de Inuyasha - Amor por sobre tiempo.

Resumen: En la actualidad, todos conocían el nombre de InuYasha Taishou, mejor conocido como el héroe de la época feudal sin embargo aún seguía una interrogativa que no podía ser resuelta por los libros de historia. ¿Qué había ocurrido con el cuerpo del difunto héroe feudal?

Kobato y Kei, dos muchachos comunes y corrientes descubren un diario que podría contener la verdadera historia sobre en dónde se encontraba la tumba de Taishou pero algo que jamás esperaron ellos encontrar, era la verdadera versión sobre la drástica desaparición del muchacho feudal.

¿Qué sucederá cuando ellos lo sepan?

N/A: Bueno, se me ocurrió de repente, al principio todos se preguntaran: “¿Pero qué?, esto no es InuYasha” sin embargo luego entenderán todo. Espero les agrade. Tendrá por lo menos dos capítulos más.

Amor por sobre tiempo.​

“Amor” una pequeña palabra conformada por cuatro letras, ¿acaso esa palabra no sería capaz de romperse por la inmensidad de los sentimientos que puede uno sentir con sólo pronunciarla?, ¿quién la había inventado?, ¿qué habría pensado esa persona al decirla?, ¿por qué una palabra tan pequeña?, ¿por qué? Realmente, no lo sé.

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—¡Kobato! —recibí un gruñido departe de la persona que se encontraba frente a mí.

Bufé.

Hace apenas unas semanas había terminado con mi novio, realmente no tenía cabeza para nada más.

—¡Kobato! —sentí un dolor en mi cabeza, lo miré—. Presta atención—tomó el libro y lo colocó de nuevo frente a mí abriéndolo en la página doce—, ¿de acuerdo? —asentí y me enfoqué en mis libros—. Sé que aún te duele lo que te hizo Suzuki, pero no por culpa de un estúpido como él dejarás de sonreír.

—¿Puedo sugerir algún tema para el proyecto, Kei? —cuestioné al observar que él seguía debatiéndose entre la cultura griega y la egipcia.

—Como quieras—murmuró mientras admiraba las armas de cada cultura.

—Bien—. Observé el libro frente a mí, ¿qué debía escoger? —¿Qué te parece ésta? —dije señalando nuestra cultura, la japonesa.

—Ya sabemos todo sobre nuestra cultura, Kobato—añadió—, ¿para qué explicar algo que ya todo mundo sabe? —. Inconcientemente una mueca se formó en mis labios.

—No hay nada de malo en eso, niño tonto—le dije—, además no toda la información está en los libros actuales; podemos ir a la biblioteca y buscar algunos pergaminos o libros más antiguos, ¿te parece?

—Está bien—suspiró—. Sólo ten en cuenta que si no hay algo que me llame del todo la atención tendrás que ayudarme a elegir entre la cultura egipcia y la griega—sonrió.

—Kei…—reí un poco—, realmente eres un niño tonto—. Lo miré—, pero gracias por ser mi mejor amigo—él sonrió.

—Bien, vámonos—me jaló mientras salíamos de su casa.

Media hora después.

El camino era realmente largo, sin embargo, no era algo que me molestará. Observé a mi amigo, iba tranquilo, a mi parecer pensativo. Sonreí, era tierno al tratar de alegrarme.

—Odio la biblioteca—murmuró más que para mí, al parecer era para sí mismo—, además de está muy lejos tardaremos una eternidad en encontrar algo interesante para mí.

—¿Sólo para ti? —cuestioné divertida.

—Bien, no para mí especialmente pero no digas que no cuando pienso en las horas que tardaremos en encontrar un libro que nos convenza del todo—añadió.

Suspiré.

—Tienes razón, Kei.

Nos detuvimos ante el gran edificio blanco con puertas de madera lizas, subimos los pocos escalones e ingresamos. Fuimos directamente con alguna persona que nos pudiera ayudar a buscar los ficheros de los libros, (sí, por más que yo no quisiera tener que pasarme otra media hora leyendo un resumen de cada uno de los libros, tenía que hacerlo).

