One-shot And I can chat with you baby, flirt a little maybe [Gakkou Roleplay | Emily & Anna]

Título: And I can chat with you baby, flirt a little maybe.
Fandom: Gakkou Roleplay.
Personajes: Emily Hodges, Anna Hiradaira.
Palabras: 2786
Summary: "¿A qué venía eso? Si solo éramos amigas, ¿no?"
N/A: SO as y'all may know i'm a very weak bitch Y TUVE QUE hacer este fic desde el punto de vista de Em bc she is os gayyyy, you must know. So yeah, basado en el fic de Gigi: These messages won't compute. Añadí un rico relleno de lo que vino siendo el día de la niña y la parte que viene directamente de lo de Gigi pues no puse diálogos así por no copiar literal, pues para que sepáis que mejor leeis el otro para entender este bien (? Y nada, hemos decidido que esto es canon so uwuwuw | Esto tiene que ser lo más largo que he escrito en mi vida which can be really sad if you think about it but oh well (? | Gigi Blanche <3

Now you're so cute, I like your style
And I know what you mean when you
Give me a flash of that smile
​

Salir a beber con Katrina la noche antes de la quedada con Anna no había sido, desde luego, la mejor de las ideas que había tenido en la última semana. Y eso que había ido a una fiesta ilegal en la azotea de la escuela hacía un par de días.

Me desperté, desgraciadamente, a la misma hora de siempre —demasiado temprano para ser un sábado— y no tardé en dirigirme al baño, esperando que una ducha me ayudase a estar algo más presentable y, quizás, me remitiese el dolor de cabeza.

Sorprendentemente, hizo el efecto esperado. Salí con un mejor aspecto y aproveché que era ya una hora más decente para enviarle un mensaje a Anna, queriendo confirmar el plan.

Estuve algo nerviosa, pero al final me confirmó que vendría y eso me sacó un suspiro lleno de alivio.

Volví a la habitación y me coloqué la ropa que había usado la noche anterior para salir porque… bueno, en casa de Kashya solo tenía un par de pijamas. Quizás tendría que dejar más ropa de cambio por si acaso, la verdad.

Bajé a la cocina y preparé el desayuno, como siempre, llamando a la chica cuando por fin terminé para comer juntas.

Nos habíamos acostumbrado a eso. Sus padres apenas venían a Japón cinco veces al año, y de esas cinco quizás solo tres las pasaban en casa con Kashya, así que yo solía encargarme de que comiese de forma decente y estuviese todo ordenado y limpio.

Ella a cambio me dejaba pasar ahí todo el tiempo que necesitase, algo que aproveché numerosas veces para escapar de mi casa mucho antes de empezar a salir de fiesta y usarla de tapadera.

Podía parecer que nos aprovechábamos de la otra pero en realidad detrás de todo eso había un cariño genuino. Ella me daba la libertad que necesitaba y yo le proporcionaba la calidez que no recibía.

—Entonces… ¿has invitado al chico aquel del club y a O’Connor-senpai esta tarde? —pregunté, curiosa, mientras comía.

Ella solo asintió con la cabeza, sin apartar la vista del libro que estaba leyendo.

>>Hm~ Senpai… es muy guapa, ¿verdad? —la pregunta fue más bien lanzada al aire porque sabía perfectamente que Kashya no me respondería a eso o, en todo caso, simplemente se encogería de hombros.

Recogí las cosas después de unos minutos y me dediqué a lavar y dejarlo todo en orden, tarareando alguna canción que sonase en mi móvil mientras lo hacía.

Con todo se me había pasado parte de la mañana así que iba siendo ya hora de volver a mi casa. Me acerqué a Kashya, que se había sentado en el sofá para seguir con su tarea, y le dejé un beso sobre la cabeza.

>>Ten cuidado, ¿sí? Y pásatelo bien~

No tenía motivos para desconfiar de Kashya y su decisión, y no conocía a aquel chico pelirrojo, pero Morgan… no sabía si se movía por las sombras como lo hacía Katrina, pero estaba segura que tenía más que ver con esta última de lo que podía parecer.

Aun así, no era su madre y, sobre todo, no dejaba de ser gente que le iba a hacer compañía y en la que había confiado… o algo así —en realidad Kashya invitaría a cualquiera a su casa si le decía que le gustaba leer—, así que no podía ponerme quisquillosa.

Papá estaba de viaje por un yacimiento y mamá había salido a hacer la compra con Alice. Me asomé al cuarto de mi hermano en cuanto llegué y lo vi durmiendo, así que cerré la puerta con cuidado y me encerré en mi propia habitación.

