Kuroshitsuji [One-shot] And Now, We Part Ways [Kuroshitsuji] [Fansub]

Tema en 'Fanfics de Anime y Manga' iniciado por Amane, 12 Diciembre 2016.

  1.  
    Amane

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    Escritora
    Título:
    [One-shot] And Now, We Part Ways [Kuroshitsuji] [Fansub]
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2584
    Título: 'And Now, We Part Ways'
    Autor y link de éste: xXPlatinum-WriterXx
    Capítulos: Uno [Finalizado]
    Fandom: Kuroshitsuji (Anime) [Sebastian/Ciel]
    Géneros: Romance/Hurt/Comfort
    Resumen: "—Te mueres de hambre ...! —Ciel se dio cuenta en un choque repentino mientras sus ojos se abrieron un poco, colocando una mano sobre el brazo del mayordomo mientras trataba de ayudarlo en vano. No había pensado que era posible que el demonio podía morir de hambre, los demonios eran tan poderosos, inmortales y por supuesto, ninguno podía morir de hambre -...!"
    Colaboradores:
    Proyecto traído y solicitado por: Amane
    Traductores: @Louca Bundeva
    @Black Kat
    Amane

    Correctores: @Mary Dragneel
    @Atl


    ~And Now, We Part Ways~

    Ciel se había dado cuenta desde el principio que no era correcto lo que estaba haciendo cuando entró en el dormitorio de Sebastian, trató de quitarse la culpa que sentía por hacerlo. Después de todo, el único lugar donde el Demonio tenía un poco de espacio para sí mismo era en su propia habitación en la mansión Phantomhive Manor. Sin embargo, el chico de pelo azul con negro se recordó que poseía toda la casa, y tenía el derecho de ir a donde quiera que quisiera, así que hizo a un lado las preocupaciones para con el Mayordomo y entró en la habitación.

    Ahora que lo pensaba, se dio cuenta de que no había visto al mayordomo durante todo el día, lo había llamado en repetidas ocasiones, pero el demonio no le había respondido; era consciente de que Sebastian tenía sus propias tareas que hacer, pero nunca descuidaría sus deberes hacia su maestro, sobre todo cuando el niño lo llamaba más de una vez, en esos casos, el Demonio normalmente lamentaba cualquier error que hubiera cometido y se culpaba sobre lo sucedido. Era raro que ignorara una llamada, ya que estaba casi siempre al lado de Ciel, ¿así que por qué no acudió ahora?

    La única excusa más o menos razonable era que el mayordomo estaba herido, muy malherido, y al ver como Sebastian nunca descuidaría sus funciones sólo por una pequeña herida; Ciel sabía que tendría que ser una herida terrible, aun así... no debería haberle tomado mucho tiempo al demonio para curarse.

    Así que cuando Ciel abrió la puerta, no esperaba encontrarse con él, abrió los ojos y salió un pequeño jadeo de su boca.

    —Qué... —Ciel susurró en voz baja.

    La espalda del demonio daba hacia Ciel, por lo que no podía ver la cara del mayordomo, pero podía verlo lo suficiente, para saber que estaba muy mal. Ciel al menos pudo percatarse de eso, en especial porque el demonio no lo oyó entrar ni pudo olerlo. El joven podía escuchar los jadeos procedentes de Sebastian, que eran casi tan ásperos como cuando le habían dado los ataques de asma. Sin embargo, para él sonaba peor, como si incluso se estuviera ahogando. El joven maestro se quedó en silencio, oyendo respirar a Sebastian, tratando de conseguir que volviera a la normalidad. Ciel podía ver los hombros del demonio sacudirse ligeramente a medida que se balanceaba ligeramente sobre sus pies, listo para caerse.

    Empujando una de sus manos contra el muro, la otra mano de Sebastian agarró el poste de su cama, y su cuerpo tembló ligeramente, su frac balanceándose con él. Puesto que estaba cabizbajo, Ciel pudo ver que el normalmente brillante, lustroso, negro azabache pelo, estaba ahora mate, mojado en sudor, y pegado a su rostro y la parte de atrás de su cuello. La forma perfecta y el brillo se habían ido, estaba todo soso y liso. Ciel nunca había visto al mayordomo tan desarreglado, con su frac colgando en él como un paño demasiado grande, y la camiseta levantándose y aflojada de sus pantalones. El frac, del cual siempre se sentía orgulloso, y se aseguraba se estar perfectamente pulcro, no le quedaba adecuado en lo más mínimo, y colgado de sus hombros.

