Shibuya Apartamento Miller [Casa]

Sobre una de las avenidas más concurridas de Shibuya se encuentra la Torre BRILLIA, un complejo de apartamentos de lujo con diecisiete pisos y comodidades de uso compartido en la azotea. Abby Miller vive junto a su madre en el décimo quinto piso y su apartamento consta de un amplio ambiente living-comedor, dos habitaciones y dos baños completos. La decoración es minimalista, con gran presencia de tonos blancos y techos altos. Los ventanales permiten una vista privilegiada de la agitada metrópolis a toda hora del día.

Barrio de Tokio: Shibuya

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Contenido oculto: IM BEGGIN HANDS KNEES PLEASE TANGERINE

—Ah, fuck! —exclamé al aire tras oír el timbre del intercomunicador sonando, le siguió un mini grito de desesperación mientras intentaba cerrar el esmalte sin arruinarme las uñas y otra maldición cuando se me cayó el pincel sobre la mesa—. Mom! Can you pick it up?

Habiendo delegado la responsabilidad, me quedé dos sólidos segundos analizando la situación para definir cómo proceder. Recogí el pincel con cuidado, lloriqueé y, ahora sí, lo pude enroscar al esmalte. Mamá apareció por el pasillo tarareando una canción y se fue derecho a la entrada, en lo que buscaba un trapo para limpiar el mess la oí hablando. En japonés, claro.

—Fuku-chan, hola~ ¿Ah? Sí, sí, dile que pase. Thank you, handsome!

O, bueno, algo así.

Siempre supuse que se trataba de Riri, así que cuando mamá me lo confirmó simplemente murmuré un sonido afirmativo. Noté que se detuvo frente a mí, el móvil en su mano, y alcé la cabeza para buscar sus ojos. No pensé que me regañaría porque casi nunca lo hacía, realmente, y tras menear la cabeza un par de veces vino junto a mí y me pidió el trapo. No estaba molesta para nada, si acaso algo divertida.

—Vamos, cielo, yo lo hago. Lindo color, por cierto~ ¿Es nuevo?

—Sip, lo compré hoy temprano. —Me observé las uñas, orgullosa de mi nueva adquisición; era un verde agua que se tornaba fluorescente en la oscuridad, o al menos eso decía en el envase—. Ya sabes, fui al Hikarie y había unas ofertas geniales en United Arrows, ¿de esas sudaderas que vimos el finde pasado?

—¿Oh? —murmuró, más que interesada, y habiéndose erguido tras limpiar la mesa me lanzó una sonrisa casi malvada, regresando a la cocina—. ¿Suena a que deberíamos ir a echar un vistazo~?

—I think so —acordé, siguiéndole el rollo, aunque me desvié hacia la entrada para abrir la puerta—. ¿El lunes después de la escuela?

Su carcajada fue fresca y genuina, no sonó exactamente como una dama y la tontería me hizo reír también. Me respondió desde allá y, por el sonido, intuí que se estaba alejando. Lo había cazado al hilo, ¿verdad?

—Ah, you little shit! It's a date, then.

Que para mañana no planeaba organizar un solo plan, sólo echarme el día entero muriendo.

Meneé la cabeza, divertida, y abrí la puerta para aguardar por Riri bajo el umbral. Chequeé desde ahí mismo por dónde venía el ascensor y le eché mi peso al marco, agitando las manos para que el esmalte se secara de una condenada vez. ¡Había que ver nada más, pedazo de timing! Aún estaba con el pijama puesto, by the way, así que planeaba recibirla con una sudadera manga corta de aguacates, el pantalón a juego y las pantuflas de garras de oso.

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I AM FEELING IT, SISTER, FEELING IT SO BADLY

 

Esperé pacientemente a que el portero comunicase con el apartamento de Abby, mirándolo con curiosidad cuando pareció que le habían respondido y estaba hablando con alguien, y le agradecí con una sonrisa enorme cuando me indicó que ya podía subir. Aproveché la ruta en ascensor para comprobar mi aspecto, pues aunque no me había arreglado especialmente, no quería aparecer hecha un pincel tampoco.

Habíamos decidido quedar para prepararnos, al fin y al cabo, así que había decidido ir lo más simple posible con una sudadera básica, unos shorts vaqueros y unas deportivas bastante básicas también. Ni siquiera me había maquillado, ya de paso, porque era Abby y creía que seguíamos teniendo la suficiente confianza como para aparecerme por su casa bastante al natural. ¡Había traído mucho armamento, de todas formas!

Finalmente, el ascensor llegó al piso correspondiente, y salí del mismo mirando a mi alrededor, dando con la chica sin mucha dificultad. Mi rostro se iluminó prácticamente el instante en el que la vi, tanto por la ilusión de verla como por la expectativa de la noche que íbamos a pasar y el aspecto mismo con el que me recibió. ¡Sabía que no tenía nada de lo que preocuparme con ella!

Me acerqué corriendo (o todo lo corriendo que pude con el equipaje que llevaba) y le rodeé el cuello con mis brazos, apretándola ligeramente mientras la movía de lado a lado en el abrazo. Había visto el movimiento que estaba haciendo con las manos y el color de sus uñas, y aunque no fue muy difícil hacer uno más uno, lo cierto es que me importó bastante poco y lo ignoré con tal de lanzarme a achucharla. Oye, era una persona muy cariñosa, ya me disculpaban.

—¡Milly, buenas tardes! —exclamé, una vez me separé de ella, pero sin esconder la sonrisa de mi rostro—. ¿Lista para convertirnos en unas diosas y revolucionar Tokio~?