Kei y yo nos separamos para abarcar más “terreno”. A los pocos minutos encontré a un señor.

—Disculpe—dije, él me volteó a ver y me regaló una sonrisa.

—¿Qué se le ofrece señorita?

—Pues, bueno. Quería saber en dónde están los ficheros de los libros—contesté.

—¿Busca algo en especial? —volvió a preguntar.

—Este, sí. Algunos libros de nuestra cultura, pero deseo leer algo más antiguo, es decir algo que no esté tan resumido como en mis libros de preparatoria—respondí.

—En ese caso no necesita los ficheros—sonrió—, en la quinta columna de derecha a izquierda podrá encontrar una sección de libros antiguos; sólo tenga cuidado, pueden ser algo sensibles, por así decir.

—¡Muchísimas gracias! —. Sonreí y busqué a Kei.

Quince minutos después.

Encontré a mi amigo.

Nos dirigimos a aquella sección que me había dicho el señor; encontramos muchos libros, comenzamos a leer los títulos de cada uno de ellos hasta que encontré uno con un forro café, más gastado que cualquiera que hubiera visto. Lo tomé, tenía un broche.

—¿Qué te parece este? —le pregunté a Kei.

—Me parece algo inusual—secundó.

—Un poco, pero ¿qué tal si preguntamos si nos lo podemos llevar? —sonreí.

—De acuerdo—musitó tímido. Era algo inusual, a veces se comportaba raro pero lindo.

Nos acercamos al mismo señor con el que había hablado hace un breve lapso de tiempo.

—Por supuesto que sí—parecía más feliz de lo usual—. Tomen—dijo entregándonos nuestra credencial.

Salimos de la biblioteca.

—Ese hombre es verdaderamente extraño—murmuró Kei—parecía muy feliz cuando vio el libro.

—Sí—secundé.

—Bien, olvidando eso—cambió de tema—, ¿por qué no lo abres Kobato?

Sonreí algo nerviosa, ciertamente ni siquiera lo había ojeado, sólo le había pedido que nos lo lleváramos porque me llamó la atención su inusual forro.

Abrí el broche sin mucho esfuerzo. Ambos no detuvimos y comenzamos a leer.

Tiempo de luna nueva.​

Querido diario:

Hace mucho que quería escribir sobre esto, sé que talvez nadie lo leerá pero tengo algo que contarte. Cuando cumplí quince años mi vida cambió drásticamente, había atravesado el pozo de mi templo, conocí a muchas personas entre ellas alguien llamado InuYasha…

Kei y yo nos miramos, esto era un diario.

—¿Dónde había escuchado el nombre de InuYasha? —se preguntó a si mismo.

—¿No será el nombre de la persona de nuestros libros? —pregunté—, ya sabes aquella de la cual nunca se encontró su cuerpo—añadí asustada.

Ambos miramos la última parte la página, ¿quién había escrito el diario?

Siempre tu escritora: Kagome Higurashi.​

—¿Kagome? —le pregunté—. ¿Quién es Kagome?

—En los libros nunca se mencionó a una tal Kagome—contestó Kei—. Algo raro sucede aquí, Kobato.

Ambos asentimos. Caminos rápidamente a casa, tardamos menos tiempo que la primera vez, mientras Kei buscaba entre los libros de historia, yo escribí en la computadora en la página de notas que hasta hace poco seguía en blanco.

Nota del día: Todo había comenzado bien, la tarea era algo aburrido hasta que al ir a la biblioteca encontramos un diario o al menos eso supimos cuando salimos del establecimiento.
Eso no era algo raro, posiblemente pero había una historia ahí que nunca habíamos leído y escuchado. ¿Será acaso que este libro sea el que nos cuente qué fue lo que sucedió con el cuerpo jamás encontrado del difunto InuYasha Taishou? —. Miré nuevamente el diario—. Pero lo más importante —seguí escribiendo—, ¿quién era Kagome Higurashi y que significó en la vida del muchacho del pasado?