Me lo había dicho, ¿verdad? Que en la noche anterior hubo una fiesta de las suyas, universitaria, y que si salía quizás me encontraba con él.

Por suerte no.

Decidí aprovechar para estudiar hasta la hora de comer, porque lo último que quería era desatender las clases, la verdad. ¡Y lo cierto es que conseguí concentrarme bastante! Al menos adelanté algo de trabajo, lo que me permitiría tener la tarde algo más libre.

Había quedado con Anna a las siete porque así tendría tiempo, después de comer, para prepararme. No solía tener problemas con la vestimenta porque no me preocupaba demasiado por ella pero… ahora no quería causarle una mala impresión a Anna, ni a cualquier otra persona que había conocido recién.

Mientras rebuscaba en el armario, escuché un par de toques en la puerta y tras un “adelante~”… ni siquiera tuve que sacar la cabeza para saber que se trataba de Fred, vaya.

—Eres un cotilla, ¿eh? —murmuré, desde mi posición, cuando lo escuché sentarse en la cama después de cerrar la puerta.

—Pues tú tampoco te quedas atrás, hermanita~

Lo ignoré mientras seguía buscando y después de unos minutos, finalmente, salí con unas cuantas perchas en los brazos que acabé dejando caer en la cama peligrosamente cerca del chico.

—A ver, pregunta.

—¿Anoche?

—Katrina-senpai.

—Ah, la chica que te invitó a la fiesta, interesante~

Fred era la persona a la que más quería en el mundo y quizás la única a la que le contaba verdaderamente todo, incluso aquello que no me atrevía a contarle a Kashya. Y él también me contaba todo, aunque nunca se había tenido que preocupar por esconderle sus salidas a papá y mamá así que no tampoco era el gran secreto.

Había otras cosas que ni ellos sabían, por supuesto, pero eso me lo llevaría a la tumba.

>>¿Y qué tal? Imagino que bien, si te quedaste en casa de Shiro-chan~

Shiro-chan era como le decía a Kashya y él, por supuesto, sabía que solo me quedaba ahí cuando era demasiado tarde para intentar entrar a escondidas.

—E-estuvo bien…

No necesito mucho más para entender y se sonrió, echándose para atrás y cruzándose de brazos.

—¿Y ahora?

—¡Con Anna-chan! —no pude esconder el tono de emoción en mi voz—. La chica de las mechas rosas, ¿te acuerdas?

—¿La amiga de Ishikawa-san?

Me sonrojé al escuchar su tono de burla y le lancé una falda a la cara.

—Calla.

Después de unos minutos de su risa y mis refunfuños, ya había descartado algunas prendas y tenía más o menos dos conjuntos en mente.

—Bueno, ¿y por qué tanto barullo? Ni que fuese una cita, ¿o sí?

Volví a sonrojarme ligeramente al escucharlo, mirándolo a través del espejo.

—N-nada de eso… Pero quiero caerle bien y gustarle, ¿sabes? Quiero ser su amiga…

Escuché como suspiraba y en realidad no necesitaba mucho más para saber lo que estaba pensando, pero aun así tuvo que decirlo.

—No te presiones tanto, Em, si ha quedado contigo es que ya le gustas, ¿no?

—S-supongo…

No había modo de que me hiciese cambiar de opinión, y ambos lo sabíamos bien, así que acabó por levantarse de la cama y darme un beso en la frente antes de irse.

Sabía que era estúpido, estar siempre preocupada de hacerlo todo bien, y ya no sabía ni si lo hacía por costumbre o porque de verdad quería pero con Anna… después de lo que había pasado el día anterior, quería que me considerase su amiga e intentar ayudarla… aunque fuese distrayéndola con mi compañía.

Me decanté por un vestido gris escocés ajustado de tirantes y una camiseta negra de cuello alto por debajo, además de unas medias oscuras y unas deportivas negras y blancas. No… estaba del todo mal, quizás. No quería ir ni muy informal ni muy arreglada y ya había gastado mucho tiempo decidiendo así que me tuve que conformar con aquella decisión.

Me dejé el pelo suelto y, aunque no solía maquillarme demasiado, tuve el impulso de al menos aplicarme eyeliner y un labial no muy llamativo.

Me estaba comportando peor que si fuese una cita.

La hora decisiva llegó y me dirigí hacia el cine con los nervios a flor de piel. Llegué cinco minutos antes pero no me importó esperarla, solía pasarme lo mismo con todas las quedadas.

