Microrrelato Amor Ahogado

Amor ahogado​

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Sentado en mi sillón observo el fuego. Es tan hermoso, cautivante e hipnótico. Las llamas danzan al compás de una melodía, siempre en perfecta sincronía. El rojo intenso da una sensación de calidez, esa calidez que no he podido disfrutar desde hace mucho tiempo; cuando te fuiste.




¿Recuerdas aquel momento? Estoy seguro de que sí, lo recuerdas a la perfección. Tú gritabas, tirabas objetos y llorabas. Verte derramar lágrimas era un infierno para mí, era como ver la luna desmoronándose ante mis ojos; me destruía por dentro y me entristecía hasta el extremo. Y, fugaz como el viento, desapareciste de mi vida, dejándola rota y sin sentido.



Desde ese momento dejé de vivir. Morí por dentro, podrido como un durazno que ha pasado demasiado tiempo en el suelo, sin que nadie se apiade de él y lo recoja. Y en aquella muerte súbdita, perdí la capacidad de amar y sentir pasión por otra persona. El odio se apoderó de mí, haciendo que pensara cosas horrendas. La venganza me ordenaba que te hiciera el mismo daño que tú me habías hecho, pero una voz, clara y potente, me dijo que no lo hiciera. Así supe que todavía quedaba luz en mí.



Pasé mi vida encerrado en una casa, solo y apartado de la sociedad. Un hombre al cual no le quedan ganas de vivir, con un destino de soledad y abandono. Y, aquí me ves. Tirado, tomando alcohol para ahogar las penas. Cada vez que el recuerdo de tu rostro y tu cuerpo pasa por mi cabeza, lloro. Derramo lágrimas por ti, y luego grito. Lanzo alaridos al cielo, para que Él me escuche, para que oiga mis súplicas, que aclaman por ti. Te quiero de vuelta a mí lado, para que esfumes el dolor.



Cuando nadie me responde, cuando espero una inexistente respuesta positiva, me enfurezco. Cambio de ánimo cual camaleón de disfraz. Si en verdad supieras lo que vive éste pobre hombre, sin afeitar y con ropas negras, denotando su amargura. Nada podrá traerte devuelta conmigo, Sandra. Eres mi amor ahogado en incontables copas de whiskey barato.