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IM SO HYPED

 

El pitido del ascensor me hizo volcar mi entera atención en él. No me había puesto a pensar en cómo aparecería Riri exactamente, la verdad que no pensaba mucho nunca nada, así que verla con el equipaje equivalente a un viaje de fin de semana me arrancó una carcajada, limpia y sin pudor alguno. La niña correteó hacia mí con toda la intención de abrazarme y la recibí con una sonrisa de oreja a oreja, achuchándola lo más que pude sin ir a joderme las uñas. La apretujé con las palmas, me zamarreó de acá para allá y volví a reírme. Ni siquiera me fijé en su aspecto y mucho menos se me ocurrió que la tontería le habría preocupado porque, otra vez: neurona de molusco.

O, bueno, más me gustaba decir que la dejaba a disposición de otras cosas~

—Afternoon, Riri~ —le respondí al saludo con un tono cálido que quizá, quizás haya surgido de la ternura que me dio verla tan emocionada. Asentí con pura convicción y sin pedir permiso le saqué algo de lo que llevaba encima para cargarlo yo hacia el interior de la casa—. ¡Obvio que sí! Tokio no está preparado para nosotras.

Dejé el bolso encima del sofá, a la vez solté el aire y me corrí el cabello de encima con, otra vez, movimientos cuidadosos. Bueno, parecía una diva, pero me daba bastante igual. Le guiñé un ojo a Ri en lo que volvía a cerrar la puerta de entrada.

—Bueno, bueno, bienvenida a casa~

No llevábamos tanto tiempo viviendo ahí, así que era su primera vez allí. Regresé junto a ella y eché un vistazo alrededor antes de, ahora sí, repasar su aspecto. Sin ningún motivo concreto, just because.

—¿Qué tal tu día, cielo? —Jugué apenas con su cabello antes de darme la vuelta e ir a la cocina, busqué el cartón de jugo de la nevera y dos vasos de vidrio—. ¿Todo bien~?

 

Abby me recibió todo lo emocionada que podía haber esperado que estuviese, o si me apuraban, quizás lo estaba incluso más de lo que estimé. La carcajada que dejó salir al verme y el tono de voz que utilizó al hablarme después me hizo pensar que probablemente ella estaba pensando lo mismo, que me veía extremadamente emocionada por la quedada. ¡Y bueno! No iría a negárselo en ningún universo, porque era totalmente cierto.

No tenía muchas amigas con las que salir de fiesta, si tenía que ser sincera.

Dejé que la chica cogiese algo del equipaje que llevaba encima, incluso con sus uñas en pleno proceso, y la seguí hacia el interior del apartamento mientras soltaba una carcajada ligera por su respuesta a mi comentario. Viendo lo enérgicas que nos habíamos vuelto las dos y, suponiendo por el par de conversaciones que ya habíamos tenido, que Abby de inocente tenía lo mismo o menos que yo, no dudaba en absoluto de que sería una noche para no olvidar.

Me quedé viendo el movimiento que hacía para apartarse el pelo con una sonrisilla divertida, porque si bien sabía que era por aquello del pintaúñas, el aspecto de diva le quedaba como un guante y bien podía verla haciendo algo así sin necesidad de alguna excusa, y dejé también lo que yo aún llevaba en el sofá que ella había utilizado. Me giré sobre mis talones para dedicarle una nueva sonrisa, a modo de agradecimiento por la bienvenida, y di de lleno con su rostro cuando me repasó con la mirada.

No me tensé ni molesté en absoluto; en parte porque no noté ninguna intención extraña en sus acciones, en parte porque se trataba de Abby y era probable que nunca lograse sentirme tensa o incómoda en su presencia. Ladeé apenas la cabeza cuando noté que se quedó jugueteando con mi cabello, por pura inercia más que otra cosa, y seguí sus pasos hasta la cocina con la mirada antes de darme la vuelta y pasear por el salón como Pedro por su casa, cotilleando aquí y allá.

—¡Todo bien, síp! —contesté, alzando algo la voz para asegurarme de que me escuchase, y me encogí de hombros a pesar de saber que no me vería—. Tranquilo, haciendo tiempo hasta que he tenido que prepararme para venir, la verdad. ¿Y el tuyo~?

En lo que le devolvía la pregunta, mi tour me llevó hasta el límite con la cocina, y aproveché para asomar la cabeza, buscándola con la mirada en el proceso.

>>¿Necesitas ayuda con algo?

 

Me di cuenta que Riri probablemente se quedó husmeando aquí y allá por la sala, pero digamos que no podía importarme menos. Confiaba en ella como para dejarla durmiendo en mi habitación en lo que yo salía a hacer mierdas. ¿Era prudente? Probablemente no, ¿pero desde cuándo me caracterizaba a mí la prudencia? Además, bromas a un lado, confiaba bastante en mis witchy powers y jamás había dudado de las intenciones de Riri. ¡Y mira que le olía la maldad a la gente a kilómetros de distancia! Como algunos de los amigos creepy de Cory, por ejemplo. Ugh, ojalá dejara de juntarse con esa chusma.

Pero ni modo.

Su respuesta me alcanzó mientras servía el zumo de naranja en los vasos, luego la oí acercándose y alcé a verla en lo que regresaba de dejar el cartón en la nevera. La puerta se cerró a mis espaldas y le dediqué una sonrisa divertida, incluso maliciosa, que no delató mis intenciones concretas pero sí el tinte de las mismas. Negué con la cabeza ante su ofrecimiento.

—Bien~ Fui al Hikarie de compras, me traje un par de blusas, unos zapatos y maquillaje. ¡Este esmalte también! Luego te muestro el resto, está super nice.

