad decidió seguirla, a ver a dónde -y a quién- le conducía.

Alice giró una vez.
Bailar un vals ella sola era entretenido y difícil, aunque llevaba haciéndolo mucho tiempo, desde que murió su abuela.
Pero no se podía comparar a la sensación ni a la experiencia de bailarlo con alguien. Alguien que te pudiera llevar.

Paró un segundo cuando la canción paró y esperó a que la otra comenzara, cuando sintió una mirada en su espalda y se giró.
—Alexander… —Susurró, sonrojándose. ¿cuánto tiempo llevaba allí?
Él la miró. Pero no dijo nada. Un rato después sonrió, como para aligerar el ambiente.
Había notado que ella había escondido sus ojos tras el flequillo.
Había notado que ella estaba avergonzada y seguramente no volvería a bailar.
Y él quería volverla a ver bailar.
—Hola —Sonrió educadamente.
—Hola —Ella repitió el saludo, dudosa. —¿Cuánto…?
—¿Tiempo llevo ahí? No se, desde la mitad o así. —Se acercó a ella.
La música sonó en ese instante y Alexander vio como dirigía una mirada ansiosa a la música, y otra a él, como pidiéndole que se fuera.
—¿Puedo acompañarte?
Entonces ella alzó la mirada, por primera vez que la conocía, delante de un hombre.
Las gemas de amatista que tenía por ojos estaban llenos de incredulidad y un pequeño deseo.
—¿Sabes bailar un vals? —Su voz sonaba tranquila, y dudosa, con miedo a que se estuviera burlando de ella.
—No se me da especialmente bien, pero sí. —Sonrió un poco.
Luego un pensamiento ridículo pasó por su mente. ¿Por que sonreía tanto en tan poco tiempo? Ridículo y existencial.
—¿Por qué? —Pero la pregunta se ahogó en sus labios cuando él se inclinó en el momento justo para hacerlo. Colocó la mano en la suya, boca arriba, y, entonces… se dejó llevar.

Cerró los ojos mientras disfrutaba de aquello.
Aunque por desgracia acabó demasiado pronto para su gusto.
El joven se inclinó otra vez y ella hizo una pequeña pero elegante reverencia, en un estilo muy femenino.
Cuando él se iba a ir. Le tiró de la manga de la chaqueta y se obligó a si misma a mirarle a los ojos sin esconderse tras su flequillo. Alzó la cabeza y sonrió con las mejillas sonrojadas.
—Gracias.
El sonrió a su vez.
—Ha sido un placer.

Y si que lo había sido.
Había disfrutado mucho del baile. Sobretodo de la última parte.

Se fue sonriendo y pensando en lo ocurrido cuando Hibird comenzó a canturrear la parte final del vals.
Y entonces recordó que Alice le había mirado a los ojos, y un extraño pensamiento le vino a la mente.
Era la primera vez que miraba a un chico a los ojos desde que estaba allí en Berlín, y él, había sido el primero.
Sonrió un tanto más y salió del edificio, dirigiéndose a su habitación.
—¿Nunca podré estar solo y tranquilo, Hibird? —El pajarillo pareció a sonreír y al final él terminó soltando una suave carcajada.

Por su parte, Alice que se había terminado quedando en el auditorio, se dejó caer, sonrojada a más no poder y muerta de la vergüenza, luego sonrió un tanto al ver que la música volvía a comenzar y se entregó a su pasión, pensado que tal vez, las primeras veces eran hermosas.
Al menos… esa lo había sido.
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Palabras: 813 con título.
Te lo dedico a tí por que tú lo querias leer y espero que te guste AnniA~