¿Que por qué había elegido ir al cine al final? Bueno, aunque la había descartado por ser demasiado aburrido… acabé por recurrir de nuevo a ello cuando me di cuenta que sería el refugio perfecto. No teníamos que hablar mucho ahí y eso me permitiría relajarme y no decir algo que lo estropease.

Cuando la vi aparecer, sin embargo, la mayor parte de los nervios simplemente desapareció. Bueno, estaba ahí, era un gran avance. Por otro lado…

Se veía muy guapa con ese conjunto casual y, sobre todo, el pelo suelto enmarcándole el rostro. Tanto así que tenía que admitir que me quedé algo embobada, principal motivo por el que me tomó tan desprevenida el beso en la mejilla.

Y bueno… a pesar de todo, no dejaba de ser una japonesa prototípica cuando se daba el caso.

La película fue bastante entretenida y, quizás solo fuese mi imaginación, pero sentí que a Anna también la había animado algo. Y eso me alivió enormemente.

Obviando el hecho de que me avergoncé por lo de la lata como una estúpida, la idea de salir a tomar algo con ella me emocionó bastante.

Dudé porque, mierda, apenas me estaba recuperando de la resaca de la otra noche pero… Katrina me lo había dicho, ¿verdad? La resaca se pasa bebiendo de nuevo o con un buen polvo. Sabía que no tenía ninguna validez, en realidad, pero me valía para aquella noche.

No pude evitar observar el lugar con los ojos abiertos, como un corderillo curioso, mientras Anna me arrastraba de la mano hacia la barra. Ah, me había dicho que había hecho más cosas de la que imaginaba y entendí a qué se refería, pero no dejaba de sorprenderme.

Observé el intercambio entre ambos con una chispa curiosa. ¿De qué conocía Anna a alguien tan mayor? A-además de que era bastante guapo. Y obviamente la chica me tuvo que presentar justo cuando más embobada estaba, haciéndome sonrojar como ya venía siendo costumbre.

Pero no estaba entre mis planes dejar ver a Anna que me intimidaba toda aquella situación porque… en realidad, no lo hacía del todo. Estaba con ella, al fin y al cabo, y aunque siempre había pecado de confianzuda, no tenía motivos para no confiar en Anna. Así pues simplemente lo saludé inclinando ligeramente la cabeza y con una sonrisa suave, educada, y no tardé en centrarme en la carta mientras ellos dos hablaban.

O eso aparenté, porque en realidad sí los estaba escuchando.

Y me pudo la curiosidad, así que tuve que preguntarle de qué lo conocía, con cierta emoción. Eh, que tener contactos en un bar de ese estilo sonaba guay.

No sé por qué me sorprendió saber qué Anna había tenido novio cuando era claramente tan linda y extrovertida, pero lo hizo. Quizás porque teníamos la misma edad y yo nunca había tenido nada parecido, pero estaba claro que no nos movíamos por el mismo mundo… no hasta ese momento, claro.

Y yo era una romanticona empedernida en el fondo así que las preguntas salieron en tropel, demasiado emocionada para contenerme y sin ni siquiera darme cuenta que estaba invadiendo su espacio personal.

Hasta que ella lo recalcó, reduciendo aún más el espacio a ser posible.

Pero no me moví, en realidad. Quizás fue por el ambiente, quizás seguía un poco tonta después de haber pasado la noche con Katrina.

No lo sé.

Solo sabía que la cercanía y su actitud no me molestaba y que, mierda, empezaba a hacer un jodido calor del demonio.

Pero me era fácil seguirle el juego a Anna, corresponderle a tan obvio flirteo… ¿y quizás buscar algo más? No era como cuando me reía de los nervios de Mimi, pero tampoco era como Katrina que conseguía desconectarme por completo.

Era diferente y era divertido.

Me di cuenta algo tarde que girarme para ver a los chicos que señalaba no había sido la mejor idea, porque uno de ellos interpretó como una oferta a acercarse, pero después de un par de copas encima… la verdad es que ya no me importó.

Pero si me estaba comiendo con la mirada, qué mono~

A decir verdad, agradecí que Anna decidiese arrastrarme hasta el baño, porque si se me hubiese lanzado encima en ese momento lo hubiese aceptado sin dudar y… no hubiese estado bien hacerlo delante de mi amiga.

Si bien el cambio de ambiente me ayudó a recuperar un poco la compostura, el alcohol seguía impregnando todas mis decisiones, así que fue simplemente inevitable.