En lo que hablaba, me agaché para recoger algo de las gavetas debajo de la isla ubicada en el centro de la cocina. Cuando me incorporé, lo hice con una botella de vodka en la mano y sin venir a cuento de nada, sin inmutarme ni pedir permiso, le eché algo de alcohol a los vasos de jugo.

—Y te puedo decir dónde compré, que había descuentos bastante chulos y ofertas de temporada. —Le dediqué una sonrisa inocentona mientras tapaba el vodka y desaparecí y aparecí de vuelta—. There you go! Para arrancar tranquilito~

Deslicé su vaso por la isla y le guiñé un ojo, luego le di un buen trago al mío. Le había puesto poco vodka, a ver, no planeaba emborracharnos de entrada y menos cuando el sol aún no se había puesto. No que fueran detalles que alguna vez me hubieran detenido, claro, pero había que conservar una pizca de decencia frente a Riri, ¿verdad? ¡Le había prometido una gran noche! No podía acabar wasted as fuck.

Mientras le daba otro trago al vaso murmuré un sonido como si acabara de recordar algo y saqué el móvil de mi bolsillo, tardando menos de diez segundos en poner música. Empezó a sonar a un volumen moderado por los altoparlantes distribuidos en la sala y me acerqué a Riri, risueña y prácticamente flotando al ritmo de la canción.

—For a great night, right? —Busqué brindar con ella y alcé el vaso, muy sonriente.

 

Lo cierto era que no me había parado a pensar en lo que cualquier persona podría creer si me ponía a chusmear así como así en su casa, principalmente porque nunca se me habría ocurrido hacer nada más que simplemente mirar alrededor; no lo necesitaba, en definitiva. Quizás era yo la extraña, de cualquier manera, porque no solía preocuparme por esas cosas, y una clara muestra de ello era cómo había acabado invitando a Joey a mi casa con solo haberlo conocido de la noche anterior.

Pero era aquella confianza estúpida la que también me había permitido seguir tonteando con Kou a pesar de sus advertencias, así que no tenía mucho interés en cambiar eso en algún futuro cercano.

La cuestión es que no lo pensé, así que simplemente seguí cotilleando a mi ritmo durante un buen rato, hasta que finalmente me decidí a acercarme a la cocina. Me recibió con una sonrisa que no podía indicar nada bueno, aunque eso más que asustarme me provocó un cosquilleo de expectación a lo largo de todo el cuerpo, y la miré con la cabeza ladeada en un gesto de curiosidad, sin dejar de escucharla en ningún momento.

Abby dejó ver bastante pronto sus intenciones, sacando una botella de vodka apenas un segundo de que yo asomase la cabeza para verla, y, por mi parte, asentí de manera bastante distraída a lo que me contaba, con prácticamente toda mi atención puesta en seguir sus movimientos con la mirada. Es decir, me estaba diciendo dónde se había comprado las cosas, lo cual estaba bien porque habíamos acabado vistiendo con estilos bastante parecidos, pero en definitiva no me preocupaba en absoluto por gastar, así que no me destrozaba demasiado las neuronas para buscar descuentos u ofertas.

—Suena bien... —murmuré, sin especificar realmente a qué me refería, y me adentré finalmente en la cocina para acercarme a la isla.

Cogí el vaso que había extendido hacia mí con una sonrisa ligera, moviendo el mismo durante unos segundos para juguetear con el contenido de su interior, y le di el primer trago mientras la música comenzaba a sonar a nuestro alrededor, envolviéndonos. Volví a sonreírle con una suavidad estúpida cuando bajé el vaso, siguiéndola de nuevo con la mirada, y asentí con un movimiento lento de cabeza antes de levantar el vaso y brindar con el suyo.

>>Por una buena noche~ —confirmé, dándole un nuevo trago a la bebida, y dejé el vaso sobre la isla después, deslizándolo por la madera hasta alejarlo un poco de nuestra posición—. ¿Y bien? ¿Has pensado ya dónde vas a llevarme, Milly? Me muero de ganas por saberlo~

 

Vale, vale, vale, cierto era que en un noventa y nueve por ciento de los casos me importaba una mierda la opinión de los demás, pero también era cierto que tenía corazoncito para reservarme un poco de compasión. ¡En especial por las personas que quería! No era mi culpa tener un imán para trouble kids como yo y que casi nunca me pusieran límites, ¿no? ¡Dios los cria y el viento los amontona! Así que sí, le había echado vodka a la bebida de Riri sin preguntarle, pero también sabía que no iba a rechazarla. Bueno, saber tal cual no, pero no había mucha diferencia con verle la carita y la sonrisa que se le plantó al probar del vaso. ¡En fin! Habíamos salido de la misma costilla del diablo o algo, y la idea me divertía mucho.

Y ya con las referencias bíblicas, que esta noche nadie iba a ser precisamente un santo.

Nuestros vasos tintinearon y le di otro sorbo al jugo, satisfecha. Riri dejó el suyo sobre la isla y yo seguí navegando el espacio con movimientos ligeros, al ritmo de la música. Pasé junto a ella, me acerqué por detrás y le soplé el cuello, soltando una risilla. Seguí camino sin detenerme a detallar su expresión y su pregunta me hizo sonreír.

—Of course, pretty pie! ¿Con quién crees que estás hablando? Ya tengo toooda la noche preparada. Bueno, algo así. ¡Primero!

Entre la charla había trazado un camino de regreso, apareciendo en su campo de visión para sonreírle con suavidad. Me acerqué a su rostro, lo hice con la pura intención de mantener su atención pegada en mis ojos, y aproveché entre tanto para deslizar dos dedos en su bolsillo y pillarle el móvil. Lo alcé bien alto, victoriosa, y me alejé bebiendo de mi vaso.