    De la poca piel que Ciel pudo ver del cuello, tobillos, y descubiertas manos del mayordomo, su piel estaba más pálida de lo habitual, y cada pequeña vena sobresalía y se mostraba oscura. Pronto Ciel incluso pudo darse cuenta que el mayordomo estaba delgado, extremadamente delgado, con sus brazos y piernas finas, casi como ramitas, y sus costillas sobresaliendo de toda su figura. Los huesos sobresalían gravemente, y parecía que incluso la sangre no podía viajar en su cuerpo en absoluto

    Incluso cuando se acercó, Ciel se dio cuenta de que el mayordomo no lo notó. Debatiéndose por un momento, Ciel se preguntó si debía dejar al mayordomo solo o haber hecho por ayudarlo desde el principio. La leve subida y bajada del pecho del demonio lentamente molestó al joven conde, y Ciel mordió su labio, intentando no desmoronarse a la vista del mayordomo. Había un punzante sentimiento en su pecho, una emoción que siempre conoció pero que nunca admitió.

    —Sebastian... —murmuró suavemente, dejando una pequeña pizca de preocupación notarse, pero intentó no dejar que su tono de preocupación se tornara en pena. Sabiendo que el mayordomo estaba determinado a servir, y no dejaría una sola pizca de debilidad ser vista, porque se supone que él debía cuidar de su maestro, no al revés. Al sonido de su voz, el joven demonio se giró lentamente para mirar a su maestro, cada movimiento parecía que le tomó más esfuerzo del que debería. Dejando verse el dolor en el rostro de Sebastian, Ciel escuchó al mayordomo dar un resoplido de dolor, también hacer un gesto de dolor. Sebastian tragó fuerte y miró a su maestro a los ojos, pareciendo avergonzado y arrepentido mientras intentaba inclinarse como se suponía que debía, pero se tropezó un poco y tuvo que sacudirse para atraparse a sí mismo.

    —¿Sí, Bocchan? —Su voz estaba ronca y débil, solo manejándose para dejar salir las sílabas antes de caer, desplomándose en el suelo, y apenas manejando para cogerse a sí mismo en sus débiles brazos.

    —¿Qué te pasó..? —Ciel pidió suavemente, dejándose caer al nivel del mayordomo para asegurarse de que estuviera bien, pero cuando vio sus ojos hundidos, miró a otra parte.

    —Debería… —El mayordomo tosió y trató de hablar—, haberte dich.. dicho que cuando nosotros hic… hicimos… nuestro… con… contrato —rió débilmente, una vez más jadeando y pausando tratando de recobrar el aliento—. Yo no… había… comido en… muchos… siglos…

    —¡Te estás muriendo de hambre…! —Ciel se dio cuenta de repente al mismo tiempo que sus ojos se abrían lentamente. Puso una mano en el brazo del mayordomo, tratando de ayudarlo, en vano. No había pensado que era posible que un demonio pudiera morir de hambre, los demonios eran muy poderosos, y nada menos que inmortales, ¡desde luego que ellos no pueden morir de hambre…! Después de todo, ¿cómo podría ser que una persona que destruyó ejércitos enteros con unos cubiertos, se volviera tan débil por algo tan insignificante como el hambre?

    —Supongo… qu… que es… la… mane… manera más fácil… de… decirlo…

    —¡Pero eres un demonio! —La voz de Ciel se quebró ligeramente mientras gritaba suavemente como si eso fuera a cambiar la situación.

    —Los demonios también tienen… necesidades… amo —El estómago de Sebastián rugió levemente, un sonido lamentable y enmudecido por haber estado sin comida tanto tiempo. Sebastián miró el suelo con vergüenza, porque le había fallado a su joven amo—, nosotros necesitamos… comer… al-almas… así como… los hu… humanos… necesitan… comida —dijo en voz baja—, nosotros podemos estar… cer… cerca de… cuatro años… si… sin… una buena… y fuerte alma… y… ocho años… con… solo… almas… de-débiles. —Volteó a ver a su maestro, ocultando sus ojos en su desgastado pelo.

    —¿Y ha pasado más de un siglo? ¡Sebastián, eres un idiota!

    —No es… mi decisión… Joven Amo… tiene… que comprender… que... —Sebastián sacudió si cabeza y le dio una pequeña mirada—, muchos de mis… contratos anteriores… fueron rotos… porque… ellos… preferirían suicidarse… antes que… darme… sus… almas.