“Puede ser~ ¿Por qué preguntas, hmm? ¿Celos, quizá?”

¿A qué venía eso? Si solo éramos amigas, ¿no?

No me intimidó cuando prácticamente me acorraló contra la pared, aunque tenía que admitir que me decepcionó que lo hiciese para regañarme.

Princesa.

Ah, ahí iba otra vez con esa tontería, ¿eh? Aunque supongo que tenía razón, seguía siendo un terreno peligroso por el que me movía. Pero ella sabía que me podía adaptar, por eso me había traído ahí en primera instancia, ¿verdad?

No tenía modo de molestarme con ella, a pesar de todo, porque noté la genuina preocupación que se colaba en su voz. Y no me estaba tratando como una estúpida, al fin y al cabo había dicho que si me gustaba no se iba a entrometer… y eso fue el punto decisivo para mí.

Anna estaba más que dispuesta a ayudarme y salvarme si alguna vez me metía demasiado en problemas pero nunca evitaría de primera mano que lo hiciese si no se lo pedía.

Me acerqué con una sonrisa llena de cariño y mis manos resultaron ser terriblemente cálidas en comparación a las suyas, pero no me molestó. Fui sincera, en realidad solo quería estar con ella, así que acabamos decidiendo irnos.

Por suerte los tipos no se pusieron muy pesados pero aun teníamos que pagar y de repente me golpeó la realidad de que no había traído, lo que se decía, mucho dinero.

Pero Anna había dicho algo de un descuento, ¿verdad? Y conocía al chico así que supongo que solo me tocaba seguirle el juego. Cosa que tampoco me resultó muy difícil porque, mierda, seguía con todo ese alcohol encima, aún algo excitada por la tontería con Anna y el tal Krait me seguía pareciendo tremendamente guapo.

¿Algo que le hiciese olvidar la deuda? Hasta yo sabía cuál era la opción más lógica, aunque no estaba del todo segura de arrastrar a Anna a ello.

Claro que no hizo falta preocuparme porque de repente sentí su mano y simplemente esperé a que sucediese, correspondiendo a su beso sin dudar. Fue… sorprendentemente suave y ni siquiera me importó que fuese solo para ahorrarnos las bebidas, la verdad es que lo disfruté mucho más de lo que esperaba.

Me dejé guiar por Anna después, sin ninguna clase de queja, riendo y bromeando con ella todo el rato.

Era muy fácil estar con ella. Quizás el alcohol influyese, pero no tenía ninguna duda de que sería así siempre. Me gustaba mantener el contacto constante con ella y fue divertido conseguir que algún dependiente que ella conociese nos vendiese cerveza a pesar de ser menores. ¡Podría acostumbrarme a hacer aquello!

Sabía que Anna era más atlética que yo y que me alcanzaría sin complicación, aunque quizás me confié en el hecho de que apenas podíamos andar sin tambalearnos para retarla.

Y porque, en realidad, me daba igual si me alcanzaba.

Aunque no esperaba que eso sucediese cuando lo hizo.

Pero tampoco me molestó.

Las latas cayeron pero no pudo importarme menos, mis manos no tardaron en enredarse en su cabello y el beso fue simplemente el culmen de toda la tensión que habíamos acumulado a lo largo de la noche. Podía sentir todo su cuerpo contra el mío y la piel simplemente se me erizó cuando se removió.

Solté un gemido quejumbroso, bajo, cuando se separó, y ni siquiera pensé demasiado cuando me volví a lanzar sobre sus labios.

Estaba jodidamente caliente y tenía la mente nublada. Y las manos de Anna tocándome por todos lados no estaban ayudando, especialmente.

También ella podía llegar a ser una cabrona, ¿verdad? Lo había podido comprobar. No era necesario ese beso en el cuello después de decidir parar, pero siempre era divertido tirar de la cuerda un poquito más, ¿no?

Al menos consiguió distraerme con lo del parque y el cigarro, así que conseguí estabilizarme lo suficiente para seguirla y escucharla con atención. Lo habían prometido, ¿no? Que si quería podía preguntarles, a ella y a Kohaku, y que ellos se ocuparían de que no hubiese problemas.

Era extraño, porque no tenía nada de bueno lo que estábamos hablando, pero sentí una calidez en el pecho al pensarlo. ¿Se tomarían todas esas molestias por mí? ¿Les preocupaba tanto aun cuando apenas me conocían?

Quizás… sí.