—No cellphones allowed! —exclamé, metiendo el aparato en una canastita que había en la cocina precisamente con ese cartel escrito a mano, y repetí el proceso con el mío—. Si queremos fotos, se las podemos pedir a mamá o usar su móvil. ¡Son las reglas de la casa!

—Sure they are~

El acento sureño de mamá apareció de repente, haciéndome voltear hacia la desembocadura del pasillo. Estaba con su mejor sonrisa pegada en el rostro y se fue derechito hacia Riri para estrujarle las mejillas sin reparo alguno.

—Oh my god, you're so cute! —lo dijo casi con bronca, gruñendo y todo, y cuando la dejó en paz inspeccionó su vaso, el que estaba sobre la isla—. Eh, eh, ¿qué es esto?

Puso cara de madre estricta y se lo acercó para olfatearlo. Frunció aún más el ceño y lo probó. Yo me quedé quieta y calladita en mi lugar, sabiendo que la señora estaba de coña, pero si por casualidad la pobre de Riri se lo creía... bueno, iba a ser gracioso, ¿no~?

—¿Vodka? —tanteó, ofendida, y le echó toda su severidad a la chica—. Niña, ¿esto que saboreo aquí es vodka?

 

Continué con mi mirada puesta sobre Abby en todo momento, sin poder esconder la diversión que ya se me había quedado plasmada en el rostro. Bien era cierto que había venido con predisposición a pasármelo bien, así como también era verdad que era muy fácil contentarme, pero eso no quitaba que esta chica en cuestión conseguía hacerlo siempre de una manera muy efectiva. Eran nuestras energías, ¿verdad? Fluíamos de una manera parecida, y quizás de ahí que hubiésemos retomado la amistad que habíamos tenido con tanta facilidad incluso después de tanto tiempo.

Me encogí un poco cuando sentí que me soplaba en el cuello, notando un escalofrío recorrerme la espalda, y solté el aire en una especie de risa nasal para intentar disimular la reacción. Después siguió hablando, pero no se estuvo quieta en prácticamente ningún momento y estaba siendo una tarea realmente difícil concentrarme con tanto movimiento a mi alrededor. No lo tuvo muy complicado para conseguir que me quedase prendada de sus ojos, en definitiva, y para cuando me quise dar cuenta que me había quitado el móvil, el mismo estaba ya en la cestita junto al suyo.

Iba a quejarme, de verdad que sí, pero al final me mordí la lengua y solté un suspiro resignado antes de negra con la cabeza, alzando las cejas y encogiéndome de hombros en un gesto que daba a entender que aceptaba sus reglas. No había mucho más que pudiese hacer, ¿verdad? Cuando ya me había despojado de lo único que no soltaba ni cuando iba al baño. Pero estaba bien, no planeaba estar con el móvil cuando había quedado con ella, y ya podría enviarle una foto a Kou cuando estuviese bien preparada. ¿Por qué? Pues porque me apetecía y ya.

La aparición de la madre de Abby me tomó completamente desprevenida, haciéndome pegar un pequeño respingo al distinguir su voz y dándome apenas el tiempo para arreglar mi postura y carraspear, con claras intenciones de querer presentarme a la mujer. No importó, de todas formas, porque la misma se acercó para estrujarme las mejillas antes de siquiera poder pronunciar palabras alguna.

—¿Gracias? —logré pronunciar, a duras penas, justo antes de que me soltase.

Me llevé las manos a las mejillas, acariciándolas para remitir el leve dolor que me había provocado, y olvidé por completo el vaso con contenido sospechoso que había dejado a plena vista. Lo recordé cuando la mujer lo mencionó, claro, y mi primer instinto fue tensarme por el regaño que parecía que me iba a caer. Me relajé inmediatamente después, sin embargo, porque realmente podía no ser inteligente para muchas cosas, pero de actuar y fingir sabía un buen rato.

Aun así no cambié la expresión de mi rostro, esa que dejaba ver algo de tensión por la situación, y la miré durante un segundo antes de deslizar mi vista hacia el vaso. Lo cogí con un gesto tentativo, dándole una probada pequeña —casi como si me diese miedo—, para finalmente fruncir ligeramente el ceño en confusión.

>>Qué extraño, a mí me sabe a zumo de naranja normal. Me pregunto por qué a ti te sabrá a vodka... —sentencié, dejando la última frase en el aire con toda la intención.

 

Riri quiso quejarse, o al menos me dio la impresión, aunque tampoco tardó nada en resignarse y someterse bajo las reglas de la casa. Verla me hizo soltar una risilla divertida justo antes de que mamá apareciera en escena, y a partir de donde simplemente me quedé observando la situación. En su momento no había llegado a hacer las presentaciones formales, pero claro que se había enterado de la existencia de Riamu, había visto fotos y todo lo demás. El caso era que había estado dispuesta a cumplir esa parte del protocolo, aunque le cacé al vuelo a mamá las intenciones de joder y bueno, de tal palo, tal astilla, right?

Me forcé a tragarme la risa, casi me mordí la lengua y todo, y aguardé pacientemente a la respuesta de Riri. Me había costado un poquito creer que se hubiera tragado el cuento tan fácil, aunque comprendí la razón apenas terminó de hablar y, se ve, mamá también. Ambas soltamos una buena carcajada, reparamos la una en la otra y luego regresamos la atención a la chica.

—¡Tú, niña! —se quejó en broma, arrugando mucho el ceño—. ¿Acaso te atreves a decirme borracha?

