Drama Android Tea Party

Tema en 'Relatos' iniciado por Gamenor, 8 Febrero 2020.

  1.  
    Gamenor

    Gamenor Usuario común

    Géminis
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    16 Enero 2017
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    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Android Tea Party
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Ciencia Ficción
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1018
    Autor: Gamenor AKA Excidiar
    Serie: El Observador del Omnitiempo
    Sinopsis: Android Tea Party es un reflejo de una situación cotidiana. Más específicamente, de cuando nos juntamos a comer y de repente a alguien se le saltan las lágrimas. Pretendo mostrar que pasa más de lo que se cree, y qué hace falta para sacar lo mejor de la situación

    El lugar era apartado y solitario. Una mansión subterránea bajo la superficie de una montaña. Para la época, se trataba de algo único e irrepetible, pues en aquel mundo simplemente no existían los conocimientos necesarios para movilizar tanta tierra de debajo de las intercaladas capas de roca.


    Pero Walter no era cualquiera. El dueño de aquel vasto sitio había viajado por múltiples universos y, cómo sabio y entendido que era, había aprendido mucho en muchos aspectos. Era, en el sentido más abarcativo de la palabra, un todólogo. Pero no se trataba de un sujeto solitario y huraño, más bien, era todo lo contrario, amable y accesible, simplemente tenía otros motivos para permanecer apartado de la civilización.


    Frecuentemente recibía visitas. En algunas ocasiones se trataba de amigos suyos de aquel mismo mundo, o de alguna de sus hijas, pero en raras ocasiones, gustaba de armar reuniones sociales con amigos que había hecho en otros universos. Su mayor vicio en ese aspecto eran las fiestas de té.


    A una en particular asistieron seis señoritas, y el padre adoptivo de dos de ellas. Llegaron prácticamente a la vez, atravesando el hueco en el continuo espacio-tiempo tomados de la mano, tomando turnos luego para saludar a su anfitrión. Primero, el adulto responsable de cuidarlas, Lyon, saludó al anfitrión con un firme apretón de manos.


    — ¿Cómo han estado las cosas por aquí? — Preguntó el invitado, quitándose el sombrero y dejando entrever las orejas que denotaban su ascendencia élfica.


    — Últimamente hemos tenido una relativa paz, con los usuales problemas de la vida aquí y allá, pero nada demasiado interesante. Ya sabes, cuando alcanzas cierta edad, es difícil que las cosas te sorprendan. — Respondió Walter.


    — Te comprendo. — Lyon asintió con la cabeza y se apartó para permitir que las chicas lo saludaran también.


    La primera fue una hermosa dama que daba apariencia de estar en sus treinta y pocos años, si fuese humana. La verdad era que Khai a penas pasaba los ocho años de edad, pero se trataba de una criatura capaz de alterar su forma física en muchos sentidos. Se trataba de la hija menor de Lyon, y lo estaba saludando con un fuerte abrazo.


    — ¡Hola tío Walter, te extrañé mucho! — Dijo la quimera con una sonrisa en su rostro, estrujando al susodicho sin darse cuenta de su propia fuerza.


    — Yo. También. Khai. — Dijo el aludido, luchando por respirar.


    — Khai, déjalo. — La voz de autoridad de Lyon sonó por detrás de su hija y ésta reaccionó apretando un poco más fuerte antes de soltarlo.


    Walter empezó a guiar al grupo hacía su salón comedor mientras las demás lo saludaban. La siguiente en hacerlo fue Canela, una joven pelirroja en su adolescencia, llena de entusiasmo y energía. Le dió un apretón de manos, un beso en la mejilla, un abrazo por la espalda y le dijo hola varias veces, tan rápido que no le dió oportunidad de responder, y luego, se detuvo frente a él.


    — Hola Canelita, es un gusto tenerte de vuelta.


    La inexplicable energía de la hija mayor de Lyon se debía a que se trataba de una caricatura que había terminado en la tercera dimensión. Su gran entusiasmo la volvía la alegría del hogar DeFyr y el alma de cualquier fiesta a la que fuese.


    Siguiendo con los saludos, Ti-Na, una androide de asistencia que había trabajado junto a Lyon y sus asociados durante unos años ya, se había acercado para saludar con un silencioso y algo discreto beso en la mejilla. No solía hacerlo así, pero deseaba ocupar ése nicho para que las demás, la mitad más retraída del grupo, tuviera que esforzarse un poco más.


    — Ti-Na, hola, dime ¿Cómo está Elliot? — La pregunta de Walter pudo significar un adiós al plan de la joven androide, pero era el momento idóneo para hablar de otros asuntos.


    — Está bien, supongo. — Dijo con un tono algo decaído.


    — ¿Pasó algo? — Preguntó el anfitrión, que para esas alturas ya andaba buscando, nuevamente, las llaves del gran salón. Él era organizado, pero por algún motivo, solía perder esas llaves en particular, cuando las necesitaba más.


    — Últimamente anda triste. — Comentó Lyon. Eso causó que la pequeña cosmos, una alienígena humanoide de piel rosada, se acercara a ella y le diera un abrazo, aprovechando la distancia cercana para saludar a Walter con un beso en la mejilla.


    — No dijiste nada. ¿Qué es lo que te pone triste? — Preguntó con voz inocente la niña qantari.


    — Tengo miedo de… que me olvide. — Respondió.


    Últimamente, Elliot, quien la había tenido a su cargo desde que fue encendida por primera vez, había estado comportándose algo distante con ella, y no sabía por qué. Algunas en el grupo lo habían notado, sobre todo Tera y G-Cell, que habían tenido experiencias similares en el pasado.


    Éstas dos jóvenes, de origen artificial cómo ella, se le acercaron.


    Usualmente, G-Cell se sentía algo celosa por que sus propias experiencias del pasado* no fueron, por mucho tiempo, ni de cerca tal buenas cómo las aventuras que había vivido Ti-Na junto a Elliot, ni mucho menos había recibido el mismo cariño y atención por su parte. Pero ahora mismo, podía sentir algo más de empatía. Por otra parte, Tera sabía claramente lo que era sufrir una pérdida, y aunque ella había perdido mucho más#, y había aprendido a afrontarlo con cierta dosis de frialdad matemática, en el fondo, ella se sentía tal cómo su compañera, o incluso más. Por ello, ambas se le acercaron y, cómo si se coordinasen, ambas le pusieron una mano en sendos hombros.


    Entonces, Walter, preocupado, dejó lo que estaba haciendo para luego. La prioridad era consolar a Ti-Na. El té podía esperar.


    *Cómo se ha visto en Hogar lejos del hogar

    # Cómo se ha visto en El corazón de los errantes
     

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