    Ciel tuvo que admitir que aquello le causaba un terrible dolor... odiaba ver a su mayordomo así, y ahora esa verdad lo había golpeado, se dio cuenta que él era el abusivo, descuidando las necesidades de su mayordomo… Era horrible, una vez que su mente lo había procesado, él estaba traicionando a su mayordomo y no tenía razón para culpar al demonio por su contrato… Sebastián había atravesado el infierno por Ciel, tratando de ayudarlo a cobrar venganza, tratando de hacerlo feliz, y amarrando sus zapatos por él, porque era demasiado incompetente para hacerlo el mismo.

    El demonio tenía que soportar las constantes protestas y rabietas del chico, él lo hacía todo, alimentarlo y vestirlo… Limpiar su casa, encargarse de las finanzas… Haciéndolo todo sin problemas y sin cuestionarlo.

    ¿Y qué quería a cambio? Todo lo que él pedía era un poco de comida para su hambriento estómago.

    Ciel sintió un escalofrío en su columna y el pensamiento hizo eco en su mente. Su mayordomo no eligió ser un demonio, pero lo era. Él no había elegido comer almas, era simplemente lo que su cuerpo demoníaco necesitaba. Tenía que comer almas, si no lo hacía terminaría así, triste, lamentable, desesperado… con dolor, débil, con la necesidad de una buena comida en su estómago…

    Y la razón por la que estaba hambriento era por Ciel... Ciel había estado haciendo sufrir a Sebastian, porque había hecho su objetivo casi imposible de alcanzar. Ciel nunca dejaría de necesitar a Sebastian, su objetivo estaba fuera de su alcance, haría cualquier cosa para asegurarse de ello. No podía sobrevivir sin el mayordomo, así que debía asegurarse de que su venganza fuera más difícil de conseguir.

    Los brazos del mayordomo temblaron, y finalmente quedaron debajo de él, soltando al demonio en suelo mientras oficialmente dejaba de luchar por su vida, abandonado la dignidad y el orgullo, no siendo capaz de luchar por su vida más.

    —Lo siento... Bocchan...

    —Sebastian, esto es una orden... —Ciel empezó lentamente mientras alcanzaba la parte de atrás de su cabeza y tiraba con suavidad de los cordeles de su parche, que se cayó al suelo, el símbolo de su contracto brillando levemente en el ojo morado—. Toma mi alma... Ahora. —El mayordomo, sin importarle la cantidad de dolor que estaba sufriendo, no pudo hacer más que mirar con sorpresa, no pensaba que su maestro se daría por vencido en la venganza de su vida, después de todos los crueles castigos por los que pasó, era la única cosa que quería hacer antes de morir.

    —Mi amo...

    —Eso fue una orden, Sebastian. —Ciel gritó un poco más fuerte y severo, aun así un poco suave al mismo tiempo, casi como una súplica—, toma mi alma, ¡ahora...!

    —S-... Sí... Bocchan... —El mayordomo respondió débilmente mientras miraba a su maestro con una mirada llena de agradecimiento, ni siquiera usó el arrogante, tono de superioridad que Sebastian siempre usada cuando hablaban sobre consumir la "dulce y sabrosa alma" de su maestro. Usó toda su fuerza para ponerse más cerca de su maestro, sus dientes, blancos sin brillo y su afilada estructura, a punto de morder.

    Dientes que fueron hechos para tomar almas, como estaba a punto de hacer.

    Sebastian se estabilizó, poniendo un mano en el muro y la otra acariciando la cara de su maestro levemente, lentamente poniendo sus colmillos-como-dientes en la sien de Ciel, tan cerca del símbolo en su ojo como pudo.
    A Ciel le habían dicho cómo funcionaba la extracción de un alma, se lo había dicho Grell, quién había estado intentado disuadirlo de hacer el contrato con el demonio para que pudiera tener a "Sebas-chan" sólo para él. Los demonios podían arrancar el alma del cuerpo de su presa, con el mismo poder que usaban para crear el Contrato el cual los ayudaba a sacar el alma del cuerpo, lo que mataba a su presa y alimentaba al demonio. Todo lo que tenían que hacer era hundir sus colmillos en la víctima, ni siquiera hacía falta que estuviese vivo, podía ser puro hueso, siempre y cuando la piel se rompiera.

    Aun así, Ciel no pudo imaginar el dolor que sintió cuando los dientes del demonio se hundieron en su piel, directo en su sien, su cálido aliento cerca de su mejilla, el dolor pasando por todo su cuerpo. Llegando a cada rincón, a su rostro, a sus mejillas, a su cuello y a través de su pecho, hasta sus pies. Se entumeció, mientras el mayordomo parecía intentar sacar lentamente el alma de su cuerpo, sin la fuerza o la determinación para tomar el alma de un sólo intento.