Yo había empezado a caminar hacia ellas, divertida, y aproveché que había quedado detrás de Riamu para ponerme de puntillas y echarle mi peso encima, enganchando los brazos alrededor de su cuello.

—Well, mom, she ain't wrong, right?

Mamá me fulminó con la mirada, aunque obviamente seguía siendo teatro y se echó el cabello rubio tras la espalda de un movimiento bastante dramático. El suspiro que soltó al aire se le equiparó y, sin ninguna clase de problema, se apropió del vaso de Riri.

—This is mine now! —declaró, bien infantil la idiota, y hasta nos sacó la lengua antes de darle un buen trago. Arrugó el gesto, ahora sí, viéndome indignada—. Fuck, Abigail. Que son las siete apenas.

—Your point? —repliqué, angelical.

Ella volvió a suspirar e, irónicamente, también volvió a beber. Qué va, a este paso acabaría uniéndose a la sesión de preparado y maquillaje. I mean, estaba segura de que lo habría hecho si ya no tuviera planes, y mamá sin planes un sábado... bueno, no era mamá.

—¡Bueno! —exclamé, captando la atención del público, y me descolgué de Riri para ubicarme entre ambas y proceder—. Riri, esta es mamá, Leslie Miller. Mom, this is Riri. Finally!

Acabé juntando las manos frente a mi pecho como una chiquilla emocionada, y es que genuinamente me hacía una ilusión estúpida que, gracias a las vueltas de la vida, al final hubiera podido presentarlas de verdad. Mamá lo notó, su semblante se suavizó y, por fin, sonó como una mamá más normal.

—Es un placer, cariño —le dijo a Riamu, en tono dulce, aunque poco le duró la maternidad—. I mean, ¿sabes todo lo que tuve que oír a Abby bla, bla, bla hablando de ti? ¡A ver si ahora se calla un poco!

—Mom!

—¿Qué? Si es verdad.

 

Lo cierto era que no tenía ninguna certeza de que la mujer no se fuese a ofender por mi insinuación, incluso si podía haberme sacado mis propias conclusiones al respecto, basándome en su aspecto o en cómo Abby se comportaba, ya fuese en general o en ese momento. Es decir, venga, si su madre hubiese sido mínimamente estricta con el alcohol, estaba convencida que se hubiese puesto mucho más tensa al verla aparecer por la cocina y que hubiese temido que nos pillase con las manos en la masa.

Con todo, no dejaban de ser meras suposiciones, y eso significaba que en realidad no tenía ni idea de lo que podía suceder. Esperé con cierta tensión, pues, la reacción de la mujer, y pude finalmente liberar la misma cuando vi que tanto ella como su hija se miraban y dejaban escapar una carcajada sonora. Las acompañé con una bastante más ligera y me encogí de hombros, antes de sentir a Abby enganchándose de mi cuello, a lo que la dejé hacer sin mucha resistencia.

Observé el intercambio de ambas con una sonrisa divertida, logrando captar partes de su conversación aquí y allá, pero no me atreví a comentar nada hasta que la chica finalmente nos presentó. Me resultaba bastante encantador que su madre fuese tan abierta y que pareciese que tuviesen tan buena relación la una con la otra, pero no podía negar que una pequeña (o no tan pequeña) parte de mí sentía cierta envidia al ver la imagen.

Me lo tragué por completo, por supuesto, porque en absoluto quería que aquel pensamiento pudiese estropear de alguna manera la noche tan buena que se me había prometido, y sonreí con algo más de suavidad cuando Abby terminó con las presentaciones correspondientes.

—¡Igualmente! Es un placer~ —contesté, ensanchando un poco más la sonrisa, y es que con aquella entrada triunfal, ciertamente había sido un placer poder conocerla al fin.

No me esperé en absoluto el comentario de la mujer de después, eso sí, y clara muestra de ello fue la mueca de sorpresa que se me extendió por el rostro. En lo que Abby se quejaba por la revelación, sin embargo, yo suavicé una vez más toda mi expresión y me giré para mirarla mejor, casi casi ronroneando.

>>¿Eh~? ¿En serio~? —murmuré, ladeando apenas la cabeza, y di un paso hacia ella para extender el brazo y picarla la mejilla con aire risueño—. ¿Será que te gusto más de lo que yo pensaba? Qué sorpresa tan linda~

 

Mamá era malvada, lo sabía, estaba segura. Cien por ciento segura. Tan sólo había que verle la cara, la sonrisa diabólica observando la escena tras haberme expuesto así. Y no, no tenía nada que ver con lo mucho que le alegraba verme tan contenta, ¡era maldad pura y punto!

Riri se aprovechó de la situación para molestarme también, me picó la mejilla y usé la cercanía a mi favor para envolver su muñeca con una mano. Bajé nuestros brazos, entonces, busqué su otra mano y me incliné hacia ella, con carita de ángel.

—Pero claro que Riri me gusta —murmuré, inocente, y la sonrisa malvada no tardó en extenderse por mi rostro—. Me gusta mucho, de hecho~

¿Prácticamente ligando frente a mi propia madre? A ver, había cosas que no se escondían y ¿la verdad? Gran parte de las manías las había sacado de ella. Además, ya tenía que estar hasta el coño de verme molestar a Suzu o tontear con Cory, esto sólo era moneda corriente. Nos dejó ser, de hecho, oí cómo se alejaba en dirección a la nevera sin concedernos ninguna clase de crédito.

—Y como Riri me gusta taaaanto —continué, jalando de ella para llevármela hacia el living—, ya quiero ver qué trajo en todas esas bolsas~

La solté sólo para juntar la casi mudanza, y en lo que pasábamos por la cocina le pedí que llevara los dos vasos. A su vez, le avisé a mamá con un grito que estaríamos en mi habitación y ella, bueno, respondió al mismo volumen. El pasillo tenía tres puertas, dos de ellas eran nuestras recámaras y la tercera, en el fondo, un closet que compartíamos. Se suponía que fuera para una persona, pero a ambas nos gustaba mucho y bueno, digamos que mamá se apiadó de mí.

Dejé las cosas de Riamu sobre la cama y me giré rápidamente, soltándole mi peso al colchón. Me vacié los pulmones en el proceso y crucé las piernas.

—¡Bienvenida a mi guarida! Hope you like it~

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tengo una imagen de la habitación de Abby en la pc, así que mañana edito pa dejarla acá (?

edit: AQUÍ ESTAMOS

 

Sabía que meterme con Abby en su propia casa no era la mejor de las ideas, mucho menos ahora que había confirmado que su madre era igual o peor que nosotras en cuanto a ese aspecto, pero saberlo no me iba a impedir en absoluto hacerlo de igual manera. ¿No era un poco contradictorio, de hecho? Más que evitarlo, el ambiente parecía estar instándome a hacer aun más el imbécil con mi amiga, si es que eso era posible.

La cuestión es que Abby se subió al carro con una facilidad estúpida, cómo cabía esperar, y el hecho de que su madre nos ignorase y se alejase de nuestra posición solo contribuyó más a que se nos aflojaran un poco más los cables. Entorné apenas la mirada al escuchar su respuesta, sin oponer ninguna resistencia a su agarre, pero al final la tontería nos duró poco y menos, provocando que acabase soltando una carcajada ligera mientras me dejaba arrastrar por la chica hacia el living.

Dejé que se encargase de las bolsas que habíamos dejado apartadas y me encargué de los vasos así cómo me indicó, aprovechando que pasaba por la cocina para despedirme de su madre a un volumen más moderado justo después de que ellas se gritasen sobre dónde estaríamos. Seguí, pues, a la muchacha hasta su habitación, y dejé los vasos sobre el escritorio al mismo tiempo que ella hacía lo mismo con mis cosas sobre la cama.

Di una vuelta sobre mis talones, haciendo una vista panorámica de todo el cuarto mientras tanto, y le dediqué una sonrisa suave a Abby cuando terminé, parando la vista en sus ojos. Asentí con la cabeza, indicándole que sí me gustaba su "guarida", y me acerqué a ella prácticamente a saltitos, dejándome caer a un lado de su cuerpo en la cama. Repasé el colchón con la mirada, pasando una mano por encima de la manta, y sonreí con un poquito más de diversión antes de volver a mirarla directamente a los ojos.

—Uhm... esta cama huele a usada. ¿Tanto la has desgastado ya, salida~? —bromeé, aprovechando la posición para picarle un poco el costado, y solté una risa fresca en el proceso—. Espero que no me hayas traído para seguir gastándola, pervertida~

 

Riri se dejó caer a mi lado, el colchón rebotó suavemente y seguí sus movimientos sin ninguna intención particular, la verdad. Repasó la textura de la manta, se le pegó a la cara una sonrisa de mierda y supe que iba a molestarme. Le sostuve la mirada, alcé las cejas con cierta indignación impostada y estuve por abrir la boca cuando me picó el costado. Consiguió que me removiera un poco y reí casi a la par suya. Eh, eh, que era un poco sensible ahí, no valía buscarme cosquillas~

—Your words, not mine —me atajé, alzando las manos en señal de inocencia, y aproveché el movimiento para darle un empujón y tumbarla en la cama.

Eso fue todo, claro, que tampoco era cuestión de confirmar semejantes acusaciones tan feas, ¿no~? Sonreí, risueña, y me incorporé con movimientos fluidos para abocarme a, bueno, su equipaje. Sí, equipaje. Daba para llamarle así.

—Well, well, my beloved, ¿vas a mostrarme todo lo que trajiste o tendré que rogarte de rodillas? I'm so curious!

 

Abby reaccionó exactamente cómo hubiese esperado, dejándome hacer con bastante facilidad, aunque tenía que admitir que me sorprendió un poquito ver que las cosquillas le hacían tanto efecto. ¿Eh~? Qué suerte la mía, le había encontrado el punto débil muy pronto, ¿a qué sí? No hacía falta ni aclarar que me guarde esa información en mi cabecita, vaya, pues estaba segura de que iba a darle buen uso... y unas cuantas veces, además.

Ensanché un poco más la sonrisa al ver que se intentaba excusar y, de nuevo, el empujón que me dio después me pilló completamente desprevenida, por lo que no pude disimular el gritito de sorpresa que se me escapó mientras caía. Fue cosa de nada, si apenas fue un toque y el colchón quedaba a dos segundos de caída, pero igual me avergonzó un poco y acabé por reírme de nuevo en consecuencia de todo.

Recogí los brazos por encima de mi vientre, entrelazando los dedos sobre el mismo en lo que soltaba un suspiro tras las carcajadas, y giré apenas la cabeza sobre la cama para seguir los movimientos de la chica en lo que ella se levantaba, sin perder la sonrisa en ningún momento.

—Me tienta lo de rogarme de rodillas, la verdad~ —comenté, echando la vista al techo para imaginarme la escena y con una sonrisa sedosa deslizándose por mis labios ante la misma—. Pero supongo que seré benévola por hoy. ¡Vamos a ver!