    Sintió el dolor disminuir y a Sebastian alejarse de él.

    —J... Joven... A... Amo... —Dijo casi en un lloriqueo. —No puedo... hacer esto... el contrato...

    —El contrato ya no me importa más, Sebastian, —dijo Ciel, lentamente abriendo sus ojos para mirar los ojos color vino del mayordomo. —Todo estará bien... — el demonio abrió la boca para discutir, pero no pudo decir nada gracias a que Ciel lo interrumpió inmediatamente. —No has tomado mi alma aún Sebastian... ¿No me has escuchando? ¿O estás desobedeciendo mis órdenes? —Le gritó suavemente, un poco frustrado. —No estoy dispuesto a escuchar otra palabra, sólo quiero que sepas... que estoy dispuesto a darle algo tan importante como mi alma y mi vida... a alguien a quien amo...

    Sebastian movió un poco la cabeza, sorprendido por lo que su amo había dicho, pero se acercó y lo rodeó fuertemente con sus brazos, poniendo sus dientes de nuevo donde antes estaban, y lentamente volvió a dirigir su alma fuera de su cuerpo. Tomándolo lo más gentilmente posible, sujetándose al cálido cuerpo de su amo, manteniendo sus ojos cerrados mientras intentaba seguir de esa manera, cuando sabía que no podía permanecer así. Lentamente empezó a fortalecerse y su amo a debilitarse.

    Ciel agarró la camiseta del mayordomo, dejando escapar un pequeño, débil gemido, hasta que lentamente empezó a desvanecerse y enmudeció. Volviéndose tieso y frío, el mayordomo acercándolo más a sus brazos. Finalmente, Sebastian sintió los últimos trozos del alma de Ciel entrando en su cuerpo, sintió las últimas emociones del chico y pedazos de su personalidad lentamente fundiéndose en su ser. Una parte de Ciel que estaría con él para siempre.

    La luz en los preciosos ojos azules de Ciel se había ido y Sebastian no podía creerlo. Continuó sujetándolo aún más cerca de su pecho, besando su fría frente gentilmente y deseando poder deshacer lo que había hecho. No había querido tomar el alma del joven señor, porque era la primera vez en siglos que había encontrado un amo que se preocupara por él hasta el último momento. Alguien que no abusara de él, y acabara con su contrato como una sabandija, consiguiendo lo que querían, pero nunca dándole lo que él necesitaba.

    Alguien que acababa de dar su vida por el demonio.

    Los ojos de Sebastian empezaron a llenarse de lágrimas, que al principio se mantuvieron en ellos, para después bajar lentamente por sus mejillas, Sebastian no había llorado en siglos, quizás nunca había llorado en su vida...

    —No quería tomar tu alma, Bocchan... —consiguió murmurar mientras acariciaba con la nariz la piel muerta de su amo, suavemente cerrando sus párpados para que pareciese en paz, incluso parecía estar dormido.

    Sebastian cuidadosamente levantó el frío cuerpo en su regazo y con cuidado acarició el pelo de Ciel.

    —Porque yo también te amo, Ciel...
     
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    Tarsis

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    Omg omg omg omg. Esto fue oscuro, dark, sensual, fangirleante, todo junto. Un momento de debilidad de ambos, de declaración. ¿Hace cuanto que Sebastian no se alimentaba? ¿No puede hacerlo sinc ontrato? YAGDKJSHFKJDSGHFKJHDSJB y Ciel va y se le afrece como una tarta en el plato I'mherebiteme xD El punto es, lo hace, pero es las descripciones lo que está estupendo, por un momento, asdf, sabes que lo está haciendo pero que está siendo una experiencia fuera de serie para ambos. Pero lastimosamente, satisfacer esa necesidad, acaba en la muerte.
     
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    Bien, he de decir que es un final esperado, porque Sebastian está en ayunas ansiando saborear el alma pura de Ciel aunque eso le cueste otro período de abstinencia, por no decir la vida. Afortunadamente él es bastante paciente y la trama se ha desarrollado lenta pero emocionante ya que, cuando el contrato llegue a cumplimiento, el demonio no lo pensará tanto para devorar, por fin, esa alma infantil llena de inocencia a pesar de todo, todo un manjar.

    Le diste un buen final, con descripciones acordes a las personalidades y al momento, porque definitivamente ellos tienen una relación así, de amor-odio... Ciel sin su Sebastian está incompleto, y Sebastian anhela ver hasta donde puede llegar Ciel.
     
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