Aquello último lo dije alzando un poco más la voz, al mismo tiempo que me impulsaba hacia delante para levantarme de la cama, y me giré para abrir la bolsa e ir mostrándole los diferentes conjuntos a la chica a medida que los iba sacando. Había... una cantidad importante, aunque a mi parecer había recortado bastante para no parecer muy exagerada. ¡Además! Hice un poco el tonto con las prendas, simulando pequeños pases de modelos, ¡así que al menos nos podíamos divertir con el asunto!

>>¡No tengo idea del sitio al que me vas a llevar! Así que he traído un poco de todo lo que se me iba ocurriendo... Hay algunos más... ¿de club pijo? Tengo unos más neutrales, supongo, y un par que son más mi estilo, las opciones seguras diría... —expliqué, dejando los conjuntos sobre la cama y mirándolos con las manos en las caderas, antes de girarme hacia la chica con una ligera sonrisa culpable—. ¿Igual me he pasado...?

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como dijimos por privado, te dejo aquí links de unos cuantos ejemplos de outfits e imaginamos que trajo algunos más, pero para pillar las vibes de las opciones que trae (?)

This one es onda "club pijo", this one serían los onda más neutral, i guess(?), and this one es de su estilo uwu digamos que de zapatos se trajo unos tacones universales, y supongo que algún que otro accesorio, pero riri siempre lleva anillos y mierdas so that's not really important (?)

 

Se me ocurrió pensar que aquello de las cosquillas iba a jugarme en contra eventualmente, que acababa de facilitarle información por demás valiosa, ¡pero bueno! Había sido cuestión de tiempo, la verdad, jamás habría podido ocultar por toda la eternidad que era, de hecho, muy sensible a esas tonterías. Que a ver, en general me ponías mano encima y reaccionaba.

No podía hacer nada al respecto~

Aguardé a que soltara las tonterías de turno y se dignara a hacerme caso con lo de las bolsas, porque genuinamente me intrigaba mucho ver lo que había traído y esa era, al menos de momento, mi prioridad. Al principio le permití desempacar a su ritmo, pero al final me ganó la ansiedad y comencé a imitarla. Había un montón de ropa, era toda divina y le presté atención a cada cosa que me mostró, cada prenda que lució sobre su cuerpo y demás. No iba a mentir, también aproveché el vacío legal para recorrerla con la mirada un par de veces~ Nada muy loco, tho, y de hecho lo disimulé.

—Pues mira, es un night club aquí, en Shibuya, está fancy y tal pero la gente tampoco va de punta en blanco. Hmm... —Repasé las principales opciones, deslizando los dedos sobre las telas—. Este es divino, pero quizá te convenga el conjunto negro. El otro es demasiado informal, forget it. ¡Además!

Sonreí, traviesa, y desaparecí de su lado para irme a mi tocador, pillar unas paletas de maquillaje, unos tubitos también, y regresar junto a ella.

—¿Sabes qué son estos? Pintura fluorescente~ —concedí, sedosa, y recorrí la tela de su blusa con la tapa de una de las mierdas que tenía entre manos—. Había pensado que podíamos usarla las dos, con las luces del club se ven genial. ¿Qué dices~?

Luego, porque se ve que tenía hormigas en el culo, dejé caer todo sobre la cama, la pillé de la muñeca y la arrastré fuera de mi habitación para encerrarnos en el walk-in closet. Era muy amplio, a la izquierda estaba la ropa de mamá y a la derecha, la mía. Pillabas al hilo el estilo de cada una, la señora vestía bastante más normal que yo, claro. Mi sección parecía vomitada por un unicornio.

—No sabía si ser un poquito más modesta o pasarme todo por los ovarios y estrenar este conjunto que me compré la semana pasada. —Le presenté las dos opciones con bombos y platillos, brazos en jarra, y reemplacé la sonrisa por un ceño fruncido—. ¡Piénsalo con pintura fluorescente! It's a must to me.

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bueno, estas son la opción modesta y la opción loca JAJSJA shes very extra im sorry

 

No iba a mentir a nadie al respecto, ni siquiera pensaba ser capaz de hacerlo de manera convincente, y es que tenía que admitir que todo aquel asunto de no saber a dónde íbamos y no tener ni idea de lo que ponerme me tenía un poco más nerviosa de lo que me hubiese gustado admitir. También estaba todo el rollo de que, incluso sin ningún motivo aparente, me daba un poco de miedo de que Abby se riese de las opciones que había decidido llevar.

Por fortuna, no fue en absoluto el caso, y lo cierto es que sentí una oleada de alivio enorme cuando me di cuenta de ello. No tuvo que ser muy difícil darse cuenta, porque se me escapó un suspiro algo pesado, y acabé por sonreírle con bastante más ganas después, viendo como le ganaba la ansiedad y terminaba sacando ropa al mismo tiempo que yo. Escuché su opinión con toda la atención posible y asentí con la cabeza cuando terminó, repasando el conjunto negro con la mirada. Era el que había elegido como más neutral, ¿verdad? Así que parecía una opción más que sensata.

Giré la cabeza al mismo tiempo que Abby volvía a mi lado, fijándome en los diferentes tubitos que traía en las manos, y alcé un poco las cejas al escuchar la aclaración que me hizo al respecto de las mismas. ¿Pintura fluorescente? Solté una risilla de nada ante la imagen, justo a tiempo para suavizar mi expresión al recibir el roce sobre mi camiseta, y ladeé la cabeza mientras ella seguía hablando.

—Sí, suena bien...

Pero qué va, Abby me agarró de la muñeca antes de que pudiese pretender añadir nada más y yo, bueno, lo cierto es que tampoco opuse mucha resistencia para dejarme llevar. Me quedé mirando la tan dolorosa diferencia entre las dos filas de ropa del vestidor, sintiendo que hasta yo podía distinguir con facilidad cuáles eran de Abby y cuales de su madre, y solo giré el rostro cuando escuché que la muchacha volvía a hablar.

No pude controlarlo demasiado, a decir verdad; se me escapó una carcajada algo sonora, pero bastante liviana aun así, y que no cargó consigo ninguna intención de burla. Qué va, no la juzgaba en absoluto por su estilo, pero de repente me había hecho gracia haber estado tan preocupada por... ¿intentar impresionarla? cuando sus opciones eran aquellas. Suponía que me tendría que acostumbrar, ¿o no? Al hecho de que ella iba a llamar más la atención en cualquier escenario.

Por mucho que me fuese a costar.

Repasé los dos conjuntos con toda la atención del mundo, llevándome las manos al mentón y dándole vueltas a las dos opciones; pasé las telas por mis dedos y le hice probárselos por encima un par de veces antes de tomar mi decisión. Fue una estupidez enrome que me monté solo por añadirle tensión al tema, además de divertirme a su costa, porque supe perfectamente mi respuesta desde el principio.

>>El nuevo, por supuesto —murmuré, con una sonrisa divertida.

Íbamos a pasárnoslo bien aquella noche, ¿verdad~?

 

No sabía si era un don o una maldición ser tan despistada, vivir como si absolutamente nada ocurriera más allá de mí misma, pero en el caso puntual de Riri debería serle de utilidad, ¿no? En la puta vida asociaría su suspiro con, no sé, un miedo raro de que fuera a burlarme de su ropa. Ni siquiera le busqué una razón asociada, de casualidad llegué a percibirlo de forma consciente. No me consideraba a dummie, pero ¿desinteresada? Eso seguro. Vivía como me salía del coño y poco más.

Tampoco le dejé tiempo para reaccionar apropiadamente a, bueno, nada. La arrastré al vestidor, le mostré mis opciones predilectas y ella soltó una buena risa. Arrugué el ceño y ladeé la cabeza, como un cachorro confundido, y hasta solté un "¿hmm?" bien bajito. Alterné la mirada entre los conjuntos que tenía en las manos, pretendiendo darle sentido a la situación, y bueno, la neurona se me iluminó un poco. Debía parecerle... kinda too much, right? Y tampoco la culparía, sabía que mi estilo era un poquito extra.

Pero eh, así era más divertido~

Además ¡todo obedecía a un plan mayor! ¡Un plan maestro! Y ahí entraban en juego las pinturas fluorescentes. Su elección fue el nuevo, el peor de ambos, y como tenía un tornillo medio flojo fue precisamente eso lo que me dibujó una sonrisa de oreja a oreja. Asentí varias veces, reforzando su opinión, y me fui a un espejo cuerpo entero para volver a apreciar el conjunto neón sobre mí.

—Mhm, yes, I like it~

Regresé la otra percha a su lugar, me hice con unos tacones verdes a juego y acomodé todo en una mano para cazar a Riri con la otra y arrastrarla de nuevo a mi habitación. Tiré todo sobre mi cama, lo hice a una distancia considerable y cerré la puerta para buscar mi vaso de jugo. Le di un buen trago, pillé un control pequeño que tenía allí, en el escritorio, y la música empezó a sonar de vuelta, sólo que dentro de la recámara. Por la pura gracia, también, apagué las luces normales y activé las de colores, esas que iban mutando suavemente entre rojo, azul, violeta y verde.

¿Tenía montada una mini disco en mi propia habitación? ¡Pues claro, hombre!

—Bueno, Riri —mumuré, sedosa, yendo junto a ella para jugar con un mechón de su cabello—. What do we do now~? ¿Quieres que ya nos cambiemos o que juguemos a algo para entrar en calor?

 

Sabía que mi risa no iba a pasarle desapercibida a Abby, pues tampoco era como si hubiese hecho mucho para disimularla, pero en tanto no la malinterpretase como algo malo, no me preocupaba demasiado. De hecho, su reacción me causó bastante ternura y tuve que controlarme a consciencia para no tirarle de las mejillas y poder montarme el teatro que quería de manera decente.

La cosa no fue a mucho más, de todas formas, y si hubo alguna posible duda dentro de ella por mi culpa, tuvo que desaparecer con una facilidad absurda en cuanto le confirmé que prefería verle el conjunto nuevo puesto. La seguí con la mirada en lo que ella se acercaba a un espejo para mirarse y, una vez más, me tuve que dejar arrastrar por ella hacia el exterior del vestidor, soltando una renovada risa fresca por ello.

Aproveché que la música había empezado a sonar con más claridad en la habitación para moverme suavemente a su ritmo, en lo que Abby hacía lo que sea que estuviese haciendo, y eché la mirada al techo mientras daba una vuelta sobre mí misma, cuando me di cuenta que la iluminación también había cambiado. Me paré justo en el momento en el que Abby se acercó a mí, y recibí su cercanía entornando apenas la mirada, notando como la sonrisa sedosa se extendía por mis labios al sentir el tacto en mi cabello.

Me encogí de hombros, primero, ladeando un poco la cabeza para buscar rozar su mano con mi mejilla, y después levanté el brazo para repasarle el puente de la nariz con la yema de los dedos, hasta alcanzar el límite de sus labios.

—Creo que ya he entrado en calor, pero no me importaría jugar a algo de todas formas —murmuré, deslizando la vista por sus facciones hasta llegar a sus ojos, donde le dediqué una sonrisa inocentona—. Tenemos tiempo, ¿verdad~?

Definitivamente iba a culpar a las luces y a la música por todo aquello.